[Todos los personajes son marcas registradas de sus respectivos autores. Esta historia se ha realizado sin fines de lucro. Únicamente se escribió con fines recreativos gratuitos]



Todo es posible en la imaginación
Si puedes pensarlo puede existir

DUNGEONS&FLAMES

Fanfic por TristeIori

Capítulo 10: Golosina

Vaga idea de la forma en que trabaja el cerebro de Golosina:

 

Mhhh, ahí viene el camión… Pero también detrás viene un taxi… El camión definitivamente es mucho más barato… Tengo dos opciones… Irme en el colectivo ò irme en taxi…

Si me voy en taxi, no pasa nada, si me voy en el autobús pueden pasar dos cosas:

Que me toque de pie ò que me toque sentada…

Si me toca de pie, no pasa nada… Si me toca sentada pueden pasar dos cosas:

Que me toque junto a una mujer ò que me toque junto a un hombre…

Si me toca junto a una mujer no pasa nada, si me toca junto a un hombre, pueden pasar dos cosas:

Que me haga plática o que no me haga plática. Si no me hace plática no pasa nada, si me hace plática pueden pasar dos cosas:

Que sea feo o que sea guapo, si es feo, no pasa nada, si es guapo, pueden pasar dos cosas:

Que le continúe la conversación ò que no se la continúe. Si no le sigo la conversación, no pasa nada, pero si se la sigo, pueden pasar dos cosas:

Que nos demos mutuamente nuestros teléfonos ò que no nos los demos. Si no nos damos los teléfonos, no pasa nada… Pero si nos damos los teléfonos pueden pasar dos cosas:

Que me invite a salir o que no me invite. Si no me invita a salir no pasa nada, pero si me invita, pueden pasar dos cosas: Que volvamos a salir algunas veces más o que no volvamos a salir… Si no volvemos a salir, no pasa nada, pero si volvemos a salir pueden pasar dos cosas:

Que se me declare, o que no se me declare. Si no se me declara, no pasa nada, pero si se me declara, pueden pasar dos cosas:

Que nos volvamos novios o que no nos volvamos novios. Si le digo que no, no pasa nada, pero si realmente me enamoro, y le digo que sí, pueden pasar dos cosas:

Que rompamos o que no rompamos. Si rompemos, no pasa nada, pero si no rompemos, pueden pasar dos cosas:

Que me proponga matrimonio, o que no me lo proponga. Si no me propone matrimonio, no pasa nada, pero si sí me lo propone, pueden pasar dos cosas, que acepte o que no acepte, si no acepto, no pasa nada, pero si acepto, pueden pasar dos cosas:

Que me sea fiel o que me engañe, si me es fiel no pasa nada, pero si no lo es…

Mmmhhh…. Mejor me voy en… ¡Taxi!!! ¡Taxi!!!

 

Capítulo 10: Golosina

Ix Mantis estaba al frente, el ejército atrás, en medio ellos y al recordarlo, Jubei dejó de reír y frunció el ceño…

- ¡Ja! ¡Menuda bola de idiotas! - El Yagami se expresó como quien no quiere la cosa, hasta sonreía ampliamente.

Por su parte, Caramelo percibió el cambio de humor del rubio:

- ¿Qué ocurre, Jubei? -

Por ahora que se encontraban a salvo tras las puertas, ante la apremiante situación, a Jubei se le ocurrió una idea, arriesgada, si, y peligrosa pero mientras a nadie se le ocurriera una mejor…

- Estamos en una encrucijada… -

- ¿Y eso, qué significa? - Preguntó Iori.

- Pues… Que estamos perdidos… -

Todos: PLOP! (Se van momentáneamente de espaldas)

Al tiempo en que tomaba al paladín de los hombros y le sacudía violentamente, Iori Yagami le gritaba molesto:

- ¿A qué te refieres con que estamos perdidos? Jubei, ¡No me digas que no podremos regresar a casa!!!

Yo solo tengo un deber, que es ejecutar al Kusanagi, ¡Pero estar aquí por culpa tuya y de tu aborrecible sobrino es… es…! -

Repentinamente algo tiró al piso al Yakuza, algo que lo embistió con tal velocidad que no le dio tiempo a Jubei a caerse junto con el pelirrojo, lo que es más, de momento ni tiempo le dio de hablar…

La vista que presenciaba Iori no era nada bonita, el peludo Endochbalamatl se encontraba con que por fin tenía a Iori como lo quería tener desde el principio:

Pisándole la espalda con las patas y gruñéndole a unos centímetros de su nuca.

Iori contemplaba no más que el suelo, y la sombra que el gran y poderoso Endochbalamatl producía en él… Y se dio cuenta de la precaria situación en que se encontraba. Aunque Jubei se moviese a toda velocidad no podría impedir que Bata le triturase el cráneo…

Y por eso, en vez de moverse, Gritó:

- ¡Espera, Bataaa!!! -

Bata gruñía, pero al hablar Jubei, detuvo su hocico que ya estaba a punto de cerrarse sobre las vértebras cervicales del muchacho, pero no retiró su hocico ni un milímetro de donde lo tenía.

El paladín se aproximó a donde estaban de forma pausada, lenta, imponente…

Llegó a donde estaban (Que no era mucha la distancia) y, tras colocarse en cuclillas junto a Iori y Bata, colocó el índice en la barbilla de Bata, y con un leve movimiento al que Bata no opuso resistencia, le apartó del cuello del pelirrojo cerrándole después la mandíbula, tras de lo cual dijo:

- Matarás a… ¿Quién, disculpa, no te oí? -

Mientras inútilmente intentaba incorporarse con Bata a su espalda… Y digo, intentaba porque era cosa imposible para alguien que no pudiera alzar un buldózer, mover a l tierno saco peludo de Bata…

(Si, Bata era un tierno saco cubierto de pelo, pero tenía relleno, y eran músculos, concentrados todos en detener al pelirrojo)

- Mira, Jubei, no te hagas que eres buey, que ni lo eres, y ni te queda; yo tengo una misión que cumplir y esa es matar a Kyo, tal y como lo oíste la primera vez, y si piensas que porque tienes a tu monstruo arriba de mí me harás cambiar de opinión estás equivocado… -

- Iori… -

- ¿Qué? -

- ¿Estás seguro que a Kyo sólo lo quieres para matarlo? -

Preguntó el paladín con una cara llena de tristeza…

Para Jubei era hora de colocar las cartas sobre la mesa, de hacerle ver al Yagami la verdad…

- Responde, ¿Es sólo tu obligación, ó tu deseo? -

- ¿Por qué preguntas eso como si fueran dos cosas diferentes? -

- ¿Y por qué respondes a una pregunta con otra pregunta? -

- ¿Y, por qué no ha de ser así? -

- ¿Y, por qué debería ser así? Y, volviendo a la pregunta de las obligaciones, lo hago así porque son dos cosas MUY diferentes, uno puede estar siendo obligado a cumplir con su deber, pero eso no quiere decir que eso sea lo que desees…-

(En este punto, Iori enrojece)

- Haciendo a un lado al Kusanagi, ¿Qué es lo que queda, Iori? -

- No sé de qué diablos estás hablando… -

- Mira, supongamos que yo no pienso detenerte en el cumplimiento de tu deber… -

(Dicho esto, comienza a guiar a Bata para que se quite de la espalda de Iori)

- Pero… Piensa por un momento, Yagami:

¿Qué motivos tendrías para vivir si matas al Kusanagi? -

Buscando desesperado una salida, Iori responde con el rostro enrojecido y ceño fruncido, casi a gritos:

- ¡Yo tengo mi música por si te enteras! ¡Mi vida no es todo Kusanagi Kyo! -

- ¿De veras, Iori? He visto que la presencia del chico te altera, el desear matarlo, créeme, no liberará tu alma, Kyo me ha dicho que te la vives gritándole que sólo tras matarlo podrás vivir en paz, yo digo:

Tras matarlo, simplemente no podrás vivir.

La esperanza de matar al Kusanagi ilumina como una leve luz una habitación oscura que es tu vida hasta este momento, una diminuta luz que, en vez de usarla para iluminarte, la utilizas para acentuar la oscuridad… -

El Yagami se encontraba acorralado, quiere ahora desaparecer al paladín de la faz de… Esa y todas las tierras, esparcir sus restos, reducirlos a cenizas, pero no puede hacerlo. Sus dedos ha encajado en la tierra, como una garra mortal están sus manos en ella, lloraría si no estuviese tan bien educado para no hacerlo, mira de nuevo hacia arriba, Jubei está ahí, le tiende amistoso la mano…

- Iori, las circunstancias actuales nos obligan a hacer cosas que no deseamos, quizás que hasta van en contra de nuestra más básica esencia, Kyo desea volver a su mundo, yo también… Y tu… Y es posible que eso sea lo único que tengamos en común, que no haya más que problemas en nuestra relaciones, más obligadas por azar que porque así lo hayamos deseado, pero si no nos unimos, no podremos llegar a nuestras metas solos, ò si acaso solos lo logramos, nos habrá costado mucho, mucho más… -

El pelirrojo levanta el rostro, haciendo a un lado de forma despectiva la mano del rubio, dejando escapar de forma maldosa su próximo comentario, como metiendo hilos para atrapar listones:

- ¡Que! ¡Y tú crees que el Kusanagi va a permitir una tregua! -

- No solo la permite, la pide y a ambos… pero como por obvias razones no ha podido comunicarse contigo y no se encuentra aquí (Y aunque estuviera, no podría expresar su deseo) te hago llegar su mensaje…

Y, una cosa más Iori… Si tú te niegas, nosotros no podemos contar contigo, por lo tanto, ò ayudas ò dejas de perjudicarnos, pero en estos momentos no vas a matar a Kyo, no hasta que volvamos a casa, si interfieres para mal de manera in-ten-cio-nal entre Kyo, Bata y yo, te haremos a un lado… -

El rostro de Jubei se había por primera vez tornado extremadamente severo, sin dejar en claro qué significaba exactamente eso de “hacerlo a un lado” pero ahora conociendo un nuevo lado de Kyo (Y de Jubei) supo, que si deseaba salir de ese mundo loco, tendría que ceder.

Jubei no le había cobrado su libertad… Porque, seguramente, esperaba la llegada de esta discusión.

Iori entonces, termino de incorporarse, dio la espalda a jubei,dio un paso… Otro… a ninguna dirección en particular, dio un tercer paso…

- ¿Esa es tu respuesta, Yagami? -

Iori se detuvo, miró sus manos, llenas de lodo, de tierra, de recuerdos…

- Hay… Algo más que debes saber, Yagami y es que a quien en realidad habrías de odiar no es a los Kusanagi, sino a Orochi. Este ser es quien ha maldecido a tu familia para nutrirse de ustedes, engañándolos y haciéndolos pelear contra los Kusanagi para así absorberlos por completo, para lograr sus pérfidos deseos, a costa de las vidas, de las almas de ambas familias… -

Y volteando hecho una furia, el maldecido aquél grita:

- ¡Mientes con todos los dientes! ¿Por qué razón habría yo de creerte? -

Ahí estaba terminando el primer obstáculo, si lo libraba, podría conducir al tozudo pelirrojo por fin, al lado que le parecía más adecuado… Ò eso pensaba…

- Porque, como Japonés has de saber que los samuráis no mentimos, y como dije antes, “Tu pasado es mi presente” Tienes ante ti… Bueno, más bien detrás de ti el real y vivo testimonio del pasado. Delante de mí se encuentra un futuro que tú, Iori Yagami, puedes cambiar hacia la opción más correcta.

No debes ignorar la verdad por lo graves que serían las consecuencias de hacerlo… La pregunta es: ¿Qué harás ahora? -

Iori se volteó nuevamente dando la espalda a Jubei, se llevó la mano a la cabeza en ademán claramente reflexivo y pensó: Si Jubei regresa a su mundo, puede arruinar, mejorar ò cambiarlo todo, hasta ahora sólo hemos obtenido una hermosa guerra entre dos mundos… con nosotros en medio de ella, por supuesto, amén de que un lunático con poderes tan extraordinarios que rayan en lo irrisorio y su séquito de endemoniados dementes quieren exterminarnos. A Kyo y a mí nos conviene regresar a muestromundo, pero a ninguno de los dos conviene que Jubei regrese al suyo, para evitarlo, primero tendré que deshacerme del tal “Bata” y, por lo menos, mantener lejos a Kyo para deshacerme de él, así que….

- Maldición, Jubei, tú ganas - (Por ahora) Pensó.

- Le daré una tregua al Kusanagi… - (Pero no a ti)

- … Pero durará sólo hasta que regresemos a nuestro mundo… - (Hasta que regresemos Kyo y yo, por supuesto. Tú Nunca lo harás…)

Se volteó nuevamente en dirección al rubio y terminó diciendo:

- Prometo no matar al baka de Kusanagi Kyo mientras regresamos a nuestro mundo…

Hn, hn, hn, hn, he, he, He, He, ¡Haa!Haa!HAAA! -

Y volvía a reír demente, como sólo él sabe hacerlo…

A Bata se le erizó el pelaje del lomo y gruñía, Jubei le miraba con el ceño fruncido, ambos temían, en efecto, que no cumpliera la promesa, él no era un samurái, ni tampoco era como Kyo, Jubei tendría que estar preparado todo el tiempo para una traición por parte del demente pelirrojo y con tristeza imaginaba cualquier posible desenlace:

Si mataba a Kyo, Jubei mismo tendría que ejecutarle e ir él mismo a cargarse al tal Orochi. Si mataba a Bata (Cosa aún menos probable) Jubei tendría que ejecutarlo después de que lograra que estos dos locos mataran a Orochi, pues sin duda alguna, Bata y Kyo matarían al pelirrojo si éste sesgaba la vida de Jubei.

Por ahora, el problema más próximo seguía e pie:

- ¿Cómo llegar al nivel 5? -

Y era lo que en voz alta se preguntaba meditabundo Jubei mientras el demente pelirrojo aún reía…

Caramelo dirigió una especie de gruñidos a Bata:

- Yo puedo sentir dónde hay otras puertas aunque no se vean, y tú puedes abrirlas aunque no las ves… -

Tras este comentario por parte de la cría de dragón Bata dejó de gruñir a Iori para mirar fijamente a Caramelo.

- ¿Los ayudamos? - Le preguntó la cría de dragón al felino multi planar.

Por toda respuesta, el gran y poderoso Endochbalamatl tomó con su mandíbula suavemente a Caramelo de la cabeza al modo como los leones cargan a sus crías y lanzándolo hacia arriba quedó tras una pequeña pirueta Caramelo confortable en la cabeza de Bata.

- Por aquí - Dijo con toda la seguridad del mundo mientras señalaba a cierta dirección que Bata, con toda la calma del plano dimensional en que se encontraban, comenzó a seguir…

- Eh… ¿Saben cómo llegar al nivel cinco sin toparnos con Ix Mantis? - Preguntó el rubio

- ¡Por su pollo que sí, Jubei! Yo siento las puertas pero no puedo abrirlas porque aún no soy un gran señor dragón y Bata me dijo que él sólo puede abrirlas si sabe dónde están, cosa que le cuestan gran trabajo localizar… -

-Pero si le dices dónde, él puede abrirlas, ¿Verdad? -

- Exacto,… Y; como ustedes me ayudaron, Yo Los Ayudo - Dijo en voz alta Caramelo para que esto último, Iori lo oyera muy pero que muy bien…

- Bonita cosa, aquí vamos de nuevo...-

Gruñía el pelirrojo en voz baja, mientras seguía a Jubei, quien a su vez seguía a Bata.

Tras unos momentos de silencio, el paladín afirmó:

- Tenemos que buscar en este nivel alguna otra puerta que podamos abrir, para dar un rodeo, de lo contrario no podremos llegar a tiempo… -

- Pero podríamos equivocarnos… - Comentó receloso Iori

Parte de razón tenía, no tenían ni idea de lo que podría ocurrir si se salían de la ruta pre establecida, por otra parte, Jubei estaba confiado porque…

Con ellos tenían al gran Endochbalamatl, el especialista en regresar al nivel 5 a rugir a la luna….

Con esa idea en la cabeza, y parte de ella platicada a Iori y Caramelo, ambos decidieron ir hacia la derecha del nivel. Jubei estaba un poquito más tranquilo... Al menos, por ahora…

El tiempo apremiaba, afortunadamente la puerta más próxima no estaba muy lejos. Muy contra su pesar, incluso el Yagami tuvo que subir al lomo de Bata para poder entrar en esta puerta, pero no sentado directamente en Bata… Sino cargado por Jubei quien, junto con Caramelo, si podían intentar montar en Bata sin morir tragicómicamente en el intento…

- ¿No nos iremos a extraviar, Eh, pequeño? -

- No, Jubei, en todas las dimensiones siempre hay alguien a quien preguntarle, y si no lo hay, siempre es posible regresar… -

Al entrar, no más que aire bajo sus pies y…

Bata cayó… Con un gran chapoteo sobre una pequeña extensión de agua lo adecuadamente profunda como para haberlo hecho sin daños…

Como si tal cosa, asomaron sus cabezas fuera del agua, el gran y poderoso felino –mojado – Bata sacudiendo la suya…

Iori sintió alivio al verse por fin librado de un exceso de mugre y lodo y Jubei con una amplia sonrisa de satisfacción por haber no sólo caído de forma suave en algún sitio… Sino porque seguían vivitos y coleando…

La noche los cubría con un bello cielo estrellado, cielo que el paladín contemplo embelezado, Iori volteó atento en todas direcciones, se dirigió a la orilla de lo que consideró el extremo más cercano de la piscina y salió:

- Bien, bien bien, Shimada Jubei… Al parecer ahora estamos en MI mundo y sobre un barco tipo crucero para turistas… Creo que ahora son ustedes los que han de seguir MIS instrucciones… -

Se encaminó al interior sin decir más…

Jubei tomó a caramelo, y salió tras de Bata, quien seguía sacudiéndose graciosamente el agua de la piscina

- Bata, pequeño, tenemos que esconderte… Caramelo, no te separes de mí… -

Sólo una pareja de ebrios pasajeros que se encontraba en ese momento en la madrugada quedaron congelados de la impresión de todo aquello…

- Abraham... ¿Viste ESO? -

- … No… -

- … Yo… Tampoco… -

- ¡Salucita! -

Con gran sigilo, los cuatro consiguieron encerrarse en un camarote que iba vacío, aunque lo más seguro es que solamente Bata, dadas sus dimensiones, podría permanecer ahí…

- Averiguaré en destino de este barco, y después veremos qué hacemos, - dijo Iori

- Bien, yo permaneceré aquí con Bata y Caramelo… -

Tras unas tres horas de espera, el Yagami ya se encontraba vestido como un auténtico turista, bebiendo una piña colada…

- ¿Caramelo…? -

La cría de dragón… ¡Había desaparecido!

- Bata, amigo mío, por favor, permanece aquí quieto mientras busco a Caramelo y a Iori… -

El grande y poderoso Endochbalamatl asintió mientras se acurrucaba somnoliento…

Eran alrededor de las 5:00 a.m. de una mañana con frío, neblina y más frío, y una cantidad aún más grosera de oscuridad. ¿Mencione ya que con neblina las estrellas dejaron de verse?

Bien. Con neblinalas estrellas dejaron de verse.

El rubio se encaminaba sigiloso por el pasillo, el cual lo llevó ante lo que parecía un mapa… El mapa del barco en que iban, y ¡OH! ¡Bellas coincidencias de la vida! ¡Resulta que el mapa tenía indicaciones en japonés!

- ¿Para qué querrían calderas en un barco? Quizás sean para cocinar para un crecidísimo número de personas… ¡Por mis ancestros, este lugar es enorme!

A ver… Como últimamente no hemos comido nada, lo más seguro es que… ¡La cocina! -

Exclamó gustoso y a ella se dirigió veloz y silencioso preguntándose aún por qué insólita razón las calderas estarían en un lugar completamente opuesto al de la cocina.

A escasos diez metros de la puerta de la misma ya se encontraba, cuando se oyó un tremendo estrépito metálico, como el que producen docenas de útiles de cocina al caer, se escuchó seguidamente algo como un fuego artificial de gran tamaño, que venía complementado con un Aarrgghhh!!! Definitivamente humano al que aparentemente respondió un sonido semejante al que produce una tapa de una enorme ENORME caja de madera al cerrarse…

- ¡Caramelo! - Gritó el samurai al tiempo que iba a empujar las puertas de metal para entrar…

Iba, porque ya no lo hizo, algo había salido ya de la cocina… algo enorme, cuadrado y con gran inercia que embistió al chico de ojos violetas mandándolo al suelo…

Jubei vio como una pieza rectangular de madera pasaba sobre él, una pieza muy peculiar, ya que era velozmente movilizada por cientos de patitas…

La caja terminó de pasar, Jubei giró sobre sí en el piso y comenzaba a enderezarse… cuando cerca de quince furiosos cocineros, chefs y pinches de cocina se atrevieron a pisotear su sorprendida persona sin percatarse de ello…

- ¡Tras él! - Gritaba uno

- ¡Sujétenlo! - Gritó otro

- ¡Que sea leña para el asado! - Gritó otro más.

Es sabido en todo el mundo de rol (Y en el mundo real) que no es bueno interferir en los asuntos de los cocineros…

Puedes meterte con albañiles, abogados, médicos, biólogos y hasta con uno que otro shamán despistado, y si, ¿Por que no? Hasta con demonios y deidades, pero no con un cocinero furioso porque no sólo podría envenenarte, sino porque sabe muy bien cómo utilizar todos y cada uno de los instrumentos punzo cortantes con los que realiza su trabajo, y no era un solo cocinero el que corría sobre Jubei en esos momentos… Así que, aunque en el fondo no lo quería Jubei tuvo que abstenerse de interferir con los cocineros y el baúl con cientos de patitas que éstos perseguían por haberse comido a uno de los chicos lavaplatos…

Se enderezósacudió su ropa como si tal cosa, pasó sus largos dedos por su empapado, dorado y siempre perfecto cabello y como si nada de lo anterior hubiese ocurrido, entró a la cocina…

- ¿Caramelo? ¿Estás aquí? -

Buscó bajo las mesas, las alacenas, el horno… Se quedó momentáneamente recargado en una estufa gigantesca que tenía sobre ella una campana extractora.

Empezó a preguntarse de dónde rayos había salido a fin de cuentas el pequeño dragón y a donde estaría. Le agradaba mucho, y el no tenerlo cerca, lo entristecía ahora que se había acostumbrado a su charla…

Repentinamente sintió un ligero golpe en su cabeza, algo duro, plano y metálico que además le rodeaba el rostro, algo que parecía más bien haber sido dejado caer…

Como acto reflejo, llevó la mano a la empuñadura de su katana, pero “esa” voz le detuvo:

- ¡Adivina quien soy! -

- ¡Caramelo! - Exclamaba gustoso.

La sartén se elevaba lentamente sostenida del mango por el prensil rabo de la cría de dragón

- ¡Ps Sii!! ¿A quién más esperabas? ¿A un baúl de madera de peral sabio con sus cientos de patitas? -

- ¿Cómo es que tú sabes…? -

Sólo busca a su dueño, si o te metes con él, él no se mete contigo… Ò eso dijo. -

Caramelo bajó de la campana extractora a la estufa.

- ¡Me tenías muy preocupado, pequeño! -

- ¿De veras? ¿Pero, por qué si estoy bien? Ya sabes, soy un gran señor dragón… Ò bueno, lo seré pronto… -

- Mira, Caramelo, - Dijo el samurái mientras se inclinaba hacia su caimanesco hociquillo…

- Tú sabes que estás bien, pero eso, los demás no lo sabemos, por eso es importante que nos digas a dónde vas a estar para asegurarnos de que… Eh… Podamos saber dónde encontrarte si… -

- ¡AH! ¡Si necesitan mi ayuda! Es cierto, Jubei, discúlpame… -

- Eh… ¿Qué hacías en ese lugar? ¿No es muy caliente? -

- Ah, es que tenía frío y ahí estuve muy cómodo todo este tiempo, ya te dije, Jubei, no te preocupes tanto por mí, el fuego no me daña… -

- Comprensible… -

Jubei miró las orejas caídas de Caramelo, su cabeza grande, su cara pequeña… Si, ahora que se lo pensaba mejor, sí parecía una cría de dragón…

Tendió sus brazos a Caramelo, y le cargó como si fuera un perro pequeño.

- Ven, recuerda que este es un mundo que a ambos nos es desconocido y es probable que a estos humanos no les guste tu aspecto. Además, hay sábanas y cobijas en el camarote… -

- Preferiría una varita de almohadas… -

- Una… ¿Qué? -

- ¡Una varita de almohadas! ¡Son geniales! -

En eso estaban cuando al salir de la cocina vieron al pelirrojo que salía de una puerta adjunta donde se leía: Almacén.

Traía puestos unos Jeans negros, una camisa rojo oscuro de manga larga, tenis blancos y una cámara fotográfica colgando del cuello. En ambas manos cargaba unas bolsasde plástico estilo “Supermercado”…

Ambos: - ¡Iori! -

- ¿Qué rayos hacen ustedes aquí? ¡Ustedes deberían estar en el camarote! -

- Luego te explico, vayamos pues allá… -

En el camino de regreso, Iori le explicó lo mejor que pudo sobre la ropa y algunas costumbres del lugar, y que, en resumidas cuentas, a quien le preguntara por Bata y Caramelo, habría de decirles que no eran más que esos famosos “Animatronics” que se utilizan en las películas (Así como lo que una película era.)

- Toma, Jubei, creo que esto es de tu talla… -

- Ah, gracias… -

Caramelo: - ¿Ladrònde lo sacaste, Iori? -

- A callar los dos, Tú, cámbiate de ropa y no me hagan preguntas hasta que desembarquemos… ¡En Japón! -

- ¿Eso quiere decir que éste es tu mundo?

¿Que éste es el mundo de Kyo y tuyo?

¿Que… Estás en casa? -

- Si, sí, Ahora, cámbiate, - Dijo, y prácticamente le cerró la puerta del camaroteen la cara.

Iori se quedó afuera, pensando sobre el espectáculo que acontecía en el camarote… Estaba imaginando en cuánto tardaría el rubio en saber abrochar los botones de la camisa que le había conseguido, No habían transcurrido más de cinco minutos cuando se abrió la puerta…

- Oye, Iori… -

Aja (Pensó) seguramente el muy estúpido…

- ¡Me queda perfecto! ¡Gracias! -

Se volvió y se quedó con la boca ligeramente abierta, y no precisamente porque se asombrara de que el rubio hubiese acertado al vestirse (Cosa que se puede decir logró casi perfectamente) sino por cómo lucía con la ropa que, si bien no era holgada ni muy ajustada, ese pantalón de mezclilla azul y esa camisa de seda de manga larga haría que más de una docena de modelos se pusiesen verdes de la envidia, y hablando de pantalones…

- Oye, Jubei… -

- ¿Que? -

- Tu… - (Mirada significativa)

- ¿Que? -

- Vaya bobo, el pantalón… TU pantalón… -

- ¿Si? ¿Qué tiene? -

- Traes – el- zipper- abajo – Tarado… -

Con toda la inocencia del mundo moderno que puede tener un antiguo chico de un pasado muy, muy lejano, preguntó…

- ¿Qué es un zipper? -

- ¡Trágame tierra! Jubei! Has provocado una guerra, has disuadido a un no-muerto para que deje de torturarme, has conseguido un felino de otra dimensión como montura, una cría de dragón de mascota, has logrado que Kyo y yo no peleemos por tiempo récord e ignoras algo tan básico e importante como un zipper? -

Caramelo: - ¿Cómo que mascota? -

Bata: - ¿Grurrnff? - (¿Cómo que montura?)

Jubei: - Yo no he ocasionado una guerra… -

Y bien, muy a su pesar, el Yagami se dio por vencido. Dio un paso firme hacia Jubei, se quedó momentáneamente mirándolo fijamente a sus inocentes ojos violetas y le dijo:

- Digas lo que digas, hagas lo que hagas, NO te muevas hasta que lo indique… Tu vida depende de ello… -

Un sonrojado pelirrojo se colocó lentamente en cuclillas enfrente del chico de cabellos dorados…

Una cosa era darle un beso a alguien mientras dormía, pero esto…

Bata miraba muy pero que muy feo al pelirrojo…

Caramelo miraba con sorpresa y alternadamente los rostros de ambos chicos, y Jubei miraba muy, MUY extrañado a Iori…

Subir un zipper es algo que, sin importar las prisas que lleves siempre has de subir con el mayor de los cuidados, ahora bien, subir el zipper de otra persona es el doble de riesgoso, y contra todos los malignos pronósticos posibles, hemos de saber que, en efecto, el Yagami no sólo ha tenido el doble, sino el triple de cuidado con el zipper de Jubei. El sonrojado pelirrojo se enderezó muy, muy lentamente, pero esta vez no miró al rubio a los ojos, se hizo cuanto antes a un lado para evitar eso, precisamente. Contacto visual.

- Me… ¿Puedo mover ya? -

Dirigiendo sus pasos lejos del camarote (Lejos de Jubei, por supuesto) el chico asintió al tiempo que manoteó brevemente en dirección a Jubei

- Si… Claro… - Y salió caminando veloz.

Bata y Caramelo le siguieron con la mirada hasta que se les perdió de vista, entretanto, el inocente rubio se dirigió a las otras bolsas que contenían…

- ¡Wow! ¡Comida! Eh… ¿Qué rayos será esto? - Dijo, mientras agitaba en su mano un cilindro de aluminio aparentemente sin forma de poder abrirse y que contendría algún líquido…

- Bien, le preguntaré a Iori cuando regrese, seguro que fue por algo líquido para beber. -

Colocó la lata de soda a un lado, y acto seguido, Caramelo se puso a jugar animadamente con ésta y todas las demás latas.

Bata sólo se limitó a contemplar la escena, el ocurrente de Jubei le ofreció distraídamente un sándwich, mas Bata no lo quiso, haciendo una mueca de desaprobación y la cabeza a un lado, siguió echado.

Ya pronto Jubei y Caramelo dormían, y por fin pudieron descansar hasta que nuevamente la noche llegó, y alrededor de las doce, el pelirrojo entró en la habitación… Tendrían que escabullirse en la mañana siguiente, un gigantesco felino extraplanar de llamativos colores no es algo que se vea todos los días descender de un crucero en un puerto…

Kyo esperaba la libélula, había sido dejado en la cocina para disponer de todo lo que necesitase comer, pero seguramente él no sería el único en arrepentirse de esa orden del gran fantasmìn Cellín…

- ¡Te has comido TODAS las trufas! - Gritó furioso el espectro…

- Hey, tranquilo, no todas, he dejado… Uuurrrp - (sonoro eructo) - cinco… Gomen… -

- ¡Pero eran DIEZ kilos! -

- ¡Pero tengo esperando desde el amanecer y ya casi ha anochecido! -

- ¡Todos ustedes ya me tienen hasta la coronilla! -

- Pues usted no es lo que se dice, alguien muy cumplido en sus promesas… -

Decía molesto el chico de castaños cabellos

- Si además, usted en vez de chantajearnos nos hubiera pedido amablemente que… -

- ¿Quieres velocidad en las promesas? ¡La tendrás! ¡Te prometo que regresarás en - este - mismo – instante – a – tu – mundo! -

- ¡Oiga, pero tengo que avisarle a Jubei que…¡ -

- ¡Guardias! ¡Guardias! -

En todas las vulgaresescenas de películas no muy bien planeadas los mentados guardias acuden como por generación espontánea rodeando al héroe al que enfrentan ordenada y honorablemente de uno en uno y no vuelven a levantarse, en teoría, claro, porque en la milenaria familia de los Cellín con consabida experiencia generacional y gracias a los “sabios consejos” de Golosina Chiquitina y Roberto Robertín lo que ocurrió en la práctica fue algo realmente inesperado, para no alertar al enemigo sobre la importante parte del plan…

Excepto, si acaso, por los últimos treinta individuos que están dispuestos a arrojarse sobre lo que pudiese sobresalir del enemigo en las próximas décimas de segundo…

En pocas palabras, aunque no se hubiese hartado de frutas, Kyo Kusanagi no hubiera podido escapar de los 55 fantasmas que le cayeron encima con todo y sus electrizantes armas cuyo voltaje acumulado podría asustar a los más avezados trabajadores del complejo de Asuán…

Cuando Kyo abrió los ojos, se encontraba tirado en el húmedo pasto, una fría lluvia caía en el lugar, y a pesar de ésta, su cabello estaba aún muy cargado de estática…

Primero, una luz. Luego, un trueno Kyo, abrió los ojos… Ya sabía que era de mal agüero permanecer con los ojos cerrados.

Al incorporarse, se dio cuenta de que estaba tirado cerca de un parque que… estaba curiosamente, al lado de cierto museo…

- Ah, no… Esto… No puede estar pasando… El parque… El museo… -

Mientras se frotaba la adolorida cabeza continuaba diciéndose:

- Quizás mientras pasaba por aquí me cayó un rayo… Si, eso debe ser, y eso me afectó y me hizo… Sí, soñar cosas raras… -

Debería ser un sueño, pensaba, mientras trataba de inútilmente ignorar el sabor a trufas en su boca.

El museo ejercía un poderoso llamado en la mente del joven. No porque en verdad se comunicara con él, sino por resonancia espaciotemporal… Ciclos que empiezan y terminan y era todo…

Kyo sólo atinó a avanzar lentamente en dirección al museo, trepando al techo como su mente se lo recordaba… y llegó arriba, donde se formaban grandes charcos con la lluvia del mismo.

Una figura difuminada por la lluvia estaba ahí, en el techo del museo, al parecer llevaba un amplio paraguas. La figura pareció percatarse de la presencia del joven…

La figura pareció además reconocer al joven…

La figura misteriosa con voz chillona, habló:

- ¿Kyo? -

- Qui… ¿Quien es usted? - Preguntó sorprendido, tratando de recordar pues no era la primera vez que escuchaba esa voz, que no solo era chillona… Digamos que si existiera un premio de un millón de dólares a la voz más fastidiosa del planeta, el segundo lugar lo ganaría la protagonista de la serie: “The nanny” (Fran Drescher) y el primero, indudablemente lo habría ganado la dueña de esta voz…

- ¡Pero cómo es que no me reconoces! ¡Que olvidadizo eres! -

La figura avanzó rauda en dirección al Kusanagi quien por la sorpresa, tropezó y tuvo a mal caer de un sentón…

Sus manos tocaron entonces al querer incorporarse la orilla de un borde que se elevaba apenas a un centímetro sobre la superficie del techo del museo, continuando de forma irregular como la serpiente de la duda que iba recorriendo la mente del chico de castaño y algo chicharrado cabello…

Un rayo más iluminó la escena, Kyo se levantaba, poco a poco, centímetro a centímetro y cuando el segundo rayo iluminó el lugar, fue que se volvió loco.

E el techo del museo comprobó que había una enorme “resanada” donde antes se encontraba el hueco por donde aquella maldita noche había antes descendido siguiendo al pelirrojo, bajo el paraguas se encontraba una inverosímil criatura… La cual volvía a dirigirse a él:

- Lo siento, Kyo, no quise asustarte, soy yo… Golosina Chiquitina… Sé que me veo diferente, pero créeme, soy yo. -

Fue como Kyo se percató de que era la voz de la vampirita rosa, aunque más aguda… No era un sueño, Golosina le había hablado a Kyo en inglés, y todo había sido real, él al fin estaba en casa ¡Y sin Iori! Pero…

(Y cuando el famoso “Pero” hace su aparición todo, tarde o temprano se jode) Golosina estaba ahí.

Pero quizás Yagami volvería, Pero es probable que no…

Mientras tanto, la dicha de estar en casa, de poder por fin ver a los suyos era más grande que cualquier esforzado “Pero” que pudiese intentar molestarle.

Kyo abrazó a Golosina…

- ¿Estoy…? ¿En…? ¿Casa? -

Dijo con los ojos llorosos…

La chica que ya no era rosada y vampirezca, sino blanca y más bien equina, dijo dulcemente:

- Si, Kyo, esta dimensión es TU casa. Es TU tiempo. Tu hogar. -

Kyo sollozó por largo rato en los brazos de Golosina. No era un joven que soliese llorar, pero cuando lo hacía, lo hacía en serio y por buen tiempo…

La lluvia se fue desvaneciendo como las lágrimas, las nubes se iban disipando un poco como la tristeza, pero aún hacía frío, neblina y oscuridad.

Kyo se separó un poco de Golosina… de hecho, pronto se separó por completo de ella. Golosina le dio unas palmaditas en el hombro:

- Kyo – kun, tranquilo… Yo también estoy buscando mi hogar… Y sé que al llegar a él seguramente lloraré también… -

- Bueno,… - Decía, mientras se frotaba un poco la cara - Es que se supone… Tú sabes… -

- Sí, lo sé, ¿Esa tontería de que los chicos no lloran porque son fuertes?, En verdad te digo, Kusanagi Kyo, que en el mundo actual la verdadera fortaleza consiste en mostrar tus sentimientos, en mostrarte como eres, sin que te acobarde ò hiera lo que opinen los demás, porque no estás siendo como ellos quieren que seas, estás siendo tú mismo les guste o no, y no eres un yen de alta denominación para agradarles a todos… -

- Bien, bien, ya entendí, Golosina, es sólo que a veces es difícil… -

- Bueno, pues eso si… -

Entonces fue que Kyo reparó en su aspecto…

- Pero, ¿A ti qué te pasó? -

- Ah, yo… ¿Esto? Este… Un “Pequeño” accidente ji, ji, ji… Pero… No estoy fea, ¿Verdad? -

Kyo ya había tenido que lidiar con esa frase… Aunque la persona había sido Yuki, y la frase había sido… “Me veo bien, ¿Verdad?”

Frase que a Kyo le pareció una tontería en ese momento, porque aunque estuviese desnuda y cubierta de barro a Kyo le habría parecido hermosa, pero ahora las cosas eran diferentes… Golosina era DIFERENTE.

Kyo retrocedió un poco para verla mejor…

Antes parecía la niña – murciélago – rosa – vestida – de – blanco y ahora, más bien semejaba la precoz adolescente – unicornio – alado – jugadora – de – tenis…

- Eh, no estás fea… Más bien… bonita, sí, eso… - Dijo al fin.

- Sé que mientes, que lo dices para no ofenderme, pero no te preocupes… -

- Oi, Golosina san, ¿No estabas túacompañada por otro peligrito? -

- Si, mi hermano menor que por ahora no está aquí, sino en el continente americano, en México, pero nosotros encontramos… -

- Siento interrumpirte, pero necesito saber algo… -

A lo que con maliciosa sonrisa, Golosina dice:

- No, Kyo, Iori no está aquí, pero sigue vivo, hasta donde yo sé en Haunted House … -

- ¿Y Bata y Jubei? -

- De Jubei no tengo idea, y, este… Pues… (Pasito hacia atrás, titubeo, mirada sospechosa)

- ¿Qué ha pasado con Bata? - Preguntó muy serio el chico.

- Bata… - (Pasito hacia atrás) - Se…- (Otro pasito más hacia atrás) - Se escapó… -

Golosina se preparaba para un despliegue de furia, pero Kyo dijo suspirando:

- Ah, menos mal, Creí que seguía en manos de los peligritos. -

(Tres pasos más de Golosina hacia el techo)

- Eso quiere decir que Jubei estará… Eh, ¿Qué has dicho? -

- ¡Nada! -

- Bien, todos al parecer se empeñan en descubrir mis secretos, mi familia y todo… Y ya me harté de ser el único que “Pasa al confesionario” ¡Así que te toca! -

Dijo, mientras se aproximaba a golosina, quien con la distancia que ya había tomado de Kyo, pudo con toda la comodidad del mundo volverse y saltar del techo del museo con sus ahora blancas y emplumadas alas…

- ¡Eres una tramposa! -

Le gritaba con su chillona voz mientras se elevaba en cada vez más amplios círculos alrededor del museo:

- ¡Y bien! No he sobrevivido durante cinco años en Haunted House siendo una hermanita de la caridad, ¿Sabes? -

- Maldición, si ya huyes, por lo menos dime por dónde está la puerta de Haunted House a este mundo… -

- Te seré franca, sé que eres honrado, Kusanagi, sé que pagarás bien TODA la ayuda que Robertín y yo te proporcionamos, sé que también le pagarás a Arañita Roja el hecho de que te salvara la vida, por eso, te lo diré:

Hacia tu mundo, existen dos y solamente dos puertas que comunican con Haunted House. -

- ¿Dónde están? - Gritaba Kyo, quien ya en parte comprendía que la chica se retirara, pues ya levemente el alba parecía desear aproximarse, y no podía darse el lujo de ser vista… Sin embargo, ella se volvió a aproximar al techo del museo, quedando posada en una orilla bastante alejada de Kyo

- La primera está dentro del museo, en la pared Sureste en la sala de exposiciones medievales pero los peligritos la han sellado ya, desconozco los motivos, pero fuertes han de ser, nunca oí que cerraran una puerta… -

- ¿Y la otra? -

- Está en la isla de Maui, tú sabes, una isla cerca de Hawai, pero no recuerdo la localización exacta… Mi hermano y yo teníamos que salir de Haunted House como fuera, y como no pensamos volver jamás, no mapeamos el lugar… Lo siento… -

En la entrada del museo, las sombras dejaban ver apenas las confusas figuras que rodeaban la fachada. Entre las mismas, un rojizo par de ojos con vertical y amplia pupila se abrieron…

- Con que Maui, ¿Eh? - Dijo como en un suave arrullo la poderosa mente tras esos ojos… Mientras pensaba esa mente tras esos ojos pertenecientes a una esbelta pero poderosa silueta camuflajeada en la oscuridad mientras se movía en dirección al techo…

- Ellos ahora pueden volver, yo tengo muchas, MUCHAS preguntas que requieren respuesta, pero primero, lo primero…

- Kyo, si ya estás en casa, es ilógico lo que preguntas, a no ser que quieras volver, pero, ¿Para qué querrías tú…? -

Kyo miró un momento hacia los pies… Eh, cascos de Golosina, y pudo percatarse de un pequeño bulto con ojos macabramente rojos que aumentaba tras ella de tamaño… Un bulto con dientes…

El Kusanagi estaba muy lejos de la chica para ganarle la iniciativa a esa “Cosa” fuera lo que fuera, si le advertía con la voz también tardaría demasiado… Afortunadamente el tiempo que Golosina había vivido en Haunted House había rendido sus frutos… Porque en cuanto Kyo puso esa expresión de sorpresa, Golosina supo que se hallaba algo tras ella, algo que de momento era desagradable, letal y estaba a la altura, cuando mucho, de sus… Mhh, Rodillas no, más bien de sus largos talones.

Dos desciciones a tomar desfilaron entonces a una prodigiosa velocidad en el interior de la cabeza de Golosina (Y si las lees a toda prisa, podrías imaginarte un equivalente a un efecto “The Matrix” de combate, pero a nivel del pensamiento hipotético de alguien cuyo cerebro se mueve a esa grosera velocidad antes de decidir que hacer.)

- Si pateo primero y vuelo después, no pasa nada, si vuelo primero y pateo después pueden pasar dos cosas: Que escape ò que no escape. Si escapo, no pasa nada, si no escapo… Mejor me ahorro de pensar en toda esa kilométrica historia y salvo mi vida…

(Volviendo a leer en velocidad normal, podemos proseguir)

Golosina se lanzó primero con sus poderosas piernas al frente, como si deseara atrapar algo en el piso frente a ella, la Cosa – negra – de – ojos – rojospareció seguir su salto, la chica apoyó sus manos al frente, encogiendo asimismo los brazos y las piernas lo más que pudo, la “cosa” que en realidad era un felino enorme de un brillante y soberbio negro aterciopelado extendió al frente sus garras y su abierta mandíbula repleta de letales y níveos dientes y en ese momento, Golosina extendió en fuerza brutalmente combinada sus brazos que dieron impulso a su torso y asimismo a las piernas, obligándole a aquel ser con sus cascos, a cerrar la mandíbula inferior…

- ¡Crack! -

- ¡Golosinaaaa!!! –

Y ella, nuevamente a vertiginosa velocidad pensaba:

- Salto al frente… Patada… En el Blanco…

Fiú, que alivio… Ahora… Salto hacia arriba… Alas… Asciendo… Bien… Ahora… Ver qué rayos he pateado…

Ahora que he dado en el blanco, pueden pasar dos cosas:

Que haya pateado a un amigo, ò que haya pateado a un enemigo… Si es amigo, no pasa nada, bajo a disculparme, a curarlo, y ya. Pero si es enemigo, pueden pasar dos cosas: que lo haya noqueado, ò que no le haya hecho gran cosa, si lo he noqueado, no pasa nada, pero si no… Pueden pasar dos cosas: Que quiera ir sobre Kyo ahora que ya me voy, ò que quiera saltar hacia mi lindo y blanco trasero. Si se dirige a Kyo, no pasa nada (Al menos, no a mí, claro) Si quiere saltar hacia mí pueden pasar dos cosas, que falle, ò que acierte, si falla, no pasa nada, pero si acierta…

Mejor vuelvo a patear…

Al voltear a ver qué era lo que le seguía, Golosina abrió aún más sus redondos y expresivos ojos.

Para el atento observador, (Si lo hubiese) era obvio que la chica había reconocido a la criatura, porque de otra forma no le hubiese gritado al Kusanagi:

- ¡Escóndete Kyo! ¡Es Oeste! -

¿Esconderse? Y luego… ¿Kyo? Jamás, pero tampoco se movió con mucha prisa hacia ellos, que digamos… ¿Había dicho: Oeste? El joven de cabellos castaños corrió,pues, hacia el extremo del techo del museo donde empezaba un baile: El baile de la caza y de la supervivencia.

La pantera, por una fracción de segundos sacudió la cabeza atontado por el golpe que le había sido generosamente proporcionado por Golosina, se percató de que caía, pero con la velocidad de reflejos que le eran propios se balanceó de la garigoleada construcción aprovechando la fuerza de gravedad al máximo para volver al techo…

Kyo, al ver que regresaba, consideró prudente ocultarse tras el depósito de agua… (Algo estúpido, pues Oeste ya sabía cuántas personas se encontraban en el techo por las voces en el lugar.)

Golosina ya estaba a buena altura terminando de advertir a Kyo, cuando ya el felino saltaba hacia ella…

Un casco de Golosina desvió perfectamente una de las garras, no así la otra, que, aunque afortunadamente no consiguió encajarse del todo para sostener la presa, con seguridad necesitaría ser suturada… Eso si ella conseguía escapar, claro…

La chica consiguió elevarse lejos del alcance del salto del felino, PERO… A él eso le tenía sin cuidado…

Kyo tras el depósito de agua escuchó entonces un macabro crujir de huesos…

- “Oeste” ¿En este mundo?

Si… La razón volvía a guiar al Kusanagi, le volvió a recordar que tenía muchas cosas por hacer y, sobre todo, le recordó la imperiosa necesidad de sobrevivir. Así que, a lo mucho, lo que hizo, fue asomarse por debajo del depósito, las descripciones de las sombras de los faros de la calle aún encendidos en el incipiente amanecer no podían echarle mentiras… Pero tuvo que asomarse bien para comprobar cómo el felino pasaba de tener una posición cuadrúpeda a una bípeda, pareciendo ahora algo vagamente humano, cuanto más parecido a un ser racional cuanto más atemorizante, algo a lo que en la espalda le surgían ahora un par de alas membranosas y oscuras como el resto de su ser (Y muy probablemente de su alma) y, de un prodigioso y portentoso salto, despegó extendiendo sus alas en un soberbio despliegue de total fuerza y absoluta elegancia… En dirección al parque… En dirección a Golosina…

- ¡Maldición! - Exclamó Kyo.

No podría ayudarla, aunque lo quisiera. Ahora que sabía que la otra puerta estaba en Maui, y que, seguramente esa cosa, también lo sabía.

Tenía ante sí una carrera contra “la pantera alada”.

Contra “Oeste”.

Contra Ukyo.

Sólo que para ir antes al muele, había un pequeño detalle: elegir entre cruzar el parque ò rodearlo. A diferencia de la chica, el joven no pensó dos veces lo que haría:

Cruzar en línea recta.

Hurgó veloz en sus bolsillos, afortunadamente nadie le había quitado ni su celular ni su tarjeta telefónica que podría haber ocupado en un momento como éste…

- Por todos los cielos, Beni, espero que contestes rápido… Y que me creas lo que te diré aún más rápido… -

(Por supuesto que le creería, Benimaru Nikaido era un insoportable narcisista famoso no sólo en el mundo del espectáculo sino en muchas otras áreas…) Y no sólo le creería porque hubiese invertido una considerable cantidad de dinero en viajes por too el globo terráqueo, lo que le ha permitido observar cosas muy, muy extrañas como un barco fantasma auténtico, del cual elúnico recuerdo que extrajo se encontraba en su habitación… Donde el corrupto ídolo prefería mirarse en todos sus espejos, no. Le creería porque Kyo era su mejor amigo…

Entonces fue que cierto emplumado teléfono rosa, sonó…

Y lo hizo con ese repique que bien podría sonar como campanitas navideñas, pero por alguna razón, el villancico no cuadraba…

No todos podían acceder a su teléfono personal, por lo que Nikaido se apresuró a contestar:

- Moshi Moshi, Nikaido desu? -

- ¡Benimaru! ¡Soy yo! ¡Kyo! -

- Ay, pero mira que sorpresota! Oye, ¿Por qué te has desaparecido tanto tie…? -

- Luego te explico todo, ¡Con detalles si quieres! ¡Necesito urgentemente tu ayuda para ir cuanto antes a Maui! -

Al oír cuán asustado sonaba, Benimaru supuso muchas cosas, cada una más retorcida y cruel que la anterior aunque bien diferente sería lo que en algún futuro él esperaba contarle, aún así… Benimaru lo apoyaría porque era, junto con Daimon de las poquísimas personas en las que la confianza era total y mutua.

Aprovechando su fama, Iori descendía sonriente del barco, mucha gente le había reconocido y le pedían autógrafos, le tomaban fotos… Y más porque no sabían si volverían a hallar “Tan de buen humor” al tosco y evasivo Yagami Iori.

Un marino comentó a otro:

- Oye, yo no recuerdo que este tipo hubiese subido al barco… -

- No seas tonto -, le respondía un compañero…

- Recuerda que los artistas así son, primero quieren ser famosos, cuando por fin loson, se la pasan escondiéndose de todos, y después cuando van perdiendo la fama comienzan a hacer otro tipo de idioteces… -

Con toda la gente atenta en esa dirección, Jubei Shimada, Caramelo y el gran y poderoso Endochbalamatl pudieron bajar sin ser vistos…

Se dirigieron por los callejones, tratando de pasar desapercibidos en lo posible… (No dije que lo lograran muy bien, pero se portaron bastante listos al respecto)

Pronto llegaron a un enorme parque donde supuestamente se re – encontrarían con el pelirrojo. La vaga sensación de bosque que el lugar daba, le ayudaba a Endochbalamatl a no ponerse nervioso. Caramelo afilaba sus pequeñas zarpas en la corteza de un árbol, Jubei pensaba en la sed que lo acosaba, cuando Bata volteó súbitamente hacia arriba y gruñó…

- ¿Qué pasa, pequeño? ¿Hay algo maligno entre los árboles? -

Muy apenas, el rubio sintió en la distancia una diluida cantidad de maldad que se alejaba. Como no podía moverse del lugar sólo atinó a tranquilizar al gran y poderoso Endochbalamatl. Se llegaron las 10:00 a.m. y por ser día de descanso, no tardó en llegar poco a poco una gran cantidad de gente a rodearlos…

Una decena de curiosos niños ya había hecho fila por órdenes de Jubei para montar por unos momentos sobre el suave, peludo y paciente Endochbalamatl. Todos los progenitores de esos pequeños estaban esperando a que su chiquilla, chiquillo ò chiquillos posaran para tomarles la foto… El vídeo…

Es una triste verdad. Los japoneses actuales no huirían al ver a Godzilladestrozar la ciudad. Le tomarían fotos, le venerarían y les cobrarían a todos por ver…

Jubei, no sabiendo que cobrar de momento terminó aceptando “Lo que fuera su santa voluntad” y eso incluía agua fresca de sabores, helados, yenes, comida sana, yenes, comida chatarra, yenes y hasta el globo de un niño pequeño… Pero por ningún motivo consiguió hacer bajar a Caramelo del árbol que eligió como percha de seguridad ante el que acudió al momento de llegar el primer infante a donde ellos se encontraban…

Es de esperarse que las crías de dragón no toleren estar cerca de las crías de los humanos…

Fue entonces que una dama de largo cabello y calma mirada que se había detenido por un rato a observar el espectáculo resolvió aproximarse a Jubei, y como si tal cosa, dijo en voz baja lo más cerca posible que la discreción más básica le permitió:

- ¿Está seguro de lo que hace con ese felino extraplanar, joven? -

El paladín dudó unos momentos al cabo de los cuales, contestó:

- Pues, la verdad; no… Pero con tal de no ser echado de aquí… -

N de A: El baúl con cientos de patitas es propiedad del escritor inglés Terry Prachett. (Autor de “Mundodisco”, “Rechicero”, “Pirómides”, “¡Guardias! ¿Guardias?” Entre otros…)

Continúa

Capítulo 11: Back to Haunted House…

Algunos personajes pertenecen a SNK ^^U
el resto no tengo idea
Dungeons & Flames es propiedad de Triste Iori
IorixKyo Archive
Agosto, 2005

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