Fanfic por Savage Kitten

Ai Shiteru, Kyo

CAPÍTULO 5.3.- Tormentos del futuro
 


 
    "Y más sin embargo aquí estoy...

    Estas primeras horas han sido las más largas para mí desde la noche anterior en que salí a buscarte.

    Ahora estoy aquí, aturdido... asustado. Viéndote tendido en esta cama, esperando a que algo suceda. No sé qué, sólo espero que algo ocurra."

***

    En algún abandonado lugar cerca de lo que parecía ser un embarcadero, la luz de ese día empezaba a infiltrarse libremente por el ángulo de la ventana carente de cristal, haciendo que abriera despacio un ojo, rozando delicadamente una piel blanca, casi pálida, que se hallaba recostada en una vieja cama para toparse sólo con una cabellera negra que se había mezclado con el blanco también de su cabello.
 

    Perezoso, comenzó a moverse por entre los toscos pliegues de la sábana que lo envolvían a él y a su acompañante y posar un brazo alrededor de la cintura de éste mientras acercaba más su cuerpo desnudo hacia él, despertándolo suavemente.
 

- Katz… - susurró en su oído – despierta – agregó dulcemente recibiendo un ligero quejido en señal de protesta que pronto fue olvidado mientras Mirage le daba un beso que fue ahondando poco a poco, hasta que ambos quedaron saciados…
 

- Mirage – pronunció con suavidad mientras acariciaba el contorno de la cara del joven de piel blanca, que contrastaba claramente con la suya, deteniéndose en algún momento en la cicatriz de su rostro, rozándola suavemente mientras recordaba lo que habían hecho la noche anterior y los días pasados en los cuales habían ejecutado sus planes para con el Kusanagui.  - ¿cómo te sientes Mirage? – preguntó al saber que su cómplice estaba agotado no solamente por sus juegos nocturnos, sino también por el intenso trabajo que había realizado con el chico de cabellos castaños debido a que les  había traído bastantes problemas el controlarlo aún estando malherido, siendo Mirage el que se había llevado la mayor carga.
 

- Estoy bien, no deberías preocuparte por eso. – contestó mientras en su rostro se reflejaba una expresión serena al tiempo que se incorporaba ligeramente para recostarse sobre el respaldo de la cama acomodando su pálido cabello sin dejar de observar a Katz – sabes que no es la primera vez que lo hago ...-
 

- Lo sé, es sólo que esta vez realmente sobrepasaste el límite con ese chico –
 

- Je, ¿qué sobrepasé el límite? Katz, si alguien aquí se ha sobrepasado ese eres tú – reclamó un poco disgustado, desde el principio no había estado de acuerdo con los planes de Katz, y ahora que las cosas se habían salido de control no podía más que estar enojado – debiste haberlo matado como nos lo ordenaron, pero siempre tienes que hacer las cosas a tu manera ¿no? mira lo que sucedió, ahora soy yo el que tiene que hacerse cargo de este asunto, por que a alguien se le ocurrió querer medir fuerzas con el chico…
 

- Bueno, bueno esta bien, lo acepto, se me pasó un poco la mano – asintió de mala manera mientras cruzaba los brazos tras su cabeza sin prestarle mucha atención a Mirage, que no dejaba de observarlo acusadoramente – pero no puedes negar que nos la pasamos bien – añadió sarcásticamente al tiempo que una risa maliciosa escapaba de sus labios, recordando lo problemático que se había comportado el chico de ojos castaños el tiempo que estuvo cautivo.
 

- Si, ese Kusanagui en realidad fue difícil, pero…- Mirage se detuvo un momento pensativo, dejando una posible pregunta en el aire, sin embargo la voz de Katz lo trajo de vuelta a la realidad  - Pero qué… -
 

- Crees que Yagami… - Realmente no le imprtaba mucho lo que le sucediera al pelirrojo, sino el porqué Katz estaba tan interesado en él - ¿Por qué… ¿Por qué quieres acabar con él Katz?  Le cuestionó Mirage mientras le extendía una cajetilla con un último par de cigarrillos, Katz tomó uno gustoso y lo colocó en sus labios haciendo aparecer de un momento a otro una pequeña llama blanca en la palma de su mano introduciendo en ella la punta del cigarrillo y aspirando ligeramente hasta encenderlo mientras que su compañero había optado por usar mejor un encendedor…
 

- ¿Por qué Katz? – insistió nuevamente
 

- Por el simple placer de hacerlo Mirage, por esa pequeña y sencilla  razón – resumió el joven de ojos negros al tiempo que exhalaba el humo del cigarrillo y la malicia se dibujaba en su sonrisa.
 

 ***

   Admito que en nuestras vidas es normal que en algunas ocasiones – demasiadas sí se me permite decirlo – hemos tenido que estar hospitalizados. No obstante esta ves me es muy difícil aceptar esta situación. La desgracia parecía haber azotado con toda intención sobre él, pero jamás pensé que sería en forma tan grotesca.
 

    ¿Qué ocurre aquí?  Aún no comprendo cómo es posible que haya podido suceder esto, tal parece que no intentó hacer el menor esfuerzo por defenderse en ningún momento. - El pelirrojo alargó su brazo y rozó delicadamente el rostro de Kyo, pasándo muy suave la punta de sus dedos por sobre los labios ahí donde no había ninguna marca de aspereza -  Mi búsqueda  ha llegado a su fin, pero aun así lejos de sentirme satisfecho por este suceso, una gran repulsión hizo  presencia al contemplar el estado en el que me presentaron al Kusanagui.
 

    Deplorable. No hallé otra palabra para describir la sorpresa que pude sentir al ver aquel espectáculo: El chico de cabellos castaños estaba casi muerto y la sangre emanada al parecer hacía ya varias horas apelmazó su cabello en diferentes partes donde esta se había acumulado, justo en ese lugar que ahora los vendajes cubrían y que ahora tenían una infinidad de marcas de color escarlata oscuro manchándolo todo, desde las almohadas hasta la manta que lo cubrían, nada era ya blanco, ni siquiera los vendajes que ocultaban gran parte de su torso y los brazos estaban exentos de ello, pudiendo percibir aun así el inconfundible olor de la sangre y  la piel quemada bajo estos dejando sólo al descubierto la poca piel que, si bien no estaba lacerada de tal grado se hallaba invadida por una multitud de incontables golpes.

***

    Y bien Mirage…  ¿dónde está ese chico ahora? – Preguntó quisquilloso con la mirada fija en el techo del cuarto, perdiendo su vista en las innumerables grietas que le recorrían – Ya quiero que empiece esto.
 

    Está… está en… - La voz de Mirage era entrecortada y su respiración estaba reducida a jadeos. Sus ojos  estaban cerrados tratando de concentrarse, en realidad le era difícil – en el hospital… – continuó con gran esfuerzo – y Yagami está con él.
 

    Bien, muy bien – Una chispa de malicia brilló en los ojos negros – empieza ya, esto será divertido – los hombros de Katz se estremecieron con ligereza mientras bajaba la mirada al suelo para luego posarla en unos ojos gris pálido que denotaban un gran cansancio. Se acerco al dueño de aquellas irises grisáceas que se encontraba sentado enfrente de él. – Es hora… - Ordenó suavemente Katz. Un ligero estremecimiento sacudió el cuerpo de Mirage que dejó escapar un leve gemido de sus labios. Se abrazó a sí mismo, tratando de controlar aquello. Pero no pudo. El dolor era demasiado intenso, demasiado fuerte. Katz tuvo que sujetarlo por los hombros mientras aquello transcurría hasta desaparecer despacio.
 

    El cuerpo blanco  se precipitó sobre el viejo suelo de madera carcomida casi por completo. El cabello negro se mezcló con delicadeza con el blanco. Katz pudo sujetar el cuerpo de Mirage antes de que se desvaneciera por completo. Pasó sus brazos por detrás de su espalda y sus piernas levantándolo cuidadosamente, cómo una carga preciada. Caminó los pocos metros que lo separaba a él y a Mirage de la cama. Despacio, sin prisa. No era la primera vez que el chico albino se desmayaba cuando caía en esos trances qué sólo él podía hacer y que siempre cautivaron enormemente a Katz. Sí, era extraño y a la vez…
 

     Ya comenzó – La débil voz de Mirage trajo devuelta  a su amante de donde estaba, cruzando sus miradas por un instante. No había odio en aquellos ojos profundos como la nada, ni rastro de maldad en ese instante. Lo único que vio fue ternura de parte de Katz para con él, que selló aquella mirada con un profundo beso en los labios ligeramente rosa de Mirage en el momento justo en que lo depositaba sobre la cama.
 

    Descansa – susurró mientras observaba el rostro abatido y el cuerpo sin fuerza de Mirage – ahora sólo es cuestión de tiempo.
 
  ***

    Un débil gemido rompió en ese instante el silencio. Iori no pudo haber escuchado,  pero así fue, y sus ojos buscaron la causa de aquello.  Recorrió en un instante la habitación de arriba abajo para terminar posando la vista en Kyo, un par de pupilas se asomaron por debajo de la cascada de fuego que era su cabello, cansados, escépticos. Sin poder localizar al causante pero embargado por una extraña sensación, bajó la cabeza para volver a descansar si lo conseguía.
 

    No sintió el pasar del tiempo, ni siquiera pudo conciliar el sueño de nuevo,  pensó  que sería inútil seguir arrumbado en el incomodo mueble donde estaba. Se levantó y salió de la habitación. El frío del pasillo lo recibió de inmediato, mezclado con la oscuridad  y la soledad de esa gélida madrugada, caminó unos metros sólo con sus pensamientos que iban y venían de la nada, tratando de organizarlos pero al mismo tiempo los sentía como algo tan ajeno y distante a él, que en un primer instante estaban en orden y al siguiente segundo desaparecían como si nunca hubiesen estado allí. Continuó su marcha hasta que  llegó a la cafetería, estaba vacía, sólo las luces de los estantes iluminaban tenues las mesas del lugar. El sonido arrastrado de una silla interrumpió aquella calma, Iori se sentó y apoyo ambos brazos sobre la mesa, su cabeza estaba gacha y sus cabellos cubrían su rostro, no podía más, deseaba que sus pensamientos explotaran en ese momento y se fueran lejos, dejando su mente en blanco, vacía, sin presiones ni preocupaciones.
 

    Pero no podía, su  cabeza no estallaría y él no encontraría descanso, aún no.
 

    Hundió la cabeza entre sus brazos y cerró los ojos un instante, la oscuridad taladró sus sentidos, trató de abandonarse, pero de nuevo escuchó un débil susurro, una llamada lastimera que parecía provenir de quien sabe qué infernal sitio, levantándolo de su lugar de un golpe mientras la silla se precipitaba hacia atrás. De nuevo intentó encontrar la fuente, pero aquello había desaparecido igual que como llegó dejando atrás al silencio otra vez. Sus ojos se movieron en la oscuridad, su cuerpo se tensó, atento a cualquier  posible amenaza. Nada. Quizá la locura ya empezaba a obrar en él, y sonrío al contemplar esta posibilidad. Levantó su mechón escarlata y lo hizo hacia un lado. Demasiado tiempo despierto, pensó,  tal vez regresar al lado de Kyo sería, después de todo, lo mejor.
 

    Sí, regresaría, pero no se iría sin nada en las manos, buscó algo que no estuviera bajo llave y… bueno, un poco de agua no le haría mal, además, podía tomar toda la que deseara. No pudo evitar el gruñir en voz baja, pero no había nada más, excepto una cajetilla que alguien olvidó en una de las mesas, que con suerte, todavía tendría al menos, una colilla. Cogió un vaso de papel y bebió. Encontró un frasco de café casi vacío en uno de los estantes. No podría conciliar de nuevo el sueño, pero era preferible a  beber agua sola.
 

***

   Caminó de regreso en la oscuridad, deshaciendo el camino que recorrió  instantes atrás, sus pasos se arrastraban y su mirada estaba fija en el  piso. Se sentía fastidiado y no sabía el porqué, pero tampoco le era primordial. Se detuvo un instante y miró a su alrededor. Se vio solo en un laberinto de pasillos. Maldijo. Estaba perdido. En algún lugar de su mente escuchó una risita ligeramente burlona pero al mismo tiempo…
 

    Conocía aquella risa, no recordaba de donde, pero la conocía. Sacudió la cabeza para sacarla de allí, no quería pensar en ese momento en nada, sólo quería regresar con Kyo, estar con él, esperar a que despertara.
 

    Pero quizá no lo haría, ¿ Verdad Kyo?  Tal vez nunca despertaría, pero quedaba la posibilidad.
 

   De nuevo la risa resonó en sus oídos, pero ahora no venía de su cabeza, sino de otro lado, muy cerca. Se detuvo en seco y buscó con la vista. De pronto algo pasó detrás de él. Un viento frío, su sangre se heló…
 

- ¡NO!
 

    Un grito de muerte.
 

    No le había dado ni dos sorbos al café cuando se lo echó encima ¿qué demonios estaba ocurriendo ahí? Su respiración se entrecortó al oír el grito, pero notó algo más; un sonido grave, apresurado, temeroso. No tardó en darse cuenta. Alguien más estaba en algún sitio oscuro de aquellos pasillos. El sonido que escuchaba era otra respiración pero ¿cómo era posib…?
 

- ¡Basta!
 

    Iori hizo un giro en ciento ochenta grados, ese “basta” pasó por atrás de él y siguió su camino por el pasillo. Corrió hacia donde se oía aquello, hacia aquella voz.
 

- ¡NO!
 

    El eco de sus pasos sonó por todo el lugar, persiguiendo aquellos “no” y “basta”  que se repetían incesantemente, cada vez más fuerte, cada vez más escalofriantes. No sabía ni de quien ni de donde, tampoco porqué empezó a buscar. Pero lo estaba haciendo, inconscientemente, tal vez, pero el hecho era que lo hacía.
 

    Se detuvo en seco en el entrecruce de varios pasillos, justo donde  de repente los gritos cesaron quedando su respiración junto con el sonido de aquella que había escuchado atrás.
 

    Volteo a su derecha, pero sólo encontró oscuridad. Sin embargo no apartó la vista, entre toda esa telaraña de sombras, pudo distinguir algo o alguien. La respiración de Iori se volvió entrecortada y el pecho empezó a dolerle, una punzada. Se llevó la mano ahí donde le dolía y apoyó la espalda en la pared. Comenzó a deslizarse hacia abajo hasta  quedar sentado, echó su cabeza hacia atrás y sus labios se entreabrieron buscando aire, pero su vista seguía fija en la silueta que se recortaba ligeramente más oscura en el pasillo que comenzó a moverse despacio, hacia donde se encontraba el pelirrojo.
 

     Yagami quiso levantarse, pero el dolor se agravó, un ligero gemido escapó de sus labios y cerró los ojos un momento...
 

- ah! - se quejó cuando una mano se apoyó en su hombro, impidiéndole levantarse por segunda vez. Aquel extraño visitante se quedó ligeramente inclinado sobre el pelirrojo, sin decir palabra alguna...
 

- Tú... - siseó Yagami cuando distinguió entre las ropas desgarradas y húmedas por la nieve unos ojos enmarcados en cabellos castaños. Tomó  la mano que le sujetaba y trató de apartarla, pero sólo consiguió que le apretaran aun más, inmovilizándolo. Iori sacudió levemente el cuerpo, tratando de zafarse, pero el dolor se agudizó y apretó con fuerza sus ojos y un sonido de dolor se oyó, la sangre emanó de sus labios. Jadeó otra vez, más profundo y más entrecortado, algo tibio escapaba por la comisura de sus labios. Cayó sobre uno de sus lados y empezó a toser un líquido oscuro y  espeso que no parecía sangre. Pero él sabía que lo era. Aquel que lo sujetaba repentinamente lo soltó y se agachó a  un lado de Yagami, posando un brazo sobre su espalda y el otro alrededor de su cuello, con delicadeza lo atrajo hacia sí y lo apoyó en su regazo, Iori continuaba tosiendo carmesí.
 

- Basta de esto… por favor – escuchó Yagami, fue tan bajo que sólo él lo oyó. Levantó la vista de manera casi imperceptible para confirmar si esa persona era quien pensaba.
 

- Kyo – Jadeó. Su cabeza se hundió de nueva cuenta en el regazo, el dolor parecía disminuir, pero era casi nada. La mano que sujetaba su cuello empezó a acariciar los mechones escarlata, pero los ojos castaños estaban nublados, perdidos en sus pensamientos y la mirada fija en la nada. -¿cómo?... - Yagami sentía la respiración de Kyo, era lenta, profunda. El ritmo lo estaba adormeciendo, hacía rato que la sangre había terminado de castigarlo cuando algo cayó en su  mejilla, una lágrima.

- Basta de… esto… por favor – repitió, esta vez un poco más alto – basta…  ¡ basta ya! – Su voz se alzó en un grito que resonó por todo el hospital, hasta ese momento Iori se percató de que parecía estar totalmente vacío. Se levantó por fin, despacio. Quedó de rodillas frente a Kusanagui y sus miradas se encontraron…

- ¿Basta de qué? – La ropa del pelirrojo estaba manchada, no lo notó. Pasó el dorso de la mano por sus labios, limpiando los restos de rojo pero sin apartar la vista de aquellas pupilas todavía nubladas y perdidas - ¿Basta de qué? – Insistió.

    No hubo respuesta. Las irises castañas se posaron en las de Iori y una mano tocó su rostro. Se sentía fría.
 

- Sólo quería verte de nuevo…

***

    Amaneció. Iori estaba de nuevo en el cuarto, con Kyo. Se levantó aparatosamente. Trató de recordar lo que había ocurrido allá afuera en los pasillos, pero no pudo. La cabeza le daba vueltas, no sabía cómo había llegado ahí ni que sucedió después de su encuentro con Kusanagui la noche anterior...
 

     Recordó que había formulado una pregunta - «¿Basta de qué? »

- « Sólo querría verte de nuevo»... - después... nada.
 

    Tenía la sensación de que se había quedado dormido, justo después de aquello, pero no tenía manera de saberlo, además ¿qué hacía el joven de cabello castaño de pie, con esa ropa? ¿ Y qué quiso decir con aquello? estaba más    confundido que cuando vio a Kyo por primera vez en esa cama, tumbado e inconsciente.
 

    Otra vez escuchó un gemido, pero sonaba diferente esta vez. El pelirrojo alzó la vista y se percató de que Kyo estaba aún ahí, en la cama con los vendajes y todo lo demás. También se dio cuenta de que sus párpados estaban abiertos, mirándolo.

    Kyo estaba despierto...

- Ya- Yagami - Siseó

- Kyo - Iori se levantó y se acercó a él, extendió su brazo para tocarlo pero...

- ¿ Qué diablos estás haciendo tú aquí?

***

Continúa...

[ Capítulo 6: Despertar ]

Todos los personajes pertenecen a SNK
Ai Shiteru, Kyo es propiedad de Savage Kitten &
IorixKyo Archive
Octubre, 2002

Free Web Hosting