Fanfic por Savage Kitten

Ai Shiteru, Kyo

  Capítulo 5.2.-  Hechos del presente


Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.

                                                                                                                                                  JAIME SABINES



... Y el tiempo regresa.
 

    La fiesta transcurre como cualquier fiesta de graducación, las horas pasan sin sentirse, Kary y Kyo se han pasado una velada agradable, con uno que otro entrometido que les hace insinuasiones morbosas, pero que rapidamente es despachado por el chico castaño y termina molestando a otras parejas o acabandose las bebidas de la mesa de banquetes para luego hacer un ridiculo mayor o bien acabar dormido sobre una mesa o vomitando en los baños.
 

    La celebración termina muy de madrugada, Kyo se ofrece a a compañar a Kary hasta su casa y emprende el camino de regreso al departamnto, donde de seguro Iori aun no a regresado. Camina depreocupado por las calles vacías de los suburbios hasta que un viento helado hace que se paralice en seco.

    Kyo se detuvo, mirando a ambos lados, tratando de ubicar el luegar de donde porvenía ese ese viento.No era una brisa normal, podía sentir la maldad en ella. Se obligó a dar un paso más, lanzando una mirada hacia el oscuro callejón que tenía a su derecha. No vio nada salvo la densa oscuridad nocturna, quizás el reflejo de los faros de un automóvil al reflejarse en los restos de una botella rota, nada fuera de lo común. Iba a seguir su camino, diciéndose que había sido una falsa alarma, pero en ese momento sintió claramente una leve risa, casi como un susurro justo en su oído, enviándole escalofríos por su espalda.Se volvió bruscamente. - ¡¿Quién...?! - alcanzó a decir, cuando escuchó el tintineo de unas cadenas, y vio una mano saliendo de la oscuridad, yendo directamente contra su rostro. Sintió la presión de unos dedos contra los costados de su cabeza, y en un momento de confusión alcanzó a vislumbrar unos profundos ojos negros que lo observaban con malicia, mechones de suave cabello también negro cayendo sobre ellos...
 

    Kyo no alcanzó a notar nada más, porque inconscientemente lanzó un golpe, tratando de alcanzar a ese desconocido que tan repentinamente lo atacaba. Sin embargo, a pesar de que su movimiento fue rápido, sólo encontró el aire. Sintió como lo empujaban, haciéndolo perder el equilibrio, obligándolo a retroceder y retroceder, mientras la presión en su cabeza se incrementaba dolorosamente. Gritó algo, sin poder evitarlo, y repentinamente un violento golpe en su espalda y su cabeza enviaron una explosión blanca por sus extremidades, un dolor frío, profundo. Pero Kyo ya no sintió esto, porque mientras la sangre corría por la parte de atrás de su cuello, humedeciendo su traje, su mirada se apagó, cayendo inconsciente.
 

    El atacante desconocido salió de entre las sombras para contemplar su trabajo, se paro justo enfrente del cuerpo del inconciente Kyo, despacio, se acuclilla y palpa su rostro, para comprobar que realmete hubiera perdido el sentido. Lentamente toma al joven por la cintura y lo coloca sobre sus hombros como si fuese un bulto, y camina hacia el callejos, donde parece que espera a alguien - eah Mirage, ya puedes salir... el trabajo esta hecho -una figura  identicaa la primera aparece entonces, salvo por que  tiene una profunda cicatríz  en el rostro y  posee un cabello extremadamente blanco.
 

- Katz... - agrega  - se supone que deberíamos matarlo

- Paciencia Mirage, paciencia , piensa que será mejor como nosotros lo hemos planeado...  y de paso tambien acabaremos con Yagami

- No estoy de acuerdo -  voltea el rostro hacia el callejón, dandole la espalda....
 

    Katz se acerca a Mirage y lo abraza malciosamente, al tiempo que Mirage acaricia la cabeza del jove Kyo, casi delatando sus intenciones - Yo te apoyo  Katz - dice con tono melodioso - además... es demasiado hermosos como para matarle -

-Entonces esta decidido, vamonos de aquí , ya casi amanece - las dos  Figuras caminan en sentido opuesto al amanecer y se pierden silenciosamente entre las sombras, tal y como habían llegado...

***

    Una semana, ¿dónde estás? Llevo noches sin dormir, esperando noticias tuyas, corro a la ventana cada vez que oigo pasar los autos, aguardo impaciente junto al teléfono. Todos los días salgo a las calles, busco; clínicas, hospitales, calles, barrios bajos, callejones, refugios, en todos lados.

     Ya es tarde, la noche a empezado a caer,  este cuarto esta oscuro, vacío, revuelto. Los últimos rayos que se cuelan por la ventana me iluminan la cara, llorosa por tanto tiempo sin descanso, estoy sentado junto al teléfono, varias cajetillas  vacías están regadas por el suelo, junto con los periódicos que he revisado una y otra vez con el mismo resultado: Nada. Algunos cigarrillos a medio terminar por aquí y por allá  en la sala, cenizas en la mesa,  humo que escapa de mi boca.

     Doy una última bocanada y recuesto la cabeza en el sillón, y tiro los brazos hacia los lados. Dejo escapar el humo del cigarrillo, y lo apago. Cierro los ojos… “¡NO, no puedes dormir!” De un pequeño salto trato de despertar, pero es inútil, el cansancio es demasiado y mi cuerpo reclama descanso. Sin sentir cierro otra vez los ojos, mi cuerpo se hace cada vez mas pesado, mas suelto. Poco a poco pasa el tiempo sin darme cuenta... Quedo dormido en la penumbra del cuarto.

    Las horas pasan en silencio. Despierto súbitamente. “ ¡¿Cuánto tiempo ha pasado?!”  Estoy desorientado por mi sobresalto. “¿Qué hora es?” Poso mi mano en mi rostro tratando de ordenar mis ideas aun revueltas en mi cabeza. Me muevo y busco desesperado el teléfono; no… mas bien la contestadora, la diviso casi de inmediato y me abalanzo sobre ella, pero resulta en vano, no hay mensajes que pudieran haber llegado mientras tenía aquel profundísimo sueño...

    Veo el despertador con desgano, “las 2:00” dejo caer mi cuerpo y cierro otra vez los ojos, no para dormir, sino para contener esta angustia y desesperación que siento, y que ahora humedece mis pestañas.  Un rato más, la sensación desaparece, me incorporo, cojo mi gabardina y salgo del departamento. Llego  a la calle y el frío invernal es lo único que me recibe.

    Empiezo a caminar, sin importarme que me encuentro en los suburbios. Camino, con la vista baja, largo rato, tal vez horas, porque cuando alzo la mirada estoy en la ciudad.

    Aún hay algo de ajetreo,  proveniente de  los establecimientos nocturnos y algunas cafeterías, una vaga esperanza cruza mi cabeza. Me acerco a un grupo de mujeres que están a la entrada de un burdel; una de ellas, que aparenta unos escasos 25 años se acerca insinuante
 

- ¿Qué buscas chico guapo? Quizá yo lo tenga…

- No, no lo creo, pero quizá tu y tus amigas puedan ayudarme – saco tu foto y la muestro a la chica.

- Hum... lindo chico, amigo tuyo?

- Sí, se perdió hace 6 días.

- No, no lo he visto

- Pregunta a tus amigas
 

    La chica toma la foto y se dirige al grupo de mujeres: minutos después regresa.
 

- Tampoco le han visto, pero si sabemos algo…

- Gracias – tomo la impresión y la guardo, a cambio le doy un papelito con mi número.

- Toma. Por favor, avísenme si lo ven

- Esta bien.
 

    Me alejo y me dirijo hacia otro establecimiento y repito la rutina; nada, nada…
 

- “¡¡¡NADA!!!”... “¿DÓNDE ESTÁS KYO?”
 

    Siento ganas de correr, de gritar, no puedo evitar que un hilillo húmedo resbale por mis mejillas, tibio al principio, y frío al dejar su rastro en mi cara. No resisto, tengo que hacer algo… La impaciencia que siento hace que me eche a correr en la acera vacía, ¿hacia donde? No importa, solo quiero correr, mis pasos retumban en las paredes oscuras de los edificios. Freno, mi cuerpo no puede ya más, me doblo y apoyo mis manos en las rodillas, trato de jalar aire. La luz de la entrada de un edificio grande alumbra a mi lado débilmente.

    Cuando recupero algo de aliento reparo en las escaleras que aparecen a mi derecha, y sigo con la vista el  camino de aquellas para toparme con un enorme portal con puertas talladas en madera oscura, se ven pesadas, entreabiertas, dejando ver una hilera de bancas en su interior.
 

- …Una iglesia – digo al fin. Me reincorporo y sonrío agriamente.

- Que estupidez – es lo primero que salta a mi voz, pero por otro lado, empiezo a subir un escalón, luego otro y así hasta pararme en el espacio que dejan ambas puestas. Con gesto incrédulo, me resisto a asomarme pero finalmente me aventuro despacio hacia el interior. Con sigilo deslizo mi cuerpo hacia los adentros del lugar, completamente desconocido para mí y tan sagrado para otros. Entro por completo y alzo la cabeza al mismo tiempo que mi vista sigue el pasillo, hasta el fondo del recinto, encontrándome con aquella figura sagrada para todo cristiano. No puedo dejar de pensar en qué hago aquí.

    Empiezo a caminar algo dudoso, mis pasos resuenan a causa del eco, las velas de los distintos recintos alumbran débilmente; vírgenes, mártires, santos… ¿cómo puede la gente venir a estos sitios? No lo sé, ni me importa, porque en cierta forma ahora soy parte de ellos. Contemplo las diferentes imágenes un tanto perplejo, me siento extraño. Inadaptado…

    Rechazado.

    Detengo mi marcha al fin y me sorprende la belleza del altar, estilo gótico según parece; el trabajo, finamente realizado, el tallado, la pintura… el realismo de aquel personaje crucificado. Caigo en cuenta de su expresión de dolor, sus heridas y la debilidad que aparenta. ¿ Es acaso esta la imagen más poderosa de esta religión? Contradice todas mis ideas de que el fuerte es siempre el más poderoso.
 

- Creo que tu y yo no tenemos nada de que hablar – digo en un tono burlón, meto las manos hasta el fondo de los bolsillos de mi abrigo y doy medio giro en señal de desagrado. Desagrado conmigo mismo al darme cuenta de lo que realmente hago allí.

- No… no lo haré. Jamas he tenido que pedirle un favor a alguien… ¡ y no pienso empezar aquí! – Grito en  desacuerdo, pero… por algo estoy aquí. ¿No?
 

    Me dispongo a irme, le doy la espalda completamente al altar y una voz me detiene:
 

- ¿Deseas algo con el Señor, hijo? – Miro sobre mi hombro y descubro a un hombre que viste ropas negras, una túnica, debe tener unos 45 años, sus ojos claros se asoman a través de los cristales de sus anteojos. Insiste nuevamente.

- ¿Deseabas algo, muchacho?

- No. Solo pasaba por aquí. –Balbucí entre mi disgusto y mi sorpresa de saber que había alguien mas ahí.

- Si estas aquí es por alguna razón, y a estas horas… debe ser algo que te aflige realmente.

- No, en  serio. No necesito nada. – empiezo a molestarme grandemente

- Tu expresión indica lo contrario – se acerca a mí y mira las grandes marcas del desvelo en mi cara.

- Dime muchacho. ¿Qué te ocurre? – pregunta inquisitivamente, me giro y lo enfrento

- ¡ Ya le dije que no necesito nada! Ni siquiera sé por qué estoy aquí, ¡yo no soy creyente! – Alcanzo a decir mientras me desespero, siento odio, frustración otra vez, me llevo las manos a la cara tratando de ocultarlo.

- Solo Él sabe porque te trajo hasta aquí, ni siquiera una hoja se mueve sin que Él lo decida.- Recibo en resspuesta, mientras observa la figura principal, y yo siento que me empieza a hervir la sangre, no soporto tanta serenidad.

- Sí señor…

- Padre Marcell

- Si padre Marcell, ya sé por que estoy aquí – saco una mano de mis bolsillos y las llamas púrpuras aparecen ante la atónita mirada del clérigo.

- Vengo a pedirle… no, ¡MAS BIEN A EXIGIRLE QUE ME DEVUELVA LO QUE ME HA QUITADO!! - alzo la voz desesperado, y en un movimiento inconciente alzo el brazo tratando de dañar al Cristo, pero me encuentro con que el Sacerdote se ha puesto entre Él y yo, no puedo evitar lanzar el ataque, pero no hacia la figura; lo lanzo al piso, mientras caigo de rodillas y salen desparramadas la llamas de mi puño para luego desvanecerse y dejar una mancha negra en el piso de mármol  mientras Marcell se persina ante semejante demostración.

    Un instante de silencio. Yo sigo de rodillas ante el altar y El hombre de Fé recupera algo de aliento y se agacha hacia donde estoy yo:

- Sus designios tienen una razón de ser, si te ha quitado algo, es por una causa - pone una mano sobre mi hombro.

- Pero… Estoy angustiado padre – Me animo de una vez – llevo 6 días tratando de encontrar… a Kyo – su recuerdo aparece –

- Kyo?

- Sí

- Roguemos  por que este bien – me tiende una mano y me invita ha hacer oración, la tomo y me incorporo.

- Hágalo usted, yo no sé como hacerlo

- No es necesario saber, si es sincero tu deseo, te oirá.
 

    Giro y me dispongo a irme, pero una pregunta que no puedo evitar es  formulada por encima de mi hombro.
 

- ¿Realmente esta aquí?

- Sí

- ¿ Y… Escucha?

- A todos por igual hijo.

- Entonces… - bajo mi voz, tanto que solo yo me oigo – por favor, ayúdame a encontrarlo -

- Gracias padre.

- Que Dios te Bendiga  - hace la señal de la cruz, ¿para mí? Hum, ¿de qué me sorprendo? Es su trabajo.
 

    Salgo de la Iglesia y tomo un taxi de regreso a casa; el sol ya empieza a despuntar a lo lejos

***

    La cerradura clickea y la puerta  gris se abre despacio, me arden los ojos, me quito el abrigo y lo tiro, no sé donde, solo quiero dormir un par de horas, al cruzar la sala de rrepente una lucecita roja llama mi atención...

    La contestadora tiene un mensaje.

   Un estremecimiento me recorre de pies a cabeza, ¿Será posible?. Extiendo mi brazo y presiono el botón, la cinta comienza a recorrerse, en eternos instantes para mí. Un sonido hueco indica que esta se a rebobinado por completo y que empezará a reproducirse; cierro los ojos, trago hondo y espero...
 

- " Moshi Moshi? ¿Es la casa del señor Yagami? - una voz de mujer se oye

- Vamos demonios... Decía con ansia

-" Señor Yagami... - Prosigió la grabación - Hablamos del Centro Médico Seikan, tenemos aquí un paciente, al parecer amigo suyo, si fuese tan..."
 

    No termino de oír el mensaje, salgo corriendo a la calle en busca de un taxi o en algo en que llegar.

***

Continúa

[ Capítulo 5.3: Tormentos del Futuro ]

Todos los personajes pertenecen a SNK
Ai Shiteru, Kyo es propiedad de Savage Kitten &
Diciembre, 2001

 

 
 

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