Fanfic por Raziel
IKKIICHIYÛ
PRIMERA PARTE:
Como Romeo y Julieta
Capítulo XXI: Boku de aru tameni
– Kyyyyyyyyyyyyaaaaaaaaaa – el grito de la profesora acabó con la sutil atmósfera antes de que esos dos pudiesen exclamar palabra – KAWAII – Dijo abrazando al moreno, mientras a este le salía humo por la cabeza; kawaii era la palabra que más odiaba en el mundo, de hecho esa palabra fue la culpable de su segunda riña con Yagami.
Kajimi sale de entre las cortinas para avisar que es el turno del moreno y compañía para entrar a escena. En el escenario todo sale a pedir de boca, afortunadamente Kyo no se equivoca en sus diálogos, además que su rostro angelical lo hace ser perfecto para el papel e incluso en el público el 99% de los presentes creen que es una jovencita, a excepción de Wakaba-san; la cual cabe mencionar que toma fotos casi cada que el moreno cambia de posición o hace un gesto distinto.
Tiempo después comienza la hora del baile. Romeo llega con sus inseparables amigos Mercucio y Benvolio, acompañados a su vez por cinco enmascarados más y algunos pajes. Deteniéndose al frente de la casa de los Capuleto…Tras una plática peculiar sobre el amor y los sueños, se deciden a tocar, siendo recibidos por el señor de la casa, nada más y nada menos que el padre de Julieta, este los hace pasar mostrándoles a las damas que ansiosas esperan la invitación de algún caballero puesto que el baile dará comienzo; así pues la orquesta tañen los instrumentos y comienza el baile. Y de pronto, en alguna de esas vueltas inesperadas, tanto del baile como del destino, Romeo clava su mirada en una dulce doncella de fino porte y mirada tierna. Cuya piel se ve suave y a la que una sonrisa discreta embellece a un más el rostro.
– ¿Quién es esa dama con que se enriquece la mano de ese caballero? – pregunta Romeo a uno de sus criados más cercanos
– No la conozco, señor
– La llama de estas antorchas debiera aprender de ella a brillar. En la oscuridad de la noche, semeja una joya de gran precio prendida al cuello de un etíope. Cual blanca paloma entre cuervos, se me figura entre sus compañeras esa dama. En cuanto cese el baile, veré donde se halla. – tan sumido estaba Romeo en sus meditaciones, que no se percato que su voz no era mental – ¿Ha amado acaso mi corazón antes de ahora? Afirmad lo contrario, ojos míos, que hasta esta noche nunca ví la verdadera belleza.
Teobaldo, que andaba cerca, oyó aquellas palabras y reconoció la voz de Montesco, pronto estaba a desenfundar su espada, pero su tío quien desde hace unos momentos se había percatado de la exaltación de su pariente se acercó a él, preguntándole las razones de su enojo, y al recibir por respuesta que aquel hombre de grotesca mascara no era más que Romeo Montesco, pese a la decepción de su sobrino, no dijo nada he impidió a este molestar al caballero. Y no sólo eso, lo obligo a ser amable con el muchacho haciéndole esconder su enojo; las virtudes de Romeo habían llegado hasta el noble Capuleto y por nada del mundo dejaría que Teobaldo le hiciese alguna ofensa mientras estuviese ahí. Terminando aquello en una disputa, puesto que Teobaldo no toleraría a ese traidor en su casa, ni mucho menos ponerle buena cara, y sin más remedio decidió abandonar el lugar pesé al regaño de su tío.
En otro sitio del salón dos jóvenes se encuentran y comienzan a charlar…
– Si con mano indigna he profanado la santidad del altar, he aquí la dulce expiación de mi falta: mis labios, sonrojados peregrinos, dispuestos están a mitigar con tierno beso la ruda impresión de mi mano – dice Romeo a Julieta quien con mirada coqueta responde a tan dulce halago
– Buen peregrino, ofendéis a vuestra mano, que no ha mostrado en esto más que un respeto del todo decoroso; porque los santos tienen manos que las de los peregrinos pueden tocar, y unos las manos es el beso de piadoso viaje en tierra santa
Y así, poco a poco, entre dialogo y dialogo, terminar por darse un beso y no precisamente en las manos, más su regocijo será interrumpido por el Ama de Julieta, quien presurosa llega a avisar a esta que su madre la llama con urgencia (sale de escena). Al quedarse solos Romeo pregunta al Ama acerca de la madre de la joven, a lo que el Ama responde dejando a Romeo sorprendido y con el corazón hecho jirones puesto que la hermosa Julieta no es otra que la hija de los Capuleto, enemigos mortales de los Montesco; y al tiempo que se lamenta de su horrible suerte, llega Benvolio, debían irse mientras la fiesta estuviese en todo su apogeo, Romeo no lo desea pero no le queda otra opción.
Son conducidos a la salida por Capuleto, y aunque este les pide que se queden por más tiempo ellos rechazan la invitación y se van del lugar. Julieta, por su parte, ve como abandonan la casa, preguntando a su vez la identidad de cada uno a su Ama que esta al lado. Al llegar a quien a ella le interesa y al obtener por respuesta que el Ama no sabe quien es, la manda a averiguarlo de inmediato. Y presurosa va y regresa trayendo a su niña la respuesta.
– Se llama Romeo; es un Montesco, hijo único de vuestro mayor enemigo – llaman a Julieta desde adentro
– ¡Mi único amor, nacido del único objeto de mi odio!... – la oscuridad cubre el corazón de la joven al igual que la tristeza, pero el Ama no lo sabe y como si nada la toma de la mano y la lleva consigo.
El moreno sale de escena junto con Shiroi Ichigo mientras al fondo se escucha como Shima dice las últimas palabras antes de que bajen el telón. Dado que la obra es un poco larga, y que será el último evento para cerrar el fin de curso, al final de cada acto se tomarán cortos recesos tanto para que el público estire las piernas y vaya al baño, como para que los muchachos afinen los últimos detalles para la siguiente escena sin tanta presión; además que el acto que viene es uno de los más importantes. Una de las escenas cumbres de la obra y en la cual los protagonistas deben dar su máximo esfuerzo y entregarse en el escenario.
Kusanagi camina entre sus compañeros directo hacia los vestidores, se detiene en la puerta al oír unas voces del otro lado, pegó un poco el oído en la puerta. Eran chicas las que estaban ahí y además estaban halagando a alguien, se oían cosas como: “Se ve muy guapo” “El traje le sienta perfecto” “Yo jamás hubiese podido escoger uno mejor”. Chimaki y Arika eran dichas chicas, y cuando Kyo se decidió a entrar, supo que a quien halagaban las jovencitas era a Romeo, o sea Yagami; como era de esperarse el pelirrojo no estaba nada emocionado por la situación, al contrario, de no haber sido por la intervención de su “hermano” poco le hubiese faltado para rostizar a los dos chiquillas. Pero eso de que intervino el moreno es sólo un decir, lo que en verdad pasó fue que las jovencitas al darse cuenta de su presencia se le abalanzaron como leonas en busca de presa, puesto que no contaban más que con unos minutos para caracterizarlo nuevamente. Sumémosle a esto que debía cambiarse el traje y obtendremos como resultado a un par de niñas histéricas y muy presionadas, las que le dieron el vestido a Kyo y salieron para que este pudiese vestirse cómodamente. Pero se les olvido un pequeño detalle a las dos: Sacar a Iori de ahí. Cuando ambos se vieron solos los nervios comenzaron a invadirlos, por impulso Yagami se dio la vuelta mientras su compañero se cambiaba el vestuario, el silencio reinaba. De vez en cuando alguno de los dos se aclaraba la garganta.
– Etto… Iori… – pronunció el moreno súbitamente – tasukete… kure – suplicó con voz apenas perceptible
– Hai – contestó Yagami al tiempo que volteaba. Una gota cayó por su cabeza al ver a Kusanagi peleando con el cierre del vestido. Se acercó y desatoró dicho objeto, una leve risa burlona brotó de sus labios haciendo sonrojar a su amigo.
Mientras Yagami subía el cierre del vestido se embelesó con la piel de Kyo, su mirada recorrió la espalda subiendo hasta el cuello. Su mano, después de acabar con su labor acaricio la piel del muchacho; un fuerte escalofrío recorrió el cuerpo del moreno. Podía sentir la respiración de Yagami en su piel. Pero al tiempo que el pelirrojo bajaba el rostro para besar el sedoso cuello la puerta se abrió con Maeda en el quicio; afortunadamente la chica estaba con la cabeza mirando hacia un lado indicándole a sus compañeros cuanto tiempo quedaba.
– Yagami, tienes un minuto para entrar a escena – dijo al voltear. En ese momento cada uno de los amigos estaba de esquina a esquina de los vestidores, por lo que no sospecho nada.
Y como si fuesen dos radares, segundos después de que Emma abrió la puerta Arika y Chimaki entraron acaparando a Kyo para terminar de maquillarlo y caracterizarlo. El pelirrojo salió directo al escenario, y mientras Iori, Athena y Hakushô mostraban su talento, en el backstage le daban los últimos retoques a Kusanagi. Cinco minutos después el telón bajó para cambiar la ambientación. Y tanto Iori como Kyo se preparan para salir a escena.
******
Escena II, el Jardín de Capuleto.
Después de salir del baile Romeo se arrepiente y decide quedarse, salta la tapia ante la mirada atónita de sus dos camaradas que tratan de persuadirlo para que vuelva; no obstante sus argumentos no son de peso para el enamorado, y enfadados (pero comprensivos) se retiran dejando a su amigo del otro lado en el Jardín de los Capuleto, expuesto a que alguien lo pille; pero el amor es ciego y valiente. Sigilosamente se escabulle hasta pasar por una ventana, en donde para suerte suya aparece Julieta quien con sublime mirada ofrece al cielo su atención.
– ¿Qué luz es esa que brilla súbitamente a través de la ventana? Es el oriente; Julieta es el sol… levántate sol de belleza; mata a la luna celosa, enferma y pálida ya al ver que tu, su sierva , la superas en belleza – Romeo dedica palabras de amor a la joven que aún no se da cuenta de la presencia del caballero Montesco; y con gesto decaído se recarga en el barandal del balcón – Ved como apoya en la mano la mejilla… ¡Quien fuera guante de esa mano, para poder tocar esa mejilla!
– ¡Ay! – exclama la niña al percatarse de que no está sola
– Esta hablando… habla más, ángel radiante, pues en medio de la oscuridad que sobre mi cabeza se extiende, pareces tan reluciente como alado mensajero celestial que a la vista de los mortales, que le contemplan asombrados, hiende el tardo curso de las nubes y vuela por el seno de los aires
– ¡Oh Romeo¡ Romeo... ¿Por qué eres Romeo?... reniega de tu padre y rechaza tu nombre – la emoción de esos momentos invadió a Kyo – y si no quieres hacerlo… júrame que me amas – sus gestos eran tan convincentes que más de uno de los presentes dudo de que aquello fuese simple actuación – y dejaré de ser una Capuleto.
– ¿Debo seguir escuchando o he de contestar a eso? – al parecer los diálogos no eran ya solamente parte de la obra, sino de sus vidas.
– Solo es enemigo mío tu nombre; pues tú siempre eres el mismo – y al igual que aquella vez en el jardín de la escuela Kusanagi suplicó al pelirrojo – Despójate de tu nombre, Romeo, y en un trueque de ese nombre, que no forma parte de ti mismo, tómame a mi entera
– Te cojo la palabra. Llámame tu amante y recibo otro bautismo, dejo de ser para siempre Romeo… – y habiendo escalado una pequeña enredadera que se aferraba en la pared junto al balcón de Julieta llegó Romeo a su lado, y la joven con sus pequeñas manos tomó el rostro de su amado (al tiempo que una ligera sensación de calor cruzo sobre los labios de Yagami) y lo besó con ternura.
Acto seguido se juraron eterno amor, Romeo bajó a tierra, no sin antes haber despojado de los labios de Julieta la promesa de desposarse con él, de lo cual le diría al día siguiente la hora, fecha y lugar exactos; puesto que la quería en verdad y deseaba hacerla suya para siempre.
Julieta entra a sus aposentos.
– ¡Llegue el sueño a tus ojos y la paz a tu corazón!, lamento no ser yo paz y sueño para obtener tan dulce lugar de reposo… voy a la celda de mi padre espiritual para implorar su ayuda y enterarle de mi buena fortuna. – cae el telón
Fue tal la entrega de los dos que el público aplaudió fuertemente y se levantó de sus asientos. Al levantarse el telón la gente se sentó nuevamente. Maruko estaba en escena, todos los del salón (y la maestra) creían que los nervios lo traicionarían y se desmayaría a mitad del escenario; pero cual fue su sorpresa al ver que el chico ni se inmutó, comenzó a actuar como todo un profesional.
Romeo llega a la celda de Fray Lorenzo y le cuenta emocionado que pronto se desposará, el fraile piensa que Rosalía es la afortunada, pero queda perplejo al enterarse de los nuevos amores del muchacho y aunque se escandaliza en un principio, al ver que las intenciones de Romeo son serias no le queda más que ayudarlo, más aún si aquella boda puede poner fin al odio entre esas familias.
Mientras tanto en una calle de Verona Mercucio y Benvolio se preguntan donde estará su amigo, pensando a su vez que Rosalía tiene la culpa de su retraso; además de que Benvolio se ha enterado que Teobaldo (sobrino de Capuleto) ha mandado a Romeo una carta, quizás de duelo.
– ¿Quién creéis que es ese Teobaldo? – pregunta Benvolio con aire afligido, pues se imaginan que talvez su amigo yace muerto en algún lugar de la ciudad
– Es lo mejorcito entre los espadachines. Se bate con la misma tranquilidad con que tu cantarías un copla – ese comentario no hace mas que preocupar más a Benvolio, quien para su suerte divisa a lo lejos a su amigo y se tranquiliza un poco al tiempo que le avisa a Mercucio que ya llega el perdido – mas flaco que un arenque. Bon jour, señor Romeo: he aquí un saludo francés que cuadra bien con vuestro Gregüescos a la francesa… Por cierto que anoche os despedisteis de nosotros también a la francesa
– Buenos días amigos… ¿Cómo a la francesa? – pregunta Romeo desconcertado por tales comentarios
– Que os fuisteis sin decirnos una palabra – por algún motivo Athena miraba a Iori como si en verdad estuviese molesta con él.
– Perdonadme, querido Mercucio; mis asuntos urgían, y en esos casos nadie se anda en cumplidos
– Vamos, veo que volvéis a ser Romeo y habláis como un hombre
Y mientras la discusión seguía aparece allí el ama de Julieta y uno de los sirvientes de Capuleto; y a pesar de las burlas de Mercucio hacia el Ama esta se lleva a Romeo a un lugar un poco apartado para darle el mensaje de su niña. Al ver que ya no puede seguir con burlas Mercucio se retira dejando a los demás hablando en secreto.
******
Al salir de escena Athena es interceptada por Honoka (ayudante de producción) avisándole que alguien la espera en los vestidores; Asamiya no tiene idea de quien podría ser y Kanmi no le dice más ya que tiene mucho trabajo y no puede desperdiciar ni un segundo. A Athena no le queda mas remedio que ir hacia allá y averiguar por si misma quien es esa persona.
En tanto en el escenario ya ha terminado la charla entre el Ama y Romeo, todos bajan del escenario para comenzar la próxima escena. Kyo e Iori casi no pueden estar juntos más que en las escenas que comparten, puesto que la mayor parte del tiempo se intercambian en el escenario, cuando uno baja el otro sube y viceversa. Lo mismo pasó esta vez cuando Ichigo (el ama de Julieta) le dice a su “niña” la respuesta del joven Montesco, a lo que ella reacciona con gran regocijo. La siguiente escena se llevaría acabo en la celda de Fray Lorenzo, en donde él los casa, escena con la cual se habían “reconciliado” días antes. Y la misma con la que finaliza el segundo acto, este a su vez se sigue de un corto receso del que la joven de cabello morado regresa un tanto dubitativa, como si una preocupación carcomiera sus entrañas. Más no puede entrar de lleno en sus pensamientos puesto que en el siguiente acto se requiere su presencia.
Benvolio y Mercucio junto con sus criados y un paje se encuentran en la plaza publica, y Benvolio le advierte a su amigo que pueden llegarse a encontrar a los Capuleto y con ello una afrenta, Mercucio se extraña argumentándole a Benvolio que este es capaz de reñir con un hombre si le ve cascando nueces, no por mas razón que la de tener él los ojos avellana.
– ¿No reñiste con el sastre por el solo hecho de estrenar su chupa antes de Pascua? – Le dice Mercucio un tanto enérgico pero divertido – ¡Y ahora vienes a aconsejarme que no riña!
Y justo en esa charla llegan los Capuleto, con Teobaldo entre ellos. Este al ver a los amigos de Romeo les pregunta si han concertado ahí con él; Mercucio no espera y comienza una discusión la cual, pese a lo pensado, trata de calmar Benvolio. Más antes de que cualquiera haga algo entra Romeo a escena al que, sin esperar un segundo, empieza a agredir Teobaldo, pero por el parentesco que ahora les une el joven Montesco no hace nada y perdona las ofensas antes hechas; sin embargo Capuleto no está de humor,además se siente ofendido por el otro y no descansará hasta matarle. Un indispuesto Romeo evade la afrenta, no así Mercucio que ante el acto “cobarde” de su amigo reta a Teobaldo a duelo. Aceptando al tiempo que desenvaina su espada, se baten.
– Saca la espada, Benvolio; desarmémoslos… eso es vergonzoso, caballeros, no incurráis en tal desobediencia… – aunque Romeo trata de razonar y se mete entre ellos ninguno lo toma en cuenta – Teobaldo, Mercucio, el príncipe ha prohibido terminantemente toda riña en las calles de Verona… Deteneos, Teobaldo… – un estocada final entra profundo en la piel de uno de ellos hiriéndolo de muerte – ¡¡¡Querido Mercucio!!! – grita Montesco al ver a su amigo caer de pronto.
– ¡Estoy herido! ¡Malditas sean ambas casas! ¡Me han dado muerte!... ¿Y él se ha ido ileso? – dice con rabia Mercucio. Benvolio se acerca a auxiliarlo al igual que Romeo, más a este último Mercucio le reclama el haberse atravesado e impedirle detener la última estocada que dio Teobaldo por debajo de su brazo – Ayúdame a ir a alguna casa próxima, Benvolio, que me siento desmayar. ¡Malditas sean las dos casas, que me han convertido en alimento de gusanos! La estocada ha llegado bien a fondo… ¡Maldita casas! – Iori se sorprende al ver en rostro de Athena un gesto de resentimiento verdadero, como si al igual que Mercucio a Romeo, ella le tuviese odio al pelirrojo.
Al bajar del escenario Athena va directo al backstage, la anterior había sido su última participación en la obra, sin tocar entra a los vestidores y se encuentra con el moreno, al cual como en casi todos los breaks, lo tienen acorralado entre la vestuarista y la maquillista. Las dos muchachas saludan a su amiga sin desviar la mirada de su trabajo. Pero de pronto sucede algo que las deja a ambas en estado vegetal: La pelimorada se acerca decididamente hacia Kusanagi, este abre la boca para saludarla pero es callado súbitamente con un beso. Los tres se quedan paralizados (en especial el receptor del beso) y simplemente oyen como la puerta es cerrada de golpe. En los pasillos de detrás del auditorio se puede ver a una chiquilla con ojos llorosos dirigirse rápidamente a la salida trasera del lugar.
Cuando Asamiya sale sus padres la están esperando con el motor en marcha, varias maletas, boletos de avión y lo más importante: su nuevo maestro de artes marciales.
Continúa…
KOF es propiedad de SNK
Ikkichiyu pertenece a Raziel
IorixKyo Archive
Agosto, 2005