Fanfic por Raziel

IKKIICHIYÛ

PRIMERA PARTE:
Como Romeo y Julieta

Capítulo XIX: Tanjôbi Omedetô

 

El moreno abrió los ojos lentamente como si despertara de un trance. Quedó un rato mirandoperdidamente a su amigo, parpadeó un par de veces; de pronto su mirada cambió de embelezo a angustia. Sus ojos se abrieron casi completamente – Iie – el tono de su voz era de desesperación – ¡IIE! – gritó – hanase – exclamó al tiempo que aventaba a Yagami hacia un lado con todas sus fuerzas. El pelirrojo no entendía nada, sólo miraba a su amigo levantarse con torpeza. Se quedó sentado en la nieve.

 

– ¡Kyo! – Su voz suplicante llegó a oídos del destinatario quien no se inmuto, el pelirrojo se levantó – chotto matte Kyo (espera un momento) – su mano tomó el brazo del moreno

¡HANASE…! (suéltame) – gritó al momento en que volteaba y zafaba su muñeca de la mano del pelirrojo – chikatzukuna (no te acerques) – sus ojos llenos de odio traspasaron de golpe el corazón de su amigo como si fuesen una filosa espada – Omae nanka daikirai (te odio) – aquellas palabras terminaron de aniquilarlo – Wakarimasuka, chikatzukuna… ¡¡¡URAMESHIYA!!! (¿Entiendes? No te acerques… ¡TE ODIO! )

 

Kusanagise alejó corriendo, ni siquiera reparó en que había dejado su bicicleta en aquel lugar, corrió de prisa, no se atrevía a mirar hacia atrás. Tal pareciera que tuviese miedo de arrepentirse de sus palabras. Además estaba confundido, sentía odio, miedo, desesperación; pero a la vez no se arrepentía de lo que había hecho. No detuvo su carrera hasta llegar a la mansión Kusanagi, ya allí no tuvo el menor cuidado en quitarse los zapatos, y subió descalzo hasta su recamara donde entró y cerró azotando la puerta.

 

Iori mientras tanto cogio la mochila de su amigo, levantó las bicicletas. Llamó por teléfono a Tenemuhô para que fuese a recorgerlo, después de darle su ubicación colgó. Por su mente pasaban mil y un preguntas, pero sólo de algo estaba seguro, no se arrepentía de lo sucedido y estaba seguro que si tuviese nuevamente la oportunidad, no dudaría en hacerlo. A comparación del moreno, Yagami, por alguna extraña razón, acogía esos sentimientos sin ningún temor ni reproche hacía si mismo. Utsukushiki llegó tiempo después, entre los dos colocaron las bicicletas en la parte trasera de la limusina, Tenemuhô notó en el semblante de su cuñado un aire de tristeza; por tal motivo no le preguntó nada al pelirrojo. Todo el trayecto el ambiente en la limusina estuvo un poco tenso, al llegar a la mansión, Yagami pidió a uno de sus sirvientes que fuesen a dejar la bicicleta a la oficina de objetos perdidos, ya que aún no conocía la dirección del moreno. En cuanto a la mochila él se encargaría personalmente de entregársela a su amigo el Lunes, estaba pesada, iba a abrirla cuando de pronto la voz de su hermana lo interrumpió drásticamente diciéndole que debía comunicarse con su padre de inmediato; al parecer Yume-sama había llamado instantes antes de que el pelirrojo arribara a la mansión, preguntó por su hijo pero Akane mintió diciéndole que se estaba bañando y no le podía entregar en esos momentos el teléfono.

Sin tardanza Iori se comunicó con su padre, tardaron más de media hora, la cual por cierto resultó ser un suplicio para el pobre chico que casi estuvo tentado a maldecir el día en que alguien invento el teléfono; cuando acabó la charla su hermana se le acercó preguntándole el porque de su semblante tan triste. Yagami no le respondió, se limitó a decir que no les había ido bien en el paseo y dejando a su hermana con la apalabra en la boca subió aencerrarse en su habitación.

 

El Domingo transcurrió sin novedad para ambos, Iori seguía entrenando, con Kyo siempre presente en sus pensamientos; y este último no salía de su habitación más que para lo indispensable, y si alguno de sus padres le preguntaba algo rápidamente cambiaba el tema.

Llegó el lunes, la bicicleta del moreno fue devuelta el mismo día en que la dejaron en la oficina, así que Kyo llegó en ella como siempre. Al tiempo que Kyo bajaba la velocidad para detenerse frente al colegio, el pelirrojo bajaba de la limusina; ambos quedaron estupefactos, se miraban fijamente, el semblante del moreno cambió y frunciendo el ceño dedico un gesto de reproche a su amigo y entró sin decir palabra.

 

– Kyo – Iori corrió tras él – dôzo Kyo chotto matte

– Acaso no entiendes que te alejes de mi – dijo molesto el moreno sin siquiera voltear

– Dejaste esto en el parque anteayer – ese comentario lo obligo a mirar hacia atrás – sólo quería entregártela – el pelirrojo sostenía en su mano derecha la mochila de su hermano, se la tendió gentilmente. Kyo se la arrebató de golpe – lo que pasó el sábado, quiero decirte que…

NO… me recuerdes lo que pasó ese día – Kusanagi se había exaltado – nunca vuelvas a mencionarlo, ya me entregaste la mochila ¿no?, ahora déjame en paz – al terminar de hablar Kyo se alejó de su amigo quien se quedó parado sin reaccionar por unos momentos.

 

En el salón volvió a pasar lo mismo que cuando se corría el rumor de que Yagami era homosexual, el moreno cambio su lugar con Yuki, no miraba para nada al pelirrojo. Su trato se había vuelto tan frío y cortante cada vez que Yagami trataba de entablar conversación con él. Incluso en los ensayos de la obra el moreno era muy tajante. Tanto, que llegó un momento en que la profesora no aguanto más, y enojada, por primera vez en lo que llevaba del curso, se dirigió a los chicos quienes se encontraban “ensayando” la parte en que Fray Lorenzo los casa a ambos.

 

– ¿Qué es lo que pasa con ustedes dos? – exclamó la profesora, el tono de su voz era de molestia – desde hace días que no interpretan bien su papel – trató de serenarse un poco –¿Acaso se han peleado ustedes dos?, tenían tanta química uno con el otro – ese comentario enfado a Kyo, tal pareciese como si la profesora le estuviese diciendo indirectas – ¿O talvez quieran cambiar de escena?

– Kekko desu (Estoy de acuerdo) – interrumpió el moreno – quizá podríamos practicar la escena del destierro – miro a Iori burlonamente – para que este estúpido se largue de aquí – esas palabras hicieron enojar al pelirrojo. Había sido demasiado paciente, pero aguantar eso ya sería el colmo

– Porque no mejor ensayamos la escena en la que Julieta se suicida – una mirada de rencor en sus ojos – yyo te ayudó a clavarte el puñal

BAKAYAROU (Idiota) – Kyo se iba a abalanzar sobre Yagami pero la maestra los detuvo

– Ofutaritomo yomenasai yo, ¿dôshita no? (Deténganse ustedes dos, ¿Que les pasa?) – Chilló Brigitte-sama – hace unos días eran los mejores amigos, y ahora… no pueden ni verse. ¿Qué ocurrió? – el moreno al ver que todos los del salón esperaban la respuesta, se enfado aún más

– Eso es algo que a usted no le importa – dijo liberándose de la maestra y se dirigió a la puerta azotándola al salir

– ¿Iori? – la profesora miró al pelirrojo pidiéndole una explicación

– Váyase al diablo – Yagami también salió del lugar.

 

Todos los ahí presentes se habían quedado estupefactos ante la escena, no era común que el pelirrojo contestase de manera irrespetuosa a sus profesores. La única persona que estaba feliz en esos momentos era Yuki, no tenía idea de nada, pero agradecía al cielo por haberle cumplido su más grande anhelo: ver a Iori y Kyo separados, Athena sin embargo sentía preocupación; estaba segura que sólo algo terrible haría que esos dos actuaran así.

 

******

Sin embargo, durante esos días en que no se hablaron absolutamente para nada, Kyo sentía una extraña sensación de soledad aunque estuviese rodeado de gente; su interior le decía que faltaba algo para estar feliz… ¿Pero qué? Y misteriosamente siempre que llegaba a su mente esa pregunta, su mirada se cruzaba con la del pelirrojo, tal pareciese que sus ojos tuvieran una especie de radar para ojos azules y enigmáticos. En cuanto a Iori, cierto es que su “relación” con Athena seguía en los mismos términos, pero la ausencia de su hermano y las rencillas con el mismo no lo dejaban tranquilo; y vertiginosamente se acercaba una fecha importante: el cumpleaños de Kyo. Desde hace un mes el pelirrojo había comprado el regalo para amigo, ¿pero como entregárselo?, ¿Qué decir?, ¿con que escudarse para no parecer que utilizaba tal obsequio como un pretexto?, preguntas sin respuesta que revoloteaban en el subconsciente de Yagami tarde y noche, como fastidiosos mosquitos que zumban y aunque uno trata de alejarlos, simplemente están allí para fastidiarnos la existencia, casi invisibles pero molestos.

Yuki, como era de esperarse se encontraba feliz de la vida ante tal situación, puesto que, tanto Iori como Asamiya estaban alejados del moreno, so pretexto de ser “novios” (aunque sólo se han besado la vez que Athena comenzó con tal mentira) andaban de aquí para allá, intercambiaban sus almuerzos y pareciese que ya no recordaban quien era aquel muchacho de ojos avellana que cumpliría sus quince inviernos en dos días…

 

¡Tanjôbi omedetô Kyo-chan! (Feliz cumpleaños Kyo)– chilló Kushinada al momento que Kusanagientraba al salón, con mirada vacía observó a su amiga, que con júbilo se acercaba a él con la intención de abrazarlo; una mueca semi alegre en los labios del joven

– Arigato Yuki-chan (gracias Yuki)– contestó sin mayor énfasis dirigiéndose a su pupitre y colocando sobre la mesa de este la pequeña cajita envuelta con un papel muy vistoso, y adornada con un moño rojo, que le dio Yuki instantes atrás. Lo puso a un lado de sus cuadernos, lo abriría después, cuando tuviese ánimos.

La primera clase que tenían era Química, miró su cuaderno con desgano, extrañas formulas adornaban las hojas, que difíciles le habían parecido al principio del año, jamás creyó que llegaría a entender todo aquello; y eso se lo debía a su hermano. Volteó disimuladamente a donde Iori se encontraba, cual fue su sorpresa al darse cuenta que su amigo también lo miraba a él, bajó rápidamente la vista y miró de reojo nuevamente, pero el pelirrojo ya se había volteado. Al transcurrir las clases, las felicitaciones que recibía le parecían huecas, llenas de fingidos sentimientos, como todo a su alrededor antes de conocer la verdadera amistad con Yagami; llenó de obsequios su pupitre, en su mayoría de chicas que se sentían atraídas por él.

A la hora del almuerzo logró despegarse de Kushinada, se dirigió hacia su sitio secreto, ubicado detrás del laboratorio de informática, un lugar en el que pocos, en verdad muy pocos, solían estar puesto que una hilera de cerezos hacia estrecho el pasillo; llevaba en sus manos el libro de poemas que junto con Iori había logrado llenar hace apenas unas semanas. Se sentó, hojeó unas cuantas páginas y se detuvo en un poema que había escrito su hermano:

 

Mirando tus ojos, descubría la vida

Oyendo tus risas supe qué era la alegría

Tus palabras alientan mi vida cada día

No puedo expresar mi sentir hacia ti

Con la amistad que me brindas la confianza descubrí

 

La soledad se alejó de mi vida cuando a mi corazón lo llenó tu luz

Y la paz que le diste a mi alma,

Esparció los temores y la lleno de calma.

 

No pierdas por favor esa alegría

Pues sin tu luz mi vida quedaría sombría

Conserva tus risas, tus metas, tus logros,

 

Se como hasta ahora

Y quédate aquí.

Y yo, te prometo

Estaré a tu lado por siglos enteros,

Pues contigo a mi lado podré resistir,

Los golpes, el miedo…

Mi pobre existir.*

 

Al terminar de leerlo su mirada se perdió entre aquellos párrafos, como si tratase de encontrar algo que ni siquiera sabía lo que era; no obstante el sonido de unos pasos lo hicieron alejarse de sus pensamientos. El peculiar crujir de la nieve al ser pisada le advirtió la presencia de alguien, como estaba sentado con la cabeza un poco agachada, lo primero que vio fue el par de zapatos. Paulatinamente alzó la vista, pero antes de llegar al pecho, a la mitad de camino detuvo su mirada... frente a él se encontraba un objeto rectangular, adornado con un papel azul con franjas doradas, y con un moño también dorado engalanando la parte superior. Lo tomó con un poco de reserva.

 

– Tanjôbi omedetô gozaimasu Kyo-san (Feliz cumpleaños Kyo-san)– ¡Aquella voz!, después de varios días volvía escuchar esa voz. Kusanagi miró sorprendido a la persona que le hacia entrega de tal regalo. Se quedó estático. – Ehr… a… sayonara – exclamó Iori al tiempo que se daba la vuelta para alejarse de ahí

– ¡Chotto matte!… kudasai – Yagami se paró en seco. La mano del moreno aprisionaba la suya con fuerza, el pelirrojo miró hacia atrás, había temido encontrarse con unos ojos llenos de odio, pero la mirada de su hermano era más de suplica – nokotte kudasai (quédate… por favor). Por lo menos hasta que lo abra – dijo Kyo con un tono sereno y hasta cierto grado, íntimo.

 

Yagami tomó asiento al lado del moreno, este comenzó a desenvolver el regalo de su amigo, con sumo cuidado para no estropear el envoltorio. Sus ojos se abrieron totalmente, sus pupilas se dilataron, tal y como si un rayo de luz diera directamente en ellas; Kusanagino lo podía creer, tenía en sus manos un ejemplar de la venta especial del SFII Champion Edition. En ese momento, recordó, y por fin entendió algo a lo que no le había dado la mínima importancia:

 

“– ¿Dôshita onî-chan? (¿Qué sucede hermano?)

– ¿Iie, shimpai de ha arimasen? (No, no te preocupes) tuve una discusión con mi padre hace algunos días, y ya vez, esto es parte del resultado

– Demo… ¿nanda to? (¿pero… que pasó?)

– Cosas sin importancia, creo que la edad le afecta un poco”

 

Comprendió entonces que aquella paliza había sido por quedarse a dormir a las afueras de un local para esperar la venta de dicho videojuego. ¿Yagami se había arriesgado a recibir una soberana paliza sólo por él?, ¿Por qué? Recordó entonces la mirada de su amigo cuando se habían besado. Notó de reojo que el pelirrojo miraba hacia otro lado. Los ojos de Kyo se clavaron en su acompañante, quien distraído jugaba con la nieve entre sus pies; Kusanagi, mientras observaba a Yagami con tal profundidad, se dio cuenta que a su lado, el vacío que sintió durante días había desaparecido, que al estar con él no necesitaba nada más. Al fin se dio cuenta, y aceptó con firmeza algo que se negó días atrás asimismo: quería a Iori. Pero no como a un hermano, ni como amigo, lo quería como Iori, por que era Iori y no necesitaba otra razón. Y sólo había un camino para saber si Yagami sentía lo mismo por él.

El pelirrojo sintió una mano en su mejilla, misma que atraía su rostro hacia la izquierda, justo al lugar donde estaba el moreno. Cual fue su sorpresa al ver muy cerca el rostro de Kyo, pero eso no era nada comparado con lo que vendría después. Kusanagi juntó sus tersos labios a los de él, Yagami aunque incrédulo, cerró sus ojos y dejándose llevar disfrutó del beso, tan sublime era la sensación experimentada, que ambos tardaron en separarse; y al hacerlo juntaron sus frentes, miraban los ojos del otro encontrándose en ellos, su aliento chocaba entre si, y los copos de nieve cubrían sus cabellos. Había comenzado a nevar.

 

– Koishiteru Kyo-kun (te quiero Kyo) – como un susurro se escucho la voz del pelirrojo

– koishiteru mô Yagami (Yo a ti) – el moreno dio un beso rápido a su “amigo” y sonrió

 

No dijeron más, se entendieron como aquella vez que, debajo del cerezo se hicieron amigos y las palabras sobraban para ambos, bastaban las miradas, las sonrisas, los gestos más simples les explicaban todo profundamente. Kyo agradeció nuevamente el obsequio, sus ojos miraban arrepentidos a su acompañante, cuya mirada cálida calmó un poco la culpabilidad por los días pasados. Escucharon sonar el timbre, debían entrar a clases nuevamente; se levantaron y caminaron juntos hasta el aula, en la cual para sorpresa de todos, la maestra Brigitte estaba esperándolos. Explicándoles que el maestro Senko había “donado” su hora para que pudiesen ensayar, puesto que la obra se estrenaría en dos días; sobra mencionar que los nervios la estaban matando, ya que sus actores principales se habían querido matar las últimas dos semanas. Sólo un milagro podría salvar la obra.

Milagro que para sorpresa de ella y sus alumnos, tuvo lugar ese mismo día cuando Iori y Kyo dieron la mejor actuación desde que habían comenzado los ensayos. La química entre ambos se percibía nuevamente; únicamente tenían un problema, casi imperceptible… ¿Cómo diablos representarían la escena del beso? Particularmente para ellos no habría problema si la gente no se asustara de que dos chicos se besaran… sin nada entre sus bocas. Pero Athena salvó la situación: un pedazo de cinta adhesiva sería la solución, ¿cómo?, muy sencillo, Kyo la tomaría entre sus manos y la pegaría en la boca del pelirrojo, con ello lo que besaría sería la cinta y no a Yagami. Tal idea agradó a Marguerite-sama, aunque obviamente no convenció del todo a los protagonistas, ya que ellos hubiesen preferido… hacerlo sin cinta.

Continúa…

Capítulo XX

* Poema escrito por mi en un día de aburrimiento

KOF es propiedad de SNK
Ikkichiyu pertenece a Raziel
IorixKyo Archive
Agosto, 2005

Free Web Hosting