Eclipse

by Raquel

Capítulo 1.- In My Dreams

El viejo sendero de tierra surcaba el lóbrego bosque. Era estrecho y lleno de curvas y el joven aún podía vislumbrar algunas huellas de pisadas bordadas en toda su plenitud. Era de noche y hacía mucho frío, pero a él no le importaba, aunque podía sentir su denso aliento de neblina chocar en contra de su hermoso rostro de facciones finas, nunca habría permitido que algo tan mundano como el frío le impidiera continuar su camino lento y acompasado, como si no tuviera prisa en llegar a su destino, aunque su corazón agitado le indicaba la plenitud de otros sentimientos en su interior, pero no sabía porqué.

Probablemente se habría vuelto loco finalmente? Pensó, sonriendo en susurros, después de toda una vida de maltratos y dolor no sería nada extraño pero, aun así no podía recordar cómo había llegado hasta allí... aunque le resultaba gratamente familiar ese lugar, sabía que jamás había atravesado sus senderos polvorientos antes. Quizás esa sensación cálida provenía de los cuentos de hadas que le narraba su madre antes de dormir cuando él era muy pequeño; aquellos que siempre estaban llenos de nomos, tesoros escondidos y bosques encantados... porque esa bosque eran tan hermosamente perfecto que parecía irreal. Al igual que su presencia allí, sin tener una razón que lo guiase y lo obligara a subir por esa colina, a través de los viejos abetos cuyas ramas se movían lentamente con el viendo, generando un arrullo suave y agradable, sus hojas marchitas cayendo lentamente a su alrededor y formando una alfombra multicolor en la grama verde esmeralda.

Sus cabellos de fuego se agitaron cuando llegó a la cima cubriendo su rostro, sus ojos cenizas opacos a causa del insomnio y el cansancio, el resultado de muchas noches sin dormir... aunque esto no le importaba. Para qué dormir si no podía soñar? Y de todas formas, reflexionó, dormir era una práctica inútil, realmente era un alivio no tener sueños... después de todo, para qué tenerlos si jamás podría hacerlos realidad?

Simplemente dormir era una continuación de la pesadilla que era su vida desde hacía ya casi 20 años. Dormir era oscuridad y vacío y... soledad y ya estaba harto de esos sentimientos, aunque sabía que no debía preocuparse, pues su vida era corta y estaba seguro que su sangre maldita por Orochi no lo dejaría vivir mucho más tiempo... y esta certeza era una verdadero alivio.

Sonrió casi imperceptiblemente al apreciar el hermoso paisaje que se desplegaba a sus pies. La vegetación, los enormes árboles que se alzaban imponentes al cielo, sus ramas altivas curvándose a causa del viento inclemente, pero siempre orgullosas volvían a su vieja postura. Y el cielo... completamente negro con la Luna llena ocupando un lugar sobresaliente entre las millones de estrellas que brillaban a través de todo el firmamento...

Iori entrecerró sus ojos al ver a su vieja conocida... un sentimiento familiar recorriéndolo completamente.

La Luna... el estandarte de su familia, los Yagami... un símbolo de él mismo y su cruzada impuesta desde antes de nacer incluso... al recordatorio de su mayor y único objetivo en la vida: La destrucción de los Kusanagi... aunque esta meta era tan vacía como su propio corazón, había aprendido a golpes a saber que no podía combatir contra ella, pues el destino era más fuerte que su joven corazón y más destructor que sus llamas púrpuras... más cruel que su padre.

Desde que era un adolescente había aprendido que no tenía escapatoria de él, del maldito destino... Ah, sí, maldito una y mil veces, se repetía una y otra vez... maldito el destino, su sangre, su padre...

Maldito él...! Su cuerpo que se debilitaba día a día por la pérdida de sangre y el dolor y la angustia de morir sin ver cumplido el único anhelo que lo había mantenido con vida todos esos años... ver morir al joven líder de los Kusanagi, matarlo con sus propias manos...

Maldito Kyo que ahora debía estar disfrutando todo lo que le vida le había negado a él: Una linda novia, amigos, unos padres más amorosos que los suyos, y lo más preciado de todo... un cuerpo sano, toda la vida por delante... mientras que el suyo se marchitaba sin remedio.

Un parte de su alma chilló ante estos pensamientos, como una protesta silenciosa, sabiendo que eran mentira. Si su eterno rival estaba vivo ahora era porque él no se había dado a la tarea de eliminarlo, y ciertamente había tenido sus oportunidades, aunque todas habían sido desaprovechadas.

Pero... no había podido hacerlo... de hecho, luego de lo de Orochi no había vuelto a ver a Kusanagi... no lo había buscado más, ni había participado en los torneos del King of Fighters, e incluso se había mudado de ciudad para evitar encontrarlo en las calles.

Gracias a su negativa de luchar su padre lo odiaba aún más, lo había golpeado y llamado cobarde, la vergüenza de su familia, pero nada de esto le había importado demasiado. De hecho, ya nada le importaba demasiado, nada excepto la música y...

No...! Ya basta!

Agitó su cabeza para no sucumbir de nuevo ante esos pensamientos... cerró sus ojos con profundo dolor al revivir esas escenas. La última vez que había visto a Kusanagi había sido en medio de la pelea con Orochi. Recordaba sus ojos asustados, asustados por él, por lo que pudiera pasarle, negándose a atacar por temor de hacerle daño... y el fuego, llamas púrpuras y escarlatas crepitar en el cielo, entrelazadas y unidas. Juntas por primeras vez en cientos de años.

Ellos dos peleando juntos con el mismo propósito: Destruir a Orochi. Recordaba los golpes, el dolor y la sangre... su sangre producto del riot of blood, al maldito demonio tratando de dominarlo a través de ella y... fracasando.

Iori sonrió. Ni siquiera el infinito poder del Riot pudo obligarlo a ir en contra de sus más profundos, y al mismo tiempo más controversiales sentimientos, esos sentimientos que ahora y siempre lo atormentaban y que nunca le revelaría a nadie. Luego de aquello supo que nada en el mundo podría lograr que él destruyera aquello que le era tan preciado... aquello que nunca podría ser suyo.

Un Kusanagi. Su joven líder y rival. Kyo...

Él había sobrevivido a pesar de todo, al igual que Kyo, y una vez que se percató de esto se fue del lugar, dejando a su eterno rival inconsciente en el suelo, pues no quería seguir observándolo.

Simplemente era muy doloroso estar allí pues sabía que no podría soportar verlo despertar y correr a los brazos de su mujer.

Por eso prefirió irse. Por primera vez en su vida huyó de él y sus propios sentimientos, aquellos que lo habían traicionado al hacerle amar a otro hombre, y peor aún, al que debía ser su peor enemigo.

Era mejor así pues él sabía que nunca podría tenerlo de la manera que quería.

Entonces el joven observó sus manos, en el instante en que invocaba a su poder y una diminuta llama púrpura se encendía en su mano derecha brindándole algo de luz y calor, haciéndolo sentir algo mejor, repentinamente dándose cuenta que su cuerpo estaba temblando a causa del frío.

Sus ojos se abrieron con asombro cuando sintió una debilidad repentina y vio que la llama que se agitaba con el viento disminuía su tamaño casi hasta desaparecer y tuvo que hacer acopio de una gran fuerza de voluntad para no permitir que ésta se extinguiera irremediablemente; el joven pelirrojo se vio a sí mismo jadeando, buscando bocanadas de aire con desesperación, tratando de no caer de rodillas allí mismo, en el suelo... cada vez con menos fuerza.

Pero, qué estaba pasando? Por qué se sentía tan mal de repente? Sería Orochi... una vez más la maldición tratando de mermar las escasas fuerzas que aún tenía?

No... esto se sentía diferente... se sentía... extraño...

Preso de una corazonada repentina, Iori levantó su rostro al cielo estrellado, que se oscurecía más de lo normal y no pudo creer lo que observaba: La Luna... su Luna desaparecía casi mágicamente, disolviéndose en la oscuridad, como si algo más la estuviera cubriendo... Y entonces comprendió todo. Estaba viendo un Eclipse.

Todo era producto del Sol, quien se interponía en la trayectoria de la Luna.

El Sol y La Luna... una vez más cruzándose en el mismo camino, luchando... Juntas, como aquella vez estuvieron Kyo y él.

Su debilidad debía ser producto del Eclipse, de la desaparición de la fuente de poder de su familia, pero aún así era raro... por qué ahora? Por qué allí? En medio de la nada, en medio de ese... sueño que estaba sufriendo, o pesadilla quizá era mejor llamarlo. Jamás le había pasado algo parecido y no creyó que esto fuera posible.

Cuando su llama finalmente se apagó entre sus dedos, un ruido a sus espaldas lo puso en alerta. Había algo detrás de él... alguien se aproximaba.

Diablos, se quejó empuñando sus manos... y justo ahora que estaba tan débil y no contaba con la protección de sus llamas. No sabía qué era lo que estaba pasando pero no se pensaba quedar con sus brazos cruzados, así que giró rápidamente...

... Sólo para encontrarlo, una vez más, después de tanto tiempo...

Inmediatamente sus ojos ahora rojos se posaron en los suyos, castaños... y ambos temblaron ligeramente a causa de la sorpresa y el asombro y otro sentimiento más profundo, más intenso, más... perturbador que volvía a aflorar en sus corazones después de tanto tiempo de ausencia, pero igual a la primera vez que se vieron, igual a la primera vez que sus ojos llenos de odio se encontraron... exactamente igual, pues el tiempo no había pasado para ninguno de los dos.

Iori se quedó embelesado observando al joven que había llegado, surgido de la nada. Sus cabellos castaños agitándose suavemente por el viento, su hermoso rostro, las mismas ropas que siempre llevaba puestas cuando pretendía luchar, seguramente con el símbolo de su familia en su espalda. Vio sus manos cerradas en puños, temblorosas, como sus ojos... esos ojos que no habían cambiado nada y eran igual de profundos e igual de mágicos, con aquel no-sé-qué que nunca había podido definir con palabras pero que aún ahora eran capaces de hacerlo estremecer, como lo estaban haciendo en ese instante...

Posteriormente notó la mezcla de rabia y dolor que podía ver en ellos, la... tristeza. Y por un instante pensó que el otro iba a llorar, aunque se negó a creer en ello.

Por qué habría de hacerlo?

Entonces retrocedió dos pasos, cuando el otro joven quiso aproximarse, sus labios entreabiertos tratando de decirle algo, aunque no saliera ni una sola palabra y vio a su rostro girar con evidente pesar al ver su rechazo.

Iori suavizó un poco su mirada al percatarse de su decepción, aunque en seguida volvió a endurecerla y entonces rompió el incómodo silencio entre ambos:

"Qué rayos haces aquí, Kusanagi?".

"Es lo mismo que yo quisiera saber... es que ni en mis sueños puedo librarme de ti?!".

Iori pestañeó varias veces, sorprendido.

Sus... sueños? Había dicho... sus sueños...? Pero si el que estaba soñando era ÉL, por todos los cielos!!

Kyo estaba tan molesto que apenas podía respirar.

OTRA VEZ VOLVÍA A VER A IORI EN SUS MALDITOS SUEÑOS...!

Por qué?! Gritó su corazón, lleno de dolor. Por qué se atormentaba de esa forma?!

Yagami se había marchado hacía varios años sin importarle nada, ni su rivalidad impuesta desde siempre, la lucha, la guerra de clanes, ni... él. Simplemente había desaparecido de la faz de tierra y sin importar cuánto lo había buscado, nunca había podido encontrarlo. NUNCA!

El idiota se había ido sin darle chance de hablar con él...! sin darle la oportunidad de confesarle sus verdaderos sentimientos...! Y lo había odiado por eso! Por dejarlo solo! Tan... solo... y ahora sólo podía verlo en sueños... sólo podía soñar con él, como lo hacía ahora... pero ya no quería soñar! Quería tenerlo, realmente quería estrecharlo en su brazos y que TODO fuera cierto...!

La risa del pelirrojo lo volvió a la realidad.

"No tengo idea de qué está pasando aquí, pero eres el que perturba mis sueños, así que quiero que te vayas... AHORA!", le exigió dándole la espalda pues ya no soportaba... verlo.

Y entonces fue el turno de reír de Kyo, quien aprovechó de aproximarse un poco más, viendo al cielo, al Eclipse que ya casi se completaba y a sus manos, notando cómo sus fuerzas había disminuido a causa de ello, suponiendo que a Iori debía estarle pasando lo mismo y que quizá esto le daría la oportunidad de... hacerlo suyo, aunque sólo fuera en sueños, ya ni esto le importaba.

Iori notó esto y rápidamente giró y trató de retirarse. No esperaba que Kyo fuera en contra de sus deseos, pero fue demasiado lento e inesperadamente se vio atrapado en los brazos de su rival, que aún sonreía.

La maldición presente en su sangre lo había vuelto más débil de lo que esperaba y por más que quiso y trató no logró librarse de esos brazos fuertes y de su mirada, ahora lasciva.

"Te. Dije. Que. Me. Dejarás en PAZ, KUSANAGI...!".

El otro sonrió más abiertamente, sintiendo los esfuerzos infructuosos de Yagami por apartarse, aunque una parte de su interior sintió temor también, al sentir su extrema debilidad. Por qué Iori estaba tan débil...? Le pasaría algo malo, quizá estaría enfermo...?

Nah, no podía estar enfermo en sueños, cierto? Así que encogiéndose de hombros decidió seguir su juego hasta el final, antes que el alba lo hiciera despertar en medio de la soledad que era su vida ahora, la soledad en que lo había dejado Iori.

"Eso ni lo sueñes... Iori...".

La sensualidad con la que Kyo pronunció su nombre hizo temblar a Iori, pero su orgullo jamás le permitiría ceder.

"Aléjate de mí, bastardo!!".

"Oh... yo no creo que en realidad quieras eso...".

"Qué quieres decir, estúpido?!".

"Que tú en realidad no quieres que me aleje... te gusta esto –dijo, mientras una de sus manos recorría inesperadamente su espalda- te gusta que te toque, no es cierto, Iori? Tú no quieres que te deje otra vez, NO ES VERDAD?!".

Yagami se mordió el labio tratando de no gemir por esa caricia, que se volvía más y más apasionada, pero, no... no podía ceder! ESTO DEBÍA PARAR!

"N-no... yo quiero que pares y te vayas!", balbuceó, ladeando su mirada para no encarar la suya y flaquear.

Como respuesta, Kyo subió su mano hasta sus cabellos, entrelazándolos con sus dedos y obligándolo a mirarlo fijamente, sus alientos agitados encontrándose en el reducido espacio que aún había entre ambos, espacio que Kyo acortaba lentamente, disfrutando enormemente la mirada furiosa y humillada de su rival.

Sabía que Iori no soportaba sentirse dominado, pero Kyo no pudo ni quiso evitarlo. Si ésa era la única forma de tenerlo, él no la iba a desaprovechar por nada del mundo...

Con los últimos recodos de fuerza, Yagami trató de desviar su mirada una vez más, pero fracasó.

"No te resistas a esto, Yagami... sabes que lo deseas tanto como yo".

"NO...!", sus palabras fueron detenidas cuando su boca se cernió sobre la suya completamente, devorando todo aquello que el otro quisiera decir, acallando de una buena vez todas sus protestas.

Yagami luchó un poco más, sus ojos completamente abiertos por la sorpresa, más aún cuando el otro joven introdujo su lengua dentro de su boca. Cómo se atrevía a hacerle eso a él...?! Maldito Kusanagi, por qué lo humillaba de esta forma...?!!

Pero entonces realmente comprendió su última frase... cuando le dijo que él lo deseaba tanto como Kyo... acaso era realmente cierto? Sería verdad que Kyo lo deseaba? A él, Yagami Iori, su rival a muerte...?

Quiso creer que sí... que finalmente ambos compartía el mismo sentimiento, aunque todo fuera el producto de un sueño alocado y sin sentido, al menos era su sueño, su anhelo, su única posibilidad de hacerlo realidad... y ya nada importó después de eso, así que cerró sus ojos y se abandonó a ese beso tan apasionado que Kyo le brindaba... ese beso que había estado esperando compartir con su enemigo desde que lo conoció y se enamoró tontamente de él...

Oh, sí, qué tonto había sido al querer algo que estaba destinado a destruir.

Pero sus manos, las mismas que debían acabar con su vida se negaban a obedecer, en su lugar, abrazaron a Kyo, subiendo y bajando lentamente en suaves caricias, avivando el beso que aún los mantenía fuertemente unidos.

Kyo sonrió al sentir cómo poco a poco comenzaba a ser correspondido por el otro. Cómo Iori cedía al placer y la dicha de esta unión, queriendo que se prolongara por siempre, sus lenguas aún explorando la boca del otro... y repentinamente abrió sus ojos cuando su rival abrió sus piernas con las suyas, lentamente, posicionándose entre ellas. Quiso romper entonces el beso para saber sus intenciones, pero entonces notó, ya demasiado tarde para evitarlo, que una de sus piernas se enroscaba en la suya, haciéndole perder el equilibrio.

Un quejido de dolor se escapó de sus labios cuando cayó de espaldas y sintió que Iori caía sobre él, sus manos sujetando sus muñecas en sus costados, dejándolo inmovilizado. Y cuando el otro abrió nuevamente sus piernas, acomodándose entre ellas, presionando esa zona que ya comenzaba a endurecerse, cerró sus ojos momentáneamente tratando de contener un nuevo quejido, esta vez de placer.

Yagami notó su fuerte estremecimiento y esto lo divirtió enormemente.

"Qué sucede, Kusanagi? Yo pensé que querías jugar", se burló, haciendo que el otro lo mirara enojado, tratando de soltarse sin lograrlo, sin saber de dónde había logrado Iori esa fuerza repentina.

Luego sonrió; no quería darle el placer al pelirrojo de verlo perder el control. "Claro que quiero, pero no voy a dejar que inviertas lo papeles aquí"

"Ah, no?", insistió Iori, descendiendo sobre su cuello, oliendo y probando con su lengua, disfrutando los escalofríos que lograba en el cuerpo que tenía debajo suyo. Entonces lo mordió fuertemente, hasta hacerlo sangrar.

Kyo gritó, y por unos instantes perdió noción de todo lo que pasaba a su alrededor y sólo la risa de Iori lo volvió a la realidad, notando que esta vez su rival se había aprovechado de su distracción para sujetar fuertemente sus manos sobre su cabeza con una mano mientras la otra abría una a una los botones de su camisa.

Quiso oponerse pero estaba algo mareado, sólo sentía al líquido tibio descender y humedecer su cuello y hombro y la mano fuerte y caliente de Iori rozar esporádicamente su piel, aquella que iba quedando expuesta.

Los ojos de Yagami brillaron llenos de pasión y deseo mientras veía el pecho desnudo del otro. Tan suave... pensó, tan... deseable... y no pudo evitar más la necesidad de explorar ese cuerpo que había logrado dominar y ahora pensaba poseer, así que comenzó a recorrerlo, lentamente, mientras disfrutaba los quejidos de su enemigo allá arriba y sus vanos intentos de soltarse.

Pero soltarlo ahora era algo que él no pensaba hacer. No por ahora al menos.

Levantó su mirada, queriendo observar fijamente a Kyo, mientras continuaba recorriendo toda su piel, pues quería ver la expresión llena de placer en su hermoso rostro, a la par que escuchaba esos gemidos que trataba inútilmente de contener.

Kyo sintió que ya no lo podría soportar mucho más tiempo. Iori lo enloquecía con sus caricias y él también necesitaba desesperadamente pode tocarlo como él lo hacía, poder sentirlo como él lo hacía...

"Ya suéltame, Yagami...", le exigió, aunque su petición sonó más a una súplica que otra cosa.

"Hum... pero, por qué? Si así lo estamos pasando muy bien, no te parece? O acaso quieres un poco más...", le dijo, la punta de sus dedos deteniéndose súbitamente en uno de sus pezones, acariciándolo y pellizcándolo de vez en cuando a propósito y haciendo que Kyo gimiera fuertemente.

Y cuando los labios de Iori descendieron sobre el otro pezón y lo tomó dentro de su boca tibia y húmeda, al tiempo que su mano trabajaba aún sobre el otro, fue demasiado para el joven líder del clan Kusanagi. Todo su cuerpo se estremeció mientras sus ojos se cerraban y su cabeza se inclinaba hacia atrás...

Y mientras el pelirrojo seguía jugando y chupando y mordiendo ese delicado capullo, su mano dejó de pellizcar el otro y comenzó a descender marcando un camino con la punta de los dedos sobre la piel suave hasta que llegó a sus caderas, y luego siguió al centro, directo al cierre de sus pantalones.

Aún embriagado de placer, Kusanagi notó esto y alzó su rostro, justo a tiempo de ver cómo el pelirrojo abría sus pantalones y tomaba su excitación con su mano, comenzando otro juego, quizá más despiadado que el primero, en un principio con un suave toque y luego más fuerte, cada vez más rápido.

Todo su cuerpo convulsionó y su cabeza comenzó a girar presa del mareo, sus ojos cerrados nuevamente y su respiración agitada, sentía que el placer intenso le impedía moverse e incluso gemir... en un instante creyó que moriría a causa de ello.

Esto era demasiado... ya no podía pensar ni respirar... ya no podía hacer otra cosa que no fuera sentir el contacto de esa boca y esa mano sobre él, y la necesidad de que ese toque continuara.

"Oh, sí, Iori... sigue... por favor...", rogó el joven, quizá sin darse cuenta.

Para Iori esta súplica fue un gran triunfo y entonces pensó que había llegado el momento de ir un poco más allá y ver hasta dónde era capaz de llegar su dulce Kyo... así que su boca comenzó a moverse, igual a como lo había hecho su mano, depositando pequeños besos sobre la piel a su paso, mientras su mano liberaba a Kusanagi, ahora completamente seguro que no se opondría a su voluntad.

Las manos de Kyo no se movieron ni un milímetro de donde Iori las había tenido prisioneras; ahora sólo podía seguir a su boca, el camino que suavemente recorría y saber cuáles eran sus intenciones, y él deseaba que esos labios carnosos llegaran rápidamente a su destino.

Iori sonrió un instante al vislumbrar el hermoso panorama y saber que ahora era completamente suyo, para hacer con él lo que quisiera. Y cuando Kyo volvió a suplicar por sus atenciones, no esperó más tiempo e introdujo todo en su boca.

La excitación en su propio cuerpo aumentaba mientras probaba cada pequeño pedazo de su miembro, subiendo y bajando, tratando de hacerlo lentamente, pues no quería que todo terminara tan rápido. Para Kyo era diferente; él necesitaba que el otro se diera prisa, así que movió finalmente sus manos, bajándolas hasta su cabeza, sujetando una vez más sus sedosos cabellos y obligándolo a tomarlo todo de una vez.

"Más... rápido...", imploró con su aliento entrecortado, sin dejarlo libre, marcando el ritmo deseado con sus manos.

Por una vez Iori quiso complacerlo, así que hizo lo que se le pedía, aunque no del todo, pues a tiempos no sólo chupaba sino que mordía, haciendo que el otro gritara, en medio de sus continuos gemidos, pero cuando éste levantaba su cabeza dispuesto a protestar, el otro avivaba sus caricias, obligándolo a caer otra vez de espaldas lleno de placer.

Kyo pensó que era para enloquecer... la forma en que era acariciado por Iori... la forma en que lo tomaba y hacía suyo... jamás pensó que fuera tan maravilloso, esa sensación que era pertenecer a alguien a quien realmente se amaba, era el sentimiento más intenso que pudiera recordar... y repentinamente quiso que Iori también lo supiera, quería que él conociera esa plenitud así que se levantó bruscamente y lo tomó de los hombros.

Dejando de lado los juegos y los insultos, cedió el lugar al amor... porque lo amaba, intensa y dolorosamente, lo amaba como no había amado a nadie en el mundo... y ahora sólo quería olvidar todo, a todos, que este amor era imposible... no quiso pensar en nada, sólo quería observar esos ojos profundos que mostraban tanta confusión y, aunque estaba seguro que jamás lo admitiría abiertamente, también miedo y fragilidad y anhelo de sentirse amado realmente... amado por él.

Y él quería amarlo... pensó, mientras acariciaba sus cabellos, su rostro, sus mejillas, sus labios y cuello... lo iba a hacer.

Esa noche ellos dejarían de ser los líderes de los clanes Yakuza Yagami y Kusanagi, para ser simplemente Iori y Kyo... sólo eso, nada más.

"No tengas miedo, mi amor... sólo quiero demostrarte lo mucho que significas para mí... lo mucho que te amo...", le susurró, antes de tomar sus labios nuevamente.

Iori estaba más que sorprendido con la nueva actitud de Kyo, estaba... feliz, aunque las palabras no pudieran describir completamente la plenitud de los sentimientos que lo inundaron en ese momento.

Con una tranquilidad pasmosa, ambos comenzaron a quitarse las ropas, cada uno las de el otro. La camisa y los jeans, y finalmente su ropa interior. Cuando estuvieron desnudos, Kyo depositó tiernamente a Iori sobre el césped y esta vez fue su turno de posarse sobre él.

Más besos profundos y suaves caricias; ahora que habían superado todo obstáculo, no había nada que impidiera que ambos se disfrutaran plenamente, apasionadamente...

En un instante Iori tomó el rostro de su amante al sentir sus suaves lamentos y notó que a pesar de sus esfuerzos, éste lloraba. No quería hacerlo... de veras que no... pero no pudo evitarlo.

Y cuando Iori lo interrogó con la mirada, Kyo sólo pudo decir: "Me hiciste mucha falta... estos años sin ti... creí morir... así que no te atrevas a marcharte de nuevo, lo escuchaste, idiota?!".

Iori sonrió enternecido y asintió. "No... lo prometo, nunca más..." y volvió a besarlo.

Kyo supo que eso era lo más cercano a un "Te amo" que obtendría de Iori, pero no le importó, pues ahora estaba seguro que él también lo amaba... y esta verdad, ese beso que ahora le daba, eran más importantes que mil palabras juntas, y nunca había sido tan feliz.

Pero el deseo no desaparecía y cada vez su necesidad de poseerlo aumentaba hasta casi ser insoportable, así que separó sus muslos mientras lo observaba fijamente, infundiéndole tranquilidad, que él supiera que no pensaba hacerle daño... y finalmente entró dentro de Iori.

El pelirrojo jadeó en una mezcla de dolor y placer intenso, mientras Kyo seguía invadiendo su cuerpo, cada vez más y más adentro de su estrecho pasaje, cada vez más y más deseoso de llegar hasta el límite, llegar hasta el final dentro de él.

Se detuvo un momento, permitiendo que su pareja se acostumbrara a la sensación, mientras se abrazaban con fuerza, jadeantes, y luego Iori comenzó a moverse, deseando seguir adelante, sentir más... y Kyo lo complació, comenzando a salir y a entrar de su cuerpo, cada vez más deprisa, cada vez con más pasión.

Iori se pegó al cuerpo de Kyo, sus ojos fuertemente cerrados, jadeando y gimiendo ante las embestidas que sentía dentro de su cuerpo... todas ellas eran tan apremiantes... tan dolorosamente insoportables... tan deliciosas...

Ya no pudo soportarlo más y finalmente su pasión explotó entre ellos, mientras que Kyo seguía entrando y saliendo, hasta que él también llegó al límite e inundó a Iori con el fruto de su pasión mientras se perdía en la mágica sensación del orgasmo.

Luego todo fue respiraciones agitadas y sonrisas que quedaron grabadas en los rostros de ambos jóvenes mientras que aún sentían la sensación del clímax en su interior. Kyo cayó de espaldas e inmediatamente atrajo a Iori para cobijarlo en sus brazos, pues ahora podía sentir nuevamente el frío de la noche.

Iori se recostó en su pecho, sus ojos comenzando a cerrarse, al igual que los de su amante y no pasó mucho tiempo antes de que se quedaran dormidos, sus cuerpos sudorosos aún fuertemente entrelazados.

Y por primera vez en sus vidas, pudieron dormir tranquilamente pues finalmente el futuro era algo que no les importaba. Para ellos no existía el mañana ni después...

Sólo importaba el aquí y el ahora y el amor que sentían el uno por el otro y la certeza de que, sin importar lo que pasara, eso sería algo que nadie les podría arrebatar jamás.

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Mi primera historia de King of Fighters!
Finalizado el 27 de Agosto de 2001

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Los personajes pertenecen a SNK
"Eclipse" es propiedad de Raquel &
IorixKyo Archive
Noviembre, 2001

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