Eclipse

by Raquel

Capítulo 2.- Only Realities

Hoy, en un sueño te encontré,

como un loco te besé,

y estrenamos nuestro amor.

Hoy, lejos de la realidad,

conocí la eternidad,

en un abrazo tuyo.

Estaba despierto pero sus ojos permanecían cerrados; aún se sentía cansado y le hubiese gustado dormir un poco más, pero estaba tan feliz que no quería desperdiciar un solo instante, si podía estar junto a su amor. Los momentos compartidos a su lado habían sido los más maravillosos de su vida y anhelaba más que nada volver a repetirlos, una y otra vez, por el resto de su vida... y más aún, de ser posible.

El joven de los ojos castaños sonrió el pensar en el pelirrojo. Quizá dormía aún, y él sería lo primero que vería al despertar. Lo recibiría con su rostro feliz, aún envuelto cálidamente entre sus brazos y se aseguraría de que no se moviera de esa posición en un buen rato.

Seguramente protestaría, pero de ninguna forma se dejaría convencer.

Suspiró mientras decidía que ya era el momento de abrir sus ojos y volver a la realidad, aunque esta vez no era doloroso pensar en ello; mientras estuviera junto a Iori, tendría ganas de vivir y seguir adelante...

Levantó sus párpados mientras trataba de sentir a su joven pareja a su lado, pero... no pudo hacerlo. Sus brazos desesperados recorrieron todo espacio a su alrededor sólo para descubrir que estaba solo... una vez más. También notó que estaba vestido y su cuerpo se encontraba recostado en una cama. Posteriormente sintió la calidez que le brindaban las sábanas suaves que lo cubrían.

Cuando su vista se aclaró lo suficiente, descubrió que se encontraba en su habitación. Era de noche pero la luz de la Luna entraba a través de las puertas semiabiertas que daban al balcón, en hermosos rayos plateados resplandecientes y las cortinas transparentes eran mecidas suavemente por el viento, formando sombras extrañas en las paredes y en el techo. Vislumbró todas las siluetas conocidas que representaban cada uno de los viejos muebles de su cuarto y sintió el mismo olor a encierro que tanto odiaba; las mismas ropas desperdigadas en el suelo que había visto antes de ir temprano a la cama, sin molestarse en levantarlas...

Ahora podía recordarlo todo, aunque no quería hacerlo.

Kyo cerró sus ojos con fuerza y giró en la cama, lleno de dolor y desesperación. No podía creerlo... no quería creerlo... pero la realidad cayó sobre él, más pasada que el plomo, oprimiendo su pecho.

Estaba solo, en su habitación de la mansión Kusanagi y sin Iori.

Todo había sido un sueño...

No era la primera vez que Kyo soñaba con su rival. Realmente solía encontrarlo con frecuencia en sus sueños, besándolo y abrazándolo, diciéndole lo mucho que lo amaba... poseyéndolo, pero siempre supo que era una ilusión. Incluso mientras soñaba, sabía que era falso; sólo eran las jugarretas mentales de un joven que moría día a día de amor y añoranza y soledad, pero esta vez había sido diferente... esta vez había sido tan real... De veras creyó que había encontrado a Iori y había hecho el amor con él... por Dios, juraría que podía sentir su fragancia impregnada en toda su piel, igual a como había pasado en su sueño... era para enloquecer.

Giró una vez más entre las sábanas ahora revueltas y lentamente se puso en pie; sus cabellos desordenados cayendo libremente sobre sus ojos vidriosos y se acercó a la ventana. Quería ver la Luna, pues era lo más cercano a Iori que podía tener en esos momentos y él necesitaba sentirlo cerca; revivir una vez más la ilusión de su compañía, pues si no lo hacía sentía que moriría de tristeza.

Sus manos temblorosas rozaron los cristales fríos de su ventana mientras levantaba su rostro y vislumbraba el símbolo de sus mayores enemigos brillar majestuosamente en el cielo. Kyo pensó que era hermosa... aquello que debía causar repulsión por ser el estandarte de todo lo que se vio obligado a odiar desde chico, sólo produjo admiración y nostalgia.

Entonces pegó su frente al cristal y permitió a sus labios dejar escapar un lamente ahogado.

"Iori... dónde estás...?".

Y como si la Luna respondiera a su pregunta, comenzó a desaparecer. Kyo abrió sus ojos desmesuradamente, incrédulo... esto era imposible!

Estaba viendo un Eclipse! Igual a su sueño!

Asustado, el joven dio dos pasos hacia atrás, ocultándose en las sombras, totalmente confundido. No... era demasiada coincidencia que justo ahora se produjera un Eclipse. Algo extraño sucedía y el joven no lograba entenderlo; sólo sentía su respiración agitada y a su corazón latir con fuerza y la certeza de que esto era un presagio. De alguna forma inexplicable sabía que si salía y buscaba al pelirrojo podría encontrarlo... y si lo hacía ya jamás se separaría de él...

Quizá fuera una locura, pero nunca había estado tan seguro de algo en su vida... y necesitaba desesperadamente poder tener a Iori en sus brazos y hacer realidad todos sus deseos, así que corrió a la cama y rápidamente se calzó sus botas; afortunadamente se había quedado dormido vestido y esto le ahorraría tiempo así que sólo tomó su chaqueta del respaldar de la silla que se encontraba en su escritorio y se apresuró a la salida.

Sin embargo, apenas colocó su mano en la perilla de la puerta de su habitación, fue detenido por una voz profunda y molesta a sus espaldas.

"A dónde crees que vas a esta hora, Kusanagi Kyo?".

El joven giró en seguida, sus ojos castaños completamente abiertos a causa de la sorpresa. "Padre?!", exclamó, mientras veía la silueta de un hombre emerger lentamente de las sombras, completamente silencioso.

Era Kusanagi Saisyu.

El hombre se detuvo frente a la ventana, mirando fijamente al exterior, su rostro totalmente inexpresivo y sus brazos cruzados. "Te pregunté a dónde ibas, Kyo? Es muy tarde ya, no lo crees?".

Kyo pestañeó dos veces y reprimió el impulso de brotarse los ojos para comprobar que no estaba viviendo una pesadilla esta vez. Qué demonios hacía su padre allí?! Jamás lo visitaba de noche y justo ésa tenía que comenzar?! Maldición...!

Pero no podía permitir que notara su nerviosismo o estaría perdido. "Y desde cuándo te interesa lo que haga, más allá de cumplir tu deseo de matar a los Yagami?", susurró, lleno de cinismo, escuchando la leve sonrisa de su padre en respuesta.

"Deberías tenerme más respeto... " dijo, levantando su rostro al cielo, directo al eclipse. La Luna... pensó; esa noche era exactamente igual a la otra... El recuerdo fugaz de unos hermosos cabellos pelirrojos bailando con la brisa, y sus dedos enredándose cariñosamente en ellos le hizo cerrar los ojos fuertemente, negándose a revivir una vez más esos recuerdos que habían calado tan profundamente en su corazón.

Te amo, Saisyu...

Desvió bruscamente su mirada; no quería seguir observándola pues verla era revivir esas imágenes, su olor, la calidez de sus brazos rodeándole, su... amor, y no podía permitir que ese dolor tan conocido volviera a él en esos momentos. Era imprescindible que detuviera a Kyo.

"Has soñado con él, no es cierto?", quiso saber, ocultando sus emociones.

El joven abrió sus ojos un poco más, cada vez más nervioso e inquieto. Necesitaba irse ya!!

"De qué hablas? No entiendo!".

"LO SABES BIEN! HAS SOÑADO CON IORI...!", le gritó, mirándolo fijamente y comenzando a acercase a su hijo con pasos lentos y amenazantes. "Lo viste en tus sueños... hiciste el amor con él y ahora quieres ir en su búsqueda para poseerlo realmente...".

Kyo apretó fuertemente la mano que aún sostenía su chaqueta y luego la dejó caer al suelo, mientras retrocedía hasta que su espalda chocó contra la puerta. Bajó su mirada, sin poder decir nada. Quizá su padre había escuchado cuando había llamado a Iori unos instantes antes y por eso pensaba así...

Se sobresaltó cuando sintió una mano acariciar su mejilla y luego cuando ésta bajó hasta su cuello, obligándolo a levantar su rostro, sintió que comenzaba a temblar. Aún a pesar de los años y todos los resentimientos acumulados, Kyo seguía temiéndole a su padre, incluso cuando el contacto era suave, no lo podía evitar. Era más fuerte que él mismo, y el otro lo notó en seguida, sonriendo y acercándose un poco más, mientras su otra mano subía hasta sus cabellos y los acariciaba.

"Pobre Kyo... –susurró, para completo estupor del joven, que se sentía paralizado por la cercanía de Saisyu- de veras piensas que Iori puede ser tuyo...? Oh, no... créeme, eso nunca va a pasar...".

Furioso por estas palabras, Kyo empujó a su padre lejos, pero éste en seguida volvió sobre él incrustándolo nuevamente contra la puerta, con violencia. Delicadeza, era una palabra que no pasaba por su mente en esos momentos. Una de sus manos lo mantenía inmóvil en esa posición, apretando fuertemente uno de sus hombros, sabiendo que lo lastimaba, mientras la otra volvía sobre su rostro y cabello... notando que el chico desviaba su mirada, tratando de contener un gemido de dolor.

Entonces prosiguió: "... nunca podrás tener a Iori por la sencilla razón de que yo no lo pienso permitir, me comprendes, chiquillo?".

"DÉJAME..!", exclamó el muchacho, lleno de desesperación y completamente decidido a demostrarle a su padre que estaba equivocado, mientras lo empujaba una vez más, con mucha más fuerza, lanzándolo lejos. No esperó un segundo y en seguida volteó y abrió la puerta dispuesto a escapar... ya no podía esperar a encontrar a Iori, pues la agonía de estar lejos de él era imposible de soportar.

Pero el hombre se levantó y corrió al encuentro del chico, cerrando la puerta bruscamente con su puño encendido en llamas escarlatas, deseoso de desquitarse por el golpe tan atrevido de su hijo. Castigar su rebeldía, haciéndole saber que todo intento de huída sería inútil. "TE DIJE QUE TE QUEDARAS AQUÍ...!".

"MÁS TE VALE QUE ME DEJES PASAR PUES LLEVO PRISA, ME ESCUCHAS, MALDITA SEA?!!", le exigió, mirándolo directamente a los ojos, como nunca antes lo había hecho, sus puños cerrados temblando por la rabia.

Saisyu rió abiertamente. "Así que el hijo finalmente se rebela en contra de su padre, eh? No importa, el resultado será el mismo de cualquier forma".

"No comprendo qué dices, pero no me importa! Ahora quítate de enfrente de una vez antes que termine de perder la paciencia!".

"Y entonces qué harás? Atacarás a tu padre para ir en busca del pelirrojo?".

"De ser necesario... sí, lo haré", dijo un Kyo totalmente decidido al que ya no le interesaba nada, ni siquiera que su padre supiera la verdad de sus sentimientos. Al diablo con todos, incluyéndolo a él...! No tenía idea de cómo se había enterado de todo, incluso de su sueño, pero no se molestaría en averiguarlo. Ya estaba harto y no dejaría que su padre lo obligara a perder su oportunidad de estar junto a Iori. ESO NUNCA!

Saisyu se sorprendió por esas palabras, pues a pesar de lo rebelde que había sido Kyo desde su infancia, de alguna forma siempre había podido dominarlo, pero esta vez mostraba una determinación única y una firmeza que, sabía, sería muy difícil de quebrantar. Difícil, mas no imposible... concluyó el viejo líder del clan Kusanagi clavando su mirada furiosa en los ojos desafiantes de su hijo.

"Así que era cierto... de alguna forma, siempre lo supe... la forma en que te negabas a atacar a los Yagami, negándote a matar a Iori, aún cuando tuviste la oportunidad de hacerlo... Lo hiciste por amor! PORQUE AMABAS A ESE BASTARDO!".

Kyo asintió y aunque sentía que sus piernas temblaban, no desvió su mirada un segundo. Hacerlo sería mostrar una vergüenza que no sentía, y no se humillaría ante su padre por nada del mundo. "Es verdad. Desde hace mucho tiempo que amo a Iori, es mejor que lo sepas de una vez! La guerra de clanes termina aquí, lo oyes?! No pienso volver a pelear con ellos nuevamente!".

"DE NINGUNA MANERA...!", bramó el mayor. "La guerra de clanes no termina hasta que YO lo diga, y no estoy dispuesto a que acabe así nada más... he sacrificado mucho por ella y no me rendiré hasta ser el vencedor!".

"Pues entonces lo harás TÚ en persona, porque yo no pienso seguir siendo tu arma de venganza. No dejaré que vuelvas a utilizarme nuevamente...!", respondió Kyo, girando hacia la puerta y abriéndola.

Pero entonces, una llamarada escarlata explotó en su espalda, quemándolo y empujándolo hacia delante, obligándolo a caer de rodillas. Kyo gritó a causa del dolor y la sorpresa, sintiendo el olor de su propia carne chamuscada, preso de una ira inimaginable, sin creer que su propio padre lo atacara por la espalda como el mayor de los cobardes.

En medio de su respiración entrecortada y el ardor intenso que sentía, logró entreabrir sus ojos cuando sintió la presencia de su padre a su lado, y entonces levantó su mirada llena de odio hacia él, demostrándole que a pesar de sus heridas, no se iba a rendir. No cambiaría de parecer aunque fracturara todos sus huesos o se viera sumergido en las llamas malditas de su familia.

Saisyu se arrodilló a su lado y tomó a Kyo del cuello de su sudadera, obligándolo a ponerse nuevamente en pie, sin ninguna compasión por la profunda quemadura que había causado en el joven de su propia sangre y lo lanzó contra la cama. A pesar que lo intentó con todas sus fuerzas, Kyo no pudo evitar gritar nuevamente cuando su espalda malherida chocó contra el colchón. Su mente vagaba entre la conciencia y la inconciencia, mientras sentía cómo su padre cerraba nuevamente la puerta tras de sí y ponía el seguro.

"Si no fueras tan necio no te hubiera atacado, Kyo, pero debes aceptar que aquí el que manda soy YO!".

"Eso nunca...! Ya no más... no eres mi dueño y haré con mi vida lo que quiera...!", aseguró Kyo, poniéndose dificultosamente en pie. En seguida adoptó una pose de pelea, mientras una pequeña e incandescente llama escarlata bailaba en su mano y aumentando de tamaño lentamente, iluminando a la habitación que había estado en penumbras.

Saisyu agitó su cabeza molesto cada vez más, agotada toda su paciencia. Haría entender a Kyo a como diera lugar, y si no lo obedecía por él mismo, quizá lo haría por la persona a la que amaba...

"Harás lo que te digo, si es que quieres que ese Iori siga viviendo...".

En seguida la llama de Kyo se extinguió por la sorpresa. "Q... qué?".

"Lo que escuchaste –dijo el hombre, mientras una vez más se acercaba a la ventana. El eclipse estaba en toda su plenitud y esto lo enfureció- Sabes la noticia que me han traído nuestros ninjas? –no esperó una respuesta para proseguir- que tu queridísimo Iori está enfermo... cada vez más débil por la maldición que lleva en sus venas... la maldición de Orochi...".

Kyo no dijo nada, pero en seguida una de sus manos buscó el apoyo de su mesita de noche para no caer al piso y cerró sus ojos con fuerza, repentinamente mareado.

Iori enfermo? Iori débil...por la maldición de Orochi...?

No, no podía aceptarlo; quizá de cualquier otra persona en el mundo podría creerlo, pero no de Yagami Iori... Él era un hombre poderoso, invencible! Ni siquiera Orochi había podido doblegar su voluntad, y lo iba a hacer una simple enfermedad?!

Pero entonces, recordó la debilidad que había sentido en Iori, cuando estuvieron juntos durante su sueño y de alguna forma supo que era cierto. Esta certeza le hizo sentir mucho miedo, por el pelirrojo... y frustración, porque no podía estar a su lado para darle su apoyo y su amor.

Repentinamente se sintió cansado, muy cansado... así que se dejó caer pesadamente sobre la cama. Su espalda sintió el brusco movimiento y protestó con nuevas e intensas oleadas de dolor, pero esto ya no le importaba al joven. Su cabeza estaba inclinada hacia delante, sus ojos mirando fijamente la alfombra persa a través de sus cabellos revueltos, sus zapatos, las sábanas que habían caído de la cama, cualquier cosas con tal de no mirar a su padre; no ver la expresión de triunfo que debía tener en ese momento...

Saisyu notó el cambio de sentimientos en su primogénito, desde la negación y la certeza de que todo era mentira, pasando por la incredulidad y asombro y finalmente la aceptación... Ahora podía verlo tirado sobre su cama y sabía exactamente lo que debía estar sintiendo, pues él mismo había experimentado las mismas sensaciones en algún momento de su vida: El dolor y el temor... y la derrota. Nunca había visto a su hijo tan débil e indefenso... incluso sentía que su ki estaba realmente bajo y tuvo que contenerse con todas sus fuerzas para no correr a su encuentro y tomarlo en sus brazos y consolarlo. Decirle que todo iba a estar bien...

El dolor de Kyo era su dolor también, aunque probablemente su hijo lo odiara en esos momentos. Pero él no sabía que lo hacía por su bien, únicamente por su bienestar... para ahorrarle un dolor infinitamente superior después.

Sabía que hacía lo correcto y no podía dar marcha atrás ahora. Debía seguir a como diera lugar, así que volvió a esconderse detrás de su mascareta de cinismo e indeferencia pues allí siempre se sentía a salvo de todos y de él mismo y del dolor que había sentido por años y años... más allá de los que podía recordar.

Pero, a pesar de todo, él había sobrevivido y seguido con su vida y estaba seguro que Kyo también iba a hacerlo, así que prosiguió:

"Si yo mandara una legión de nuestros ninjas en busca de Iori estoy seguro que, en sus condiciones actuales no podría defenderse, y sería derrotado... si yo quisiera, lo mataría ahora mismo... Está tan débil que ya no te necesito a ti para quitarlo de mi camino... PERO DESDE QUE NACISTE ESPERÉ QUE CUMPLIERAS TU DESTINO, COMO EL FUTURO LÍDER DEL CLAN KUSANAGI QUE ERES!".

Kyo se sentía tan débil que no pudo ponerse nuevamente en pie. Sus escasas fuerzas sólo sirvieron para lanzar una amenaza y permitirle a sus manos aferrarse a las sábanas de su cama: "Si lo lastimas de alguna manera... yo también moriré, pero no sin antes matarte con mis propias manos, LO ESCUCHASTE?!".

Saisyu sonrió amargamente. "Y crees que eso me importa? –preguntó, para completo asombro de Kyo- prefiero morir que enfrentar la deshonra de tener un hijo viviendo junto a un Yagami...! Así que tú decides, Kyo! En tus manos está el destino de todos nosotros! Pues, créeme, no podrías detenerme antes que le dé la orden final a nuestros ninjas!".

El silencio reinó en la habitación durante algunos segundos que fueron un infierno para las dos personas que se encontraban en la habitación. Kyo sin poder creer que el destino de los Yagami y los Kusanagi había caído repentinamente sobre sus hombros... y que ahora su mundo se reducía a tomar una decisión. Sólo había dos opciones, ambas igualmente terribles.

Por una lado, no soportar la idea de renunciar a Iori para siempre. Si lo hacía, qué quedaría para él? No tendría motivos para seguir viviendo... pero tampoco podía negarse y permitir que lo asesinaran. No así, de esa manera... sabía que el pelirrojo no podría soportar morir de esa forma tan cruel, valiéndose de su enfermedad... si debía pasar, esperaba que fuera al menos durante una pelea digna y justa, con él, por sus manos... pero ni siquiera esto le era permitido ahora...

Y bien, Kyo, qué decides?", insistió Saisyu, sólo para escuchar las palabras agónicas de un joven consciente de que, sin importar lo que eligiera, una parte muy importante de él mismo moriría esa noche, para siempre...

"Qué quieres... a cambio de no hacerle daño a Iori...?".

~*~

cómo me duele saber,

que esto es algo que sólo soñé,

nos desgarramos de placer.

Una promesa quedó,

Nos juramos lealtad sin testigos,

Comprometimos el alma.

Iori despertó y se incorporó bruscamente en la cama. Su respiración era agitada y por un instante no recordó dónde estaba y qué había pasado, más allá de los recueros vagos de un extraño sueño. Por su mente pasaban veloces imágenes, fugaces... un bosque y la luna y la calidez de un cuerpo a su lado... no, un cuerpo sobre él, poseyéndolo... amándolo y llenándolo de una felicidad superior a ninguna otra que hubiese experimentado antes.

Pero no podía recordarlo... por más que quiso, fue imposible. El pelirrojo se llevó una mano a su rostro sudoroso; no podía detener esas escenas que se repetían una y otra vez ante sus ojos, mezcladas con intensas luces incandescentes... ya no quería verlas, pues era sumamente doloroso. No lo soportaba...

Paren, ya!, gritaba interiormente, desesperado... pero no podía, no podía!... y esas luces comenzaron a causarle un terrible dolor de cabeza.

Finalmente abrió sus ojos y descubrió que se encontraba en su habitación de la mansión Yagami, sumergido en una absoluta oscuridad que agradeció profundamente. Su dolor aumentaba progresivamente, causándole nauseas. Incluso el ruido de las ramas secas de los viejos árboles golpeando frente a su ventana era una tortura, así que decidió levantarse e ir a la ventana, pues quizá el aire fresco le ayudara a sentirse mejor.

Cuando las abrió de par en par, sintió a la fría brisa de la noche rozar su rostro. El dolor continuó, pero el olor de la vegetación de los jardines y del bosque a lo lejos fue reconfortante; era un aroma conocido desde siempre, familiar y querido, así que se abandonó a esa sensación unos instantes, disfrutando de ese momento de paz, pues sabía que realmente eran muy escasos.

Pero, entonces, tuvo una extraña sensación... como si viviese un deja vù... un estremecimiento que erizó sus cabellos le hizo alzar su rostro al cielo, a la Luna... su inseparable compañera de toda la vida y tuvo que aferrarse con todas sus fuerzas al marco de su ventana para no caer al suelo, cuando la vio desaparecer poco a poco, producto del Eclipse.

Verla fue recordar todo... sintió como si un velo oscuro se hubiese abierto en lo más profundo de su mente, dejando al descubierto todas las imágenes ordenadas en su secuencia correcta, dándoles un sentido, un significado a cada una de ellas... y velozmente pudo ver toda la película de principio a fin, obligándolo a revivir nuevamente aquellos momentos con la misma intensidad de la primeras vez, como si estuviesen pasando por primera vez... la dicha y el alivio de haberlo reencontrado... la forma en que se había entregado a él sin contemplaciones, dejándose amar plenamente como jamás lo había hecho... recordó la felicidad abrumadora que sintió cuando estuvo con...

"Kyo...".

Aquello fue demasiado para el organismo debilitado del pelirrojo y colapsó irremediablemente; llevó sus manos a su cabeza, sus largos y delgados dedos perdiéndose entre sus sedosos cabellos rojos, asaltado por un dolor intenso, insoportable... perdido todo punto de apoyo y sin fuerzas, el joven comenzó a caer de espaldas sin poder evitarlo y cuando pensó que chocaría contra el suelo, sintió que una manos grandes y fuertes se aferraron a sus brazos y lo sostuvieron, ayudándolo a incorporarse nuevamente.

Lentamente, Iori abrió sus ojos y en un impulso involuntario se soltó del agarre que aún ejercían sobre sus miembros, girando. Sin importar quién fuera, a él nunca le gustaba darle la espalda a ninguna otra persona, pues esto representaba brindar un ventaja que no estaba dispuesto a dar; esa fue una de las primeras lecciones que debió aprender desde chico durante sus entrenamientos.

"Estás bien, Iori?".

El joven reconoció esa voz al instante, aún a pesar del malestar y el mareo y sintió que todo su cuerpo se estremecía a causa del odio, el temor y la tristeza... no podía creer que estuviera allí, con él...

"Qué haces en mi habitación, padre?", fue todo lo que pudo balbucear. Aún estaba sorprendido y dolorido y no quería aceptar que su maravilloso encuentro con Kyo fuera sólo un sueño... y que ahora estuviera solo, como siempre había sido...

Y como al mayor no le gustaban los rodeos, respondió simplemente: "Esta noche es muy importante para ti, para tu futuro... y estoy aquí para evitar que hagas una locura, pues por ningún motivo aceptaré perderte. He invertido mucho esfuerzo en ti como para hacerlo".

Iori no entendió su sentencia pero no pudo evitar suspirar ante esas palabras tan típicas de su padre. Como siempre, hablaba de él como si fuera un objeto... una más de sus posesiones. Ya estaba harto de eso... harto de todo!

"No entiendo qué maldita cosa estás diciendo y francamente no me interesa", gruñó por lo bajo, pero lo suficientemente alto como para que el otro pudiera escucharlo, mientras se arrastraba nuevamente a la cama con pasos lentos y cansados y se sentaba en ella. Cuando vislumbró sus zapatos comenzó a ponérselos, mientras por el rabillo del ojo notaba que su padre no se había movido de su posición, al contrario, se había acercado a la ventana y miraba a través de ella. Iori no podía saber exactamente qué veía, pero no pudo evitar preguntarse si no sería el Eclipse y por qué justo esa noche se comportaba tan extraño.

Se encogió de hombros mientras hacía estas reflexiones. Para qué perdía su tiempo en ellas? Lo que su padre hiciera no era de su incumbencia y ahora lo único que le interesaba era salir de ese lugar tan asfixiante y encontrar lo más pronto posible a Kyo... sonrió al pensar en ello, en verlo y hacer realidad su sueño, aunque esta vez no sería tan sumiso, esta vez él sería quien poseyera a su rival.

Cuando finalmente estuvo listo y quiso ponerse en pie, no pudo hacerlo pues su padre lo había detenido colocando una de sus manos en su hombro, fuertemente.

"Qué demonios haces?!", protestó el pelirrojo, apartándola bruscamente de un manotazo, sin obtener ninguna respuesta y levantándose. Apenas dio un paso hacia la puerta, fue sujetado nuevamente, esta vez de ambas muñecas y por más que lo intentó, no pudo liberarse.

"Qué piensas hacer?", escuchó finalmente que le preguntaban.

"Y tú qué crees? Voy a salir, así que suéltame es seguida...!", gruñó en voz alta, furioso y humillado. No podía creer que estuviese tan débil que ahora su padre sobrepasara sus poderes y fuerza. Maldito Orochi... todo era su culpa! Sabía perfectamente que su escasez de energía se debía a la maldición que llevaba su sangre, y que cada vez su estado empeoraría hacía lo inevitable... no lloraba su destino, pues no serviría de nada y tampoco era un cobarde como para hacerlo.

Aceptaba valientemente que le quedaba poco tiempo... sólo quería pasar sus últimos días junto a Kyo y quizá llegar a descubrir qué era la verdadera felicidad a su lado... no era mucho pedir, cierto? Y no sabía porqué, pero todo su ser le gritaba a viva voz que Kusanagi también lo amaba y no lo iba a rechazar... de alguna forma sabía que, en algún lugar, él lo estaba esperando... y pensaba encontrarlo, se lo había prometido en el sueño. Le había prometido que no lo iba a dejar nunca y él siempre cumplía sus promesas.

Pero su sorpresa no tuvo límites cuando vio que su padre movía su cabeza a ambos lados, negativamente. "De ninguna forma. No sales de aquí".

"CÓMO?! Y quién te crees que soy para que me impidas salir, eh?! Yo ya no soy un niño y no voy a dejar que me digas lo que tengo que hacer, entiendes?!!".

En respuesta, el mayor golpeó fuertemente al menor en el rostro y lo arrojó al suelo. Iori se llevó una mano a su mejilla enrojecida, mientras alzaba sus ojos llenos de odio hacia su padre y se encontraba con los dos témpanos de hielo que siempre habían sido los suyos, aunque todo lo demás reflejaba un inmensa furia en contraste, quizá superior a la suya y no entendió porqué.

"NUNCA MÁS ME VUELVAS A HABLAR DE ESA MANERA, MOCOSO! –bramó, colérico- TÚ ERES MÍO Y AHORA Y SIEMPRE HARÁS LO QUE TE DIGA!".

El joven trató de levantarse pero no pudo hacerlo. Estaba muy débil para hacerlo sin ayuda, así que golpeó sus puños en el suelo, lleno de impotencia. "Nunca... –susurró- YO NO LE PERTENEZCO A NADIE Y MUCHO MENOS A TI...!", gritó, sólo para recibir una risa sádica en respuesta.

"En serio crees eso? MÍRATE! Ni quisiera logras ponerte en pie por tus propios medios y aún así dices que tu vida te pertenece...! ME DAS LÁSTIMA!".

"YA CÁLLATE!", respondió el joven, sus puños fuertemente cerrados. Su padre notó que temblaban producto de la furia y vio que de ellos comenzó a brotar delgados hilillos de sangre. Así que sus palabras lo había enojado... peor para él, pues apenas comenzaba y tenía algunas cosas más por decir.

"Qué te pasa, Iori...? –dijo cuando vio que su hijo una vez más había intentado ponerse en pie y había fracasado- quieres que llame a tu madre para que te ayude a levantar?".

"Maldito seas... MALDITO SEAS!".

"Oh... no me digas que estás molesto... hijo", le dijo, arrodillándose a su lado.

"Vete al infierno...", balbuceó el joven, agotado y frustrado, tratando de imponer espacio entre ellos.

El mayor desvió su mirada directo a la ventana, al Eclipse, y por escasos segundos Iori pudo ver dolor en sus ojos... jamás había visto nada en ellos, salvo vacío y frío y oscuridad, pero ahora, al fin había podido ver algún síntoma de vida en ellos... una tristeza que sólo era superada por la suya, quizá...

"Ya vivo en el infierno, Iori... desde hace muchos años... pero ése no es tu problema! –afirmó, retomando su vieja postura- quieres que me vaya al infierno, eh? PUES ENTONCES VEN Y MÁNDAME TÚ MISMO!", le desafió, poniéndose nuevamente en pie y alejándose unos pasos.

Iori lo intentó con todas sus fuerzas. Qué ganas tenía de hacerle tragar todas sus estúpidas palabras! Ganarle y ser libre, finalmente... librarse del yugo del hombre que había arruinado su vida, su padre... tenía unos deseos incontrolables de arrojarse sobre su cuello y evitar que volviera a abrir su boca para otra cosa que no fuera suplicar por su vida... pedirle perdón, pero no pudo hacerlo... una y otra vez, sólo lograba caer nuevamente al suelo, incapaz de sostener su propio cuerpo... hasta que ya no tuvo fuerzas ni para volver a intentarlo, así que se dejó caer de espaldas, jadeante, y sólo quiso yacer allí y morir, acabar con tanto sufrimiento de una buena vez...

El mayor notó cómo el joven se rendía y sintió un enorme desprecio por él. "Eres patético... me avergüenza saber que eres mi hijo. Ya no me sirves para nada... quédate aquí y muere mientras yo voy a terminar tu trabajo... voy a matar con mis propias manos a Kusanagi Kyo...", dijo, dándole la espalda y abriendo la puerta.

"PADRE...!!!".

Cuando el hombre giró, movido por ese grito desesperado, sintió que era atacado brutalmente por un Iori envuelto en llamaradas púrpuras y era arrojado contra la pared del pasillo. Quiso reaccionar y contraatacar, pero sorpresivamente el joven le golpeó rápidamente el estómago, sacándole el aire y haciendo que se curvara sobre sí mismo y remató con un puñetazo en el rostro. Sin poder respirar, el padre del pelirrojo se deslizó lentamente al suelo, recostado en la pared y alzó sus ojos sorprendidos hacia su hijo, que aún permanecía a su lado sosteniéndose dificultosamente en pie y respirando trabajosamente.

Su cuerpo seguía rodeado por el fuego, aunque su intensidad subía y bajaba rápidamente, indicándole que no podía controlarlo completamente. No lo podía creer... el Iori que tenía delante era el mismo que se había revolcado patéticamente en el suelo unos segundos antes? Pero... cómo? De dónde provenía su fuerza? La respuesta vino es seguida.

"Primero te mato antes que permitirte tocar a Kyo, comprendes?! Te prohíbo que vuelvas a pronunciar su nombre, TE LO PROHÍBO, MALDITO! Ahora me voy, PARA SIEMPRE! No quiero que vuelvas a buscarme en tu vida, lo oyes?! Olvídate de mí, pues no pienso seguir tus órdenes nunca más... si me buscas, te mueres, si buscas a Kyo, te mueres, si interfieres de alguna forma en nuestras vidas, te mueres! FUI CLARO?!

Aunque lo hubiese querido, su padre no podía contestar. Iori sabía que ya no se podía mover, así que dejó extinguir sus llamas lentamente y comenzó a caminar por el pasillo, pasando delante de la puerta abierta de su habitación en donde se detuvo unos instantes para mirar a su interior. No pensaba volver nunca más y pensó en llevarse algunas cosas, pero finalmente desistió de la idea. Incluso decidió dejar atrás su vieja guitarra eléctrica, pues cada una de sus cosas le traían malos recuerdos y no quería ningún nexo de su pasado en su nueva vida, junto a Kyo... así que comenzó a caminar rumbo a las escaleras.

No había descendido dos escalones cuando se vio atacado por un intenso dolor en su pecho y su corazón comenzó a latir rápidamente. El pelirrojo se llevó una mano a su boca, cuando sintió que un líquido caliente brotaba de ella y descendía por la comisura de sus labios hacia su cuello. Sus manos se tiñeron de rojo y su vista se nubló. Una vez más volvió a sentirse mareado y débil... incapaz de dar un paso más, pero aún así el joven lo intentó... a pesar del dolor desgarrador que ahora llenaba sus ojos cenizas de lágrimas saladas.

Un escalón y luego otro...

Sabía que sufría un nuevo ataque del Riot pero se negó a ser detenido por su propio cuerpo, no ahora que estaba tan cerca de la salida... pensó, estirando su mano hacia la puerta, unos metros más allá de las escaleras... se encontraba tan cerca de su anhelada libertad y de Kyo... tan... cerca...

Un escalón más... Kyo, espérame que allá voy, contigo...

Unos segundos después, el joven quedó sumergido en una completa oscuridad y su cuerpo inconsciente rodó por las escaleras sin detenerse hasta llegar al último escalón, una de sus manos estiradas hacia la puerta que nunca pudo alcanzar.

Afuera de la mansión Yagami, el Eclipse quedó oculto por las negras y lóbregas nubes de esa noche mágica y misteriosa y no volvió a reaparecer jamás para ninguno de los dos jóvenes amantes y rivales.

Cómo me duele saber,

que esto es algo que sólo soñé,

nos desgarramos de placer.

Una promesa quedó,

Nos juramos lealtad sin testigos.

Comprometimos, tú y yo unidos,

Comprometidos el alma...

Hoy, me doy cuenta que te amé,

que mi vida la dejé,

En un sueño que soñé... ayer.

FIN

Finalizado el 23 de Septiembre de 2001

[ Volver a IorixKyo Archive Fanfics ]

Los personajes pertenecen a SNK
"Eclipse" es propiedad de Raquel &
IorixKyo Archive
Noviembre, 2001

Free Web Hosting