Por Kamila
El Invierno del Dragón
Capítulo 6 : Un Largo Invierno
"...siempre serás mío ...." Kyo suspiró suavemente.
Habían pasado tres días desde su discusión con Yagami y esas palabras continuaban retumbando en su cerebro. No era la primera vez que ese estúpido pelirrojo lo proclamaba como "propiedad privada", pero sí era la primera vez que se lo decía en privado
".. eres mío ... mío ..." cerró sus ojos con fuerza y apretó sus puños. Hubiese querido gritar de la rabia ¿Qué hacía esas palabras diferentes de las otras? ¿Por qué esta vez le parecía diferente? ¿Qué estaba sucediéndole?. La cabeza le pesaba como si tuviera una tonelada de pensamientos. ¡Yagami, siempre Yagami!. Era tan extraño, pero cada vez que estaba al lado de ese pelirrojo se sentía un poco vulnerable, era como si a la vista de él quedara desnudo tanto física como mentalmente. ¿Qué extraño poder ejerces sobre mí Iori?. ¡IORI! Casí cayó del ventanal donde se encontraba recostado cuando se dio cuenta de cómo lo había llamado.
¿Desde cuando pensaba en Yagami como Iori? Que el recuerde jamás se había tomado la libertad de llamarlo por su nombre, siempre había sido por su apellido o algún otro término "cariñoso" como Maldito o Bastardo. Pero jamás por su nombre. Se clavó las uñas en las palmas de su mano. Ese desgraciado tenía el don de ponerlo nervioso y encima este maldito invierno recién comenzaba ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo convivir bajo un mismo techo con Yagami sin matarse el uno al otro? ¿Por qué le pasaban estas cosas a él? ¿Por ...
- ¡EL ALMUERZO ESTÁ LISTO!!!!
Los gritos de Yagami cortaron el hilo de sus pensamientos. Un poco azorado dirigió su vista hacía donde se encontraba el pelirrojo, de pie junto a la mesa del comedor, con el ceño fruncido y los brazos cruzados en el pecho, en fin, su típica cara de pocos amigos.
- No es necesario que me grites, te aseguro que el accidente no atrofió mis oídos - respondió de mal talante.
Los ojos de Yagami se estrecharon peligrosamente.
- Llevo cinco minutos llamándote. - replicó secamente - ¿O acaso piensas que me interesa verte lanzar suspiros a diestra y siniestra? - añadió con burla.
- ¡Yo no estaba suspirando! - casi le gritó.
- Claro que sí. - afirmó el pelirrojo, la mirada brillando de maldad - Y no solo suspirabas - agregó - También te sonrojabas. Igual como estas ahora.
- ¡No es cierto! - gritó - ¡Yo no estoy sonrojado!.
- ¿ No?. Entonces debes tener fiebre. - como si fuera lo más normal del mundo estiró su brazo y puso su mano sobre la frente de Kyo, constatando que la fiebre hacía mucho que había desaparecido del cuerpo del muchacho.
Mientras tanto Kyo estaba a punto de desmayarse. No podía entender lo que sucedía ahí ¿Es que se acaso se hallaba en la dimensión desconocida? ¿Cómo es que Yagami se encontraba a su lado, tocándole, si hasta hace un instante lo había visto de pie junto a la mesa del comedor? ¿Es que acaso el accidente fue mas grave de lo que pensó y ahora padecía de lagunas mentales?
- Pues no. No tienes fiebre. - posó su mano debajo de la barbilla de Kyo y levantó su rostro. Lo que vio lo impresionó un poco. La mirada de Kyo brillaba y en el fondo de ella se podía distinguir un poquito de angustia. El Kusanagi debía sentirse a la deriva, como si estuviera navegando en plena tormenta y sin brújula para dirigirlo en la travesía. Sintió un poquito de pena por él, pero, solo un poquito. - De todas formas, te tomaré la temperatura después del almuerzo y quizás sea mejor que duermas un poco. Tanto tiempo en esa ventana debe haberte enfriado el cuerpo. Bueno, dejemos la charla para después, en estos momentos lo que necesitas es alimentarte. - y sin más tomó a Kyo por su brazo derecho y lo ayudó a bajar del alfeizar del ventanal en que estaba sentado.
Todavía asustado con lo sucedido, Kyo fue incapaz de protestar o de hacer algún movimiento. No se había percatado del acercamiento del pelirrojo. Había estado tan ofuscado, que este hecho, simplemente se perdió en su cerebro y solo fue consciente de la presencia de Iori cuando la tuvo a su lado.
Yagami, creyendo que Kyo lo seguiría, dio media vuelta y regresó al comedor; cuando notó que el muchacho seguía en el mismo lugar en que le había dejado el límite de su paciencia pasó del amarillo intenso al anaranjado rojizo.
- ¿Y ahora qué? - preguntó al borde del hastío.
Las palabras del pelirrojo lo volvieron a la realidad.
- ¿Eh ...? Es que ... - otra vez el silencio y en esta ocasión más incomodo, pero, ¿Qué podía decirle? Que no vio en que momento se acercó. ¿Qué su presencia lo alteraba? - Disculpa, tienes razón. Creo que pasé mucho tiempo en el ventanal - una pequeña sonrisa apareció en sus labios y sin más interrupciones se dirigió a la mesa a comer lo que el Yagami tan amablemente le había preparado.
¿Amablemente? Pensó tristemente el joven Kusanagi.
¡Oh, Dioses! ¿Cómo has podido crecer tanto comiendo está porquería? ¡Sopa de sobre! ¡Fideos de sobre! ¡Carne de lata! ¡YAGAMI QUIERO COMIDA DE VERDAD! - gritó en su cabeza - ¡Por Kami, este será un largo, largo invierno!
Y ahogando las ganas de gritar tomó la cuchara que estaba al lado del pequeño tazón y empezó a comer lentamente, su hambre había desaparecido y solo la inercia lo hacía levantar el brazo del tazón y llevarlo a su boca, tan sumergido en su propia frustración y fastidio se encontraba el pobre muchacho que no prestaba atención a la mirada burlona del Yagami.
Cuando Kyo terminó la sopa, Yagami retiró el tazón y lo llevó a la cocina, a la vez que aprovechaba para servir el plato principal. Regresó al comedor y puso frente a los ojos de Kyo, en medio de la mesa, un tazón más grande con arroz blanco y un platón de carne blanca en trozos acompañada de hongos en tiras y bañados con salsa y estragón. Kyo casi lloró de la emoción al ver comida de verdad frente a sus ojos y Yagami casi cayó de la silla cuando corrió en disparada a la cocina, donde se cubrió la boca con las manos para evitar que sus carcajadas fueran oídas por el Kusanagi. Unos minutos después y ya completamente repuesto regresó a la mesa.
- ¿Qué sucedió Yagami? - preguntó curioso.
- Nada ...Olvide apagar la hornilla.
Kyo estuvo a punto de replicar que con el tiempo que había demorado podría haberla encendido y apagado cincuenta veces, pero, prefirió no meterse en problemas y siguió comiendo. Cuando de pronto las palabras de Yagami lo distrajeron de su actividad.
- ¿ Ah..? - miró desconcertado al pelirrojo.
- Que ¿Por qué estas llorando? - repitió Yagami.
- ¡ No estoy llorando ..!
- En ese caso debo revisar el techo.
- ¿Qué quieres decir con eso? - se estaba alterando, ese cabeza de fósforo le estaba colmando la paciencia.
- Nada - respondió tranquilamente - sólo que al parecer tengo goteras ... en el techo.
La ironía no pasó desapercibida para Kyo. Puso el tenedor en el borde del plato y pasó su mano por su rostro, hasta que se topo con las "lagrimas" de las que hablaba Yagami. Enrojeció de la rabia, mientras el pelirrojo se mordía la lengua para no reírse en su cara.
- No son ... lagrimas ... es que ... yo ... bueno - ¿Qué digo? ¿Qué digo? ¡Maldición piensa en algo Kyo! ...- me mordí la lengua al masticar, no creí que hubiese sido tan fuerte, je. Si pudiera ... si pudiera ... me daría de cabezazos contra la mesa. ¡Kyo eres un idiota! - se insultó a si mismo.
- Um - fue todo lo que Yagami respondió.
Después de ese incidente, el resto del almuerzo transcurrió sin sobresaltos, comieron en silencio, dirigiéndose miradas furtivas, pero, sin volver a cruzar una sola palabra hasta que terminaron y Kyo le dio las gracias "Ya" fue lo único que respondió Yagami. Luego recogió el servicio y se fue a la cocina.
Kyo se quedó sentado en la mesa pensando en lo que le esperaba, el invierno mal había comenzado y si no encontraba algo con que distraerse terminarían matándose a golpes, o lo que es peor, envenenándose. Pensar en la comida le dio una idea, quizás Yagami no estuviera de acuerdo con él, pero, valía la pena hacer el intento, total lo único que podía perder era tiempo, y tal como estaban las cosas esto era lo que mas le sobraba. Decidido, se puso de pie y se dirigió a la cocina.
- Yagami - llamó, el pelirrojo estaba lavando el servicio.
- ¿Qué sucede? - preguntó sin volverse a verlo.
- Te molestaría si de ahora en adelante yo me ocupo de los alimentos.
- ¿A qué te refieres con "ocupo de los alimentos"? - volteó ligeramente y le lanzó una fría, muy fría mirada y peligrosa también. Kyo tragó saliva.
- Bueno .. yo sé - hizo una pausa tratando de ordenar sus pensamientos - sé que tu gira fue mas larga de lo que habían planeado y yo ya no me siento tan mal, ni tan adolorido; además, necesito hacer algo para distraerme.
El pelirrojo dejó la loza de lado y volteo a verlo con algo de duda en sus ojos.
- Vamos Yagami, te aseguro que no te arrepentirás. Yo cocino muy bien y tú necesitas descansar; cuidarme durante todos estos días no debe haber sido fácil. - hizo una pausa esperando alguna reacción del pelirrojo a sus palabras, pero Yagami solo continuaba viéndolo sin siquiera parpadear. - ¿Y bien? ¿Qué crees? Te animas a dejar que yo prepare los alimentos.
- Esta bien, pero sólo el almuerzo y la cena. Del desayuno me encargo yo, al menos por unos días más, hasta que puedas mover mejor tu brazo.
- ¡Bien! Entonces empezaré está misma noche - una suave sonrisa apareció en el rostro de Kyo.
- En ese caso será mejor que vayas a descansar y de paso te tomas la temperatura. - sin decir nada más giró para volver a ocuparse de la vajilla.
La sonrisa desapareció de la cara de Kyo, ¡rayos! Tenías que recordármelo ¿No Yagami? Se dio la vuelta y se dirigió al dormitorio, a descansar y a ponerse el estúpido termómetro en su bocota.
* * *
Continúa...
Capítulo 7: Cenando con mi enemigo
Los personajes pertenecen a SNK
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Julio, 2003