Fanfic por Kamila
El Invierno del Dragón
Capitulo 4: Fiebre!
Después de la sorpresa y el tenso despertar, Kyo se sumergió en un sueño pesado e inquieto.
- Ya basta Kyo, duérmete - rezongó entre sueños Yagami.
Ignorando el pedido, Kyo siguió quejándose alterando los nervios de Iori, fastidiado, estiró el brazo para manotear al impertinente jovencito y fue cuando su mano rozó la piel del Kusanagi. Abrió los ojos inmediatamente y mientras se incorporaba invocó sus llamas, luego, se volvió a verlo. Kyo mantenía los ojos fuertemente cerrados, sus mejillas parecían dos tomates, los labios estaban resecos y su respiración era agitada; en otras palabras, tenía fiebre y no cualquier fiebre. Posó su mano en la frente del muchacho. La piel de Kyo ardía cual brasa al fuego.
Yagami saltó de la cama y corrió al baño por el termómetro y por el antipirético que ya le había dado a Kyo en la tarde. Lo obligó a tragar el medicamento y también a tomar dos vasos de agua, luego le tomó la temperatura; casi cuarenta grados.
"Demonios! como pudo pasar esto sin que me diera cuenta". Lo acomodó sobre las almohadas y le quitó un poco de los cobertores, tal y como había hecho por la tarde. "Kyo, ahora esta en tus manos". Se recostó al lado del joven vigilando el proceso. Si en veinte minutos la fiebre no bajaba estarían en serios problemas.
Para alivio de Yagami quince minutos después de haberle administrado el medicamento la fiebre empezó a descender y para su completo estupor diez minutos después la fiebre subió a cuarenta grados. Kyo entro en la etapa del delirio, empezó a gemir y a pedirle a alguien que no se fuera, que no lo dejara solo.
Iori se asustó "Creo que no fue muy buena idea traerte conmigo Kusanagi". Tratando de calmarlo lo tomó por los hombros, intentando que el joven fijara en él sus afiebrados ojos, que le reconociera aunque sea por un instante. Intento inútil, Kyo veía y hablaba con otra persona.
- No me dejes por favor, no me dejes - era increíble, el tono de voz nada tenía que ver con la del joven arrogante y soberbio, que se paseaba orondo por la arena y por las calles de Osaka.- Si tú me abandonas no podré continuar. Me moriré. Por favor quédate, quédate conmigo.
Por un instante Yagami estuvo a punto de creer que esas palabras estaban dirigidas a él, pero no, eso era imposible. Desecho esas ideas y trató de buscar una solución al problema en el que se encontraban. Estuvo haciendo memoria, tratando de encontrar otro paliativo contra la fiebre. Nada, entre las medicinas que tenía no había nada más que pudiera ayudar a Kyo. Entonces, debía ser otra cosa, quizás algo natural. Había algo. El lo sabía, pero estaba tan tenso que no podía pensar con claridad.
Cansado restregó sus ojos con las manos. Echó la cabeza hacia atrás, tratando de concentrarse "Kusanagi si estuviéramos en la casa familiar..... la casa familiar...las ancianas!"
- Que tonto eres Iori! - cuando le daba fiebre a algunos de los niños del clan Yagami, las viejas tenían por costumbre bañar en agua muy caliente al crío, según lo que las mujeres decían era para abrir los poros y permitir que la piel respirase con mas libertad, también le aligeraban las ropas, sin llegar a desvestirlos y le daban mucho agua.- Si mal no recuerdo Kusanagi el baño debe durar unos quince o veinte minutos y creo que la temperatura del agua debe ser igual a la fiebre.
Mientras hablaba Iori iba desnudando a kyo, cuando lo tuvo sólo en ropa interior lo cubrió con el edredón y se fue al baño para llenar la bañera. Con todo preparado regresó por el Kusanagi. Con mucho cuidado sumergió al muchacho en la tina, y con una esponja empezó a mojar el pecho y rostro de Kyo, sin olvidarse de mojar también la cabeza. Durante quince minutos estuvo bañando el casi adormecido cuerpo del muchachito; si todo salía bien, la fiebre habría disminuido en un grado por lo menos, entonces el antipirético sería más efectivo. Sacó a Kyo del agua y lo depositó sobre una enorme toalla, le puso el termómetro y mientras esperaba procedió a secar cuidadosamente al malherido Kusanagi.
La fiebre había descendido a 38.7°C , inconscientemente lanzó un suspiro de alivio. Tomó de la mesilla un vaso, lo llenó a la mitad de agua y vertió en el una cucharada del remedio para la fiebre. Kyo estaba tan cansado que no opuso resistencia alguna para tragar la medicina, después de la cual se quedó profundamente dormido. Yagami terminó de vestirlo, lo arropó con cuidado y luego se metió a la cama; con suerte podría dormir por algunas horas antes que amaneciera.
A pesar de todo, los siguientes cuatro días Kyo se debatió en un mar de fiebre y semiinconsciencia. Al principio Yagami se había preocupado bastante, no es nada saludable el tener fiebre por horas, y si bien en el pasado Kyo no había dado muestras de tenerle apego a sus neuronas, tampoco podía permitir que el mocoso sufriera daños mayores, y menos por culpa suya. Afortunadamente con el paso de los días y el cuidado necesario, los accesos febriles fueron disminuyendo hasta desaparecer por completo.
A la mitad de la mañana del quinto día, Kusanagi Kyo despertaba perezosamente de su letargo. Se sentía cansado, hambriento y sediento; pero a la misma vez tranquilo y ¿A salvo?. No estaba seguro de cual era el sentimiento que lo embargaba, lo único que sabia, era que durante sus delirios y cuando ni siquiera podía recordar donde estaba, unos brazos lo habían aferrado firmemente y los latidos de un corazón tranquilo le habían proporcionado la calma necesaria para dormir sin ningún temor. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios y sin darse cuenta estrechó mas aún el abrazo. Todavía sonriendo levantó la vista, y entonces los recuerdos se agolparon en su memoria y fue plenamente consciente de en brazos de quién estaba y sobre el pecho de quién descansaba. Los brazos que lo habían mantenido seguro y a salvo de sus delirios no eran otros, que los de su eterno rival, Yagami Iori.
* * *
Continúa...
Los personajes pertenecen a SNK
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Diciembre, 2002