Fanfic por Kamila
El Invierno del Dragón
Capitulo 3: Sueños Febriles o Realidad Bizarra?
Yagami abrió sus ojos pesadamente, aún se sentía cansado. ¿Por qué diablos se había despertado?. Un burbujear en su estómago le dio la respuesta. Hambre. Giró la cabeza hacia la ventana y pudo comprobar que de el sol de la tarde ya no quedaba nada. La noche hacia tiempo que se había instalado en las montañas y lo único que se podía ver del exterior eran los copos de nieve que continuaban cayendo, en mayor cantidad y tamaño, y las estrellas, eso, si uno dirigía la mirada al cielo, pues, hacía el frente solo se vislumbraban unas oscuras e irreales sombras. En el interior las cosas no eran mejores, había olvidado encender las lámparas de petróleo y de no ser por la estufa se habrían muerto congelados.
Perezosamente cerró los ojos, tratando de dominar su deseo por la comida, pero, su estómago volvió a rugir y esta vez con más fuerza. Haciendo acopio de toda su voluntad, retiró los cobertores y salió del cálido lecho. Descalzo y casi a tientas se dirigió a la cocina, encendió la luz y abrió la alacena, para su sorpresa en ella solo habían algunos productos enlatados, rezagos de su anterior visita. Impaciente revolvió los demás cajones, revisando una por una cada lata, paquete, sobre y botella con la que se topo, pero, a pesar de la minuciosa búsqueda no pudo hallar nada de lo que había comprado esa mañana en el supermercado. Se rascó la cabeza intrigado, pensando en algún posible lugar donde pudiera haber puesto las compras.
- ¡Mierda! - vocifero rudamente. Con el apuro de curar a Kyo, no había metido a la casa ni una sola bolsa; todo continuaba en la maletera del auto, junto con su guitarra. Tampoco había cerrado la puerta del auto, ni lo había guardado en el cobertizo. Casi se puso a llorar pensando en sus panes de frutas secas. Se dirigió a la puerta y al abrirla una ráfaga de viento helado lo hizo estremecerse de pies a cabeza.
- ¡BBRRRRR! ¡Que Frío! - cerró la puerta rápidamente. Con cuidado regresó al dormitorio, se dirigió al baño para encender la luz. En toda la cabaña las únicas habitaciones con luz eran la cocina y el baño. Fue al armario y de allí sacó medias, una chompa de cuello alto y unos zapatos de lona.
Para llevar todo lo que había comprado tuvo que hacer varios viajes, y lo peor fue cuando quiso guardar el coche en el cobertizo, la porquería de motor estaba prácticamente congelado y hubo de empujar el auto hasta el cobertizo, aprovechó también para surtir el generador con gasolina. Por fortuna para Kyo nunca lo dejaba vacío, de lo contrario no habría podido bañarlo. Después, solo tuvo que arreglar los comestibles y de paso decidir lo que quería comer. Si por el fuera se habría contentado con un sándwich, pero con Kyo en ese lamentable estado, lo mejor que podía hacer era una sopa, de sobre, pero sopa. No le tomó mucho tiempo prepararla, se sirvió un buen tazón y luego de despacharse su ración sirvió otro para Kyo. Con el tazón en la mano se acercó a la cama, en ese momento se dio cuenta que Kyo tenía la frente perlada por el sudor, además, sus labios estaban resecos y entreabiertos como si tuviera dificultad para respirar. Preocupado dejó la taza en la mesa de noche y tocó la frente del muchacho, tenía fiebre y era bastante alta. Retiró la mayoría de los cobertores y sólo le dejó una ligera colcha. Del botiquín sacó un antipirético en gotas, ni siquiera leyó la prescripción, simplemente levantó al joven y lo obligó a tragarse casi la cuarta parte del frasco. El mal sabor del remedio despertó a Kyo de su letargo, cuando vio el rostro de Yagami a escasos centímetros de su cara, estuvo a punto de atorarse y devolver la medicina, pero, Yagami en un rápido movimiento le cubrió la boca obligándolo a tragar o asfixiarse.
Kyo tenía el terror pintado en el rostro. Y Yagami se sintió íntimamente complacido por ese sentimiento de Kyo. Siempre había querido dominarlo, someterlo y el miedo es una forma de lograrlo. A pesar de los espasmos que sacudían el cuerpo de Kyo y que su rostro estaba todo rojo, Iori no lo liberó hasta que estuvo seguro que había tragado el remedio. Luego, lo acomodó cuidadosamente sobre el respaldar de la cama casi sentándolo, tomó asiento a su lado y como si fuera la cosa más natural del mundo se puso a darle de comer.
Kyo abría y tragaba mecánicamente lo que Yagami le ponía en la boca, la sopa estaba en su punto, calientita, brindándole calor a su adolorido cuerpo, humedeciendo su reseca garganta y reconfortando su hambriento estómago.
Dios - pensaba Kyo entre cucharada y cucharada - que esto sea un sueño o que sea la fiebre o una pesadilla o lo que tu quieras Señor, pero, por favor te lo ruego, que no sea él, que no sea Yagami.
- ¿Qué pasa Kusanagi, por que esa cara? - un inocultable tono irónico en la pregunta.
Kyo casi se atragantó con la sopa, Yagami devolvió la cuchara al tazón y le propino ligeros golpes en su espalda hasta que dejó de toser. Su cabeza bullía con la cantidad de preguntas que tenía en ella, no entendía nada de lo que estaba sucediendo, sus recuerdos del accidente eran borrosos pero, podría jurar que Yagami no formaba parte de ellos.
- ¿C..C... Cómo es que...? - Yagami lo cortó en el acto.
- Primero come, luego responderé a todas tus preguntas.
Al fin, la última cucharada de sopa. El momento de preguntas y respuestas había llegado. Sin embargo, para sorpresa de Kyo, Yagami se retiró con el tazón vacío. A medida que los minutos pasaban lentamente, su ansiedad aumentaba. Kyo no separaba los ojos de la puerta y su mano sana estrujaba y alisaba la colcha que lo cubría. Sus nervios estaban al límite y el pelirrojo no daba señales de vida.
En la cocina, Yagami reía para sí imaginándose la ansiedad del muchacho. Los tazones ya estaban limpios y guardados. La mesada relucía. El agua que había preparado para Kyo estaba en una jarrita de cerámica, lista para llevarla al dormitorio.
¿En qué más puedo entretenerme?- piensa Yagami - El mocoso merece sufrir un poco. Ah! ya sé.
Se fue al cobertizo, tomó un cesto y lo llenó con leña. De paso, le echó un ojo al generador, tenía combustible de sobra. Regresó a la cabaña y acomodó concienzudamente los leños al lado de la chimenea."A estas alturas Kyo, debes estar comiéndote los nudillos. jejeje". Miró el reloj sobre la chimenea, habían pasado casi veinte minutos. Tiempo más que suficiente para que el nerviosismo y su estado físico hicieran manejable al joven Kusanagi. Fue a la cocina por la jarra y un vaso. Apagó la luz y regresó al dormitorio.
Entró tranquilamente, como si nada anormal pasara, puso la jarra y el vaso sobre la mesa de noche que estaba al lado de Kyo. Y con el dorso de su mano tocó la frente del muchacho.
- La fiebre ha bajado un poco - anunció - No del todo, pero al menos ya no estas tan caliente. ¿Cómo te sientes?
- B..Bien, creo, m ...me duele mucho el cuerpo y la cabeza, pe...pero....
- ¿Si? - preguntó inocentemente, la reacción de Kyo era muy divertida. En el fondo sentía un poquito de pena por él. Pero muy en el fondo y muy poquita pena.
- ¿P..Por qué estoy aquí? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Tú? ¿Qué haces aquí? - lo miró con los ojos muy abiertos, los labios resecos por la ansiedad - Responde por favor. Yagami, di algo!
Iori solo lo miró detenidamente, un extraño brillo en sus extraños ojos. Se estaba burlando de él, quizás, ¿por qué no?
- Yagami - insistió suavemente.
- Estas aquí, porque te encontré herido e inconsciente en el camino. Había empezado a nevar y no llegaríamos a ningún hospital a tiempo, entonces, decidí cargar contigo y traerte lo más rápido posible a mi cabaña. - Sirvió un poco de agua en el vaso y se la dio a tomar. - Tienes suerte Kyo, de no haber pasado con mi auto, en estos momentos estarías muerto y sepultado.
Retiró el vaso. Lo ayudó a tenderse sobre la cama y lo cubrió con las cobijas. Luego, se dirigió al baño y apagó la luz. Regresó y se sentó en el otro lado de la cama, se quitó la chompa que tiró sobre una butaca, los zapatos, las medias y se metió debajo de las mantas.
Los ojos de Kyo casi saltaron de sus orbitas y de haber podido habría salido de esa cama mas rápido que inmediatamente. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no atragantarse con su propia respiración. Y un esfuerzo aún mayor para atreverse a preguntarle a Yagami, su enemigo, ¿qué rayos estaba pasando ahí?
- ¿Yagami? - su voz le sonó irreal, demasiado suave - ¿Qué estas haciendo?
- ¡Uf! - un suspiro ¿de cansancio o aburrimiento? - Kyo. Por favor, trata de dormir. El día ha sido muy pesado y estoy agotado.
- Pero yo so.....
- Duerme! - ordenó secamente, casi con rudeza.
¿Dormir? ¿Cómo rayos voy a dormir?. Estamos bajo las mismas mantas ¿Acaso no te has dado cuenta?. ¡Dios! Estoy en una pesadilla, esto no puede estar sucediendo. ¡Ya sé! debo estar en coma, sí eso es, estoy en coma en un hospital y todo esto es producto de mi mente alucinada. ¿Quizás es la fiebre?¡La fiebre! ¡Claro! Eso debe ser, tengo tanta fiebre que de seguro....¿Pero? ya no me siento tan caliente como antes, además.....
- Kyo - La voz de Yagami casi le produce un infarto - si no te duermes en este instante, te haré tragar un sedante, entendiste.
- Sí ....yo... lo siento. Buenas noches, Yagami.
* * *
Continúa...
Los personajes pertenecen a SNK
"El Invierno del Dragón" es propiedad de Kamila
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Diciembre, 2002