Fanfic por Kamila

El Invierno del Dragón

Capitulo 2: Castigo o Premio?

Yagami no lo podía creer, ahí a sus pies tenía al heredero y sucesor del Clan Kusanagi. Rápidamente, sin pérdida de tiempo, se arrodillo junto a Kyo y retiró cuidadosamente el casco, posó sus dedos en el cuello del joven y suspiró aliviado al comprobar el pulso, sin embargo, el Kusanagi estaba frío. ¿Cuánto tiempo había pasado desmayado entre el suelo y la escarcha? Solo Dios lo sabría. Un suave gemido de dolor proveniente del desmayado Kyo, sacó a Yagami de sus cavilaciones, era mejor que dejara las preguntas para cuando Kyo estuviera consciente y pudiera responderlas, por el momento lo más importante era sacarlo de ahí.

Tomó entre sus brazos el cuerpo del joven y lo depositó en el asiento trasero de su auto, se quitó el abrigo y cubrió con el a Kyo; luego, se sentó al volante y sin pensarlo siquiera enrumbo a toda velocidad hacía su cabaña. Lo ideal habría sido llevarlo a un hospital, pero, por la zona no había ninguno, además Kyo no daba muestras de fracturas y el casco lo había protegido de algún posible daño cerebral, no así de las contusiones que de seguro cubrían el cuerpo del muchacho. Por si fuera poco, no sabía cuanto tiempo había estado a la intemperie recibiendo el frío de la escarcha y ....

-Maldición! - Yagami tomó con fuerza el volante, mientras miraba por el espejo el pálido rostro de Kyo - Siempre haces lo mismo, Kyo! - Reclamó, como si el joven pudiera responderle. - Nunca piensas en mí! - Continuo, levantando el tono, alterado sin poder ocultar su preocupación - Crees acaso que yo no me merezco un descanso? Acaso sabes o te has tomado la molestia de averiguar cuán pesada es mi carga? No, verdad? Para qué? Solo eres un mocoso egoísta, infantil y caprichoso!

De pronto, Kyo lanzó un gemido lastimero, lleno de dolor, como si supiera que estaba siendo regañado. Yagami se calló en el acto, hundió el pie en el acelerador y se concentró en el camino, ya tendría tiempo de reprocharle su conducta infantil.

Ah! Pero en cuanto te recuperes, Kyo, te daré la paliza de tu vida, te lo juro. Como que me llamo Yagami Iori!- pensó ofuscado

En menos de veinte minutos, estacionaba el coche frente a una cabaña de madera, de aspecto rústico y estilo occidental. Bajó precipitadamente del auto y corrió a abrir la puerta de la cabaña. Se dirigió directamente al dormitorio y de un armario de madera oscura tomó una sábana, con ella en la mano volvió a la sala y la tendió sobre el enorme sofá que se encontraba cerca de la chimenea, acto seguido depositó en la chimenea algunos troncos que habían en una cesta al costado del hogar y haciendo uso de sus llamas los encendió. Luego regresó al dormitorio e ingresó al baño, abrió una pequeña alacena empotrada y sacó de ella algodón, gasas, esparadrapo, tijeras y desinfectante, estaba por regresar a la sala cuando noto el humo.

-Pero, qué mierda pasa ahora?! - dijo

Salió rápidamente a cerciorarse que la cabaña no estuviera prendida en llamas cuando se dio cuenta de su torpeza. Al encender la chimenea había olvidado abrir el ducto de salida y el humo al no poder subir, simplemente regresaba, inundando todo el ambiente.

Se acercó al hogar y movió la palanca que estaba al costado; al abrirse el ducto, un poco de la nieve que se había acumulado cayó dentro y amenazó con apagar el fuego, un rápido atizar los troncos les devolvió la vida a las llamas. Colocó el atizador en su lugar, miró alrededor sintiendo que todo estaba bajo control, entonces, salió a buscar su carga.

Abrió la puerta del auto y retiró el abrigo del cuerpo de Kyo. Este, al sentir el cambio de temperatura, se estremeció a pesar de continuar inconsciente y con todo el cuidado del que fue capaz tomó al muchacho en sus brazos. Subió los peldaños y ayudándose con su pie cerró la puerta de la cabaña, luego, dejó a Kyo sobre la sábana y con ayuda de las tijeras procedió a cortar poco a poco las destrozadas ropas del muchacho.

Revisó con cuidado el cuerpo del joven, el casco lo había protegido de lastimarse el rostro y la cabeza, pero, su cuerpo debía estar seriamente golpeado, la manga izquierda de la casaca estaba rota, producto del roce con el asfalto y con las piedrecillas del camino; como consecuencia, el brazo izquierdo de Kyo tenía raspaduras que abarcaban casi la totalidad del miembro. Las piedrecillas del camino y el pavimento habían desgarrado la piel del brazo, en especial la del codo y se habían pegado a las heridas más profundas. El otro brazo parecía haber corrido con mejor suerte, aún así, lo revisó para descartar una posible fractura. Afortunadamente, solo tenía moretones, ahora le tocaba el turno a sus piernas. Su pierna derecha no mostraba signos de haber sufrido heridas serias, la tela del pantalón estaba intacta y cuando la corto la piel solo mostraba moretones, pero, el lado de la pierna izquierda estaba hecho jirones y si la apariencia que daba el brazo era lastimero, la de la pierna era preocupante, la piel estaba desgarrada a la altura de las caderas, parte del muslo, rodilla y pantorrilla y en cada uno de esos lugares se habían incrustados pequeñas y no tan pequeñas piedrecillas, ennegreciendo la zona, ensuciando e infectando las heridas. Afortunadamente para Kyo sus botas habían protegido sus pies y tobillos y si bien todo su cuerpo estaba lleno de hematomas no habían señales de huesos rotos.

Tomó un buen pedazo de algodón, lo embebió en el desinfectante y empezó a limpiar las heridas de su brazo, primero, el área menos dañada y luego donde las heridas eran más grandes y profundas; mientras lo hacía, Kyo empezó a quejarse, trataba de causarle el menor dolor posible, pero en su interior sabía que sería inútil.

Quince minutos después se daba por vencido, a pesar de intentarlo, las piedrecillas eran muy difíciles de retirar y cuando pretendía despegarlas de la piel de Kyo solo lograba que se introdujeran más y más; ni siquiera las pinzas que consiguió para ayudarse en la tarea daban resultado. Dejó el algodón sobre la mesa, cogió un paquete de gasa y tomó a Kyo en brazos.

-Lo siento Kusanagi, solo hay una forma de limpiar tus heridas. - dijo - Por tu bien, esperó que no recobres el conocimiento.

Con cuidado llevó al muchacho hasta el baño, lo sentó al borde de la bañera, manteniéndolo junto a si con su brazo izquierdo mientras, con la otra mano abría la ducha. Luego lo metió bajo el potente chorro de agua y con ayuda de la gasa procedió a limpiar las heridas frotando las zonas donde veía acumulación de piedrecillas y suciedad que no había podido retirar con el algodón. La fricción provocó que Kyo recuperara el conocimiento, el dolor lo hacía estremecerse y tratar de zafarse del abrazo de Yagami, pero, este no se lo permitió. Lo sujetó firmemente, casi con violencia y continuo limpiando las heridas de Kyo sin querer prestar atención a sus gemidos y sollozos.

La peor parte ocurrió cuando tuvo que limpiar la zona cercana a la rodilla. Ahí la herida era más profunda y estaba negra debido a la coagulación de la sangre en unión con la suciedad. Además era una zona bastante extensa, casi abarcaba la palma de su mano. Sería mejor no prolongar inútilmente el dolor de Kusanagi, asearlo lo más rápido posible, para que así pudiera descansar y recuperar las fuerzas.

No fue fácil, Kyo se debatió entre sus brazos, sollozó y gimió. Balbuceaba incoherencias y se quejaba continuamente.

-No!... Por favor!... Detente!.... Duele!..... Basta, basta! – se quejaba lastimeramente el joven Kusanagi

Intentó liberarse del agarre de Yagami y solo consiguió ser sujetado con mayor rudeza. Un ahogado sollozo escapó de sus labios y luego su cuerpo se tensó durante un breve momento para luego relajarse en la paz de la inconsciencia.

Iori suspiró aliviado al sentir que Kyo perdía el conocimiento y se apresuró en terminar de limpiarlo, no quería que el joven volviera a sufrir inútilmente. Cerró el grifo y lo recostó en la tina, luego, se dirigió hasta la repisa de las toallas y tomó la más grande que tenía cubriendo con ella a Kyo. Regresó al dormitorio y del armario sacó un juego de sábanas, una colcha gruesa, un edredón de plumas y unas pijamas de algodón afranelado. Preparó la cama para recibir a Kyo y dejó aparte las pijamas. Volvió al baño y aprovechando que Kyo estaba en la bañera desmayado lo secó con gran cuidado, luego lo cargó en brazos y lo llevó a la cama. Cubrió las heridas con gasas y esparadrapo, le puso el pijama y lo metió bajo las cobijas.

Suspiró, aliviado y cansado. Ahora si, por fin podría descansar, tenía medio cuerpo mojado y sentía los músculos tensos, dio la vuelta y se fue al baño, se quitó las ropas, abrió la ducha y se metió bajo el chorro de agua por diez minutos, después, usó una toalla para frotar vigorosamente su cuerpo y aliviar un poco la tensión muscular. Desnudo y descalzo regresó al dormitorio, del armario sacó unos pantalones de pijama. El jamás usaba ropa para dormir, pero tenía sueño, estaba cansado y acostarse desnudo con Kyo al lado, no le pareció buena idea. Antes de levantar las cobijas y tumbarse junto a Kusanagi, no pudo evitar el sonreír.

-Sin lugar a dudas Kusanagi, eres mi karma. No? - dijo en voz alta, como si Kyo pudiera escucharle - Eso me pasa por quejarme.

Se metió bajo los cobertores y poco después dormía placidamente al lado de su enemigo mortal Kusanagi Kyo.

* * *

Continúa...

[ Capítulo 3: Sueños Febriles o Realidad Bizarra? ]

Los personajes pertenecen a SNK
"El Invierno del Dragón" es propiedad de Kamila &
IorixKyo Archive
Octubre, 2002

 

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