Fanfic por Kamila
El Invierno del Dragón
Capítulo 1: Casualidad
o Destino?
Definitivamente el invierno había llegado para quedarse, a través del enorme ventanal de su departamento Iori lanzó una rápida ojeada al cielo de la ciudad, un cigarrillo a punto de consumirse colgaba de sus labios, Osaka lucia gris, mucho más que de costumbre, exhaló el humo sin siquiera tomarse la molestia de coger el cigarro, luego, aplastó la colilla en el cenicero y tomando su bolso se dirigió hacia la puerta de su apartamento. Había decidido pasar el invierno en la montaña y era mejor apurarse si quería estar antes del atardecer en su cabaña.
El ascensor se detuvo en el sótano, sus puertas se abrieron para dar paso a un agotado pelirrojo. La gira con su grupo musical se había prolongado más de lo debido y necesitaba relajarse y olvidarse de todo y todos, al menos durante un tiempo. Por un instante recordó al joven Kusanagi, pero deshecho el pensamiento casi al instante, en realidad estaba cansado y correr detrás de ese insulso y arrogante jovencito no entraba en sus planes, no por el momento; abrió la maletera de su auto y tiró dentro el bolso, sin prisa subió a su coche y enrumbó a la salida del subterráneo, ya en la calle se dio cuenta que la temperatura era más fría de lo que supuso y si bien todavía no había empezado a nevar lo mas probable es que en unas cuantas horas la nieve se haría presente en toda su magnitud.
Después de comprar lo necesario para la larga temporada que pasaría en la cabaña acudió a un cafetín a tomarse un refrigerio que le permitiera aguantar el hambre hasta llegar a su destino pues no tenía intención de parar a mitad del camino en alguno de esos "restaurantes", si se les podía llamar así a esa clase de lugares, entonces pues, lo mejor sería llenar el estómago para evitarse una posible intoxicación a futuro.
Llevaba conduciendo casi una hora, ya había salido de la ciudad y se dirigía por una desviación hacía las montañas, el clima empeoraba a cada instante y una fina nevada caía desde hacía unos quince minutos transformando el asfalto del camino en una peligrosa pista de patinaje blanco. Ojeo el marcador de velocidad. Sip, mantenía una velocidad irracionalmente alta, pero para quien tiene un límite de vida como él que peligro podía haber en conducir a casi cien kilómetros por hora sobre un suelo escarchado y encima fumando y con el ....
Un momento! ¿Que mierda era esa "un límite de vida" ?
Sus anchos hombros se sacudieron en una amarga y apagada risa.
Olvídalo Iori, ni siquiera en eso eres especial. Los humanos comunes y corrientes también tienen un límite de vida. Mas aún Yagami, hay niños que nacen condenados a morir y otros a los que se les niega el derecho hasta de respirar en este asqueroso mundo.
No! definitivamente si eres especial o diferente se debe a tus flamas púrpuras nada más que a eso. Lo sabes verdad, lo sabes y te repulsa la idea que un asesino tenga ....SUFICIENTE!
Frunció el ceño, a que venían esos pensamientos oscuros y deprimentes, acaso podía hacer algo para cambiar su futuro, su destino o el de cualquier otro. No, no podía, entonces pues, ese sentir estaba demás; tiró la colilla del cigarrillo por la ventana del auto. Maldición. Odiaba ponerse en ese plan. No era su culpa. El no había pedido nacer y no pasaría el resto de su vida lloriqueando como una niñita mimada.
Rayos! Quizás no fue tan buena idea venir a este fin de mundo con más compañía que mi propia sombra.
Demasiado tarde para arrepentirte Yagami, con el clima en este estado no podrías llegar a la ciudad antes de que empezara a nevar en serio, así que arroja todos esos estúpidos pensamientos a la basura y continua tu camino. Un Yagami tiene un tiempo determinado de vida y tú vas a disfrutar el tuyo de la mejor manera posible. Disminuyó la velocidad del auto al tomar una curva bastante cerrada y cuando iba a retomar la recta el coche dio un bote en el camino, maldijo para sus adentros y estaba decidido a continuar sin prestarle mayor atención al percance, pero una rápida mirada al espejo lo obligó a frenar imprudentemente.
Bajó del coche y se acercó cautelosamente hasta el trozo de metal cubierto por la escarcha, con la punta de su bota lo removió para tratar de identificarlo. Era un pedazo de metal blanco ahuecado lleno de raspaduras y abolladura, una parte de la pieza de metal que sirve para proteger las llantas de las motocicletas, en el lugar del corte y donde la pintura se había desconchado no se veían rastros de herrumbre, por lo tanto el incidente era reciente. Levantó la vista del metal y recorrió el perímetro buscando otros indicios del "supuesto accidente". No tardó en encontrarlos, a pocos metros de ahí y a pesar de la escarcha que cubría las huellas se podía notar claramente las marcas dejada por los neumáticos al patinar aparatosamente en el asfalto.
Siguió las huellas que lo condujeron hasta un lado del camino donde encontró varios trozos de espejos y uno que otro pedazo de metal retorcido; al final un pequeño pero robusto arbusto arrancado casi en su totalidad de la tierra servia de límite entre la carretera y una suave pendiente de unos ocho metros de profundidad, y le confirmaba cual había sido el destino de la motocicleta y de su conductor.
Encogió los hombros con indiferencia, mucho mejor para él. No sentía deseos de jugar al buen samaritano. Con suerte para el infeliz que descansaba en el fondo del barranco alguien lo encontraría, de lo contrario tendría que esperar a que llegara la primavera; pues, desde donde el se encontraba hasta llegar a su destino no habían más paradas, el celular se quedó en el departamento y no, definitivamente NO! Regresaría hasta la estación de gasolina para reportar un cadáver. Ese no era su estilo.
Dio la espalda al barranco y se dirigió a su auto, en el camino sacó un cigarrillo más del paquete que guardaba en el bolsillo del abrigo, lo puso entre sus labios y levantó el índice para encenderlo cuando se quedó de piedra. Ahí, a escasos metros de donde se encontraba se podía ver una parte de una pierna humana enfundada en unas botas oscuras y cubiertas por unos pantalones de mezclilla también oscuros, el resto del cuerpo estaba oculto por unos espesos matorrales, Yagami tensó el cuerpo, indeciso sobre si acercarse a socorrer al infeliz o seguir su camino como si nada. Antes de que pudiera tomar una decisión sus pies ya se dirigían hacia donde se encontraba el accidentado, al llegar solo vio a una persona inconsciente o quizás muerta boca abajo, vestida con una casaca de cuero negro, los pantalones negros también y un casco protegiéndole la cabeza. Se agachó para darle la vuelta y al hacerlo, el cigarrillo que tenía entre los labios cayó al suelo.
KYO!
* * *
Continúa...
[ Capítulo 2: Castigo o Premio? ]
Los personajes pertenecen a SNK
"El Invierno del Dragón" es propiedad de Kamila
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Octubre, 2002