Fanfic por Ikyori Yagami

El Rojo y el Púrpura

Capitulo 6. - Light My Fire (Enciende mi fuego).

Salí de mi casa a las 10:00 a.m. Estoy en camino hacia el club "Dance of Fire". Le pertenece a un amigo llamado Tágano. Quiere que mi banda toque para él, nos pagará una gran cantidad de dinero.

- ¡Iori san! Llegaste temprano. – Tágano sacó un cigarro y lo prendió, me lo ofreció y yo lo acepté. – Ven, pasa y hablemos de negocios.

Entré y todos los trabajadores de ahí se me quedaron viendo con miedo. Al parecer todos me conocen y saben que soy el peleador del torneo más temido por todos. Varios, al verme pasar junto a ellos, dieron un paso atrás. Los miraba y ellos bajaban la mirada enseguida. Me respetan y me temen.

- Siéntate, Yagami. Ponte cómodo, mandaré traer una cerveza para tí. - Tágano hizo un gesto con la cabeza y una de las meseras del lugar se acercó con la cabeza baja.

- ¿Qué quieres, Yagami? Pide lo que quieras. – Me dijo con una sonrisa, que me demostraba su poderío en su propiedad.

- Tráeme la mejor cerveza que tengas. – Me acomodé en la silla cruzando la pierna, de manera orgullosa, soberbia. Si respetan a Tágano, a mí me tendrán miedo.

La chica se dio la vuelta y caminó con nerviosismo hacia la barra. Pidió la cerveza. El cantinero se inclinó y le dio unas palmadas en el brazo, para que se le pase el miedo, luego regresó con la cerveza y me la sirvió. No le di las gracias, ni siquiera la miré a ver. Ella se quedó parada, hasta que Tágano le dio una orden cortante para que se retirara.

- Me decías... ¿Quieres que mi banda toque aquí en tu negocio? – Asenté el cigarro en el cenicero y tomé un sorbo de la cerveza.

- Tocan... descansan una hora y regresan al escenario. Serán como unas cinco presentaciones cada Lunes, Miércoles y Sábado. Descansarían los Martes, Jueves, Viernes y Domingo. – Tágano tomó su cerveza que le habían traído, me miraba de forma lasciva, eso me incomodaba. Sabía que Tágano había estado en la cárcel por vender drogas y por violar a una de sus meseras, pero el sujeto tiene dinero y nos pagaría bien por tocar en su club. Claro, a mí no me hace falta el dinero, soy famoso y millonario; pero a mis compañeros les haría un bien necesario.

- Entonces... ¿Qué dices, Yagami? – Tágano se echó para atrás y alzó la cabeza de manera dominante. Yo estaba apoyado en la mesa con mis codos doblados y con la cabeza baja, pero mis ojos igualmente manteniendo la fuerza de mi porte.

- Voy a platicarlo con los demás... y luego veremos. – Lo miraba de manera que Tágano pareció intimidarse. Logré ver que, aunque no lo parezca, él también me tiene miedo.

- No te arrepentirás, no lo pienses demasiado. – Volvió a tomar su posición altanera.

- Lo voy a pensar... Te llamo luego. – Me tomé el resto de mi cerveza y me levante. - ¿Cuánto te debo por la cerveza? – Saqué mi billetera dispuesto a pagarle.

- Déjalo, la casa invita. – Tágano volvió a mirarme con lascivia. Debo tener cuidado con él.

- Nos vemos. – Me fuí del lugar sin mirar a ver a nadie.

Tengo planeado ir a ver a Kyo antes de regresar a casa. Mi padre nos llamó a mí y a mis hermanos para cenar juntos esta noche. Supongo que le dirá a todos lo que siento.

Me subí a mi auto y me dirigí a casa de Kyo. Al llegar, me encontré con él en la puerta. Parecía que saldría a algún lado, pero al verme se quedó quieto, sonriendo. Luego caminó hacia a mí. Abrió los brazos y me apretó entre ellos, dándome palmadas en la espalda como si fuéramos amigos que les da mucho gusto verse.

- Te extrañé mucho... – Kyo susurraba junto a mí. – Que gusto me da que estés aquí.

Entramos a su casa y apenas cerramos la puerta, Kyo se abalanzó sobre de mí y me besó con pasión.

- ¿Estuviste aguantándote todo este tiempo para recibirme así? – Kyo se reía, realmente le da mucho gusto que esté con él.

- ¿Y como querías que te recibiera? – Sus brazos rodeaban mi cintura, acariciándome. Ladeó su cabeza y me beso con ternura. ¡Cuánto te extrañé Kyo! ¡Cuánto te extrañé!

Apreté su cuerpo con pasión, haciéndole saber cuanto lo quiero.

Kyo comenzó a desvestirme. Desabotonó mi camisa roja, dejando ver mi pecho desnudo. Lo vió, lo acarició y luego lo besó. Agarré su cabeza que se movía con lentos suspiros, le levanté el rostro y lamí su cuello. Las manos de Kyo bajaron a mis caderas apretando con fuerza los lados de mi pantalón y luego se corrieron hasta sujetar mis glúteos, apretándolos con fuerza. Le quité la camiseta y lo abracé pegándolo a mi pecho, sentí el calor de su vientre junto al mío, de nuevo, Kyo sujetó mi trasero y yo le arañé la espalda. Sentí que se excitó y dejó escapar su aliento. De pronto la imagen de Tágano se cruzó en mi mente, imaginé por un momento que Kyo era él, acariciándome, con maldad en los ojos. Me desconcentré y solté a Kyo.

- ¿Nan da, Iori? – Me preguntó extrañado, Kyo.

- Nn... nada... – Kyo volvió cerrar los ojos y me acercó a él para besarme de nuevo. Cerré mis ojos tratando de olvidar lo que pasó. Los besos de Kyo eran efectivos, sus caricias y su cuerpo me llevaron a otro mundo, alejándome de todas las cosas que me hacen sufrir... entre ellos... mi enfermedad. Aún no se lo digo, aún no le digo que mi destino es morir joven... si voy a morir, quiero que sea en los brazos de Kyo.

Sus gemidos, son música para mí, cada sonido que emite, cada silencio que hace...

- Come on baby, Light My Fire, Come on baby, Light My Fire... – Comencé a cantarle al oído.

- Je, je ¿Qué cantas? – Preguntó Kyo mientras se reía y me acariciaba.

- Es una canción de "The Doors" llamada "Light My Fire" - Le contesté. – Es buena... La tocaremos en el club Dance of Fire.

Kyo se quedó pasmado al oír el nombre. Me miraba con los ojos muy abiertos.

- El club... ¿le pertenece a un hombre llamado Tágano? – Me pregunto muy preocupado.

- ¿Lo conoces? – Es obvio que Kyo lo conoce, pero le pregunté para saber que clase de relación tiene con él.

- Sí... sé que no es muy confiable que digamos... al menos yo no lo traté mucho cuando lo conocí, pero aún recuerdo sus proposiciones...

- ¿Qué proposiciones? – Le pregunté, ya preocupado.

- Me pidió que yo sea uno de sus matones a sueldo. Pero no acepté, no soy un asesino. – Kyo bajó la cabeza al ver que mi cara cambió con gesto de enojo.

- ¿Y me lo dices como si no fuera algo importante? – Le pregunté con ira en los ojos.

- ¡No quería preocuparte!... además, ¿Qué clase de negocios haces con él? – Eso me hizo entrar en razón.

- Solo tocaremos y ya. No nos meteremos en los negocios de él. – Le contesté tratando de que no se preocupara.

- ¿Y si te pide algo más? ¿Y si te pide que seas su amante? – Kyo levantó la cara con gesto serio.

- ¿A ti te lo propuso? – Lo miré a los ojos. Kyo solo guardó silencio y luego viró la cabeza para evitar mis ojos.

- ... no... – Me negó con la cabeza, pero aún así su respuesta me dejó con muchas dudas al respecto.

- ...

Un largo silencio nos rodeo y Kyo ya no me veía a los ojos. Ahí había algo más. Tágano no dejaría ir a un hombre como Kyo. No sin hacer el intento.

Kyo me rodeó de nuevo con sus brazos fuertes, pegando su cara con la mía, estaba encima de mí. El peso de su cuerpo era estimulante y sus labios que besaban mi cuello eran suaves y tersos. Estaba tratando de que olvidáramos el asunto. Creo que era lo mejor, pero mi cabeza aún seguía con el pensamiento de que algo había pasado entre Kyo y Tágano. ¿Y si Tágano trata de utilizarme para hacerle daño a Kyo?

****

No debí decirle nada de esto a Iori, ahora está preocupado y lo más seguro es que haya problemas por esto.

Aunque fue hace mucho tiempo, yo solo tenía 17 años. Solo trataba de escapar de mi destino como descendiente de los Kusanagi, y Tágano me propuso una forma de escapar que luego rechacé, por que Iori apareció, muchos años después de nuestra presentación como futuros Líderes de Clanes. Las peleas que tuve con él, me mantuvieron lejos de las manos de Tágano.

****

Me quité de casa de Kyo, más o menos a las 5 de la tarde. Iría a casa para bañarme y luego ir a casa de mis padres. No sería correcto ir y sentarme a la mesa oliendo a Kusanagi, mi padre se daría cuenta, pues él también ha luchado en contra del padre de Kyo.

Salí de mi casa, después del baño. Me dirigí a casa de mis padres. Cuando llegué, mis hermanos me estaban esperando.

- ¡¡Iori!! – Gritaron y corrieron hacia mí. Me recibieron con los brazos abiertos.

Momentos después nos sentamos alrededor de la mesa. Los sirvientes nos atendieron con toda clase lujos como era costumbre en la mansión Yagami, mi hogar.

- Dime Iori, - Habló mi padre. - ¿Cómo te ha ido con tu pareja?

Todos levantaron la vista y me vieron.

- ¿Pareja? – Preguntó mi hermana menor, interesada, con una sonrisa pícara.

- Sí. - Contestó mi padre muy serio. – Un hombre.

- ¡¿QUÉ?! – Gritaron todos. - ¡No puede ser! ¡¿Es cierto eso Iori?!

No me moví, ni tampoco contesté en ese momento. Mi padre me había humillado enfrente de mi madre y de mis hermanos.

- ¿Quién es, hermano? – Preguntó mi otro hermano, su tono de voz era temblorosa.

- ...

Miré a mis hermanos. Me sentí como un asesino que ha sido descubierto por todos.

- Iori, te ordeno que me digas quien es él. – Mi padre me habló con voz recia. Hacía ya mucho tiempo que no me hablaba así.

- ...

Mi madre había comenzado a derramar lágrimas de angustia, como si yo hubiera muerto en un duelo contra los Kusanagi. Mi hermana menor también lloraba, pero ella se levantó y se fue.

- ¡Dime! ¡¿Quién es?! – Mi padre estaba más alterado que de costumbre.

- ¡¿Para qué quieres saberlo?! – Grité alterado por la presión de mi padre.

- Para que yo lo mate con mis propias manos. – Dijo con el rostro serio, no estaba jugando, en lo absoluto.

Mi madre siguió llorando, no podía abogar por mí tampoco.

- No, padre, no voy a decir quien es. No arruinarás mi felicidad, como lo hiciste con mi vida. – Contesté mirando a mi padre con odio, el odio que él me enseñó.

- ¡Te niegas a obedecerme! – Mi padre se levantó de la mesa amenazante.

- ...

- ¡Has avergonzado a la familia Yagami! – Levanté la vista al oír las acusaciones de mi padre en mi contra.

- ¡Además de no poder aniquilar a Kyo Kusanagi! ¡Eres débil, Iori! ¡Un inútil, bueno para nada, solo para tu maldita música y tu marica amante!

Cerré los ojos fuertemente, ya no quería escuchar más, así que me levanté y me retiré de la mesa, tratando de ignorar lo que decía mi padre acerca de mí y de Kyo. Si le hubiera dicho quien era a mi padre, ahora estaríamos muertos los dos.

- ¡Tú no eres mi hijo! ¿Lo oíste? ¡Ya no eres un Yagami! – Escuché las últimas palabras de mi padre y las lágrimas brotaron de mis ojos, no miré atrás, escuchaba el llanto de mi madre, pero tampoco por ella volví, los decepcioné a todos así que seguí adelante y me dirigí a la salida de la Mansión Yagami. Me quedé parado en la puerta principal de lo que fuera mi hogar, viendo con tristeza cada detalle de la puerta tallada de madera. Recordé un pedazo de mi niñez, cuando apenas estaba aprendiendo a usar mis poderes y sin querer quemé la puerta principal cuando jugaba con mis hermanos. Esta misma puerta que me vió crecer y que fue testigo de mi vida, ahora me parecía que me decía lo mismo que mi padre. Con lágrimas en los ojos apoyé mi cabeza en ella y arañé la madera con mis uñas, por el coraje, la ira, la angustia y por mí. Gemí y grité por el llanto, no me importaba si me escuchaban los demás, descargaría mis penas en esta puerta como despedida.

- Amo Iori... – Escuché la voz del mayordomo que atendía la puerta principal.

- ... – Silencié mi lamento y me quedé inmóvil apoyado en la puerta.

El mayordomo se acercó a mí y se agachó. Sentí su mano apoyarse en mi hombro, tratando de consolarme, él solo veía mi rostro deformado por el llanto y mis lágrimas que parecían no terminar de caer.

- Amo Iori, no llore, sea fuerte como siempre lo ha sido. – Su voz de viejo me daba cierta calidez, mi padre nunca me demostró tal calidez.

- Amo Iori, levántese siga adelante, no se dé por vencido. – Miré al viejo y sus ojos me animaron con una sonrisa cariñosa.

- Lo lamento... lo lamento tanto. – Abracé al anciano y terminé de llorar en sus brazos, recordé cuando aún vivía aquí, la manera tan amarga, como lo trataba y lo humillaba, muchas veces lo lastimé y me reí de él. Ahora él me consuela de mi sufrimiento.

- No se preocupe por eso, Amo Iori. – Me ayudó a levantarme y me abrió la puerta.

- ¡Espera Iori! – Escuché de nuevo la voz de mi padre.

Miré a verlo con ojos enojados y él me miraba de la misma manera.

- ¿Vas a preguntarme a donde voy a ir? – Le pregunté antes de que me diga algo.

- Te advierto que si te veo con él, voy a matarlo frente a tus ojos. Así ya no volverás a desafiarme con esa mirada y me tendrás respeto de nuevo. – La voz de mi padre era amenazante.

- No lo permitiré, primero te mataría antes de que lo hicieras. – Le contesté con el mismo tono. Luego le dí la espalda y salí de la mansión. Caminé por las calles para ir a casa de Kyo otra vez. Necesitaba su calor junto a mí para poder pasar la noche, tranquilo.

- ¿Adónde te diriges, Iori san? – Escuché una voz que me seguía de cerca. Miré hacia atrás y vi a un hombre vestido con pantalones de cuero y una camisa ceñida al cuerpo que dejaba ver la bien formada cintura y espalda del sujeto. Llevaba una arracada en la oreja izquierda y tenía tatuaje simulando una lágrima debajo del ojo izquierdo.

- ¿Tágano? ¿Qué haces por aquí? – Me paré en seco al verlo tan cerca.

- Te vi pasar y pensé en seguirte. – Sus manos se movían al hablar.

- ¿Y quien te dijo que podías seguirme? – Lo empujé con fuerza para alejarlo de mí.

- No te portes así conmigo, no te conviene, Iori-san. – Tágano tenía de nuevo esa sonrisa lasciva y sus ojos lujuriosos me decían en realidad lo que quería.

- Aléjate de mí, Tágano. No estoy para juegos hoy. – Me di la vuelta y comencé a alejarme.

- No huyas Yagami... – Me dijo con voz gruesa. No le hice caso y seguí caminando. No quería voltear hacia atrás por que me encontraría con su mirada de nuevo.

Seguí caminando hasta que llegué a casa de Kyo. Saqué la llave y entré.

- ¿Nan da, koibito? – Kyo se acercó a mí y me abrazó con fuerza al ver mi cara húmeda por las lágrimas.

- Estoy bien, Kyo. – Lo abracé con fuerza y apoyé mi cabeza en su hombro.

- Ven, Iori. Sentémonos. – Kyo me llevó al mueble de la sala y nos sentamos, aún tenía apoyada mi cabeza en su pecho y él acariciaba mi pelo con sus dedos. Su olor me tranquilizó y sus caricias me regresaron la sonrisa de mi rostro. Mientras yo te tenga junto a mí...

- Mi familia ya lo sabe... lo de nosotros, pero no saben aún quien es mi amante. – Le dije cuando me tranquilicé.

- Hubo problemas ¿Ne? – Los ojos de Kyo se veían preocupados.

- Mi padre amenazó de muerte a mi amante. Si llega a saber que eres tú mi amante, podría matarme a mí también. – Lo miré a los ojos, esperando una reacción de miedo. En cambio recibí una mirada tranquila.

- Que venga a matarme entonces... – Kyo me dijo con voz baja. – Que venga, yo aquí lo espero.

- Kyo... – Lo miré a los ojos y vi que la luz se hacía más intensa. Con ojos vidriosos me dijo:

- No le tengo miedo, así que, venga y que intente matarme. – Había lágrimas en los ojos de Kyo, pero él no las dejaba salir, me quería demostrar que él tampoco era débil.

- Creo que será mejor que hoy duerma solo en mi casa. – Bajé mi cabeza y respiré profundo.

Me despedí de Kyo con un beso en la frente. Salí de ahí con la cabeza baja. No regresaré hasta que todo haya pasado.

Los días pasaron y mi ánimo decaía. Las tocadas en el club de Tágano eran lo único que me mantenían con vida. Me hacen falta tus caricias Kyo, te extraño demasiado.

- ¿Qué te pasa Iori-san? Estás muy decaído últimamente. – Tágano me preguntaba durante la práctica, pasaba su brazo alrededor de mi cuello y frotaba sus dedos con mi pelo.

- No pasa nada... – Me alejaba de él cada vez que intentaba seducirme.

Salía del club a las 3:00 a.m. Después de las tocadas. No quería llegar a casa, así que daba vueltas solo en mi auto. Pasaba por casa de Kyo y me estacionaba enfrente, me quedaba largas horas mirando, sin bajar del auto.

Una noche, al terminar la tocada, Tágano pidió hablar conmigo en su oficina.

- Tocaron bien esta noche, Iori-san. – Tágano me sirvió un vodka y me lo acercó a la boca para que yo tomara. Acepté el gesto y me tomé un trago.

- ¿Tú crees?

- Sí. Pero a ti te veo algo distraído. – Tágano tomó un trago del vaso donde yo había tomado.

Tágano tenía razón. No podía concentrarme por los problemas que tenía... y por Kyo.

- Tal vez lo que necesitas... es un estímulo. – Tágano volvió a mirarme de manera lasciva, era obvio que quería algo conmigo.

- No quiero drogas, no quiero nada de estimulantes. – Le dije con ojos serios.

- No, no, no. Las drogas son algo muy superficiales. Y tú no necesitas de esas cosas. – Tágano se acercó a mí, pasando su mano en mi hombro de manera seductora. Pasó por detrás de mí, se inclinó y me habló al oído.

- Tal vez yo pueda ayudarte a olvidar tus penas. – Sus palabras me llegaron junto con su aliento y sus manos que sujetaban mis hombros, dándome un ligero masaje para que me relajara.

- ¿Qué dices? – Mi pregunta fue silenciada por los largos dedos de su mano que acariciaba mis labios.

- Tal vez lo que te preocupa... es Kyo Kusanagi. – Me dijo al oído lamiendo mi oreja, dejándome ver sus deseos más profundos hacia a mí. Me levanté de golpe al oír el nombre de Kyo.

- Sé que lo único que deseas en tu vida, es acabar con la de Kusanagi... – Las palabras de Tágano me tensaron al oírlo. El no sabía nada acerca de mi relación con Kyo.

- Yo también quiero acabar con él. – Tágano me dio la espalda y se sentó en su escritorio.

- ¿Por qué? – Le pregunté, ocultando mis sentimientos.

- Porque Kusanagi me traicionó y he estado buscando la forma de acabar con su miserable vida. – Tágano evitó mi mirada. No solo lo traicionó, lo lastimó profundamente y quiere venganza por eso.

- ¿Traicionarte? ¿De qué manera? – Le pregunté mientras me volvía a sentar.

Tágano evitaba mis ojos. Hubo un gran silencio y él parecía estar perdido en sus pensamientos. Miraba a la ventana fijamente sin expresión alguna. Se levantó después de un rato y se volvió a acercar. Se agachó enfrente de mí y sujetó mis manos con fuerza.

- Únete a mí, Yagami... Conviértete en mi amante y yo te daré lo que tú me pidas... Incluso a Kusanagi. –

Se acercó más y sus ojos se cerraron lentamente hasta que sentí su boca pegándose a la mía. No sabía que hacer. Me besó y pude sentir su lengua tratando de entrar en mí boca. No sé por que pero mis labios se abrieron y lo dejé entrar. Fue entonces, cuando sentí la sensación de su lengua jugar con la mía, cerré mis ojos y comencé a imaginar que era Kyo a quien besaba.

¿Que fue lo que hice? Traicioné a Kyo. ¿Cómo pude hacerle esto?

El tiempo siguió pasando y mi relación con Kyo se fue perdiendo, mientras que Tágano y yo nos veíamos cada vez que terminaban las tocadas. Tágano era más fogoso y apasionado que cualquier otro, nunca había sentido tanto placer. Pero mis sentimientos aún aman profundamente a Kyo.

Llegaba a mi casa y notaba que todas las noches había mensajes en mi contestadora. Todos los mensajes eran dejados por Kyo, buscándome, preguntándome por que lo había abandonado. Nunca le contesté, para que no descubrieran que era a él a quien yo quería. Hacía ya varias noches en las que había notado que me seguían.

Asesinos contratados por mi padre, de seguro, tratando de saber quien era mi amante para matarlo. Todas las noches los veía en el club, esperando.

Una noche mientras mi grupo y yo tocábamos, vi entrar a un sujeto rubio, algo amanerado y con ropas muy provocativas para las mujeres, se me hizo muy familiar, pero no lo había reconocido y vi que entró junto con otro al que no vi muy bien, pero me resultaba familiar su forma de caminar. Se pararon junto a la barra de la cantina y pidieron bebidas. El rubio se movía al ritmo de la música y el otro no se movía para nada, la gente que se atravesaba no me dejaban ver quien era.

- It´s time for maiking true. It´s time for make our fire

Try is the only we can do. Baby we could get much higher

Come on baby Light my Fire

Come on baby Light my Fire... Yeah!

Mi voz sonaba en todo el lugar y todas la mujeres gritaban mi nombre con locura, todos aplaudían y cantaban y solamente uno no se movía. Hasta que miró al escenario y entonces lo reconocí. Su mirada me expresaba decepción y angustia, pero también rencor. Tiene razón para mirarme así. Yo lo herí de la forma más baja y horrible. Miré hacia la oficina de Tágano quien me vigilaba desde arriba. Él también se dió cuenta que Kyo estaba aquí. Pude ver su mirada hacia Kyo, reflejaba sus sentimientos y el odio al mismo tiempo. Kyo le hizo un gran daño en el pasado y él no lo ha querido olvidar.

Terminó el concierto y bajé del escenario, me dirigí hacia donde estaba Kyo, cuando de repente se cruzó en mi camino Tágano.

- ¿Adónde vas, koibito? – Me preguntó en voz alta, para que Kyo lo escuchara. Miré a Kyo y este estaba parado con la cabeza en alto mirando a Tágano con desprecio y furia. Luego miré a los lados y vi a los asesinos y a mi padre junto a ellos. Sus miradas se clavaron en Tágano y comenzaron a acercarse.

- Huye... – Le dije a Tágano en voz baja.

- ¿Qué? – Me miró interrogativo. – Este es el momento para acabar con Kusanagi. - Me dijo con los ojos furiosos.

En ese momento, los hombres de mi padre lo sujetaron con fuerza.

- ¿Qué sucede? ¡Suéltenme! – Tágano forcejeó con los hombres y ellos lo sujetaban más fuerte.

- Así que tú eres el desgraciado que anda con mi hijo. – Mi padre se acercó a él y le sujetó la barbilla con fuerza. – ¡Maldito Marica!

- ¡No sabe con quien se mete, viejo! – Tágano miró a mi padre a los ojos, pero mi padre no es tan fácil de intimidar.

- Tú tampoco sabes con quien te metiste... y eso lo vas a pagar con tu vida. – Mi padre levantó la cabeza y su autoridad pudo más que la de Tágano. Pronto se acercaron los guardaespaldas de Tágano y rodearon a mi padre y a sus hombres.

- ¡Suéltenlo! O les meteremos balas en el trasero. – Gritó el jefe de seguridad del club, apuntando con su arma a la cabeza de mi padre.

Kyo y Benimaru se quedaron inmóviles ante la escena. Yo miré a Kyo a los ojos y le dije con la mirada que se vaya del lugar. La mirada de Kyo me hizo saber que había entendido todo y me sonrió, sentí un alivio en mi corazón. Los vi salir del lugar sin ningún problema.

- ¡Disparen! – Gritaba Tágano.

- ¡No! – Grité para evitar que hieran a mi padre.

- Tú hiciste que mi familia quedara en vergüenza. – Mi padre aún sujetaba la barbilla de Tágano. – Y voy a hacer que pagues con tu vida, aún que yo muera también. – Mi padre alzó la otra mano y todos vieron como se encendió una llama púrpura.

Tágano miró la llama con terror y mi padre sonrió maliciosamente, luego volteó a verme.

- ¡Padre! ¡No lo hagas¡ - Grité, pero los hombres de Tágano no me dejaron pasar, y algunos de los hombres de mi padre me sujetaron con fuerza.

- ¡PADRE! – Grité con lágrimas en los ojos.

- Lo siento Iori... ahora tú estarás a cargo de tu familia. – Leí los labios de mi padre que por primera vez me sonreía con dulzura. Después de eso prendió la llama púrpura en su otra mano quemando vivo a

Tágano. En eso los hombres de Tágano abrieron fuego en contra de mi padre y los hombres de mi padre hicieron lo mismo contra ellos. La gente asustada corrió a ocultarse del tiroteo y yo solo me quedé parado viendo como caía el cuerpo de mi padre acribillado en medio del fuego. Mis ojos se abrieron hasta el límite y corrí hacia él. Me tiré al piso para recoger el cuerpo de mi padre, me alcanzó una que otra bala rozándome en los brazos y en las piernas, pero no lo sentí por el miedo de perder a mi padre. Me incliné y abrazé a mi padre.

- ¡Papá! ¡Papá! ¡Contéstame! – Gritaba desesperado.

- Uuh... Io... ri... – Mi padre habló con trabajo y sus ojos estaban perdiendo el brillo rojo que me heredó.

- ¡Resiste, por favor! – Intenté levantarme para sacarlo de ahí, pero él me jaló para evitarlo.

- ... no lo... ¡ungh!

- ... – No sabía que podría hacer y mi padre no dejaba que lo ayudara.

- Iori... prométeme... que vas a cuidar... a tu madre y a tus hermanos... y yo te dejaré... por fin... en paz... para que hagas con tu vida... lo que quieras. – Su voz se oía dificultosa y baja, su respiración se hacía más trabajosa por las heridas. Estaba muriendo, ya nada podía hacer.

- ... – Lágrimas comenzaron a caer al suelo. No pensé en que algún día mi padre me vería llorar.

- Es... tás llorando. Nunca creí que verte... llorar... me haría sentir aliviado. Estas lágrimas... son por mí ¿Ne?. – Levantó con dificultad su brazo herido y secó con sus dedos mis lágrimas. – Lágrimas para mí.

- Te quiero papá... – Me incliné al ver que mi padre dejó caer su mano y su cuerpo estaba quedando frío.

Lloré en su pecho, como si yo fuera un niño.

- Te quiero... hijo mío... – Sentí como el pecho de mi padre dejó salir su último aliento. Su corazón dejó de latir y sus ojos se cerraron con lentitud. Me di cuenta de que había muerto y ya no podía hacer nada para revivirlo.

Miré a mi alrededor y vi los cuerpos de todos los hombres de mi padre y de Tágano. Enfrente de mí había una llamarada púrpura que poco a poco se fue ahogando hasta apagarse. El cuerpo de Tágano estaba echo cenizas.

Salí del lugar cargando el cuerpo de mi padre y lo que hice fue quemar el lugar para borrar evidencias de que mi familia estuvo involucrada en el incidente.

Vi a Kyo y a Benimaru esperando al otro lado de la calle. Al verme Kyo cruzó corriendo. Me incliné a dejar el cuerpo de mi padre y corrí hacia Kyo. Nos encontramos en un abrazo y los dos derramamos lágrimas, tanto de tristeza como de felicidad. Todo había acabado ahí y ya nada podría separarnos.

De pronto sentí un dolor punzante en mi pecho. Un dolor como si algo me quemara por dentro.

- ¡¿Qué te pasa, Iori?! – Gritó Kyo preocupado.

Sentí que brotó una gran cantidad de sangre que salió por mi boca. Kyo me abrazaba para que no me cayera y Benimaru corrió para ayudarme. Era mi enfermedad que estaba destinada a acabar con mi vida. Los tosidos desgarraban mi pecho y escupía más sangre, mi cara quedó pálida por el dolor y mis manos frías por la falta de sangre. Pronto me calmé, pero sentí que mi vida acabaría ahí. No quiero morir, no ahora que ya no hay nada que impida mi felicidad con Kyo.

Fin del capitulo 6

Continúa...

[Capítulo 7: Adiós, koibito mío] a IorixKyo Archive]

Todos los personajes pertencen a SNK
"El Rojo y El Purpura" pertenece a Ikyori Yagami &
IorixKyo Archive
Escrita por Irene Martínez (Ikyori Yagami)
Noviembre 2000

Free Web Hosting