Fanfic por Ikyori Yagami
El Rojo y el Púrpura
Capitulo 7. Adiós Koibito mío
Han pasado unos días desde que mi padre murió. Salí del hospital completamente restablecido. Me dijeron que no era nada grave que no se arreglara con una costosa operación. Pero... ¡Shimatta! Es una maldición lo que me está matando.
Kyo me esperaba en la entrada del hospital. Caminé hacia él y salimos platicando como buenos amigos. Yo, con mis manos en los bolsillos y él mirando hacia el frente como es su costumbre. Fuimos a mi casa para que me arreglara. Kyo esperó en la sala. Cuando terminé, salimos a dar un paseo por la playa. Subimos al auto y nos fuimos lejos donde nadie nos reconociera. Llegamos a la playa que se encontraba vacía para suerte nuestra. Nadamos, corrimos, platicamos, hicimos el amor en la arena, era todo para nosotros dos solos y nada podía arruinar el momento.
- Ai shiteru, Iori. Me decía Kyo mientras me besaba.
Me aferré a su cuerpo y lo penetré. Como extrañaba la sensación de estar dentro de ti.
Kyo gritaba por el dolor y el placer, me arañaba la espalda y yo gemía su nombre.
- Kyo... te deseo, Kyo.
Una sonrisa apareció en su cara, estaba realmente felíz de tenerme a su lado. Sentí que de pronto llené el vacío de Kyo con mi humedad. Kyo tomó una gran cantidad de aire, tenía la piel erizada por la sensación. Me incliné y besé su pecho, lamí su cuello y mordí sus labios hasta que sin querer le saqué un poco de sangre. No, no era su sangre... era la mía.
- ¡Iori! ¿Estás bien? Kyo se levantó de la arena enseguida para atenderme.
No sentí ningún dolor, eso fue lo extraño, saqué más sangre cuando me acerqué con trabajo a la orilla del mar, me sentía débil, comencé a sentir una punzada aguda en mi pecho.
El mar se tornó rojo y Kyo me sujetaba entre sus brazos. Lo único que quería ver, eran sus ojos, sé que encontraría alivio en su mirada.
* * *
- ¡Iori! ¡No te mueras! ¡Por favor! ¡No me dejes solo! Grité con todas mis fuerzas para que me escuchara, para que Dios me escuchara.
Iori sólo me mira y su expresión es dolorosa incluso para mí, él se está muriendo y yo siento que me muero también.
- Kyo... Basta, deja de sacar más sangre, cada vez que dices mi nombre sacas más sangre. Mi nombre te está matando.
Se ha manchado todo mi pecho con su sangre caliente, mis manos embarran la arena de rojo y el agua le da un brillo mortal.
Abrazo el cuerpo de Iori que tiembla por el dolor y el miedo. Comienzo a llorar, mi corazón está agitado y destrozado por la Muerte que se quiere llevar a mi amante.
- ¡Si quieres que alguien muera... entonces, LLÉVAME A MÍ! Grité con todas mis ganas y con lágrimas cayendo de mis ojos. ¡Toma mi alma y destrózala si quieres, maldita Muerte! ¡Pero no te lleves a Iori!
Mi voz se quebró y bajé la cabeza, retar a la Muerte no es suficiente. Sentí que Iori se movió y que alzó su mano para acariciar mi cabello que se agitaba con el viento. Sus manos se humedecieron con mis lágrimas, yo temblaba y gemía de dolor junto con él.
- Te quiero, Iori... - Por favor. No mueras. Hazlo por mí.
* * *
Kyo lloraba amargamente por mí. Lo hice sufrir mucho y ahora lo estoy haciendo sufrir más. Merezco morir por hacerlo llorar tantas veces. Déjame morir, para que dejes de llorar.
- Te quiero, Iori... Escuché sus palabras y su mirada me dijo que lo haría sufrir más si yo moría. Pero nada puedo hacer para evitarlo. Tosí unas cuantas veces más, pringando la arena con gotas de sangre. Mi visión comenzó a apagarse y solamente sentía el calor de su cuerpo y escuchaba su voz. Antes de que mi visión se apagara lo miré a los ojos y me perdí en ellos como en la primera vez.
- Adiós... mi hermoso koibito. Mi consciencia comenzaba a irse, fue lo último que creí decirle. Sólo escuchaba su voz pero ya no entendía lo que me decía, su calor aún era intenso para mí, me mantenía caliente contra el frío que me daba la Muerte.
* * *
No te despidas así, Iori. No me digas adiós, que temo no volver a verte nunca.
Los ojos de Iori perdieron su brillo y sus pupilas se volvieron pálidas. Ya no tenían ese intenso color rojo en su mirada, pero parecía que aún me miraba.
Sus últimas palabras me hirieron como un puñal clavándose en mi corazón. Aún no sé si está consiente pero le sigo rogando que no se deje llevar, Me tienes que escuchar.
Solamente logro escuchar unos silenciosos gemidos que dicen mi nombre, el ruido del mar los hace mudos y el viento se lleva sus palabras y sus promesas, cada vez que dice mi nombre, se lleva con él un pedazo de mi vida.
La sangre ha dejado de brotar, he cerrado sus ojos por que su mirada me lastima, aún respira trabajosamente.
No hay nada peor que morir lentamente. Cada vez que exhala el aire, pienso que no volverá a respirar. Sujeto su mano con la mía y noto que está helada, su piel comienza a ponerse de color pálido, el oxígeno ya no le llega a la sangre y su corazón no ha dejado de latir. La hora se acerca y yo no quiero que llegue. Pero para él debe ser un gran sufrimiento. No lo soporto más.
Con lágrimas en los ojos y gemidos que salen desde lo más profundo de mi ser, levanto mi puño e invoco toda mi fuerza y mi poder. Mi puño se enciende con fuego rojo... rojo como su cabello que solo despide olor a Muerte... espero un momento para ver si su corazón ya ha dejado de latir... pero el ritmo sigue ahí, no sé como pero de alguna forma, Iori me está pidiendo que acabe con su sufrimiento. Cierro los ojos fuertemente y vuelvo a encender mi puño. La expresión de Iori parece que cambia y me da la impresión de que sonríe por última vez.
Gritó con todas mis fuerzas y lanzó el golpe fatal hacia su pecho. Una gran herida se abre y más sangre brota de él. Iori ya no siente ningún dolor y mis llamas se apagan con la sangre fría que corre por mi brazo. Ya no siento sus latidos, ni su respiración, lo único que vi fue una lágrima que caía por su mejilla y que lavaba la sangre en su rostro. Descansa ya y no sufras más.
Saqué mi puño de su herida en el pecho y le besé los labios fríos. Las lágrimas volvieron a brotar y terminé de lavar la sangre de su cara. Me quedé un rato más en la orilla del mar, con su cuerpo en mis brazos. La marea subió poco a poco hasta que nos cubrieron las olas, llevándose su sangre hacia las profundidades. El mar enfrió más el cuerpo de Iori y me recordaba que ya estaba muerto. Lloré y lloré, hasta que tomé fuerzas y levanté tu cuerpo, entré al mar contigo y dejé que las olas rojas por tu sangre se llevaran mi vida y mi cuerpo.
Solo recuerdo que vi una luz intensa y luego te vi a ti esperándome al final del camino. Corrí hacia ti y te abracé con todas mis ganas y mis fuerzas. Ahora sí, no hay nada que nos separe ni aquí, ni allá.
Los dos juntos, para toda la eternidad sin nada ni nadie que nos pueda separar.
Fin del capitulo 7
~ Owari ~
Todos los personajes pertencen a SNK
"El Rojo y El Purpura" pertenece a Ikyori Yagami &
IorixKyo Archive
Escrita por Irene Martínez (Ikyori Yagami)
Noviembre 2000