Fanfic por Dharma Allori

Thoughts, Lies and Memories

 

CAPÍTULO IV: Konya wa tsuki wa dete imasu ka? (¿Se ve la luna esta noche?)

-¿Cree que se encuentre bien?-preguntó Shingo observando la puerta de la habitación de Kyo-no creo que se sienta muy bien, él...

-Él estará bien, Shingo-murmuró Benimaru sentándose a su lado en el sillón-Trata de ponerte en su situación, debe ser más difícil para Kyo que para cualquiera de nosotros... además ¿desde cuando me hablas con tanto respeto cuando estamos a solas?

-¿Eh?-las mejillas del chico se tiñeron de rojo cuando descifró el contenido de aquellas palabras-Er... pe-pero... no estamos a solas, y... este... yo... -Benimaru rió ligeramente, alegre.

-Descuida Shingo-murmuró-era una pequeña broma... Oyasumi nasai(buenas noches)-se puso de pie y se dirigió a su habitación. Shingo observó en silencio mientras el rubio se dirigía a la puerta de su habitación ¿por qué se sentía así? Benimaru sólo lo había besado una sola vez, y sabía que el rubio bromeaba al decir aquellas cosas, entonces... ¿por qué se sentía... desilusionado... al reflexionar esto?

Tal vez... tal vez Benimaru si le gustaba... de esa forma...

Tal vez... tal vez sí quería que le besara... de nuevo...

Tal vez...

El rubio no se volvió a pesar de tener unos enormes deseos de regresar al lado del chico y robarse un beso más de esos labios, a la fuerza de ser necesario pero... no podría perdonarse el dañar al joven de ojos claros ¿Cómo era posible que se sintiera de esa forma? Él que nunca había sentido ese dolorosamente bello sentimiento en el pecho, él que tenía la reputación de no conocer esa sensación humana...

¿Amor?...

'¿Cómo saberlo?' Le gritaba la cabeza '¿Cómo NO saberlo?'le decía el corazón. Dejó ir un pequeño suspiro resignado. Nada podía hacer.

Ya había llegado al frente de la puerta y su mano la había posado ya en la fría perilla de metal. Una extraña presión crecía en la base de su estómago cada vez que pensaba en esas cosas, no podía evitarlo, el chico se había metido ya bajo su piel. Iba a abrir la puerta pero se detuvo al sentir una mano posándose sobre su hombro, con suavidad, casi temerosa, y él con una indescriptible mezcla de emoción y temor en sus adentros se dio la vuelta solamente para encontrarse perdido en un par de ojos color miel.

-¿Shingo?

-No digas nada, onegai(por favor)... -susurró el joven acercándose un poco al confundido rubio-no vayas a hacer que me arrepienta... Benimaru...

El chico de ojos claros cerró la distancia entre sus cuerpos y unió sus labios con los del rubio en suave contacto, como si temiera lo que significaba ese acto que llevaba a cabo. Después de la sorpresa inicial, el rubio cerró sus ojos celestes y se relajó, disfrutando el calor de los labios de Shingo sobre los suyos, se recargó en la puerta de su habitación y posó sus manos en ambos costados de la cintura del chico; contestándo a esto, Shigo le pasó los brazos tras el cuello, disminuyendo más la distancia entre sus ya cercanos cuerpos. Poco tiempo pasó antes de que el rubio sintiera cómo Shingo pedía acceso a su boca y gustoso se lo otorgó. Era un sentir muy distinto a todos los que había experimentado, cómo si no le importara el que fuera Shingo el de la iniciativa, como si le agradara la posición en la que se encontraba...

Se separaron, respirando con rapidez el aire que se sentía congelante a la falta del calor que producía su contacto. Ojos celestes perdidos en unos miel claro. Sentimientos dichos sin palabras... una pregunta contestada con la mirada...

Shingo y Benimaru se sonrieron el uno al otro y mientras unían sus labios de nuevo, las manos de Shingo buscaron la perilla de la puerta para abrirla...

* * *

Kyo se encontraba recostado sobre su cama, aún con la ropa que llevaba puesta desde la mañana. Estaba tendido de espaldas, con la mirada en dirección hacia el techo pero perdida en la nada, perdida en el recuerdo de aquella extraña persona que le habló con frialdad y algo de rudeza. Analizó el recuerdo que había quedado plasmado en sus nuevas memorias con extremo cuidado, memorizando cada detalle antes pasado por alto.

Tez pálida, labios delgados, un par de ojos rojo rubí que daban hogar a una profunda mirada, extremadamente penetrante; cabellos rojo sangre cayendo sobre un costado de su rostro, ocultando parcialmente uno de sus ojos, contrastando con la blanca piel y los ojos oscurecidos por la mirada del serio joven.

¿Quién era él? Seguía preguntándose Kyo ¿por qué le era tan familiar y a la vez tan desconocido? Una sonrisa amarga y a la vez triste escapó de sus adentros sin notarlo.

//Justo cómo todo en ésta ciudad...// se dijo //Todo es familiar y desconocido ahora...//

La cabeza le daba vueltas por las innumerables preguntas que se mezclaban unas con otras para formar nuevas... tantas cosas... su nebuloso y extraño pasado, su vacío presente y su aún más lúgubre futuro... las personas en el bar, la seriedad de Shingo y Benimaru para contestar algunas preguntas, el intrigante joven que se le acercó en la calle... la forma en que le veía... Un escalofrío recorrió su cuerpo. No podía decir exactamente cómo le veía esa persona. Había sido una mirada demasiado... intensa... demasiado cargada de algún sentimiento... ¿Cuál? No había podido distinguirlo en aquellas frías pupilas.

Respiró profundo y dejó escapar un suspiro. Se levantó de la cama y se dirigió a la sala del pequeño lugar. No había rastros de sus dos locos 'enfermeros', pero por los amortiguados sonidos que provenían de la habitación de Benimaru estaba seguro de que seguían en el departamento ^^UU... una gotita cayó por su cabello y sonrió nerviosamente... lo mejor era salir un momento a dar un paseo, pensó. Además, ya que por lo menos sabía la dirección del lugar, no se perdería. En silencio tomó las llaves que estaban en la mesa de la cocina(Benimaru era un descuidado sin remedio ^^') y salió del departamento cerrando la puerta con extremo cuidado para no hacer ningún ruido.

La noche era tranquila y las calles estaban ya casi desiertas en ese lado de la ciudad. Una brisa fresca corría suavemente, acariciando su rostro, revolviendo su cabello; como si el leve viento a propósito quisiera jugar con los lacios cabellos castaños del chico. Cerró sus ojos mientras se detenía un instante, disfrutando el gentil roce del aire contra su rostro, escuchando la música que sólo él podía escuchar en el viento, el murmullo silencioso que de su alma provenía, que desde su alma siempre le guiaba... aquella queda voz en su interior que le habló al encontrarse con el serio pelirrojo... aquella voz en su interior que de pronto sintió salir de sus labios...

Abrió sus ojos de nuevo y vio que cruzando la calle había un pequeño parque. Le pareció haberlo visto antes, pero no podía decir cuando... ni siquiera podía decir si lo había visto o si sentía haberlo visto. Cruzó la calle no transitada y se adentró en el pequeño parque. Avanzando entre los grandes árboles para llegar por fin a un claro entre la no muy amplia arboleda del lugar.

Se detuvo en seco al llegar al centro del claro, volviendo su cabeza en todas direcciones. Podía escuchar gritos, el eco de gritos de dolor y gemidos, el eco de voces gritando incomprensibles palabras de muerte y odio y... de pronto, frente a sus ojos, el suelo del claro se cubrió de sangre, observó sus manos y las vio mancharse del líquido carmesí, vio sus ropas salpicarse con ella... cerró los ojos para no ver... para no ver esa sangre que intuía... sabía... que no era suya, y se llevó las manos a sus oídos para cubrirlos, para tratar de alejar los extraños y horriblemente atormentantes sonidos que escuchaba. Pero no podía... estaban en su cabeza...

Cayó de rodillas, aún tapándose los oídos, aún sin abrir sus ojos temiendo ver la sangre. Su respiración era rápida, errática, su cuerpo temblaba y sentía las lágrimas en sus ojos... él no quería eso, no quería ver lo que estaba viendo, no quería saber que significaba lo que veía y escuchaba... demasiado odio, demasiado dolor... demasiada sangre... pero... ¿Qué si lo que veía era parte de sus recuerdos? Si así era, entonces ¿qué haría? ¿Sentarse a llorar? ¿Lamentarse por su desconocido pasado y su olvidado destino?

//No... basta... BASTA!!//

Baka na yatsu... (Estúpido)

Escuchó cómo si alguien murmurara en su cabeza con voz profunda y fría.

Patético Kusanagi... ¿es todo lo que puedes hacer... llorar?

De nuevo la voz hablándole, haciéndolo sentir... distinto... inexplicablemente reconfortado pero, a la vez, algo molesto con esa voz por decirle esas cosas.¿De quién era esa voz? ¿Por qué? A pesar de la forma en que la ¿recordaba?, ruda y grosera, le hacía sentir bien. Abrió sus ojos castaños, se descubrió los oídos y, sin saber por qué, alzó la vista para encontrarse con el disco luminoso de la plateada luna... permaneció así lo que le pareció una eternidad y sus ojos castaños se abrieron un poco con ingenua sorpresa al ver cómo una familiarmente anónima silueta se dibujaba en su mente al observar el bello astro en los cielos.

Percibió como una sonrisa se dibujaba en sus labios al observar la luna casi llena resaltando en el cielo oscuro, lleno de estrellas opacadas por las luces de la gran ciudad. Se levantó del suelo, se sacudió el polvo de sus ropas y continuó su recorrido del parque. La pequeña sonrisa aún en sus labios mientras en su cabeza la profunda voz ajena a la suya parecía murmurarle al oído...

Tsuki wo miru tabi omoi dase...

Recuérdame cada vez que veas la luna...

* * *

Por las calles desiertas de aquella peculiar noche, Yagami Iori caminaba en su común silencio, peculiarmente esimismado en sus pensamientos, no tan peculiarmente sus pensamientos volcados en cierto joven de cabellos castaños. Pero sí le era extraño hasta a él mismo la forma en que esa, de por sí, rara noche, se presentaban tales muestras de atención hacia su odiado 'enemigo'.

No pensaba en su odio, no pensaba en su rivalidad nacida por el odio entre familias, no pensaba en su 'deseo' de matarlo, sólo pensaba... sólo pensaba en la forma en que se veían aquellos grandes ojos castaños...

Entre la multitud le había visto de pie frente a una vitrina de alguna tienda y en silencio se aproximó, extrañamente sin deseos de pedirle una batalla y sorpresivamente para tratar de averiguar por sus poco ortodoxos medios el por qué llevaba un cabestrillo. Llegó justo a su lado, sin notar que Kyo no había volteado ante su carcterística presencia y habló con su tono frío y ligeramente burlón.

-Nan da kore(¿Qué es esto?)-preguntó despectivo al chico-¿El gran Kusanagi Kyo se cayó de la cama? ¿O una anciana te atacó con su bolso?-esperó un contraataque verbal por parte del chico de ojos castaños. Había visto sus ojos encenderse fugazmente con un destello de emoción, sabía que había provocado alguna reacción en el chico que se empeñaba en no apartar la mirada de su reflejo en el vidrio. Lo vió cerrar sus ojos un momento, apoyó su mano libre en el cristal y al abrir sus ojos, se volvió a verle. Iori casi dio un paso hacia atrás sin darse cuenta y un poco de incertidumbre traspasó la barrera de sus facciones... Frente a él, estaba Kyo observándole con sus grandes ojos, le estaba observando con infinita inocencia contenida en sus castañas pupilas... una expresión completamente desconocida para el pelirrojo, quién solamente había visto el orgullo y el enojo en aquel rostro.

Kyo se volvió un poco más hacia él, sin apartar su mirada de los peculiares ojos fríos y oscuros del pelirrojo... unos ojos de color sangre, de un rojo muy brillante... inquietantes y a la misma vez... hermosos... Iori le sostuvo la mirada a pesar de no saber por qué deseaba desviarla, no quería ver dentro de esos vacíos ojos que brillaban con ingenuidad infantil, que no le veían como siempre lo hacían. Vió como Kyo separaba un poco sus labios, como si deseara decir algo sin poder sacarlo de la garganta... del pecho... parecía que no diría nada, no obstante, no fue así... Kyo separó los labios de nueva cuenta y, ésta vez, de ellos salieron las palabras... con suavidad, despacio... con una voz que a Iori no le parecía propia del chico de cabellos castaños...

-Anata wa dare desu ka... -había pronunciado con tranquilidad, sin vacilar, sin dar muestras de ser fingido, sin... sin mentir...

Un caos se formó en los adentros del pelirrojo, en su mayoría confusión entremezclada con asombro. ¿Era cierto lo que acababa de escuchar? ¿Lo que acababa de ver, de... de sentir...? Percibió sus labios a punto de formular una involuntaria pregunta, pero fue entonces cuando llegaron Benimaru y Shingo, evitándole cualquier cosa que fuera a hacer.

¿Qué rayos había sido eso? seguía analizando en su mente ¿Qué pasaba con Kusanagi? Un suspiro más escapó de su pecho, uno más para los miles que ya habían escapado aquella tarde. Se detuvo y con calma observó a su alrededor... estaba en uno de tantos parques de la ciudad, peculiarmente uno en dónde había peleado varias veces contra el Heredero del Clan Kusanagi.

-Hn-se encogió de hombros y continuó su caminata.

Llebava toda la tarde deambulando, para ser más exactos, desde que se había encontrado con Kyo. Se había aislado por completo del mundo y mientras se perdía en su mente, permanecía andando sin rumbo alguno.

Se detuvo de repente. Alzó la vista y volteó en todas direcciones... podría ser una alucinación suya pero... sentía... sentía la presencia, la energía de Kyo no muy lejos de ahí. Paseó su mirada por todo su alrededor y a lo lejos hubicó una silueta de pie en el puente que atravezaba una pequeña laguna artificial. Sin duda alguna era él... tenía que ser él...

Se acercó sin dudarlo, silencioso y precavido, y mientras se acercaba pudo darse cuenta de que no había habido cambio alguno en la apariencia externa del joven. Aún con su seriedad, con su desconcertante tranquilidad y aparente ingenuidad. Pero le era tan difícil asimilar ese repentino y extraño cambio en el chico de cabellos castaños.

Le era tan difícil soportar su mirada sin la presencia del orgullo y del odio, esos ojos que de aquella forma se veían... se veían... extraños...

En sus pensamientos de nuevo, el pelirrojo no se dio cuenta de que ya había llegado al puentecito, ni que se encontraba con sus ojos fijos en Kyo, quién se dio la vuelta al sentir una rara sensación a ras de piel. Iori volvió a la realidad, sólo para encontrarse viéndo directamente a aquellos ojos que tanto le perturbaban. Un largo silencio pasó. Kyo se movió e inconscientemente el pelirrojo se preparó mentalmente para lo que fuera que planeara... para todo, excepto para lo que hizo...

El chico de cabellos castaños le sonrió, hizo una inclinación y le habló con el mismo extraño tono de voz que le escuchó en la tarde.

-Konban wa-murmuró suavemente.

//¿Konban wa?// Repitió en su mente, el todavía más confuso y molesto pelirrojo.

De nuevo el silencio cayó entre ellos por interminables momentos, momentos en los cuales no podían separar los ojos el uno del otro. Fue Kyo quién rompió ese silencio de nuevo.

-No ha contestado a mi pregunta... -le dijo a Iori de igual forma... con... ¿delicadeza?-¿podría decirme su nombre?

-Hn-se metió las manos a las bolsas del pantalón, le seguiría el juego un rato-¿Por qué quieres saberlo?

-Porque tengo la impresión de que usted me puede decir quién soy... -le contestó con la misma sonrisa pero en sus ojos había confusión y algo de tristeza-mis a... las personas que cuidan de mí me han dicho muchas cosas, pero... no hay nada que me quité esta sensación en el pecho... -su mano sana se posó unos momentos en su pecho.

-¿Y esperas que yo crea eso, Kusanagi?-dijo el pelirrojo con ruda frialdad. Estaba molesto, molesto con esa persona que decía ser su rival. Él... él no era Kyo!! Y eso no le cabía en la cabeza. No podía aceptarlo.

-Entonces ud. sí me conoce... -dijo feliz. Iori se sorprendió un poco, no había notado el haber dicho su nombre. Estaba empezando a sentirse realmente irritado. Consigo mismo por lo que estaba pensando y... sintiendo... y enojado con ese 'Kyo' por su amabilidad y su expresión de niño, por esa formalidad, por ser quién no era.

-¿¿A qué rayos juegas??!!-exclamó sin poder soportar su enojo.

-No... no comprendo... -susurró Kyo, sorprendido por la explosión del pelirrojo.

-¡¡Ya dejate de juegos estúpidos!!-antes de que el sorprendido chico castaño pudiera decir o hacer algo, un enfurecido pelirrojo se lanzó contra él, atacándolo.

Iori lanzó el golpe, pero lo único que su puño encontró, fue aire. A su derecha se encontraba Kyo, con una expresión interrogante en su rostro, tanto para sí mismo, como para el pelirrojo. Lo cual hizo que Iori se enfureciera aún más. Corrió hacia Kyo y siguió atacándolo, pero no lograba ni tocar sus cabellos lacios ¿Que. Rayos. Pasaba? En sus antiguas peleas había usado ya el mismo patrón de ataque y Kyo a duras penas evitaba algunos de sus golpes, pero ahora no podía ni acertar uno solo. Entonces... ¿qué...?

//Muy bien// Se dijo Iori //He tenido suficiente de ésto//

Iori retrocedió con un brinco y se dirigió a gran velocidad hacia Kyo, dispuesto a utilizar su Tsuki koto in. Con rapidez su mano se dirigió hacia el rostro del chico castaño para sujetarlo pero, de nuevo, sólo encontró aire. Kyo se había agachado en el último instante y ahora sujetaba su brazo con su mano sana. Lo siguiente fue muy rápido. Kyo encendió su puño derecho, incinerando las vendas y el cabestrillo, y lanzó un golpe hacia arriba golpeándolo en la mandíbula con fuerza.

El pelirrojo salió despedido hacia atrás y cayó de espaldas en el suelo. Un hilillo de sangre salía de la comisura de sus labios y estaba ligeramente aturdido. Se levantó un poco y observó frente a él la figura del chico castaño.

Su sorpresa ésta vez sí se dibujó en su rostro completamente al ver en el rostro de Kyo... en sus ojos... la presencia del Kyo que él conocía, esa mirada que el joven siempre llevaba durante sus batallas estaba ahí, brillando en esas castañas pupilas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que la expresión de Kyo cambiara a una de total asombro, confusión y angustia en sus pupilas y rostro. Observó su puño, dónde las flamas habían aflorado poco antes, y luego hacia Iori, quién desde el suelo le observaba con los ojos muy abiertos.

-Go-gomen... gomen nasai... -susurró con voz a punto de quebrarse. Y para Iori fue cómo si le hubiera caído un balde de agua fría. Kyo se llevó una mano a la cabeza, sus dedos se perdían en su cabello mientras de sus ojos escapaban unas cuantas lágrimas-Gomen nasai...

El chico de cabellos castaños se dio la vuelta y corrió, corrió para alejarse, de ese lugar, de ese enigmático pelirrojo. Corrió para tratar de olvidar lo que había sentido, para tratar de olvidar la voz... SU VOZ... riéndo en su cabeza burlescamente... tratando de olvidar que había estado a punto de decir: 'Mira quién es el débil'

No entendía... ¿Por qué se sentía tan a gusto con ese pelirrojo si a pesar de todo, parecía que él le odiaba? ¿Por qué se había sentido tan bien al golpearle? ¿Por qué? ¿Por qué? Demasiadas preguntas y tan pocas respuestas... no sabía si podría soportar por mucho tiempo el seguir así.

* * *

Continúa...

[ Capítulo 5: Running Away ]

 Los personajes pertenecen a SNK
Thoughts, Lies and Memories es propiedad de Dharma Allori &
IorixKyo Archive
Marzo, 2002

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