Llegendes de Foc
~ Jocs Perillosos ~

Fanfic por Artemis

Capitulo 56: Mansions

Al llegar a bajo se encuentran con Kaiji en un deportivo descapotable, sentado al volante. Syo espera, en pie, al lado del coche. Su mirada escrutando el lugar. Hay gente paseando, está empezando a oscurecer lentamente, el sol ocultándose tras los edificios. Puede ver alguna pandilla de jóvenes empezar a salir y pasear por la calle con mirada desafiante. Hay algunas parejas, la chica siempre colgando del brazo del chico. Algunas mujeres cargadas con bolsas de la compra que intentan apurarse para llegar a sus casas y empezar a preparar la cena...

Iori guía a Kyo hacia los asientos traseros mientras Syo les abre la puerta y luego se sienta al lado de su hermano.

El lugar se oye tranquilo aun siendo un barrio bastante peligroso, hasta que Kaiji aprieta el acelerador a fondo y el motor del coche ruge con fuerza, arrancando al momento mientras las ruedas chirrían y dejan la marca en el asfalto.

El viento creado por la velocidad hace que los cabellos de Kaiji se alcen hacia atrás, sacudiéndose con violencia.

Un giro brusco e inesperado y Iori rodea los hombros de Kyo con su brazo para que el joven no salga despedido del coche. Gruñe algo, mostrando la molestia que siente por la manera de conducir del ninja pero este parece no oírle o no querer oírle.

Salen de la ciudad en pocos minutos y Kyo decide contarle a Syo lo que le ha contado Azumi sobre el Juicio Final, las cuatro partes que se necesitan, le explica también que Kaiji, Hiroshi y Alex han resultado ser tres de esas cuatro partes. Omite por completo lo referente a los ataques de Alex. Kaiji también empieza a contar que ha podido entrar en su cuerpo solo temporalmente, cerrando algunas heridas importantes, pero que eso no durará mucho y que cuando se le terminen las fuerzas volverá al cuerpo de Akui que en este momento está como dormido en el tren.

Un fuerte frenazo y Iori tiene que poner una mano en el asiento frente a él mientras su brazo aun sujeta a Kyo, no lo ha apartado de allí.

- Hemos llegado – dice Kaiji, están justo frente la puerta de entrada de la mansión, el gran portal de hierro abierto. Aun así, aunque se pueda llegar hasta más lejos con el coche es mejor dejarlo fuera. Baja y los otros hacen lo mismo.

- Bien – susurra Kyo – Entremos – una sonrisa y abre los ojos que mantenía cerrados, son rojos. De momento Azumi cree que es mejor llevar él el cuerpo de Kyo, pero deja que el joven pueda ver todo lo que él vea.

Los cuatro jóvenes empiezan a entrar. El día ya ha terminado y ahora todo se ha vuelto oscuro. Syo e Iori escrutan bien cada rincón con su mirada, vigilando por si alguien les sale al paso para atacarles. Kaiji solo mira al frente, su mirada indiferente, mientras que Azumi sonríe suavemente andado por el camino de tierra que lleva a la entrada.

Al ir avanzando ven unas teas encendidas en el camino, se detienen en la primera.

- ¿Qué diablos...? – murmura Syo al ver que la tea está clavada en el suelo y en la larga madera que la forma hay una cabeza, atravesada de arriba abajo por la tea. Un charco de sangre bajo ella - ¿Quién ha podido hacer esto? – dice al ver que todas las teas que siguen tienen también una cabeza por cada una, todos eran ninjas Kusanagi.

- Seguramente Hiroshi – responde Kaiji secamente, sabiendo bien que su compañero es capaz de hacer esto si le viene en gana.

- Es bonito – apunta Azumi sonriendo alegremente mientras observa una a una las cabezas atravesadas y los rostros que pusieron los ninjas al morir.

- ¿Bonito? – Yagami arquea ligeramente sus cejas al oír lo que dice Azumi. No es que realmente le importe mucho que haya habido una masacre de ninjas Kusanagi, la verdad es que se alegra, pero de eso a ver 'bonito' el paisaje...

- No creo que lo sea tanto – murmura Kaiji observando las cabezas. Syo suspira aliviado al ver que al menos Kaiji opina lo mismo que él – Yo les habría sacado el cráneo para que se viera bien el cerebro atravesado – Syo abre los ojos con sorpresa y no puede evitar sentir cierto asco al pensar en lo que acaba de describir su hermano.

Azumi deja oír su suave risa por unos segundos

- Tres mil años atrás no hubiera dudado en hacerte mío, Kaiji – sonríe el demonio tranquilamente. Le gusta la manera de pensar que tiene este ninja, aun con su insolencia hubiera sido grato, seguramente, usarlo una temporada.

- Saa na... – es la única respuesta de Kaiji mientras avanza de nuevo, observando las cabezas. Reconoce a algunos. Ninjas insoportables que siempre los habían odiado, a él y a sus compañeros, por motivos estúpidos. No siente ninguna lástima por ellos, más bien cree que realmente se merecen este final.

Llegan a la entrada, allí hay dos cuerpos de ninjas clavados a las paredes de los lados con espadas. A ambos les han arrancado la piel y solo se ven músculos sangrientos, imposible reconocerlos.

La puerta doble de la entrada está cerrada. Azumi coge uno de los pomos y Iori el otro, los dos preparados por si hay algo al otro lado. Kaiji y Syo en pie frente a la puerta, ambos con un cuchillo en la mano, también preparados. Azumi y Yagami se miran un momento y, en un mutuo asentimiento, abren la puerta de golpe.

- Oh-oh – murmura el demonio al ver lo que hay justo tras la puerta.

Un cuerpo cuelga del techo, una cuerda en su cuello, muerto. No sería mucho problema, ni le daría mucha importancia de no ser porque es...

- Shizu-san – dice Syo al ver que el cuerpo sin vida que está frente a ellos es la madre de Kyo.

- Azumi, ¿qué...? – empieza Yagami, pero se detiene al ver como los ojos rojos del demonio miran fijamente el cuerpo de Shizu y de ellos cae una lágrima solitaria que desciende hacia la mejilla – Kyo... lo está viendo ¿verdad? – murmura el pelirrojo, está seguro que Azumi no lloraría por Shizu, pero Kyo sí. Azumi solo asiente.

- ¿Os gusta? – alguien aparece de un salto frente a ellos. Hiroshi, sonriendo satisfecho por su obra.

- Mucho, eres un gran decorador – sonríe Azumi mientras con la punta de sus dedos se seca la lágrima de Kyo.

- Gra... cias - Hiroshi sonríe feliz por el halago, pero su sonrisa desaparece al ver quien está al lado de Syo... es Kaiji. Avanza unos pasos hacia él pasando de largo a Azumi y Iori quienes no hacen nada. Syo solo tensa ligeramente su cuerpo al ver al moreno acercarse – Kaiji... – susurra Hiroshi sin poderlo creer. Alza una mano lentamente, algo titubeante, solo colocando la punta de sus dedos en la mejilla de Kaiji – Yo... creía que... – calla cuando Kaiji le coge la mano que el mantenía en la mejilla, apretando con fuerza. Quedan largo rato en silencio. Los castaños y oscuros ojos de Kaiji devolviendo la mirada de los negros de Hiroshi - ¡Me alegro de verte! Lastima que estemos en bandos contrarios - casi grita el moreno mientras voltea para ir hacia delante. Kaiji suspira aliviado, al menos el morenito no le ha dado dos palmadas en la espalda como parecía que haría al hablar de esa forma – Seguidme – dice Hiroshi empezando a andar hacia el ala izquierda de la mansión. Las manos tras su nuca, silbando entretenido.

- ¿Tenemos que seguirle? – pregunta Syo desconfiado mientras los demás empiezan a andar tras Hiroshi.

- ¿Qué más podemos hacer? – es la fría respuesta de Iori. A él tampoco le gusta la idea, pero no pueden hacer más. Hiroshi sabe que están aquí y duda mucho que puedan esconderse de él.

De pronto ve como Kaiji, frente a él, empieza a caer, y logra cogerlo por un brazo, algo bruscamente, pero al menos he impedido que cayera.

- ¿Qué diablos te...? – Iori puede ver, entre los largos mechones castaños, la capa de sudor que envuelve el rostro del ninja. Hace más fuerza, para alzarle y ponerlo frente a él. Ve como un hilo de sangre sale de los labios del ninja, su rostro afiebrado.

Kaiji da un paso hacia atrás, alejándose de Yagami y apoya su espalda en la fría pared. Sus largos mechones cubriéndole el rostro mientras pasa una mano por sus labios, llevándose la sangre que había en ellos.

Hiroshi también se ha detenido y se ha acercado a ellos al ver como está Kaiji.

- Si uno cae los otros deben seguir – murmura Kaiji molesto. Hace rato que siente dolor, pero ahora se ha acentuado mucho más – Seguid – su voz seca y distante, sin mirarlos señalándoles con una mano que sigan su camino sin él. Yagami ve como realmente Kaiji piensa con algo de cordura. Si alguien lo ayuda todos irán más lentos, y un enfermo o herido siempre molesta más que no ayuda si hay que luchar.

Una mano coge la de Kaiji, levantándola y haciéndola pasar alrededor de unos hombros. Kaiji levanta la mirada para ver quien es el estúpido que no le hace caso.

- Venga, venga, si no hay prisa – ríe Hiroshi posando una mano tras la cintura del ninja mientras con la otra mantiene el brazo de Kaiji en sus hombros. Kaiji intenta decirle algo, no muy agradable, pero el moreno habla antes – Yo no soy de los tuyos, así que no puedes decirme nada – ríe el joven sacándole la lengua a Kaiji mientras este lo mira queriéndolo matar – Si lo prefieres te llevo en brazos – le sonríe ampliamente Hiroshi.

- No. Voy bien así – dice rápidamente Kaiji, antes que el moreno pase de la sugerencia a cogerlo realmente en brazos y ya se siente bastante mal teniendo que ser ayudado.

Los otros jóvenes miran como Hiroshi empieza a andar llevando a Kaiji con él, ayudándolo. Están algo sorprendidos, pero el carácter de Hiroshi saben que es así, extraño. Así que no le dan mucha importancia, aunque no están seguros que el moreno no ataque a Kaiji mientras lo lleva.

Iori mira a Azumi, intentando saber que piensa el demonio de que Hiroshi los guíe tan amablemente. Azumi le sonríe amablemente y Iori no puede evitar pensar en lo bien que se ve el rostro de Kyo con esa sonrisa en los labios, parece tan calmado.

- No te fíes – le susurra el demonio suavemente – Yo también era amable con mis invitados y los acababa matando – Azumi se pone justo al lado del pelirrojo mirándolo tranquilo mientras le sonríe amablemente.

- Lo tendré presente – sisea el pelirrojo mirando hacia el frente. Le gustaría saber más de este demonio, saber que debía sentir al matar a la gente a la que antes trataba con amabilidad.

Llegan al final del largo pasillo, una puerta frente a ellos. Hiroshi suelta a Kaiji con cuidado quien se mantiene erguido a pesar del dolor. Syo se acerca a él, poniéndose a su lado por si Kaiji necesita de su ayuda.

El moreno abre la puerta, entrando. Iori puede ver como la energía de Azumi crece. Seguramente se está preparando por lo que hay tras la puerta.

Entran.

Frente a ellos, sentado en una gran butaca, está Namae y, de pie, a ambos lados están Orochi y Hiroshi.

Syo mira a la pared de al lado, allí hay dos enormes cruces y colgados de ellas están Saisyu y Alex. Están atados por los brazos y piernas. Ambos tienen sus rostros caídos. Los cabellos semirubios cubren los ojos de Alex.

- ¡Gaijin! – grita Syo preocupado por la joven aunque no sabe bien porque. Ve como ella levanta su rostro y lo mira fijamente con sus intensos ojos verdes.

- Syo, ¡wait! – grita Kaiji al ver como su hermano va hacia donde Alex. El ninja no lo escucha y saca su cuchillo cortando las cuerdas que mantienen presa a Alex. La joven cae hacia delante, hacia Syo y este se agacha al recibirla, rodeándola con sus brazos y sintiendo el suave aroma que emana la ninja.

- ¿Estás bien, gaijin? – pregunta Syo mientras intenta ver el rostro de Alex, pero ella lo mantiene bajo.

- Yo sí, pero tu no – sisea la joven con voz cruel y Syo ve los ojos verdes de Alex con un brillo asesino en ellos. El cuchillo en la mano de la joven a punto para clavárselo. Pero antes que ella pueda hacerlo una mano la detiene.

- Esto es muy traicionero por tu parte, Alex – Kaiji sujeta la muñeca de Alex con fuerza mientras ella se yergue y mira desafiante a su compañero.

- Sería más propio de ti, ¿ne? – una sonrisa burlona y Alex lanza una patada en el estómago de Kaiji quien cae hacia atrás debido a la fuerza que tenía el golpe.

Syo ha podido levantarse y alejarse de Alex de un salto mientras su hermano la detenía. No entiende que pasa. La joven le sonríe con maldad mientras esta agarra su propio jersey y lo destripa fácilmente. Una luz la envuelve por unos segundos, cegadora. Y Syo puede ver como aparece un largo vestido blanco cubriendo a la joven. Es estrecho por la parte de arriba y por las caderas. La falda tiene una larga raja en el centro que deja ver perfectamente las esbeltas y largas piernas de la joven. También puede ver como los cabellos cortos de Alex se alargan hasta más allá de su espalda, cayendo suaves y lisos por ella - ¡Espada! – grita la joven y el cuchillo de su mano se transforma en una larga y fina espada con empuñadura de plata y filo de diamante.

- ¡Prepárate a morir! - grita Alex y salta hacia Syo, la espada preparada para cortar todo lo que esté frente a ella. El ninja solo logra esquivar por pocos milímetros el ataque, pero aun así la espada logra cortarle la ropa.

- ¡Maldita! – gruñe Yagami mientras enciende sus llamas en una de sus manos dispuesto para el combate.

- ¡Fuego! – no es él quien lo grita, sino Kaiji. Furiosas llamas rojo sangre salen de sus manos para dirigirse feroces hacia Alex, como si quisieran deborarla. Hiroshi, al verlo, salta hacia la joven rápidamente.

- ¡Kekkai! – una pared invisible de energía les protege a Alex y a él de ser quemados. Las llamas siguen furiosas envolviéndolos como una garra.

- No te preocupes por ellos – murmura Azumi dirigiéndose a Iori – Preocúpate por estos – el pelirrojo mira hacia delante. Namae sonríe sentado tranquilamente en la butaca mientras Orochi se les acerca.

- Azumi... tienes muchos enemigos – la voz de Namae suave, como si hablara con un niño pequeño – Y el ser que me ha dado tanto poder es el peor de todos – Namae se levanta mientras cierra sus ojos un momento para abrirlos de nuevo y Azumi puede ver como estos han quedado de un pálido azul, la pupila volviéndose una línea horizontal, no puede evitar dar un paso corto hacia atrás al verlo – Cahbalt Azraix... – la voz se vuelve más grave, resonando en la sala mientras pronuncia las palabras en el idioma de Azumi.

- Tenéis mucha tendéncia a poseer cuerpos ajenos – comenta Iori burlándose, pero su cuerpo está listo para intentar soportar cualquier ataque. Ya no piensa sorprenderse por nada de lo que pueda ver o oír, ya han pasado muchas cosas extrañas como para que una más le sorprenda.

- Tu intentaste matarme, ¿qué tienes que decir en tu favor? – la voz del ser que posee a Namae se oye suave pero intensa. A Iori le parece que si este ser empezara a gritar sería insoportable para un oído humano. No es una voz normal, ni tan solo Azumi habla así.

- Sacra jenai na gikra – responde Azumi en su idioma – Hice lo que debía – repite, traduciendo mientras mira de reojo a Iori. Su voz es seca y intenta mantenerla con cierto tono burlón. Su cuerpo se inclina hacia delante, sus manos como garras, preparado para atacar.

- Si esa es tu versión... que así sea. Te concedo un tiempo hasta tu muerte, aprovéchalo – cierra los ojos y al abrirlos de nuevo estos vuelven a ser bicolor; uno gris, el otro verde. Namae de nuevo.

Se oye la risa aguda de Hiroshi mientras este saca el escudo que los protegía a él y a Alex al ver que las llamas rojas se apagan.

- ¿Esto es todo lo que sabes hacer? – se burla el moreno riendo alegremente, dirigiéndose a Kaiji y mirándolo con descaro, un descaro que solo él posee, un descaro alegre y jovial.

- Si vieras todo lo que sé hacer... quedarías helado – Kaiji levanta una mano y chasquea sus dedos. Unas enormes columnas de hielo aparecen alrededor de Hiroshi, rodeándole sin que este pueda impedirlo o escapar.

- Buena táctica – sonríe Alex evitando las columnas de hielo. Kaiji solo les había mostrado el fuego para que creyeran que era lo único que sabía usar. La joven da un largo salto y queda justo en frente de Kaiji, su espada preparada. El ninja ya no tiene fuerzas para apartarse y Alex le atraviesa fácilmente el pecho de un solo movimiento con su espada - ¿Duele? – sonríe burlona mientras ve salir la sangre roja y abundante de los labios y pecho de Kaiji.

- A ti... te gustaba... Benimaru... ¿ne? – consigue decir el ninja sintiendo la cálida sangre salir de sus labios, el dolor en su pecho es tan intenso que ni tan solo puede sentirlo. Ve la mirada de sorpresa en los ojos de Alex al oírlo y él le sonríe. Kaiji pone una mano en la espada que aun sigue en su pecho, Alex aun sujetándola – Pues déjame... que te dé un recuerdo... de su parte – chispas de furiosa electricidad salen de la mano de Kaiji pasando por la espada y llegando a su compañera en tan solo un segundo, rodeándola mientras ella grita por el dolor, sacando la espada del pecho de Kaiji, pero ni aun así la electricidad deja de recorrerle todo el cuerpo.

Kaiji solo muestra una semi sonrisa de superioridad mientras su cuerpo no lo soporta más y cae al suelo, está demasiado herido.

- ¡Hermano! – Syo se le acerca rápidamente. No había actuado antes porque no esperaba ver algo así en esos tres ninjas. Alex parece muchísimo más fuerte y ágil que antes y Hiroshi y su hermano tienen poderes que nunca les había visto.

- Este... cuerpo ya no aguanta más – murmura Kaiji casi sin aliento, sintiendo que la sangre lo ahoga – Tengo... tengo que volver al otro – sus ojos se cierran y el cuerpo deja de respirar. Algunos mechones castaños en su rostro, manchándose de sangre adquiriendo un color oscuro.

- ¡Alex! – Hiroshi logra romper el hielo que le rodea agrandando el kekkai que había creado para protegerse, miles de cristales de hielo se esparcen a su alrededor mientras corre hacía su compañera y toca su hombro, protegiéndola así con otro kekkai.

- Maldito Kaiji – gruñe la joven mirando entre sus rubios mechones el cuerpo muerto de Kaiji en el suelo. A ella la cubren pequeñas heridas por todo su cuerpo, su vestido rasgado.

Namae ve la escena y sonríe complacido.

- Divertios un rato – dice solamente Namae mientras su cuerpo se difumina y acaba desapareciendo, como si nunca hubiera estado allí.

Orochi mira hacia Azumi y Iori y enciende sus llamas azuladas, no dice nada mientras lanza las llamas en la dirección del pelirrojo y el demonio quienes saltan a un lado para poder evitarlas por poco, sintiendo el calor que estas desprenden.

- Morirás, Yagami – dice el dios serpiente su voz grave y potente, apareciendo justo frente al pelirrojo con un rápido movimiento.

- Ni en tus sueños – gruñe Iori. En su mano apareciendo el fuego púrpura y lo lanza hacia Orochi, dándole de lleno en el pecho. Pero el dios solo ríe burlón mientras las llamas se apagan, ni tan solo un rasguño en su pecho.

Yagami da un paso hacia atrás, maldiciendo al dios, pero Orochi le agarra la cabeza con una sola mano, obligándolo a echarla hacia atrás.

- ¿Crees que puedes herirme con tus ridículos ataques? – Orochi tiene una sonrisa burlona en sus labios mientras sujeta con fuerza a Iori, apretando como si quisiera romperle los huesos.

- ¡Suéltele! – grita Syo lanzándole su cuchillo a Orochi y este se clava en el brazo del dios quien no esperaba un ataque así y suelta a Yagami gruñendo. El pelirrojo reacciona y rápidamente crea una explosión de llamas púrpura alrededor del desprevenido Orochi.

- Uuuuh... eso debió doler – comenta Hiroshi moviendo su mano arriba y abajo y entrecerrando sus ojos como si él mismo lo hubiera sentido.

- ¡Yagami! – Alex salta hacia Iori. La espada ensangrentada, su transparencia opacada por el rojo líquido, preparada para cortar al pelirrojo.

- Se acabó el juego – la mano con la que Alex sujeta la espada es detenida por Azumi. La ninja se ve sorprendida por la velocidad del demonio. Puede ver los ojos rojos brillar con furia para luego sentir una fuerte patada en sus costillas y caer al suelo debido a la fuerza del golpe – Ahora... sabréis lo que es realmente el dolor – el demonio desaparece para reaparecer de nuevo tras Hiroshi y darle una certera patada en la espalda, lanzándolo tambien hacia el suelo.

- ¡Vuelo! – grita el moreno antes de caer, intentando protegerse del golpe poniendo sus brazos frente su rostro.

Alex se levanta con una mano en su costado, su vestido muy rasgado ya y lleno de manchas de sangre. En sus labios una ligera línea roja bajando hasta su barbilla.

La joven se lanza a atacar a Azumi, sus ahora largos mechones cubriéndole parcialmente el rostro mientras se mueven por la velocidad de Alex. Pero el demonio es más rápido y la agarra por el cuello, haciendo tanta presión que la ninja debe soltar la espada para intentar liberarse posando sus manos en la de Azumi.

- ¡Suéltala! – grita Hiroshi levantándose del suelo y buscando algo en sus bolsillos - ¡Toma esto! – y el moreno lanza un avioncito de origami que vuela dando círculos en el aire hasta chocar contra el hombro de Azumi y caer en picado al suelo - ¡Mi caza! – grita Hiroshi desolado, las manos en su cabello, tirando de él - ¿Cómo puede ser? – sus manos se cierran alrededor de su cabello mientras inclina la cabeza a un lado, pareciendo así que lleve un par de colitas.

Azumi suelta a Alex de un empujón, tirándola al suelo mientras se agacha para recoger el maldito avión de papel.

- No estoy para bromas – gruñe el demonio dirigiendo una mirada asesina a Hiroshi.

'Azumi, ¡no!' Kyo intenta hablarle al demonio. Lo ha visto todo; las cabezas de los ninjas, su madre... la pelea. No puede creerse lo que está pasando, pero, aun así, él ha visto algo que Azumi ha pasado por alto '¡El avión! Mira lo que pone' el joven Kusanagi no sabe si Azumi le oye, nunca antes ha intentado hablarle cuando el demonio estaba en posesión su cuerpo. Pero Azumi le oye claramente y mira el avión de nuevo:

"Estem amb tu, Kyo. Nosaltres estarem un temps amb en Namae per buscar algún punt feble" {Estamos contigo, Kyo. Nosotros estaremos un tiempo con Namae para buscar algún punto débil}

Azumi levanta la vista hacia Hiroshi quien aun se plañe por su avión roto. Luego mira a Alex quien le devuelve la mirada y le señala ligeramente hacia Orochi, quien está apagando las últimas llamas de Yagami. Después la joven niega con la cabeza. Esperando que Azumi entienda que Orochi no está con ellos, que el dios no sabe nada de lo que planean.

Azumi estruja el avión con su mano, y, con un pequeño hechizo cambia las palabras allí escritas y se lo lanza a Alex.

Ella lo abre con cuidado, intentando que Orochi no se dé cuenta:

"No sabéis lo que hacéis, es peligroso. Si aun así queréis intentarlo os doy solo hasta mañana, quedarse más tiempo con Namae sería un suicidio"

Alex le sonríe burlona mientras baja ligeramente su cabeza, asintiendo. Le parece bien, ella y Hiroshi intentarán averiguar si Namae tiene algún punto débil, tienen tiempo.

- Orochi, Hiroshi, vámonos – dice secamente la joven, una clara orden – No merece la pena luchar con ellos ahora – Orochi muestra claramente su contradicción a las ordenes de la rubia, pero antes que pueda decir nada desaparece, Hiroshi con él.

- Te protegeré, Kyo – susurra Alex, mientras una brisa la envuelve suavemente, agitando sus largos cabellos rubios, mirando a Kyo por última vez antes de desaparecer.

- ¡Alex! – grita Kyo volviendo a controlar su cuerpo de nuevo, de nuevo rodeado de oscuridad. Sabe que Alex ya ha desaparecido. Ella aun quiere protegerlo, aunque él no pudo hacerlo...

- ¡Kyo-sama! – grita Syo. Mientras Azumi peleaba con Alex y Hiroshi él ha desatado a Saisyu y ahora el jefe de los Kusanagi está tumbado en el suelo, su cuerpo está cubierto por heridas profundas, la sangre lo cubre manchando sus ropas casi por completo.

- Kyo... – Saisyu llama a su hijo, sus ojos entrecerrados mirándolo. Ha podido ver la lucha aunque no entiende que es lo que realmente está pasando.

El joven Kusanagi, al oír la voz de su padre se dirige hacia él. Sabe donde está, antes lo ha visto gracias a Azumi y ahora se guía por el sonido de la lenta y costosa respiración de su padre. Agachándose cuando llega hasta él.

- Kyo, hijo... Hiroshi y Orochi... nos han atacado... no... he podido hacer... nada. No sé que está pasando... aquí, pero... sé que lamento mucho... todo lo que te he hecho. – Saisyu levanta una de sus manos temblorosa por el dolor, para posarla en el hombro de su hijo.

- Padre... ¡Aguanta! – grita Kyo poniendo una mano encima de la de su padre – Sentimos no haber venido antes – Kyo cierra sus ojos amarillentos por un segundo, sintiendo como se humedecen. Habla por los dos, por Azumi y por él, puede sentir claramente la preocupación del demonio en su interior.

- ¿Sentís? – Saisyu no comprende lo que le dice su hijo

- Yo y... Kyo, tu Kyo... Nagashima – Saisyu abre más sus ojos por la sorpresa aun con el dolor que siente. Una tenue imagen aparece arrodillada a su otro lado. Solo es una ilusión creada por Azumi para que Saisyu pueda verle, verle con el aspecto con el que lo conoció, el moreno de ojos azules y mirada amable – Lo sentimos, de veras – repite Kyo, su voz apagada – Padre... perdónanos – Saisyu casi no puede creer lo que están viendo sus cansados ojos.

- No te preocupes hijo... – logra decir Saisyu sintiendo que la vida empieza a escapársele – Es bueno morir... al lado de las dos personas... a quien más quiero - sus ojos se cierran y la mano que mantenía en el hombro de Kyo empieza a caer lentamente escurriéndose entre los dedos del joven Kusanagi.

- Padre... – Kyo posa su mano en el pecho de su padre, sacudiendo ligeramente y sintiendo que no hay corazón que lata allí.

- Kyo – Yagami se acerca a ellos, hay un hilo de sangre en sus labios. Ha usado mucha energía para hacer estallar a Orochi en llamas, y ahora su cuerpo se lo reclama. Pero está acostumbrado en todo este tiempo ya ha aprendido que las llamas y el dolor son la misma cosa.

- Caen... – susurra el joven Kusanagi levantándose. Los castaños mechones le cubren los ojos – Uno tras otro... todos los que están a mi lado... mueren – la voz parece a punto de romperse. Syo se le acerca, rozando con una mano el brazo del joven Kusanagi. - ¡No me toques! - Kyo golpea la mano de Syo, furioso – ¿No has oído lo que he dicho? ¡Todos lo que están a mi alrededor mueren! ¡No necesito vuestra ayuda! – gruñe el joven encendiendo sus llamas anaranjadas, furiosas como su dueño – ¡Largaos! – Syo no se mueve, está sorprendido por la actitud del joven Kusanagi. Kyo nunca lo había tratado así.

- No tienes derecho a decidir por nosotros – murmura Yagami, sus brazos cruzados en su pecho observando la furia del joven Kusanagi – No sé que piensa tu ninja... pero yo no voy a morir. Pero tampoco pienso dejarte solo – se siente molesto con Kyo, odia que el joven se comporte así – Además... no son solo nuestras vidas las que están en juego, sino las vidas de todos. ¿No eras tu el que decía que teníamos que proteger a los más débiles a toda costa? – gruñe el pelirrojo, su tono despectivo, a él no le importan para nada las vidas de millones de personas, solo le importa la de una, la vida del joven que tiene frente a él.

- Pero no a costa de vuestras vidas – las llamas anaranjadas se apagan mientras Kyo deja caer sus brazos fláccidamente a sus costados. La frustración visible en su rostro.

- Si vas tu solo y pierdes, moriremos igual – comenta Yagami intentando que Kyo entre en razón – Y yo no pienso quedarme de brazos cruzados esperando mi muerte. Nunca lo he hecho y nunca lo haré. - y esa es la verdad, Yagami sabe que por su sangre va a morir joven y no se ha quedado esperando que eso ocurra, puede decir que disfruta su vida, sin ataduras y haciendo lo que quiere - Si vamos contigo las posibilidades de vencer serán mayores – su voz más furiosa. No sabe si Kyo solo logrará vencer a Namae, pero tampoco quiere comprobarlo, no va a dejar que Kyo luche solo.

- Kyo-sama, le juré que lo serviría. No puedo dejarlo solo ahora – Syo mira fijamente a Kyo, su rostro apenado pero sus palabras no son más que la pura verdad.

- Ah... – suspira Kyo viendo que no puede hacer nada ni decir nada para que cambien de opinión – Está bien, haced lo que queráis – niega con su cabeza, los mechones castaños moviéndose al hacerlo. Sabe que Iori tiene razón, que cuantos más sean más posibilidades hay de vencer, pero aun así... no quiere que les pase nada, no quiere que Yagami vuelva a sacrificarse como hizo contra Orochi.

- Bien. Ahora pregúntale a Azumi que debemos hacer – la voz de Yagami más calmada ante la aceptación de Kyo pero sigue manteniéndola seca.

- Tenemos que ir con Shikai y Kaiji... – responde Kyo oyendo la voz de Azumi en su cabeza que le va diciendo tranquilamente lo que deben hacer – y preguntarle a Kaiji quien es la última parte del Juicio Final – Kyo calla un segundo sus ojos abiertos parecería como si estuviera mirando fijamente a Iori, su rostro mostrando sorpresa.

- ¿Qué pasa? – pregunta Iori al ver el rostro de Kyo, parece sorprendido por algo que debe haberle dicho el demonio.

- Azumi... Azumi dice que tal vez la cuarta parte sea... Syo – Kyo niega con la cabeza, no cree que eso. Aunque... tampoco lo hubiera creído si le hubiera dicho que Alex era una parte.

- ¿Yo? – Syo frunce su ceño sin entender, ¿cómo puede ser él? No, seguramente el demonio se equivoca.

- Dice que es porque parece que las cuatro partes están unidas entre sí. Y... ya que Kaiji es una... puede ser que Syo sea otra. – el joven Kusanagi coloca una mano en su cabello intentando pensar en lo que Azumi le está diciendo – Aunque... dice que tal vez también pueda ser... Shikai – Kyo cada vez está más confundido con todo.

- Dile a tu demonio que se aclare – gruñe Yagami sin entender las dudas que parece tener Azumi.

- Está tan confuso como nosotros, él no puede detectar las partes que aun están dormidas – explica Kyo, sí, Azumi está muy desorientado intentando pensar quien es la otra parte puede notarlo claramente, es angustia lo que siente – Pero dice que una parte despierta puede detectar a una que está dormida... así que... tenemos que ir donde Kaiji y que nos lo diga – el joven Kusanagi puede notar también que Azumi está casi desesperado por encontrar las otras partes, como si solo teniéndolas pudieran tener más posibilidades de vencer.

- Pero... no sabemos donde ha ido mi hermano, ha cogido un tren hacia el norte y no... – comenta Syo. Si Akui, su hermano, Kaiji, cogió un tren, pero él ni tan solo presto atención a donde iba porque no sabía que ese joven era su hermano, además pueden haber bajado en cualquier estación.

- No te preocupes por eso. Nosotros cogeremos un tren hacia el norte también. Azumi podrá detectar a Kaiji si está lo suficientemente cerca – dice Kyo hablando por el demonio, nunca había sentido tan claramente los pensamientos de este, nunca había logrado captar su preocupación y ahora la siente, intensa.

- ¿Porque no intenta comunicarse con él? – murmura Yagami, si Azumi es tan poderoso tendría que poder encontrar a Kaiji e incluso llevarles a los tres sin necesidad de coger un tren.

- Kaiji oculta bien su energía, y si Azumi intenta comunicarse con él Namae también sabrá donde está – Kyo empieza a sentirse tan preocupado como el demonio. Aun no cree que haya perdido a sus padres de esta manera, le parece imposible, como si todo fuera una horrible pesadilla de la que pronto despertará. Pero no es una pesadilla, es la cruel realidad y él tiene que intentar soportarla, superarlo todo porque... sino está en condiciones no podrá luchar contra Namae. No debe hundirse, lo sabe.

- Entonces vamos – gruñe Yagami. No le apetece mucho un viaje en tren pero si no hay más remedio tendrán que hacerlo.

- Ya está... – murmura Kaiji abriendo los ojos lentamente. De nuevo está en el cuerpo de Akui. Aun puede sentir el dolor de la espada de Alex en su pecho, aun puede sentir la sangre en sus labios, aunque este cuerpo no tenga ninguna herida.

Ahora se encuentra semitumbado, la cabeza reposando en las piernas de Shikai y las piernas encima de los incómodos y duros asientos del tren.

- ¿Cómo se encuentran? – pregunta el rubio, sus dedos acariciando suavemente los cabellos negros y largos.

- Están bien – dice secamente Kaiji, respondiendo.

Hiroshi por suerte, al verle, ha recobrado el sentido de quien era y de lo que estaba haciendo. Se han comunicado, oía la estridente voz de Hiroshi en su cabeza, la oía disculparse por lo que había hecho. Alex también le ha hablado de esta forma, diciéndole a Hiroshi que debían seguir la farsa.

A Kaiji le ha parecido curioso poderse comunicar sin palabras; quizás es por lo que ha contado Kyo, eso de las partes... bien podría ser eso.

Kaiji sabe quien es la cuarta parte que falta, puede sentirlo aunque esta esté dormida. Alex e Hiroshi también lo saben, pero los tres han estado de acuerdo en que lo mejor es, solamente, dejarla dormir. Si no les queda más remedio ya la despertaran, pero de momento... dejaran que descanse.

Después de haber hablado con Hiroshi y con Alex el resto ha sido solo comedia. Sus ataques hacia ellos dolían pero no lo suficiente como para matarlos. Su antiguo cuerpo ha servido a la perfección para que Namae crea que Alex es capaz de matar a sus compañeros. Pero ella sabía bien que Kaiji, al quedar demasiado débil, iría al cuerpo de Akui.

Kaiji le explica más o menos lo que ha pasado a Shikai, hablando con voz seca y distante, algo cansada también.

- Suerte que has vuelto – sonríe el rubio mientras Kaiji se incorpora, sintiéndose mejor – Estaba preocupado – Kaiji ya le había dicho lo que haría y también que el cuerpo de Akui parecería muerto, pero realmente se ha asustado al ver que el tiempo pasaba y Kaiji no volvía.

- Ya hemos llegado – murmura Kaiji al ver por la ventanilla como el tren se detiene en una estación.

- ¿Aquí? – pregunta Shikai al ver que es una estación pequeña de un pueblecito que él nunca había oído mencionar.

Ambos se levantan y salen del tren mientras este vuelve a emprender la marcha sin ellos.

- Discúlpenme – un hombre vestido con elegancia, algo entrado en años ya, se les acerca y se inclina levemente ante ellos, de manera muy cordial. Shikai lo mira curioso, su pelo es gris debido a la edad. Las arrugas se marcan a los lados de sus ojos cansados tras unas pequeñas gafas ovaladas. Está seguro que este hombre es un criado – Ustedes deben ser Akui-san y Tenshike-san, ¿verdad? – pregunta el hombre con voz amable y cordial. Mientras Shikai se sorprende Kaiji se limita a asentir – Bien. Mi señor me ha llamado diciendo que vendrían ustedes. Por favor, síganme – otra inclinación y el hombre empieza a andar hacia la salida de la pequeña estación.

- Su... ¿señor? – Shikai entrecierra sus ojos azules, desconfiado ante el amable criado. ¿Namae puede haberles encontrado?

- Claro – dice el hombre deteniéndose unos segundos y mostrando una cálida sonrisa al rubio – Seike-sama – de nuevo vuelve a andar. Shikai mira cuestionante a su compañero ¿qué es todo esto?

- Más tarde – dice secamente Kaiji evitando mirar al rubio mientras sigue al hombre hasta que llegan a un lujoso coche, un Mercedes. El hombre les abre la puerta trasera a los dos jóvenes y ellos entran mientras él se pone delante para conducir.

Shikai mira el lujoso auto. De fuera era negro y los cristales eran opacos y no se veía el interior. Por dentro está recubierto por una tapicería de cuero beige muy claro. Es muy amplio por la parte de atrás, los asientos delanteros muy separados de los traseros. En el cabezal de los asientos delanteros hay una pantalla, es un pequeño televisor acoplado.

- Perdonen mi pregunta pero... ¿Seike-sama se encuentra bien? – pregunta el hombre. Shikai puede ver la cara de preocupación de este reflejada en el retrovisor del auto.

- Está perfectamente, Jack. Le hubiera gustado venir a verte, pero está muy ocupado – es la respuesta de Kaiji mirando con sus ojos grises el retrovisor para que el hombre, Jack, lo vea. A Shikai le parece que su pareja está bastante contenta, aunque lo disimule, de ver al viejo criado.

- Me alegro mucho de ver que el señor tiene amigos – comenta el hombre con algo de sentimentalismo – No es que venga mucho por aquí... y cuando viene no dice nada sobre sus amigos – Shikai escucha atentamente mientras mira a Kaiji. A veces su compañero desaparecía unos días unas cuantas veces al año, pocas, pero lo hacía. Shikai nunca había dicho nada porque, desde que lo conoce, Kaiji siempre hacía lo mismo. Ahora entiende donde iba, pero lo que no entiende es porque no se lo había dicho. Kaiji siempre le está ocultando cosas. Y siempre le ha costado acostumbrarse a eso.

- Ya estamos llegando – dice Jack. Shikai se detiene en sus pensamientos para mirar por la ventanilla.

Hay una valla larguísima pero baja, hecha de madera. Ellos están parados justo frente al portal de entrada, también de madera. Un joven está allí y la abre. Va vestido con una vieja camisa a cuadros y unos jeans gastados y llenos de polvo.

Ellos entran con el coche mientras el joven les saluda amablemente.

Shikai ve que el terreno es muy extenso, hay partes cubiertas de hierva y madejas de paga y otras cubiertas solo por tierra arenosa. Hay vallas que encierran rebaños de vacas y otras que encierran ovejas.

De pronto ve, que delante de ellos, en el camino, tumbado tranquilamente hay un caballo negro.

- Oh. Este Hiro... siempre hace lo mismo – comenta Jack con cierto tono frustrado mientras detiene el coche para no atropellar al caballo.

- ¿Hiro? – pregunta Shikai confuso ante el nombre del animal ¿ese caballo... se llama como su compañero?

- Sí. Extraño nombre, ¿verdad? – comenta Jack con una suave sonrisa – Seike-sama escogió a cuatro potrillos y les puso nombres de persona. Tuve que suponer que esos nombres eran los de sus amigos o compañeros – Shikai puede ver que realmente Jack tiene muchas ganas de creer que Kaiji tiene amigos, y no va desencaminado – Si esperan un segundo voy a... – no acaba la frase cuando ve que Akui baja del coche y se dirige al caballo.

- Venga, levántate – dice Kaiji al animal que, al verlo, se pone en pie – Eres tan vago como el auténtico Hiroshi – gruñe el ninja mientras pone una mano por encima del cuello del caballo y salta para quedar sentado en su lomo.

- Akui-san – murmura el chofer preocupado. No es que el caballo le vaya a hacer nada, pero está domado por Kaiji así que es algo difícil de llevar, y más sin tener montura ni riendas.

Kaiji no lo escucha, y hace mover al caballo con pequeños golpes en los costados de este. Lo hace ir hasta el coche.

- Venga. Te sigo – dice Kaiji al viejo chofer quien asiente al ver que parece llevar bien al caballo, y arranca el auto.

Kaiji deja un momento el caballo quieto, dejando que el coche se aleje para luego golpear los costados del animal con contundencia y el caballo se levanta levemente con sus patas delanteras relinchando, tomando impulso con las traseras y empezando a correr al galope, persiguiendo el auto. El caballo deja oír su fuerte respiración con cada paso que da, las herraduras golpean el suelo con fuerza, elevando levemente la tierra por donde pasa mientras acelera cada vez más. Kaiji esta ligeramente inclinado hacia delante, sus manos cogiendo la crin del caballo mientras aprieta con sus piernas los costados del animal. Sus cabellos se elevan en el aire con cada paso al galope que da el negro caballo.

En un lado del camino hay dos caballos más, uno completamente blanco y el otro castaño, bastante claro. Estos levantan sus rostros con curiosidad al ver pasar el auto y luego al caballo negro. Por instinto, empiezan a correr ellos tambien, solo por el simple hecho de querer alcanzar a ese caballo.

Jack detiene el coche al llegar a la entrada de la mansión mientras que Kaiji silba fuerte y el caballo se detiene en seco. Él les ha enseñado a pararse así; un silbido y detenerse. Los otros dos caballos también se han detenido al oírlo, pero con menos brusquedad que el negro.

Shikai y Jack bajan del coche.

- Akui-san, veo que Seike-sama le ha hablado de cómo manejar a los caballos – el hombre sonríe tranquilamente. Shikai solo mira a Kaiji, el cuerpo de Akui le sienta bien, y está hermoso encima de ese caballo negro, tan negro como los cabellos que cubren los ojos de Kaiji.

Shikai se fija ahora en el animal, es algo bajo y parece de complexión pequeña. La cabeza pequeña comparada con el cuerpo, algo cóncava.

- Es Árabe, ¿verdad? – pregunta el rubio levantando una mano y acariciando la cabeza del animal. Kaiji le ha hablado alguna vez de las distintas razas de caballos o le enseñaba alguno en una revista, así que conoce las razas principales.

Un resoplido y Shikai mira a los otros dos caballos, el castaño ha sido quien ha hecho el ruido. No es mucho más alto que el caballo negro, pero su cabeza es normal, correspondiéndose a la medida del cuerpo, su cuello es ancho recubierto por una larga crin. Los músculos de sus patas y pecho muy marcados.

- ¿Y este? – pregunta Shikai sin acabar de reconocer la raza del caballo castaño.

- Kaiji es un Mustang – le responde Jack sonriendo complacido. Shikai ríe suavemente hacia Kaiji quien lo mira desafiante.

- Que egocéntrico – murmura Shikai sin dejar de mirar a su compañero, una leve burla en su tono, pero sin querer molestarlo pero no puede evitar que una suave risa escape de sus labios.

- Si, bueno, ese blanco se llama Shikai – gruñe Kaiji algo molesto. Shikai se gira para mirar al caballo blanco. Es muy alto, de cuello largo, algo más estrecho que el del caballo castaño. Sus patas tambien son largas y estas son delgadas. Mira los ojos del animal, son azules y claros.

- Un ingles – murmura el rubio, adivinando la raza - ¿Y Alex? – ríe suavemente mientras Kaiji baja de un salto del caballo negro. Le parece evidente que debe haber un caballo con ese nombre.

- Allí – Kaiji levanta su mano para señalar un caballo que está pastando tranquilamente, algo lejos de ellos - ¡Alex, come here! – grita y el animal deja de pastar para levantar su rostro hacia quien lo ha llamado y luego empieza a acercárseles con un ligero trote, sin prisas. Al llegar a ellos se detiene y Shikai puede ver el gran animal y su extraño color. Parece un castaño muy claro o un rubio muy oscuro. Su crin y su cola son completamente blancos. Es un caballo muy grande, no tan alto como el blanco pero si más que los otros además de tener el cuerpo más ancho con los músculos marcados. Tiene un porte muy elegante.

- Es un español, ¿verdad? – comenta Shikai, la verdad es que parece como si Kaiji hubiera seleccionado a los cuatro caballos para que se parecieran levemente a las personas que comparten sus nombres – Que color más extraño – comenta suavemente mientras alarga una mano con la palma hacia arriba y el caballo acerca su morro para olerla.

- A este color se le llama palomino, señor – le contesta Jack amablemente con una sonrisa mientras espera pacientemente – Akui-san, usted parece ser buen amigo de Seike-sama. Conoce bien todo – el hombre se siente contento al ver que su señor parece tener tan buenos amigos. Amigos a los que incluso les ha contado cosas de la mansión.

- Sí, conozco todo sobre la vida de Kaiji – sonríe Kaiji, una sonrisa medio burlona, pero ocultada. No es que se burle de su criado, pero tampoco puede decirle que él es 'Seike-sama' y esperar que Jack lo entienda – Por cierto, creo que van a venir más compañeros nuestros y de Kaiji, claro – comenta distraídamente. Está seguro que ahora Azumi intentará encontrarlo para que le diga quien es la última parte del Juicio Final, pero sabe que el demonio irá con cuidado si decide buscarlo para que Namae no los encuentre con facilidad.

- ¿Más? – los ojos de el criado parecen iluminarse con solo mencionar a más compañeros de Kaiji.

- ¿Crees que Kyo vendrá? – pregunta Shikai mirando a su compañero, mientras acaricia suavemente el rostro del caballo palomino. La verdad es que prefiere que Kyo y los chicos estén con ellos, sabe que podría estar sin ellos, que estando con Kaiji podría vivir feliz, pero le gusta también tener a sus compañeros cerca. Poder hablar con ellos y reírse con ellos de vez en cuando. Para algo son sus amigos. Los aprecia, y por mucho que pueda vivir sin ellos, prefiere tenerlos cerca.

Kaiji asiente mientras mira los ojos azules observándolo. El sol se está empezando a ocultar y el cielo empieza a tener ese color rojizo como si la tierra estuviera en llamas, ese resplandor envuelve a Shikai levemente, haciendo que se vea hermoso mientras acaricia al animal. Sus cabellos rubios adquieren tonos anaranjados por la luz, quedando más oscuros pero sin dejar de verse hermoso.

- Entren por favor – dice Jack al fin, al ver que los jóvenes ya parecen preparados para entrar. Se inclina un poco, cordialmente mientras señala a la puerta de entrada, empezando a andar hacia allí.

La abre y deja pasar a los dos jóvenes primero mientras él vuelve a cerrar, todos sus movimientos hechos con suma cortesía y respeto.

La casa es enorme, solo hace falta ver la entrada. Es solo un pasillo pero muy ancho. Todo está hecho de madera o recubierto por esta. Cuadros de caballos cuelgan de las paredes del pasillo, imágenes hermosas dejando ver perfectos caballos en diversas posturas.

Hay dos puertas, una a cada lado de la entrada y un poco más hacia delante de estas unas escaleras, también a cada lado, son estrechas pero se ven perfectas, también de madera. Arriba, un pasillo las une, una gruesa barandilla de madera que parece tallada a mano.

Todo tiene aspecto a mansión tejana, tal y como le gusta a Kaiji.

- ¡Jack! – una mujer con vestido grisáceo con la falda que le llega un poco más allá de las rodillas y un delantal blanco delante sale de una de las puertas. Está nerviosa, su mirada está fija en el hombre.

- Mary, ¿qué pasa? ¿No ves que tenemos visita? – recrimina Jack, pero sin ser brusco, solo señalándole a la joven a los dos invitados que la miran algo confusos.

- Oh... sí, lo sé, pero es que... Neko se me ha escapado – las manos de la joven sujetan con fuerza el delantal mientras habla con nerviosismo – Yo... me he girado un momento para vigilar la comida y al girarme Neko había salido de la cocina – Shikai puede ver como Jack también se empieza a poner nervioso al ver lo que dice la joven, que parece otra sirvienta. Quizás la encargada de la comida.

- Neko es la mascota de la casa, de Seike-sama. Se lleva bien con todos pero no le gustan mucho los desconocidos – murmura el hombre mirando por toda la estancia en donde se encuentran.

- Neko – Kaiji se agacha, poniéndose de cuclillas mientras mueve sus dedos. Ha visto al animal detrás de una de las escaleras que dan al piso superior. Está allí escondido, mirándolos.

- Oh, no lo llame. Yo me ocupo – Jack parece alterado, y Shikai no acaba de comprender el porque, ¿por un gato se pone así? Pero lo comprende mejor al ver salir al animal de su escondite. Eso no es un gato, sino un guepardo, su cuerpo estilizado y delgado, de color amarillo salvo por las manchas negras que lo recubren, su larga cola acabada con la punta negra, es muy elegante, pero no parece que tenga mucha estima hacia ellos porque muestra sus largos y afilados colmillos mientras gruñe. El guepardo se acerca con pasos lentos y silenciosos, su cuerpo semi agachado hasta llegar a Kaiji – Cuidado – avisa Jack con miedo, el animal llega hasta Kaiji y huele la mano que este le tiende, su cuerpo empieza a relajarse lentamente.

- Buen gato – dice Kaiji sonriéndole levemente y acariciando la cabeza del guepardo. Shikai lo mira, parece muy feliz rodeado de estos animales, en esta casa. Cuesta tanto verle sonreír normalmente, es tan extraño ver lo así solo porque ha visto a un guepardo – Reconoce el olor – comenta el ahora moreno joven – Hemos estado cerca de Kaiji, nuestros aromas se confunden – se levanta mirando a Jack seriamente mientras este asiente dando por sentado que la explicación es la correcta. Mientras, el guepardo se sienta en el suelo, su cola moviéndose de un lado a otro con lentitud mirando hacia Kaiji.

- No tengo comida, ve con ella – dice devolviéndole la mirada al felino y señalándole a la cocinera para que el animal entienda, este se levanta perezosamente y va hacia la joven.

- Neko, eres un travieso – le recrimina la sirvienta mostrándole una cara de enfado al animal, este simplemente la ignora o no lo entiende y va hacia la cocina, la criada tras de ella.

- No sabía que a Kaiji le gustaban tanto los animales – comenta Shikai con un ligero tono de reproche en su voz mientras mira fijamente a su pareja.

- Oh, sí. Le gustan mucho. Si no fuera alérgico a los perros seguramente también tendría – comenta Jack sonriendo hacia el rubio tranquilamente – A veces creo que Seike-sama prefiere estar con animales que no con personas – su tono se vuelve preocupado al decir esto pues es lo que siente, es lo que ha visto siempre en Kaiji, siempre prefiriendo la compañía de los animales antes que tener que verse rodeado de personas, siempre ocultándose entre animales para no tener que hablar con nadie.

- ¿Usted sabe a que se dedica Kaiji? – Shikai se muestra curioso por saber que tanto cuenta Kaiji de su vida a este hombre de trato agradable.

- Sabemos que es un ninja del clan Kusanagi, sí. Yo me siento orgulloso de eso – asiente el hombre con una sonrisa satisfecha, como si su propio hijo hubiera hecho algo estupendo, como si tuviera a Kaiji como un hijo pero lo tratara con mucho respeto – Pero sé poco más... Usted también lo es, ¿verdad? – su mirada, tras los pequeños cristales de sus gafas, se nota preocupada. Realmente Shikai puede ver cuanto aprecio siente este hombre por Kaiji.

- Sí. Yo y los otros caballos – ríe suavemente el rubio, bromeando – Alex e Hiroshi también lo son. Vivimos juntos los cuatro – explica Shikai tranquilamente y puede ver como Kaiji le mira de reojo, parece que le recrimina por hablar tanto de él.

- ¿De verdad? – Jack se acerca a Shikai y le coge una mano entre las suyas, viejas y temblorosas – Dígame... ¿qué tal está? ¿se cuida? ¿no hay ninguna chica con la que salga? – todas las preguntas salen rápidamente de sus labios mientras sus pequeños ojos miran a Shikai preocupados, esperando ansiosos una respuesta.

- Él está bien, se cuida y... no, no tiene novia – el rubio le sonríe entre amable y divertido, pensando en que Kaiji tampoco les cuenta todo a ellos.

- Ah – las viejas manos sueltan la joven y suave mano de Shikai, su mirada triste y baja – No me extraña... – murmura Jack cerrando sus manos en un puño, apretando con fuerza – Desde que esa maldita mujer le contagió el SIDA... – sus viejos ojos expresan la rabia que siente mientras Shikai lo mira con sorpresa, sin entender lo que está pasando – Si supiese el nombre de esa mujer yo mismo la mataría – todo su rostro muestra ahora la rabia que siente por eso, las arrugas haciéndose más presentes ahora.

- Suficiente Jack – la voz fría y dura de Kaiji se deja oír después de dejar que Jack lanzara su interrogatorio sobre Shikai – Kaiji ya te ha dicho más de mil veces que no te preocupes por eso - sus ojos grises miran molestos al viejo y preocupado criado. Siempre es lo mismo, cuando él viene unos días a la casa Jack siempre le repite lo mismo, siempre pidiéndole que le dé el nombre de la mujer.

- Oh, Dios, perdónenme – se disculpa el hombre rápidamente viendo como se estaba comportando y se inclina preocupado, disculpándose por su comportamiento – No debería comportarme de esta manera, lo siento. – Kaiji no dice nada, solo deja de mirarlo. Shikai le sonríe amablemente tranquilizándolo aunque él no esta demasiado tranquilo – Por favor, síganme, Seike-sama ha dicho que solo hacía falta una habitación para los dos – el hombre empieza a andar hacia una de las escaleras, subiendo con pasos lentos por ella mientras Kaiji y Shikai van detrás, siguiéndolo.

Jack les abre la puerta de una habitación y se retira para dejarlos descansar.

La habitación es muy amplia. Shikai ve que es como una sala o una casa a parte. Hay una puerta a mano derecha que seguramente da al baño. Un ventanal está ante ellos y Shikai puede ver el enorme balcón que hay como también el extenso paraje de hierba y tierra. Las camas están a la izquierda, son de matrimonio ambas y caben perfectamente incluso separadas por un par de mesillas de noche hechas de madera, oscuras y bien decoradas. Nunca había visto una habitación así. En el centro hay una mesa redonda de madera con cuatro sillas a su alrededor, aterciopeladas de color azul oscuro; una mesa de comedor en una habitación. Al lado de la puerta de entrada también hay una especie de escritorio, largo, incluso hay un ordenador allí y un teléfono por si quieren llamar.

Shikai no se lo puede creer, le parece increíble. Todo a su alrededor es sumamente lujoso, se siente algo incomodo por eso. Ni tan solo cuando vivían en la primera casa de Kaiji había visto tanto lujo aun siendo esa enorme.

Su mirada se vuelve a centrar en Kaiji, recordando lo que ha dicho antes Jack.

- Él cree que fue una mujer – comenta el rubio refiriéndose al criado, a lo que ha dicho antes – y... la odia – baja su mirada, se siente mal.

- Sí – es la única respuesta de Kaiji, seca.

- ¿Por qué no le dices la verdad? – Shikai levanta su mirada, triste, de nuevo sus ojos fijos en los de Kaiji. Se siente confuso. Entiende que Kaiji no quiera contar ciertas cosas de su vida a los criados, pero de eso a no decirles que está con un hombre... Sabe que no es algo fácil de decir, pero Kaiji nunca ha sido del tipo de personas al que le importa mucho el que dirán.

- ¿Que estoy saliendo contigo y que tu me contagiaste el SIDA porque yo quise? – Kaiji empieza a reír, suavemente. Shikai, aun sintiéndose confuso no puede evitar quedar embelesado al verlo – Le daría un ataque al corazón. Además... supongo que no quieres tener un viejo tras de ti, queriéndote matar, ¿ne? – la suave risa de Kaiji se contagia a Shikai. El rubio no puede evitar mirar lo hermoso que se ve Kaiji sonriendo, el cuerpo lo favorece, esos ojos grises y ese cabello largo y negro rodeándole el rostro, y sobretodo su sonrisa, hermosa.

- Le aprecias mucho... – es el comentario que sale de los labios de Shikai, al ver que parece que Kaiji siente algo de estima por Jack.

- Pse, lo normal – contesta Kaiji simplemente – Lástima que sea viejo, hay cosas que no entiende – se encoge de hombros ligeramente al decirlo mientras la risa ya ha parado y su sonrisa desaparece lentamente para volver a mostrar esa neutralidad característica en él.

- ¿Cómo que tu pareja sea un hombre? – ahora Shikai empieza a comprender porque Kaiji no le ha dicho nada a Jack sobre que sean pareja, tiene razón al fin y al cabo, el criado ya es viejo y debe haber cosas que no acaba o no quiere comprender.

- Sí – asiente Kaiji – Deberías haberlo visto cuando uno de los que cuidan el ganado se declaró homosexual – de nuevo vuelve a reír suavemente mientras decide sentarse en una de las camas de la habitación – Se le lanzó al cuello diciéndole que era un anormal, y que qué se había creído diciendo semejante barbaridad – la risa no cesa mientras lo cuenta, su cabeza baja ocultándola de la mirada de Shikai – El pobre chico se quedó pálido y no se atrevía a devolver los golpes que le daba Jack – pasa una mano entre sus largos mechones negros, intentando contener la risa – Al final tuve que separarles yo. Ahora ese chico no se atreve a acercarse a la mansión, vive en una casa que hice hacer para él, allí también vive su pareja, que también trabaja aquí – Kaiji al fin logra controlarse, le resulta un recuerdo divertido. Lentamente la risa cesa pero mantiene una sonrisa divertida porque el recuerdo esta muy claro en su memoria.

Shikai se le acerca lentamente, hasta quedar justo frente a él y se arrodilla mientras posa una mano en la barbilla de su pareja, suavemente.

- Tienes una risa hermosa – murmura el rubio mirándolo fijamente y acercándosele hasta posar sus labios en los de su pareja. Kaiji se deja hacer sin protestar, sintiendo la suavidad de los labios de Shikai – Te quiero – susurra suavemente el rubio al apartarse, sus ojos azules entrecerrados mirando los grises que tiene ante él. Kaiji solo aparta la mirada – Kaiji... no te lo digo para que me respondas – la mano de Shikai se posa suavemente en la mejilla de su pareja, rozándola con la punta de sus dedos, y haciendo que lo mire de nuevo – Lo digo porque quiero – hay una sonrisa tranquila en sus labios, se siente bien ahora. No le importa demasiado que Kaiji le haya ocultado esta parte de su vida, porque solo es un pequeño trozo de ella. Shikai sabe que si realmente a Kaiji le importara más estar en la mansión que con él eso querría decir que no lo quiere... pero está con él, casi nunca va a la mansión. Y cuando va solo esta unos pocos días, siempre vuelve con él, siempre que vuelve le pregunta todo lo que ha hecho y lo que ha dejado de hacer, si se ha encontrado mal, si ha empeorado o si se ha sentido mejor. Siempre le pregunta.

- Sería mejor que descansaras – comenta Kaiji al ver lo pálido que se ve Shikai. El viaje ha sido largo e incomodo y sabe bien que Shikai debe estar agotado, hace días que no descansa como debería y la enfermedad lo agota cada vez más. Además, está demasiado delgado, ha perdido mucho peso en poco tiempo, y Kaiji sabe bien que es por culpa del SIDA que a cada día lo destruye más por dentro, sabe que... Shikai morirá pronto. Unos días, con suerte semanas, pero no más.

- Estoy bien – sonríe el joven rubio sentándose al lado de Kaiji. No se siente bien, ni mucho menos, se encuentra muy mal, pero desde que era pequeño y su padre le pegaba que aprendió a no mostrar todo el dolor que sentía, ha aprendido a ocultarlo, aunque sabe que la persona que ahora esta sentada a su lado mirándolo recriminante sabe que no se encuentra bien.

Antes que Kaiji pueda decir nada al respecto alguien golpea la puerta.

- ¿Si? – dice Kaiji mirando la puerta algo disgustado pues quería reprender a Shikai y lo interrumpen, nunca le han gustado las interrupciones. La puerta se abre, es Mary.

- Perdón – dice la joven que antes habían visto salir de la cocina buscando a Neko. Sus cabellos castaños están recogidos formalmente en un moño y su mirada es baja, disculpándose por la interrupción causada. – Les traigo algo para comer – su voz es suave y sumisa mientras hace que un pequeño carrito entre en la habitación empujándolo suavemente con la mano. Encima de este hay unos platos con comida caliente.

- Gracias – dice Kaiji solamente y algo seco mientras Mary deja los platos en la mesa de la habitación. Los dos jóvenes se levantan de la cama para ir hacia la mesa.

- Discúlpeme – dice la joven de pronto poniéndose frente a Shikai quien le sonríe curioso al ver lo que hace Mary – Usted es Tenshike Shikai-san, ¿verdad? – pregunta Mary, su mirada es baja es como si no quisiera mirarlo directamente, como si no se atreviera a hacerlo.

- Sí – responde el rubio aun más curioso, ¿por qué se lo preguntará? La joven solo levanta su mirada y sonríe hacia el rubio.

- Me alegra ver... que la pareja de Seike-san es tan agradable – la joven se inclina ante Shikai quien frunce el ceño desorientado para luego mirar a Kaiji quien parece tan sorprendido como él.

- ¿Cómo... como lo has sabido? – pregunta Kaiji con tono bastante enojado sin entender como la joven lo ha podido averiguar si él nunca ha dicho nada a nadie de los que viven en la mansión.

- Yo... – la joven pone una mano en un bolsillo de su falda y de este saca una fotografía – Encontré esta fotografía entre la ropa de Seike-san, estaba para lavar y el señor debió olvidársela – Mary muestra la fotografía algo sonrojada a Shikai. Este ve que esa es la foto que hace tanto tiempo les sacó Hiroshi, del primer día que se decidió que Hiroshi y Alex vivirían con ellos. Fue una foto desprevenida mientras Kaiji le besaba en la cocina. Hacía tiempo que Hiroshi se había quejado que la había perdido. Así es que la tenía Kaiji... – En verdad no era mi intención verla. Siempre reviso los bolsillos antes de lavar nada – se excusa Mary sonrojada aun, sabiendo bien que esa fotografía es muy personal.

- Tranquila, no pasa nada – le sonríe Shikai afablemente pero sin mirarla, sus ojos azules observando la foto que ahora esta en su mano.

- Oh, claro que no. ¿Por qué no la publicamos en un periódico o mejor, la mandamos a la televisión para que la enseñen a medio mundo? – gruñe Kaiji sarcástico y molesto por que la criada haya visto esa fotografía, hace tiempo que la llevaba consigo y cuando la perdió se molestó, pero no pensó que la tendría Mary.

- ¿Se lo has dicho a alguien? – pregunta Shikai esta vez mirándola a los ojos e intentándola calmar con su mirada, pues la joven se muestra algo asustada después de lo que ha dicho Kaiji.

- Oh... no. Le juro por lo que más quiero que nadie la ha visto – dice la joven nerviosa aun, mirando de reojo al joven llamado Akui que no deja de observarla, molesto – Es que... ¿tal vez ya no sale con Seike-san? – pregunta agachando la cabeza, sintiéndose incomoda y también sintiendo que se ha equivocado al mostrar esa vieja foto.

- Yo sigo con Kaiji – le sonríe el rubio – y no pienso dejarle – la joven levanta la mirada de nuevo, en sus labios una sonrisa tranquila y feliz al oír eso.

- Por eso no te preocupes, Kaiji tampoco va a dejar a Shikai – dice Kaiji con voz seca mirando fríamente a la joven sirvienta. No es que le guste mucho que Mary lo sepa, pero sabe que la joven es muy reservada y que sabe guardar bien los secretos.

Shikai mira a Kaiji y sonríe feliz. No puede entender como la gente no se da cuenta que, pese a tener un cuerpo distinto, el interior es el mismo; Kaiji siempre es Kaiji, aunque su apariencia cambie, él es él.

- Me alegro – sonríe la chica sintiéndose ya más aliviada, por un momento pensó que Akui era ahora la pareja de Shikai, pero incluso ese chico moreno y de mirada fría le ha confirmado que Seike sigue estando con Shikai, y que continuarán así, y por lo visto por bastante tiempo.

Se inclina formalmente y sale de la habitación.

* * *

Continúa

Capítulo 57: No És Per Sempre

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Diciembre, 2002

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