Llegendes de Foc
~ Jocs Perillosos ~

Fanfic por Artemis

Capitulo 55: Somnis vermells

- ¿Qué demonios...? – Iori mira a su alrededor. Hace poco estaban en su habitación y ahora... a su alrededor solo hay un desierto de rocas rojizas nada más, no hay ni rastros de plantas o animales a su alrededor. Ni a su alrededor ni a kilómetros de distancia. Mira el cielo, tiene el mismo color que la tierra y llenos de nubes que adoptan el mismo color rojo, algo más oscuras como si pronto fueran a descargar provocando una gran tormenta, hay algunos rayos que se ven a lo lejos, yendo de nube en nube como si entre ellas se peleasen. Ninguno cae al suelo.

- Yagami – una suave y relajada voz a su espalda. Voltea y ve a Kyo allí, de pie, a unos metros de él. Le está sonriendo y parece muy tranquilo, como si lo que está pasando a su alrededor no le preocupara. Los mechones castaños caen ligeros sobre sus ojos y Iori no logra ver si los tiene abiertos o cerrados.

- Kyo... ¿qué es todo esto? – pregunta extendiendo una mano queriendo abarcar el amplio desierto de rocas que los envuelve a ambos.

- Tranquilo – Kyo se le acerca unos pasos mientras una cálida brisa eleva levemente sus mechones, apartándolos del rostro para dejar ver sus ojos abiertos, castaños e intensos – Azumi quería hablar con nosotros dos, cara a cara. – explica suavemente – Por eso nos ha traído aquí – Kyo ha llegado al lugar antes que Iori, ha tenido tiempo de mirar bien a su alrededor, y le ha extrañado que Azumi no estuviera sentado en alguna de las rocas, espera que venga pronto.

- Y ¿qué es este lugar? – Iori puede ver claramente los ojos de Kyo ahora, sabe que el joven puede verlo, pero no dice nada al respecto. Prefiere saber donde están mientras no deja que su mirada se aparte del rostro de Kyo, parece feliz ahora, feliz al volver a ver. Lo prefiere a verlo sin ganas de vivir.

El joven va a responderle pero antes de poder hacerlo ve una sombra en el suelo y levanta la vista para ver que crea esa extraña forma. Iori sigue su mirada.

En el cielo rojo puede ver un cuerpo humano con unas alas negras, enormes y sin plumas, como si de cuero se tratara, se ve imponente. Está encima de ellos manteniéndose en el aire erguido, no puede ver su rostro hasta que empieza a descender lentamente quedando frente a ellos.

Tiene el aspecto de un hombre joven. Iori lo mira, observándolo detenidamente. Las enormes alas ahora están plegadas en la espalda, no viste nada más que unos holgados pantalones negros. Su pecho está completamente descubierto, los músculos se ven en su abdomen pero sin ser exagerados. Su piel es muy blanca y da la apariencia de ser suave y firme. Mira el rostro, unos labios muy finos y de un color rosado muy pálido, está sonriendo y el pelirrojo puede ver un colmillo sobresaliendo de ellos. Sigue recorriendo el rostro, la larga y fina nariz, perfecta. Ve los ojos, completamente rojos, rojo sangre que lo observan pacientes. Hay una marca en su frente, líneas rojas y negras en ella, como si fuera un tatuaje pero sabe bien que no lo es. Los largos cabellos caen a los lados de su rostro, completamente negros salvo por algunos mechones de un color rojizo, el cabello se le mueve con la cálida brisa que aun se mantiene, ondulándose levemente para caer de nuevo a la espalda del ser que tiene en frente, larguísimos, llegando a sus piernas. Parecen lisos y sedosos.

Aun con este aspecto de demonio la sonrisa que mantiene en los labios hace que Iori se mantenga tranquilo. Pero le resulta extraño pensar que un ser como este, con enormes alas negras como de terciopelo y de largos colmillos pueda sonreír de una forma tan agradable, amigable incluso.

- Bienvenidos – sonríe Azumi al ver como Iori parece haberle observado lo suficiente. Kyo solo le sonríe levemente, el demonio sabe que el joven aun está molesto con él por haberse metido donde no le llamaban.

Y así es, Kyo se siente algo molesto, pero al ver a Azumi ante él, y más al verlo con su aspecto real y con esa sonrisa hace que las ganas de gritarle se vayan, al menos mientras este con él, mientras lo tenga en frente. Hasta ahora solo él lo había visto, nadie más había ido con él a ver a Azumi. La verdad es que tampoco lo creía posible. Se le hace extraño, ahora Iori también ha visto al demonio, se siente algo triste, como si ahora, al haber mostrado su secreto, este se desvaneciera. Como si ahora Azumi ya no le hiciera tanto caso. Como si estuviera en un segundo plano.

- Yagami, te presento a Azumi – dice Kyo mirando a Iori que parece que aun no entiende bien lo que pasa. El pelirrojo mira a Kyo y luego devuelve la mirada hacia el demonio. ¿Ese... es Azumi? No tendría porque sorprenderse tanto, al fin y al cabo es un demonio, pero ni tan solo Orochi le ha parecido nunca tan... imponente. Tan distinto a un humano y a la vez tan parecido por cada gesto, por la sonrisa, los movimientos de Azumi son tan humanos como podrían serlo los de cualquiera. Ve como Azumi se le acerca y, como acto reflejo, el da un paso hacia atrás, pero se detiene, dejando que Azumi llegue hasta él y le coja una mano. Puede ver la mano blanca, los largos dedos, al igual que las uñas... largas y afiladas.

Azumi levanta la mano del pelirrojo suavemente, siendo gentil y la lleva a sus labios, dejando que el pelirrojo sienta la suavidad de estos solo con un roce. El demonio puede notar la tensión en el cuerpo del pelirrojo, pero sabe que es debida más a la sorpresa que al miedo y también puede sentir, aunque no lo toque, la tensión en el cuerpo de Kyo, sabe que el joven está molesto ante el gesto que ha hecho.

Sonríe y suelta suavemente la mano del pelirrojo para mirar a Kyo, también le coge la mano, pero esta vez envuelve la mano del joven con las suyas, cogiéndola como si de cristal se tratara y pudiera romperse en cualquier momento. La sujeta con suavidad, levantándola lentamente para también rozarla con sus labios, cerrando sus ojos al hacerlo.

- Gracias por no permitir que Kyo se lanzase por la ventana – es un suave susurro que escapa de los labios de Azumi, este no suelta la mano del joven, tampoco aparta los labios de ella. Kyo puede sentir el suave roce del aliento del demonio en su mano. Iori observa los gestos del demonio, los cabellos, al estar levemente inclinado, cubren la mayor parte de su rostro. Mira a Kyo, el joven parece algo sorprendido con el gesto de Azumi y le parece ver un suave sonrojo en sus mejillas.

El pelirrojo entrecierra sus ojos, molesto ante lo que ve.

- ¿Qué quieres? – gruñe haciendo un movimiento brusco con su mano levantándola y haciéndola bajar rápidamente como si cortara el aire, mostrando así su molestia ante lo que está pasando.

Azumi deja al fin la mano de Kyo, lentamente. Mira al joven pelirrojo mientras sonríe tranquilo ante la esperada molestia de Iori.

- Te pareces a tu padre, pelirrojo – su sonrisa se amplia, su voz es más firme pero manteniendo el tono suave – Él también quería aparentar ser frío – Iori frunce su ceño, ¿qué dice este?

- ¿Conocías al padre de Iori? – la voz de Kyo, curiosa. La verdad, es que no esperaba oír eso por parte de Azumi, se le hace extraño. Sabe que el demonio tiene miles de años, pero no esperaba que se hubiera relacionado con alguien en ese tiempo, en cierto punto se creía el único... se sentía, en cierto modo, especial. Pero parece que no es así.

- Sí, y al tuyo también, pequeño – dice apartándose un poco del sorprendido Kyo, dándoles la espalda a los dos jóvenes. Es tiempo de dar algunas explicaciones, aunque no todas.

- ¿Cómo puede ser? – la voz de Kyo parece confusa, y lo está, no entiende bien lo que está diciendo Azumi.

- Después de ver como los Kusanagi y los Yagami vencíais a Orochi hace tantos años... – empieza Azumi tranquilamente, sentándose en una roca cercana de cara a los jóvenes, pero sus ojos están cerrados - ... me entro cierta... curiosidad. – levanta una mano, mostrando sus largos y finos dedos en gesto desinteresado pero sumamente elegante, por muy demonio que fuera esos gestos le seguían, como si se hubiera aferrado tanto a la humanidad y a sus costumbres que no pudiera dejarlos de lado, o tal vez era porque era así, simplemente porque él siempre había sido elegante. Sus finos dedos rozan levemente su propio cabello, un gesto hermoso por parte de un demonio no menos hermoso - Quise ver como eran vuestras familias y que tan fuertes eran los lazos de amistad que mantenían – una suave sonrisa sale de sus labios mientras ve como los jóvenes se sorprenden ante sus palabras. Kyo entiende al fin porque en los sueños siempre veía a Azumi con un Yagami o con un Kusanagi. – Podríamos decir que... gracias a mi los Yagami y los Kusanagi empezaron a odiarse. Fui susurrando ideas a los oídos de ambos clanes, ligeras palabras de vez en cuando, diciéndoles algo sobre el otro clan. Dejando que la rabia saliera a la luz. – Azumi ve divertido como los dos jóvenes se miran entre sí.

- Tu... ¿eres el culpable de nuestra lucha? – pregunta Kyo casi desafiante, dando un paso firme hacia él. Por culpa de Azumi él y Yagami tienen que estar peleándose continuamente, tantas luchas... tantas muertes... y todas provocadas por el mismo ser.

- Deberías darme las gracias – sonríe Azumi burlón – Si no hubiera hecho eso... tu y Yagami no os hubierais conocido – de nuevo su suave risa, es agradable a los oídos pero aun así sus palabras siguen siendo burlonas.

- ¿Qué tienen que ver nuestros padres en todo esto? – Yagami corta la risa de Azumi, su mirada fría hacia el demonio, puede ver de reojo como Kyo ya no parece estar molesto, sus brazos están flácidos a los lados del joven y su rostro esta bajo, su mirada en el suelo. Iori sonríe para sus adentros, ¿tanto le afecta a Kyo que de no ser por Azumi no se hubieran conocido? ¿tanto le molestaría a Kyo no conocerlo?

- Después de conseguir que los clanes empezaran su lucha fui de un clan a otro, estaba un tiempo con los Kusanagi y luego me iba con los Yagami – explica Azumi, sus ojos se mantienen cerrados, su rostro es algo bajo, pero la sonrisa sigue en sus labios – Hace ya unos años me acerqué a un Kusanagi, Kusanagi Saisyu – la sonrisa cambia, pero solo Iori puede verlo, Kyo está demasiado sorprendido como para prestar atención al cambio, Azumi ahora sonríe algo tristemente – Lo conocí, presentándome a él, fuimos... amigos durante mucho tiempo – el demonio recuerda claramente esos tiempos, se sentía feliz y hasta ahora no lo ha descubierto, estar junto al joven Saisyu le hacía sentir bien, no era como los otros Kusanagi que había conocido. – Cuando Saisyu se prometió con tu madre yo me fui – no va a decir realmente lo que pasó ese último día de estar con Saisyu, la última noche. Los besos y las caricias que lo acompañaron. – Y fui a donde estaba Yagami Koji, tu padre, pelirrojo – Iori no se sorprende, esperaba algo así, solo observa todos los gestos del demonio que ahora parece medio entristecido. – Me costó un poco que me aceptara, pero siempre era lo mismo con los Yagami. Acabe siendo su mano derecha, yo me encargaba de todo lo referente al dinero de los Yagami – Azumi al fin abre los ojos, rojos, mirando al pelirrojo con una sonrisa cálida, quizás afectuosa.

- ¿Un demonio... contable? – se burla Iori con descaro, su voz firme, afrontando la mirada del demonio con la suya.

Azumi solo sonríe algo más y encoge sus hombros.

- Al final Koji me aceptó, estuve con él cuando se casó – sonríe más ampliamente, más feliz que cuando hablaba de Saisyu – Y también en el día más feliz de su vida – su mirada no se aparta de la del pelirrojo, no tiene porque. Sabe que Iori quiere intimidarlo, pero eso no va a suceder, la verdad es que el pelirrojo solo consigue el efecto contrario, divertirlo más.

- El día... ¿más feliz de la vida de mi padre? – dice el pelirrojo frunciendo su ceño sin entender y mostrando molestia ante las palabras ¿a qué se refiere ahora este demonio?.

- Sí. Cuando naciste – Azumi se levanta de la roca, yendo de nuevo hacia Iori y posando una mano en la barbilla del joven, haciendo que este levante su rostro, pero es un gesto gentil y suave – Yo te tuve en mis brazos mientras tu padre se sentía orgulloso de que hubieras nacido – ve claramente como el pelirrojo se sorprende pero sigue sujetándolo suavemente, acariciando levemente con sus dedos – Has crecido mucho la verdad – la mano se aparta de la barbilla de Iori, pero solo para posarla tras la espalda del pelirrojo, a la altura de la cintura y acercarlo a él en un suave abrazo. Sus negros cabellos se ondulan con una brisa más fuerte que hace que se eleven suave y lentamente como finas hebras alrededor del pelirrojo. Iori puede sentir la suavidad de los cabellos al rozar su rostro, es agradable. Pero también puede notar la fuerza que tiene el demonio, pues, aunque lo esté sujetando suavemente lo hace con firmeza. – Me hubiera gustado... verte crecer – es un suave susurro, solo para él. Iori cierra los ojos y pone sus manos en el pecho de Azumi apartándolo de él bruscamente, pero con tiempo de sentir la suavidad de la piel del demonio, es como si nunca antes nadie la hubiese tocado.

- No hubiera cambiado nada – gruñe el pelirrojo molesto por lo que ha dicho Azumi, ¿es verdad que lo vio nacer? ¿es verdad que estuvo con su padre tanto tiempo?

Kyo entrecierra sus ojos, molesto ante lo que ve. ¿Cómo puede Azumi hacer esto frente a él? ¿cómo se atreve a abrazar así a Iori frente a él? En cierto modo se alegra que el pelirrojo lo haya apartado.

- Sí, hubieras sido más cruel – una sonrisa malvada se posa en los labios de Azumi – Tu padre no te supo hacer lo suficientemente cruel como para vencer a Kyo, si yo hubiera estado contigo... Kusanagi ya estaría muerto – sus ojos rojos brillan con maldad y Iori da un paso hacia atrás. Con la sonrisa tranquila no parecía peligroso, pero ahora que lo ve, con esa mirada fría, esa sonrisa de superioridad... le parece que si Azumi quisiera podría matarlo con solo pensarlo.

- Azumi, basta ya – gruñe Kyo plantándole cara, lo que sorprende al pelirrojo. ¿Cómo puede Kyo gritarle a Azumi viéndolo con ese aspecto tan cruel? No es que él se sienta asustado, pero no quiere provocar una pelea sintiendo la fuerza de Azumi.

- Perdón – el demonio primero se sorprende un poco ante la brusquedad de Kyo pero luego sus ojos vuelven a mostrarse tranquilos, su sonrisa vuelve a ser agradable y suave.

- Bien – dice Kyo secamente, la verdad es que no le importa mucho como se ponga Azumi, dentro de él sabe que el demonio no le va a hacer daño. – Ahora... ¿cómo es que mi padre nunca me hablo de ti?

- Oh, pero si te hablo de mi. Cuando estaba con tu padre me hacía llamar Nagashima Kyo – sonríe el demonio hacia Kyo – y cuando estaba con Koji me hice llamar Nagashima Iori

- ¿Nagashima? – Kyo se queda parado, ese nombre... Es el tipo del que le habló su padre, el que murió salvándolo a él y a su madre.

- Eres el de la tumba – murmura Yagami recordando también el nombre que le dijo su madre. El que provocó que tuviera que ir al cementerio, que se encontrara con Kyo allí y que lucharan.

- Nuestros nombres... usaste nuestros nombres – Kyo se queda pensativo mientras habla recordando que el demonio ha dicho que se hizo llamar Kyo y Iori.

- No te confundas, vuestros padres os pusieron los nombres que yo usé – sonríe el demonio tranquilo. Su cuerpo parece completamente relajado, incluso sus alas se mueven levemente cuando la brisa las acaricia.

- Entonces... nuestros padres debían apreciarte mucho – Kyo sonríe tranquilo también. Azumi le ha mostrado en muchos sueños que se comportaba de forma algo cruel pero también sumisa ante los Kusanagi y los Yagami. Está seguro que con sus padres se comportó de forma distinta, más amable o amistosa, tal vez.

Nota como Azumi aparta la mirada de él, bajándola muy levemente, como si el demonio se sintiera mal por algo que él ha dicho.

Que extraño es Azumi. De aquí a aquí es el ser más amable y luego... se vuelve el más cruel. ¿Cuál es su verdadero carácter?

- Mi padre me dijo que habías muerto para salvar a mi madre – comenta Kyo para ver como reacciona Azumi ante eso.

- ¿Un demonio salva a un humano? – la voz de Iori se oye fría con un ligero tono burlón, pero lo suficientemente claro como para que el demonio lo note. La verdad es que no acaba de entender porque un ser como Azumi pierde el tiempo salvando humanos ¿qué tanto podrían importarle?.

- Soy así de bueno – la sonrisa sarcástica en los labios del demonio, sus colmillos largos mostrándose, afilados mientras levanta levemente sus hombros, aclarando que eso, para él, no tiene importancia – Lo cierto es que eso dolió mucho y mi cuerpo no estaba preparado para tal impacto – Azumi levanta lentamente una mano, la palma hacia arriba y chasquea sus largos dedos.

El desierto desaparece ante la mirada de los dos jóvenes. Ahora se encuentran en una oscura calle. Hay un edificio demolido allí y entre los escombros dos jóvenes se pelean. Usan llamas anaranjadas y púrpuras. ¡Son sus padres!

Kyo y Iori están al otro lado de la calle, viendo el combate. Azumi no está con ellos e intentan recorrer rápidamente el lugar con la mirada para encontrarle, no puede estar muy lejos.

Ven como una mujer joven corre hacia ellos y se detiene justo a su lado, pero no parece verlos, su mirada está fija en los dos luchadores, Saisyu y Koji. La joven mantiene sus manos juntas encima de su pecho, como si estuviera rezando, aferrándolas fuertemente la una contra la otra.

- ¡Shizu-san! – otra figura aparece corriendo por donde ha aparecido la joven, se detiene al llegar a su lado. Kyo los mira a ambos. Esa muchacha... es su madre. Aun estando en esta situación puede darse cuenta de lo hermosa y delicada que era su madre de joven. – Por favor, Shizu-san, vuelva donde Sakura – el joven que ha llegado después de Shizu coloca una de sus manos en el brazo de la mujer, pero sin hacer fuerza, solo suavemente, como si fuera solo un roce.

Kyo lo mira. Su cabello es largo y negro, recogido en una cola alta menos dos mechones de color blanco que caen a los lados de su rostro. Sus ojos son de un azul profundo y su mirada parece preocupada mientras observa a la joven para luego voltearse ligeramente para ver la pelea de llamas púrpura y anaranjadas que hay al otro lado de la calle.

- No Nagashima-san, tenemos que detenerlos – Shizu no aparta su mirada de la cruel lucha mientras Kyo y Iori, al oír el nombre del joven, lo observan. Es Azumi. Iori intenta decirle algo al demonio, preguntarle qué está pasando, pero Kyo niega con la cabeza.

- No te esfuerces, no pueden oírte ni verte – murmura el joven Kusanagi. Sabe que Iori esta muy confuso, igual como estaba él en el primer sueño, pero también sabe que no merece la pena intentar que los oigan porque nadie va a responder.

- Usted puede detenerlos – Shizu voltea para mirar a Azumi a los ojos – Si usted le pide a mi esposo que se detenga, él lo hará, y Yagami-san también – los dos jóvenes pueden ver como Azumi parece estar desconcertado ante las palabras de la madre de Kyo – Estoy segura que Yagami-san siente lo mismo que mi marido por usted – Shizu baja la vista, pero Kyo puede ver como su madre tiene los ojos algo húmedos, no entiende que quiere decir su madre con eso – Los dos lo quieren... lo... ¡lo aman! ¡Deténgalos! – Azumi aparta la mano que aun mantenía en el brazo de la joven Shizu mientras su rostro se ve sorprendido, al igual que los de Kyo y Yagami. Ninguno de los dos puede creerse que sus respectivos padres estuviesen... enamorados de Azumi, que lo... amasen.

- Yo no... – empieza a decir Azumi, su rostro se muestra confuso – No pienso detenerlos. Que se maten. No me importa – su rostro se vuelve serio, sus ojos azules brillan con cierta maldad al decir estas palabras. Kyo y Iori se molestan, este demonio resulta tan insoportable a veces.

- Miente muy mal Nagashima-san – sonríe Shizu tranquilamente por unos segundos. Azumi frunce su ceño mostrando cierta molestia, pero luego de unos segundos sonríe apaciblemente hacia Shizu.

- ¿En serio? Pues es la primera persona que me descubre en una mentira – la sonrisa agradable a la vista y las palabras suaves, pareciendo sinceras, sus maneras gentiles apareciendo de nuevo – Pero aun así no puedo detener... – calla, su voz apagada por un fuerte grito. El grito de Saisyu, Koji está justo encima de él, las manos llenas de llamas púrpuras, a punto de hacer arder a su rival.

- ¡Saisyu! – Shizu corre hacia su marido, pasando por la calle sin mirar, sin preocuparse de hacerlo.

Los dos jóvenes pueden ver como un coche gira a toda velocidad desde un cruce y se dirige directamente hacia Shizu.

- ¡Madre! – grita Kyo, desesperado. Sabe que es una imagen recreada por Azumi, que esto hace tiempo que paso y que su madre sigue con vida, pero no puede evitarlo. De pronto ve como Azumi desaparece del lugar y reaparece justo al lado de su madre, rodeándola con sus brazos, protegiéndola con su cuerpo.

De pronto las imágenes que ven los dos jóvenes van mucho más lentas, como si Azumi quisiera mostrarles bien lo que pasó ese día.

Kyo y Iori pueden ver como el coche golpea la espalda de Azumi, pueden ver el dolor en el rostro del demonio, y como este abraza aun con más fuerza a Shizu, protegiéndola aun más de cualquier golpe.

La sangre sale de los labios de Azumi, abundante. El choque hace que el demonio y Shizu rueden por encima del capó. Pueden ver el fuerte golpe que se da Azumi en la cabeza pero aun así sus brazos no se apartan del cuerpo de Shizu. Sangre sale de su frente, de sus labios. Está a punto de morir.

La imagen queda casi totalmente parada, Kyo y Iori pueden ver una extraña luz envolviendo el cuerpo de Azumi, los labios sangrantes del demonio se mueven susurrando palabras que no logran entender, ven su rostro, sufriendo. Lentamente ven como esa luz desaparece del cuerpo de Azumi y crea una esfera luminosa que parece entrar en Shizu.

De nuevo las imágenes avanzan a ritmo normal. Lo que han visto pasó en menos de un segundo. Los dos jóvenes ya saben que el cuerpo de Azumi está muerto.

- Azumi... – murmura el joven Kusanagi sin poder creer lo que acaba de ver. Realmente el demonio salvó a su madre de morir y lo hizo muy bien.

Mientras tanto Iori observa el comportamiento de su padre y el de Saisyu. Los dos han detenido la lucha mientras observan asombrados la escena para luego correr hacia donde están Azumi y Shizu.

El pelirrojo también se acerca a ellos, Kyo lo sigue sin entender porque Yagami quiere ir a ver esa desagradable escena. Ven como Shizu se levanta con solo leves rasguños en su cuerpo mientras dice que va a buscar una ambulancia. Se ve muy nerviosa.

El cuerpo de Azumi está tendido en el suelo, sus labios entreabiertos con un hilo de sangre en ellos. En su frente también hay sangre. La herida que ha provocado su muerte también sangra, está en su nuca, y pronto se forma un charco rojizo bajo el cuerpo de Azumi.

Todo desaparece, primero los cuerpos, luego los edificios y finalmente el paisaje de la ciudad. De nuevo se encuentran en ese desierto de rocas. Azumi está en pie frente a ellos. Es como si no se hubieran movido del lugar.

La brisa suave se ha convertido en viento. Viento que sacude los largos cabellos de Azumi casi salvajemente, empujándolos hacia delante, haciendo que su rostro quede parcialmente cubierto. Las finas hebras dejándose llevar como si cada una tuviese vida propia y quisieran ir hasta Iori y Kyo. Las alas también se mueven, el final de ellas sigue también el compás del viento. Sus ojos rojos dejándose mostrar o cubriéndose totalmente dependiendo de los movimientos de su largo cabello, reflejando una luz brillante en ellos.

Kyo observa al demonio, su cabello también sacudiéndose pero hacia atrás, algunos mechones rebeldes se mantienen en su rostro, moviéndose de un lado a otro. Su mirada fija en el hermoso espectáculo que es ver a Azumi envuelto en un manto negro y rojo de cabellos.

Iori también mira al demonio, pero si mirada pasa al joven Kusanagi. Kyo parece muy tranquilo aun habiendo visto esa escena, sabe bien que sus músculos están relajados. Hay una suave sonrisa en su rostro, hermoso. Es agradable observar a Kyo de esta manera sin pensar en que debe matarlo.

Se fija en las ropas del joven, estas han cambiado, al igual que las suyas.

Kyo ahora lleva una camisa completamente blanca de cuello largo, las mangas también son largas, cubriendo casi por completo sus manos, solo dejando ver parcialmente los finos dedos del joven. Es holgada y se sacude levemente por el viento y acabando justo por debajo de las caderas del joven. Los pantalones son negros y lisos, como los de un traje, le quedan justo a la medida, hechos expresamente para él. Se ve muy elegante así, como un joven heredero despreocupado.

El también viste la misma ropa, la camisa blanca y los pantalones negros pero no cree que quede ni la mitad de bien que Kyo.

Aunque eso no es lo que piensa el joven Kusanagi. No mira directamente al pelirrojo, no se atreve. Pero puede ver bien lo elegante que se ve.

La camisa deja ver bien sus anchos hombros. Es algo más estrecha que la suya en la parte de las mangas y eso hace que los músculos queden marcados bajo la suave tela.

El pelirrojo lleva la camisa por dentro de los pantalones y Kyo puede ver bien cuan largas son sus piernas y lo bien que se ven cubiertas por la suave tela negra. Una mano de Iori descansa en uno de los bolsillos delanteros, su cuerpo apoyado en una de sus piernas mientras la otra esta un poco flexionada. Una postura elegante que hace que Yagami aun se vea mejor. Kyo gira un poco más su rostro para ver mejor al pelirrojo, los rojos cabellos sacudiéndose y dejando que el joven Kusanagi pueda ver esos ojos dorados mirándole.

Kyo baja la mirada ante la de Yagami, le ha parecido como si el pelirrojo le estuviera leyendo los pensamientos, se siente algo turbado. Iori solo sonríe al ver el gesto que hace el joven Kusanagi y posa su mirada en Azumi.

- ¿Qué es este lugar? – pregunta el pelirrojo, rompiendo al fin con el silencio que se había posado sobre ellos.

- Es... vuestro futuro – Azumi lo está mirando directamente, pero no ha movido los labios, esa voz tampoco era la suya. Esa voz viene de su espalda. Kyo y Iori voltean al tiempo para ver quien está detrás de ellos.

Es un hombre de unos treinta años quizás. Va vestido como ellos pero llevando también una americana negra. Sus cabellos exteriores son negros mientras que los interiores se ven blancos... extraño. Estos son largos hasta poco más de sus hombros y caen lisos por ellos. El viendo se ha calmado por completo. Sus ojos también tienen dos colores, uno de ellos de un color gris claro y el otro verde, un verde tan intenso como los ojos de Alex.

Antes que Yagami pueda preguntar nada el hombre empieza a hablar.

- Watashi wa Namae desu, douzo yoroshiku {Mi nombre es Namae, encantado de conocerles}– su voz es suave aunque su tono es grave, mientras se inclina levemente a modo de saludo respetuoso.

Iori entrecierra sus ojos, ese es Namae... ¿Eso quiere decir que es hora de luchar?
- Tranquilo, Yagami-san - sonríe Namae algo cruelmente viendo claramente como el pelirrojo tensa sus músculos -. Aun no es el momento. Azumi me ha llamado para que me presente. - Una risa cruel mientras habla, no la puede evitar.

- Así es, sólo quería que Namae os contara su... versión. - Azumi avanza unos pasos quedando entre los dos jóvenes. El demonio se aparta unos mechones que han quedado en su rostro. Sus largas uñas mostrándose mientas con ellas lleva los mechones tras su oreja. Kyo se fija en ella, no había notado que tenía las orejas algo puntiagudas; dos pendientes en ella, uno arriba y el otro abajo, unidos por una fina cadena de plata.

- Así lo haré, Azumi-sama - el tono es claramente burlón para los dos jóvenes, pero Azumi no parece darse por aludido.

- Vigila tus palabras, Namae - el demonio levanta una mano, poniéndola de lado. Y aunque sus palabras son una amenaza su tono sigue tranquilo -. O tendré que... ¡matarte! - un grito y en su mano aparece una larga guadaña que hubiese cortado el cuello de Namae de no ser porque éste ha podido evitarlo dando un pequeño y elegante salto hacia atrás, sin costarle demasiado esfuerzo.

- Traidor naciste y traidor morirás, ¿ne? - sigue burlándose Namae, mientras Azumi se apoya levemente en la guadaña, su mano acariciando la madera oscura mientras el filo está por encima de él. Hay marcas de sangre seca cubriéndola. Kyo y Iori observan ese largo filo. Azumi tiene un rostro neutro, no hay sonrisa agradable, ni molestia. Visto así, Azumi parece la propia muerte.

- Dale tu versión - es una clara orden que sale de los labios de Azumi mostrando sus colmillos mientras habla.

- Mi versión es simple, Kusanagi y Yagami – Namae muestra una sonrisa burlona, una mirada cruel. - Dime, Kusanagi, sé que Azumi te ha mostrado parte del pasado - su mirada se posa en Kyo quien no puede evitar tensar sus músculos. - ¿Acaso no me recuerdas? - Kyo parpadea, ¿él lo ha visto en sueños? Quizás... pero no está seguro. - Hace siglos yo vivía en las tierras de Azumi con mi mujer y mi hijo - empieza a contar -. En ese entonces yo era joven y, ¿por qué no decirlo?, atractivo. Azumi me vio y le gusté, y claro, todo lo que a Azumi le gusta, Azumi lo posee. – sentencia como si eso fuera lo más evidente del mundo - Me llevó a su castillo, alejándome de mi familia. - Su rostro muestra un claro odio. - Admito que en un principio se mostró muy gentil conmigo...

- Al menos lo admites - sería una burla de no ser por la falta de entonación en las palabras de Azumi.

- Claro - el odio que siente Namae por el demonio parece incrementarse -. Pero al cabo de unos años Azumi empezó a cansarse de mí. Me encerró en un calabozo, encadenado allí. Mi mujer fue su siguiente entretenimiento. Azumi bajaba a verme a veces para... contarme lo bien que se lo había pasado con ella. - La mirada de Namae se aparta de Azumi, sus ojos entrecerrados sintiendo asco del demonio.

- Azumi... ¿cómo pudiste? - Kyo no entiende bien cómo Azumi puede mantenerse tan tranquilo mientras Namae les está dando auténticos motivos para odiarlo.

- ¿Qué quieres que diga? – los rojos ojos de Azumi se posan en los castaños de Kyo - ¿Qué lo siento? Olvídalo - su mirada seria, Kyo tenía que haberse imaginado algo así, le ha mostrado como era él en el pasado, ¿por qué no entiende, entonces, que es normal que él tratara así a sus... sirvientes?.

- Hace mucho tiempo que dejé de esperar una disculpa por tu parte – gruñe Namae, de nuevo mirando a Azumi, el demonio le soporta la mirada, sin parecer prestarle atención.

- Oh, ¿a caso si me disculpo me dejarás en paz? – de nuevo Azumi sonríe, burlonamente – Entonces... disculpa por todo lo que te hice – agacha ligeramente la cabeza sin dejar de mostrar burla ante Namae, extendiendo los brazos, sujetando aun la guadaña, haciendo más parsimoniosa la inclinación para levantarse y reír suavemente.

- Al cabo de un tiempo de poseer a mi esposa Azumi encontró otro entretenimiento... – continua Namae, sin hacer caso a los gestos y palabras de Azumi, tendrá tiempo más adelante para matarlo. Ve como el demonio cierra sus ojos y apoya ligeramente su rostro en la madera de la guadaña – Empezó a herirme. Lo peor fue que esas heridas tenían un hechizo que hacia que yo no pudiera morir por ellas. Cualquier tipo de herida que él me inflingiera no me mataría, pero eso no me liberaba del constante dolor que sentía mi cuerpo. El me dijo que solo si otra persona me atacaba, matándome o no, mis heridas desaparecerían completamente. – Namae se detiene un momento, posando su mano sobre su brazo, sus ojos bicolor mirando hacia allí, tristes – Me rasgó el brazo, hasta que pudo ver el hueso. Me cortó la lengua para que no hablara... Incluso me abrió la cabeza – su mano se eleva, esta vez para posarse entre sus cabellos – Y también me hizo esto – baja la mano hasta su mejilla para apartar los mechones que la cubren y hace lo mismo con la otra. Los jóvenes pueden ver dos largas cicatrices que empiezan en el final de la comisura de sus labios y terminan en sus orejas.

- Dios... – murmura Kyo, recuerda las heridas que está describiendo Namae – Tu eres... – el hombre levanta una mano para hacerlo callar.

- Déjame terminar, tu compañero también tiene derecho a saber toda la historia – Kyo baja su rostro mientras Namae deja caer de nuevo su cabello para poder cubrirse las cicatrices que tanto odia – Azumi me soltó, pero poniéndose un hechizo de protección que me impedía atacarle, y otro alrededor del castillo para que yo no pudiera huir.

"Al cabo de un tiempo vino a mi y me dijo que ya se había cansado de mi mujer y que le gustaba mi hijo. Dijo que jugaría con él, que mi hijo era demasiado bueno y él quería convertirlo en un ser malvado.

" 'Puedes estar contento' me dijo 'tu hijo va a matarte'. Intenté decirle que no se atreviera a tocarle, que yo se lo impediría, pero todo fue inútil, yo no podía hablar ni atacarle por mucho que lo quisiera – Namae cierra sus puños, haciendo fuerza con ellos por el recuerdo de la frustración – Azumi llevó a mi hijo al castillo. Él, mi propio hijo, no me reconoció. Yo le daba miedo y... lo entiendo. Intentaba acercarme a él pero él huía con su mirada llena de terror. Eso me dolía más que mis propias heridas – su mirada se posa en Kyo y luego en Iori, sabe bien que el joven Kusanagi ya lo ha reconocido – Pero... tuve suerte, Azumi estaba muy ocupado con sus asuntos y con mi hijo y no se dio cuenta que yo leía sus libros, aprendiendo lentamente a usar su magia. Pero sabía bien que aunque supiera todos sus hechizos, no tendría nada que hacer contra Azumi... Así que, cuando mi hijo me mató, tuve el tiempo justo de decir un hechizo y hacer que un ser más poderoso que Azumi entrara en mi cuerpo. – Sonríe, satisfecho, dando así su relato por terminado.

- Entonces... es verdad – murmura Kyo medio sorprendido – Tu eres... el padre de Raike... de Orochi – Iori frunce su ceño al oír lo que Kyo acaba de decir. ¿Orochi era un chico normal? ¿Y quien tiene delante es su padre?, no es que se parezcan mucho, solo ligeros rasgos. Es extraño.

- ¿No vas a decir nada Azumi? – le recrimina Namae, mirando fijamente al demonio. Este abre ligeramente sus ojos, su mirada parece algo perdida, como si no entendiera.

- ¿Cómo? – pregunta Azumi – Oh, perdona, me dormí. Eres tan soporífero hablando como en la cama – Azumi sonríe tranquilamente, no puede evitar que se note cierto tono burlón en sus palabras. Evidentemente que no se ha dormido, pero no le interesa nada de lo que Namae diga o deje de decir.

- ¡Maldito! – grita Namae furioso ante el comportamiento de Azumi.

- Y bien... ¿de que lado estáis? – pregunta Azumi ignorando a Namae y sus palabras. Mira primero a Kyo, el joven se niega a devolverle la mirada, Azumi es un bastardo, ¿cómo pudo hacer semejante barbaridad? Y sin motivo.

Azumi ve que Kyo no parece estar aun muy convencido de a qué lado debe ponerse, así que voltea para mirar a Yagami mientras espera que Kyo se decida.

- Estoy de tu lado – dice el pelirrojo fríamente, puede ver como Kyo lo mira, cuestionándole por su rápida decisión – No me importa lo que hizo Azumi antes. Además... hay dos cosas ciertas y claras. La primera es que Azumi está dentro de ti, así que para que él muera tienes que morir tu – Yagami puede ver como Kyo quiere reprocharle, casi seguro quiere decirle que no le importa morir si se lleva con él a Azumi. Pero antes que Kyo diga nada Iori lo corta. – La segunda es que... Azumi ha cambiado considerablemente. ¿O no lo ves? Salvó a tu madre, a ti, y estoy seguro que él creía que realmente iba a morir al salvaros – mira un momento a Azumi, el demonio tiene la cabeza gacha, los negros y rojos cabellos no le dejan ver sus ojos, cosa que hace que Iori confirme su teoría. – Quizás él no está dentro de mi pero... estoy seguro que no quiere hacernos daño, a ninguno de los dos.

- Yagami... ¡Estoy ciego! – le grita Kyo, molesto – Quizá ahora pueda verte, pero cuando despertemos... – calla, la molestia demasiado intensa como para seguir hablando, Yagami ya sabe lo que Kyo quiere decir, cuando vuelvan a la realidad... Kyo volverá a estar ciego. Podría refutarle eso, pero de momento... mejor dejarlo.

- Que cruel soy, ¿ne, pequeño? – Azumi mantiene la cabeza baja, cosa que hace que Kyo solo pueda ver la extraña sonrisa en los labios del demonio.

- Namae – la voz del pelirrojo – Antes has dicho que esto era nuestro futuro – dice refiriéndose al desierto que los envuelve - ¿Cuál futuro? ¿El futuro donde Azumi vence... o donde vences tu? – Iori puede ver la ligerísima sorpresa en los ojos de Namae, quizás no esperaba que Iori se fijara en eso.

- Ambos – sonríe al fin Namae – Si yo venzo, el ser que me ha dado tanto poder eliminará a los humanos de la tierra – Iori entrecierra los ojos, la verdad... esperaba algo así – Y, realmente, Azumi solo podría vencerme si tuviera a los cuatro poseedores del Juicio Final, y aun así... dudo mucho que lograra ganar. Pero... si se da el caso de que ganara, el Juicio Final le pediría a Azumi que juzgara a los humanos. Si Azumi dijera que los humanos quedan absueltos todos viviríais. En cambio, si dice que son culpables, los humanos serán destruidos. – por un momento Kyo levanta su rostro para mirar a Namae, quizás las cosas no están perdidas – Y, evidentemente, Azumi escogerá la segunda opción, ¿ne? – Namae mira a Azumi, este sigue aun con los cabellos cubriéndole el rostro, pero puede ver su sonrisa.

- Claro – es lo único que dice el demonio, aun sonriendo, mostrando uno de sus colmillos.

- Bien, ya lo sabéis todo – Namae se inclina levemente – Escoged vuestro bando con sumo cuidado – Namae desaparece lentamente y el viento vuelve a soplar.

- Morir o morir – susurra Kyo, una sonrisa triste en sus labios. Hagan lo que hagan... van a morir. Sabe que Azumi es muy capaz de decirle a ese Juicio Final, sea lo que sea, que elimine a los humanos. Y que Namae los matará a todos. Pero... ¿no sería mejor ponerse del lado de Namae? ¿No es el lado... 'correcto'?

- Azumi, si logramos reunir esas cuatro partes... ¿podríamos vencer? – la voz de Yagami, algo dura. Su mirada está aun fija en donde estaba antes Namae.

- Tal vez – susurra el demonio, su voz suena apagada.

Kyo mira a Iori, recriminándole por querer ayudar a Azumi sin que parezca que se lo haya pensado ni un segundo. El pelirrojo solo se pone frente a Azumi, mirando por un momento a Kyo, para posar luego su mano en la barbilla del demonio, haciéndole levantar la mirada.

Kyo abre sus ojos con sorpresa, los ojos de Azumi están llenos de lágrimas. Lágrimas que no han podido ver por tener el demonio el rostro bajo. La guadaña que aun sujetaba resbala entre sus dedos y cae al suelo con un golpe seco, levantando algo de la rojiza tierra.

- Azumi – Kyo levanta una mano, rozando levemente con sus dedos el brazo de Azumi. No esperaba ver esto, y menos en la figura imponente de Azumi, en su verdadero cuerpo.

Azumi voltea su rostro hacia Kyo, y este puede ver los ojos rojos de Azumi y las lágrimas cayendo de ellos, pasando por sus mejillas. El demonio le sonríe y Kyo siente una punzada en su corazón, Azumi sonriéndole mientras las lagrimas caen y él se siente como un traidor.

- Estoy de... tu lado – susurra Kyo y puede notar como los largos brazos de Azumi lo rodean por la cintura, sujetándolo con fuerza pero sin hacerle daño. Kyo puede sentir los largos y finos dedos de Azumi, sus uñas afiladas clavándose levemente en su piel. Puede ver las alas del demonio desplegarse, larguísimas, para luego ver como se cierran envolviéndolo también con ellas, como si de un ligero manto negro se tratara. El rostro del demonio se esconde entre los cabellos de Kyo, y el joven puede sentir el suave aroma que desprende. Puede sentir la mejilla del demonio rozando la suya, muy cerca. No puede evitar pasar su brazo alrededor de la cintura de Azumi también, puede sentir como su mano roza una de las alas del demonio, se siente suave como terciopelo. Su otra mano se posa entre los largos cabellos, acariciando lentamente, intentando darle algo de confort al demonio.

Iori ve la escena, no le agrada mucho la situación, pero sabe bien que si Kyo no lo hubiera abrazado primero habría sido él. No sabe si es por algún truco del demonio o simplemente por que despierta compasión o comprensión por su extraño y cambiante carácter. Prefiere confiar en él, no le gusta Namae.

- Yo... no puedo absolveros – la voz de Azumi se deja oír, muy triste. El demonio no se aparta de Kyo. – He pasado miles de años juzgando a los humanos y no he encontrado ninguno que merezca ser absuelto. Mientras no encuentre a ninguno... por mucho que quiera... no puedo absolveros – su voz es muy apagada, Kyo la puede oír claramente, como un susurro en su oído. Iori también puede oírla, pero esforzándose.

- Si encontraras a un humano al que pudieras absolver... ¿nos salvarías? ¿dirías a ese Juicio que nos perdonara? – la voz de Yagami, fría y algo distante mientras sigue mirando a Azumi y a Kyo abrazados.

Kyo puede notar como Azumi empieza a separarse de él.

- Tal vez – Azumi acaba separándose, Kyo puede ver como las lagrimas han desaparecido y ahora el demonio solo muestra una sonrisa burlona. – pero tampoco creas que muero de ganas por absolveros – Iori entrecierra los ojos al oír el cruel comentario y notar como parece como si Azumi no hiciera unos segundos hubiera estado llorando. El cuerpo del demonio se separa completamente del de Kyo. Sus alas abiertas, batientes.

- Mientes muy mal – Azumi se gira a ver a Kyo al oír su comentario. Puede ver al joven sonriéndole tranquilo.

- Aunque mienta... es muy difícil encontrar un humano al que merezca la pena absolver – la sonrisa sigue en su rostro aun con Kyo habiéndolo descubierto. – Pero estate tranquilo pequeño... – sus largos dedos se posan en la barbilla de Kyo, acariciando levemente. - ... Aunque no encuentre a un humano así... No permitiré que muráis, si vencemos... No voy a dejar que os maten – su rostro se vuelve serio, como si lo que acabara de decir fuera un juramento y estuviera dispuesto a cualquier cosa por impedir su muerte.

- ¿Cómo? – es la pregunta del pelirrojo, si tienen alguna otra opción... tienen que saber cual es.

- Eso... os lo contaré otro día – la sonrisa tranquila vuelve a estar en los labios de Azumi mientras mira al pelirrojo – Ahora... es hora de despertar

Iori abre los ojos lentamente. En un principio le cuesta reconocer la imagen cerca de él. Cierra los ojos de nuevo para volver a abrirlos, intentando acostumbrarse a la tenue luz de la habitación.

Ve a Kyo, su rostro justo frente al suyo, muy cerca del suyo. Se fija en que los dos están tumbados en su cama, el brazo del Kusanagi está rodeándole la cintura, descansando allí, relajado. El joven tiene los ojos cerrados y Iori pone una mano en su mejilla, rozándola casi. Parece que Kyo aun está dormido, y seguramente no despierta porque Azumi está hablando con él.

*****************

Iori ha desaparecido. Solo estamos Azumi y yo. Me siento mal por haber dudado de él, por haber creído que mejor era ayudar a Namae.

Sonrío.

Mi madre tenía razón. Cuando Azumi habla cruelmente miente, ahora lo sé. Sé que Azumi, como ha dicho antes Iori, ha cambiado. Por el momento el demonio no ha matado a nadie, y, si bien me ha dejado ciego, me ayuda, me guía, está conmigo.

Me gustaría saber... si Azumi fue como Raike, si, al menos, fue un niño durante algún tiempo. Si tubo un padre y una madre.

- Yo no nací, pequeño, - me dice sonriéndome dulcemente, parece como si me reprochara suavemente por haber pensado algo así – me crearon

- ¿Quiénes? – pregunto, siento curiosidad por eso. – Tus creadores... podrías llamarles padres – murmuro al final, al fin y al cabo, si alguien crea una vida por magia... Esa vida puede considerarse... su hijo, ¿no?

- Quizás podría llamarles así – Azumi coloca uno de sus largos dedos en su barbilla, mientras, por unos instantes parece meditar lo que le he dicho. – Pero mis 'padres', como tu quieres que les llame, murieron al poco tiempo de crearme – mi curiosidad crece ¿quién pudo ser capaz de crear un ser como Azumi? Y murieron al poco de crearlo... quizás es por eso porque era tan cruel... no sé. Y el parece que no me va a responder.

- Ah, da igual, pequeño – me dice Azumi, apartando su mano de la barbilla para mantenerla ligeramente alzada y moverla como si realmente no importara quien lo creó. Que no importara su pasado. - Antes que despiertes quiero que me escuches atentamente – su rostro se vuelve serio mientras se acerca a mi y deja sus manos en mis hombros, sin hacer fuerza, solo posándolas allí. Sus ojos rojos me miran fijamente, realmente parece que tengo que escucharle, que es importante lo que me quiere decir – Ya has oído que hay cuatro partes que forman el Juicio Final. Y... dos de ellas han despertado, Kaiji y Hiroshi. Faltan dos más – que extraño se ve Azumi hablando tan seriamente – Tienes que encontrar esas dos partes, o, al menos, no dejar que Namae las tenga – calla un momento dejándome pensar en lo que me ha dicho.

- Pero... Hiroshi... Namae lo tiene – murmuro bajando mi mirada, apartándola de los ojos de Azumi. Recuerdo la explicación de Syo, de cómo Orochi se llevó a Hiroshi sin que ellos pudieran hacer nada para impedirlo. Ahora que sé quien es Namae no me extraña que Orochi haya traicionado a Azumi, al fin y al cabo Namae es su padre. Pero... aun así... Orochi quiere a Azumi, estoy seguro, supongo que el demonio debió herirle, traicionarle demasiado como para que Orochi lo pueda perdonar, no sé.

- ¿Y? – veo como Azumi arquea sus cejas, el dibujo de su frente moviéndose al hacerlo – Hazlo volver a tu lado. No me importa como... solo hazlo – Que fácil parece dicho así, pero ni tan solo sé donde está Hiroshi – No hace falta que lo busques, él vendrá a ti

- ¿Vendrá? – pregunto algo incrédulo. Si Hiroshi viene a mi... ¿será porque logrará huir de Namae?

- Sí, vendrá – Azumi finalmente aparta sus manos de mis hombros y me sonríe de nuevo. Una sonrisa de las más hermosas que me ha mostrado.

Oigo un fuerte ruido, como un silbido. Me giro hacia donde se oye, es el viento. Parece que una fuerte ráfaga viene directamente hacia nosotros, elevando la arena roja del desierto. Se nos acerca rápidamente.

Veo como Azumi mira también hacia el viento, se ve tranquilo, pero no sonríe.

El viento llega hasta nosotros y tengo que poner una mano en mis ojos, para cubrirlos mientras los mantengo entrecerrados, intentando ver a Azumi.

Él solo cierra los suyos mientras el viento alcanza su cuerpo, dándole de frente, elevando sus cabellos hacia atrás al igual que sus alas.

Y... solo por un segundo, veo como el aspecto de Azumi cambia. Los largos cabellos negros se vuelven de un pálido dorado. En sus labios no hay ningún colmillo que sobresalga y la marca que tiene en su frente cambia de color, ahora las líneas son azules y blancas.

Sus alas... aparecen plumas en ellas. Plumas de un blanco intenso, reluciente. Veo como abre los ojos, mirándome, su color también ha cambiado, son azules, un azul muy claro.

La imagen desaparece junto con el viento, ha durado menos de un segundo, pero lo he visto tan claramente como si la hubiera estado viendo durante horas.

De nuevo Azumi es un demonio y no un...

- Tenshi {Ángel} – oigo la palabra como escapa de mis labios en un susurro, y es que aun puedo ver la imagen en mi mente, tan distinta a como veo ahora a Azumi... Aunque había algo... Algo raro en esa imagen. Algo que no estaba bien allí, que no encajaba. Sí, ya sé, eran sus ojos. No reflejaban nada, ni odio, ni sorpresa, ni alegría... Su mirada era tan neutra. Su rostro igual. Era como si esa imagen careciera de personalidad. Era solo... una estatua de marfil que podía moverse. Sin alma.

- ¿Qué dices? – Azumi me sonríe. Parece divertido por lo que he dicho. Sus ojos reflejan vida, reflejan su personalidad. Aunque yo aun no llegue a saber bien como es realmente él en su carácter. Ya no parece una estatua. Es un demonio con personalidad, un poco molesto y... muy hermoso.

- Nada – le respondo con una sonrisa y negando levemente con mi cabeza. Me siento bien aquí, así – Te ves mejor así – veo como Azumi abre un poco más sus ojos, una ligera sorpresa en su rostro.

- Gracias – de nuevo Azumi posa esa sonrisa tranquila en sus labios y la oscuridad me envuelve.

*****************

Iori ve como Kyo abre sus ojos de golpe. Pocos segundos antes el joven estaba sonriendo mientras dormía, parecía tranquilo, feliz.

- ¿Yagami? – pregunta Kyo algo desorientado mientes siente una cálida mano acariciando suavemente su mejilla.

- ¿Qué te ha dicho? – pregunta el pelirrojo después de dejar pasar unos segundos, disfrutando de mirar al joven Kusanagi, viéndolo desorientado. Que extraño parece, que distinto del Kyo al que él creía conocer. Ese Kyo tan seguro de si mismo, incluso arrogante. El Kyo al cual él perseguía, al que creía odiar.

Ahora lo ve y casi no podría reconocerlo. Se ve tan distinto, sabía bien que Kyo debía ser agradable con la gente, al fin y al cabo tiene muchos amigos, pero nunca habría pensado en lo bien que podría llegar a sentirse él estando al lado del joven Kusanagi.

Puede ver como Kyo se calma al oír su voz, como si el joven supiera que estando con él estuviera seguro. Que ironía, un Kusanagi se siente seguro estando en casa de un Yagami. Pero es cierto, lo está. Iori no piensa permitir que maten a Kyo solo porque un demonio esté dentro de él y un loco quiera matarle.

No le ha gustado Namae, sabe bien que ese hombre tiene motivos de sobra para querer matar a Azumi pero... sus ojos brillaban como si estuviera completamente loco. Quizás Azumi le hizo sentir más dolor del que Namae podía soportar cuando este era solamente era un humano, y se volvió loco por culpa de las heridas, del maltrato, de las burlas... Él a veces ha creído que se volvería loco por el dolor producido por el Riot, pero lo ha soportado y sigue soportándolo. No piensa permitir que el Riot lo afecte hasta tal punto, no, jamás. Ya le pasó una vez, cuando Orochi regresó, queriendo matar a los Yagami y Kusanagi, le desagradó todo lo que el dios le hizo hacer, atacar a sus compañeras... Mature y Vice. No, eso no volverá a suceder.

- Ha dicho que tenemos que encontrar las partes que faltan. Por lo visto hay cuatro partes, y Kaiji y Hiroshi son dos de ellas, faltan dos más – murmura el joven apagadamente, como si no tuviera ganas de hablar de esto.

Se alegra de que Yagami esté con él, a su lado, apoyándole. Nunca se hubiera imaginado algo así. Si alguien le hubiese dicho que estaría tumbado tranquilamente al lado de Iori no se lo habría creído, se hubiera reído en su cara. Y ahora... no quisiera estar en ningún otro lugar que no fuera en los brazos del pelirrojo. Se siente protegido de todo, sería capaz incluso de olvidarse de lo que le está pasando, de lo que le queda por hacer y solo mantenerse tumbado, tranquilo.

- ¿Kaiji? Ese está muerto, lo ha dicho tu ninja – murmura Yagami, sus palabras podrían sonar frías y distantes de no ser porque es solo un suave susurro.

- Ne... Kaiji está vivo... ¿Recuerdas a Akui? Él es Kaiji – una suave sonrisa en los labios del joven Kusanagi mientras levanta una mano, tentativa, para acariciar la mejilla de Yagami lentamente, solo las puntas de sus dedos rozándola – No sé como, no sé porque, pero ese chico es Kaiji – sigue sonriendo mientras sus dedos resiguen la mejilla de Iori. Este solo cierra los ojos un instante, relajándose y creyendo solamente lo que le dice Kyo, sin peros, no tiene porque cuestionarle. Seguro dice la verdad. Ya nada le parece extraño.

La mano desciende, lentamente, posando la punta de los dedos en los labios de Yagami, Kyo puede sentir la suave respiración del pelirrojo acariciar sus dedos.

- ¿Sabes? Prefiero los sueños a estar despierto... – susurra Kyo, sus ojos amarillos abiertos, Yagami puede notar como empiezan a humedecerse aunque el joven le esté sonriendo.

- Porque en los sueños puedes ver... – comenta Yagami, su voz un susurro apagado, sus ojos entrecerrados mirando a Kyo, creyendo comprender.

- Más que eso Yagami. Es porque en los sueños puedo... verte – Kyo aparta los dedos de los labios del pelirrojo. Este no dice nada, solo aparta la mirada del joven Kusanagi, observando las sabanas debajo de él, pero sin verlas. No esperaba oír algo así, no de Kyo al menos. – No me gusta esta oscuridad – Kyo posa una mano delante de su rostro, como si realmente la mirase – Odio saber que estás aquí. Odio que estés a mi lado – la mano se cierra, rápida y apretando con fuerza. Kyo puede sentir sus uñas clavarse en la piel. Yagami de nuevo lo mira, algo sorprendido por el comportamiento del joven, puede ver el dolor reflejado en esos ojos muertos – Lo odio... ¿¡Por qué justo ahora que estás a mi lado no puedo verte!? – es casi un grito desesperado que sale de los labios de Kyo - ¿Por qué ahora... que me ayudas? ¿por qué ahora que dices que vas a luchar junto a mi...? ¿por qué? – su voz un susurro débil, triste.

Kyo siente la mano de Yagami posarse en la que él mantenía cerrada.

- Porque si no fuera por esto, si no fuera porque estás ciego, yo no estaría aquí. Ninguno de los dos estaría aquí – que suave suena la voz de Yagami, y que crueles parecen sus palabras por dulce que suene la explicación. Pero es la verdad, ambos lo saben.

- ¡Kyo-sama! – unos golpes en la puerta, bastante contundentes, y la voz de Syo al otro lado. Iori se levanta, molesto por la interrupción, quería hablar más con el joven Kusanagi. Este se incorpora solamente, quedando sentado en la cama.

El pelirrojo abre la puerta para encontrarse con Syo en frente de él, parece algo nervioso. Tal vez Alex lo está golpeando demasiado fuerte... o tal vez es que él ha matado a Alex y lo viene a decir.

- Gomen nasai, Yagami-san – se disculpa el joven ninja levemente, solo por cortesía. Sus ojos buscan a Kyo en la semioscuridad de la habitación – Kyo-sama... el gaijin...

- ¿Qué le sucede Syo? – pregunta Kyo con una suave sonrisa, sus ojos amarillos abiertos. Supone que Alex ha agotado la paciencia de Syo - ¿te está molestando?

- Eh... No... Él está... – Syo intenta explicarse pero no sabe bien como decirlo – Está en una esquina de la habitación, con el cuchillo en la mano... Murmura cosas sin sentido y si me acercó me grita que me aleje – Kyo se levanta rápidamente al oír la explicación de su ninja y se dirige hacía él.

- Quedaos aquí – murmura el joven, sus ojos cubiertos por finos hilos castaños mientras coloca una mano en el marco de la puerta para guiarse mientras sigue la pared para dirigirse a la otra habitación.

Syo tiene que apartarse rápidamente para dejarlo pasar y ver como Kyo entra en la habitación con Alex, se ve muy preocupado. Su mirada se posa en Yagami, esperando que el pelirrojo le dé alguna explicación sobre lo que está pasando con el gaijin, pero este no dice nada, su mirada posada en la puerta por donde ha entrado Kyo.

- Alex – dice Kyo entrando en la habitación, intentando oír algo que le ayude a encontrar a su ninja, a su amiga.

- Alejaos – la voz de Alex, fría.

La joven está en pie, solo a unos metros de Kyo, mirándolo. En su mano el cuchillo, preparado para atacar.

- Alex, soy yo... Kyo – el joven Kusanagi da un paso hacia ella, corto y lento, para no asustarla. Su mano ligeramente alzada, para intentar que Alex la acepte y se calme.

- ¿Por qué no me dejáis en paz? – la joven se pone en posición de atacar, sus ojos verdes entrecerrados mirando a los lados, ignorando al joven Kusanagi.

La rubia da un salto con mucho impulso hacia delante, hacia Kyo, para quedar justo frente a él, pero se voltea, dándole la espalda. Kyo ha podido notarlo, y ha dado un ligero paso hacia atrás, creía que Alex lo iba a atacar.

- Alex, por favor, no hay nadie aquí – susurra Kyo, sabe que la joven está de espaldas a él y levanta sus manos, para posarlas en los hombros de su ninja.

Ella solo voltea rápida, quedando frente a frente con Kyo y saltando hacia él, empujándolo junto con ella. Golpean fuerte la puerta y esta se abre, cayendo los dos en el suelo.

- ¡Kyo-sama! – grita Syo al ver la situación, Alex parece estar atacando a Kyo sin ningún motivo aparente, no tendría que haber avisado a Kyo, no tendría que haber ido a por él cuado vio a Alex en ese estado.

Alex no mira a ninguno de los tres jóvenes que están con ella. Solo se levanta rápidamente y corre hacia el salón sin decir nada, deteniéndose allí, sus ojos verdes mirando a su alrededor. Su cuerpo en tensión.

Syo no deja de mirarla mientras se dirige hacia Kyo para ayudarle a levantarse, observando al joven por si Alex le ha hecho daño. No entiende porque la joven, sin venir al caso, se ha puesto así.

- Estás loco gaijin – murmura Iori encendiendo sus llamas púrpura en una de sus manos. Parece que Alex ha perdido completamente el control sobre si misma, ya no parece ni escucharlos ni oírlos.

- Yagami, ¡no! – grita Kyo, Syo a su lado, mirándolo, no entiende porque Kyo se pone de lado de Alex si ha sido ella quien lo ha atacado. - ¡Alex esto no es real!

- ¿¡Qué queréis de mi!? – grita la joven, furiosa. Su cuerpo está completamente tenso, su mano cerrándose con fuerza en el mango del cuchillo, preparándose para atacar.

- ¿¡Se puede saber que le pasa!? – Yagami esta empezando a cansarse de que Kyo tenga tantos miramientos con Alex. Mira al joven de reojo mientras las llamas aun siguen en su mano, no está dispuesto a dejarse atacar ni matar solo porque Kyo le diga que no le debe hacer daño a la rubia.

- Ella... nunca había actuado así... tan... amenazante – responde el joven Kusanagi... no, Alex siempre se mostraba desamparada cuando los recuerdos volvían a su mente, nunca fue tan agresiva como se está mostrando ahora. Solo atacaba alguna vez, pero eran golpes débiles y descontrolados y jamás había usado el cuchillo.

- ¡Malditos! – grita la joven, lanzando su cuchillo directamente hacia Kyo. Syo solo tiene tiempo de poner un brazo frente al joven para protegerlo. Siente como el cuchillo se clava en su piel, atravesándola. No puede evitar un leve gemido al sentirlo. La sangre empieza a caer.

- Estúpido – murmura el pelirrojo al ver lo que ha hecho Alex, está harto de la situación. Con un movimiento rápido coge ambas manos de la joven, manteniéndola frente a él, sujetándola.

- Alex... detente! ¡por lo que más quieras! – grita Kyo, no sabe ya como detener a la joven, parece que no los oye y sabe bien que Syo le ha salvado la vida, sabe que Alex le ha lanzado un cuchillo... si al menos la hubiera podido ver... no habría pasado nada de esto.

- ¡Suéltame! – grita la joven intentando zafarse del agarre de Iori, mirándole directamente a los ojos – Se acercan... – su mirada empieza a ir hacia los lados casi con desespero, como si realmente estuviera viendo algo allí, pero no hay nada... solo aire.

- Estás loco – gruñe el pelirrojo. Notando que Alex realmente hace mucha fuerza para liberarse. Sabe bien que debe estar haciéndose daño, él está haciendo mucha fuerza, incluso le clava las uñas para que no se mueva.

- Iori, ¡Soltarme! – gruñe la joven con acento francés, pronunciando mal a propósito. El pelirrojo no entiende nada, antes parecía como si ni tan solo los viera y ahora... Iori sabe que Alex lo reconoce, se lo está demostrando al hablarle así... pero... entonces ¿por qué parece que ha perdido la cordura? ¿por qué los ataca?

La joven logra soltar una mano de la de Iori, pero esta se detiene en el aire, el puño de Alex cerrado. Es como si alguien se la estuviera sujetando.

- ¡Suéltame! – grita la joven mirando hacia donde tiene su mano levantada - ¡Suéltame... Hiroshi!

- Mmmm Nop – Alex puede ver como Hiroshi le sonríe divertido mientras le sujeta el brazo con fuerza.

A su otro lado, mirando solamente, con los brazos cruzados, está Orochi.

Ellos la han despertado y atacado. Le han dicho claramente que solo ella los puede ver, solo ella los puede oír. Y lo ha comprobado. Sabe que Kyo cree que ella está sufriendo otro de sus ataques ¡pero no lo es!

Hiroshi la está acosando, diciéndole todo el rato que tiene que ir con Namae, con... Namae-sama.

- Estás loca – ríe el joven moreno, sus ojos negros divertidos por la situación. Lleva su traje de ninja, amplio y completamente negro, pero con su rostro descubierto. Sus ojos, la línea negra en ellos, y su cabello sigue revuelto como siempre.

- El único loco aquí eres tu – gruñe Alex, lanzándole a Hiroshi una patada al costado y logrando soltar su mano de la del moreno y también la que Iori le sujetaba.

Iori no entiende nada, al igual que Syo y Kyo. El joven Kusanagi no entiende porque Alex ha dicho el nombre de Hiroshi.

Syo observa la patada que da Alex en el aire, ¿qué le pasa? El joven tiene una mano puesta en su brazo, la herida es muy profunda, el cuchillo aun sigue allí, tendría que sacarlo pero no lo hace, está demasiado asombrado viendo cuan loco puede ser el gaijin y el dolor, aunque lo pueda sentir, es soportable. Las gotas de sangre salpican el blanco suelo una tras otra, creando un pequeño charco en él.

Alex aprovecha que Hiroshi está aun adolorido para ir hacia Syo rápidamente.

- Es mío, dámelo – la joven saca el cuchillo de la piel de Syo sin demasiados miramientos, sin compasión, sin pensar que eso puede haberle dolido bastante al ninja de ojos ámbar. El ninja mira a Alex con odio al verla tan desagradable como siempre, algo más loca, pero insoportable de todas formas, ¿cómo se atreve a tratarlo así? – Proteges bien a Kyo – susurra la joven aprovechando los segundos que le quedan antes que Hiroshi la vuelva a atacar. Posa una mano en la herida de Syo, no aprieta, solo es un roce, y, solo por un segundo a Syo le parece como si a Alex realmente le preocupara su herida, haberle herido – Sigue haciéndolo – de nuevo Alex lanza su cuchillo, hacia Hiroshi. Antes Alex también se lo lanzó, pero el joven pudo esquivarlo apartándose de un salto y por eso... casi mata a Kyo. Esta vez no hay nadie tras Hiroshi, puede verlo, lo de antes ha sido un error imperdonable y no piensa repetirlo. El joven moreno no está preparado para esquivar el cuchillo.

Iori y Syo solo ven como la joven lanza su cuchillo hacia la nada, al vacío como si estuviera luchando contra el aire, contra nada. Pero Alex puede ver como Hiroshi ve venir el arma algo preocupado mientras levanta una de sus manos rápidamente, los dedos índice y pulgar levantados.

- ¡Kekkai! – grita el joven de pronto y el cuchillo golpea contra una pared invisible de energía.

- Se acabó el juego – murmura Orochi, cansado ya de tanta tontería por parte de Hiroshi.

- Oh... con lo bien que lo estaba pasando – Hiroshi hace un puchero al ver como Orochi no le deja seguir con el juego que es perseguir a Alex de un lado a otro de la casa, haciendo que los otros crean que está loca.

- Vendrás con nosotros – Orochi ignora las quejas del moreno y mira fijamente a Alex. Un rápido movimiento y el dios se coloca frente a la joven, rodeándola con un brazo por la cintura – Arde – susurra mientras Alex intenta liberarse para luego encontrarse envuelta en llamas azuladas. Grita, grita al sentir las llamas rozar su piel, al sentir el intenso dolor.

- ¡Alex! ¿qué pasa? – Kyo se coloca en posición de ataque al oír los gritos de dolor de la joven, no sabe que pasa, lo único sabe que Alex está sufriendo... mucho.

- ¡Maldición! ¿Qué tienes, gaijin? – grita Yagami viendo como la chica parece sentir realmente mucho dolor, pero no hay nada a su alrededor que pueda herirla. Solo parece como si alguien la estuviera sujetando por la postura que mantiene la joven, pero no hay nada allí... ¡nada!

- ¡Syo! – la joven intenta girar su mirada hacia el ninja, uno de sus ojos cerrados como si eso la aliviara del dolor. Syo la mira, viendo como el rostro de la joven expresa dolor mientras intenta verlo, como si realmente le costara mucho girar su rostro para mirarle – Protege a Kyo... – murmura la joven, casi sin fuerzas para nada más, no aguantará más el dolor – Protege a Kyo... de mi – los ojos verdes dejan caer una lágrima.

Syo quiere decir algo, quiere decirle que está diciendo tonterías, que ellos, los dos, protegerán a Kyo pero ve como la joven se desmaya, cayendo hacia atrás, pero puede ver como algo impide que el cuerpo de la joven caiga, elevándolo.

- Tranquilo, nos ocuparemos de ella – una voz y Orochi y Hiroshi aparecen. El dios es quien ha hablado y quien mantiene el cuerpo de la joven entre sus brazos, una mano tras la espalda y la otra en las rodillas. Un brazo de Alex cuelga flácidamente, su rostro está a un lado, los rubios cabellos dejando ver sus ojos cerrados mientras un hilo de sangre sale de entre sus labios.

Los cuerpos recién aparecidos se empiezan a desvanecer lentamente como si fueran una imagen borrosa, y esta vez se llevan a Alex con ellos

- ¡Alex! – Syo intenta correr hacia ellos, coger la mano de la joven, pero su mano traspasa la imagen de la rubia mientras esta desaparece completamente.

El joven se queda parado, su mano aun alzada, como si aun no asimilara lo que ha pasado, como si Alex aun estuviera allí. Pero no está, ha desaparecido junto con los otros dos.

Iori ve como Kyo tiene la cabeza baja, los mechones castaños cubriendo sus ojos, los brazos a los lados de su cuerpo y los puños apretados.

- Maldito... – el murmullo sale de los labios de Kyo, su voz sonando furiosa. Iori lo mira... ¿tanto siente que Alex haya desaparecido? Supone que sí. - ¡Maldito Kaiji! – Kyo levanta su mirada, sus ojos rojos. Es Azumi, y no parece muy contento con la situación, está molesto, furioso.

- ¿Kaiji? – Syo gira su rostro hacia Kyo, ve también esos ojos y comprende que ahora es Azumi el que está hablando. No entiende porque ha mencionado a su hermano si está... muerto.

- ¿Qué pasa con Kaiji? – pregunta el pelirrojo cruzándose de brazos y mirando fijamente el cuerpo de Kyo, esperando tal vez que Azumi pueda aclararles lo que acaba de pasar.

- ¡Kaiji lo sabía! – grita el demonio furioso, su tono de voz como si tratara a los dos jóvenes que tiene enfrente como críos que no entienden nada – Kaiji es una parte del Juicio Final... ¡el nota las otras partes aunque no hayan despertado! Alex es otra de las partes y ese maldito no lo dijo... – su rostro se oscurece, está muy furioso con ese ninja, ¿por qué si sabía que Alex era otra parte no lo dijo? Él no puede notarlas, no tiene el poder como para saber encontrarlas si están dormidas, pero ahora siente como Alex ha despertado. Y lo peor es que la tiene Namae.

La puerta de la casa se abre, quien entra no se ha molestado en llamar. Los tres ocupantes de la casa se giran bruscamente hacia ella, mirando a quien osa entrar de esta forma.

- Her... – murmura Syo sin poder terminar al ver que quien ha entrado es Kaiji. Él los mira uno a uno, su rostro serio mientras observa sus reacciones. Iori solo frunce el ceño al verle y reconocerle mientras que Syo se ha quedado demasiado sorprendido... su hermano... ¿esta vivo? La mirada de Kaiji se posa en Azumi quien lo mira, furioso.

- ¿Molesto, Azumi? – una sonrisa burlona se posa en los labios del ninja al decirlo. Los mechones largos caen a los lados de su rostro, lo único que queda de su largo cabello, un par de mechones castaños.

- ¿Tu que crees? – le contesta el demonio acercándosele peligrosamente, sus ojos entrecerrados mirando desafiante a Kaiji. - ¿Por qué no me lo dijiste? – pregunta Azumi ya en frente del ninja.

- No lo preguntaste – Kaiji inclina un poco su cabeza hacia un lado, la sonrisa burlona aun en sus labios. No aparta la mirada de Azumi, el demonio no le va a asustar.

- Está bien... – sisea Azumi entre dientes - ¿Quién es la última parte? – sonríe pero con demasiada maldad.

- No sé – Kaiji alza sus hombros sacándole importancia al enfado de Azumi, la verdad no le interesa mucho el demonio. Pero este lo coge por la camisa y lo levanta del suelo con una sola mano. Su mirada furiosa. – Oye demonio... – empieza Kaiji poniendo una de sus manos en la de Azumi, apretándola – si no me dejas me voy – amenaza.

- Humano... – sisea Azumi soltándolo, por el tono de voz ha sonado realmente como un insulto decir esto.

- Hermano – Syo no comprende que está pasando. Raptan a Alex... su hermano está vivo... todo es demasiado extraño.

- Tenemos que ir a la mansión Kusanagi – dice Kaiji secamente mirando hacia Iori, este solo lo observa en silencio, escrutándolo. Lleva una camisa blanca que parece ser de seda, está puesta por debajo unos jeans azul oscuro muy ajustados y sus botas son vaqueras. Parecería un americano si no fuera por sus ojos rasgados... aunque ahora que se fija... sus rasgos japoneses no están muy acentuados. Tal vez tenga algo de americano al fin y al cabo.

- Kaiji... – el joven devuelve la mirada a Kyo. Y este levanta su cabeza, sus mechones apartándose de sus ojos amarillos, de nuevo él tiene el control, quisiera haber evitado que Azumi tratara de esa forma a Kaiji, pero no tenía control sobre sus actos. – No he podido protegerle... – empieza, su voz floja – Le dije, le prometí que estaría a su lado, que lo cuidaría. Pero ni tan solo me he dado cuenta de que necesitaba mi ayuda... – Kyo está hablando de Alex, Kaiji lo sabe, sabe bien lo que ha pasado aquí dentro. El joven Kusanagi pone una mano entre sus mechones, cubriéndose parte de su rostro – Creía que era otro de sus ataques... – sonríe tristemente, se siente un estúpido por no haber comprendido antes que eso no era un ataque, Alex se comportaba de forma demasiado extraña como para que lo fuera.

- ¿Y? No busques compasión ni comprensión en mi. – la voz de Kaiji suena fría, insensible a todo lo que le dice el joven Kusanagi - ¿Quieres que te diga que no es tu culpa? Olvídalo. – la mirada de Kaiji se posa en la sorprendida mirada de su hermano – Acepta tu culpa, como yo acepto la mía – las palabras aun dirigidas hacia Kyo mientras sonríe levemente a su hermano, sus ojos más tranquilos.

- ¿Por qué tenemos que ir a la mansión? – pregunta Iori escéptico, ¿quién le dice a él que Kaiji no está poseído también como Hiroshi?

- Namae ha hecho una matanza allí – murmura Kaiji pero sin mirar al pelirrojo, como si hablara al aire.

- ¿Cómo... cómo puede ser que estés vivo? – al fin Syo logra preguntar, está algo desorientado.

- Este cuerpo murió – dice Kaiji poniendo su mano abierta en su pecho – y cogí otro – una sonrisa algo sádica mientras ve la sorpresa en los ojos de su hermano – El cuerpo de Akui... lo recuerdas, ¿verdad? – la sonrisa no desaparece de sus labios mientras lo cuenta.

- ¿Cómo es que vuelves a tener el tuyo? – Iori no piensa confiar en ese ninja loco. Esté o no esté controlado por Namae sabe bien que no es normal, parece que disfruta matando.

- Solo es momentáneo, no sé cuanto aguantaré así – responde Kaiji, puede notar la falta de confianza que le tiene el pelirrojo con solo verlo y oír como le habla. - ¿Vamos? Habrá tiempo de dar explicaciones mientras llegamos a la mansión – no da tiempo a que ninguno de los presentes diga nada, se voltea rápido, y en ese momento sus cabellos se alargan, ondulándose unos segundos en el aire. Kyo puede sentirlos rozar su mejilla ligeramente debido a estar cerca del ninja. De nuevo Kaiji tiene sus largos cabellos castaños, como si no los hubiera cortado nunca.

El ninja sale por la puerta, dejando a los tres jóvenes tras él, sin esperarlos.

- Kyo-sama... – murmura Syo al ver como su amo está demasiado triste, no entiende porque su hermano lo ha tratado así. Kyo no se merece que le hablen así, y mucho menos un ninja.

- Tranquilo Syo, estoy bien – Kyo intenta sonreírle a su ninja, pero no está muy seguro de conseguirlo, se siente demasiado mal, demasiado culpable. – Ve con Kaiji – el ninja quiere decir algo a Kyo, pero no sabe que. ¿Cómo puede él, un ninja, decirle a su señor que no se preocupe? Opta por no decir nada más y agacharse ligeramente aunque sabe que Kyo no puede ver su acción ya es casi como un acto reflejo, ante un Kusanagi saludarlo formalmente inclinándose. Sale de la casa sin hacer ruido su brazo aun sangrando, pero no le importa, una herida así carece de importancia. Deja a Kyo con Yagami.

El pelirrojo se acerca al joven Kusanagi, sus pasos silenciosos.

- ¿Qué sucede Kusanagi? – pregunta fríamente, aunque sabe bien la respuesta. Puede comprender, hasta cierto punto, como debe sentirse el joven.

- Kaiji tiene razón... – murmura Kyo, muy flojo – Es culpa mía... No he podido ayudarla – los ojos del Kusanagi cubiertos por un fino manto de mechones castaños.

- Él no ha dicho que solo sea tuya – le reprende Iori, manteniendo el tono de voz frío – Ha dicho que aceptes tu culpa... como él la suya, igual que yo o que tu otro ninja – su mirada fija en el rostro de Kyo, su tono no varía, solo espera que Kyo comprenda que no solo es culpa suya.

- Pero vosotros no le prometisteis que la cuidaríais – Kyo niega con la cabeza, le ha fallado a Alex y eso lo hace sentir como un traidor – A ti ni tan solo te importa ella – calla al decirlo y sabe que no debería haber dicho algo así, suena tan cruel aunque lo haya dicho flojo.

- No, tienes razón, no me preocupa Alex – una mano de Yagami se coloca en el brazo de Kyo, haciendo una leve pero firme sacudida para que Kyo recobre la compostura – Pero tu sí – Yagami calla al oírse decir eso. No puede creer que realmente él haya sido capaz de decir algo así, pero sabe que es verdad... Kyo le importa, ¿cómo habrá tomado Kyo sus palabras?

- Yagami... – el joven levanta su rostro al fin, los mechones apartándose ligeramente de su rostro para dejar ver sus ojos amarillos que, aun muertos, muestran la sorpresa ante las palabras de Iori. – Voy a salvar a Alex... y también a Hiroshi – sonríe Kyo, no sabe bien el significado que le ha dado Yagami a lo que le ha dicho antes, pero... él se ha sentido bien al oírlo.

El pelirrojo solo mantiene aun la mano en el brazo del joven y lo empuja levemente para que ande hacia la salida. Que Kyo le dé el significado que quiera a sus palabras.

* * *

Continúa...

[ Capítulo 56: Mansions ]

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Diciembre, 2002

 

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