Llegendes de Foc
~ Jocs Perillosos ~

Fanfic por Artemis

Capitulo 54: Descans

- ... y eso es todo – termina Syo, después de haber contado por encima lo que sabe.

Kyo se mantiene pensativo después de oír a su ninja.

Kaiji se ha ido como Azumi le había dicho y se ha llevado a Shikai con él, eso en realidad no le sorprende demasiado, es normal que se hayan ido los dos juntos. Hiroshi ha sido capturado por Orochi, que parece que ha recuperado sus poderes y Alex se ha hecho pasar por Noir para que Meu la persiguiera.

- Te has arriesgado demasiado, Noir – es un claro reproche hacia la joven. ¿Cómo ha podido ocurrírsele a Alex enfrentarse con Meu? Si no hubiera logrado escapar... ahora estaría muerta, consumida por el fuego púrpura de los Yagami.

- Mi primo, Alex, siempre protegerte – una sonrisa algo burlona se asoma en los labios de la joven ninja al hablar – Yo decidir hacer lo mismo – se recuesta en el respaldo del sillón, acabándose la cerveza que ha abierto cuando Syo ha empezado el relato de lo sucedido. El cabello negro cae a los lados de su rostro, enmarcándolo, haciendo contrastar su piel tersa y suave, haciendo que parezca blanca como el marfil, casi una estatua si no fuera por sus gráciles movimientos y la sonrisa en su rostro.

- Meu ya debe haber descubierto que la has engañado, no tardará en presentarse – es el comentario que hace Yagami a la joven. Su prima es demasiado impulsiva y cuando está enfadada no piensa lo que hace, ese es uno de sus peores fallos, pues si no fuera por eso conseguiría mejores resultados y podría llegar a ser una gran Yagami. Lo que ha hecho Alex él lo hubiera descubierto, no tienes que dejarte llevar por los impulsos ni perseguir a alguien como si fueras un animal sediento de sangre, se tiene que pensar, ver lo que sucede, los movimientos de tu adversario, para, así, poder saber lo que hará antes que lo haga.

- Mi saber, mi saber – replica Alex como si fuera una niña pequeña a quien están recriminando por haber roto algo – Pero tu ser su primito, tu proteger nosotros de loca Meu – Alex se está burlando descaradamente de Meu delante de Yagami, y la verdad... ya no le importa si eso hace que Iori se moleste. Yagami ha dicho que protegería a Kyo y, aúnque parezca una locura, ella sabe que es verdad. Ha podido notarlo mientras Syo contaba por encima lo que había pasado. Las miradas que dirigía el pelirrojo a Kyo mientras pensaba que nadie lo veía... eran tranquilas, relajadas... protectoras dentro de la tensión en que está su cuerpo constantemente.

Pero lo que ve la sorprende, Yagami sonríe levemente por el comentario. Que cambiada es Alex cuando se hace pasar por Noir, no parece la misma persona. Debe admitir que el carácter que usa Alex cuando es Noir le gusta, ese descaro, parece indefensa con ese cuerpo. En cambio cuando se comporta como ninja de Kyo, cuando se pone esa ropa amplia para que su delicado cuerpo no se vea... su carácter es más frió, algo más distante, aunque cuando se trata de Kyo se vuelve algo más dulce, preocupándose en desmesura por el joven Kusanagi.

- Creo que la prima de Yagami es nuestro problema más pequeño – Kyo sigue pensativo, preocupado mientras habla, ¿qué deberían hacer ahora? Tienen que mantenerse ocultos durante un tiempo, eso lo sabe, pero ¿hasta cuando? Y lo más importante ¿dónde pueden esconderse? No cree que haya algún lugar lo suficientemente bueno como para esconderse de Namae, hasta ahora siempre lo ha encontrado. En el hospital demostró que podía acercársele fácilmente o cuando envió a Kaiji a matarlo.

- Kyo-sama... todo lo que contó ese chico, Akui, es cierto ¿verdad? – Syo se siente algo desconcentrado por todo lo que ha estado sucediendo en tan poco tiempo – Azumi está... dentro de... usted – no sabe como se siente Kyo con un demonio dentro, no sabe si lo ha aceptado o si odia tenerlo, así que no sabe bien como comportarse.

- Sí. – Kyo sonríe hacia donde sabe que esta Syo – Y ahora que lo mencionas... Azumi es el amo de Orochi, no entiendo porque Orochi se ha llevado a Hiroshi, no creo que a Azumi le importe mucho – no había pensado en eso hasta ahora, claro... ¿qué ha pasado con Orochi? ¿se ha revelado contra Azumi?

Syo y los otros se mantienen en silencio unos instantes intentando pensar alguna razón por la desaparición de Hiroshi. Todo lo que pasa les parece bastante ilógico, lo sucedido hasta ahora no parecen tener ningún sentido razonable.

- Tienes razón... – la voz de Kyo, algo más grave. Un tono distinto al del joven.

- ¿Kyo-sama? – Syo mira a Kyo fijamente, ¿qué esta diciendo? Ve unos ojos rojos mirándolo fijamente y sonriendo dulcemente y no puede evitar sentir un escalofrío recorrerle la espalda, ese que lo esta mirando a través de los ojos del joven Kusanagi... no es Kyo-sama.

- ... Kyo tiene razón, no tengo ningún motivo para llevarme a Hiroshi – Azumi se levanta, esta vez mirando a Iori. – Yo no le he dicho nada a Orochi. No he sido yo quien le ha devuelto los poderes – la sonrisa sigue en su rostro, en el rostro de Kyo, sus movimientos suaves y gráciles, como si cada uno estuviera pensado para enmarcar su elegancia y realzar la belleza de Kyo.

- Pero... fuiste tu quien liberó a Orochi – le increpa Iori, molestándose. ¿Acaso Azumi liberó a Orochi sabiendo que podría revelarse? Eso no tiene sentido, es de locos liberar a alguien a quien no puedes controlar. ¿Por qué lo ha hecho?

- Sí, pero Namae es ahora su jefe, pelirrojo – Azumi le sonríe tranquilamente a Alex mientras puede notar como el cuerpo de la joven esta en tensión, seguro que está tan desconcertada como Syo, en cambio Yagami parece haber aceptado bien lo que aquí esta pasando. Parece ser que el pelirrojo sabe distinguir bien cuando habla con él o cuando lo hace con Kyo, su tono de voz, su mirada, su comportamiento, todo cambia cuando sabe que no es Kyo con quien habla.

- Entonces ¿por qué lo soltaste? – el comentario de Iori hace que Azumi se voltee de nuevo para mirarle, y se encuentra con una mano sujetándolo por la camisa y una mirada furiosa.

- Porque... quise – responde, su sonrisa desaparece lentamente y cierra los ojos. – Yagami... – Kyo posa una mano en la de Yagami y abre los ojos, un gesto inútil que no le sirve para quitar las tinieblas que lo rodean.

Iori gruñe algo, molesto con ese demonio, que escapa de sus responsabilidades, y vuelve a sentarse.

****************

El paisaje avanza rápidamente, cambiante, pasando de una ciudad a un bosque, de una montaña a un pequeño lago. El cielo está completamente descubierto, no hay rastros de nubes por ninguna parte. Hay largos parajes completamente verdes donde las montañas se vislumbran a lo lejos dando una gran sensación de amplitud. Grandes lagos tan azules y brillantes que no pueden distinguirse del cielo, allí se reflejan los rayos del sol, calientes y reconfortantes. Altas montañas con los picos cubiertos por una débil capa de nieve que se derrite lentamente a medida que el sol se baña en ellas.

Shikai y Kaiji están sentados en el vagón restaurante del tren. Ya hace rato que han salido y el rubio se siente algo mal por haber dejado a Alex y Syo solos para que buscasen a Kyo.

- Tranquilízate, estarán bien – gruñe Kaiji, sabiendo bien donde están los pensamientos de su rubio acompañante.

- Pero... ¿por qué tienes que irte? – al menos le gustaría saber el porque de tanta prisa, Kaiji no le ha dicho el porque de su rápida marcha en todo lo que llevan de trayecto, la verdad es que casi no ha dicho nada en todo el rato.

- Azumi me lo dijo, tampoco sé el porque, pero lo que sé es que le tengo que hacer caso – su mirada se pierde en las rápidas imágenes que pasan al su lado, por la ventana. El vagón restaurante es bastante lujoso, ellos están sentados en unos sillones de cuero marrón en una pequeña mesa de cuatro plazas. Están frente a frente. La mesa con el blanco mantel y las típicas flores de plástico que la decoran, una pequeña carta de bebidas está a un lado.

Kaiji gira su rostro hacia el rincón vació a su lado y ve un extraño libro de tapas viejas de color escarlata. Frunce levemente el ceño, ese libro no estaba allí cuando se han sentado. Las letras que hay en la tapa principal son extrañas. Roza las viejas cubiertas lentamente con la punta de los dedos y lo coge, abriéndolo al azar. Puede ver que las letras del interior son como las de la portada. Parecen una mezcla de antiguos jeroglíficos egipcios junto con rasgos del abecedario oriental y también del occidental. Bastante extrañas y sin un aparente sentido.

Está seguro que este libro no estaba a su lado, y solo le viene a la cabeza una cosa: Azumi. Quizás ese demonio ha sido capaz de enviarle este libro, no sabe como, pero lo ha hecho.

- ¿Qué es? – pregunta Shikai al ver el libro en las manos de Kaiji y las extrañas letras que hay en él, confusas.

- Algo que debo aprender – le responde Kaiji algo distraído mirando el libro con una medio sonrisa. Bien, ahora ya tiene como entretenerse frente al largo viaje de tren.

De pronto siente una fuerte presión en su cabeza, en su corazón, todo su cuerpo lo siente oprimido. Tiene que dejar el libro y cerrar fuertemente los puños para intentar que el dolor desaparezca.

- ¡Kaiji! – Shikai se levanta angustiado, sin entender que está pasando, Kaiji ha estado bien hasta ahora, sin mostrarse cansado ¿qué pasa?

- Señor, ¿se encuentra bien? – una camarera del vagón se les acerca al ver como el joven moreno parece encontrarse bastante mal. Se ve demasiado pálido y su respiración se nota algo acelerada.

- Sí – dice secamente el joven, no le gusta que lo molesten y menos cuando está en estas condiciones. Su cuerpo se está resintiendo por todo lo que ha hecho con él. Nota su piel sumamente tensada. Es normal, se dice, ha hecho crecer el cuerpo de un niño hasta convertirlo en el de un adulto en menos de un segundo y al hacerlo el cuerpo, los músculos, todo, se ha tensado y ahora lo puede sentir, notar, con intensidad. Cada fibra de su piel es sensible al mínimo roce, incluso el contacto de sus ropas le duele.

- Señor, ¿quiere que busque a un médico? – la joven camarera se dirige ahora al joven rubio que parece algo más amable que el enfermo, hace poco que está como camarera en este tren y no se había encontrado aun con nadie encontrándose mal y está algo nerviosa.

- No, tranquila – Shikai está seguro que lo que le esta pasando a Kaiji ningún médico puede remediarlo – Kaiji ¿puedes levantarte? – dice mientras posa una mano en el hombro de su pareja y este empieza a levantarse lentamente, sintiendo fuertes punzadas en todo su cuerpo solo por el simple hecho de levantarse, de sentir la mano de Shikai en su hombro.

El rubio lo ayuda a andar mientras le da las gracias a la camarera y lleva a Kaiji al baño, al menos para pasarle un poco de agua por la frente.

Entran los dos, se está algo estrecho. Kaiji apoya sus manos en la pared, a los lados del pequeño espejo, su pálido reflejo en él, casi le parece ver a un fantasma, y ni tan solo es él, ese rostro, esas manos, no le pertenecen. Su respiración es acelerada pero empieza a notar que el dolor disminuye poco a poco, lentamente los músculos se destensan.

Shikai abre el grifo y moja su mano, no hay ninguna toalla para mojar así que pasa la mano por la frente de Kaiji dejando que el agua lo refresque.

- Ya estoy bien – susurra Kaiji intentando regular su respiración, el dolor esta casi desaparecido. Coge la mano húmeda de Shikai mientras pasa un brazo alrededor de la cintura de este y hace que el rubio se apoye en la puerta con la espalda.

- Kaiji, ¿qué...? – el rubio puede sentir el cuerpo, el nuevo cuerpo de Kaiji, contra el suyo, su calor. Siente la mano que Kaiji tenía en su cintura apartar la ropa y rozar su espalda, suavemente con la punta de los dedos.

La otra mano empieza a desabrochar lentamente la camisa del rubio mientras le besa suavemente el cuello y Shikai emite pequeños gemidos al notar las suaves caricias y besos.

La camisa queda desabrochada y Kaiji se aparta solo un poco del rubio para mirarlo. Una ligera capa de sudor baña la frente de Shikai, algunos de los rubios cabellos pegados a su piel, sus azules ojos mirándole, sus labios semiabiertos. La camisa desabrochada deja ver su bien formado pecho, su abdomen suave y firme.

Kaiji sonríe para sí mientras se arrodilla abrazando a Shikai por la cintura y empieza a lamer su abdomen y a dejar pequeños mordiscos en la blanca piel.

El rubio solo logra poner las manos en los hombros de Kaiji, quiere detenerle, pero no quiere que se pare. Es tan extraño, el chico que ahora lo muerde suavemente no se parece en nada a Kaiji, al menos en el aspecto no, pero en cambio el carácter es el mismo, es Kaiji, su Kaiji, y lo sabe.

Lentamente el moreno se levanta, mientras va lamiendo el pecho de Shikai. Llega a su rostro y se detiene, mirándole de nuevo, directamente a los ojos.

Shikai sonríe suavemente.

- Tu nuevo cuerpo es hermoso – dice el rubio apartando suavemente los negros mechones que caen sobre los grisáceos ojos de Kaiji sus dedos rozando la suave mejilla de su pareja.

- Si hubiera entrado en un cuerpo que no fuera hermoso ¿no dejarías que hiciera esto? – dice mientras besa los labios de Shikai mientras este se queda algo parado ante la súbita y fría pregunta.

- Kaiji... – susurra el rubio al separase del beso – claro que sí, no me importa tu cuerpo. Te quiero a ti, no a tu cuerpo - ¿cómo ha podido preguntarle algo así? ¿Es que a caso no lo conoce suficientemente bien como para saber que lo quiere sea cual sea su aspecto?

- ¿A mi? ¿Por qué? – Kaiji lo está mirando fijamente mientras Shikai frunce levemente su ceño sin entender – Si yo me encontrase con alguien con mi mismo carácter seguramente lo odiaría – explica secamente. Una sonrisa se posa en los labios de Shikai, divertida.

- Pero yo no soy tu. A mi me gusta tu carácter. La confianza que tienes en ti mismo, tu fuerza de voluntad, incluso tu frialdad. Me gusta que me hagas sentir que estando a tu lado no me puede pasar nada – la mano de Shikai acaricia suavemente la mejilla de Kaiji casi sin darse cuenta, sonriéndole como si tuviera que contarle esto a un niño que no comprende algo muy claro.

- Eres extraño – afirma el moreno sin dejar de mirarlo

- Tu también – es la suave respuesta – Será mejor que salgamos, esa camarera debe estar preocupada – dice mientras se abrocha los botones, este no es un buen lugar para hacer nada, es mejor esperar. Habrá más tiempo más adelante, tal vez.

Salen del baño y se encuentran con la camarera esperando con las manos juntas en su pecho, muy nerviosa, sus ojos escrutando a los dos jóvenes rápidamente.

- ¿Se encuentra bien, señor?

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- Iori, abre, soy yo, Meu – una mano toca la puerta de la casa de Iori mientras Meu pide para entrar, su voz suena molesta y los golpes a la puerta son fuertes y contundentes.

- ¿Que hacer? – pregunta Alex mirando la puerta, su voz floja para que Meu no pueda oír.

Iori está molesto, Meu ha llegado demasiado pronto, debe haberse dado cuenta rápido del engaño de Alex. Bien, ya había pensado que no estaría mucho tiempo persiguiendo a un taxi vacío. Al menos ha sido lo suficientemente lista como para darse cuenta rápido del pequeño engaño de Alex.

- Tu, lleva a Kyo a la habitación – ordena Iori a Syo, es mejor que Meu no vea ningún Kusanagi en la casa, ya debe estar suficientemente molesta con Noir como para encontrarse a Kyo tranquilamente sentado en la casa y sin ningún signo de pelea.

El ninja obedece sin protestar, sabiendo que la orden de Yagami es la más adecuada para la situación. Pone una mano firme en el brazo de Kyo, solo empuja levemente al joven hacia la habitación y este se deja llevar tranquilamente. Kyo está pensando en otras cosas, por ejemplo en donde estará Hiroshi y si estará a salvo. ¿Qué le habrá pasado a Orochi para pasarse al lado de Namae? ¿Será porque este le ha devuelto los poderes? Pero le parece extraño, Raike realmente quería mucho a Azumi, por mucho que dijera que lo odiaba, no cree que el amor que sentía Orochi por Azumi se haya convertido en odio. No. Esta seguro que eso es imposible.

- ¡Iori! Ábreme – Meu se está alterando al otro lado de la puerta, y se altera mucho más al ver quien le abre la puerta. Noir. La maldita francesa se ha burlado de ella y se ha ido a la casa de Iori. – ¡Shine! – grita mientras en su mano aparecen llamas púrpura y la dirige hacia la joven. Pero las llamas son apagadas por una mano que se pone en frente, Iori sujeta bien la mano de Meu. Quizás estaría bien ver una pelea entre Alex y Meu, pero no ahora. Tiene que deshacerse de su prima.

- ¿Qué quieres? – dice secamente antes que la pelirroja pueda decir nada, sin dejarla soltarse.

- ¿Qué hace esta viviendo aun aquí? – no escucha a su primo, está demasiado airada con la francesa como para escuchar nada. Pero su mano esta bien sujeta aun, no puede soltarse. - ¿Ya te has acostado con ella? – es un murmullo molesto pero lo intenta contener con un ligero tono de burla mientras se suelta del agarre de su primo.

El cuerpo de Alex da un ligero respingo. Por un momento recuerda cuando se despertó en la habitación de Yagami, herida. Iori estaba sentado en la cama, mirándola con un cigarrillo en sus labios. Recuerda haber cogido su ropa interior, la furia y el terror mezclados, la vergüenza... la sensación del cuerpo de Iori demasiado cercano del suyo.

- Yo... – Alex empieza a sentir de nuevo un miedo atroz, mira a Iori, tan cerca de ella... demasiado.

Iori puede notarlo, la joven parece estar encogiéndose sobre si misma... seguramente pronto empezará a gritar. Maldición.

- No – es la seca respuesta de Yagami, pero no mira a Meu, sino a Alex, fijamente. Esta le devuelve la mirada algo incrédula, sin comprender lo que acaba de oír.

- ¿No? – ¿es verdad lo que dice Yagami? ¿el pelirrojo no la...? Entonces... ella creía que había pasado algo pero... quizás sus miedos hicieron que Yagami se detuviera antes de hacerle nada. ¿Puede ser que Iori se apiadara de ella? En todo momento Alex ha pensado en que Yagami sí lo había hecho pero... ¿ahora? El pelirrojo parece estar diciendo la verdad. La ninja mira fijamente los ojos dorados que siguen mirándola sin apartarse. Recuerda que cuando se estaba haciendo pasar por Noir, al lado de Yagami, no se sentía mal, era agradable incluso, llegó a pensar que Yagami realmente no era tan malo, pero al ver como se puso cuando la descubrió... realmente le pareció que el pelirrojo estaba dispuesto a hacerle cualquier cosa, pero quizás, por los cortos recuerdos que ambos compartían de su convivencia no hizo nada, tal vez.

- ¿No lo sabes, estúpida? – Meu se burla abiertamente de la joven, ¿cómo es posible que alguien no se acuerde de algo así?

Alex sonríe abiertamente.

- Yo estar muy borracha – mueve las manos hacia arriba, sacándole importancia al asunto – Yo no recordar bien ese día. – una suave risa – Aunque ahora que mi pensarlo bien... mi creer que si yo acostarme con alguien como Iori yo acordaría, ¿ne? – Que cambio tan profundo, piensa Iori, hace solo unos segundos Alex parecía acorralada por sus recuerdos y ahora... parece... feliz. Estaría bien ver esa sonrisa sin este falso aspecto, ver a la rubia ninja con esa sonrisa, ese aire despreocupado que parece envolverla suavemente cuando se hace pasar por Noir.

- ¿Qué quieres Meu? – el pelirrojo repite la pregunta mientras mira a su prima algo furioso ya, la joven mira primero a Noir y luego a su primo.

- Unos ninjas de nuestro clan han visto que algo pasaba en la mansión Kusanagi – responde la joven furiosa – Parece que alguien ataca la mansión y que ese alguien esta ganando terreno – sus ojos están fijos en los de su primo ¿Cómo puede Iori proteger a alguien como esa francesa? Tan estúpida, que no entiende nada de lo que pasa a su alrededor y ni tan solo parece molestarse en intentar entenderlo.

- ¿Es todo? – Iori está sorprendido con lo que le acaba de contar Meu, pero tiene que deshacerse de ella ahora, aunque quiera saber que está pasando en la mansión Kusanagi, prefiere que Meu se vaya y averiguar lo que está pasando por si mismo.

- ¿Es todo? ¿Eso es lo único que vas a decir? Alguien está matando a los Kusanagi ¡y no somos nosotros! – la furia es clara en los ojos de Meu, de no ser porque quien tiene delante es su primo ya le hubiera golpeado. ¿Por qué no le interesa lo que le ha venido a contar de los Kusanagi? Ser vencido por un Kusanagi es un deshonor, pero que alguien esté venciendo a ese clan de llamas anaranjadas y no sea un Yagami es mucho más vergonzoso.

- No me importa, iré a verlo cuando crea conveniente – es la respuesta de Iori, su voz algo más dura de lo normal, esta empezando a molestarse. Su prima es demasiado insistente. – Vete -

- Pero Iori... – intenta decir Meu, más suavemente, intentando calmar a su primo.

- Vete ¡ahora! – las manos de Iori se encienden en amenazantes llamas púrpura. Meu no lo puede creer. De reojo ve como Noir sonríe y le hace adiós con la mano mientras cierra de golpe la puerta a lo que Meu tiene que dar un paso atrás y quedar fuera de la casa.

- ¡Maldito seas Iori! ¡Esa francesa te ha lavado el cerebro! ¡Ven a verme cuando se te pase ese enamoramiento de adolescente! – está tan furiosa que ya no mide sus palabras, está convencida que es por culpa de Noir que Iori la trata así, pero también está segura que su primo pronto dejará a la francesa, como ha hecho con sus otros amantes. Siempre ha acabado volviendo al clan, a ella, para hablar o tomar algo tranquilamente, disfrutando de la mutua compañía.

Yagami no hace caso a los gritos de su prima, solo se dedica a oír los pasos de esta al alejarse. Luego oye una puerta abrirse, Syo y Kyo salen de la habitación.

- Yagami... esto... te dará problemas con tu familia – murmura Kyo cabizbajo, se siente culpable, parece que Iori decía la verdad cuando dijo que estaría a su lado.

- Se le pasará – es lo único que dice el pelirrojo, yendo hacia Kyo y poniendo una mano en el hombro del joven quien no se esperaba el súbito contacto y tensa su cuerpo para relajarlo luego al notar que la mano de Iori no le oprime, solo empuja levemente y empieza a dejarse llevar.

Syo y Kyo han podido oír toda la conversación con Meu y Syo se siente algo mal ¿Noir es la novia de Yagami? Se siente algo estúpido, Noir le gusta, pero... ¿que puede hacer él contra Yagami Iori? Él solo ha tenido un par de novias mientras que Yagami debe haber tenido cientos de amantes. Además... él no es nadie y Yagami es un luchador muy conocido, atractivo.

- ¿Qué pasarte, Syo? – el ninja se gira bruscamente, Noir se ha puesto tras su espalda y le esta susurrando al oído y él no se ha dado cuenta, es increíble lo silenciosa que puede llegar a ser la joven, quizás incluso podría ser un buen ninja, si no fuese porque es mujer.

- Ah... yo... – Syo baja su rostro tristemente mientras Alex frunce el ceño, sin entender qué le pasa. - ¿Puedo hablar... con usted, a solas?

Esto deja aun más confundida a la joven que inclina levemente su cabeza a un lado, dejando que algunos mechones negros le cubran el rostro luego mira hacia Kyo quien ha oído la petición de Syo y asiente con una medio sonrisa en sus labios.

- Oui – responde al fin, sonriendo y Syo entra de nuevo en la habitación en donde estaba antes con Kyo, la habitación de Yagami, y Alex lo sigue sin entender. Cierra la puerta lentamente tras ella al entrar.

- Perdone por la indiscreción Noir-san... – dice Syo con respeto, no mira a la chica, se siente algo triste y mantiene su cabeza baja, sus mechones castaños cubriendo sus ojos. – pero... usted y Yagami-san están... ¿saliendo? – le cuesta decirlo, nunca ha entrado en la intimidad de alguien a quien hace poco que conoce, la verdad es que siempre le ha parecido una grosería preguntar cosas de la vida de alguien si este alguien no parece querer contártelas, pero la verdad... está muriendo por saber la respuesta.

- ¿Saliendo? -

- Si, quiero decir... si son novios o algo así – se explica mejor el ninja de ojos ámbar, Alex se queda sorprendida, ¿qué le está preguntando ahora este?

- ¿Por qué qui... querer saberlo? – dice algo desconfiada la joven, entrecerrando ligeramente sus ojos tras las oscuras gafas y ve como Syo suspira, levanta la mirada hacia ella y se le acerca.

- Es porque... – una suave sonrisa algo triste en los labios del ninja – quiero saber si tengo alguna oportunidad – están frente a frente, Syo mira fijamente a la joven ante él, parece tan delicada, tan frágil, y en cambio, lucha tan bien.

Alex se queda un momento sin saber que decir, ¿ha entendido bien lo que ha dicho Syo? No, debe haber entendido mal, seguro, claro, obviamente.

- Mi no ser novia de Yagami, solo amiga – sonríe al final. Nunca había visto a Syo comportarse de una forma tan extraña, casi le parece irreconocible, ¿este es el mismo chico que la incordia y molesta siempre que tiene oportunidad? – Tu saber, Meu entrar incordiando a nosotros, ella creer que yo ser novia de Yagami, mi y Yagami no decir que no serlo, pero tampoco decir que serlo. Yagami es lindo chico pero mi no tener nada con él – no sabe porque, de pronto le ha dado por hablar tan rápido y sentirse tan nerviosa por la cercanía del ninja.

- ¿De veras? – la sonrisa en los labios de Syo ya no es triste y la joven empieza a creer que sí ha entendido bien lo que le ha dicho el ninja.

- Oui, de veras - ¿qué hace? ¿no sería mejor decirle a Syo lo mismo que le contó a Yagami para que no la tocara? El novio muerto que de pronto cogió el SIDA y se murió, ¿dónde está ahora?

- Me... alegro – lentamente el ninja posa una mano en la mejilla de Alex, acariciando suavemente. La joven solo se queda parada, sorprendida por lo que está haciendo el joven frente a ella. Quiere poner las manos en el pecho de Syo, apartarlo de un empujón de ella, pero la sorpresa la ha dejado detenida durante unos segundos. Tiempo suficiente para que Syo coloque sus labios sobre los de Alex y los bese muy suavemente. La joven solo logra abrir los ojos con sorpresa. Syo solo le besa los labios, muy dulcemente, nadie la había besado nunca así. Es como si el chico quisiera ir con mucho cuidado, no hacerle daño. Por un momento Alex cierra sus ojos, sintiendo el suave beso, se siente cálido, amable. Se extraña, ¿cómo puede ser que un beso se sienta tan amable, gentil... protector?

Syo se separa lentamente, sus mejillas con un leve rubor, nunca había hecho algo así, siempre había esperado a conocer más a la chica antes de besarla, pero Noir le parece... distinta.

Alex solo logra poner sus dedos en sus labios, rozándolos suavemente, como queriendo comprobar que Syo realmente ha hecho lo que ella cree.

- ¡Maldito seas! – grita la joven, su rostro algo sonrojado, mientras golpea con su mano la mejilla de Syo, ¿cómo ha podido dejar que la besara?

Abre la puerta de la habitación bruscamente, Iori mirándola al oír el grito. Ella da unos pasos hacia ellos y se gira bruscamente, esperando a que el ninja salga.

Syo se siente confundido aun dentro de la habitación, ha sido un estúpido y se arrepiente, pero quería tanto hacerlo, besar a esa joven. Sale de la habitación, algo cabizbajo sin querer mirar a la joven.

Alex se quita las gafas oscuras y las tira al suelo.

- ¡Mírame! – es la firme voz de la joven, Syo se sorprende, el acento... ha desaparecido y ese tono de voz... él lo conoce. Levanta la vista para mirar como la joven lo mira furiosa, unos ojos verdes furiosos. Alex pone una mano en el negro cabello y aparta la peluca bruscamente – ¡Ni se te ocurra volver a hacer algo como eso! – Syo se queda helado al ver a quien tiene delante. Alex. No puede ser, no puede ser cierto lo que está viendo. Alex es un hombre.

Alex no espera a que Syo reaccione, simplemente entra en la habitación contigua a la de Yagami mientras de su boca empiezan a salir miles de insultos en su idioma natal, todos dirigidos a Syo aunque no lo esté mirando..

Kyo se puede suponer muy bien lo que ha pasado en la habitación y no puede evitar sonreír mientras contiene las ganas de reír. Se siente bien ahora, después de sufrir un poco de risas siempre ayudan. Yagami por su parte sonríe levemente, esa ninja tiene demasiado carácter. Aunque le parece raro... Syo seguramente la ha besado, lo raro es que no parecía asustada al salir, solo muy molesta y con ganas de querer matarlo solo con la mirada.

- ¿Qué...? – logra articular Syo, en su mente aun no acepta lo que ha visto. Noir... ¿es Alex?

A los pocos segundos se oye un portazo, Alex ha salido de la habitación. Lleva unos jeans negros que tenía Yagami en el armario le van algo largos, pero no le importa. El jersey que lleva también es negro e igual que los pantalones, le va ancho, pero eso más bien le alegra. Su cuerpo vuelve a estar cubierto, sus curvas protegidas de la vista de cualquiera.

- Kyo, no-hace-gracia, ¡no te rías! – dice la joven molesta al ver que Kyo empieza a reírse suavemente. ¿Cómo puede Kyo reírse ante semejante desgracia?

- Tu... ¿¡que demonios es todo esto gaijin!? – grita al fin Syo sintiendo que la sangre le hierve al empezar a comprender lo que ha visto con sus propios ojos.

- Nada, muérete – contesta la joven mirándolo fijamente, desafiante, parece que solo espera un pequeño acto amenazante de Syo para lanzarse a atacarle y degollarle.

- Eres una... ¡mujer! – grita, siente que cada vez odia más a la joven, lo ha estado engañando, engañando desde que se conocen. Kyo lo sabía, incluso Yagami parece saberlo, su hermano también debía saberlo. - ¿Cómo te has atrevido a engañarme?

- Que yo sepa... no te he engañado, nunca me has preguntado si era una mujer – dice Alex secamente yendo a sentarse en la silla donde antes estaba Iori con bastante brusquedad, tal y como haría un hombre. – No te creas tan importante como para que yo pierda el tiempo queriéndote engañar – es un siseo que solo pueden oír Kyo y Iori, molesto y con desdén.

- Espero que te hayas divertido burlándote de mi – gruñe Syo, ¿cómo ha podido pasarle esto? Noir parecía tan... hermosa. Mira de nuevo a Alex, sus ojos verdes mirándolo fijamente, molestos. Pero esta vez se fija bien en ella, sus ojos con los típicos aires europeos, su nariz fina, sus labios pequeños y delineados, suaves, lo sabe. Su cabello de un rubio oscuro o un castaño claro, no sabría decirlo, los mechones cayendo por su frente y cubriendo en parte sus ojos. Claro, no es que Noir pareciera hermosa, es que Alex lo es.

- Mucho, gracias – es la seca respuesta de la joven girando su rostro para no ver más al estúpido ninja frente a ella.

- Alex, por favor – Kyo sonríe suavemente hacia donde sabe que está la joven intentando que se calme un poco. Esta solo suspira.

- Escucha estu... Syo, nadie sabe que soy mujer, solo mis compañeros, los que estamos aquí y Saisyu, no es que haya decidido burlarme de ti – no lo mira, simplemente parece contarle esto al aire. – Todos los otros ninja creen que soy hombre – concluye, su voz sonando monótona, algo más tranquila pero sin dejar de mantener el tono molesto.

- ¿Por qué te haces pasar por hombre? – ah... la pregunta del millón. Syo parece algo desorientado con lo que a eso respecta admite que Alex es hermosa, por tanto no entiende el afán de la joven por ocultarlo, aun así no deja de mostrar molestia.

Antes que pueda decir nada el teléfono suena. Iori gruñe algo, molesto mientras se levanta para ir a cogerlo.

- ¿Qué? – no hay porque ser formal al coger el teléfono, en verdad es un aparato que le molesta bastante, ni tan solo sabe porque lo tiene.

- Yagami-san, supongo que ya sabe quien es el que está con usted – la voz le resulta familiar al otro lado de la línea.

- Kyo – responde el pelirrojo fríamente

- ¿Alex y Syo han llegado? – un seco sí es la respuesta del pelirrojo – Bien, entonces déjeme hablar con ellos, soy Akui – la voz al otro lado es fría y distante. Iori murmura que pondrá el altavoz. Es ese chico que ha venido antes, el que ha avisado a Kyo, le parece algo extraño, la voz es la misma pero algo más madura, como si el que hubiera hablado antes con él fuese un niño, y ahora fuese una adulto.

- Es ese Akui – dice el pelirrojo poniendo el altavoz al teléfono sin mostrar ninguna preocupación porque Akui haya llamado.

- Akui... ¿estás bien? – pregunta Kyo, Kaiji... debe estar en el tren aun, con Shikai.

- ¿Le conoces? – pregunta Alex, pero su pregunta no es realmente lo que aparenta.

- Sí, quien es – responde Kyo enfatizando el Sé para que Alex entienda que él también sabe que es Kaiji realmente quien les esta hablando.

- No, no estoy bien ¿y vosotros? – es la seca y sincera respuesta de Kaiji al oír que se callan y le dejan hablar.

- Estamos bien – responde Kyo suavemente oyendo a su ninja y pensando en como debe encontrarse en un cuerpo que no es el suyo.

- Azumi, he recibido... tu regalo – dice secamente la voz desde el tren, no va a dar las gracias al demonio, solo a informarle.

- Bien, espero que lo uses como se debe. – aparece una sonrisa en los labios de Kyo y sus ojos rojos miran al teléfono – y espero que encuentres un lugar seguro. Recuerda que tienes que mantenerte protegido, al menos durante un tiempo – Azumi cierra los ojos, si Kaiji es realmente lo que él piensa... será muy importante para la lucha final.

- Tranquilo. Solo llamaba para decirte que Namae no va a esperar mucho más.

- Señor, ¿qué hace aquí? Esta muy pálido, por favor vaya a sentarse – una voz femenina al otro lado del teléfono. Como la de una azafata o algo así. Luego de esto no se oye nada durante unos segundos.

- ¿Akui? – Alex se preocupa, parece que Kaiji no está del todo bien, debería descansar.

- Azumi, escucha bien, Namae ahora tiene a Hiroshi...

- ¿Y que? – la voz de Kyo suena risueña usada por Azumi, cortando lo que Kaiji está diciendo, sin mucho interés por el ninja llamado Hiroshi – Sé que es vuestro amigo y eso... pero no creo que Namae pueda usarlo para mucho más que para acostarse con él – acaba, levantando ligeramente sus hombros, sacándole importancia al asunto siempre con movimientos elegantes. Alex se molesta levemente ante el comentario del demonio.

- Hiroshi... es como yo – la fría y seca respuesta al otro lado del hilo telefónico y Azumi deja de sonreír de golpe.

- ¿¡Qué dices!? – Azumi se pone en pie, su mirada obstinadamente fija en el teléfono, furiosa, como si quisiera ver los ojos de Kaiji, saber por su mirada que lo que dice es verdad - ¿Cómo lo sabes? – pregunta bruscamente, olvidando por un momento ser gentil.

- Lo sé, lo noto – Azumi se queda pensativo unos segundos, claro, Kaiji debe poder notar cuando otra parte se activa. Entonces... Kaiji y Hiroshi son dos partes de un todo. Nunca en estos años se había encontrado con ninguna de las partes que, unidas, crean el Juicio Final y ahora se encuentra con dos de ellas, y seguramente Namae pondrá a Hiroshi de su lado con algún truco. Será mejor que él encuentre las partes que faltan antes que lo haga el maldito de Namae. – Eso es todo lo que quería deciros

- ¿Qué hace la camarera tirada por el suelo? – la dulce voz de Shikai se deja oír al otro lado del teléfono, un suave reproche hacia Akui.

- Se ha caído – es la única respuesta de Kaiji – Bye – cuelga el teléfono y se empieza a oír el estridente pitido desde los altavoces.

Iori lo detiene, odia ese ruido.

- Kyo... ¿Qué esta pasando con Hiroshi? – Alex está algo confundida, primero a Azumi no parecía importarle mucho que Namae tuviera a Hiroshi y luego... ha parecido como si fuera la peor de las desgracias.

- No lo sé – contesta el joven Kusanagi, sus ojos amarillos abiertos hacia Alex pero sin verla - Pero no es nada bueno, Azumi estaba muy alterado y aun lo esta, puedo notarlo – una mano en su pecho, como si en él estuviera el demonio haciéndolo latir a más velocidad. – Pero creo que de momento, lo mejor que podemos hacer es descansar – dice con una sonrisa, intentando calmar a la joven que empieza a preocuparse seriamente por Hiroshi. – Luego... iremos a la mansión Kusanagi

- Pero Kyo-sama, en la mansión no lo van a dejar entrar – Syo no entiende porque Kyo quiere volver allí, ¿es por lo que ha dicho Meu?

- Lo se... pero Yagami y yo lo hemos estado hablando mientras estabas besando a Alex – Kyo no puede evitar el comentario, ni sonreír al decirlo.

Syo se sorprende y nota el rubor subir a sus mejillas. Se oye un golpe, como el de alguien chutando. Y Syo puede ver como Alex chuta una lata de cerveza que estaba en el suelo y la dirige hacia Kyo quien la detiene, cogiéndola en el aire antes que esta toque su rostro. Suerte que puede notar bien las cosas, sino esa lata podría haberle hecho daño, pero Alex la ha chutado flojo.

- ¿Qué pasa Onee-chan? – sonríe Kyo hacia Alex mientras Syo se sorprende, ¿hermana? ¿por qué Kyo la ha llamado hermana? Tanto... ¿la quiere?

- No te desvíes del tema – murmura Alex molesta con el joven por el comentario, el cual no le ha gustado en lo más mínimo.

- Bien, pues ahora descansaremos y más tarde, cuando anochezca, iremos a la mansión Kusanagi, quiero saber que esta pasando allí – la sonrisa desaparece de los labios de Kyo, ¿qué debe estar pasando allí? No lo sabe, aunque quizás sea cosa de Namae, por eso es mejor esperar aunque realmente esta muy preocupado por lo que pueda pasar allí sabe bien que Azumi no lo dejaría ir.

Iori pone una mano en el hombro de Kyo, este solo sonríe levemente al sentir el contacto.

- Kyo y yo estaremos en mi habitación, vosotros id a la de invitados – Yagami no los mira, pero puede notar la molestia que hay en el ambiente. Syo mira al pelirrojo algo confundido no sabe si Yagami puede hacerle daño a Kyo, no está muy seguro de dejarlos a solas.

De pronto ve como Alex va en dirección a la habitación de invitados con pasos acelerados mientras Yagami y Kyo entran en la del pelirrojo sin decir nada más.

- ¿Qué haces? – la voz de Syo molesta al ver como Alex va a abrir la puerta de la habitación que les ha tocado.

- Ir a descansar, tu túmbate en el sillón – dice la joven sin girarse y entra en la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Se apoya en ella, respirando profundamente. Su mano se posa en sus labios, Syo la ha besado. Ese estúpido se ha atrevido a besarla. Pero ella ha sido muy brusca con el joven y eso que Syo la beso realmente con cariño. Quizás ha sido demasiado brusca. Se gira para abrir la puerta, no tenía que ser tan brusca con él.

Al abrir la puerta se encuentra con Syo delante suyo que también tiene el pomo en su mano, por un segundo los dos se sorprenden al verse frente a frente. Syo puede ver los ojos verdes de Alex con sorpresa, que extraño se ve.

- Ah... – Alex desvía la mirada al notar como Syo la mira tan insistentemente – Puedes dormir en la cama – el ninja mira curioso a la joven, iba a insultarla y ahora se encuentra con que le ofrece su cama. ¿Será un truco? – Yo dormiré en el sillón – va a dar un paso pero Syo no parece querer apartarse de la puerta.

- Podemos, compartirla – dice el ninja simplemente, sin una entonación clara en sus palabras – Es grande y ese sillón es muy incomodo

- ¿Compartirla? – Alex entrecierra sus ojos mirando al joven delante suyo. Su mirada desconfiada y suspicaz.

- ¿Tienes miedo a dormir conmigo? – no lo puede evitar, desde siempre él y Alex se han llevado igual, lo odia... la odia por ser un ninja extranjero, y ahora está peor... porque a parte de extranjero es una mujer. Una mujer no puede ser ninja, por mucho que su padre lo sea y su familia tenga una gran tradición como tal. Y Alex ni tan solo tiene eso, ninguna tradición familiar.

La ninja lo mira molestándose por el comentario y voltea, dirigiéndose a la cama y tumbándose de golpe, dándole la espalda a Syo. Este solo se tumba a su lado, lentamente y sin hacer ningún ruido.

- Ahora entiendo porque eres ninja – no puede evitar el claro tono burlón al dirigirse a la joven. La mira de reojo, los cabellos ahora parecen castaños por la falta de luz de la habitación. Sabe que Alex le está escuchando aunque la joven no se gire o le responda – Kyo-sama se apiadó de ti porque eres mujer

- Tu... – un susurro sale de los labios de la ninja - ¡Maldito y estúpido ninja de tres al cuarto! – con movimientos rápidos y precisos se gira sobre si misma, colocando una mano en el pecho de Syo para que no se mueva mientras coloca sus piernas una a cada lado del cuerpo del ninja, las manos de este quedan atrapadas bajo las rodillas de la joven – Si soy un ninja es porque soy lo suficientemente fuerte para serlo, para proteger a Kyo – sus manos se colocan en el cuello de Syo, presionando con fuerza, estrangulándolo – He entrenado mucho para poder tener esta fuerza y agilidad, para obtener el respeto de los otros ninja. Odio que alguien como tu me trate como a una indefensa mujer – las manos se apartan del cuello bruscamente, Alex se siente muy ofendida ante las palabras de Syo, ¿cómo se atreve ese ninja a decirle semejante barbaridad? – Óyeme bien, yo soy Alex el ninja de Kyo, no soy Alex la pobre mujer – Syo logra soltar una de sus manos y golpea el rostro de la joven haciéndola caer de la cama, pero Alex es lo suficientemente rápida como para levantarse enseguida y ponerse en posición de ataque mientras con una de sus manos seca el hilo de sangre que escapa de sus labios debido al golpe.

- Esta bien, pues olvidando que seas mujer... Solo eres un gaijin estúpido que no merece ser ninja de nadie – Syo se levanta de la cama, su respiración entrecortada después de la presión que Alex ha ejercido en su cuello. La enfrenta ¿Qué importa que sea una mujer? Da igual, no por eso sus golpes serán más débiles, no por eso la odiará menos.

- Y tu eres un perro faldero – espeta Alex molesta, su posición deja de ser ofensiva pero mantiene la vigilancia sobre cada movimiento de Syo – Sí Kyo-sama, lo que usted diga Kyo-sama, lo que usted ordene Kyo-sama – dice burlona imitando al joven ante ella.

- Tu haces lo mismo, baka – espeta, molesto con la mala imitación de Alex. Él también abandona la postura de ataque que había adoptado mientras mira serio y molesto a la rubia frente a él.

- No. Yo sé pensar por mi mismo – una sonrisa burlona en los suaves labios mientras Syo se molesta, aunque, dentro de la molestia, es capaz de notar como Alex habla de si misma como chico, aunque él ya sepa que no lo es. Y la pregunta inevitable vuelve de nuevo a su cabeza: ¿Qué debió impulsar a Alex adoptar una vida de hombre siendo una mujer... hermosa?

- ¿Pensar? ¿Acaso sabes lo que significa? – Syo se cruza de brazos, siguiendo con los insultos, aunque las ganas de pelearse con la joven han disminuido al pensar en el porque Alex se hizo pasar por hombre.

Alex está a punto de protestar, Syo la saca de juicio, pero el joven levanta una mano, deteniendo lo que iba a decir y hablando él antes.

- Dejémoslo, ¿quieres? Tenemos que descansar, no diré nada más – dice el joven con voz firme, no puede evitar sentir cierta curiosidad hacia Alex y eso le impide estar molestándola. Además Kyo-sama les ha dicho que descansasen y no lo están haciendo, ni tan solo lo están intentando.

Alex parpadea ¿qué le pasa a este? Primero la quiere matar, luego la besa, luego se insultan y ahora... ¿toca descansar? Parece que Syo está tan loco como su hermano.

Ve como el joven se tumba de nuevo en la cama, donde ella estaba. Se acerca lentamente y se tumba también, los dos mirando al techo sin decir nada.

- Debes estar cansado – murmura Syo después de unos segundos de silencio, no es que le incomode pero también tiene curiosidad por saber como se encuentra Alex, no parece muy afectada por su lucha con Meu – Yagami Meu te ha herido bastante – su voz sigue siendo un murmullo.

Alex, inconscientemente pone una mano en su brazo herido y sonríe levemente. Syo la mira algo confuso.

- He recibido heridas peores y sigo viva – susurra la joven. Sí, ha recibido muchas heridas en su vida, y ninguna se puede comparar a la de su espalda, a la de su alma, la herida que no la deja descansar y que la atormenta sin dejarla ni un momento, apareciendo siempre cuando ella parece haberla olvidado.

- Estabas muy cambiado cuando te hacías pasar por Noir, digo... de carácter – Syo entrecierra sus ojos, recordando la primera vez que vio a Noir, chocaron y se pelearon pero él fue a disculparse, luego en el parque, bajo la luna, se sintió bien hablando con la joven. - ¿Eres... así?

- ¿Qué? – Alex mira de reojo a Syo quien la mira directamente, observando su rostro, cada facción.

- Quiero decir, si cuando yo no estoy, te comportas como lo hacías cuando eras Noir – Syo intenta hablar amablemente mientras ve como Alex gira su rostro hacia él, mirándolo directamente, pensando en lo que le acaba de decir el joven ninja.

- No, Noir es tonta, yo no lo soy – se siente algo ofendida, ¿es eso lo que esta preguntando?

- No quiero decir eso – replica Syo viendo que Alex siempre está a punto para defenderse incluso cuando la pregunta no la ha hecho para ofenderla – Quiero decir... – suspira – si sonríes, si eres feliz como parecía que lo eras cuando eras Noir

- ¿Feliz? – Alex parpadea lentamente, que pregunta tan extraña. Gira su rostro, su vista fija en el tejado, sus ojos medio cerrados. ¿Es feliz?

Mientras sus padres vivían sí, fue muy feliz. La cuidaban, mimaban, era su única hija, le compraban de todo. Su padre era un gran pintor, al cual los paisajes de Japón habían cautivado, hizo mil cuadros del acantilado y el sol ocultándose en el mar bajo él, miles de cuadros de ella y su madre juntas, sentadas, en pie, de lado, pero siempre sonriendo.

Su madre había sido modelo, había sido una mujer muy conocida en Europa, una de las más hermosas y elegantes y lo dejó todo al tenerla, pero aun así hizo una empresa de modelos en Japón la cual llevaba muy bien. Y siempre encontraba tiempo para su traviesa hija que siempre quería jugar y le rompía caros jarrones al correr por la casa. Nunca la habían pegado, solo suaves recriminaciones, sus padres creían que la violencia y los gritos solo creaban más violencia y más gritos. Y tenían razón en eso.

Que hermosos se veían sus padres juntos, que feliz era ella en ese tiempo. Los recuerda muy bien, recuerda esos días felices, claramente.

Después de la muerte de sus padres... ¿ha llegado a ser feliz?

¿Alguien puede ser feliz con semejantes recuerdos invadiéndola constantemente? Día tras día, aunque ella no quiera, aunque lo deteste, aunque le duela.

- Gaij... Gaunier – dice Syo al ver a Alex ensimismada en si misma, la hubiera dejado así pero no puede al ver como lágrimas bajan por las mejillas de la joven, y ella no parece darse cuenta.

- No lo sé – es la respuesta de Alex, girando su rostro hacia Syo y mirándolo. Ve una mano del joven acercarse a su rostro y lentamente acariciar su mejilla. Es ahora cuando la joven siente que está llorando y parpadea, ¿cómo no se ha dado cuenta? La mano de Syo no se aleja de su mejilla aun que ya ha secado las lagrimas.

- ¿No? - ¿qué hace? ¿por qué no aparta esa mano de allí? ¿se compadece de Alex? La verdad es que esta confuso, ¿por qué llora?

- No, no lo sé – la voz suena triste, pero no entrecortada, las lágrimas que caen por ellos no parecen afectarla.

- Seguro que lo eres – Alex gira su rostro, de nuevo hacia Syo sin entenderle. – Tienes a tus compañeros, supongo que Hiroshi debe hacerte reír... – se detiene, pensando unos segundos – Kyo-sama también está contigo, parece que se preocupa por ti y... te tiene como a un buen amigo – le duele admitirlo, pero sabe que Kyo-sama aprecia mucho a Alex, no esperaba llegar nunca a decirlo, y menos decírselo al gaijin, pero aquí está, diciendo lo que piensa ¿para que? ¿Para hacer sentir mejor a alguien que siempre lo ha odiado y molestado? Sí.

Alex parpadea, no por las palabras sino por quien lo ha dicho, le debe haber costado mucho a Syo decir eso.

Se detiene a pensar... ¿realmente es feliz con los chicos? ¿con Kyo?

Los recuerdos de un joven Kyo persiguiéndola constantemente allá donde iba vienen a su mente. En un principio no soportaba tener a ese joven cerca, tan... pegajoso. Doblaba una esquina y se lo encontraba. Iba a pasear por un parque y se lo encontraba. Iba a los grandes almacenes y se lo encontraba. Comía un plato de sopa y se lo encontraba... bueno, no dentro de la sopa sino a su lado. Un día le cogió y le dijo: 'Estoy harto de encontrarte por todos lados, ¿qué harías si me tiro por un puente?'

'Esperarte abajo' una sonrisa sincera en los labios del joven mientras la miraba, sus ojos castaños alegres y despreocupados. Esa respuesta arrancó una suave risa de Alex 'Suki!' exclamó Kyo. Empezaba a apreciar al joven.

El tiempo pasó, Kyo entró en su corazón. Su sonrisa picara, risueña o burlona. La hacia reír, la hacia sentir bien.

Llegó el momento en que Kyo la vio con uno de sus ataques, el joven se quedó con ella hasta que recobro el sentido de donde estaba. Se sintió mal al pensar que Kyo se había quedado con ella para acompañarla en sus sufrimientos. Pero a Kyo no pareció importarle, a partir de ese día cuando Kyo se quedaba en la casa de los jóvenes dormía con ella.

Ella solía tener pesadillas que le recordaban su pasado y se despertaba gritando, y acto seguido, se encontraba con Kyo al lado de su cama sosteniéndole la mano, pero aun así, ella gritaba, incluso lo golpeaba para que se apartara. Le dolía hacerle daño, pero Kyo parecía tranquilo, siempre sonriéndole, alegre.

'Tengo una manera para que tus sueños no te afecten tanto' le dijo una noche el joven mientras estaban en la habitación de Alex a punto de ir a dormir. Ella simplemente le sonrió suavemente y negó con la cabeza.

Por la noche los sueños volvieron a ella y despertó, gritando de puro terror. Y con ella otro grito, más fuerte aun que el de ella. Reaccionó, era Kyo quien gritaba.

'¡Kyo!' se levantó rápidamente para ir a la cama donde estaba el joven tumbado, las penumbras de la habitación no le permitían ver su rostro 'Kyo ¿qué pasa? ¿te encuentras bien?' estaba preocupada por el joven, ¿se había hecho daño?

Apartó las sabanas para descubrir más el rostro de Kyo y lo encontró sonriendo.

'Lo conseguí' dijo el joven y le saco la lengua. Por unos momentos Alex no entendió, hasta que le pareció comprender, ¿eso era su manera para hacer que los sueños no la afectaran?

'K'sogaki' gruñó la joven 'Me asustaste' le recriminó mirándolo fijamente, un claro reproche en sus ojos.

'Tu también me asustas cuando te vienen los ataques. Pero... gracias por preocuparte por mi' el joven se sentó en la cama, mirando a Alex con una sonrisa medio triste medio alegre. La joven solo suspiró y sonrió mientras se sentaba a su lado. Levantó una mano, algo indecisa, hacia el rostro de Kyo, y lo acarició suavemente. La mano paso por los cabellos del joven hacia su nuca y, muy lentamente, lo acercó a ella.

Su primer abrazo, su primer abrazo en años. Kyo titubeó unos segundos para luego, muy, muy lentamente, pasar sus brazos por la cintura de Alex. La joven temblaba ligeramente. Pero no hubo gritos. Solo un suave abrazo, el primero, pero no el último. Vinieron más, más cariñosos, más despreocupados.

'Alex, quiero que seas feliz, siempre estaré a tu lado' eso fue lo que le dijo Kyo.

Entonces... ¿lo que dijo Kyo se cumplió? ¿era feliz? Sí. Sí. Pese a los malos momentos, pese a que no se veían tan a menudo como querían, ella era feliz. Estaba con los chicos, sabía que Kyo estaría a su lado si lo necesitaba, como ella a él.

Se divertían juntos.

- Sí, tienes razón – la joven le sonríe a Syo – por un momento había olvidado... que sí, soy feliz – la sonrisa se ve tan dulce, tan despreocupada, no parece importarle a quien le esta sonriendo. Se siente bien, los recuerdos son dulces y felices, es feliz, claro que lo es. Cuando todo esto termine irá con Kyo algún sitio, un par de horas ellos dos. Si Yagami la deja, claro. No puede evitar una risa suave.

- ¿Qué? – pregunta Syo, se siente algo extraño el ver a Alex así, casi no parece ella.

- Estaba pensando... que Kyo y Yagami se ven bien juntos – la sonrisa no desaparece

- Debes delirar, es como si Kyo-sama dijera que tu y yo nos vemos bien juntos – Syo frunce su ceño, ¿qué dice este ninja sobre Kyo-sama y Yagami? Ve como Alex parpadea, su rostro parece algo molesto por el comentario.

- Oh, pero tu y yo nos vemos muy bien juntos – dice Alex al final, levantándose un poco, apoyándose en su codo mientras mira a Syo, sus ojos burlones igual que su sonrisa.

- No bromees, gaijin – Syo entrecierra sus ojos, molesto, no tendría que haber dicho nada. Tendría que haberse dormido o al menos callado y dejar al gaijin con sus pensamientos.

- ¿Quién bromea? - ¿debe hacerlo? piensa, la situación le parece tan divertida que decide hacerlo. Se inclina lentamente mientras ve como Syo intenta alejarse sin conseguirlo, pues está acorralado entre ella y la pared.

- No me gustan estas bromas, estup... – Alex lo hace callar, sus labios se posan sobre los de Syo solo unos segundos, solo rozándolos ligeramente, para luego apartarse lentamente y mirarlo a los ojos – A... Alex – parpadea Syo, lo ha besado, ¿por qué? De pronto ve como la chica cae encima de la cama y unas convulsiones recorren el cuerpo de la joven, se ríe, se ríe descaradamente.

- Dios, que cara has puesto – dice mientras seca unas lagrimas provocadas por la risa, Syo parece tan confuso. Esa cara que ha puesto de total perplejidad y asombro.

- Muérete, gaijin – dice el joven ninja mientras voltea para posar su mirada molesta en la pared y dar la espalda a Alex. Posa una de sus manos en sus labios, que suave ha sido ese beso.

- Oh, ¿no te ha gustado mi beso de buenas noches? – la risa sigue mientras Alex habla, algo más suave pero sin cesar.

- No - ¿no? ¿en serio? Él ya la había besado antes, cuando era Noir, el mismo gusto, la misma suavidad...

- Entonces te daré uno todas las noches – y las risas siguen mientras Alex, medio recostada, apoyando un codo en la almohada pasa su mano libre por entre sus cabellos intentando controlarse. Sin poder ver un muy ligero tono rosado que se ha posado en las mejillas de Syo quien cierra los ojos. Y una ligera sonrisa aparece en sus labios, un suave susurro sale de ellos pero Alex no puede oírlo por sus propia y suave risa.

- Ojalá

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- Tus ninjas son bastante revoltosos – comenta Iori, está apoyado en la pared contigua a la de la habitación de invitados, sus ojos cerrados y sus manos cruzadas en su pecho. Antes ha estado a punto de ir a la habitación y a quemarlos a los dos pero los gritos han cesado de pronto y Kyo le ha dicho que mejor dejarlos a solas.

- Ne... Syo es muy tranquilo... cuando Alex no está de por medio – una sonrisa en los labios del joven Kusanagi. Está sentado en la cama, sus manos juntas, apoyadas en sus rodillas, tranquilo – Hubiera sido mejor que yo hubiera ido con Alex

- No – corta Iori secamente. No esperaba que esos dos ninjas se llevaran tan mal, pero él no quiere compartir su cama con uno de ellos, quiere compartirla con Kyo. Ese Kusanagi que lo ha atormentado durante años, al que ha perseguido y esperado pacientemente para luchar contra él, ese Kusanagi que él debería odiar. Quiere estar tumbado a su lado, no hace falta decir nada. Las luchas se han acabado entre ellos mientras el joven corra peligro, quizás después, cuando todo acabe lo volverá a perseguir para intentar matarlo... si es que alguna vez realmente ha querido hacerlo. Aunque ahora duda bastante de que su verdadero objetivo haya sido matar a Kyo desde el principio.

Cuando se enfrento a él por primera vez tal vez si lo fue, pero... al luchar, al encontrarse con un rival como el Kusanagi... nunca ha encontrado un rival que le parezca tan digno como Kyo, ningún rival le ha hecho desear tanto una lucha como él. Ese odio que sentía por Kyo era más bien envidia, la envidia de ver que Kyo tenía todo lo que él no.

Una familia que lo quería. Una novia que lo amaba, tonta tal vez, pero novia al fin y al cabo. Muchos amigos. Una sonrisa dispuesta siempre en sus labios. Nunca lo habían herido para obligarle a usar las llamas, torturado hasta no poder más solo porque no había logrado hacer un ataque o había fallado al intentar golpear o quemar a alguno de los ninjas que le servían de entrenamiento.

A Iori el dolor siempre lo había acompañado, no recordaba ni un segundo en que su padre lo hubiera tratado bien o que su madre lo hubiera acariciado suavemente. Las caricias parecen estar prohibidas en la mansión Yagami.

Pero la envidia que antes sentía ahora parece haber desaparecido. Ha desaparecido al ver el estado en que está Kyo, su padre lo ha expulsado y rechazado como hijo al quedar ciego. No creía que los Kusanagi fueran tan crueles. Kyo no tiene donde ir, solo tiene a esos locos ninjas a su lado y parece que lo van abandonando uno a uno.

Ahora solo le quedan esos dos y quizá ni eso, porque no está muy seguro de que no hayan callado porque se han matado el uno al otro. Además... Alex puede ser fuerte y ágil, pero ¿aguantará acompañar a Kyo? Con los problemas que tiene la joven que no puede hacerse cargo de si misma, ¿podrá hacerse cargo de un ciego? No lo cree.

Mira al joven, sentado tranquilamente, una sonrisa en sus labios. No parece estar preocupado por su situación. Pero no cree que eso sea la verdad, la sonrisa de los labios del joven, aunque alegre le parece también preocupada, quizás forzada.

- ¿Tienes miedo, Kyo? – se separa de la pared y recorre la distancia que lo separa del joven con pasos silenciosos, y acaba sentándose a su lado.

Kyo no levanta su rostro, solo lo voltea muy ligeramente hacia él para sonreírle. Pero Iori ve que esa no es la misma sonrisa de antes, esta es mucho más triste, tal vez avergonzada. Kyo no le quiere responder, es evidente la respuesta, se dice, no hace falta que el joven le responda, tiene suficiente con esa sonrisa triste.

Ciego, teniendo que depender de los demás y solo, y lo peor, con un demonio incordiando dentro de su cabeza. ¿Cómo debe sentirse? Tener ese demonio dentro... ¿debe ser como ser poseído por Orochi? No parece que Kyo sienta dolor por ello, él lo sintió, el dolor lo recorría a cada instante mientras Orochi lo poseía, pero solo fue una vez, un instante y Kyo, por lo que sabe, ya hace días que tiene a Azumi dentro y el demonio no parece tener intención de salir de su cabeza.

Levanta una mano lentamente para posarla en la nuca de Kyo y acariciar el cabello castaño del joven, siente su tacto suave. El joven Kusanagi no se aparta, sino que se acerca a Iori hasta quedar apoyado en su hombro. Ve la mano de Kyo palpar su pecho lentamente subiendo hasta casi llegar a su cuello. Allí Kyo se detiene, notando que el colgante con el kanji está aun colgando del cuello de Iori, lo roza, suavemente, sus ojos están cerrados, se siente cansado.

Iori no dice nada, sabe que Kyo debe sentir curiosidad por saber porque aun lleva ese colgante, ni tan solo él sabe porque lo lleva.

Lentamente levanta su mano para posarla sobre la de Kyo y apartarla lentamente con suavidad, del colgante solo para rozar con la punta de sus dedos su anillo. El anillo que él entregó a Alex para que se lo diera al joven.

Kyo se aparta, dándose cuenta de lo que estaba haciendo, estaba apoyándose tranquilamente y rozando el pecho de su enemigo, de quien ha jurado matarlo.

Inconscientemente hace girar el anillo en su dedo, como si le molestara y ahora lo intentara poner bien. Se siente incomodo, ¿qué hace él aquí? ¿Qué hace él con Yagami? Baja su cabeza, no hay otro ruido que su propia respiración y la del pelirrojo, el aroma del pelirrojo a su lado es muy intenso, aroma a sangre, a fuego, le gusta.

Kyo siente la mano del pelirrojo en su barbilla, haciéndole girar la cabeza, es un gesto algo brusco, pero el contacto se siente cálido.

- Ya... gami – susurra algo confuso, no quiere que Iori lo mire fijamente, que vea esos ojos amarillentos, por eso los mantiene cerrados.

Los labios del pelirrojo rozan lentamente los del joven hasta profundizar el contacto. Kyo puede sentir el sabor de Yagami, que extraño que se sienta tan dulce. No se opone, no hace nada para evitarlo, pero tampoco corresponde al beso.

- ¿Qué te pasa Kusanagi? – dice Iori al apartarse, viendo que Kyo no parece responder - ¿Sigues pensando que quiero hacerte daño? – frunce ligeramente su ceño sin entender al joven a su lado. Kyo de nuevo baja su rostro.

- Es que... no quiero – es un susurro muy flojo, muy débil, de no haber sido porque Iori está a su lado no lo hubiera podido oír.

- Venga, Kusanagi – Iori sonríe burlón – No te atrevas a mentirme con ese descaro – la mano del pelirrojo acaricia suavemente el rostro de Kyo. El joven sonríe ante la burla de Iori, sí, miente. Quiere, lo desea y no sabe porque, quiere saber como es el pelirrojo. Quiere saber como se comporta con sus parejas ocasionales. Está seguro que no sería nada parecido a cuando lo obligo, lo nota en sus gestos, su manera de hablarle. Yagami está intentando seducirlo descaradamente y, lo peor, él sería capaz de dejarse seducir. De sentir esas manos firmes acariciando todo su cuerpo, de sentir la respiración del pelirrojo unirse a la suya como si fuera una sola.

- Yagami, por favor... no – en cierto modo se alegra de no poder ver el rostro del pelirrojo, porque está seguro que, de poder verlo, no resistiría. Si pudiera ver esos ojos dorados mirándole, ese rostro fino, esos labios suaves hablándole, tan cerca... – Yo... no quiero... no quiero ser uno más – levanta su rostro la última frase dicha con seguridad, sus ojos abiertos, de un amarillo muy claro. Yagami no dice nada, solo observa esos ojos, que extraño se ve Kyo con ese color, aun así, parece que lo esté mirando fijamente – Ya me has tenido Yagami, ¿para que repetirlo? Quizás sea distinto, pero tus sentimientos hacia mi no lo serán – de nuevo baja la voz, tanto que Iori casi no puede oírlo, pero lo hace. – Podría haber estado con muchas mujeres si hubiese querido... Pero hubieran sido pasajeras. Yo no soy así... yo no soy como... tu. – una suave sonrisa, no quiere molestar a Yagami pero no sabe como decirle. Sus manos se juntan encima de sus rodillas mientras gira su rostro, como si mirara la pared frente a él. – Yo... necesito saber que, si estoy con alguien, es porque yo y la persona que esté conmigo sintamos algo el uno por el otro y no solo puro deseo – acepta al fin, algo avergonzado de habérselo dicho a Yagami, avergonzado, pero no arrepentido, desea que Iori entienda su situación.

- Que estupidez – es un comentario dicho en alto – Si quieres algo, tienes que cogerlo. Puedes arrepentirte de haberlo hecho. Pero, si no lo coges, quizás ya no lo podrás tener nunca más. – su voz fría, se vuelve algo distante.

- ¿Algo? Yagami, las personas no son 'algo' – Kyo aprieta más sus manos una contra la otra y cierra los ojos, que comentarios más crueles salen de los labios de Iori.

- Para mi... sí – Yagami se levanta, harto de oír a Kyo, no se hubiera imaginado que el Kusanagi pudiera ser tan sentimental... bueno, al fin y al cabo Kyo es distinto a todos los chicos con los que ha estado, disfrutando de ellos hasta que se ha cansado.

- Es por... ¿la sangre de los Yagami? - Iori mira a Kyo, no lo ha estado mirando mientras estaba en pie y se gira, su rostro molesto. ¿Cómo se atreve? – Es eso ¿verdad? – sonríe Kyo, sabe que Yagami seguramente esta molesto, furioso, casi puede sentir su mirada atravesándolo. – Si te soy sincero hace tiempo que pensaba en eso. Quiero decir... nunca te he visto con alguna pareja fija – titubea un poco, ¿lo matará? – Al final acabé pensando que era por tu sangre. Sé bien que los Yagami soléis morir jóvenes por culpa de vuestra sangre maldita, así que... mejor disfrutar de lo que tienes en el momento, ¿ne? – sonríe, triste, hace tiempo que había pensado en eso, está seguro que lo que ha dicho es cierto.

Oye la risa de Iori, esa risa cruel, tan claramente reconocible. La misma risa que usa Yagami cuando se ve vencedor en una pelea.

- ¿Acaso es mejor estar al lado de alguien que dice que te ama pero no es cierto? – su voz suena cruel, no tiene ganas de ser compasivo con el Kusanagi, por muy mal que este se encuentre.

- ¿Qué quieres decir? – Kyo frunce el ceño sin entender lo que pretende el pelirrojo. Está cansado, su cuerpo solo le pide que se tumbe y que no piense en nada, tal vez sentir los brazos de Yagami rodeándolo con fuerza, quizás dejar que le acaricie ruda y suavemente. No... no puede dejar que nada suceda entre ellos, tiene que mantener sus deseos apagados, no es momento de pensar en eso.

- Tu novia. Tu enviaste a Alex para que averiguara si yo la había matado – no es una pregunta, es una clara afirmación. Era por eso porque Alex se había hecho pasar por Noir, era por eso que la joven se le acercó. – No fui yo. Cuando yo vi a Kushinada estaba con otro – el tono de voz es burlón, al igual que la sonrisa en sus labios mientras ve como Kyo no entiende lo que está diciendo – Y ahora creo que fue él quien la mató – Kyo se levanta de golpe de la cama. Yuki ¿con otro?

- ¿Cómo puedes decir que fue él quien la mató? Uno de mis ninjas vio como un pelirrojo la quemaba – su rostro molesto y sus palabras despectivas. Tantas cosas en su cabeza, tantos sentimientos confusos en su interior... Sabe... no, esta convencido que no fue Yagami, pero no va a dejar que el pelirrojo lo atormente así.

- El chico no era pelirrojo – la sonrisa burlona se mantiene en sus labios. Ve como Kyo va a reprocharle, pero antes habla él – El tipo se llamaba Raike – la habitación queda en silencio sepulcral durante unos segundos.

Iori recuerda que Syo ha dicho que Orochi también respondía al nombre de Raike. Por eso el joven que acompañaba a Yuki le resultaba tan familiar. Su mirada se posa en el rostro de Kyo, parece que el joven intenta asimilar lo que le acaba de decir, como si le costara demasiado, pero no ha dicho nada que no pueda ser verdad.

- ¿Por... qué? – un susurro, muy flojo, apagado por el dolor que siente, sale de los labios de Kyo - ¿Por qué no me lo dijiste? ¿tanto lo quieres que no me lo pudiste decir? – la voz intenta ser un grito, pero no puede, el dolor que siente por el engaño de Azumi hace que su voz se vea apagada.

'No digas tonterías, pequeño' la voz de Azumi, suave, solo para él, en su cabeza 'Tu solo me preguntaste si yo la había matado, y no lo hice. No me preguntaste si fue Raike'. La voz desaparece y Azumi deja ver a Kyo lo que realmente paso ese día con Yuki y Orochi.

Puede ver como Orochi ahogaba a Yuki hasta matarla, no había piedad en su rostro mientras la joven intentaba liberarse. Ve a Azumi usando el cuerpo de Iori recriminándole al dios por lo que había hecho. Ve como Azumi llevó el cuerpo de la joven a la entrada de la mansión Kusanagi y como lo quemaba al saber que alguien lo estaba viendo.

- ¿Qué dices? – Iori lo mira, el joven parece estar perdido en otro lugar, hablando puras insensateces, o al menos eso le parecen a él. Los ojos amarillentos abiertos, perdidos en la nada.

- Siento... todo lo que te he hecho pasar Yagami – murmura Kyo tristemente, volviendo de nuevo a su oscura y cruel realidad.

No dice nada más mientras empieza a dar unos pasos inseguros ¿No había una ventana en la habitación? Tiene que encontrarla, abrirla. Necesita un poco de aire. Le parece como si el aire de la casa se este haciendo irrespirable.

Sus manos llegan a la pared, palpándola casi con desespero hasta que encuentra el frío cristal de la ventana pero no logra abrirla. Se siente furioso, frustrado. Con una de sus manos intenta golpear el cristal para romperlo y conseguir respirar un aire mejor que el que ahora le parece que hace arder sus pulmones. Golpea, es un golpe fuerte, hubiera roto el cristal de no ser porque otra mano lo detiene, sujetando la suya con fuerza.

- Que... penoso debo parecer - los mechones castaños cubren sus ojos mientras ríe suavemente, una risa claramente falsa y desesperada, impotente.

- ¿Te lo parecía yo? – Yagami suelta la mano que mantenía presa y abre la ventana mirando el exterior. Solo altos edificios y coches, nada más. Un paisaje horrible.

Una brisa suave entra en la habitación, moviendo levemente los largos mechones rojos que caen sobre el rostro de Yagami, dejando ver solo por instantes sus ojos.

- No – es la respuesta rápida del joven, que se pone justo a su lado para, también, sentir la brisa y dejar que esta juegue con sus cabellos, gentil como una caricia y dejándolo respirar mejor – Tu eres distinto. Tan seguro de ti mismo – una sonrisa, pero demasiado triste – Me gustaría... Me gustaría tener esa seguridad, esa confianza en ti mismo que siempre muestras

Yagami no dice nada. ¿Seguridad? ¿Confianza? No está muy seguro que eso sea cierto. Cuando los ataques del Riot, por culpa de su sangre llegan, cuando siente su cuerpo arder aunque no haya llamas a su alrededor. La sangre salir de sus labios sin que él lo pueda evitar, el fuerte dolor en su pecho. ¿Dónde están la confianza y la seguridad en si mismo que menciona el joven Kusanagi cuando siente esos ataques? ¿Dónde están si cada vez que siente que el dolor se apodera de él se siente más y más impotente, más y más cerca de la muerte?

Ve como el joven a su lado se mueve y se sienta en la ventana, dejando el gris paisaje a su espalda. Los reflejos del pelirrojo actúan antes que nada y pone una mano tras la espalda del joven, sujetándolo.

- Tranquilo Yagami, no pienso tirarme – sonríe el joven notando el firme contacto de esa mano en su espalda, sintiendo el cuerpo del pelirrojo cerca, muy cerca del suyo – Aunque... tal vez esté dando esa sensación – sus manos se posan en el marco superior de la ventana e inclina su cabeza hacia atrás, sus cabellos caen suavemente por los lados de su rostro. Siente la mano de Iori sujetándolo aun con más fuerza – Venga Yagami... ¿no te he hecho suficiente daño? – una sonrisa sincera en su rostro, su cabeza aun inclinada. Iori niega con la cabeza pero sin decir nada... Kyo dice que le ha hecho daño... ¿y que le ha hecho él al joven Kusanagi? Persiguiéndolo, hiriéndolo una y otra vez, dejándolo ciego... – Namae quiere matar a Azumi. Azumi está dentro de mi... si yo muero, él lo hará conmigo y nadie tendrá que morir – una lágrima solitaria baja por su mejilla hasta caer hacia abajo, atraída por la gravedad.

- Nadie va a morir aquí – el pelirrojo rodea la espalda de Kyo con ambas manos y lo obliga a bajar de la ventana. Aun así no lo suelta, mantiene al joven entre sus brazos, puede sentir el suave aroma que desprende su cuerpo.

- No lo entiendes – Kyo no parece hacer fuerza para librarse de los fuertes brazos que lo rodean, solo apoya su frente en el hombro del pelirrojo, ocultando así su rostro de la mirada de Iori – Alex, Syo... todos son fuertes, pero no lo suficiente. Namae es poderoso, lo sé, puedo notarlo por el respeto que le impone a Azumi. Incluso tu... – si voz se apaga por unos segundos, intenta contener las lágrimas que siente que empiezan a subir en sus ojos - ¡Tu que eres el más fuerte de ellos... morirás! – levanta su rostro, este refleja la impotencia que siente ante todo lo que está pasando – Yagami, ¿no lo entiendes? ¡Puedes morir! – se detiene, sus labios entreabiertos por la sorpresa. Iori aun lo mantiene sujeto, sus ojos lo miran fijamente algo sorprendidos por lo que acaba de decir y él... puede verlo - ¿Qué...? – un parpadeo y al abrir los ojos aun puede ver la imagen imponente de Iori frente a él, muy cerca de él.

- No me importa lo que dices, querer morir es de cobardes – murmura fríamente el pelirrojo, se siente algo confuso, Kyo... ¿se preocupa por él? No sabe que Kyo ahora lo esta viendo, que puede verlo, ver esos ojos rasgados con ese color dorado, fríos. Ver el esbelto cuerpo, alto y de anchos hombros, hermoso ante sus ojos.

Kyo levanta una de sus manos para apartarse los mechones que caen sobre sus ojos. Mira fijamente al pelirrojo y ve como este le devuelve la mirada, un muy ligero brillo de sorpresa en ellos.

- Kyo... – murmura Iori al ver los ojos castaños del joven observándolo, viéndolo.

Hay unos segundos de silencio en los que Kyo no parece mirarle, sus ojos entrecerrados como si estuviera pensando en algo importante.

- Eso es un chantaje – el rostro del joven Kusanagi cambia de la sorpresa de volver a ver a la molestia. Yagami frunce muy ligeramente su ceño, sin entender lo que pasa – Maldito – de nuevo los ojos pierden el color, volviéndose lentamente más claros. Kyo no deja de mirar al pelirrojo, el rojo de Iori se difumina lentamente hasta que acaba desapareciendo en la más negra oscuridad. Sintiendo un leve dolor en sus ojos, pero se le hace soportable, no como la primera vez que Azumi le hizo ver.

- ¿Azumi? – pregunta el joven pelirrojo creyendo entender porque Kyo ha dicho eso.

- Sí – Kyo sonríe, pero es una sonrisa molesta – Dice que... si lucho contra Namae y lo venzo, me devolverá la vista... para siempre – los puños del joven están fuertemente cerrados, incluso puede sentir el dolor de sus propias uñas clavándose en su piel, pero no le importa.

- ¿Y? Más razón aun para vencer a Namae – la voz es fría pero convencida de lo que está diciendo - ¿Crees que Azumi cumplirá su promesa? – no conoce al diablo que está dentro de Kyo, no sabe si se puede confiar en alguien como ese ser.

- Sí, la cumplirá. Aunque sea un maldito demonio... confío en él, no le creo capaz de romper una promesa – Kyo baja su rostro dándose cuenta que Yagami no lo ha soltando en ningún momento, simplemente se ha limitado a ejercer mayor o menor presión con sus brazos, pero siempre lo ha mantenido entre ellos.

- Si no quieres que tus ninjas te sigan me parece bien, pero ya te he dicho que yo vendré – no son palabras dulces ni mucho menos dichas con voz suave. La firmeza que muestra el pelirrojo deja algo sorprendido al joven Kusanagi. ¿En verdad un Yagami... Iori, le está diciendo que lo ayudará? ¿que estará con él? ¿qué luchará junto a él?

- Si... si no conseguimos vencer a Namae y yo muero... por favor... huye – Kyo se separa al fin de Yagami, apartándose lentamente de sus brazos. – No quiero... No quiero pensar que vas a morir por mi culpa – se voltea, aunque no vea a Yagami le resulta más fácil decir lo que piensa sin estar frente a él – Ya... Ya tuve suficiente pensando que estabas muerto cuando acabamos con Orochi – Iori se mantiene en silencio mirando como el joven le da la espalda.

- Si yo muero o no, no debería importante, ¿por qué tanta preocupación? – la voz es fría, ocultando la curiosidad bajo un manto de indiferencia que hace años que usa.

- Yo podría preguntarte lo mismo, ¿cuál sería tu respuesta? – el joven susurra casi estas palabras, sin girarse, su rostro en alto con una suave sonrisa en él, quizás levemente divertido.

- Yo soy el único que puede matarte, Kusanagi – Iori calla, no ha sido él solo quien ha dicho eso, Kyo también lo ha dicho, las mismas palabras dichas al mismo tiempo e incluso con el mismo tono. Ve como Kyo voltea con una sonrisa divertida, sus ojos cerrados.

- Esa respuesta ya me la sé, Yagami. Y la verdad... de tanto oírla ya no me la creo – Kyo vuelve a girarse, aun con la sonrisa y se inclina un poco, la cama está justo frente a él, cuando logra notar el colchón se tumba en él lentamente, quedando con el rostro hacia arriba. Iori lo mira algo molesto, pero luego deja oír una risa seca, corta. Ese Kusanagi... no ha conocido nunca a nadie como él, no cree que pueda volver a conocer a alguien así mientras viva. Se acerca a la cama, quedándose sentado en ella.

- Esa es mi respuesta, por mucho que no te la creas – su voz seca, distante – pero aun no has dicho la tuya – ve como Kyo abre los ojos lentamente y voltea el rostro, como si supiera exactamente como encontrar su mirada.

- No quiero que mueras porque... Me importas demasiado – Iori, por un momento siente un fuerte calor invadiéndolo, puede notar los latidos de su propio corazón ¿qué ha querido decir el joven Kusanagi? ¿por qué le importa demasiado? ¿por qué lo considera un buen rival? ¿por qué ha llegado a considerarlo un amigo? O por qué... – Esa es mi respuesta Yagami, interprétala a tu gusto – dice, como si adivinara los pensamientos del pelirrojo.

Iori se mantiene en silencio mientras se acerca con pasos silenciosos hacia la cama y se sienta en ella, en ningún momento deja de mirar el rostro del joven Kusanagi quien mantiene aun los ojos amarillos abiertos pero parece estar mirando al techo, aunque sabe bien que no lo ve.

El pelirrojo levanta una mano casi sin darse cuenta y empieza a acariciar suavemente la mejilla de Kyo, apartando algunos mechones que hay allí y notando la suave piel. No se detiene en su caricia y Kyo tampoco parece incomodo con ella. Mira al joven, su rostro parece tranquilo ahora, sus labios están entreabiertos y Iori puede sentir la suave respiración del joven rozar su mano como una caricia, parece como si Kyo realmente disfrutara del contacto. Puede ver pequeñas cicatrices en su cuello, seguramente las que él mismo le hizo, no son profundas, solo pequeñas marcas ya casi totalmente curadas.

Recuerda la última vez que Kyo estaba tumbado en su cama... no fue nada agradable, para ninguno de los dos. Él nunca había hecho nada parecido, nunca se había sentido tan furioso como para llegar a hacer eso. Sabe que el cuerpo de Kyo tiene más cicatrices, escondidas bajo la ropa, y casi todas provocadas por él, por quererle hacer daño al joven y por un motivo estúpido.

Su mano baja lentamente, aun acariciando, de la mejilla al cuello del joven. Aun lleno de cicatrices se siente suave. Mantiene la mano allí, esta vez sin moverla mientras baja su rostro. Kyo siente los cabellos de Iori rozar su mejilla, sedosos, cayendo suavemente y descendiendo. Puede notar los labios del pelirrojo rozar su cuello y su cuerpo se contrae en un escalofrío, pero no es de miedo, no siente miedo de lo que Yagami pueda hacerle. Solo siente que le gusta ese suave contacto, le gusta sentir esos labios acariciando lentamente su cuello, los suaves besos que Iori va dejando, tan dulces, no como la vez anterior. Se siente extraño, muy tranquilo, no tiene miedo de lo que puede llegar a pasar ahora solo acepta los besos y lo demuestra echando levemente su cabeza hacia atrás, dejando más espacio para que los besos y las caricias sigan, y siente como Yagami parece complacido por eso. Nota el cuerpo de Yagami más cerca del suyo hasta que siente como el pelirrojo se coloca encima de él, dejando que Kyo sienta el peso de su cuerpo mientras sigue besando el cuello del joven. Una de las manos del pelirrojo se coloca bajo el cuerpo de Kyo, sujetándolo.

El joven Kusanagi posa una mano entre los largos cabellos rojos acariciando lentamente. Le gusta la sensación que provoca Yagami en su piel, en todo su cuerpo. Se siente tan cálido, la firme presión del cuerpo del pelirrojo encima suyo. Le gustaría tocar, sentir esa piel bajo las ropas, sentirla con la suya. Pero no puede, no debe. Yagami solo lo tendrá como uno de tantos, no quiere ser uno de tantos. Pero... ¿y si no hay otra oportunidad? Si lo que ha dicho Yagami antes es verdad... ¿no sería mejor disfrutar de lo que se tiene en el momento?

No.

Él no es como Yagami.

'Que lastima, con lo bien que lo estaba pasando' la voz de Azumi risueña en su cabeza.

- ¡Azumi! – grita Kyo, empezando a moverse para liberarse de Iori sobre él. El pelirrojo se aparta sin entender bien que está haciendo el demonio con Kyo – ¡Maldita sea! ¿¡Es que no me vas ni un segundo en paz!? – la voz del joven Kusanagi se oye furiosa mientras se yergue en la cama para acabar sentándose.

'No' es la suave respuesta 'Digamos que tu y yo somos uno. Vivo dentro de ti, así que... lo siento' el tono burlón y divertido mientras Kyo siente la voz de Azumi en su cabeza. El joven posa sus manos entre sus cabellos, está arto, no quiere oír más a Azumi ¿por qué tiene que salir en estos momentos? ¿por qué tiene que burlarse de él de esta forma? Se sentía tan bien con Iori, en cierto modo sabía que podía detener al pelirrojo si se lo pedía... aunque quizás no se lo hubiera pedido... no sabe.

- Ese demonio... – la voz de Yagami, fría y molesta. ¿Cómo puede Kyo aguantar a semejante ser dentro de él? Nunca le ha gustado que lo interrumpan y menos le ha gustado que el demonio interrumpiera en este preciso momento, cuando se sentía bien y Kyo no le decía nada, simplemente lo dejaba continuar.

- Quiere... hablar con nosotros – murmura Kyo, su voz también es molesta, pero por lo visto Azumi quiere darles ciertas explicaciones, cosa que al menos es de agradecer, porque están huyendo sin saber nada de Namae y sin saber nada de lo que pasa con Azumi.

- Pues que hable y se largue – gruñe el pelirrojo aun molesto y sin demasiadas ganas de hablar con el demonio.

- No, aquí no – una suave sonrisa en los labios del joven Kusanagi mientras le indica a Yagami que se tumbe como él mismo está haciendo ahora.

El pelirrojo no se mueve. ¿qué quiere decir Kyo con que aquí no? El demonio se los va a llevar a otro sitio. Mira al joven, está tumbado de lado, sus ojos amarillos abiertos, pareciendo que lo está mirando.

- Tranquilo Yagami, solo... túmbate, por favor – susurra el joven con una suave sonrisa, intentando calmar a Yagami. – Confía en mi – el pelirrojo gruñe algo por lo bajo, que Kyo no puede llegar a oír, y luego se tumba al lado del joven, mirándolo. – Ahora... – la mano del castaño se posa suavemente en la mejilla del pelirrojo – Duerme – sus palabras un susurro tranquilo mientras él mismo cierra sus ojos, la mano se queda rodeando al pelirrojo mientras este no entiende que le pasa a Kyo hasta que siente que el sueño lo invade, sus ojos se cierran sin que lo pueda evitar y queda profundamente dormido.

* * *

Continúa

[ Capítulo 55: Somnis vermells ]

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Diciembre, 2002

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