Llegendes de Foc
~ Jocs Perillosos ~

Fanfic por Artemis

Capitulo 53: Fets Passats

Flashback

Ninguno de ellos se podía creer lo que Shikai acababa de decirles, en sus mentes vagando aun sus palabras, intentando comprender, asimilar lo que habían oído. Kaiji... ¿muerto?

Hiroshi salió corriendo casi con desesperación sin decir nada, hacia la habitación, él mismo quería comprobar que lo que el rubio decía era verdad, pues no le creía; su mente sabía perfectamente que Shikai no gastaba estas bromas, no tan macabras, ni mucho menos pero aun así no podía creérselo o más bien, no quería creérselo.

- Pero... ¿cómo? – Alex no entendía, se veía claramente en sus ojos que empezaban a tener un leve brillo, claramente se veía que era provocado por inminentes lágrimas al empezar a asimilar lo que acababa de oír. Posó una mano descuidadamente al lado de su frente algunos de sus rubios mechones sujetos entre los dedos sin pensar. En su mente repitiéndose las palabras de Shikai una y otra vez, asimilándolas de la peor de las maneras. ¿Nunca más frialdad? ¿Nunca más palabras secas? La imagen de Kaiji se implantó en su mente, claramente, como si se tratara de una fotografía clara y nítida. No era una imagen de un Kaiji sonriendo, no, porque ese, entonces, no sería Kaiji. Lo vio, en pie, sus brazos cruzados en el pecho, mirándola fijamente entre los mechones café, largos, sedosos, distante como solo él es... era. Ella era la jefe, la que daba las ordenes, los otros obedecen. Es ahora que se daba cuenta que Kaiji, realmente, era su soporte, su apoyo. Shikai era su amigo, su mejor amigo de los tres, eso no lo discutía ni lo discutiría nunca pero Kaiji, Kaiji era el que la apoyaba si Hiroshi no quería hacer algo, o si alguna vez tenía que dar ordenes a otros ninjas. No es que no fuera capaz de hacerlo sola, ni mucho menos, podía arreglárselas bien sin ayuda de nadie, pero era de agradecer ver que, si algún ninja protestaba por algo que les había ordenado Kaiji apareciera siempre con rostro impenetrable y sus palabras frías: 'Calla y obedece al jefe'. Nada más simple que esas palabras la hacían sentir bien consigo misma. Ahora comprobaba que lo único que hacía Kaiji era aceptar que ella era el jefe y la apoyaba, en todo cuando se trataba de hacer obedecer a ninjas estúpidos. Ahora ya no había más... nunca más y eso... se le hacía de imposible asimilar.

- Creo... que las heridas eran demasiado graves – su voz solo fue un susurro apagado y débil. Shikai no quería mirar los ojos de Alex, se sentía demasiado mal, no quería alzar la vista y ver tristeza o compasión en los ojos verdes de su amiga... Kaiji, su Kaiji... había muerto. Y si ahora miraba esos ojos... sabía que se desmoronaría. Tenía ganas de huir a algún lugar remoto, esconderse y no dejar de llorar nunca más, morirse ahogado en su pena si hacía falta, y a la vez... tenía miedo de quedarse solo. Solo. Como hacia tantos años que no estaba, en esa época en que Kaiji no había entrado en su vida y que sus compañeros lo repudiaban por ser pobre. ¿Qué haría ahora? ¿Qué tenía que hacer? ¿Qué esperarían sus compañeros de él ahora?

Syo se mantenía sentado, su cabeza baja, imágenes de su hermano iban y venían a su mente. Hacía relativamente poco que lo había encontrado, ¿por qué tenía que perderlo así? Era como si aun no hubiera tenido tiempo de conocerlo lo suficiente, como si hubiera desperdiciado todo el tiempo que estaba lejos. Nunca quiso irse de la mansión Kusanagi, en donde se encontraba Kyo, admitía que era más por Kyo que se hubiera quedado, pero aun así también se hubiese quedado por su hermano, para conocerlo más, para intentar comprenderlo, entender esa extraña forma de ser que lo hacía en cierto modo, especial.

Era extraño, por mucho que su hermano le dijera que tenía el SIDA, por mucho que se lo hubiera repetido, jamás habría pensado en que moriría. Kaiji era el tipo de persona a la que mirabas y por mucho que lo intentarás no la veías muerta. No era porque fuera su hermano, no. Era algo que había en él, una extraña esencia de inmortalidad que lo hacía ver imponente ante los ojos de cualquiera.

El silencio se apoderó de la sala ni un ruido se oía, solo las leves respiraciones de sus ocupantes silenciosos. Nadie se atrevía a decir nada ahora, ninguna pregunta, ninguna palabra de animo. ¿Qué podían decir? Todos estaban sufriendo.

Alex sabía que el que peor lo estaba pasando en esos momentos era Shikai. Sí, claro que Syo era el hermano de Kaiji, pero no había convido con él, no había estado casi toda la vida a su lado, compartiendo habitación, secretos... la vida.

Hiroshi entró de nuevo en la sala, sin hacer ruido, salvo por unos ligeros sollozos que escapaban de su garganta sin que pudiera evitarlo. Se sentía culpable, hacia poco hubiera dado cualquier cosa por matarlo, verlo tirado en el suelo y sangrando a sus pies, tal vez hubiera disfrutado golpeándolo hasta dejarlo semiinconsciente en el suelo y observar como se levantaba pero... ahora, se sentía estúpido por haber juzgado a Kaiji tan repentinamente, se había comportado tal y como el ninja castaño se comportaba con sus victimas, sin dejar tiempo a vanas explicaciones. A él no le molestaba eso de Kaiji, pero nunca se hubiera imaginado haciendo exactamente lo mismo; él se divertía con sus victimas, era capaz de estar bromeándole a su victima antes de matarlo, pero nunca era como Kaiji.

Quizás fue eso lo que le gustó de Kaiji, esa manera de matar a sus victimas, sin preguntas, sin recelos, sin ningún comentario que enturbiara ese momento, que a veces parecía demasiado intimo como para que nadie dijera nada. El momento especial en que la presa cae en manos del cazador y la sangre empieza a emanar de las heridas mortales, obedeciendo a ciegas las ordenes del más fuerte. Sí, Kaiji se veía hermoso matando, a veces.

Y ahora... él había sido la presa, la imponente presa que no se deja amedrentar por el cazador por muy fuerte y poderoso que sea, que lucha hasta el final aun con el cuerpo muriéndose... y lo hizo, luchó hasta él final, Hiroshi lo sabía... pero...

¿Por qué?

Todos se hacían la misma pregunta ¿Por qué?

Era algo que tenía que pasar, todos lo sabían, pero no esperaban que fuera tan pronto. Tampoco esperaban que muriera por un combate... no. Era impensable ver morir a Kaiji en un combate, sus movimientos ágiles y rápidos hacían casi imposible que alguna arma lo tocara a no ser que realmente su oponente fuera muy bueno luchando... pero había sucedido... las heridas habían podido más que su cuerpo.

Pasaban los minutos, Hiroshi seguía llorando, sus ojos negros con el brillo que dejan las lágrimas. No pensaba en contenerse, no le importaba que lo vieran llorar, era lo único que quería hacer, no lloraba con estridencia, casi ni podía notarse que lo hacía, solo sus leves convulsiones y las lágrimas denotaban que lo hacía, que lloraba.

Shikai estaba apoyado en la pared, abrazándose a si mismo, como si intentara transmitirse algo de calor, no hacía frío pero su cuerpo temblaba ligeramente. Hubiera dado cualquier cosa para que ese abrazo se lo hubiera dado Kaiji, que hubiera sido el frío ninja quien le hubiera dado calor aunque sonara tan imposible, no podía ser.

No hacía ningún ruido, pero las lágrimas también bajaban de sus ojos hacia sus mejillas. De vez en cuando suspiraba profundamente e intentaba que se detuvieran, pero los recuerdos lo traicionaban, los recuerdos con Kaiji eran muy intensos como para poder contenerse. Intentaba pensar en cualquier otra cosa, pero por mucho que pensaba solo encontraba a Kaiji... siempre allí, siempre a su lado, todos los recuerdos anteriores a conocer a Kaiji se negaban a salir, como si nunca hubieran existido y, realmente, eran tan pocos y tan lejanos que no le extrañaba no recordarlos.

El aire parecía haberse hecho más denso dentro de la pequeña sala, casi irrespirable. La luz que entraba por la ventana no parecía la suficiente como para iluminar la sala, demasiado oscura, como si supiera que este momento no debía ser de una intensa luminosidad y solo entrara levemente solo para que las figuras se distinguieran.

Fuera de la mansión, justo en la puerta de entrada, un chico de unos quince años miraba hacia arriba, hacia una de las ventanas. Su largo cabello negro se ondulaba ligeramente con el viento, los mechones apartándose del rostro para dejar ver sus ojos grisáceos.

- No puedo entrar así – murmuró entre dientes para luego susurrar una frase en otro idioma, incomprensible para quien lo hubiera podido oír, y notar como su cuerpo crecía, formándose y ganando la apariencia de un joven de unos veinte años. Sus facciones más marcadas pero hermosas, el cabello más largo aun cayendo hasta llegar a la altura de sus piernas, suelto, libre para que la brisa siguiera jugando con él a su antojo puesto que el dueño no parecía querer preocuparse por eso.

Esperó unos segundos, observando sus manos, los largos dedos en ellas, delicados y finos, asintió levemente con la cabeza, complaciéndose, por unos segundos del cambio. Había salido bien.

Lentamente entró en la casa abriendo la puerta principal, no hizo ningún ruido, ni tan solo sus pasos resonaban en la enorme mansión.

Subió las escaleras que llevaban al primer piso y miró por la puerta entreabierta que había frente a él, pudo ver la cama y el cuerpo sin vida tumbado en ella, como si estuviera durmiendo, pero sabía bien que no dormía, hacia rato que ese cuerpo había dejado de respirar, que el corazón había dejado de latir.

Vio la luz proveniente de una sala no muy lejos y se dirigió hacia allí, lentamente giró el pomo y abrió.

Fue suficientemente rápido en agacharse para evitar que un fino cable se enrollara en su cuello, como también lo fue para evitar que una corta katana lo atravesara en diagonal y se levantó rápidamente, encarándose a quienes lo habían atacado.

- Imbécil – fue lo que le dijo al moreno mirándolo fríamente, levemente molesto pues aun no controlaba el cambio que había provocado en ese cuerpo. - ¿No sabes que primero se tiene que preguntar?

- Bien, pues dime quien eres mientras te mato, ¿de acuerdo? – sonrió levemente. El joven vio como los ojos de Hiroshi estaban húmedos y mostraban rabia. Seguramente estaba afectado y no quería que nadie lo interrumpiera en su dolor.

- ¡Haz el favor de detenerte, Hiroshi! – no le quedó más remedio que gritar el nombre del ninja para que se detuviera, esperando que el moreno no fuera tan corto de miras como para no prestarle atención.

- ¿Cómo... sabes mi nombre? – Hiroshi miró sin entender al joven intruso, no le conocía, estaba seguro de ello. Aun estando drogado, si veía una cara más o menos lograba recordar las facciones, además, el joven era atractivo, lo admitía, y él no olvidaba a alguien que le hubiera parecido guapo.

- Sé el tuyo y el de los demás – Kaiji sacudió su nuevo cabello para apartarlo ligeramente de su rostro, no le molestaba, pues siempre lo había tenido largo. Su entrada en este nuevo cuerpo había sido... rara. No sabía porque este y no otro cualquiera, pero tampoco se quejaba. Miró hacia Shikai, él lo había atacado primero, aun tenía el cable enrollado en una de sus manos, pero estaba tan sorprendido como Hiroshi, vio sus ojos, con lágrimas que aun no cesaban – Hiroshi, Shikai y Alex, vuestro jefe, y él es Syo, todos sois ninjas del clan Kusanagi o más bien ninjas de Kyo – tal vez así los mantendría tranquilos o al menos quietos durante un momento, esperaba que le dejaran contar... al fin y al cabo... ellos no eran como él, ellos a veces preguntaban antes de matar.

- ¿Quién eres? – Alex se acercó hacia él, sus pasos firmes y su mirada fija en los grisáceos ojos del intruso, su cuerpo tenso, no le gustaban los desconocidos y menos los desconocidos que sabían quien era y que era.

**********

- Me llamo Akui, y puedo explicaros lo que ha pasado aquí – fueron palabras frías, sin miedo y no dijo más, solo esperó a que Alex decidiera si prefería matarlo o escucharlo.

- Cuenta – la voz de Alex sonó escéptica, una ligera sonrisa de burla en sus labios al hablarle. Noto que el cuerpo de la joven estaba en tensión, si lo que él decía no le agradaba a la joven lo mataría.

Kaiji suspiro bajo, casi imperceptible para los que lo rodeaban, algo agobiado por la situación en que se encontraba en esos momentos, algo absurda e ilógica... ¿cómo iban ellos a creerse una historia de demonios?

Su mente empezó a pensar en la mejor manera de contarles la historia mientras su mirada, sin darse cuenta, se fijó en los azules ojos de Shikai y su mente se quedó en blanco por unos segundos. Shikai notó la extraña mirada, parecía muy fría, distante, pero no dejaba de escrutarle, de mirarle de arriba abajo, como si estuviera en derecho de hacerlo. Por un momento el rubio recordó cuando Kaiji lo miró por primera vez, en esa clase donde todos lo dejaban de lado él sintió la penetrante mirada del joven castaño. Y ahora, sentía lo mismo al ver a Akui, al sentir su mirada.

- Perdona por haberte atacado – el rubio sonrió amablemente, inclinando levemente su cabeza. Fue entonces cuando Kaiji notó que no había dejado de mirar a Shikai, y aun notándolo mantenía la mirada en la suave sonrisa y en los ojos azul del cielo, brillantes.

Kaiji separó sus labios para decir algo, ¿pero que? No lo sabía, así que terminó obligándose a apartar bruscamente la mirada. Le había parecido que Shikai le estaba leyendo el interior y sintió el calor posándose en sus mejillas ¿qué le estaba pasando? Se sentía estúpido.

- No importa – dijo al fin, no podía dejar que Shikai lo turbara, no de momento, no ahora. – He venido para contaros lo que está pasando y eso haré, aunque sé perfectamente que os costará mucho creerme – dio unos pasos hacia el sillón donde se encontraba su hermano mirándolo con cierta curiosidad pero en su rostro se veía claramente la tristeza que estaba sintiendo. Se sentó a su lado sin decir nada y palpó sus bolsillos para buscar algún cigarrillo, pero no había nada, evidente, esto antes era un cuerpo de niño, era de esperarse. Se molestó. – Dame un cigarrillo – su voz dura y fría se dirigió a Hiroshi a unos pocos pasos de él, en pie en la sala. El moreno se molestó ante la orden, entrecerrando sus ojos ligeramente. ¿Qué se creía ese extraño?

- No fumo – dijo secamente sin mirarlo siquiera, sus ojos cerrados, no le gustaba el tipo ese ni su comportamiento grosero y no iba a darle nada, ni un mísero cigarrillo.

- Sí fumas – fue la respuesta seca y que molestó aun más a Hiroshi quien estaba dispuesto a lanzársele encima sin importarle mucho lo que tuviera que contar, su mano aferrada a la empuñadura de la katana que aun no había guardado..

- Dale uno Hiroshi, por favor – fue Shikai quien habló, suavemente y sonriendo a su compañero moreno, calmándolo con su sonrisa apacible y tranquila. Este gruñó algo y rebuscó entre sus bolsillos hasta dar con un cigarrillo arrugado. Se lo tiró a Akui sin tan siquiera mirarlo mientras murmuraba distraídamente que no encontraba el encendedor.

- Hn - había gruñido Kaiji, seguro que Hiroshi había encontrado un encendedor y no quería dárselo. Puso el cigarrillo entre sus labios – Si Kyo puede hacerlo... – fue lo que murmuró arqueando levemente sus cejas antes que sus labios dijeran unas palabras ininteligibles para los demás. En su mano apareció una pequeña llama, muy débil, color rojo sangre. La acercó al cigarrillo y lo encendió. Luego sacudió su mano fuertemente para apagar la llama, le había dolido mucho, había sentido el fuego abrasar su piel. – K'so – a Kyo no parecía que le doliera cuando lo hacía, claro que Kyo era un Kusanagi y tenía llamas por herencia. Miró su mano fijamente una marca de quemadura profunda en su palma.

Los otros habían sacado las armas de nuevo al ver eso, Alex y Hiroshi las mostraban abiertamente y Syo solamente rozaba por debajo de su ropa un pequeño cuchillo allí escondido, esperando a que el joven a su lado hiciera cualquier gesto amenazador para sacarlo y cortarle el cuello de un solo movimiento.

- Parece que no sabes usar las llamas como los Kusanagi – fue Shikai quien habló, suavemente un deje divertido en su voz, y, para sorpresa de los demás, se sentó en el lado libre del joven, mirando la palma que este mantenía abierta. La quemadura no era muy grave, pero debía dolerle bastante.

- Ya aprenderé – susurró con voz dura intentando que Shikai dejara de acercársele de esa manera. Lo tenía justo al lado, sus hombros rozándose. La mano del rubio rozó suavemente la mano herida por detrás y ese tacto hizo que Kaiji apartará la suya bruscamente. No miró a Shikai, solo puso el cigarrillo que mantenía en su mano sana en sus labios y aspiró el humo, lentamente, disfrutando el sabor. – Kyo tiene problemas – empezó.

- ¿Problemas? ¿Sabes donde está? – Alex dio un paso hacia él, angustiada, preocupada ¿qué sabía ese extraño chico de Kyo?, ¿lo había visto? ¿Era Kyo quien le enviaba?

- Tranquilo, solo digo que tiene problemas, pero de momento está bien. No sé dónde está. – mintió, sí sabía donde estaba, había ido a buscarle y lo encontró en la casa de Yagami, pero el joven Kusanagi le había dicho que le diera tiempo, así que de momento no diría el lugar.

- ¿Cómo sabes que Kyo está bien? ¿Cómo sabes que tiene problemas? ¿Cómo? Di – la mirada de Alex era desafiante, firme y segura de sí misma. Quería saber todo lo que pasaba, todo, y no le importaba mucho tener que ser agresiva con su interlocutor para conseguir información, aunque esperaba no tener que hacerlo.

- Lo sé porque lo noto – Kaiji no desviaba la mirada de la chica, esa mirada que llegaba a intimidar a la mayoría de los que se iban a enfrentar a ella, que los helaba – Todos habéis visto como Kyo y Yagami han desaparecido, ¿ne? – una ligera sorpresa en los rostros de todos, ¿cómo podía saber que Kyo había desaparecido junto con Iori? Ese chico no estaba allí cuando sucedió. – Sabéis que es imposible que las personas desaparezcan de ese modo... pero al fin y al cabo, también parece imposible que un chico como Kyo sepa manejar las llamas. La historia que os voy a contar también parece imposible, pero escuchad, porque es la más pura verdad. – calló un momento para absorber de nuevo el humo del cigarrillo y reanudar su conversación. – No sé cómo una especie de demonio entró dentro de Kyo – no dejó un segundo para que nadie dijera nada aunque todos empezaron a tener preguntas sobre eso – ese demonio se llama Azumi, él es el encargado de 'guiar' a Kyo cuando está ciego, por eso a veces no lo parecía. – una ligera pausa para pensar un poco en lo que decía - Por lo que sé Azumi tiene miles de años y alguien ha decidido que ya ha vivido suficiente, ese alguien se llama Namae. No sé porque Azumi no puede salir del cuerpo de Kyo y por lo tanto, si Namae quiere matar a Azumi... Namae tiene que matar a Kyo. – calló, ¿tenía que añadir algo más?

- ¿Azumi? – la voz de Hiroshi, sonaba pensativa. Unos dedos en su barbilla y su mirada pensativa intentando recordar hechos pasados – Ese Azumi... ¡yo lo vi! Es el novio de Raike, ese chico peliblanco que vino con Kyo – recordó al joven que se había presentado como Azumi, pelirrojo, de mirada agradable y sonrisa bonita. Lo recordó con el perro en sus brazos en la casa de Raike, se veía hermoso.

- Si, yo también lo vi estando con Saisyu. Apareció como de la nada para decirnos que Yagami había... – Alex también recordaba al joven que se les había presentado delante de ella y Saisyu, pero calló, fue cuando Azumi les dijo que Yagami había violado a Kyo.

- Es verdad... Kyo mencionó que si volvías a verle lo mataras – fue la voz de Shikai, también pensativa, recordando cuando Kyo se mostró furioso con oír solo el nombre de ese hombre llamado Azumi.

- Pero... si lo visteis... ¿cómo puede estar dentro de Kyo? – Syo estaba algo confundido, él no estaba cuando eso pasó, por tanto se sentía algo perdido entre los recuerdos de sus ahora compañeros. Sí, recordaba al chico de cabello blanco, pero el nombre de Azumi no le resultaba familiar... ¿o sí?. Su mirada quedó pensativa mientras Kaiji se explicaba.

- Por lo que sé, como ese demonio, Azumi, tiene bastante poder, es capaz de hacer que el cuerpo de Kyo cambie para adoptar su apariencia y creo que puede entrar, durante un tiempo limitado, en otros cuerpos y cambiarlos también – estaba seguro de eso, no sabía bien como pero sabía que lo que acababa de decir era cierto. Namae le había instruido levemente sobre Azumi mientras estaba a sus 'ordenes' así que se imaginaba más o menos como debía actuar ese demonio.

- Ya recuerdo – fue la voz de Syo rompiendo lo que Kaiji estaba contando. Había recordado donde había oído el nombre de Azumi – Recuerdo una vieja leyenda. En la mansión Kusanagi hay muchos libros antiguos y leí uno – sí ahora lo recordaba, con algo de imprecisión pero lo recordaba – Hablaba sobre un ser muy poderoso, más que Orochi. En ese libro ponía que ese ser había creado al dios serpiente. Por lo visto Azumi era dueño y señor de todos y todo, él decidía quien debía morir y quien podía vivir para servirle. Pero el nombre Azumi solo salía dos o tres veces, era más conocido como... – se detuvo un momento, pensando en los otros nombres que había leído - ...Señor de la Muerte por sus criados y por El Asesino por los que le temían y se oponían a él. – asintió para si mismo aceptando que esos eran los nombres que había leído - En algunos epígrafes lo ponían como un Dios que se divertía con los humanos. – calló, hacía tiempo que había leído ese libro, necesitaba pensar, recordar lo que allí ponía – Había dos versiones sobre su aparición en la tierra, una era que se creó con el odio que emanaban los humanos y que todo él era un cúmulo de odio y rencor hasta que adquirió forma y poder. En la otra versión se habla de que fue el mismo Dios quien lo creó, para castigar a los humanos por su falta de fe – de nuevo silencio para pensar, nadie decía nada, esperaban pacientemente a que el ninja recordara con suficiente claridad lo que había leído, estaban levemente sorprendidos por las palabras del joven de ojos ámbar – Había varias versiones sobre su desaparición. En algunas decía que era porque Orochi lo había matado, otras decían que se convirtió en humano como penitencia al comprobar todo el daño que había hecho y que murió siendo humano. Solo una decía que Azumi se había mezclado entre los humanos al aburrirse y que ahora vaga por el mundo como humano para juzgarlos. – eso era todo lo que lograba recordar del libro, la verdad es que era más de lo que esperaba. Sonrió para sí al ver la cara de sorpresa de Alex.

- Es la primera vez que te oigo hablar tan seguido – fue lo que dijo la chica al ver la rara sonrisa que le dedicaba Syo, la cual no le gustó en lo más mínimo – No lo vuelvas a hacer, ¿quieres? Me irritas los oídos – la sonrisa burlona en los labios de la joven ninja mientras Syo se levantaba para enfrentársele, pero una mano lo detuvo. Pero antes murmuró.

- Al menos yo leo, cosa que dudo de ti – Alex frunció el ceño, molesta por el sarcástico comentario, pero antes que pudiera replicar:

- ¿Quién escribió ese libro? – era el chico, Akui quien se le había adelantado al hablar, curioso por saber.

El ninja se sentó de nuevo, ignorando las palabras de Alex con un suspiro de desasosiego y haciendo memoria, intentando recordar el nombre del autor de ese viejo y antiguo libro.

- Su nombre era raro, algo como Azraix u Mian o algo así – el nombre le pareció raro al acabar el libro, por eso lo recordaba, un nombre extraño e indescifrable casi.

- Es Azraix u Mianth – una leve sonrisa en los labios de Kaiji, satisfecho por la memoria de su hermano – Azumi escribió ese libro. – acotó, esta vez sin sonrisa alguna pero complacido aun, su mirada se posó en Alex frente a él, escuchándolo, sabía que la ninja lo creía, creía lo que decía, tal vez por no tener otra opción, por ser una idea tan descabellada que solo podía ser cierta - El nombre de Azumi es la abreviación de esas palabras, Azraix u Mianth... Juez y Verdugo.

- ¿Cómo sabes lo que significan? – la voz de Shikai se mantenía suave, con un leve tono curioso mientras lo miraba aun sentado a su lado. Kaiji lo miró, Shikai tenía el rostro volteado hacia él. No se había movido de allí, y parecía no querer hacerlo. La cercanía del rubio lo turbó. Vio sus ojos, uno estaba casi totalmente cubierto por unos mechones dorados que caían sobre su rostro con gracia, como si lo quisieran acariciar. Shikai sonrió y levantó una mano, apartando los mechones y posándolos grácilmente tras su oreja dejando, ahora, que Kaiji pudiera observar sus ojos y eso hizo. Le pareció extraño, no hacía falta ver los labios del ninja rubio para saber que este le estaba sonriendo, los ojos celestes sonreían para él.

- Entiendo el idioma, más o menos – acotó Kaiji, separando su mirada de la de Shikai, sentía algo extraño en el rubio, en su manera de mirarlo.

- Bien, entonces... – la ninja habló después de pensar durante unos segundos en lo que había oído - en resumidas cuentas, Azumi es un demonio que ahora está dentro de Kyo y no sabemos el por qué. Ese Namae quiere matar a Azumi... Pero, si Azumi es tan fuerte... ¿no puede vencer a Namae? – Alex se mostraba preocupada en sus palabras y su tono, ¿Namae sería capaz de matar a Kyo?

- Namae también es poderoso, aunque no se como consiguió tanto poder. Él era el que controlaba a Kaiji, el que hacía que Kaiji estuviera en contra vuestra – le sonó raro hablar de él como si no estuviera, hablar de sí mismo en tercera persona, quizás también era algo divertido o más bien curioso. Vio las caras de los otros cambiar levemente de expresión, mostrando de nuevo la tristeza que vio al entrar en la sala. Todos quedaron en silencio. No le gustaba eso, tampoco esperaba que se encontraran así cuando él muriera, solo esperaba tristeza por parte de Shikai, tal vez también de su hermano, pero... de ¿Hiroshi? Hiroshi el que no recuerda nada de lo que ha hecho el día anterior. Tampoco lo esperaba de Alex, quien a veces le gritaba que no le comprendía cuando él mataba a quien no debía. Aunque... siempre le llamaban amigo... quizás no era tan raro que estuvieran tristes, quizás. Pero eso no quería decir que él estuviera cómodo ante esta situación - ¿Y bien? ¿No vais a ir a buscar a Kyo? – fue la pregunta que hizo Kaiji, se veían patéticos tan deprimidos.

- Sí, tenemos que encontrarle y ayudarle en lo que podamos – la voz de Alex sonó decidida, había jurado que protegería a Kyo y eso haría, no pensaba dejar a su hermano pequeño en manos de cualquiera que pudiera hacerle daño, mientras ella viviera... lo protegería – Empezaremos a buscar, quizás Azumi haya llevado a Kyo a la mansión Kusanagi

- No – interrumpió Kaiji bruscamente – Piensa que Azumi ha llevado a Kyo a un lugar seguro, no a que lo maten. – en su voz sonó una leve burla pero Alex no se sintió ofendida por el comentario - Puede estar en donde Hiroshi vio a Azumi y a Raike o en casa de Yagami – Kyo le había pedido tiempo, pero tampoco estaba en condiciones de darle mucho, era mejor que todos lo encontraran pronto, así, tal vez, estaría más seguro.

- Bien, iremos primero donde Hiroshi vio a Azumi, luego a la casa de Yagami – ordenó Alex asintiendo enérgicamente. Shikai e Hiroshi asintieron mientras Syo solo pensaba en cuanto detestaba esa seguridad en sí mismo que mostraba Alex, simplemente... lo odiaba por ser así. – No se como es que sabes tanto Akui, pero espero que nos lo expliques cuando hayamos encontrado a Kyo. – fue lo último que dijo antes de salir por la puerta, sus pasos decididos, como si hubiera olvidado los recuerdos que esa casa le traía, demasiado preocupada por Kyo como para pensar en eso. Hiroshi y Syo salieron detrás suyo en silencio mientras que Shikai no se levantaba y Kaiji lo miraba con cierta curiosidad. – Shikai, vamos – Alex se giró para ver al rubio ¿qué pasaba?

- Dame dos minutos, ahora bajo – Alex asintió ante las suaves palabras de su compañero, quizás Shikai tenía derecho a unos minutos de soledad para que pudiera pensar en lo sucedido. Los tres ninjas salieron sin decir más.

Kaiji se levantó al fin, cuando ya no vio a los otros tres, y se dirigió hacia la puerta, dándole la espalda al rubio, sin importarle demasiado ¿Shikai quería estar solo? Bien, ya era mayorcito para saber lo que hacía.

- Kaiji -

- ¿Qué? – volteo levemente su rostro y luego arqueó sus cejas – K'so – acabó girándose del todo, quedando frente a Shikai quien se había levantado con una sonrisa al ver como Akui respondía al nombre de Kaiji.

Lentamente alzo una mano para acariciar suavemente el joven rostro que tenía delante. Akui era un par de centímetros más alto que él, sus rasgos suaves, no había marcas de peleas constantes en su piel, nada que pudiera decirle que era un luchador, solo sus ojos, su mirada fría y calculadora.

Sin decir nada se abrazó a él, rápido, rodeando el cuello del moreno rodeando también el largo cabello. Kaiji no hizo nada para evitarlo, solo aceptó el abrazo en silencio, esperando pacientemente..

- ¿Por qué no lo has dicho? ¿Por qué no has dicho que eras tu? – el rubio no se alejó de Akui, lo seguía abrazando cada vez más fuerte mientras este notaba las lagrimas de Shikai en su cuello, húmedas.

- ¿Para que? – fueron las secas palabras que salieron de los labios de Kaiji. No se había movido cuando Shikai lo había abrazado, pero ahora, lentamente posaba sus manos tras la espalda del rubio. No lo diría, pero se sentía bien volver a sentir el cuerpo de Shikai a su lado, su calor, su comprensión.

El rubio se separó pero solo ligeramente lo suficiente para mirar los grisáceos ojos que le devolvían la mirada.

- ¿Acaso no lo has visto? Tu hermano, Hiroshi y Alex... todos están afectados por tu... muerte – los ojos azules mostraban la incomprensión del rubio, no entendía como Kaiji podía dejar que los otros sufrieran así si él estaba vivo, le parecía algo cruel por parte del ninja.

- Pero... eso no es mi problema – la voz seguía siendo dura, monótona en su entonación, dejando claros los pensamientos de Kaiji.

- Tampoco pensabas decírmelo a mí – una ligera molestia apareció en el rostro de Shikai o más bien reproche al pensar en eso, se le hacía imposible estar enfadado con Kaiji ahora que había vuelto pero tampoco le había gustado tener que enterarse él de quien era. Hubiera preferido que su pareja se lo hubiera dicho, que lo confesara.

- ¿Seguro? – una ligera y sarcástica sonrisa apareció en los labios de Kaiji mientras posaba una mano en la barbilla de Shikai y lo acercaba a él lentamente, sin dejar de observarlo.

El rubio se sorprendió primero pero luego cerro los celestes ojos al notar los suaves labios rozar los suyos. Sintió los brazos rodeándolo con más fuerza y dejó que el beso se profundizara. Sus lenguas encontrándose, saboreándose, sintiendo el nuevo sabor de Kaiji, no muy distinto al de antes, dulce, cálido.

- ¡Augh! – Shikai tubo que apartarse al notar como Kaiji le había mordido fuertemente la lengua hasta hacerlo sangrar. - ¿Qué...? – estaba confuso, no entendía porque había hecho eso, ¿por qué esa agresión? ¿había molestado a Kaiji con sus palabras?

Kaiji solo sonrió, burlón. La sangre de Shikai salía de su boca como un pequeño hilo rojo, como si fuera la suya propia. Subió una mano a sus labios, pero sin tocarlos. Su dedo índice se movió, cortando en diagonal, haciendo un ligero corte en su labio inferior, no hizo ningún gesto de dolor al hacerlo.

- ¿Qué haces? – Shikai no entendía, vio como la sangre del corte de Kaiji se mezclaba con la suya que aun estaba en los labios del joven cuerpo. – Dios mío... – de pronto entendió porque lo había hecho y no pudo evitar posar una mano en sus propios labios por la sorpresa, por entender lo que estaba haciendo su pareja.

- Este cuerpo está sano – la sangre aun bajaba y Kaiji se lamió los labios, mezclando aun más ambas sangres – Bueno... ahora ya no – de nuevo la sonrisa burlona en sus labios mientras entrecerraba sus ojos mirando al rubio.

- Kaiji... ¿por qué? – Shikai no lo entendía, no entendía como Kaiji, por segunda vez, se había contagiado el... SIDA - Podrías vivir, podrías volver a empezar cuando yo muriera – su rostro estaba lleno de preocupación intentando expresarse con suaves movimientos de sus manos, de nuevo volvía a sentir la misma angustia que sintió años atrás cuando Kaiji le obligó a contagiarle el SIDA, de nuevo, todo volvía a empezar.

- ¿Qué gracia tiene... – la voz seguía siendo dura pero Kaiji había bajado la mirada, como si no pudiera enfrentar los ojos de Shikai, penetrantes – vivir sin ti? – fue casi un susurro, como si no quisiera que Shikai lo oyera, pero el rubio lo oyó claramente.

- Ahora... morirás – el rubio bajó su rostro tristemente, apenado por la situación y ligeramente ruborizado por las palabras de Kaiji – Ya te he visto morir una vez, ¡no quiero volver a vivir esa pesadilla! – su rostro se elevó, estaba molesto ahora, muy molesto, ¿por qué de nuevo?

- No moriré mientras tu vivas – fue la respuesta de Kaiji, una respuesta tan clara y decidida que parecía ser la verdad, y es que no era más que eso, la verdad, simple y corta.

- ¿Tanto... me quieres? – Shikai sonrió mientras hacía la pregunta, sus ojos húmedos.

No hubo respuesta, Kaiji solo se volteó para salir de la sala. Shikai le siguió con una suave sonrisa en sus labios mientras susurraba un 'Sí', sí, Kaiji lo quería, lo sabía, quizás no lo había dicho pero lo demostraba con su comportamiento.

Vio como Kaiji se detenía en la puerta donde se encontraba su antiguo cuerpo sin vida. Su mirada fija en ese maltrecho cuerpo. No sabía como debía sentirse su pareja, ¿cómo debía ser ver el propio cuerpo muerto mientras sigues vivo en otro?

- Kaiji... – puso una mano en el hombro de su pareja, preocupado por lo que debía estar pensando.

- ¡Shikai, venga, tenemos que irnos! – Hiroshi desde abajo las escaleras veía como Shikai y Akui observaban el cuerpo de Kaiji. Antes él también lo había ido a ver, desesperado, no se creía que Kaiji hubiera muerto, lo sacudió, lo golpeo casi salvajemente, pero no se despertó. No sabía que hacer ahora. Se sentía vacío, sus ganas de reír habían desaparecido y ese tipo, Akui, no le gustaba.

Vio como los dos bajaban las escaleras lentamente, le pareció ver algo extraño en el comportamiento de esos dos, pero no le dio mucha importancia, tenía otras cosas en que pensar ahora. No esperó a que llegaran, simplemente salió antes.

Alex esperaba al volante, habían cogido el coche de Iori por ser menos llamativo, aunque aun se veía el dibujo del emblema de los Kusanagi que había hecho Hiroshi en el capo.

Syo esperaba, en pie, con la puerta trasera abierta y apoyándose levemente en ella, esperando. Hiroshi se puso de copiloto sin que los otros le pudieran protestar, él intentaría guiarlos hacia la casa donde vio a Azumi.

Shikai y Kaiji salieron de la mansión y entraron en el coche por la puerta que tenía abierta Syo, sin decir nada. Kaiji quedó en el medio, entre Shikai y Syo. Alex, al comprobar que todos estaban dentro, arrancó, algo bruscamente, tenía prisa por encontrar a Kyo, estaba preocupada por él, no quería estar lejos del joven Kusanagi, no en estos momentos.

Alcanzaron la carretera principal en pocos segundos y se dirigieron a la ciudad. Hiroshi miraba el paisaje fuera mientras Alex observaba obstinadamente la carretera aunque se sabía bien el trazado parecía no querer mirar a ninguno de sus compañeros en esos momentos.

Shikai no dejaba de observar a Kaiji, le parecía extraño, sabía perfectamente que el chico que tenía al lado era Kaiji, pero el cuerpo era completamente diferente, aunque se alegraba de que volviera a tener el cabello largo, suave. Sin saber como se encontró apartando un mechón que caía al lado del rostro del joven y que no dejaba que viera bien el nuevo y joven rostro. Kaiji lo miró de reojo, una mirada furtiva, pero no era reproche, más bien parecía comprensiva con lo que hacía su pareja, solo esperaba que los otros no lo hubieran visto, pero Syo pudo verlo, claramente, y no lo entendió, ¿qué hacía Shikai? ¿Tonteaba con el chico?

- Akui – Alex, después del largo silencio empezó a hablar. Vio los ojos grises cubiertos por algunos mechones negros mirándola por el retrovisor – ¿Tendremos alguna posibilidad de vencer a Namae?

- ¿Vosotros solos? – el rostro de Akui se inclinó levemente hacia un lado como si no acabara de entender la pregunta – No – Alex sonrió, esperaba esa respuesta, no sabía por qué pero la esperaba. – Pero tranquilo, Azumi quizás pueda ayudaros – una sonrisa algo cruel en los labios de Kaiji mientras lo decía, nadie podía saber lo que pasaría a partir de ahora.

- Azumi... no debe ser tan fuerte si no quiere enfrentarse con Namae – Hiroshi dijo eso mientras seguía con la mirada puesta en el paisaje que empezaba a desaparecer para convertirse en pisos y casas blancos y grises.

- Creo que algo lo ha debilitado, por eso Namae ha aparecido ahora – fue solo un comentario de Kaiji, pero todos estuvieron de acuerdo en eso. Si lo que había contado Syo era correcto, y parecía serlo, Azumi debía tener un gran poder.

- Gira aquí – dijo Hiroshi de pronto, y Alex tubo que frenar bruscamente para poder girar, invadiendo el carril contrario sin mostrarse preocupada por eso.

- Maldita sea – gruño Syo por el brusco e inesperado giro – ¿Ni conducir sabes? – espetó el joven ninja hacia Alex quien solo miro por el retrovisor y aceleró bruscamente disfrutando de ver como la espalda de Syo chocaba contra el respaldo del asiento.

- Es allí – Hiroshi señaló un edificio cada vez más cercano, reconociéndolo, y Alex simplemente frenó frente a este.

- Aquí es donde encontré a Saisyu, claro... aquí fue donde apareció también Azumi – dijo bajando del coche y recordando también el edificio, no esperaba que fuera el mismo y se sorprendió ligeramente. Los demás la siguieron.

- Entremos – dijo la joven rubia mientras empezaba a avanzar hacia el edificio, con paso firme y decidido, no importaba que alguien los viera ahora ¿Kyo estaría allí? Esperaba que sí.

- Alex... – Hiroshi se puso justo a su lado, muy cerca, y empezó a hablarle muy bajo – Cuando... cuando encontremos a Kyo... me iré – Alex no se detuvo al oír las palabras de su compañero, aun que estuvo a punto, ¿cómo que se iría?

- Hiroshi... ¿por qué? – preguntó mirándolo, tampoco alzaba la voz, parecía que Hiroshi solo quería decírselo a ella y aceptaba y respetaba eso.

- Quiero... ir a ver a mi hermana. Estar unos días con ella y... – la voz de Hiroshi no parecía la suya, era apagada, triste. Se le veía tan desolado, realmente la muerte de Kaiji lo había afectado más de lo que ella podía esperar.

- Alejarte de nosotros... – concluyó la joven, acabando la frase de su compañero. Entendía a Hiroshi, aunque le dolía que el joven quisiera dejarlos, no se lo reprochaba. El moreno bajó su rostro asintiendo y murmurando un 'Perdóname'. Alex le sonrió levemente, estaba bien, no pasaba nada, lo comprendía.

Llegaron a la puerta sin decir más, Alex intentó oír algo a trabes de esta pero solo había silencio dentro. Con un gesto ordenó al resto que se pusieran pegados a la pared, al lado de la puerta. Tenían que ser cautelosos. No sabían lo que les podía esperar detrás.

Lentamente y sin hacer ruido abrió.

- ¿¡Qué demonios!? – gritó al entrar, los demás entraron con ella, preparados para luchar.

Todos vieron a Orochi, flotando en medio de la sala de la habitación, un aura azulada a su alrededor. Sus ojos estaban cerrados, su torso desnudo con la marca en él y unos pantalones holgados y blancos.

- Bienvenidos – la voz resonó en la sala, potente, casi insoportable para sus oídos.

- ¡Raike! – grito Hiroshi, todos habían reconocido al chico albino que había acompañado a Kyo a su casa, ¿ese... era Orochi?

- Mi nombre es Orochi – de nuevo la voz resonando – Raike murió hace tiempo

- ¿Qué haces aquí? – gruñó Kaiji, ¿tendrían que luchar con ese dios? No podían vencerle ellos solos y lo sabía, ninguno de ellos estaba en la mejor forma y ese dios era demasiado poderoso.

Orochi no contestó, no tenía porque hacerlo. Su mirada se posó en Hiroshi y extendió su palma hacia él, pronto aparecieron unas llamas azuladas tras el joven moreno, que lo obligaron a echarse hacia delante y Orochi le agarro por la muñeca, levantándolo del suelo sin parecer hacer ningún esfuerzo.

- Bonito tatuaje. – sonrió Hiroshi riendo tontamente - ¿Te parece si nos sentamos y me cuentas como te lo hiciste... ¡tranquilamente!? – lanzó una patada al rostro de Orochi intentando zafarse, pero fue en vano. El golpe no pareció afectar en nada a Orochi.

- Iluso – murmuró el dios con una malvada sonrisa en el rostro observándolo con sus ojos sesgados.

- ¡Ah! ¡No quiero ser un Hiroshi a la brasa! – bromeaba pero sabía que de esta no podía salir muy bien parado. Sentía demasiada presión en el brazo como para liberarse, y menos posibilidades tenía si no tocaba al suelo, sin ningún punto de apoyo.

- ¡Hiroshi! – Alex intentó ir hacia él rápida pero Akui se interpuso, haciéndola detener con una mano frente a la joven.

- ¡Suéltale! – fue el grito que salió de los labios de Kaiji antes de murmurar unas palabras en ese idioma extraño.

Pero antes ya de decirlas Orochi empezó a desaparecer, lentamente, Hiroshi también gritando cualquier cosa contra el dios. Mientras Kaiji hizo aparecer de nuevo llamas rojo sangre en su mano e intentó lanzarlas antes que desaparecieran del todo. Pero no tubo tiempo, el dios ya se había llevado a Hiroshi. El fuego solo consiguió hacer arder la pequeña mesilla y el sillón de la sala, mientras Kaiji caía de rodillas sujetándose la mano. Le ardía, pero esta vez no había restos de quemadura, solo la sensación ardiente.

- ¿Qué ha pasado? – Alex dio unos pasos adelante, hacia donde habían estado Hiroshi y Orochi, no había nada ahora, salvo aire. - ¿¡Qué diablos ha pasado, Akui!? – el tono era muy airado y molesto mientras miraba al joven que seguía en el suelo. Las llamas rojo sangre detrás de ella, quemando aun.

- Orochi se ha llevado a Hiroshi, ya lo has visto – el chico levantó la mirada hacia Alex, sus ojos fríos hicieron que Alex, aun con el fuego tras ella, sintiera un escalofrío. Esa mirada... El chico tenía razones para molestarse, no era culpa suya lo que había pasado, incluso había intentado ayudar a Hiroshi, solo que no lo había conseguido, no había tenido suficiente tiempo.

- Pero ¿dónde? – Shikai se arrodilló junto a Kaiji, mirando la mano herida pero no había rastros de quemadura, aun así parecía dolerle mucho.

- No sé – fue la única y seca respuesta del joven sin mirarlo, solo observando su mano.

- Pero tu... – intentó decir Alex, Akui debía saber de algún lugar. Algún sitio, aunque no estuviera seguro.

- ¡No lo sé! ¡Solo soy un humano, no soy ningún dios! ¡No puedo ver donde esta la gente! – Kaiji gritaba, con todas sus fuerzas - ¡Sé tanto como tu ahora! – calló de pronto, solo unos segundos - ¡Yo debería estar muerto! ¡Muerto! – puso sus manos en su cabeza, le dolía horriblemente. Sentía que este cuerpo aun no le obedecía como debería. Y ahora menos, habiendo usado tanto poder. Le dolía. Sentía que los sentimientos del anterior dueño de ese cuerpo se apoderaban de él, el niño que antes poseía el cuerpo estaba asustado, por eso gritaba, por eso se sentía perdido. Quería detenerlos, pararlo todo, detener esos sentimientos que no eran suyos. No, no quería. Tenía que hacerlo.

Respiró profundamente, relajándose, alejando esos sentimientos que no eran suyos, apartando sus manos que estaban perdidas en el largo y negro cabello. Sintió la mano de Shikai en su hombro, no sabía cuanto hacía que estaba allí, no se había dado cuenta. El rubio estaba muy preocupado, ¿qué le pasaba?

Kaiji gruñó algo y se levanto, iba a disculparse, pero antes...

- Lo siento – Alex le sonrió tranquila, el fuego ya se había casi apagado tras ella – Tienes razón, no puedes saberlo todo. Pero tal vez Azumi lo sepa, ¿ne? – sonrió amablemente, no había sido su intención hablarle así al joven, solo estaba molesta por haber visto como no podía hacer nada para evitar que Orochi se llevara a Hiroshi de su lado.

- Sí, es probable – Kaiji miró a los ojos comprensivos ahora, de Alex, le costaba comprenderla, era una joven extraña. Quizás por eso la aceptaba. Por eso la tenía como amiga.

- Bien, entonces será mejor que no perdamos el tiempo y vayamos a la casa de Yagami-san por si Kyo-sama está allí – fue Syo quien hablo, estaba sorprendido como los otros por todo lo que había pasado, pero intentaba mantenerse calmado, no tenían porque desesperarse como había hecho Alex. Estúpido extranjero.

- Yo no puedo venir – la voz de Akui se oyó, monótona, fría de nuevo. – La estación de tren queda de camino a la casa de Yagami, dejadme allí – no era que se lo pidiera, más bien parecía que se lo ordenaba.

- ¿No vendrás? – la mirada de Shikai se volvió triste al oírlo, incluso Alex y Syo lo pudieron notar.

- No

No dijo nada más, salió del departamento y los otros lo siguieron. Syo no entendía la triste mirada de Shikai hacia Akui, pero Alex empezaba a ver algo extraño en Akui, algo familiar en su mirada, en sus palabras, en su tono... en su comportamiento en general.

************+

En el trayecto hacia la estación no dijeron nada, ni al bajar. Aunque todos siguieron a Akui en silencio y lo esperaron mientras este compraba su billete. Estaban algo desconcertados por lo que estaba pasando, nunca se habían enfrentado a nada parecido a un demonio, ni tan solo habían visto antes a Orochi aunque Kyo hubiera luchado con él y les hubiera comentando por encima que tan fuerte era el dios.

- ¿Dónde vas? – fue la triste pregunta de Shikai cuando Kaiji se les acercó, no quería que Kaiji se fuera... tenían que estar juntos, pero no parecía que su pareja tuviera ganas de quedarse, ¿por qué la prisa? ¿tenía algo que ver con todo lo que estaba pasando con Kyo? Lo acababa de recuperar... para perderlo de nuevo.

- Lejos – fue la única respuesta mientras Kaiji empezaba a andar hacia el anden de salida, el tren ya estaba allí, las puertas abiertas, mucha gente estaba subiendo en ese momento, parejas se despedían abrazadas mientras elegantes hombres de negocios subían con su maletín, chicos con grandes maletas que iban de viaje, a conocer el país... Kaiji decidió esperar hasta que todo el mundo hubiera subido, le molestaba ver mucha gente a su alrededor, le disgustaban los empujones sin querer que se daba la gente con prisas.

- Pero... tienes que quedarte – la voz de Shikai parecía una suplica, pero la mirada de Kaiji seguía siendo igual de fría, igual de dura. Había algo en esa mirada que hacia que Alex estuviera confusa y pronto vio clara la respuesta, aunque era una locura... pero todo lo que les estaba pasando lo era, así que no era tan extraño lo que estaba pensando.

- Oye... – la voz de Alex. La joven se acercó a él, y puso sus labios cerca del oído del joven – Tu saps què sóc {Tu sabes qué soy} – no era una pregunta, sino una afirmación, aun sabiendo que Syo no comprendía el idioma habló flojo. Kaiji asintió y susurro 'Dona' {mujer} Alex paso sus brazos alrededor del cuello de Kaiji este no se movió, sabía bien que no debía hacerlo, Alex ya hacia mucho esfuerzo abrazándolo seguramente de haber correspondido al abrazo la joven se hubiera puesto a temblar, además tampoco tenía ganas de corresponderlo – M'alegro que estiguis viu, espero que algún dia em puguis explicar com ha passat... Kaiji {me alegro que estés vivo, espero que algún día me puedas contar como ha pasado... Kaiji} – se apartó de él ante la mirada ingenua de Syo y sonrió a su compañero en su nuevo cuerpo. Shikai también sonreía, Alex también se había dado cuenta que el chico era Kaiji.

Los altavoces anunciaron la salida del tren y Kaiji empezó a subir.

- ¡Espera! – la voz de Shikai lo detuvo, el moreno se volteo ya dentro del tren, justo en la puerta – Voy contigo – el rubio miro a Alex quien asintió, entendía porque quería irse, era evidente que Shikai no quería estar lejos de su pareja.

- El tren ya va a salir, no te dará tiempo a coger el billete – fue la voz de Syo dura, estaba molesto, ¿por qué Shikai se iba con un tipo que acababa de conocer? ¿Quizás quería borrar el recuerdo de Kaiji tan pronto? ¿Cómo podía hacerle esto a su hermano? ¿Cómo se atrevía a decir que lo quería si se iba con un desconocido?

Shikai se giro hacia Syo... tenía razón, el tren estaba a punto de salir y las taquillas con los billetes estaban demasiado lejos. No tendría tiempo. Bajo su mirada, suspirando tristemente.

- Ten – un billete delante suyo, una mano que lo sujetaba desde atrás, volteo. Kaiji había cogido dos billetes. Shikai sonrió, feliz y cogió el billete rápidamente y subió al tren. Tenía ganas de besar a Kaiji, pero sabía que este no le dejaría, no delante de tantas personas.

- Suerte – dijo Alex, el tren empezó a moverse lentamente. No sabía si los volvería a ver, pero estaba segura que sí, tenía que volverlos a ver, esto solo era temporal.

- Hasta pronto – Shikai se inclinó levemente despidiéndose de los dos ninjas, se sentía algo mal por dejarlos solos, pero no hubiera podido soportar que Kaiji se le fuera por segunda vez.

La mirada de Alex se fijó en los ojos de Kaiji, el ninja vio una especie de suplica en esos ojos verdes de la joven, como si le estuviera pidiendo una confirmación de que volverían a verse.

- Hasta pronto – fue seco, pero suficiente para que Alex sonriera y se despidiera también con una inclinación.

El tren se alejó, rápidamente. Ahora solo quedaban ella y Syo, pero no se sentía sola. Kaiji y Shikai volverían y encontrarían a Hiroshi. Los cuatro siempre habían estado muy unidos, nada los había separado hasta ahora, esto no duraría. Era extraño, curioso, pero sabía que ninguno de ellos podía estar sin los otros.

- Bueno – dijo mirando hacia Syo dejando que el tren se fuera - vámonos

- No me des ordenes – fue la airada respuesta de Syo. No le gustaba que Shikai se hubiera ido con ese chico, no, en nada, estaba molesto por eso, por eso y porque Alex parecía conforme con lo que había hecho el rubio.

- Bien, entonces quédate, me importa poco – la joven levantó sus manos sacándole importancia y empezó a andar y Syo dio unas rápidas zancadas hacia ella y la miró molesto – Es tan fácil hacerte molestar – Alex rió suavemente y Syo se quedó sin saber que contestar. No es que le hubiera gustado el comentario de Alex, pero se quedó parado al ver esa sonrisa, parecía sincera... debían ser imaginaciones suyas.

- Aunque ellos se hayan ido... encontraremos a Kyo y venceremos a Namae – fue lo que dijo el joven desviando la mirada de la chica que dejo de sonreír. ¿Lo harían? ¿Vencerían? Sí, tenían que hacerlo.

Alex se mantuvo pensativa durante el trayecto en coche, pensando en porque Kyo no le había contado nada al respecto sobre Azumi, ¿acaso no confiaba en ella? ¿O es que Kyo pretendía mantenerla alejada de todo? No se lo iba a permitir, juró que lo protegería, estaba bien entrenada, podía vencer a cualquiera que se le pusiera delante, aunque nunca había luchado con un demonio... sabía que podrían vencer. Ella ayudaría a Kyo.

Alex se detuvo a unos cincuenta metros del piso de Iori al ver a una joven de mirada airada y pelo color rojo sangre... Meu, la prima de Yagami Iori estaba allí. La pelirroja se dirigía a la casa de Iori... si encontraba a Kyo allí... ¡Maldición! Si por casualidad el joven Kusanagi estaba allí tendría problemas con esa pelirroja impulsiva.

- ¿Qué haces? – preguntó Syo molesto al ver que Alex frenaba tan bruscamente el auto y aun no acababan de llegar a su destino.

- Tengo que irme. Ya sabes cual es la casa de Yagami, ya volveré – Syo iba a protestar, a decirle que era un cobarde, pero la ninja ya había desaparecido como si el aire se la hubiera llevado.

- Gaijin.

El ninja bajó del coche, muy molesto, ese maldito ninja extranjero había huido como Shikai. Ahora solo quedaba él, bueno no importaba, Alex era una molestia. Mejor que se hubiera ido... ¿verdad?

Avanzó hacia el edificio donde vivía Yagami con pasos firmes y su mirada escrutando las ventanas para intentar ver algo en el edificio que le dijera que Kyo estaba allí.

Vio frente a él a una joven de pelo rojo y le pareció conocida, esa chica no era... ¿una Yagami?

- Hola Syo – una voz a su espalda, un acentuado acento y suficientemente elevada como para que Meu también la oyera y reconociera.

- ¿Quién...? – el ninja se sorprendió, no había notado la presencia de nadie a su espalda. Reconoció a la joven.

- Noir – no fue él quien dijo el nombre de la joven sino la pelirroja, la joven francesa había cambiado su peinado, su cabello ya no era largo, ahora le llegaba a los hombros, pero la hubiera reconocido en cualquier sitio, aun con las gafas oscuras que le cubrían los ojos y no dejaban ver su color. Llevaba una muy ajustada camiseta, que más bien parecía un top por lo pequeña y estrecha que era, de color negro con un ribeteado dorado entre sus pechos. Su falda no era menos provocativa, negra y demasiado corta para él. Unas medias de seda oscura le cubrían levemente las piernas y unos zapatos de tacón de aguja decoraban sus finos pies. Se veía... hermosa. Syo jamás había conocido a alguien así, elegantemente descarada.

- Bonjour Meu, comment allez vous? – saludo la francesa con una sonrisa. Alex tenía que impedir que esa pelirroja entrara en el edificio, y sabía que Noir haría que Meu se olvidara de entrar, al menos durante un momento.

- Maldita francesa – gruñó la joven. Syo estaba algo confuso con lo que pasaba, esas dos se conocían y parecía que a la joven Yagami no le gustaba Noir y lo confirmó al ver como se le lanzaba encima para atacarla. Alex tuvo el tiempo justo para esquivar las llamas púrpura que Meu ya había encendido e intentaban quemarla.

A Meu no parecía importarle mucho que la gente se hubiera detenido para mirar ese fuego púrpura que había aparecido de la nada, aunque por suerte no eran muchos porque el lugar no era el más adecuado para pasear, solo era un barrio viejo con un par de tiendas de ropa y un pequeño supermercado.

- Yo también alegrarme de verte – se burló la joven ninja mientras esquivaba como podía las llamas que no cesaban en su intento de quemarla, no aguantaría mucho y la corta y ceñida falda que llevaba no la dejaba moverse. En un momento las llamas estuvieron a punto de llegar a ella y se cubrió pero sintió como alguien la cogía y apartaba.

De un momento a otro se encontró en los brazos de Syo, él la había salvado, estaba sujetándola en el aire, una mano bajo sus rodillas, la otra tras su espalda. En su mente aparecieron mil insultos en todos los idiomas que le iba a decir por haberse atrevido a cojerla de esa manera.

- ¿Esta... bien? – Syo la dejó suavemente en el suelo, Alex pudo ver el suave rubor que se había posado en el rostro del joven y no dijo nada.

- ¿Quién te ha dado permiso para meterte en medio? – Meu se planto ante los dos ninjas, estaba muy furiosa por la inesperada intromisión, ¿quién era ese descarado que osaba interrumpirla mientras mataba a Noir?.

- No necesito permiso, ¿por qué ataca a alguien indefenso? – Syo habló con voz decidida y dio un paso hacia la Yagami, su mano tendida, protegiendo a Noir. Alex se molestó muchísimo por el comentario, ¿indefensa? ¿Ella? ¿Qué se había creído? Cogiendo algo de impulso salto apoyándose en los hombros de Syo por detrás y pasándole por encima para lanzar una patada al rostro de Meu y seguir golpeándola con golpes rápidos y precisos sin dejar que la pelirroja pudiera atacarla. Syo vio sorprendido como la joven sabía atacar... y muy bien. La técnica que tenía la chica era algo extraña, golpeaba con la mano abierta, era como si usara las manos como cuchillas y parecía hacer efecto porque pudo ver como los golpes rasgaban la ropa y la piel de la Yagami, haciéndola sangrar. Usaba poco las piernas, seguramente por culpa de la falda y de los afilados tacones, solo las usaba para golpes cortos y para atacar las piernas de la pelirroja para conseguir que esta perdiera el equilibrio y tuviera que preocuparse de no caer en vez de preocuparse de atacar a la francesa.

Meu aprovechó un momento entre los golpes para agarrar el brazo de Noir y encenderlo en llamas, cosa que hizo que la chica diera un salto hacia atrás mientras emitía un gemido de dolor.

Syo se le acercó, preocupado por el estado de la francesa.

- Irnos – dijo la joven mientras cogía la mano de Syo con la suya sana y tiraba de él, haciéndolo correr. Meu los perseguía su mirada llena de rabia, no dejaría que la francesa huyera tan fácilmente, antes la había cogido desprevenida, ahora no sería igual.

- Huir carece de honor – dijo Syo mientras Alex no dejaba de tirar de él. El ninja no quería abandonar la lucha, no lo habían entrenado para huir.

- Nosotros no estar aquí para luchar – gruñó Alex, estaba furiosa con el joven, pero intentaba no descubrirse ante él – No carecer de honor huir si se huye para hacer que Meu no ir a casa de Iori – Alex hizo que Syo girara por una calle estrecha, no hacia falta girarse para saber que Meu los perseguía, oía los pasos de la joven tras ellos, rápidos. – Se ha de tener honor, pero honor no tener que ofuscar tu mente de lo que realmente tienes que hacer. Huir no ser de cobardes si con eso conseguir lo que pretendes – Syo se sorprendió con eso, la chica parecía estar convencida de lo que decía y, hasta cierto punto, Syo entendió que lo que decía era verdad, al fin y al cabo estaban allí para encontrar a Kyo, no para luchar. Cuando él se fue de la mansión de Kyo para ir a servir a otros Kusanagi le enseñaron que cualquier enemigo de los Kusanagi debía ser eliminado. Eso había provocado que muchos de sus compañeros muriesen en luchas inútiles.

Recordó un día que había ido a la mansión de Kyo, estaba algo herido. Él y unos compañeros estaban patrullando por una ciudad cuando vieron a un Yagami, por lo que sabía era el hermano menor de Yagami Koji, el padre de Iori. Ese Yagami no tenía descendencia alguna y era uno de los más débiles del clan, andaba solo por un parque oscuro, algo bebido. Los ninjas que acompañaban a Syo dijeron que tenían que eliminarlo, pues era un Yagami y era su deber. Así todos atacaron a ese Yagami pero, aunque era uno de los más débiles, los mató a todos menos a él que había quedado tendido en el suelo, con fuertes quemaduras. El Yagami se le había acercado 'Malditos ninja Kusanagi... te dejaré vivo solo para que aprendas que no debes meterte jamás con un Yagami y para que les digas a tus superiores que el clan Yagami será el vencedor final en esta lucha' eso fue lo que le dijo ese Yagami antes de desaparecer o más bien antes que él se quedara inconsciente.

Cuando le contó esto a su hermano y a los otros Alex se echó a reír, burlón. 'Eres un tonto, si ese Yagami no era importante y no estaba haciendo nada... ¿por qué os metisteis con él?' Syo se molestó muchísimo por ese comentario y Kaiji tubo que detenerlo para que no se peleara con la rubia en el salón y lo dejaran hecho polvo.

'Syo-san, Alex tiene razón' fue Shikai quien lo dijo, sin perder su amabilidad y modales, la sonrisa tranquila en sus labios 'Si no hay motivo ¿para qué pelearse? Además... aunque lo haya, si la situación merece la pena ser arreglada... ¿no es mejor hablar?'

Syo también se molestó con la pareja de su hermano, diciendo que los ninjas no hablaban, que era su deber proteger a los Kusanagi y no entrar en diálogos.

'Oh, bueno, pues los ninja Kusanagi sois estúpidos' fue la insultante respuesta de Alex, a la que él le replicó que ella también era un ninja Kusanagi.

'Nosotros somos ninja de Kyo, no nos insultes' Hiroshi habló mientras reía alegremente y le guiñaba un ojo, Syo intentó que al menos su hermano le diera la razón, lo miró directamente a los ojos, casi suplicándole que hiciera entrar en razón a los demás.

'A mí me gusta matar' empezó su hermano a lo que Syo creyó que realmente lo defendería 'pero eso no quiere decir que yo vaya a buscar pelea estúpidamente' a Syo le pareció como si le hubieran lanzado un cubo de agua fría, su hermano también le daba la razón al gaijin. Aun así se mantuvo firme en su idea que los Yagami eran enemigos y por lo tanto debían atacarlos.

Ahora Noir le había hecho recordar ese día y, aunque le molestase admitirlo empezaba a pensar que su hermano y los otros tenían razón.

Alex encontró la forma para deshacerse de Noir, al menos por un tiempo, al ver un taxi parado en una esquina. Abrió la puerta del taxi y se metió dentro mientras sacaba unos billetes de la nada y se los daba al taxista.

- ¡Arrancar! – grito al taxista que no entendía bien lo que estaba pasando pero que, al ver los billetes, no le importó mucho.

El taxi arrancó, Meu no tubo tiempo de llegar hasta él pero vio la solución en un coche aparcado tras el taxi. Sacó al joven que estaba dentro, arrancándolo literalmente del volante y lanzándolo lejos. Arrancó, empezando a perseguir al taxi con esa maldita Noir dentro.

- ¿Dónde vamos? – preguntó el taxista algo nervioso al ver que un coche los estaba persiguiendo a gran velocidad.

- Usted girar en la próxima esquina y luego ir rápido donde sea – fue lo único que dijo Alex. El taxi giró bruscamente en la esquina señalada por Noir. Solo en unos segundos Syo se encontró siendo empujado fuera del taxi, iba a dar con la espalda al suelo, pero pronto sintió unos brazos en su cintura y vio el rostro de Noir, lo estaba cubriendo, el cuerpo de la chica fue el que chocó contra el suelo. La francesa lo había protegido. Vio como la joven se levantaba rápidamente sin dejar que Syo dijera algo sin ni tan solo protestar por el dolor.

- Correr – fue lo que dijo Alex, Meu no tardaría en girar. Syo le hizo caso y ambos entraron en una pequeña tienda de licores que había justo frente a ellos. El coche donde estaba Meu apareció en el mismo momento, y Alex se alegró que siguiera al taxi, solo esperaba que el taxista no se detuviera. Y parecía que no lo haría, supuso que tener a una pelirroja tras él no lo dejaba parar.

- Noir-san... – Syo estaba realmente sorprendido y preocupado por la joven. No esperaba que fuera tan ágil, pero lo que había hecho era casi un suicidio, podía haberse hecho mucho daño protegiéndolo.

- Estar bien – sonrió la chica mientras sacaba el polvo que se había acumulado en su ropa despreocupadamente. – Ir a por Kyo – dijo al fin, saliendo de la tienda tranquilamente, aun con la sonrisa, como si no hubiera pasado nada. Syo salió tras ella, confuso.

- ¿Cómo sabes que busco a Kyo? – preguntó mientras andaba con pasos acelerados al lado de Noir hacia el edificio donde vivía Iori.

- Oh... yo estar paseando por calle – Alex pensó rápido en la excusa que tenía que dar – y encontrarme con mi primo. Él decirme que buscara a Kyo en piso de Iori y que fuera con chico tonto que iba hacia allí. Luego encontrarme contigo y Meu – sonrió hacia Syo, dulcemente. Nunca estaba de más insultarle. - ¿Tu ser chico tonto? Primo mentirme, tu no ser tonto

- Pero... ¿quién es su primo, Noir-san? – Syo se temía la respuesta, pero no quería pensar que fuera verdad.

- Alex Gaunier – sonrió, intentando que no se notase la burla, la verdad es que se moría de ganas de reír ante la cara de asombro de Syo – Mi llamarme Noir Nuit Gaunier, mi madre ser hermana de padre de Alex. – vio como Syo entrecerraba sus ojos y la molestia se hacía presente en ellos.

- Pues... suerte que no te pareces a él – una leve sonrisa asomó en los labios del ninja, calmándose, no le gustaba Alex, pero porque Noir fuera su prima no iba a odiarla. Le gustaba la joven, era una chica agradable de trato.

- Oh... – Alex lo hubiera golpeado pero se contuvo, dejando que Syo sonriera tranquilo, no se veía mal con una sonrisa.

Ambos anduvieron hacia el edificio, esperando que Kyo estuviera allí.

fin flashback

 

* * *

Continúa

[ Capítulo 54: Descans ]

Todos los personajes son propiedad de SNK
Llegendes de Foc y sus personajes
es propiedad de Artemis
IorixKyo Archive
Diciembre, 2002

Free Web Hosting