Llegendes de Foc
~ Jocs Perillosos ~

Fanfic por Artemis

Capitulo 50: Xiuxiueig de Mort

- ¡Kaiji! ¡No te atrevas a morirte! – Kyo pasa las manos por el frío cristal del parabrisas para acabar hirguiendose un poco, sintiendo el viento helado en su rostro, sacudiendo con fuerza sus cabello. Nota el hombro de Shikai y pone una mano allí - ¡Antes tengo que hacerte entrar en razón! ¿Me oyes? – no puede ser que Kaiji se muera, ya ha perdido a demasiadas personas importantes en su vida. No, no puede perder a otra. Kaiji puede ser frío, distante, indiferente... pero... al mismo tiempo tiene algo que lo hace cálido. Él lo había visto, en un entrenamiento hace ya unos años, Shikai se enfrentaba con unos ninjas recién llegados y Kaiji estaba sentado en el césped, llevaba su largo cabello recogido en una cola, algunos mechones sueltos caían en su rostro y no dejaban ver su expresión. Estaba algo retirado, callado, observando a Shikai. Una ráfaga de viento hizo que por unos segundos los mechones castaños en su rostro se apartaran y lo vio... Kaiji tenia una tenue sonrisa, su rostro sin molestia o indiferencia, sus ojos puestos en Shikai y se veían... cálidos. Hasta ese entonces Kyo no había creído que Kaiji amara a Shikai, más bien pensaba que estaba con él porque... simplemente por estar, porque fue el primero que encontró, pero esa vez... al ver esos ojos... supo que en verdad Shikai era especial para Kaiji y que estaría dispuesto a dar su vida por el rubio. Shikai venció a los ninjas esa vez y le sonrió a Kaiji, su rostro volvía a estar cubierto por los mechones, de nuevo la expresión de sus ojos cubierta mientras Shikai se le acercaba, como pidiendo la aprobación del ninja. Kaiji solo gruño algo parecido a 'demasiado lento' y Kyo no pudo evitar sonreír y acercárseles.

'Lo quieres mucho, ¿ne?' le susurró al oído sin que Shikai pudiera oír, no era una burla, solo una pregunta la cual ya sabia la respuesta pero esperaba una distinta a la que recibió.

'¿No se nota a caso?' tampoco era una burla, solo la respuesta a la pregunta, una respuesta seca y cortante tal y como Kaiji era. Él solo le sonrió. Sí, se notaba.

- ¡Kaiji! – Hiroshi salta hacia el capó, sentándose en el parabrisas mirando el cuerpo de su compañero, sangrando, las convulsiones cada vez más fuertes, la sangre saliendo de sus labios. – Kaiji... te vas a tomar esto – saca una pastilla de sus bolsillos, no es que pueda servir de mucho pero puede hacer que le alivie el dolor, que no lo sienta tan intenso. Ve como Kaiji lo mira, con desprecio, como si lo que acaba de decir fuera una gran estupidez – Shikai... perdona... pero se la haré tragar – dice mirando al rubio, este voltea un poco su rostro, sus azules ojos húmedos. Sonríe levemente, asintiendo y Hiroshi se coloca sobre Kaiji, una pierna a cada lado pero sin sentársele encima. Se pone la pastilla en la boca y luego se agacha, juntando sus labios con los de Kaiji, algo bruscamente hace que el ninja tenga que abrir la boca, siente el gusto de la sangre y cierra los ojos sin poderlo soportar. Suavemente desliza la pastilla hacia la boca de Kaiji y hace que esta vaya hacia abajo lentamente guiándola con su lengua.

Se aleja y ve como Kaiji traga. Sonríe levemente, pero no es la sonrisa juguetona, no, simplemente es una sonrisa triste.

Ve los ojos de Kaiji mirándolo fijamente, tan fríos... pero están perdiendo ese brillo, manteniéndose oscuros pero viéndose reflejada la muerte en ellos.

- Kaiji... yo... te... te lo dije... estando borracho... no... no lo recuerdo – su voz entrecortada, nunca le ha salido bien expresar los verdaderos sentimientos que tiene en su interior y no esa risa, reír es fácil... hablar no. Sus mechones oscuros le cubren sus ojos sacudiéndose con el viento – Te... te quiero – no se atreve a mirarlo, pero quería decirlo... sabe que el haberlo dicho es como una forma de despedirse... pero... ¡no quiere que Kaiji muera! Solo es por si a caso... por si acaso, pero no va a morir, no, no lo hará; su mente repite estas palabras una y otra vez, sin cesar.

Ve una mano de Kaiji moverse, levantarse, hasta su mejilla. Se siente fría, los dedos helados rozándolo tenuemente, temblando ligeramente.

- Baka – susurra Kaiji tan frío como puede y se lo permite la sangre. Su mano pasa de la mejilla a la nariz de Hiroshi y la retuerce.

- ¡Auh! ¡Duele! – grita Hiroshi poniéndose las manos en la nariz, realmente Kaiji ha apretado fuerte aun estando tan débil. Ve la mano caer sin fuerza pero Kaiji sigue mirándolo.

- Idiota... no ves que... estamos... sangrando... y – se detiene un segundo sintiendo su respiración cortarse – y... yo tengo el SIDA – tose un poco y más sangre sale de su espalda, quizás la pastilla le ha ido bien, no nota tanto dolor pero... siente sus ojos cerrarse por momentos y sabe que si los cierra por completo... todo se acabará. Siempre ha dicho que la muerte no le da miedo y ahora... lo confirma. La muerte... el dolor de las heridas... lo tienen sin cuidado, no importan solo es algo que debe pasar... Vives... sufres... sufres más y luego... nada, mueres. Solo hay una cosa que realmente lo preocupa, lo único que le importa, el único que importa... Shikai. Lo mira y ve su rostro con una ligera sonrisa, como si con ella lo calmara... pero no lo necesita, no hace falta, no debe calmarse porque ya lo está, no le importa, no le importa nada salvo esos ojos, esos azules ojos que ahora están húmedos por él... Le gustaría sonreírle, decirle que no importa, que duele pero que no pasa nada... pero no puede... ¿sonreír? Le cuesta tanto hacerlo... y frente a todos... nunca ha sabido. A veces a sonreído sin darse cuenta...

Le sonríe a su hermano pero... es tan falsa esa sonrisa, tan falsa como lo es él, le sonríe porque sí, porque así se lo propuso. No siente nada en especial por él... ¿tiene su misma sangre? Bueno... ¿y que? No le cae mal. Lo ve ingenuo, es alguien con quien puede estar, solo eso, otra de las personas a quien logra soportar. Además... su hermano no está mal... sus ojos ámbar, su corto cabello castaño, su sonrisa... quizás... si Shikai no estuviera... dejaría de lado la sangre que los une para unirse de verdad... igual que haría con Hiroshi... otro pobre desgraciado... ¿lo quiere? Sí, lo sabe. Hiroshi esta enamorado de él, capaz de hacer cualquier cosa por él. Sí, seguro lo haría, bajaría a los infiernos con tal de pasar una noche con él... y casi lo hacen...

Y allí Alex... Alexandra... aparentando ser fría cuando solo es una débil mujer, tan frágil que en cualquier momento podría romperse. Kyo y Shikai la tratan como si fuera de porcelana... tan delicada ella. Tonterías. ¿No quiere que la traten como a un hombre? Pues que asuma las consecuencias. Que deje de lamentarse por su estúpido pasado, por una cosa que paso hace demasiados años, es ridículo y cuando la ve con esos ataques... le vienen ganas de matarla. Es ridículo, Alex lo es, una mujer haciéndose pasar por hombre... una mujer medio loca con ataques de histeria... y... ¿a él le dicen loco?

Pero siempre están esos ojos azules... esos profundos ojos azules que lo hacen sentir... sentir solamente. Y al mirarlos, al saber que solo lo miran... todo desaparece, no hay más... que Hiroshi se acueste con otro... que Alex sufra tanto como quiera... él tiene esos ojos azules, y ese hermoso rostro, tiene a Shikai y todo lo que él querría hacer... desaparece, lo olvida, cambia solo por estar con él. El asesino frío desaparece y solo queda él, Kaiji, horriblemente tímido para sonreírle aun ahora que está muriendo, no puede... solo logra pensar en lo que pensarán los otros en cuan ridículo se puede llegar a sentir. Quiere sonreírle a Kaiji, decirle lo que siente pero... no puede. Lo siente. Pero no puede.

- Ya quise que me contagiaras una vez... ¿recuerdas? – le sonríe Hiroshi volviéndolo a la realidad que lo envuelve – Cuando ese entrenamiento... el que nos burlamos de Syo – ríe un poco al recordarlo, recordar como se burlaron del pobre ninja le hace reír, fue gracioso cuando casi hizo que se cayera al principio.

- Quiero morir... en paz... no te rías tan... agudo – sisea Kaiji y siente como Shikai lo aprieta más contra sí.

- No te dejaré morir – le susurra. No, Kaiji no puede morir, no puede, no ahora. Ahora sabe que lo necesita, ahora sabe realmente de los sentimientos de Kaiji... no puede morirse.

Alex observa la escena de reojo mientras intenta llegar lo antes posible al hospital, está cerca, justo a la entrada de la ciudad, tienen que llegar a tiempo... Su mente recordando a Kaiji sujetándola y apuntándola con la pistola... No se ha movido cuando la ha notado, quizás en el fondo sabía que no dispararía... Kaiji siempre ha cumplido sus promesas, siempre. Muchas veces se ha preguntado que hace Shikai con alguien como Kaiji, la verdad es que no se parecen en nada... aunque... pensándolo tampoco son muy distintos, ambos no se alteran por nada, Shikai siempre con una sonrisa y Kaiji con su rostro mostrando indiferencia; son asesinos y cuando Shikai se molesta puede ser igual o peor que Kaiji.

- Ya llegamos – dice Alex empezando a hacer sonar el claxon y viendo como las enfermeras y doctores salen alertados. Antes que el coche se detenga Shikai ya ha saltado con Kaiji en brazos y lo ponen en una camilla llevándoselo directamente a la sala de operaciones. Shikai responde a las preguntas de rigor de los doctores, en algunas mintiendo pero no importa.

Hiroshi intenta seguirlos pero unas enfermeras lo detienen diciéndole que tiene que vendarse ese brazo y se lo llevan con ellas a la parte de urgencias.

Los otros cuatro siguen en el coche, Alex se apoya levemente en el volante, casi sin creerse que alguien haya podido herir a Kaiji.

Syo está con la cabeza baja, todo el camino ha ido igual, no podía... no puede ver a su hermano muriendo. Como si de levantar la cabeza fuera a morir o como si de no levantarla se hubiera puesto bien. Su hermano es fuerte, ágil, siempre lo ha considerado así, nunca ha pensado en que pudiera morir... sabe que tiene el SIDA pero... no se ha podido imaginar nunca a su hermano muriendo... es como si Kaiji fuera tan fuerte que pudiera sobrevivir incluso a esta enfermedad.

- Se va a poner bien – susurra Kyo más para si que para los otros.

- No lo hará... y lo sabes – la voz profunda de Orochi, bajando del coche – Este morirá y tu perderás a tres ninjas – continua en pie, al lado de la puerta de Alex pero mirando a Kyo.

- ¿Cómo se atreve? – gruñe Syo molesto por el comentario, no va a aceptar que un desconocido hable así.

- Cuando muera... el rubio va a suicidarse y Hiroshi va a tomarse una sobredosis – sonríe – Yo no los conozco y lo sé... aceptarlo – concluye, su sonrisa se amplía mientras empieza a alejarse. Tiene que irse, Kyo lo molesta, lo exaspera, disfrutaría tanto matándolo, tanto. Pero no quiere morir, no por algo así... quizá... con un poco de suerte Kyo se muera solo o Yagami lo mate... claro que luego el tendría que matar a Yagami... otro problema... ojalá se mataran entre los dos.

Alex lo ve alejarse, sorprendida ante el comentario de ese joven... pero... quizás tenga razón... Si Kaiji muere... Shikai no tendrá motivo para seguir viviendo, quizás no se suicide pero... puede dejarse matar por la enfermedad... o algo peor... podría empezar a matar él... y eso... no sabría como detenerlo. Shikai puede llegar a soportar mucho, tiene mucha paciencia, pero... si Kaiji muere... Shikai podría dejar de actuar de la manera agradable en que siempre lo hace, esa sonrisa en los labios podría desaparecer para volverse cruel... pocas veces lo ha visto molesto... y... realmente no desea verlo de nuevo. El rubio se olvida de con quien está, se olvida de quienes son sus compañeros y es capaz de matarlos sin remordimiento, a sangre fría solo por estar a su alcance. Esa mirada cálida se trasforma en un brillo casi de locura. No, Kaiji no puede morir.

- Entremos – dice la joven ninja saliendo del coche y rodeándolo para ir a abrir la puerta de Kyo, pero se encuentra con que Syo ya lo hace quedando de pie junto a Kyo. El joven de ojos ámbar mira fijamente al que fue y para él sigue siendo su señor. Ve sus ojos cerrados, antes ha visto como quería demostrar su orgullo aun estando perdiendo... pero... se siente mal... verlo en este estado, en que no puede defenderse y tiene que ser ayudado... No puede soportarlo, no le parece el mismo joven que conoció hace tantos años, se ve tan... cambiado estando en esta situación. Desvía su mirada para encontrarse con unos profundos ojos verdes observándolo molestos. Ve como Alex posa su mano en el brazo de Kyo, guiándolo mientras lo mira a él con desprecio... de nuevo Alex parece volver a ser ese maldito extranjero que él conoció.

Entran en el hospital y ven a Shikai salir de un ascensor y les sonríe tenuemente. Alex no puede evitar fijarse en su aspecto. El pecho de Shikai esta lleno de sangre aun fresca, cayéndole algunas gotas hacia abajo, sus pantalones celestes también están manchados de ella, casi por completo. Su rostro con algo de sangre. Aunque tenga la sonrisa en los labios claramente se puede ver la expresión preocupada en su rostro.

- Shikai... ¿Kaiji esta... bien? – pregunta la rubia cuando se les acerca.

- Lo están operando... No han querido decirme nada – responde el rubio, su voz triste sus ojos algo rojos. Húmedos.

Syo se le acerca un poco. No es que Shikai le caiga bien... no entiende que vio su hermano en él. Bueno... supone que es atractivo... Si fuera una mujer lo sería, una rubia de ojos claros como pocas hay en Japón. Pero... le parece tan falto de personalidad... bueno... sí tiene... pero es tan sumisa, parece que para Shikai todo está bien. Le digan lo que le digan lo acepta... entonces... ¿qué le vio Kaiji? ¿Quizás es esa sumisión? ¿El saber que puede hacer lo que quiera y que Shikai estará de acuerdo? Por lo que él sabe su hermano no tubo una familia que lo quisiera o lo cuidara, y ahora más sabiendo como estaba... ciego... un niño ciego y despreciado por sus familiares... sus padres... su tío... Kaiji no tubo lo que él... porque al menos él solo tenía madre pero lo cuidó y lo quería... ¿es eso? ¿Kaiji buscaba a alguien distinto a sus padres? ¿Alguien que le demostrara abiertamente que lo quería... que lo quiere?

- UAH!! – un grito fuerte e Hiroshi sale del apartado de urgencias corriendo, dirigiéndose hacia ellos y deteniéndose en seco – ¡Odio las inyecciones! – dice sonriendo.

- Solo las que no te hacen volar, ¿ne? – Kyo sonríe, Hiroshi siempre le hace reír o sonreír... quizás el momento no es el indicado, pero sienta bien. Oye la risa de Hiroshi, no tan fuerte como suele pero también aguda.

- Shikai – Syo sujeta a Shikai que de pronto ha sentido que las piernas no lo sostenían, una oleada de cansancio lo ha invadido, no ha podido descansar bien estos últimos días, pero ninguno lo ha podido hacer. Las enfermeras que hay cerca miran al joven, indecisas entre ir a ayudarlo o no puesto que se levanta ayudándose del hombro de Syo.

- Será mejor que pidamos que nos dejen una habitación – dice Alex viendo que el estado de Shikai no es el mejor.

* * *

Llegan a la habitación que les han dado. Las paredes inmaculadamente blancas, una pequeña cama a la izquierda, apoyada en la pared. Una ventana algo pequeña en frente, sin cortinas que la cubran, las luces de la ciudad dejándose ver por ella. Luces de las calles y algunas en los edificios, gente aun despierta a altas horas de la noche, gente levantada muy temprano en la mañana, un hermoso paisaje de luz y sombra. Al lado de la ventana un diván negro, gastado ya por el uso de las diferentes personas que han estado antes en esta habitación, esperando seguramente a que su hermano, su hijo, su mujer, despertara.

A la derecha hay una pequeña puerta, blanca y no muy gruesa y tras de ella un pequeño baño pensado solo para el uso de las visitas o para el paciente. Demasiado pequeño como para que dos personas puedan estar dentro.

Kyo y Syo se sientan en el oscuro y gastado diván mientras que Shikai y Alex lo hacen en la pequeña cama. Hiroshi decide sentarse en la ventana, abriéndola para que un poco de aire frío entre y se lleve esa olor tan característica de los hospitales, tan penetrante y que a ninguno de ellos le gusta. Demasiados malos recuerdos.

Una pequeña niña rubia llevada de urgencia al hospital para ser operada, un profundo corte en su espalda, muriendo, agonizando, la sangre saliendo de la herida provocada por unos ladrones.

Un chico moreno teniendo que ser reanimado debido a una sobredosis, provocada por la heroína que le dio su madre, muriendo, dejando de respirar por unos segundos.

Un chico rubio lleno de quemaduras y con un disparo de bala en el pecho, junto a él uno castaño acompañándolo en silencio, mientras sentía como le ardía todo el cuerpo.

Un joven castaño con una quemadura de gravedad en los ojos, sintiendo como le ardían, quedando ciego... sin posibilidad de volver a ver después de un segundo intento. Queriendo morir.

Alex lleva a Shikai al pequeño baño, diciéndole que tiene que quitarse esa sangre. Abre el pequeño grifo y moja la punta de una toalla para pasarla por el pecho de Shikai que está cubierto de sangre, aun fresca, algunas partes más secas que otras. El rubio no dice nada, no se mueve, no parece que sepa donde está. Su mirada está perdida en algún lugar lejos de la habitación.

- ¡Hiroshi! – oyen el grito de Syo y salen del baño para encontrarse con el ninja castaño levantado mirando hacia la ventana en donde tendría que estar Hiroshi, pero solo se ven unas piernas, el moreno esta colgado cabeza a bajo, observando los tres pisos que hay bajo él.

- Hiroshi... ¿qué pasa? – pregunta Alex suavemente, sacando la cabeza por la ventana, mirando al moreno colgando.

- Me... – susurra suavemente - ¡ABURRO! – grita al fin, haciendo que Alex vuelva a entrar, tapándose los oídos, ciertamente Hiroshi no puede estarse una hora sin hacer absolutamente nada.

Recuerda una vez en que estaban ellos dos en el despacho de Saisyu, este estaba entrevistando a un posible nuevo ninja, era como todos. Ni alto ni bajo, ni feo ni guapo, nada en especial, además, solo hablaba y hablaba.

De pronto vio como Hiroshi se acercó al ninja sentado frente a Saisyu y le puso una mano en el hombro, su rostro era completamente serio. El ninja se volteó ligeramente para ver a Hiroshi, mal hecho, el moreno le sonrió y le levantó los mechones que caían en su rostro, y escribió, con boli permanente: Aburrido, en la frente del ninja. Luego cayó al suelo riéndose estridentemente como solo él hacia, las lágrimas por la risa salían de sus ojos. Ella tubo que darles la espalda si no quería acabar junto a Hiroshi en el suelo, ese ninja se había quedado quieto sin saber como reaccionar a eso y Saisyu lo mandó fuera. Incluso al jefe de los Kusanagi tubo que aguantarse las ganas de reír por la tontería de Hiroshi... bueno... igual solo era un ninja de tantos, no importaba.

Después de esto todos esperan en silencio, cada uno recordando partes de recuerdos con Kaiji. Shikai recuerda cuando conoció a Kaiji. Syo recuerda ese entrenamiento de hace años, cuando su hermano le dijo que lo sabía.

Alex empieza a recordar cuando los chicos descubrieron que ella era una chica. Estaban los cuatro sentados en un viejo muelle de madera, roída ya por las olas y el paso del tiempo, abandonado, ningún barco o lancha se amarraba a él ya. Era primavera pero aun refrescaba una ligera brisa. Sus pies colgando del muelle, poco faltaba para que tocaran el agua. Hiroshi se tiró con ropa y todo y les empezó a gritar a los otros que hicieran lo mismo, que se tiraran que en el agua se estaba muy bien.

'Alex no lo hará' había susurrado Kaiji levantándose, poniéndose en pie. Alex lo miró extrañada, no sabía a que venía ese comentario.

'¿Qué quieres decir?' preguntó algo ingenua, mirándolo fijamente. Kaiji estaba serio como siempre, no bromeaba solo comentaba una cosa cierta.

'No creo que te vayas a tirar... Gaunier Alexandra' dijo y la empujó al agua y ella no pudo evitar caer, no lo esperaba, no esperaba algo así. Se hundió unos segundos y luego sacó la cabeza solamente. Si salía la ropa le quedaría ajustada y entonces... '¿Qué le pasa, señorita?' dijo Kaiji, Alex se sorprendió, no sabía como era que Kaiji había descubierto que ella era chica. El chico castaño le sonrió levemente y Shikai también, ambos lo sabían, el único que no lo sabía era Hiroshi.

Para sorpresa de Alex todos lo aceptaron medianamente bien, no les importaba que fuera una chica, la trataban igual que siempre. Ningún cambio se observaba... bueno, uno sí. Hiroshi andaba muy despistado a la hora de entrar en el baño, porque siempre entraba cuando ella estaba duchándose, aunque pudo llegar a aceptarlo.

Más adelante supo que Kaiji había investigado sobre su pasado. Sobre ella, sobre sus padres, sobre lo que pasó en su casa, lo había descubierto gracias a ciertos informadores que mantenía y evidentemente se lo contó a Shikai.

El tiempo sigue pasando, todos siguen en silencio, la operación dura mucho, demasiado. Todos empiezan a preocuparse, a ponerse nerviosos.

Oyen como la puerta se abre y ven como un doctor entra en la habitación, todos se ponen en pie, esperando.

- ¿Cómo... está Kaiji? – pregunta Alex, siente que si no lo sabe pronto como ha ido va a darle un ataque de nervios, pero a la vez casi no se atreve a preguntar por que puede que Kaiji...

- Verán... ha habido problemas durante la operación... – explica el doctor casi maquinalmente, como siempre explica a familiares y amigos. Todos abren sus ojos, Kyo también, no puede ser... simplemente no puede ser cierto – Tranquilícense por favor... – continúa el doctor intentando calmarlos. Unos enfermeros entran cuando los llama, traen una camilla y en ella esta Kaiji – El paciente está bien... pero... ha quedado en coma... profundo – explica. Shikai no lo escucha ya, va junto a Kaiji y ayuda a los enfermeros a poner al joven en la pequeña cama, sentándose a su lado y apartando los mechones castaños del rostro del ninja. – Puede que su amigo... no despierte... nunca – continúa el doctor, su mirada dirigida a Alex al ser ella quien ha preguntado.

- Despertará – susurra Shikai acariciando el cabello. El doctor hace una señal a los enfermeros para que salgan y él también lo hace, es mejor dejar que los jóvenes asuman esto a solas.

- Hermano – susurra Syo acercándose también a la pequeña cama y cogiendo una mano de Kaiji.

A lo lejos, viendo la escena desde lo alto de un edificio y sentado tranquilamente en el borde, Namae observa tranquilo.

- Ciertamente... ese ninja es un buen luchador – murmura refiriéndose a Kaiji – Un gran asesino – sonríe levemente, con maldad, mientras sigue observando.

- Claro que despertará! Y solo lo hará para molestarme – grita Hiroshi, no está bromeando su rostro molesto - ¡Lo odio! ¡Tendría que quedarse así para siempre! – continua furioso, sus ojos cerrados sin querer mirar hacia Kaiji.

- Hiroshi... – susurra Kyo cerca de él, preocupado por el ninja moreno. Shikai se le acerca también.

- Solo para molestarte... lo hará, va a despertar – le sonríe el rubio, sabe que Hiroshi no habla en serio, que solo está molesto con Kaiji por haber dejado que lo atacaran de esa forma. Pone una mano bajo la barbilla del moreno y hace que levante la vista hacia él para poder verle los ojos, negros y brillantes. Le acaricia la mejilla tiernamente sin dejar de sonreírle.

- Claro que despertara... Kaiji es muy testarudo – le sonríe Alex también acercándose al ninja, también sonriéndole.

- ¿Estáis locos? – dice Syo soltando la mano de su hermano y girándose a verlos – ¡Kaiji no va a despertar! ¡Está en coma! ¡Maldita sea ¿no lo veis?! – esta furioso, no entiende como pueden decir esto, saben que está en coma saben que no puede despertar que no hay manera y ni tan solo es seguro que si despierta no haya sufrido alguna lesión por culpa de la operación.

- No grites así – una voz y un pequeño golpe en su nuca, reprendiéndolo. Se gira y se encuentra con su hermano, Kaiji, en pie, justo a su lado... ¿cómo?

- Kaiji... – susurra Shikai sin poderlo creer, ninguno puede creerlo, Kaiji está bien. No parece que haya estado en coma, no parece que lo acaben de operar, ni tan solo parece herido.

Kaiji mira a Kyo fijamente y da un paso hacia él.

- Kyo – lo llama, su voz tan neutra y fría como siempre ha sido, como siempre será. El joven Kusanagi levanta la cabeza, pero sus ojos están cerrados. – Te doy una hora – dice solamente Kaiji.

- ¿Cómo? – pregunta Kyo extrañado, ¿una hora? ¿para que? ¿qué es lo que dice Kaiji?

- Tienes una hora para huir, luego... empezaré la cacería y... te mataré – dice el ninja castaño sencillamente. Kyo abre los ojos por la sorpresa, ¿qué le pasa a Kaiji? El ninja se le acerca silencioso hasta quedar solo a un paso de Kyo.

- No es nada en contra tuya – susurra, flojo para que solo Kyo lo oiga – Es por Azumi – concluye. Kyo entrecierra sus ojos un momento. Para abrirlos completamente.

- ¿Ha sido Namae? – susurra también, no es conveniente que los otros lo oigan

- Sí... Azumi – dice el ninja mirando fijamente los ojos ahora rojos que lo observan, cubiertos por el cabello castaño. Sabe que es Azumi, Namae le ha contado parte de la historia y por tanto sabe quien es Azumi y sabe los poderes que puede tener... aunque realmente no le importa demasiado, es un demonio... ¿y que? Incluso los demonios pueden morir.

- ¿Por qué? – pregunta, esta vez Kyo, Azumi ha dejado que oyera lo que ha dicho Kaiji, y no entiende porque su ninja quiere matar a Azumi y porque para hacerlo debe matarlo a él.

- Tienes una hora Kyo... luego... prepárate – dice el ninja alejándose de él y ya en voz alta para que los otros lo oigan. Se dirige a la ventana y salta por ella.

- Kaiji – Shikai se acerca a la ventana y mira al exterior, no hay ni rastros de Kaiji en ningún sitio, ni tan solo le ha dicho nada cuando ha despertado, no entiende que es lo que le está pasando, nadie lo entiende.

* * *

- Eres el perfecto asesino – susurra Namae desde lo alto del edificio. Sus ojos entrecerrados observando la ventana donde el rubio mira para buscar a Kaiji. Sonríe ligeramente, satisfecho.

- Sí, lo soy – dice Kaiji en pie a su lado observando a Shikai también viendo como el rubio lo busca. 'Por ti' piensa, por un momento su rostro, siempre frío, se vuelve triste.

- Lo sé, por eso te escogí, por eso te he curado... del todo – dice Namae levantándose y acercándose a Kaiji. Levanta una mano y aparta los mechones del rostro del ninja para ver sus ojos, ahora son dorados... Una... marca que él mismo le ha puesto, ahora verá todo lo que Kaiji vea y podrá notar lo que el ninja note. Su mano desciende posándola bajo la barbilla del ninja quien solo lo mira fríamente. – Un hermoso asesino – le susurra acercándose a él y besando los labios del ninja. Se separa lamiendo la sangre en sus labios, sonriendo y mirando a Kaiji. El ninja lo ha mordido, interesante.

- Yo no entro en el trato – dice el ninja fríamente sin dejar de mirarlo. No tiene ningunas ganas que este lo que sea, lo toque. Han hecho un trato, sí. Matará a Kyo, también. Pero no va a soportar que le ponga las manos encima por mucho que pueda hacer lo que le ha prometido.

Namae solo sonríe, es un ninja muy interesante, tan frío... no parece sentir nada por nadie... pero las apariencias engañan muchas veces.

Kaiji lo mira un momento para luego saltar del edificio. Namae puede ver como el ninja baja saltando por las pequeñas terrazas. Sonríe, si Kaiji no mata a Azumi al menos se habrá divertido un rato y podrá comprobar como tiene los poderes el demonio, aunque puede imaginarse que no está en su mejor forma.

* * *

- Kyo... ¿por que Kaiji ha dicho eso? – pregunta Shikai mirando de nuevo dentro de la habitación, no hay rastros de Kaiji fuera, no sabe donde está.

- No lo sé – miente el joven Kusanagi, no les puede decir que es por Azumi, no... sería demasiado extraño para ellos.

- Tienes que saberlo... Kaiji prometió que no te atacaría, lo prometió. No creo que él te quiera matar sin un motivo – dice Shikai molestándose con Kyo, él tiene que saberlo... y no quiere explicarlo y no piensa aceptarlo.

- Ya sabes como es Kaiji, Shikai – explica Kyo intentando calmar al rubio, entiende que se ponga así, pero este no es el momento para contarles. No aun. – Él nunca ha tenido motivos para atacar a nadie, y una promesa es fácil de romper – concluye el joven Kusanagi, sus palabras firmes, no quiere que le pregunten más, no tiene ganas de mentirles.

- ¡Sabes perfectamente que él mantiene sus promesas! – grita al fin el rubio, no va a aceptar que Kaiji quiera matar a Kyo porque sí. No, no lo haría. Kaiji no rompería una promesa por que sí. Tiene que haber un motivo, tiene que haberlo.

- Shikai... tranquilo – susurra Alex a su lado, poniéndole una mano en el hombro para que se calme, ella tampoco entiende que es lo que está pasando y también le resulta difícil de creer que Kaiji rompiera una promesa así como así.

- En verdad no sé porque lo hace, créeme – dice Kyo abriendo los ojos, amarillos, muy claros. Ahora puede volver a saber donde están, ahora Azumi vuelve a estar con él. Shikai ve como Kyo parece mirarlo, su rostro se ve triste... hay un motivo... seguro... pero Kyo no quiere decirlo.

- Está bien... pero ahora tenemos un problema – dice algo flojo – Kaiji es bueno, tendremos que vigilar que no se te acerque – hay una sonrisa en sus labios, no va a dejar que Kaiji mate a Kyo, está dispuesto a detenerlo, pero será difícil y lo sabe...

- Pero... ¿cómo? – dice Syo mirándolos – Kaiji es muy bueno, no lo podremos detener si no lo... – se detiene bajando la vista al suelo... los otros saben lo que quiere decir... Si no lo... matan.

- Alguna manera habrá – sonríe Hiroshi – Somos buenos, y somos cinco contra uno, será fácil – ríe un poco burlón, sabe perfectamente que no será nada fácil, pero... lo intentarán, tienen que conseguir detener a Kaiji sin matarlo, porque él no está dispuesto a hacerlo ni va a dejar que ninguno de los otros lo haga. Aunque sabe que ninguno quiere matar a Kaiji... Shikai el que menos. Syo no mataría a su hermano. Quizás Alex... pero sabe controlarse y solo tendría que ser en un caso extremo, Kaiji es su amigo.

- Sí, nosotros te ayudaremos Kyo – sonríe Shikai dulcemente. El joven Kusanagi asiente y sonríe.

- Entonces... vámonos – dice Alex solamente, tienen una hora, no es mucho tiempo pero sabe que Kaiji respetará lo que ha dicho.

* * *

Kaiji llega a bajo, a la entrada del hospital, mirándola por un momento. Se apoya en la pared, justo al lado de la puerta y nota como una camisa blanca aparece cubriéndolo, es de seda, holgada, suave. Mira hacia el edificio donde esta Namae... ha sido él.

Ve a Hiroshi salir corriendo y saltar dentro del coche sin darse cuenta de su presencia. Luego sale Syo y detrás suyo Alex junto con Kyo, una mano del ninja en el brazo del joven Kusanagi. El último es Shikai, observa su cabello dorado brillando por la luz del sol que empieza a salir ya, lentamente elevándose por entre los edificios.

- Creía que te habías ido, Kaiji – dice Kyo en voz alta, deteniéndose y girándose hacia donde sabe que está Kaiji. Se siente bien al poder volver a notar cada detalle. El aroma de Kaiji es sutil, como él, casi imperceptible, pero aun así puede sentirlo, es agradable pero muy suave.

Todos voltean también viendo al ninja apoyado en la pared observándolos.

- ¿Así pretendéis protegerlo? – se burla Kaiji refiriéndose a que no han notado que estaba allí, una ligera sonrisa sarcástica en sus labios.

- Nos has dado una hora Kaiji, tenemos tiempo – le sonríe Alex mirándolo tranquila. No, Kaiji no los atacará ahora, no aun.

- Kaiji – lo llama de nuevo Kyo, dando unos pasos hacia el ninja, hacia donde sabe que está, separándose de Alex. Kaiji también se le acerca, con un simple y silencioso salto. Quedan los dos muy cerca, a menos de un paso. - ¿Puedes decirme por que lo haces? ¿Por qué rompes tu promesa? – le pregunta, sonríe tenuemente.

- No, no puedo... Bueno, más bien no quiero. Tengo mis razones Kyo – susurra el ninja lentamente, no va a decirle, no piensa hacerlo.

- ¿Sabes a que vas a enfrentarte? – una ligera sonrisa burlona en los labios de Kyo mientras Kaiji lo observa, la indiferencia mostrándose en sus ojos.

- A ti... demonio – responde al ver de nuevo los rojos ojos de Kyo, Azumi de nuevo asume el control del cuerpo del joven Kusanagi. Pero no le importa, puede ser un demonio pero... él es bueno y silencioso, ha sido un asesino toda su vida, desde siempre. Ha matado a muchas personas a lo largo de los años: niños, hombres, mujeres, vendedores de drogas, altos empresarios, hombres pobres, hombres ricos... no importa a todos los ha matado, solo añadirá un demonio a su lista. Puede ser difícil, puede ser muy complicado, pero no es imposible. Los años le han enseñado a no subestimar a nadie, pero también le han enseñado que cualquiera, por muy defendido que esté, por muy protegido que pueda parecer, siempre hay un momento de debilidad, falta de atención... y ese momento es el justo para atacar. Rápido. Silencioso. Acabar con una vida. Traspasar la carne, sentir como cede ante el cuchillo. Ver esa sangre salir sin control, sin poder ser detenida. Ver el cuerpo rodeado de rojo. Ningún movimiento. Sangre saliendo. Hermoso.

- Sí, justamente – sonríe Azumi, como siempre hace, una sonrisa tranquila, algo despreocupada tal vez. Sabe quien es el ninja, sabe todo lo que hace referencia a Kaiji, y sabe que es algo extraño... pero no le parece loco, solo es eso... extraño. – ¿Sabes cuantas opciones tienes de poder matarme? Son casi nulas – mira fijamente a los ojos del ninja, no está molesto con él... pero sí con Namae.

- Casi... pero no nulas del todo – contesta Kaiji con una muy leve sonrisa – Con el tiempo he aprendido que nada es imposible – su sonrisa algo sarcástica mientras no aparta la mirada de esos ojos rojos tan intensos que se la devuelven.

- Quizás tengas razón... – susurra Azumi mientras cierra los ojos y al volverlos a abrir de nuevo son de ese color amarillo, tan claros, muy sutilmente perdidos en la nada, en la oscuridad. – Pero... Kaiji ¿en verdad vas a romper tu promesa? – esta vez es Kyo quien lo susurra, preocupado, ha podido oír todo lo que decían Azumi y Kaiji – Siempre las has mantenido... nunca has roto tus promesas, es... el poco honor que te queda – sonríe tristemente pensando en cuan de honroso debe ser atacar a la gente por la espalda, a traición. Lo único, lo poco que le queda de honor a Kaiji es que siempre ha cumplido y respetado sus promesas y nunca las había roto... al menos hasta hoy.

- Solo son palabras... además... no eres tu a quien quiero matar – replica Kaiji, su tono neutro y frío – Es a Azumi, solo que por suerte o por desgracia para matarlo a él tengo que matarte a ti – ningún sentimiento se refleja en sus palabras, no hay rastros de pesar o dolor, simplemente palabras vacías de quien parece tener un corazón vacío. – Hasta dentro de una hora – susurra finalmente, volteándose y yendo en dirección a un callejón al lado del hospital, ignorando las palabras de Kyo.

- Kaiji – lo llama Shikai, siguiéndolo. El joven ninja castaño se detiene en el callejón, esperando al rubio. Lo mira fijamente, frío, Shikai no se intimida, solo se le acerca – No puedo dejar que mates a Kyo – le susurra suavemente, una ligera sonrisa en los labios del rubio mientras mira a su pareja.

- Hn – un ruido seco de la garganta de Kaiji – Para detenerme tendrás que matarme – contesta, no está molesto, sabe que Shikai defendería a cualquiera de sus amigos, es... natural en él intentar proteger a todos.

- Hay otras maneras Kaiji... – susurra en reproche, acercándose más – Dime porque lo haces, déjame intentar entender tus motivos – continúa, la sonrisa lentamente desaparece para mostrar un rostro triste y angustiado – Si me amas... si sientes algo por mi... por favor deja que entienda el porque – susurra levantando su mano y acariciando la mejilla de Kaiji, apartando algunos mechones del rostro del ninja castaño.

Kaiji hace un movimiento rápido y rodea la cintura de Shikai con un brazo, acercándolo a él, sintiendo el cuerpo del rubio junto al suyo. Acerca sus labios al oído de Shikai que siente la respiración de Kaiji, suave, acariciándolo.

- Tengo... mis motivos – susurra y muerde ligeramente la oreja, sensual, no puede saber que pasará a partir de ahora. ¿Morirá? No lo sabe, no le interesa mucho, pero prefiere despedirse así de Shikai, a solas. – Lo siento – las últimas palabras antes de alejarse de su pareja y dejarlo solo, saltando de nuevo para desaparecer en la oscuridad del callejón.

Shikai solo suspira, bien, Kaiji tiene sus motivos... solo espera que sean buenos... y aunque lo sean... no va a dejar que toque a Kyo. Da media vuelta y sale del callejón en silencio. Puede ver la mirada de los otros. Todos están ya en el coche, Alex de nuevo frente al volante, Kyo a su lado.

Sube sin decir nada.

- Bien... ¿Dónde podremos escondernos de ese? – pregunta Hiroshi sonriendo y refiriéndose a Kaiji.

- Sé de un sitio – susurra Alex arrancando el motor y suspirando... solo espera que el lugar sea el más indicado y que no pase nada.

* * *

El sol de la mañana entra lentamente por la ventana, acariciando con su luz los ojos del pelirrojo, haciendo que despierte. Sus ojos se abren lentamente y lentamente vuelve a la realidad. Se sienta en la cama recordando lo que ha pasado en la noche... los gritos de Alex... ni tan solo la ha tocado casi y Alex ya se ha puesto histérica... Todo por culpa del maldito Kusanagi.

Pasa una mano en su cabello, perdiéndola por los largos y rojos mechones... ve una sombra... no la había visto antes y levanta la mirada hacia la ventana. Ve a un joven sentado en ella, su espalda apoyada en el marco, un libro en sus manos que lee pacientemente, incluso parecería sumergido en la lectura. Su cabello es castaño, corto, pero largos mechones caen frente a su rostro, cubriéndolo, sin dejarlo ver claramente.

Iori se levanta ¿cómo se atreve un desconocido a entrar así en su casa? ¿cuánto hace que está?

Nota como el tipo gira levemente su rostro y lo observa por entre los castaños mechones, su rostro le resulta levemente familiar.

- Ya era hora – susurra Kaiji viendo al pelirrojo ante él, se levanta, poniéndose en pie para mirarlo fijamente a los ojos. Iori puede ver la cicatriz en la mejilla de Kaiji, es el tipo que acompañaba a Kyo en la moto... aunque tenía el cabello largo... y el color de los ojos... ahora son dorados pero le pareció que los tenía castaños la primera vez que lo vio.

- ¿Qué haces aquí? – pregunta el pelirrojo sin muchas ganas, ¿también Kyo ha enviado a este? ¿qué pretende ahora?

- He venido a proponerle un trato, Yagami-san – dice fríamente Kaiji, dejando el libro en la mesa de la habitación. Iori puede leer el titulo de reojo 'Hamlet' ¿Hamlet? ¿Que hace un tipo como el que tiene en frente leyendo esto?

- ¿Cuál? – dice sin demasiado interés ¿qué clase de trato podría proponerle? ¿dejar a Kyo en paz a cambio de algo?

- Puedo decirle donde está Kyo – susurra Kaiji, una ligerísima sonrisa en sus labios al ver una ligera sorpresa en los ojos de Iori.

- ¿A cambio de que? – pregunta el pelirrojo cruzándose de brazos sin creerse que el joven frente a él quiera decirle donde está Kyo... por lo que él vio eran amigos... no puede creerse que le esté hablando en serio... debe ser algún truco, una trampa quizás.

- A cambio de... que me ayude a matarlo, claro – los ojos dorados brillan con cierta maldad mientras no dejan de observar a Iori quien frunce levemente el ceño al oírlo.

- ¿Tu no eres amigo de Kyo? – pregunta sin entender esta clase de trato

- Sí, además soy uno de sus ninjas... Alex es mi jefe – la leve sonrisa se amplia un poco más, con cierto aire de maldad o quizás locura en ella. Iori aun se extraña más, no entiende entonces que hace este ninja traicionando a Kyo, y decirlo tan claramente, admitir que Kyo es su amigo y decir que quiere matarlo. – Bien... ¿qué dice? – pregunta Kaiji para que Iori le conteste rápido, ya quedan pocos minutos para empezar a buscarlos, para que empiece la cacería.

- De acuerdo – acepta Iori pero sin confiar mucho en lo que le dice el ninja – Pero... si yo mato a Kyo... tu tendrás que hacer otra cosa – una leve sonrisa cruel en sus labios mientras mira fijamente a Kaiji que no se inmuta.

- Usted dirá – solo susurra para que Iori siga con lo que iba a decir.

- Yo mataré a Kyo y tu... matarás a Alex – su sonrisa se amplia al notar una muy leve sorpresa en esos ojos dorados que hasta ahora lo miraban tan frío, pero solo es un segundo porque rápidamente la expresión vuelve a ser la misma... fría, distante.

- De acuerdo – dice secamente para sorpresa de Yagami - ¿Nos vamos? – dice algo impaciente... el tiempo se termina y quiere empezar a buscar ya. Nota la mirada algo curiosa de Yagami, quien no esperaba esta clase de respuesta, como mínimo esperaba que lo pensara. – Ah... y por si se le ha olvidado... mi nombre es Kaiji – susurra sin mucho interés saliendo por la ventana – Le espero a bajo – y desaparece. Iori no puede dejar de preguntarse si esto es una trampa o alguna especie de truco, no puede pensar que sea nada más... aunque... si fuera una trampa el ninja este... no tendría que haberse presentado como amigo y subordinado de Alex... no tiene sentido.

Bien... tanto si es una trampa como si no, irá. Abre su armario y se cambia de ropa... como pueda va a hacer pagar a Kyo por haberse burlado de él, aunque tenga que caer en una trampa para lograrlo.

Baja al parquing donde está su coche y allí encuentra a Kaiji, esperando en pie a que llegue. La mirada del ninja esta puesta en el capó del coche pensando en que Hiroshi a veces, solo a veces, si tiene toques de humor, el sol está perfectamente dibujado y centrado en el capó del descapotable negro.

Se gira para mirar a Yagami que abre la puerta y pone las llaves en el contacto para arrancar.

- Bien... ¿a dónde? – pregunta mirando al ninja de reojo. Kaiji piensa durante un segundo, sabe de dos lugares donde pueden haber ido... y está convencido que en uno de ellos están.

- A la mansión Kusanagi – susurra mirando a Iori, girando su rostro para verlo mejor. Ve un ligero desagrado en la expresión del pelirrojo, pero aun así este arranca el coche y se dirigen a la mansión.

* * *

- Ya... hemos llegado – dice Alex entrecortadamente, aparcando frente a una gran casa, justo al lado del mar, al borde de un acantilado. Las paredes grandes, decorados marcos alrededor de las puertas y ventanas.

Syo observa la hermosa decoración, grandes ventanas. Un jardín bastante grande antes de llegar pero algo abandonado, flores creciendo sin ser cuidadas, sin quedarse en su sitio siendo invadidas por plantas de otro tipo, pero aun así es bonito verlo rodeando la casa o casi mansión, sin ningún otro edificio rompiendo la belleza del lugar.

Mira de nuevo la casa, dos columnas ante la puerta, grandes, lisas. La puerta es grande, batiente, lujosamente decorada con finas lineas para dar un toque delicado a su grosor.

- ¿De quien es? – pregunta Syo bajando del auto con los otros.

Alex se coloca al lado de Kyo, ofreciendo su hombro para guiarle, su rostro triste. Kyo puede notar la tensión de la joven, sabe donde están, puede sentir el aroma del mar y oír las olas golpear, metros abajo, contra las rocas, con violencia. El viento llevando un rastro de sal.

- Es la casa de Alex – murmura Kyo, la última vez que vino fue porque obligó a Alex. Ni tan solo llegaron a pasar el marco de la puerta cuando Alex empezó a recordar, a gritar, encogiéndose sobre sí misma pidiendo que la soltaran, realmente... se sintió muy mal al ver que por culpa de su cabezonería Alex había recordado, jamás quiso hacerle daño, y sigue sin querer hacerlo. Ahora le preocupa que la joven entre de nuevo en la casa. – Alex... - susurra el joven - ¿podrás? – pregunta, si esa vez no aguanto... no cree que ahora lo pueda hacer. Cuando los recuerdos vuelven, Alex pierde el sentido de donde está y con quien...

un profundo suspiro por parte de la ninja y empieza a andar lentamente.

Shikai la mira preocupado... pensando en cuan difícil debe ser esta situación para ella.

Hiroshi simplemente silba mientras anda haciendo la vertical hacia la puerta.

Syo observa la estupidez del moreno y no entiende la preocupación que ve en los rostros de Shikai y Kyo-sama.

Llegan a la puerta y Hiroshi la abre con una ganzúa perdida que ha encontrado en sus bolsillos, sonríe al pensar que algún día bien podría encontrar una limousine o una 500cc. Shikai y Syo entran detrás de él en silencio.

Alex se detiene en el marco de la puerta, Kyo con ella, y empieza a sentir como la joven ninja tiembla, todo su cuerpo, como una hoja.

- Al – la llama con una ligera sonrisa tranquilizadora.

- No me llames así – le responde la joven, pero su mirada está perdida en el recibidor, algo oscuro. Un par de sillas de madera con el asiento y el respaldo cubiertos con una suave tela roja. Una puerta corrediza, de fina madera a su derecha. Frente a ella unas escaleras, amplias.

Las escaleras por las que bajó para encontrarse con esa puerta abierta y sus padres agonizantes, junto con esos hombres de negro.

- Pa... pare {Padre} – susurra la joven muy flojo, oyendo de nuevo a su padre suplicar para que la soltaran, viendo de nuevo la sangre, notando las manos recorriendo su cuerpo sin importar hacer daño o no, repugnantes.

- ¡Yo! ¡Alex! – sus ojos se abren volviendo de golpe a la realidad, sintiendo ganas de taparle la boca a Hiroshi para que no le grite cerca del oído, pero... no ha sido el moreno quien le ha gritado, sino Kyo, que ahora le sonríe picaramente... Esa sonrisa... la misma que años atrás cuando se divertía molestándola sin parar, sin dejarla respirar casi. Ese Kyo tan lleno de vida y siempre sonriente aunque ella le gritara... ese Kyo que la calmaba cada vez que los recuerdos volvían a ella en cualquier momento... igual que ahora.

- Baka – dice pero en tono cariñoso, sin molestia – Será mejor que nos preparemos, ya se terminó el tiempo... Kaiji ya debe estar buscándonos – dice volviéndose su rostro serio – Subiremos al desván – dice la ninja empezando a entrar, dirigiéndose a las escaleras. Por un momento todo se nubla ante ella, viéndose a ella misma cuando era pequeña, bajar las escaleras con miedo al oír los gritos de sus padres – Si us plau no – susurra deteniéndose antes de subir, viendo como la niña rubia de cabello largo pasa a trabes de ella, un fuerte escalofrío la recorre. La niña entra en el salón. - ¡No! – grita cayendo al suelo, los hombres cogiendo a la niña, los hombres cogiéndola a ella ahora, tocándola sin control, todo su cuerpo siendo recorrido por esas manos – ¡Deixeu-me!

- Alex... – Kyo se arrodilla a su lado, sintiendo como Alex se desmorona por momentos. No deberían haber venido.

Los otros ninjas miran la escena preocupados. Syo no entiende que pasa con Alex, todo el orgullo que le demuestra siempre... ahora es sustituido por el miedo... pánico.

- Kyo – lo llama Alex – Haz que se vayan – le suplica mezclando los recuerdos con la realidad – Que no me toque – Kyo pone una mano en el hombro de Alex, buscando la nuca de la joven y la atrae hacia si suavemente.

- Cálmate, ya no están,... todo pasó – le susurra al oído, meciéndola levemente, oyendo los sollozos de Alex.

- No dejes que se acerquen – susurra tan flojo que casi no puede oírla – No dejes que Iori me toque – Kyo se queda quieto, sus músculos en tensión ¿Yagami? Acerca más a Alex contra sí... Yagami ¿habrá sido capaz de...?

* * *

Yagami acelera por la carretera, en dirección a la mansión de los Kusanagi. Este ninja puede estar mintiendo, llevándolo directamente a una trampa pero... da igual, si es una trampa le matará... y luego hará lo propio con Kyo.

Llegan a la entrada de la mansión, las grandes rejas abiertas. Iori se dispone a dejar el coche aparcado, algo alejado para que no lo puedan ver.

- Entre – le dice Kaiji – Entre con el auto – Yagami lo mira sin entender... ¿está loco? Todos los atacarán, él es un Yagami... Sonríe... ¿qué más da? Entra con el auto, su vista observando los alrededores. Siente la presencia de los ninjas, observándolos, escondidos entre las sombras. Kaiji no parece afectado, un brazo apoyado en la puerta y su mirada fija al frente, sin darle interés a los ninjas que los observan... ¿o no los nota? Debería hacerlo... si es un ninja debe saber que los observan. – Gire allí – le señala un camino algo estrecho entre los arboles, aunque se puede pasar con el auto. Lo coge para llegar a una casa escondida entre los altos arboles.

Para el coche, Kaiji ha desaparecido. Maldito... siente la presencia de los ninjas, decenas de ellos, una trampa... era de esperarse. Enciende su fuego pero ve como la puerta de la casa se abre, Kaiji. Y lo deja pasar con suma indiferencia ante todo.

Entra, viendo los sillones alrededor de una mesa, y esta está llena de drogas de cualquier tipo.

- No están – dice Kaiji secamente. Yagami ve que hay un diario y una cinta de video en las manos del ninja.

- ¿Y esto? – pregunta burlón. Kaiji abre el diario y arranca una fotografía de él y Shikai, poniéndola en un bolsillo de los pantalones.

- ¿Podría quemarlo? – dice tendiéndole el diario y la cinta con suma indiferencia. Iori lo mira, primero a él, luego a sus manos, el diario, viejo, al igual que la cinta – Son... solo recuerdos – continúa Kaiji al ver que Yagami no se mueve. – Solo son recuerdos... – repite, tan flojo que ni Iori puede oírlo... no sabe porque empezó a hacer el diario... Bueno, sí, hacía diarios con todas sus victimas pero... jamás habían ocupado tanto, nunca llegaron a las cinco paginas. Solo eran cuatro fotografías con sus respectivos apuntes sobre la victima en cuestión... y ahora la víctima era Shikai, pero no había modo de matarlo, ya lo ha comprobado. Si antes no ha podido hacerlo, en la habitación... tampoco lo hará más adelante. Recuerda las miles de veces que Shikai le ha dicho que lo amaba, tan dulce, amable, sincero... Repetitivo tal vez, con una vez que se lo hubiera dicho ya le hubiera creído, o aunque no se lo hubiera dicho, ya lo sabe. Sabe que Shikai lo ama... no hace falta que el rubio se lo diga y repita... pero, cuando lo hace, cuando le dice que lo ama... le gusta, no puede negarlo y a la vez... no le gusta, porque siempre ha sabido lo que hay detrás. Sí. Un 'te amo' debe ser respuesto de la misma manera, las mismas palabras deben surgir del otro, pero no puede... no le sale, puede... sentir que lo ama... que lo necesita, que no puede estar sin Shikai, pero las palabras... no salen. Es como si temiera decirlas, como si sus labios se negaran a decir lo que su corazón dice a gritos. Dios... es tan estúpido el amor. Lo hace sentir un inutil. Un completo inepto. Hacer cualquier cosa por Shikai... lo que sea, no puede evitarlo, es como una necesidad. Complacerlo, ayudarlo, estar a su lado... todo, haría cualquier cosa por él. Estúpido. Morir... matar... Incluso... – Por favor... hagalo – su voz tan apagada, le parece reconocer una súplica en ella. Tan estúpido. Shikai ya ha visto la cinta, ya ha visto el diario, no dejará que los ninjas que están esperando fuera lo vean. Una ligera inclinación con la cabeza. Cierra los ojos. Estúpido, estúpido, estúpido. Y ahora matará a Kyo... solo por Shikai. Por el maldito rubio y por esos malditos ojos azules. Dios, disfruta con todas las miradas de Shikai, cada una de ellas... Muchas veces le cuesta contenerse, tanto... lo besaría, lo estaría besando todo el día, cada día.

Ve como Iori coge las cosas, levanta la mirada para ver al pelirrojo sonriendo, disfrutando al haber oído como se lo pedía. Hace arderlos en sus manos, con suma facilidad.

- Esto también puedo hacerlo contigo – susurra cruel, habiendo visto al extraño ninja pedirle algo como esto, inclinándose incluso con respeto... todos los ninja son iguales.

- ¿Y que? ¿Crees que me vas a asustar con eso? – se sorprende al ver al ninja perderle completamente el respeto, sus ojos dorados brillantes por la satisfacción. – Por favor... – una risa sarcástica se oye - ¿Quién de los dos ha hecho lo que el otro quería? – se burla. Iori no puede evitar sentir una ráfaga de rabia invadiéndolo. Sus llamas vuelven a aparecer, no va a dejarlo con vida, él mismo buscará a Kyo, no necesita ayuda, siempre lo ha encontrado.

- ¡Kaiji! – una voz profunda, llamando al ninja desde fuera. Ambos jóvenes salen para encontrarse frente a frente con Saisyu observándolos fijamente. Una sonrisa cruel en los labios de Iori, la indiferencia en el rostro de Kaiji -¿Se puede saber que tramas? – pregunta el jefe Kusanagi mirando primero al ninja y luego pasar su mirada al joven Yagami. - ¿Has venido a morir? – una leve sonrisa de superioridad.

- ¿Quieres matarme, Saisyu? – cualquier clase de respeto que le hubiera tenido o hubiera demostrado desaparece. Una indiferencia tal que Saisyu no puede evitar sorprenderse – Creía que querías matar a tu hijo – continúa Kaiji, no tiene porque continuar llamándolo san, solo lo hacía porque los otros lo hacían, por... respeto, pero no a Saisyu, sino a Kyo.

Yagami mira con una cierta sorpresa a Kaiji, en verdad... debe importarle muy poco su vida. Pasa su mirada al Kusanagi frente a él... es... bonito el amor de padre.

- ¿Qué quieres decir? – Saisyu se molesta por la forma en que Kaiji le ha perdido tan rápidamente el respeto, aunque no le extraña... siempre ha sabido que este ninja es de muy poca confianza y ahora... ya no trabaja para él.

- Estoy con... Yagami-sama – señala al pelirrojo con un ligero movimiento de cabeza quien lo mira. En verdad lo ha pronunciado de tal forma que ha parecido que le tenga sumo respeto, ¿cuan rápido puede pasar de mostrar respeto a solo desprecio? – Yagami-sama quiere matar a Kyo... y... yo también – una leve y cruel sonrisa en sus labios mientras empieza a andar hacia el auto.

Iori observa, es increíble que un ninja trate así a su señor, en el clan Yagami ya lo habrían matado... aunque... ¿quién hubiera matado a quien? Este ninja... definitivamente, no es normal. Saisyu solo observa sin entender, algo de confusión mostrándose en sus cansados ojos ¿por qué Kaiji quiere matar a Kyo? ¿Miente? No, sabe que Kaiji nunca miente, que dice lo que piensa... siempre. Simplemente... Kaiji es un loco y... si quiere matar a Kyo... que lo haga, tanto mejor.

El pelirrojo también va hacia el auto y sube junto a Kaiji. Arranca el motor y empiezan a alejarse, con la penetrante mirada de Saisyu a sus espaldas. Notando también las miradas de los ninjas escondidos en las sombras, solo observando, sus músculos en tensión por si su señor les da la orden de atacar. Pero Saisyu no dice nada, solo observa.

Los dos jóvenes llegan a la salida de la mansión y Yagami espera a que Kaiji le diga hacia donde ir.

- Ahora conduciré yo – dice solamente el ninja. Iori lo mira furioso ¿cómo se atreve? – Quiere encontrar a Kyo, ¿ne? Pues deje que... – se detiene en medio de la frase, sintiendo una fuerte punzada en su cabeza.

- Estás perdiendo el tiempo – la voz de Namae resonando en su cabeza – Ya sabías que no estaban aquí – continúa. Namae sigue en la ciudad, pero no solo ha curado a Kaiji, también ha puesto un hechizo en el ninja, Kaiji lo sabe. Todo lo que ve el ninja, él puede verlo.

Yagami mira al castaño a su lado, sus ojos fijos hacia delante, su rostro furioso y una mano perdida en su cabello – Puedo ver lo que tu ves y sentir lo que sientes – se burla Namae, pero dando a entender que Kaiji no puede hacer nada sin que él lo sepa.

- Entonces... – sisea Kaiji, poniendo una mano apoyada en la guantera - ... espero que te duela – el siseo continua mientras saca un cuchillo de su espalda y lo clava en su mano, atravesándola fácilmente. Oye el grito de Namae, que no esperaba que el ninja hiciera algo así.

Kaiji solo sonríe, duele, sí, pero ha merecido la pena. Saca el cuchillo, dejando caer la sangre de su mano. Es un cuchillo de plata, el filo sumamente cortante, la empuñadura de marfil blanco, con unas ondas en él. Un regalo de Shikai...

- ¿Estás loco? – pregunta Yagami al ver lo que el ninja acaba de hacer, sin ningún motivo aparente. Solo... se ha clavado el cuchillo en su mano, nada más, de pronto, sin venir al caso.

- Sí – es la única y simple respuesta, seca, una mirada por entre los mechones, un brillo en los ojos del ninja que le hace ver que sí, que realmente el ninja está loco. – Ahora... déjeme conducir

* * *

Kyo abraza aun a Alex. Ese maldito Yagami... si Alex se encuentra así, es porque él la ha... no puede creerlo, ¿habrá sido capaz?

La acerca más contra sí, oyendo como la joven solloza débilmente en sus brazos, igual que si fuera una niña asustada y buscara refugio en un padre... un padre que ya no tiene, que hace mucho que no tiene.

- ¿Qué te pasa Gaijin? – dice Syo molesto, por un momento olvidándose que Kyo-sama está con ellos y debería guardar cierto respeto, pero... es que no le agrada verlo con Alex. No le gusta ver como el extranjero busca consuelo en él, sabiendo bien que Kyo-sama ya tenía suficientes problemas como para estar ahora llorando en sus brazos.

- Syo – le reprende suavemente Kyo, con una ligera sonrisa, sabe que el ninja de ojos ámbar no soporta a Alex... y que este odio, para él sin sentido, es correspondido.

- Ya estoy bien... – susurra Alex separándose un poco de Kyo, buscando sus ojos, su mirada y lo encuentra... pero sabe que esos ojos, ahora amarillos, no la ven. Se levanta junto con Kyo. Syo los mira a ambos... siente algo raro... no debería haber sido tan rudo, lo sabe, y lo siente... pero... Alex lo puede.

Hiroshi y Shikai han subido al desván ya. Saben que el único que puede calmar a Alex es Kyo, y que ellos nada pueden hacer.

Alex guía a Kyo por las escaleras, Syo detrás sin saber muy bien que pensar. Levanta la mirada y ve los ojos verdes mirándolo de reojo, con desprecio, le devuelve la mirada con la misma intensidad, definitivamente... Alex puede con sus nervios.

Al llegar arriba encuentran todo preparado. Shikai e Hiroshi han sido rápidos. El desván es grande, unas pequeñas ventanas, cubiertas ahora para que no los puedan ver. Una pequeña y vieja bombilla encendida, iluminando poco, pero lo suficiente para todos.

El suelo está recubierto de mantas y colchones puestos por los dos ninjas para silenciar los pasos y hacer un poco más cómodo el dejado lugar.

- Será mejor que hagamos turnos – propone Shikai. Mientras, todos se colocan más o menos en el centro, formando un pequeño circulo.

- Sip! – dice Hiroshi con una sonrisa – Yo haré la primera guardia – el brazo herido le duele un poco, pero se hace soportable, las enfermeras lo han vendado bien... y aunque no se haya dejado dar la inyección no es tanto lo que le duele.

- Estás herido Hiroshi, ya lo haré yo – se ofrece Shikai a su vez, no va a dejar que Hiroshi se quede vigilando estando herido.

- Puedo hacerlo yo – dice Syo con voz fría, sintiendo que los otros no le prestan atención aunque sea él el que menos herido y cansado está. Todos lo miran al oírlo.

- Fujimiya... tu no sabes como ataca Kaiji – dice Alex con voz fría, dando a entender claramente que toma al joven ninja por un completo incompetente.

- ¿Cómo te...? – sisea Syo entre dientes, molesto por el claro comentario – Soy un ninja, sé como atacan los ninjas – explica en voz lenta y pausada, como si Alex no lo pudiera entender de no hacerlo así.

- Por desgracia tu hermano no es un ninja – se burla Alex esta vez, una sonrisa asomándose en sus labios, puro desprecio – Es un asesino y tu... no sabes nada – concluye, queriendo dar por terminada la conversación.

- Y tu eres un gaijin sin modales – le reprende Syo. A lo que Alex abre los ojos, sorprendida por el inesperado comentario.

- Tu hermano también lo es – esta vez es Alex quien lo sisea molesta.

- Mi hermano es medio Americano y sabe comportarse, no como otros – entrecierra sus ojos, una sonrisa maliciosa posándose en sus labios, dando a entender lo evidente.

- Mira quien fue a hablar, ¿desde cuando insultas a la gente frente a tu querido Kyo-sama? – la molestia incrementándose por momentos, Alex olvidando donde está, ya sin pensar en que se encuentra en su casa, solo pensando en hacer molestar más y más al engreído de Syo. Syo pensando exactamente lo mismo de Alex.

Kyo no dice nada, demasiado sumido en sus pensamientos como para prestar atención a la discusión entre Syo y Alex.

Yagami... solo puede pensar en cuan loco y sádico puede ser. Siente ganas de matarle... No lo ha culpado nunca por lo de la ceguera pero... todo es su culpa. Con o sin intención le quemó los ojos y luego lo... violo... ¿y ahora ha hecho lo mismo con Alex? Solo es un bastardo, creía que al menos podía tener algún sentimiento, escondido quizás, pero tenerlo... pero no, lo está demostrando, es solo un desquiciado Yagami.

- ¿Quieres vencerlo? – la voz de Azumi de nuevo en su cabeza, el tono risueño. Claro que quiere vencerlo, hacer pagar a Iori por todo lo que ha hecho – Puedo ayudarte... Puedo hacer que lo venzas y... puedo hacer que sea él el que quede ciego – Kyo se sorprende ¿Puede ser cierto? O es solo algo que dice Azumi para reírse de él... ¿podría ser que volviera a ver? – Claro que puede ser – dice Azumi sabiendo lo que piensa el joven – Solo es un intercambio. El queda ciego y tu puedes ver – la voz aun con el mismo tono risueño, divertido. ¿Podría ser verdad? Pero... ¿cómo hacerlo? – Solo debes encender una llama en su rostro y decir: Rhai o Mianth. Luego, aunque tenga los ojos cerrados perderá la visión y tu... volverás a ver – un hechizo... y él volvería a ver a cambio de dejar a Yagami ciego... es... un buen trato.

- Soy capaz de defender a Kyo-sama sin tu ayuda – grita Syo, profundamente harto de Alex, más allá de otra cosa quiere golpearlo hasta quedar saciado.

- Solo eres un inepto, Kaiji es mil veces más habil que tu y... ¡no grites! – los dos están en pie, observándose. Queriéndose matar el uno al otro. Su paciencia ha terminado. No se soportan, eso lo tienen muy claro.

- Tu eres un... – Syo se detiene en sus palabras porque oyen un ruido... un cristal rompiéndose a bajo, muy fuerte.

- No puede ser... – susurra Alex, todos se ponen en pie, no puede creerse que Kaiji los haya encontrado tan rápido – Tendremos que bajar y... en silencio – sus ojos verdes mirando a Syo con desprecio, el ninja devolviéndole la mirada... Kaiji ya ha llegado.

Todos bajan en silencio, sus armas preparadas. Shikai detrás e Hiroshi delante. Syo y Alex a cada lado de Kyo.

Llegan a bajo, el ruido ha venido de la sala principal. Alex coge aire, suspirando profundamente, intentando relajarse y entran.

- ¡Kaiji! ¿¡Estás aquí!? – grita tarareando Hiroshi al entrar en la sala, todos detrás.

La sala es grande, los grandes ventanales que dan a un pequeño balcón solo alzado dos metros del suelo están completamente rotos y el aire frío entra a través de ellos. En una de las paredes, escrito en letras rojas, grandes: 'Rompiendo Promesas'.

Hiroshi se acerca a ellas, la corta katana empuñada en su mano... es sangre, letras escritas en sangre.

Aex siente que su respiración se acelera... sangre en la sala, sangre en la pared, sangre manchándolo todo, sangre en su espalda, la profunda herida.

Oyen unos pasos justo en el piso de arriba. Son pisadas fuertes... Kaiji quiere que lo oigan, lo hace adrede y lo saben.

- Maldición – dice Hiroshi mirando a sus compañeros y cruzando los brazos en su pecho, golpeando el suelo con un pie, igual que un niño con rabieta - ¿Qué hacemos? – pregunta, esta vez mirando a Alex y a Shikai.

- Kaiji quiere que nos dividamos – dice Alex. Sí, Kaiji quiere que se separen, eso está claro.

Los pasos dejan de oírse y la sala queda en silencio.

- Quedaos vosotros aquí – dice Shikai con una suave sonrisa – Yo intentaré encontrarlo – no hay protestas. Kaiji no le hará nada a Shikai... Además... el rubio es quien conoce mejor las tacticas del ninja castaño.

Kyo no sabe porque Kaiji se comporta así... ¿Namae le ha ofrecido algo? Kaiji sabe lo de Azumi... ¿podría matar a Shikai? El rubio ha ido solo... y... Kaiji está loco.

Shikai sube las amplias escaleras, no oye nada. Aunque sea de día hay poca luz; la casa de Alex tiene las ventanas cubiertas por por persianas y estas están bajadas. La poca luz que hay llega de abajo, debido al ventanal roto.

Llega arriba, un pasillo amplio, bastante largo, puertas que van a distintas habitaciones.

Con pasos silenciosos abre la primera puerta, con suavidad.

Una habitación amplia y grande, una cama doble y sabanas de un color rojizo, de seda, se nota que están ya algo viejas pero aun se ven limpias y arregladas.

Un tocador hermosamente tallado y decorado, un espejo ovalado en medio. Unos frascos de perfume aun sobre él.

Entra más en la habitación. Hay una puerta corrediza al lado del tocador. Sus pasos los mantiene silenciosos e intenta hacer el mínimo ruido al abrir la puerta. Es otra habitación, esta tiene una cama pequeña, de sabanas blancas, terminadas en sutiles ondas. En la pared, frente a él, está dibujado un bosque, con duendes y hadas en él. La habitación de Alex. De cuando era pequeña y aun soñaba con princesas rescatadas por príncipes azules... Que manera tan desagradable tubo de descubrir que no hay príncipes azules, que no hay bellas princesas, que todo son fantasías que nunca se cumplirán.

En una parte del dibujo hay una firma: Gaunier. Lo debía pintar el padre de Alex. Se fija mejor y ve que hay una especie de ninfa de cabello largo y medio rubio de ojos verdes... Alex se vería igual con el cabello largo.

- ¿Admirando el paisaje, traidor? – una voz a su espalda y siente como lo ahogan, de nuevo tirando de su collar.

- Kai... – dice mientras intenta pasar los dedos por entre la cadena y su cuello sin resultados.

- ¿Crees que me va a costar mucho matarte? – un siseo en su oído y siente el cabello de Kaiji acariciando su mejilla – Te acuestas con otro... y ¿esperas que te deje vivir? – la voz fría y cruel, intentando herir y consiguiendolo. La presión en el cuello de Shikai no cede ¿Kaiji esperaba un momento así para matarlo? – Te quejaste porque decías que nunca te he dicho que te quiero... ¿quieres saber porque? – una risa cruel sale de los labios del ninja castaño. Shikai aparta las manos de su cuello y las deja caer a los lados – Porque no lo hago – las palabras duras y frías – No te quiero y mucho menos te amo. Solo... eres bueno en la cama, nada más – el rubio cae de rodillas y la presión cede, casi no le queda aliento, pero eso, realmente, no le preocupa. No es por lo que ahora una lágrima solitaria baja por su mejilla. No puede ser cierto, no debe serlo.

Kaiji se pone frente a él y se agacha, el cuchillo plateado en su mano.

- Kaiji... ¿por qué? – susurra Shikai, su cabeza baja, sus ojos cubiertos por una fina capa de mechones dorados.

- Eres un idiota – susurra el ninja castaño poniendo la punta del cuchillo en la barbilla de Shikai, haciéndole alzar la vista. Los ojos azules, tristes, pueden ver los de Kaiji, el color ha cambiado son dorados, algo que le extraña... aun así siguen oscuros... pero esa mirada... no es molesta. - ¿En verdad crees lo que te he dicho? – una ligera sonrisa, muy suave medio irónica medio divertida. Shikai lo mira confuso y Kaiji no le da tiempo a entender. Gira el cuchillo, cogiéndolo por el filo y golpea al rubio en la cabeza, haciéndolo caer inconsciente al suelo.

Lo sostiene y lo tumba en la antigua cama de Alex, suavemente, como si pudiera romperse.

Desmoralizar al rubio es fácil pero ¿cómo ha podido creerle?

Acaricia el dorado cabello, apartándolo de los ojos cerrados, un hilo de sangre por el golpe mancha los mechones levemente.

Besa tiernamente los labios entreabiertos, permitiéndose unos segundos antes de continuar.

Shikai es hermoso, paciente, ingenuo, cariñoso... todo lo que él no es... y todo lo que le atrae del rubio, es como... si estar con Shikai lo complementara, lo que le falta a uno lo tiene el otro.

El primer día de conocerlo, estando en clases, le pareció solitario, una presa muy fácil. Lo vio... allí solo, bajo ese árbol y sintió algo extraño que le hizo sentarse junto a él. Y... cuando ese chico lo insulto... ese tipo... era un idiota, no fue difícil matarlo. Solo hizo falta averiguar donde vivía, era un chico de casa buena, un hijo de un famoso empresario.

Fue a su casa, silencioso, encontró la habitación del chico, estaba tumbado escuchando música a todo volumen. Entró por la ventana. El chico al verlo se asustó, levantándose de golpe por la sorpresa. Le llamó de todo por entrar y lo que más fue homosexual, en otras palabras, claro. Kaiji solo le sonrió, al fin y al cabo había besado al chico para que se apartara de él. Se le acercó lentamente. 'Admite que te gustó' le susurró, tan sensual que ni él podía creerse lo hipócrita de su voz. No era la primera vez que hacía algo semejante para matar a alguien, solo lo hacia para entretenerse y... si la presa no estaba mal... bien, siempre podía estar con ella... Siempre le había parecido extraña la capacidad que tenía para atraer a la gente. Le era muy fácil.

Como lo fue con ese chico, le sugirió que se fueran, lo invitó a ir con él y el chico accedió. Un piso alejado de la ciudad, abandonado para que nadie los viera y... simplemente lo arrojó al vacío.

Luego continuó junto a Shikai, siguiendolo a todas partes, los primeros días sin que el rubio lo notara, luego... luego a su lado. Era algo extraño pero no le molestaba en nada el tener a ese chico cerca, no era como sus otras presas, no se podía comparar. Su carácter, su manera de comportarse. Pudo ver el miedo que sentía el rubio de perderlo, ya que él era su único amigo, el único que estaba con él. Kaiji pudo saber bien el miedo que sentía Shikai al pensar en volver a estar solo. Por eso el rubio no hablaba durante los primeros días, vio claramente que no quería decir nada por miedo a que él se molestara. Así que él mismo le dijo que podía hablar, que no se iría. En ese momento le pareció que Shikai realmente estaba feliz, con solo esas palabras, una promesa que cumpliría, que ha cumplido.

No lo mató.

No.

Lo hizo suyo y le pidió que matara a sus padres, era el único favor que quería pedirle, la única forma que tenía para no tener que matarlo a él. Shikai lo hizo. Kaiji supo que quizás eso sería un reproche que Shikai siempre le tendría en cara, pero... no fue así. No se volvió a hablar del tema hasta este momento. Shikai solo estuvo triste unos días, y fueron pocos, la verdad.

Fueron a vivir juntos, no fue difícil hacerlo. Y realmente le gustaba saber que al regresar a casa encontraría al joven rubio esperándolo con esa sonrisa siempre en sus labios.

Empezó a dejar de banda la mayoría de los pedidos que le hacían, rechazaba matar a ciertas personas. Empezó a seleccionar, hasta que se ganó el mote de 'Selecto'. En cierto modo era así, empezó a matar a quien él creía que más se lo merecía, sabia que Shikai no estaba muy de acuerdo en que matara, a quien fuera. Cada vez iba a menos. Podían vivir ambos con el dinero que tenía acumulado.

Hasta que llegó ese día. Ese maldito día.

Acababa de llegar de matar a un comerciante de armas. Vio una luz, un fuego en su calle. Avanzó con paso rápido, temiéndose lo peor. Y lo peor pasó, lo peor había pasado. Shikai estaba en el suelo, lleno de sangre. Mirándolo.

Pudo ver como el rubio se desvanecía y al verlo fue cuando reacciono. Corrió hacia él. Lo sujetó con fuerza, llamándolo, ordenándole que despertara, suplicándole que lo hiciera. Y esa mujer, esa estúpida mujer. Con toda su alma deseó que Shikai despertara, se dio cuenta que no podía estar sin él, sin esos ojos mirándolo. Mató a la mujer y cayó de rodillas de nuevo, solo para volver a suplicar a Shikai que no muriera.

En la ambulancia no podía soltarlo, su mano se aferraba con fuerza a la fría mano del rubio inconsciente. Cuando vio los ojos abrirse sintió un alivio tan grande... pero se mantuvo.

En el hospital. El doctor que operaba a Shikai lo conocía, sabía de la existencia de Kaiji por que él mató a uno de sus familiares. Kaiji amenazó de matarlo a él y a toda la gente del hospital si Shikai moría, así que el doctor hizo bien su trabajo.

Aun así la operación costó una gran suma de dinero. No se arrepiente de haberlo gastado, nunca lo ha hecho. Por Shikai haría cualquier cosa, lo hizo y lo hará.

No le dijo nada al rubio respecto a la falta de dinero que tenían.

Curó la quemadura de Shikai, la verdad... ahora que lo piensa, no le dio mucha importancia. La quemadura era grave y cubría toda la mejilla de Shikai, pero... nunca le pareció que fuera importante. Él seguía teniendo ganas de besarlo, de estar con él. Casi no se reconocía... había cambiado, si no hubiera amado a Shikai lo hubiera matado o dejado abandonado al verle esa quemadura o al saber que tenía el SIDA.

¿Sexo?

Ese día Shikai dijo que no podían tener sexo y, por un segundo, se paró a pensar, ni tan solo la primera vez con Shikai fue sexo, nunca era 'solo' sexo. Era algo más, mucho más.

Luego estaban Alex e Hiroshi, ambos eran buenos luchando. Alex muy buena.

Le desagradaron, ambos, no le gustaba que estuvieran cerca de Shikai. Siempre que salían él se mantenía lejos, no quería saber nada de ellos, quería matarlos, a ambos. Pero Shikai se veía contento cuando estaba con ellos, cosa que no le gustó...

Shikai estaba con él... porque él fue el primero que se le acercó. Bien podía ser que el rubio hubiera confundido amistad por amor.

'Kai' lo llamó una vez Shikai estando ambos en la cocina. Alex e Hiroshi estaban en el comedor, se iban a quedar a cenar y a dormir '¿por qué no... me besas cuando estamos con Alex e Hiroshi?' le preguntó algo titubeante, acercándosele.

'Porque no' fue su única respuesta, seca y fría como siempre, ocultando... los celos que sentía.

'Pero yo... a mi... es mucho rato el que pasamos con ellos, mucho sin poder besarte' intentó explicarse el rubio, algo sonrojado.

'Besa a Hiroshi, no le importará' su rostro tenía una gran muestra de indiferencia, pero en verdad no sabía cuanto más aguantaría sus celos, estaba al borde.

'¿A... Hiroshi?' Shikai le miró extrañado 'No, Hiroshi es mi amigo. No tengo ningunas ganas de besarlo. A él le quiero como amigo, a ti... te quiero' le dijo sonriéndole. Bueno, al menos parecía que Shikai no confundía las cosas, los sentimientos. Lo acercó a él y le besó tiernamente. Una luz brilló unos segundos. Se separó y vio a Hiroshi y Alex en la puerta de la cocina. El moreno llevaba una cámara instantánea y una foto en su mano, moviéndola para secarla.

'Ya empezaba a dudar que fueraís pareja' había dicho Alex sonriéndole alegremente.

'No tienes ningún derecho a quedartela' murmuró él algo molesto con los dos jóvenes que lo miraban divertidos, odiaba esa situación.

'Claro que sí, somos amigos' le sonrió 'y será un bonito recuerdo' le mostró la fotografía. Se veía bien claro como besaba a Shikai, lo que le extrañó fue que Alex dijera lo de amigo con tanta facilidad.

'¿Me la dejas ver?' pidió Shikai acercándose. Alex se la entregó, aunque mirando a Shikai con algo de recelo. El rubio cogió la fotografía sonriéndole.

'Toma' dijo el rubio entregándole la foto a él.

'¡Ah! ¡Eres un traidor!' grito Hiroshi bromeando era evidente que Shikai se la iba a dar a Kaiji. Este solo miró la fotografía y suspiro suavemente, dándosela de nuevo a Alex.

'No quiero verla nunca más' Alex le sonrió cogiéndola 'Podeis quedaros aquí' dijo secamente. Alex y Hiroshi lo miraron sin entender, él solo les dio la espalda para apagar el fuego porque la comida ya estaba. 'Podeis quedaros a vivir aquí' los miró de reojo, y vio como ponian cara de sorpresa para luego ver como Alex le sonreía y como Hiroshi gritaba euforico. 'Pero no más fotos como esa'

Así, todos empezaron a vivir juntos. No fue tan mal. Él y Shikai se ocupaban de la casa, Alex y él también ponían dinero, al fin y al cabo ella era rica. Hiroshi solo servia de decoración, era un punto negro en el sillón, un punto negro muy ruidoso.

Todos salían juntos y siempre se metían en alguna que otra pelea. No importaba cuantos fueran los otros, o que tan mayores, siempre acababan ganándolos... eran temidos por la mayor parte de las bandas callejeras que había en la ciudad, todos los conocían.

Hasta un día que se encontraron con un mocoso que los ganó... a todos. Alex era la más ágil y la que luchaba mejor atacando de frente, y, aun así, perdió, fue increíble.

A él solo lo habían ganado Alex y Kyo, y eso hacia que, en cierta forma, los apreciara, por decirlo así.

Alex por haberlo vencido aun siendo mujer. Kyo por haberlo vencido aun siendo solo un niño.

Aunque les agobiara mucho... se acabaron haciendo amigos, era inevitable... Ese carácter tan extraño, ese apego a todos ellos... y en especial a Alex... era inevitable.

Un día él estaba en un pequeño despacho en su casa. Intentando que las cuentas cuadraran, cosa bastante complicada. Alex lo ayudaba, sí. Pero tampoco quería pedirle más dinero del que le daba.

'Hola Kaiji' Kyo había entrado sin llamar, cosa que era una costumbre que irritaba bastante a Alex y que a él le tenía realmente sin cuidado. Kyo se había quedado a dormir con ellos y ya era muy entrada la noche o muy pronto por la mañana, no importaba mucho. Todos dormían. '¿qué haces?' se puso a su lado mirando los papeles amontonados en el escritorio, demasiado pequeño para mantener los papeles en cierto orden y albergar otros utensilios típicos de un despacho. Todo quedaba perdido en la pequeña mesa o acababa en el suelo sin remedio debido a un mal movimiento o a la falta de espacio y en ese caso era Kaiji quien ya optaba directamente por dejarlo en el suelo y así evitar que cayera de manera que quedara desparramado.

'Nada. Vuelve a dormir' le había dicho, no era una opción, su voz no pretendía ser amable o cariñosa, era una orden directa. Quería que Kyo se fuera y se lo ordenaba. Además pudo ver claramente los ojos soñolientos del joven y como se refregaba los ojos intentando evitar que los ojos se cerraran.

'Tu también deberías' le sonrió y miró los papeles con curiosidad. Seguramente no entendía que tan interesante podían ser como para mantenerlo despierto tantas horas. En verdad de interesantes no tenían nada. Facturas, recibos, devoluciones... '¿Sabes?... he estado pensando... todos sois buenos luchando... me gustaría que fuerais ninjas' le sonrió, aun con ojos soñolientos, y luego se fijó en una fotografía. Era de un niño de no más de siete años, estaba junto a unos papeles, los únicos que estaban arreglados y bien situados en una parte de la mesa.

'No necesito tu ayuda' le había dicho con mirada fría, helada más bien. Lo que para Kyo fue una sugerencia, para él fue una ofensa de bastante consideración.

'Kaiji... ese niño... No lo vas a matar ¿verdad?' había preguntado el joven Kyo, sus ojos reflejaban pena, tristeza al pensar en que Kaiji podía matar a ese pobre niño a quien ni tan solo conocía.

'No es asunto tuyo' le respondió secamente. La verdad es que le habían ofrecido una gran suma de dinero para matar a ese niño y... lo necesitaba, realmente necesitaba dinero en ese tiempo.

'Kaiji, por favor... solo es un niño' le había dicho, agachándose a su lado, mirándolo preocupado. Que tontería, se preocupaba por alguien a quien ni tan solo conocía, eso le molestaba. Era la parte de Kyo que le irritaba, quizás porque no entendía ese comportamiento... él no era así, ni quería serlo. Aunque debe admitir que si Kyo no se hubiera portado de esa manera no lo hubieran aceptado en el grupo. Todos le tenían cierto aprecio, cariño. Sobretodo Alex. Pero eso no le hacía ser menos tonto, un tonto que se preocupaba por una criatura.

'Déjame, hago lo que quiero' le espetó él, mirándole fijamente a los ojos. Se extrañó al ver lo de Kyo, eran siempre iguales, y en ellos se veía siempre la sinceridad que siempre reflejaba en sus palabras, quizás ingenuidad también.

'No me iré hasta que me digas que no lo matarás' le repuso el joven firmemente. Él solo lo ignoró y continuó con lo que hacía antes que Kyo entrara. No dijo nada y no estaba dispuesto a oír ninguna otra queja.

Al pasar unos minutos vio como el joven se había dormido arrodillado, con la cabeza en su pierna. Él ya había terminado con el montón de papeles, así que observó a Kyo durmiendo tranquilo... era algo bastante extraño, pues Kyo sabía como era él, como era capaz de matar a quien fuera sin importarle raza, color, sexo o edad. Aun así... Kaiji no sintió ganas de matarlo tal vez por el cansancio de observar durante tantas horas unos papeles que le ponían, como mínimo, de mal humor. Lo cargó en sus brazos sin mover mucho al joven, solo lo suficiente para colocarlo en una posición cómoda para ambos. Lo llevó a la habitación.

Kyo, cuando venía, dormía con Alex. Ella le había cogido un extraño cariño y lo había aceptado.

Encontró a la joven durmiendo tranquila, dejó a Kyo en la otra cama, estaban bastante juntas, pues así lo quería Kyo y, aun no sabía bien como, pero el joven siempre se salía con la suya.

Iba a irse a su habitación cuando una mano cogió la suya: Kyo.

'No lo mataré' dijo sin entonación alguna y vio, entre las sombras, una ligera sonrisa en los labios de Kyo y pudo apreciar como estos se movían en un 'gracias' silencioso.

'Quiero que vengáis conmigo... para ser ninjas' susurró Kyo como si tuviera miedo de romper el sepulcral silencio de la habitación.

Kaiji apartó la mano de Kyo de la suya y se dirigió a la puerta para salir de la habitación, no dijo nada. Se encontró con Shikai al salir, este salía de la que compartían ambos, su rostro parecía preocupado... hasta que vio a Kaiji.

'Creía que te habías ido' sonrió el rubio con un alivio claro en su rostro mientras que Kaiji se le iba acercando.

'¿Dónde quieres que vaya?' le contestó él secamente, a veces Shikai hacía preguntas que realmente le resultaban extrañas o faltas de argumentos.

'No lo sé... Pero cada vez siento que te alejas más' le sonrió un poco como si lo que acabara de decir fuera una tontería. Kaiji entró en la habitación y Shikai con él, sin decir nada. 'Me parece que... te aburres... ¿Te has cansado... de mi?' Kaiji ni siquiera lo miró, solo se dejó caer en la cama. El rubio se arrodilló encima de ella, a su lado, sus ojos pidiendo una respuesta, tan azules, tan intensos... Kaiji le cogió un brazo y tiró de él, haciéndolo tumbar encima suyo, abrazándolo, acariciándole el cabello y la espalda. '¿Kaiji?' susurró Shikai al verse rodeado de esa manera, tan poco usual en el joven castaño.

'No me canso. No de ti. Ahora duerme, es tarde' dijo, su voz un poco más suave que de costumbre, protectora. Sintió un beso suave en su cuello y oyó un 'te quiero' mientras sus manos seguían acariciando la espalda del rubio, su cuerpo sintiendo al de Shikai, cálido y agradable.

- Ka... Kaiji – la voz de Shikai lo devuelve a la realidad. El rubio está medio consciente. Él, casi sin darse cuenta, se encuentra acariciándole el rostro. Así que aparta la mano al ver los ojos azules abrirse, pero Shikai ya ha notado las caricias. La cabeza le duele por el golpe y se siente algo mareado, su visión está algo nublada, pero lentamente se recupera.

Kaiji coge la sabana de seda de la cama y la rasga, y, antes que Shikai pueda moverse, le coge una mano y le obliga a girarse, cogiendo la otra y atándoselas en la espalda con fuerza sin decir palabras, solo se oye el leve quejido del rubio que aun no acaba de situarse.

Rasga otro trozo y gira a Shikai de nuevo, pero esta vez el rubio alcanza a lanzar una patada hacia el rostro de Kaiji que logra detener por poco, sujetándole la pierna con fuerza y tirando de ella, haciéndole caer al suelo. La espalda del rubio queda apoyada en la cama, con su otra pierna golpea las de Kaiji, haciéndolo caer también.

La pierna que Kaiji le mantenía sujeta queda en el hombro del ninja castaño. El silencio invade la habitación, ambos se miran a los ojos durante lo que parece largo rato, los dos en silencio, ojos dorados y azules entrecerrados, mostrando molestia.

Kaiji vuelve a coger la pierna y tira más, haciendo que Shikai acabe de caer y se golpee la espalda contra el suelo teniendo que cerrar los ojos por el dolor durante un segundo. Al abrirlos se encuentra con Kaiji encima suyo, su rostro muy cerca. Las piernas entrelazadas, sin poderlas mover. El rubio gira su rostro sin querer ver esos ojos que lo observan en silencio, está confuso. Ahora ya no sabe que pensar ¿Kaiji le ama? ¿Solo lo usa? Sus palabras, antes de golpearle, cuando le ha dicho que solo le interesa su cuerpo, parecían tan francas... tan... dolorosamente sinceras.

- Kaiji... ¿Por qué? – susurra, entre molesto y desganado... ¿esta relación fue un fracaso desde que empezó? Tendría que haber dejado que Kaiji se fuera con ese avión, que se fuera y que no volviera... pero... sabe muy bien que no puede estar sin él, que no puede dejar de verlo.

- ¿Qué importa? Estoy loco, ¿ne? – una medio sonrisa burlona. Todo el mundo lo tiene por loco... Saisyu, los ninjas del clan, seguro que también Kyo, incluso Alex debe pensarlo. Tal vez lo esté, aunque no se considera como tal. Un loco es quien hace locuras sin pensarlo, sin saber lo que hace... él sí lo sabe, sabe que hace, y lo más importante, sabe porque lo hace... por quien lo hace.

Mira a Shikai, enfrentando esa mirada azul, intensa. Esos ojos azules... rodeados por su dorado cabello haciéndolos aun más intensos, amplificando su belleza. Tan hermoso. Tan lejano ahora. Sabe que Shikai esta hecho un mar de dudas... ¿pero como decirle que lo hace por él? Siempre... desde que conoce a Shikai se ha dedicado a él, lo que ha hecho e hizo solo fue pensando en el rubio, en nadie más.

- No estás loco – una tenue sonrisa y unas suaves palabras – Somos nosotros quien lo estamos – los ojos brillantes - ¡Somos unos locos por confiar en un asesino como tu! – una risa seca por parte del rubio. Kaiji frunce el ceño levemente, como si no entendiera lo que Shikai ha dicho, pero más bien es que no comprende sus palabras, la dureza, la risa seca.

- Tu eres un asesino también – un leve susurro y muestra la incomprensión que siente en la forma de hablar, en lo entrecortadas que están sus palabras, separadas una de otra.

- Porque tu me convertiste en uno. Porque, loco de mi, deje que lo hicieras ¡Porque no quería ser una maldita carga para ti! – sus ojos están aun más brillantes. Kaiji puede ver como Shikai intenta contener las lágrimas y en una distracción siente como el rubio le golpea el estómago con su pierna haciéndole caer, tumbado a un lado. Un leve quejido se escapa de sus labios, el rubio ha golpeado fuerte.

Puede ver como Shikai se levanta e intenta golpearle de nuevo pero logra evitarlo, poniéndose en pie antes que le alcance una fuerte patada que roza su rostro.

- Nunca has sido una carga – la voz seca y fría como siempre suena, volviendo al tono habitual – Jamás lo he pensado. Tu me pediste que te entrenara y eso hice – no se coloca en posición para defenderse, simplemente se mantiene en pie, su mirada puesta en Shikai, en su cuerpo, en su rostro. – Sé que no entiendes que estoy haciendo... pero tengo mis razones – da unos pasos hacia el rubio, quien no se mueve, solo mantiene su mirada, intentando desatar sus manos aun sujetas en ese trozo de seda. Kaiji queda a unos centímetros del rubio. – Tu eres mi razón y... si mueres tu primero... yo te seguiré – los ojos de Shikai se abren con sorpresa, nunca hubiera imaginado unas palabras como estas. Quizá el tono es el que siempre usa Kaiji, pero... las palabras son demasiado dulces. Cae de rodillas al suelo, sin entender, su mirada se pierde en las baldosas.

- No mueras... no por mi – susurra y un par de lágrimas caen al suelo. Lágrimas que Kaiji puede ver claramente. Pena, pesar, dolor...

- No mueras tu, entonces... yo viviré – el último susurro, y cuando Shikai intenta levantar la mirada Kaiji golpea con fuerza su rostro con una patada, haciéndolo caer de inmediato al suelo, inconsciente.

Se levanta lentamente, observando a su pareja. Parece dormido, solo un ligerisimo rio de sangre sale de la frente del rubio.

* * *

- ¡Kaiji! – Hiroshi se cansa de tanto esperar, ya no puede más, lo que más odia, desde siempre, en cualquier misión es esperar. Además... no le gusta lo que esta escrito en la pared, pero no sabe porque.

- Kyo – Alex llama suavemente a su amigo. Kyo nota como la joven lo coge por la manga y tira de él suavemente. Aunque no la ve su instinto es más fuerte y voltea su rostro, sus ojos abiertos, con ese color amarillento, tan claro. El tono de voz de Alex no le acaba de gustar... le parece que algo anda mal con ella. – Kyo – repite la chica con algo de insistencia, su voz parece... juguetona... - ¿Recuerdas cuando ibamos a pescar? – su tono empieza a parecer una suplica - ¿Por qué no vamos? Hace mucho que no vamos a pescar, ¿no te gustaría? – su voz es anhelante, como si en su mente aun estuviera en aquel tiempo en que iban a pescar todos juntos o aun más hacia atrás – Podríamos volver a tirar a Kaiji al rio, ¿te acuerdas? Fue divertido... – una leve risa juguetona – Peligroso... pero divertido - Kyo hace una ligera mueca, Alex se ha refugiado en el pasado en donde era... ¿feliz? Para alejarse de su casa, de sus otros recuerdos, para huir. Le coge la mano que esta sujetándolo, suavemente y la lleva contra su pecho.

- Alex, iremos a pescar... – susurra suavemente buscando con su mano la mejilla de Alex y encontrándola para acariciarla - pero recuerda donde estamos... recuerda que... te necesito – detiene las caricias pero no aparta la mano de la mejilla, suave, algo fría – Vuelve y... recuerda, por favor – su voz suave, suplicante pero intentando no demostrarlo.

- NO! – el grito resuena por toda la sala. Tanto Syo como Hiroshi miran a la joven. Hiroshi preocupado al ver su estado, hace alguna mueca de desagrado pensando en que este no es el momento para ponerse así... y luego... se pone a reír recordando a Kaiji todo empapado saliendo del agua, con todo su cabello mojado... fue... sumamente gracioso. Cae al suelo riendo. Syo lo mira y luego vuelve a Alex ¿qué le pasa? ¿se ha vuelto loco de repente? - ¡No quiero recordar nada! ¡No hay nada que recordar! ¿Entiendes? – algo frío se coloca en el cuello de Kyo, el cuchillo de Alex. – No... hay... nada... que... recordar – un siseo cruel, acercándose a Kyo, empezando a clavar el cuchillo.

- ¡Muy bien Alex! Así me gusta, ahórrame el trabajo, por mi, perfecto – una voz suena desde fuera, desde fuera de los cristales rotos, dejándose oír claramente, fuerte, segura de si misma. Kaiji. Hiroshi se levanta rápidamente del suelo dejando de reír automáticamente, su rostro como si no hubiera pasado nada, mira hacia fuera pero no hay nadie... la voz viene de arriba. – Mátalo, mátalo y ahórrame el trabajo. – la rudeza reflejada en cada palabra - Mata a tu querido Kyo, a quien juraste proteger, al que juraste no atacar, al igual que yo. – se detiene, quizás para reír, no pueden saberlo - Haz como yo, rompe tus promesas porque... a fin de cuentas... somos asesinos, no tenemos palabra. – la voz de Kaiji calla, se oye el ruido del cuchillo caer al suelo.

- ¡Yo no soy como tu Kaiji! – grita Alex, pareciendo que vuelva en si. Syo observa los ojos verdes, volviéndose de pronto salvajes, furiosos y sumamente calculadores. Alex sabe donde está, sabe lo que está pasando de nuevo. – ¡Yo no soy un maldito traidor! – Alex mira por la ventana rota, tampoco ve nada, pero sabe que la voz de Kaiji viene de allí. Se oye una risa seca, cruel.

- ¿Traidor? ¿yo? ¿No has pensado en que quizás seas tu el traidor? – la voz suena algo divertida, Alex se detiene, pensando en lo que acaba de oír, sin entenderlo – ¿Yo estoy en contra tuya... o tu en contra mía? Somos un equipo Alex... no deberías estar a mi lado y apoyarme – el tono burlón es evidente, cosa que Alex se moleste. Lentamente la ninja se agacha para coger su cuchillo del suelo, sus ojos fijos en los cristales, olvidando donde está, solo pensando en hacer callar a su antiguo compañero.

- ¡No sabes lo que dices! – grita la joven levantándose - ¡Siempre has estado loco! ¡Solo te hemos soportado porque eres la pareja de Shikai! Como persona... no vales nada!! – sus ojos brillan con furia, Syo se sorprende ante tales palabras... pero no es el único. Tanto Hiroshi como Kyo no creen lo que oyen... Alex realmente está furiosa.

Se hace el silencio, no se oye nada. Kyo quiere decir algo a Alex, reprocharle. Si Kaiji está en su contra es por culpa de Namae, y Alex no lo sabe. Pero la ninja no puede decirle eso a Kaiji, por muy molesta que esté... tiene que pensar en los sentimientos...

Se detiene en lo que piensa al oír una risa, una risa... ¿sincera? De ¿Kaiji?

- Gracias por decir lo que realmente piensas de mi, Alex – es su voz, suena dulce. Muy suave, suena extraño y Alex se da cuenta de lo que ha salido de sus labios, pero ¿cómo remediar lo que ya ha sido dicho? Solo ha dicho cosas que harán que Kaiji esté más en contra de ellos. Además... no lo ha pensado eso en serio... solo... quería herir a Kaiji, no esperaba conseguirlo. – Siempre lo he sabido... lastima que ahora... Shikai ya no esté – la voz vuelve a oír burlona e indiferente.

- ¿Qué quieres decir? – dice Kyo sin entender lo que dice el joven ninja, o sin querer entender el significado.

- Shikai ya no está – de nuevo la risa – Acabo de matarlo, ya no hace falta que me aguantéis – el tono de voz suena tan cruel, tan sumamente despiadado...

Hiroshi corre y abre el gran ventanal, molesto. No puede creerlo, ni él ni ninguno de los otros. Mira hacia arriba, su rostro molesto como pocas veces lo ha estado pero al levantar vista ve un cable caer alrededor de su cuello para luego notar la fuerte presión. Ve a Kaiji, sus brazos tirando del cable, haciéndolo levantar. Oye el grito de Alex y Syo llamándolo, pero Kaiji tira con fuerza de él, subiéndolo. Siente la sangre salir de su cuello, el cable es el de Shikai.

Un fuerte tirón y Kaiji lo acaba de subir, tirándolo dentro de la habitación de los padres de Alex, no puede ver muy bien. Cae de rodillas, sus manos en su cuello, sintiendo aun la presión aunque esta ya ha desaparecido.

- Bienvenido – se burla Kaiji mirándolo. Hiroshi levanta la cabeza, su vista nublada, un ojo cerrado como si eso pudiera aliviar el dolor. - ¿Duele? – pregunta agachándose frente al moreno. Hiroshi, por primera vez en su vida... mira a Kaiji con creciente odio.

- ¡Eres un maldito! – le grita... sin risas, sin ese aire juguetón que siempre ha mostrado, ahora solo es un ninja, un ninja furioso con un antiguo compañero.

- ¿Si? Yo creía que me amabas, que decepción – la sonrisa burlona no desaparece, la verdad es que le parece graciosa la situación. Dentro de todo lo malo... es una manera para saber si puede vencer a sus compañeros. Pone una mano en la frente de Hiroshi para apartar los negros y rebeldes cabellos. Pero este golpea la mano de Kaiji con fuerza, con rabia.

- No me toques – sisea, sus negros ojos mirando fijamente a Kaiji, se levanta poniéndose en posición para luchar. – Alex lo ha dicho... eres un traidor y no te mereces nada. Ni amor, ni compasión... solo mereces... ¡morir! – se lanza a atacarlo con una patada alta, dirigida al rostro marcado de Kaiji, sin contemplaciones de ningún tipo. Se acabó. Se acabo todo lo que pudiera sentir por él. No, no se puede amar a alguien como Kaiji. Tendría que haberse enamorado de una chica, amable y hermosa y no de él... alguien... que no merece ser amado.

Kaiji detiene la patada poniendo su brazo, sintiendo la fuerza, el hueso de su brazo resintiéndose. Pero... no está mal. Puede ver la furia en los ojos de Hiroshi por primera vez en su vida, realmente así... se ve... hermoso. Esas ansias de matar le quedan bien, realmente... Hiroshi ha nacido para ser un asesino cruel... solo que aun no se da cuenta. Sus ojos negros y brillantes, su cabello sacudiéndose feroz, como sus movimientos de ahora. Sus puños cerrados, apretados. La sangré cayendo de su cuello. Realmente hermoso.

- Sabes Kaiji... – susurra Hiroshi apartándose unos milímetros para no ser atacado por sorpresa - ... quiero ser como tu – su mirada fija en él, sin ninguna muestra de alegría. Kaiji frunce muy ligeramente su ceño, no esperaba algo así, no sabe a que se refiere. ¿A su frialdad tal vez? – Primero matas... luego preguntas – de nuevo, el moreno se lanza a atacarlo con todas sus fuerzas, cogiendo impulso y llevando su puño hacia atrás para poder golpear con todas sus fuerzas ese rostro que antes ansiaba y ahora solo puede sentir que desprecia.

Kaiji lo ve venir, ligeramente sorprendido, era lo último que esperaba ver en Hiroshi, su lado molesto, adorable. Sonríe al esquivar el golpe que le roza la mejilla cortada solo para golpear el estómago del moreno con su rodilla y hacerlo caer al suelo tosiendo.

Pero casi sin dejar pasar un segundo lo coge por el cuello, apretando y levantándolo.

Hiroshi logra medio abrir sus ojos solo para encontrarse con esos aros dorados, antes oscuros, pero no dejan de tener esa indiferencia, aunque ahora parecen algo... complacidos al verlo tan molesto. No quiere complacerlo, no quiere hacer nada que pueda hacer que Kaiji se sienta feliz, ¡Nunca!

Levanta su pierna para atacarlo de nuevo, y acabar dando una fuerte patada en el rostro del traidor.

- Lo haces muy bien, en verdad no te interesa saber el porque – Hiroshi es ahora el que se sorprende, frunciendo el ceño. Kaiji se seca un hilo de sangre que cae por su boca mientras sigue hablando – En verdad te pareces a mi más de lo que crees... – lo mira directamente, viendo como Hiroshi está como petrificado – Primero... quieres matarme... ¡Sin importarte porque hago esto! – le grita, como casi nunca hace, mostrando odio creciente, levantando su mano, acaparando la habitación, pero refiriéndose claramente a lo que está pasando en la casa. Hiroshi no sabe que hacer... en verdad... quizá... Kaiji tenga una explicación de todo esto. Se encuentra intentando aclarar sus pensamientos pero no tiene tiempo de ver como Kaiji se acerca a él y le da una fuerte patada en la cabeza, haciéndolo caer inconsciente y golpeársela con el suelo. Sangrando.

Kaiji se acerca a él, agachándose y poniendo dos dedos en el cuello de Hiroshi para comprobar los latidos del corazón. Hay pulso. Aparta algunos de los negros mechones del rostro de Hiroshi lentamente.

Se levanta y mira de nuevo el cuerpo, solo para propinar una patada en las costillas del moreno y ver como cierra más los ojos aun en la inconsciencia debido al dolor que ha sentido.

Una ligera risa y Kaiji sale de la habitación.

- Estás perdiendo el tiempo a propósito – la voz fría en la cabeza de Kaiji, Namae. – Y no me gusta – Kaiji pierde la mirada en el pasillo y una sonrisa, algo maligna se asoma en sus labios.

- ¿Quieres volver a sentir dolor? – levanta lentamente su mano, la mano que antes se ha cortado solo para hacer callar a Namae.

- No juegues conmigo si no quieres perder – la voz suena demasiado fría como para ser una simple amenaza, pero eso no preocupa a Kaiji, ahora solo quedan tres oponentes. Y lo más curioso es que el más peligroso es un ciego. No le preocupa Alex, sabe que está demasiado sumida en sus recuerdos, aunque antes ha intentado que reaccionara un poco... no le agrada verla así... solo espera que eso no lo vuelva blando.

Por Syo... no, no cree que haya de preocuparse mucho. Al fin y al cabo... ¿no son hermanos? Los hermanos no deben pelear. Sigue su camino, ya queda poco.

* * *

- Maldición – gruñe Alex entre dientes y apretando fuertemente los puños. Era claro que Kaiji no era alguien en quien confiar... pero... ella confiaba en él... quizás porque Shikai estaba con ella, porque el rubio es su amigo y por tanto Kaiji no tendría porque matar a los amigos de Shikai... pero ahora...

- Alex... – Kyo llama firmemente a la joven quien lo mira – Es mejor que salgamos – dice simplemente. Estando en la casa parece que facilitan el trabajo a Kaiji, por lo tanto es mejor salir. Ponerse en un lugar sin arboles o habitaciones que puedan esconder a un ninja asesino.

Alex mira a Kyo y luego a Syo, este también la observa y asiente, Kyo tiene razón, dentro de la mansión van a perder.

Salen a fuera por el cristal roto. Alex da una última mirada a la escritura en sangre y sale con Kyo con una mano en su hombro. Syo delante.

El lugar está en silencio, a su izquierda queda un alto acantilado, se pueden oír levemente las olas cuando topan con las rocas. El césped en sus pies, húmedo, las gotas brillando por el sol que se eleva sobre ellos. El cielo completamente azul. Es un día calmado, no parecería que alguien los acecha para matar a Kyo.

Se oye el sonido de un motor... un choche aparece a toda velocidad. Deteniéndose a unos veinte metros de ellos. Un alto pelirrojo bajando de él y mirándolos con desprecio.

- Yagami – susurra Alex entre sorprendida y molesta, no se esperaba encontrarse con el pelirrojo, y menos ahora. Tienen problemas... y ahora aumentan. – No tenemos tiempo que perder con usted Yagami-san – sisea lo suficientemente alto y despótico como para que Yagami lo oiga. Este solo curva sus labios en una sonrisa de desprecio.

- ¿Ah no? – Iori sonríe algo más mientras ve como Kyo muestra enojo al encontrarse con él. Los puños del castaño están apretados, su ceño fruncido. - ¿Por qué? ¿a caso tenéis a un psicópata persiguiéndos? – se burla el pelirrojo y Alex abre sus ojos con sorpresa, no puede ser que... pero ve como una sombra cae al lado del pelirrojo, silenciosa y grácil, y puede ver a Kaiji, su cabello castaño corto ahora, su mirada escondida tras los mechones, su rostro frío, firme... No puede creerlo, no puede ser.

- ¡Kaiji! ¿Era eso? ¿Nos has traicionado y te has puesto al lado de Yagami? – grita Alex furiosa, y es que no puede creer esto... podía entender a Kaiji si iba solo... pero... ¿juntarse con Yagami solo para ir en contra de Kyo? – ¡Eres una rata traidora! – no piensa contenerse, piensa matarlo, como sea... no quería hacerlo, prefería capturarlo y averiguar que pasaba pero viendo esto... no piensa tener piedad. Lentamente pone una mano tras su espalda y nota el frío cuchillo, preparándose para sacarlo y cortar en rodajas al que antes era su amigo.

Pero antes que la rubia pueda hacer nada ve como Kyo avanza hacia donde están Iori y Kaiji. El pelirrojo se sorprende levemente, aunque no lo demuestra. ¿Cómo puede Kyo caminar tan seguro, sin miedo a tropezar?

El joven Kusanagi solo avanza, cada fibra de su ser está preparada y en tensión. Cada soplo de aire le hace saber el movimiento más pequeño de cualquiera de los que están a su alrededor, sus respiraciones, el movimiento de sus cabellos, el más leve suspiro.

Kaiji mira fijamente a Kyo y una leve sonrisa se posa en sus labios mientras piensa en que parece más hábil ahora estando ciego que en uno de sus mejores momentos viendo... pero claro, eso se lo debe a Azumi. El castaño ninja avanza a su vez hacia Kyo pero una voz grave lo detiene.

- Kusanagi es mío – es un susurro de Yagami, pero no puntualiza, amenaza directamente, con estas palabras avisa a Kaiji que si lucha con Kyo él primero... recibirá un severo castigo sin piedad alguna.

No hay respuesta de Kaiji, solo una mirada fría, como es su costumbre, que solo consigue que Yagami se moleste aun más. Pero esto no importa al ninja. Nunca le ha importado lo que piense la gente de él y no va a empezar a preocuparse ahora, y mucho menos a preocuparse por un estúpido pelirrojo que no sabe nada de lo que realmente está pasando.

Sigue su avance al igual que lo hace Kyo, ignorando a Alex quien le pide que no se acerque a esos dos, que ya se encargará ella. Pero llegan uno a la altura del otro, deteniéndose.

Hay un silencio que para Alex y Syo, quien aun no cree que Kyo haya podido andar hacia Kaiji, es eterno. Y de pronto ven como Kyo empieza a hablar, pero no pueden oírlo, están demasiado lejos y susurran casi.

- Kaiji... ¿sabes bien en que te has metido? – le dice el joven Kusanagi muy cerca de su ninja. Su rostro es serio, sabe que Kaiji ha hecho un trato con Namae y... está seguro que eso no es bueno. Que cualquier trato con ese ser no puede ser favorable. Y... lo más probable es que, si Kaiji cumple su parte del trato... Namae no haga lo mismo y acabe con él.

- Sí – el ninja levanta su rostro y deja que el aire mueva su corto cabello, apartándolo de sus ojos. Sabe perfectamente que Namae puede no cumplir su parte del trato... pero también sabe que es capaz de lastimar a ese ser, lo ha hecho antes, y si Namae puede ser herido entonces... Namae puede morir. – Sé perfectamente donde me he metido, pero voy a arriesgarme – una suave sonrisa en sus labios, no es una sonrisa sarcástica, no. Solo es una suave sonrisa, quizás la última.

Una mano se levanta lentamente para posarse en la mejilla cortada del ninja y acariciarla.

- Debió dolerte – es un susurro suave y una sonrisa tranquila, sin dejar de acariciar, resiguiendo la cicatriz con la punta de los dedos, suavemente.

- Eso no te importa – Kaiji golpea la mano y mira fijamente a los ojos de Kyo, ahora rojos, su sonrisa se vuelve cruel al encontrarse frente a frente con Azumi. – Lo que importa es que acabaré contigo – sus ojos se entrecierran cruelmente, oscureciéndose.

- Creo que... si no tuvieras tanta maldad dentro... te escogería como pareja – sonríe Azumi abiertamente. Es extraño encontrarse con tales humanos que parece que solo sienten odio por todo y por todos. Y... nunca se había encontrado con uno así, en general él provoca que sientan ese odio, pero verlo en su estado puro, maldad y nada más que eso sin que haya echo falta su intervención. Es curioso, casi inhumano.

- ¿Tengo que sentirme halagado por eso? – se burla Kaiji abiertamente ¿Qué importa que el ser que se encuentra ante él sea un demonio de más de mil años? Nada. – Lucha con ese ahora... luego... nos veremos las caras – señala con su rostro al pelirrojo para luego dar un paso hacia Alex y Syo pero Azumi le coge el brazo.

- ¿Qué trato te ha hecho Namae? No lo cumplirá. Deja que te ayude – Kaiji se detiene, sin mirar a Azumi, y durante unos segundos no dice nada hasta que... se oye su risa.

- ¿Romper un trato con Namae para hacerlo contigo? ¿No crees como salir del fuego para echarme a las brasas? – dice cuando se apagan sus risas, crueles. – ¿Dices que tengo maldad? Sí, la tengo, y siempre he querido probarme con Kyo y... si hace falta... matarle. ¡No me importa que se muera ese maldito hijo de papa! – con un gesto brusco se suelta de la presión que ejercía Azumi en su brazo.

- Mientes muy bien, pero no te creo – Azumi sonríe tranquilamente para luego dar un largo suspiro y dejar que Kyo salga de nuevo – Kaiji... somos amigos, no pienso dejarte morir o matarte. Azumi es un demonio... pero estoy seguro que cumpliría cualquier trato que hiciera contigo – el rostro de Kyo refleja la preocupación que siente por su ninja, porque aun lo es. Es su ninja. Su amigo. Sabe que Kaiji es una persona con quien cuesta mantener una amistad... pero... conseguir que Kaiji le tuviera como un amigo... Se alegró mucho de saberlo, y no va a dejar que esa amistad se rompa por culpa de lo que hagan Namae o Azumi, no.

- El trato ya está hecho y yo no rompo una promesa o un trato, lo sabes. Y si he roto la promesa que te hice... es por algo más importante que tu – le susurra sin mirarle, ¿para que hacerlo, si no lo puede ver?

- Shikai... – es lo que había pensado Kyo desde un principio. Kaiji está haciendo todo esto por Shikai... ¿pero cual es ese trato? – Esta bien Kaiji, que gane el mejor – Kyo sonríe, no hay más que decir, ahora... solo queda ganarle e intentar que no muera.

- Entonces... ganaré – una ligera risa y Kaiji vuelve a avanzar hacia Alex y Syo, dejando a Kyo en medio, solo, pero no indefenso.

El joven Kusanagi sonríe, ha notado el sarcasmo en las últimas palabras de Kaiji, sabe que el ninja no está muy seguro de ganar.

- ¿Ya habéis terminado? – dice Iori cruelmente mirando a Kyo quien se gira hacia él con una sonrisa burlona en el rostro.

- Estoy a tu entera disposición Yagami – dice Kyo e inclina su cabeza haciendo una reverencia, burlándose abiertamente del pelirrojo a quien no le sienta bien el gesto.

- ¡Entonces deja de hablar y actúa! – grita el pelirrojo y se lanza con sus manos hacia atrás, llenas de llamas púrpura, hacia Kyo. No va a tener compasión del joven, jamás. Su rostro con una mueca de pura rabia.

Kyo cruza sus manos en su pecho, sabiendo perfectamente de donde viene el pelirrojo y como va a empezar su ataque. Lo detiene con relativa facilidad sintiendo las llamas púrpura en sus brazos, pero ahora es él quien enciende las suyas, reconfortantes llamas anaranjadas lo envuelven. Concentra una llamarada en su puño y golpea el rostro de Iori pero este puede evitarlo, sorprendido por la habilidad del ciego Kusanagi.

Con su rodilla Kyo golpea el estómago del pelirrojo desprevenido, quien se encoge ligeramente y da un salto hacia atrás para evitar una patada en su rostro.

- ¡Kyo! – Alex grita y da un paso hacia donde está Kyo, no va a dejar que se enfrente solo a ese loco Yagami, pero una mano la detiene: Kaiji.

- ¿No te han dicho nunca que no interfieras en las peleas de los demás? – dice burlándose cruelmente de la joven, Alex va a decir algo cuando se oye una voz.

- ¡Alex! – la rubia se gira para ver a Hiroshi medio aturdido saliendo por la ventana – ¡El escrito en la pared! 'Rompiendo promesas' – tiene una mano perdida entre los mechones negros, todo le da vueltas pero ahora entiende lo que esas letras significaban realmente. - ¡Alex, Kaiji ha roto Todas las promesas! ¡ten cuidado con él...! – pero no puede seguir, Kaiji saca su puñal y lo clava en el hombro de Alex quien solo ha tenido tiempo de evitar que no se lo clavara en el corazón.

- Maldición – susurra la joven con una mano en su hombro sangrante. Sus ojos verdes entrecerrados.

- ¡Kaiji, detente! – le grita Syo acercándose, pero no tiene tiempo de evitar que Kaiji se vuelva a lanzar hacia ella.

- ¡Alex! ¡Cógela! – grita Hiroshi lanzando su corta espada hacia la rubia quien la coge al aire justo a tiempo para evitar que el puñal acierte esta vez oyéndose el estridente sonido del metal al chocar. Alex puede ver como Hiroshi pierde el pie y cae desde la ventana hacia el suelo.

- ¡Hiroshi! – grita la joven, sus ojos miran a Kaiji con maldad, no se lo va a perdonar, jamás. – Syo ve a ayudar a Hiroshi, mira si esta bien – es una orden claramente, y, en cualquier otra situación Syo se hubiera negado rotundamente, pero sabe que no es momento de llevarle la contraria a Alex, así que corre hacia el moreno inconsciente.

Alex se lanza de nuevo a atacar a Kaiji, hace tiempo que no usa una espada, pero eso no quiere decir que se haya olvidado de cómo hacerlo. Con la espada hacia abajo corta en diagonal hacia arriba para alcanzar a Kaiji quien logra esquivarla dando un giro hacia atrás, el despeñadero a dos metros tras él.

Kaiji entrecierra los ojos, satisfecho, realmente Alex es buenisima. Nota que Kyo y Iori han detenido la pelea unos instantes. Ambos sorprendidos ligeramente. Kyo no esperaba que Kaiji atacara a Alex, no lo entiende. Iori, por su parte, tampoco esperaba que Kaiji cumpliera su parte del trato, pero puede ver que se equivocaba, sonríe ligeramente.

El ninja los mira de reojo ligeramente, pero cuando se da cuenta ve la corta espada ir hacia él. Alex la ha lanzado hacia él, solo tiene tiempo de saltar hacia atrás pero incluso así la espada se clava en su pierna derecha haciendo que al volver al suelo pierda el pie y caiga por el acantilado, una sombra tras él.

- ¡Kaiji! – Shikai sale de la casa de Alex con una mano en su cabeza, observando la escena, ha visto como Kaiji caía al vacío. - ¡Maldición! Alex ¿cómo has podido? – dice acercándose a la joven, su mirada oculta tras los mechones rubios, ligeramente manchados con su propia sangre. La joven se queda en silencio, observando primero a Shikai y luego viendo el acantilado, y, como si despertara de un sueño, sus ojos se abren y cae al suelo de rodillas, sorprendida.

- Maldito Kusanagi – oye como murmura Iori y al voltear a mirarlo ve que Kyo no está y que el pelirrojo mira hacia el acantilado con los puños fuertemente cerrados.

Alex queda en silencio unos momentos, intentando asimilar la situación, mirando fijamente el acantilado.

- ¡¡Kyo!!

* * *

Continúa

[ Capítulo 51: Tot Igual, però diferent ]

 

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Noviembre, 2002

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