Llegendes de Foc
~ Jocs Perillosos ~

Fanfic por Artemis

Capitulo 48: Junts

Kaiji acaricia todo el cuerpo del rubio bajo él, recorriéndolo con sus manos e ignorando el grito que acaba de oír de Hiroshi.

Shikai cierra los ojos, dejándose hacer, sintiendo que las caricias se vuelven dolorosas. Kaiji le clava las uñas, rasgando la blanca piel, pero él no piensa protestar, el ninja castaño debe estar molesto con él... tiene que estarlo.

Lo besa de nuevo, salvaje, como si quisiera ahogarlo. Muerde los labios con fuerza al separarse, haciendo que sangren. Shikai cierra los ojos un segundo por el dolor, sintiendo la sangre salada... no importa, lo entiende.

- ¿Duele? – pregunta Kaiji con una medio sonrisa burlona, sus oscuros ojos viéndose afiebrados.

- No importa – responde el rubio, incorporándose un poco, besándolo tiernamente, manchando los labios de Kaiji con su sangre.

Lentamente sale de debajo de Kaiji para acabar arrodillados los dos, uno frente al otro. Acaricia tiernamente el pecho mientras deja suaves besos en el cuello. Baja más sus manos encontrando las vendas, las roza suavemente y sigue bajando, acariciando las piernas. Se inclina y empieza a lamer suavemente entre ellas, la punta de su lengua recorriéndola de abajo a arriba para acabar cogiéndolo en su boca, subiendo y bajando, solo queriendo dar placer, sus manos acariciando las piernas.

Kaiji no le responde, simplemente se está quieto, no lo toca, no lo ha perdonado ¿Cómo puede haber pensado que Kaiji lo perdonaría tan fácil? Cierra los ojos mientras succiona suavemente.

Nota una mano de Kaiji en su hombro moviéndose por debajo del rubio cabello, coge la cadena con la cruz y tira de ella, haciendo que se clave en el cuelo de Shikai que gime al notar la presión, cierra los ojos más fuerte. ¿Kaiji lo va a matar? Quizá es lo que se merece... aun con la fuerte presión no deja lo que hace, no deja de hacerlo suavemente, aunque se esté ahogando.

Kaiji tira más fuerte, obligándolo a dejarlo, tiene que poner las manos en su cuello, un acto reflejo para intentar que la presión cese, sus ojos clavados en las vendas de la cintura de Kaiji, sin atreverse a mirarlo a los ojos.

- Kaiji... – susurra acercándose a él, aunque esto le suponga más presión. Lo abraza por la cintura y apoya su cabeza en el hombro del castaño ninja. Si va a morir... quiere tener a Kaiji en sus brazos, desde hace un año, desde que el virus se le activo ha creído que moriría en los brazos de quien más quiere, de Kaiji.

La presión aumenta para cesar de golpe, Kaiji suelta la cadena y acaricia la espalda de Shikai, atrayéndolo hacia sí.

- ¿Por qué lo hiciste? - Pregunta, su voz fría. Evidentemente refiriéndose a porque lo traiciono con Benimaru.

- Yo... solo... yo... creía que me habías engañado con Hiroshi – responde el rubio, avergonzado por lo que hizo, su rostro escondido en el hombro de Kaiji, sus brazos rodeándolo.

- Haberme matado – siempre frío, las cosas siempre fáciles para él.

- Kaiji... no es tan simple – una triste sonrisa en sus labios, para Kaiji todo se soluciona matando.

- Quizá... pero no es tan doloroso – responde solamente. Shikai abre los ojos sorprendido, apartándose ligeramente de Kaiji. Con una mano aparta los castaños mechones de los ojos de Kaiji, se encuentra con esa mirada penetrante, fría, sus ojos oscuros brillantes, húmedos, lágrimas que no bajan – Hueles a laca – dice seco mientras una lágrima escapa y baja por su mejilla. El rubio se queda viéndolo, entre sorprendido y confuso, no puede creer que Kaiji... La lágrima solo cae y él parece no darse ni cuenta, como si no le importara.

- Kai... perdóname... perdóname – repite una y otra vez mientras besa casi con desesperación el rostro de Kaiji, no quiere ver más lagrimas caer, no, nunca. Se sienta sobre sus piernas – Solo quiero ser tuyo, solo soy tuyo. Quiero... – sus mejillas toman un ligero color – Quiero sentirte de nuevo – su mano baja por el pecho de Kaiji, sus vendas, hasta rozar levemente con sus dedos la entrepierna – Quiero saberme tuyo... quiero sentirte... dentro de... mi – sus mejillas las siente sonrojadas, siempre le ha costado hablar de esto, pedir esto.

- ¿Sexo? – pregunta Kaiji con una medio sonrisa. Shikai lo mira a los ojos.

- No – sonríe levemente – Quiero que me hagas el amor – sus ojos azules fijos en los oscuros de Kaiji, recordando cuando le contagió el SIDA... Kaiji se lo había dicho esa vez 'Siempre podemos hacer el amor'... eso dijo... por que en el sexo no hacen falta sentimientos... y ellos los tenían. Cada cual, a su manera, amaba al otro... uno diciéndolo directamente, el otro solo dejándolo ver con insinuaciones muy leves.

Se acerca más a Kaiji, levantándose un poco para sentir la entrepierna bajo él.

- Así te va a doler – le reprocha Kaiji, pero él solo le sonríe mirándolo entre los dorados mechones cubriendo sus ojos.

- Me lo merezco por idiota – Kaiji sonríe... dulce, Shikai se pierde en esa sonrisa, Kaiji sonríe tan poco... que solo una pequeña sonrisa ya hace que se pierda... tan hermoso.

Kaiji pasa sus manos por la espalda de Shikai, lentamente haciéndolo bajar, entrando en él pero la entrada es demasiado estrecha y el rubio cierra los ojos con fuerza por el dolor.

Kaiji aparta una mano de la cintura pero lo mantiene sujeto con la otra, y empieza a acariciar la entrepierna del rubio, arrancándole un gemido y haciendo que no sea dolor lo único que sienta. Acaricia suavemente. Shikai arquea su espalda, su cabeza hacia atrás, el rubio cabello cayendo, algunos mechones pegados a su piel, en su frente, todo su cuerpo recubierto por el sudor, los espasmos recorriéndolo por completo. Kaiji aprovecha y acaba de entrar, apretando el cuerpo de Shikai contra el suyo.

- ¡Ka... Kaiji! – grita al sentirlo dentro, su respiración acelerada, entrecortada.

- ¿Sí? – responde... su voz... juguetona.

- Kore... wa... ah... ii... – responde el rubio, excitado, sintiendo una tras otra oleadas de placer.

Kaiji lo tumba lentamente en la cama mientras él lo rodea con sus brazos y piernas, sujetándolo con fuerza mientras Kaiji empieza a moverse dentro suyo

- Kai... te... ah... neces-sito... te a-amo – dice entrecortadamente, sintiendo que el final está cerca, los espasmos más fuertes con cada movimiento que Kaiji hace dentro de él.

- El virus se activo – dice solamente Kaiji, susurrándoselo en el oído suavemente. Besa la mejilla de Shikai mientras siente como se vacía dentro de él. Este abre los ojos al oírlo, sintiendo una fuerte oleada de placer en su cuerpo y las lágrimas empiezan a caer por su rostro. Lo abraza con todas sus fuerzas. No puede ser que el virus ya se haya activado en Kaiji, no puede, no quiere que sea cierto... Por eso era la sangre... no era solo la herida... por eso ahora tiene el rostro afiebrado.

Se quedan abrazados unos segundos, Kaiji ya fuera de él. Se aparta un poco para mirar a los ojos de Shikai.

- Kai... – le dice suavemente al rubio, que puede ver el rostro de Kaiji algo sonrojado. El castaño aparta la mirada, no puede mirar esos ojos azules siente como si Shikai le leyera el pensamiento cuando lo mira con esos hermosos y azulados ojos – Yo... te... a... -

- ¡Kaiji! – un fuerte grito desde abajo, llamando al ninja, hace que calle y se levante. Shikai junto a él, medio feliz medio triste, mientras se seca las lágrimas. Sabe lo que Kaiji iba a decir y aunque no haya podido terminar... ya lo sabe, ahora lo sabe.

Ambos ninjas se ponen solo unos pantalones para ir más rápido.

Abren la puerta, encontrándose con que Hiroshi también ha salido por el grito, Alex y Syo también salen... si todos están arriba... ¿quién lo ha llamado? Se miran entre si, extrañados.

Hiroshi se acerca disimuladamente a Shikai.

- No se quien grita ahora... pero antes eras tu – ríe un poco y ve como Shikai se sonroja levemente y, para su sorpresa, también ve como el rostro de Kaiji toma un ligero color pero sin variar su neutralidad.

Todos bajan lentamente, desconfiados. Llegan a bajo y se encuentran con quien ha llamado a Kaiji: Kyo.

El joven Kusanagi está en pie frente a la puerta, sus brazos cruzados en su pecho. Un joven de cabello blanco está apoyado en la pared, su cara visiblemente molesta.

- ¿Kyo? – dice Kaiji viendo al joven, los ojos vendados, y su rostro molesto, vestido con un jersey negro algo ceñido y unos jeans también negros.

- ¡Yo! ¡Raike! – grita Hiroshi reconociendo al acompañante de Kyo, el dios lo mira un momento y por un segundo una sonrisa asoma por sus labios a modo de reconocimiento.

- Kyo-sama – susurra Syo al ver a su antiguo señor, su rostro parece aun orgulloso como siempre lo ha visto desde que lo conoció.

Alex se acerca al joven Kusanagi lenta y silenciosamente, sorprendida como todos los demás en la casa.

- Kyo – susurra suavemente, alegre de verlo aun sin entender que hace aquí pero se alegra. Kyo no puede evitar sorprenderse al oír la suave voz de Alex ¿Cómo es que la ninja ya está aquí? Le gustaría saberlo... pero ahora no... ahora tiene que resolver otros asuntos.

- Kaiji – llama de nuevo - ¿Dónde está Beni? – su tono duro, frío. Todos lo miran extrañados, no saben a que viene la pregunta.

- Kyo... Benimaru se fue de aquí hace unas horas... no sabemos donde está – le explica Alex pero Kyo no parece que la esté escuchando.

- Kaiji ¿Dónde está Beni? – repite lentamente, separando las palabras, su tono de voz molesto, furioso. Nadie entiende porque pregunta a Kaiji. Miran al ninja aludido y ven como una sonrisa cruel aparece en sus labios, su mirada fija en Kyo, salvaje.

- Bajo tierra, con un tiro en la nuca – responde sin dejar de sonreír con maldad, sus ojos brillantes, como si disfrutara pensando en lo que ha hecho.

- ¿¡Estás loco Kaiji?! ¿¡Crees que puedes ir matando gente porque sí!? – le grita el joven Kusanagi, estallando ante el comportamiento del ninja.

* * *

Flash Back

Kyo empezó a despertarse, se sentía muy mal, mareado en extremo. Sintió las sabanas cubriéndole medio cuerpo. Estaba en una cama, pero... ¿cuál? ¿estaba en el hospital de nuevo?

Se incorporo con algo de esfuerzo, no sentía nada, no sentía a nadie a su alrededor. Azumi había desaparecido, esto ya empezaba a parecer una costumbre, una costumbre que él odiaba.

Lentamente se sentó en la cama, haciendo que las sabanas cayeran al suelo sin importarle mucho. Aunque ya no podía sentir con tanta claridad, no le pareció que estuviera en un hospital. Se levantó y su cabeza empezó a darle vueltas, el equilibrio totalmente perdido en ese momento. Tubo que separar algo sus piernas para poder mantenerse en pie. Lo último que recordaba era a Azumi, guiándolo por entre las calles, huyendo de ese tal Namae, y él no entendía porque tenía que hacerlo... solo... corrió.

Dio un paso inseguro, y oyó unos aullidos de dolor. Aquello lo asustó, y tuvo que dar un paso hacia atrás, perdiendo totalmente el equilibrio, cayendo en el suelo, y golpeándose la espalda contra la cama. ¿Qué diablos había sido eso?

- ¿Ya despertaste? - una voz hablando con él, muy grave y profunda, el tono agrio.

- ¿Qui... Quién? - había dicho intentando levantarse, apoyando una mano en la cama, encendiendo una llama roja en su mano, completamente desconfiado. La voz no sonaba amigable.

- Estúpido humano - murmuró Orochi entre dientes, viendo el fuego rojo y sintiendo rabia por no poder usar el suyo -. Soy Oro... Raike. - El Kusanagi ya lo conocía por su antiguo nombre, así que ¿qué importaba? Además, él era Orochi, pero sólo cuando tenía poder, cuando podía usar sus llamas y elevarse expandiendo su energía.

- ¿Rai... ke? - preguntó Kyo, titubeante. De nuevo estaba con Orochi, de nuevo indefenso, pero tenía sus llamas... aunque de poco le servían para luchar contra el dios estando ciego. Llevó una mano a la venda que sentía en sus ojos, quería sacársela, comprobar el resultado al menos. Pero una mano lo sujetó con fuerza, obligándolo a apartar la suya de la venda. - Suéltame - dijo furioso, sabía que era peligroso hablarle así al dios, pero quería saber qué habían hecho con sus ojos.

- Como quieras - respondió Orochi soltándolo, su tono asqueado -. Pero no deberías sacártelas aun. - Se agachó para coger al perro que empezaba a jugar por entre las sábanas. - Cógelo - dijo dándole el perro bruscamente. Kyo lo cogió por reflejo, ligeramente asustado al notar algo con pelo y que se movía en sus manos, y luego notar que le lamían la mejilla una y otra vez.

- ¿Qué...? - preguntó sin entender. ¿Qué hacía Orochi con un animal? Sintió una mano en su frente, con un gesto brusco que lo hizo retroceder, y casi caer sentando en la cama. Pero otra mano, esta vez en su cintura, lo mantuvo en pie.

- Estate quieto - gruñó Orochi -. Eres peor que el perro - su tono molesto, adecuado a esa situación. Su mano estaba demasiado fría para poder comprobar la fiebre, así que apartó los castaños mechones del rostro de Kyo y puso su frente allí, aun sujetándolo. Kyo no podía creer que el dios en verdad hiciera esto, sentía la respiración de Orochi en su rostro, tibia. - Hn, tienes fiebre - murmuró Orochi, apartándose.

- Debo volver a la mansión - susurró Kyo algo turbado. Si bien los gestos eran bruscos, le sorprendía que Orochi lo tratara medio bien.

- Pues ve - gruñó Orochi. Que se fuera, sí, y rápido. No podía soportar su presencia.

- Yo... - Kyo apretó los dientes, sus dedos sujetando con más fuerza al perro, que gimió por la súbita presión -. No puedo... ir solo - dijo, teniendo que dejar que su orgullo cayera por los suelos. No, no notaba nada. No podía simplemente andar solo si no quería correr el riesgo de tropezar o chocar contra algo.

Oyó como Orochi maldecía en voz baja y le quitaba al perro de las manos, para dejarlo en el suelo y cogerle la mano, tirando de él sin consideración, haciéndolo andar a rastras mientras Kyo sentía un horrible pavor a chocar contra algo.

- ¿Quieres un maldito bastón? - gruñó Orochi en la puerta, soltando a Kyo y poniéndose un abrigo que allí había. Kyo bajó su cabeza, apretando los puños y susurrando un 'no'. No, no quería un estúpido bastón, no quería parecer ciego -. Pues entonces tendrás que confiar en mí - dijo Orochi fríamente, abriendo la puerta y volviendo a coger la mano de Kyo, haciéndolo salir. El perro también salió tras ellos, saltando feliz por poder ir a pasear.

Se dirigieron a las escaleras, y Orochi vio que para bajar y salir de la casa sería complicado, si tenía que ir diciéndole cuantos escalones había y cuando girar, así que se decidió por algo que le pareció más rápido. Soltó a Kyo y se paró frente a él agachándose. Kyo se quedó quieto, sin saber qué hacer... No podía notar a Orochi, ¿qué sucedía?

- Un paso adelante - murmuró Orochi, aun agachado frente a él, dándole la espalda. Kyo se sobresaltó un poco al oír la voz cercana. Dio un paso inseguro hacia adelante y chocó contra la espalda de Orochi, teniendo que posar sus manos en los hombros del dios para no caer al suelo. El dios se movió rápido, pasando sus manos tras las rodillas de Kyo, doblándolas y levantándose rápidamente cargando así al joven tras su espalda. Kyo intentó protestar, no quería que lo cargaran, pero Orochi se le adelantó -: Escucha, Kusanagi, esto me gusta tan poco como a ti, pero además de ciego tienes fiebre y no pienso recogerte si te caes desmayado al suelo – su voz grave, molesto, mientras empezaba a bajar, sintiendo a Kyo muy liviano en su espalda, debido tal vez a estar enfermo o a todo lo que le pasó en general.

Llegó a bajo. Kyo se sentía como un completo inútil, mareado aun, sin saber donde estaba él o donde estaba Azumi.

Sus ojos los notaba cerrados bajo las vendas demasiado ajustadas como para poder abrirlos.

Orochi lo dejó en el suelo al llegar afuera, no había nadie en la calle, algún coche pasaba de vez en cuando, iluminándolos. No había ningún taxi cerca para poder dejar a Kyo en él. Orochi sabía donde estaba la mansión y por lo que vio no tendrían más remedio que ir a pie.

- ¿Puedes andar? – le preguntó mirando de reojo al joven, este estaba abrazándose a si mismo, el frío le estaba entrando, calando sus huesos, el jersey no era lo suficientemente grueso para evitarle el contacto con el aire, su piel pálida sintiendo un sudor frío en su frente.

Notó algo en sus hombros, un abrigo rodeándolo junto con el brazo de Orochi, por delante notó que le daba al perro y lo cogió sintiendo el calor del pequeño cuerpo, reconfortante.

- Gracias – susurró bajando la cabeza, notando que el brazo en sus hombros lo apretaba obligándolo a andar.

- No quiero tener que dar explicaciones a Azumi si te mueres – contestó secamente el dios, diciendo justamente lo que pensaba, y Kyo lo sabía, sonrió un poco, tristemente, empezando a andar con pasos algo inseguros.

Anduvieron largo rato en completo silencio, no había nada que decir y el dios sentía que si oía mucho la voz de Kyo lo mataría. El cachorro se durmió en los brazos del joven Kusanagi.

- Nikaido – dijo Orochi de pronto, sobresaltando al joven.

Benimaru estaba saliendo de un bar... discoteca... o algo parecido. No los podía ver porque estaban en un lugar cubierto por las sombras pero Orochi sí podía verlo. Kyo se sintió mejor al oír el nombre de su compañero, lo tranquilizó haberlo encontrado.

Se oyó el ruido de una moto frenar, una moto completamente negra. Orochi vio como frenaba ante Benimaru, un joven de cabello castaño muy largo y ojos oscuros bajó de ella.

Tanto el dios como Kyo pudieron oír lo que decían ambos jóvenes.

- Kaiji – habló Benimaru reconociendo al ninja. Kyo se sorprendió, no sabía que pasaba pero el tono de voz de Benimaru era molesto.

Orochi, por instinto, le llevó más hacia las sombras para observar sin ser vistos. ¿Ese era el Kaiji del que Hiroshi le había hablado? No se veía nada mal.

- Benimaru-san – habló el ninja con una leve inclinación de cabeza, una sonrisa torcida en sus labios, cruel, salvaje, sus ojos brillantes mirando a Benimaru como un cazador a su presa.

- ¿Qué quieres? – las manos de Benimaru empezaron a acumular electricidad. La sonrisa de Kaiji se expandió más, completamente cruel, sádico. - ¿Crees que podrás matarme? – se burlo el rubio - ¿Crees poder clavarme el cuchillo antes que yo te electrocute? – Kaiji no dijo nada, no se movió, solo observaba, esa sonrisa salvaje en sus labios, esos ojos brillando... Su cabello se sacudió violentamente al lanzarse a atacar, no había cuchillo. El rubio lo esquivó fácilmente, bloqueando su golpe y dando una fuerte patada en la cara del ninja que cayó al suelo de espaldas. – Solo eres un ninja – se burló Benimaru, despreciando. Empezó a alejarse, en la dirección donde estaban Kyo y Orochi, pero aun no los podía ver, le daba la espalda a Kaiji, pero estaba preparado para electrocutarlo a la que se acercara.

- Sí, soy un ninja, pero antes de eso soy un asesino y... no siempre uso cuchillo – Benimaru abrió los ojos, la fría y sádica voz de Kaiji hicieron que se detuviera, ¿qué quería decir? Pero antes de poder voltearse a verlo se oyó un disparo.

Orochi tapó la boca al perro que se había despertado por el ruido. Kyo no entendía que pasaba... ¿a caso Kaiji había...?

El cuerpo de Benimaru cayó al suelo con un golpe seco, la sangre empezó a manchar el suelo, saliendo de su nuca y de su boca.

Kaiji se le acercó con la pistola en la mano mirando el cuerpo a sus pies y sonriendo con maldad.

En el bar no habían oído nada debido a la música que había dentro y a las gruesas puertas de madera y metal que separaban el interior del local del exterior manteniéndolo insonorizado y cálido.

Kaiji se agachó y tocó la nuca de Benimaru con la punta de los dedos, manchándoselos de sangre y lamiéndolos lentamente, saboreando la sangre.

- Estúpido – susurró con una cruel sonrisa. Lo cogió por una mano y lo arrastró sin ningún miramiento... estaba muerto ¿qué más daba? Lo tiró tras su moto guardándose la pistola de nuevo en su espalda, donde la había tenido todo el rato. Subió él también, arrancando y yendose.

- Rai... Raike ¿Qué ha...? – preguntó Kyo titubeante... no podía ser lo que él creía, no...

- Pues ese Kaiji ha matado a Nikaido – explicó distraido, una leve sonrisa en sus labios, ese ninja realmente disfrutaba matando. Sería un perfecto servidor suyo... Tanta maldad, toda junta, esos ojos... no podían ser más crueles, no podían disfrutar más de la muerte.

Kyo se quedo helado... Kaiji estaba loco... y no hacía tanto habían estado juntos y lo había... besado.

- ¿Nikaido tiene un descapotable? – preguntó Orochi. Habían unas llaves en el suelo manchado de rojo y un coche descapotable cerca de ellos.

- Si-i – respondió Kyo, aun sin poder creer que su amigo, su compañero, hubiese muerto, no podía ser cierto... no podía creerlo...

Orochi lo subió al coche y puso al perro detrás, poniendo las llaves en el contacto... bueno, no había conducido nunca... pero había visto como lo hacian, era un dios, para él debia ser facil. Más o menos pudo conducir bien pero lentamente debido a la falta de practica, maldiciendo a todos los autos que el hombre había podido crear.

Fin Flash Back

* * *

Continúa

[ Capítulo 49: Boig ]

 

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Noviembre, 2002

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