Llegendes de Foc
~ Jocs Perillosos ~
Fanfic por Artemis
Capitulo 45: T'estimava
- ¿Hay alguien? una voz desde abajo, unos pasos subiendo en las escaleras, hasta llegar a la habitación. Syo observa la escena ante él: Shikai sentado en la cama, con Hiroshi arrodillado, abrazando su cintura y en la cama... Alex. Entrecierra sus ojos al verlo, sintiendo como se molesta. Los tres parecen algo tristes, Alex se incorpora y se pone en pie, saliendo de la cama.
- Hola Fujimiya-sama se burla la ninja, no puede evitar recordar lo amable que fue en el parque con ella, aun que no supiera a quien estaba abrazando... además... le gusta molestarlo.
- ¿Dónde está mi hermano? pregunta, intentando ignorar la furia que recorre sus venas. Alex e Hiroshi lo miran sin entender. ¿Hermano?
- Fujimiya-san es el hermano de Kaiji dice Shikai levantándose y saludando al recién llegado con una leve inclinación de cabeza. Sus dos compañeros lo miran con sorpresa para luego observar a Syo, no puede ser.
- Hai, ore wa Kaiji no otouto - dice, su sonrisa burlona al ver la sorpresa en los ojos... ¿azules? Se acerca a Alex unos pasos, él recordaba unos ojos verdes y brillantes. Se quedan viéndose, ambos molestos, Alex recuerda esos ojos ámbar mirándola tristes en el parque, desvía su mirada algo turbada y Syo se sorprende ante el gesto tan humano de Alex, no lo esperaba. Mira a un lado y se encuentra con un par de ojos negros mirándolo a poco más de palmo de su rostro.
- No trobo que s'assemblin - dice Hiroshi mirando fijamente de arriba a abajo, viendo al joven que lo mira con molestia.
- Si de cas en el color del cabells - murmura Alex mirándolo de reojo, su rostro vuelve a tener su sonrisa burlona.
- Al menys no tenen el mateix sentit de l'humor - comenta Hiroshi tocándose la nariz que aun le duele, y una ligera risa escapa de los labios de Alex. Incluso en los momentos más serios Hiroshi es capaz de bromear...
Recuerda que en una misión tenían que acompañar a Saisyu a hablar con alguien importante, un hombre que se ocupaba de entrenar ninjas. Saisyu los llevó con él, a los cuatro. Quería que el hombre trabajara para él, y para eso tenía que demostrarle que a sus ninjas valía la pena entrenarlos. Fueron llevados a una sala de entrenamientos. Otros cuatro ninjas frente a ellos para enfrentarlos. Hiroshi empezó, levantando su mano como si aun estuviera en la escuela.
'¿Tenemos que matarlos?' vio como Saisyu entrecerraba sus ojos al oír el comentario y empezaba a temerse lo peor, solo era el comienzo '¿Puedo sacarme el traje?' de nuevo. Iban todos vestidos de ninja. Saisyu asintió esperando a que terminara... que equivocado estaba, solo era el principio... Hiroshi se saco el traje... tarareando una tonada de striptease. Debajo llevaba su típica camiseta ajustada, que dejaba ver la serpiente en su estómago, era sin mangas y negra. Los pantalones de cuero rasgados, los agujeros estratégicamente colocados.
Saisyu se llevó una mano a los ojos.
Cuando terminó se prepararon para atacar y empezar cuando, de pronto, Hiroshi se puso a reír estridentemente diciendo algo de un chiste que había recordado cayendo al suelo sentado sin parar de reír.
'Bien...' había dicho Kaiji 'voy a matarlo' y se agacho para clavarle el puñal en la espalda. Hiroshi tubo que arrastrarse lejos para luego levantarse, dejando a los cuatro ninjas, que no entendían que pasaba, tras su espalda. Empezó a gritarle a Kaiji, diciéndole que no era capaz de darle, así que este le lanzo el puñal. Tubo el tiempo justo de agacharse y ver el cuchillo clavado en la frente de uno de esos ninjas, y al verlo se echo a reír aun más, bueno... ella también río levemente, debe admitirlo.
El hombre no quiso ver más y le dijo a Saisyu, no muy amablemente, que se llevara a esos cuatro de su vista.
Al volver iban en un coche, Shikai conduciendo, Saisyu sentado delante, a su lado. Ella iba detrás, entre Kaiji y Hiroshi, por... si a caso.
Saisyu les dijo que jamás había pasado tanta vergüenza, que no se lo esperaba de ellos, una conducta tan poco responsable... no los iba a perdonar si no le daban un motivo claro.
'Venga jefe... no se enfade...' le había dicho Hiroshi meloso, estaba sentado tras de él y paso sus manos hacia delante para masajear los hombros 'No podemos aceptar que nadie nos entrene, somos buenos, ¿ne Kaiji?' le guiño un ojo a su compañero.
Todo lo habían planeado esos dos, Kaiji había estado de acuerdo con Hiroshi en que nadie podía entrenarlos o al menos un desconocido.
'Tendría que haberlo supuesto' dijo solamente Saisyu con su grave voz, rozando levemente la barba con la punta de sus dedos, y le pareció ver una leve sonrisa.
- ¿Se puede saber que decís? pregunta Syo molesto, pues no ha entendido lo que hablan. Alex sale de sus recuerdos.
- No te pareces a Kaiji dice la rubia acotando lo que han dicho. Sin darse cuenta sonriendo dulcemente debido al recuerdo de hace unos segundos.
Syo la mira, aun molesto pero extrañado, en verdad... este extranjero se ve... bien cuando sonríe así.
- Alex, necesitas descansar dice Shikai poniendo lentamente una mano en el hombro de la joven y notando como se tensa por el contacto, se extraña, hace tiempo que Alex no se ponía así.
- No voy a quedarme tumbado en la cama le dice sin mirarlo. No, no quiere quedarse tumbada y menos con Syo delante, no, ni loca. Además... molestar a Syo puede que la ayude a relajarse, a no pensar en lo que le ha pasado Id a bajo, ahora vengo les dice a los tres ninjas.
Shikai suspira, no se puede discutir con Alex cuando se le pone algo en la cabeza. Hiroshi sale de la habitación mientras que Syo se queda mirándola sin querer salir, a él Alex no le da ordenes. Siente la mano de Shikai en su brazo.
- Fujimiya-san, baje con nosotros le dice con una sonrisa, mientras lo hace caminar, empujándolo levemente.
- Deja de llamarme así le reprende Llámame Syo, a fin de cuentas somos cuñados comenta empezando a salir, medio en serio medio en broma y nota como la mano de Shikai hace más presión en su brazo. Lo mira extrañado, ve sus ojos azules escondidos entre los dorados mechones, haciéndolo bajar sin decir nada, soltándolo. Syo no entiende bien que es lo que pasa pero calla.
Cuando llegan a bajo Shikai entra en la cocina a preparar algo de café y un té.
Alex baja cuando él sale y deja las tres tazas de humeante café en la pequeña mesa y también el te para Alex, quien se sienta al lado de Syo, para total sorpresa de este.
Lo mira un momento y Syo puede ver los ojos de la ninja, de nuevo verdes, frunce el ceño sin entender.
- Hiroshi, ¿tienes tabaco? pregunta Alex mirando al moreno, hacía tiempo que no fumaba tanto, pero los nervios pueden con ella y la nicotina en sus venas la calma, la relaja.
Hiroshi empieza a buscar por sus bolsillos, sacando lo que tiene: una jeringuilla esterilizada, cuatro bolsitas de plástico llenas con su preciado polvo blanco, un espejo, la aguja de la jeringuilla, un montón de pastillas de distintos colores, un cuchillo de bolsillo, más pastillas y, finalmente, unos cigarrillos arrugados. Busca el encendedor y logra encontrarlo perdido en el fondo de uno de sus bolsillos. Mira la mesa, toda llena de drogas y ríe.
- ¿Alguien quiere? Yo invito bromea viendo el panorama.
Alex coge uno de los arrugados cigarrillos y lo enciende. Syo mira en que forma tan... sensual fuma Alex, la manera como coge el cigarrillo entre sus dedos, como hace que el humo entre en sus pulmones, la manera elegante con que lo hace salir... Deja de mirarla al notar lo que estaba pensando.
- ¿Dónde está mi hermano? pregunta viendo que nadie habla.
Hiroshi baja su mirada, se siente culpable, si al menos pudiera recordar...
Shikai pone una mano en el hombro del moreno y lentamente deja que se tumbe, la cabeza en sus piernas y le acaricia el cabello distraídamente, como antes hacia con Kaiji, pero siente que no es lo mismo.
- Voy... a dejar a Kaiji su mirada baja. Quien sabe si Kaiji se dignará en volver.... pero si se va... si se marcha... tiene que recoger sus cosas y... piensa recriminarle por lo que le ha hecho... por todo. Por haberle obligado a matar a sus padres. Por haberle obligado a contagiarle el SIDA. Hace años que lo tiene... cuando ya estaban los tres: Kaiji, Hiroshi y él.
Shikai vivía con Kaiji, mientras que Hiroshi vivía fugándose del orfanato donde estaba con su hermana.
Un día él estaba solo en la casa, Kaiji había ido a solucionar unos 'problemas' le había dicho. Estaba sentado en el gran comedor de la enorme casa, se le hacia extraño vivir en un lugar tan grande, habiendo pasado toda su vida en una casa que no era ni tan solo de la medida del comedor en donde estaba ahora, los enormes sillones tapizados en piel... no se parecía en nada a una casa japonesa, más bien era de estilo americano, de tejas, de donde era la madre de Kaiji según le había dicho. Por tanto Kaiji era medio americano pero por sus rasgos nadie podría decirlo. Sus ojos, todo su rostro era japonés. Tenía la costumbre de, de vez en cuando, vestirse como un tejano y así sí parecía un extranjero.
Kaiji hablaba muchos idiomas y los aprendía rápido, cuando conocieron a Alex él fue el primero en aprender, tanto el frances como el catalán sin ningún esfuerzo.
Estando en el comedor le pareció ver una sombra moverse por el jardín. Sí, había alguien, y ahora él se sentía como la presa.
Salió por la puerta principal, mirando la oscuridad de la noche para buscar al intruso. Alguien apareció ante él, a pocos metros, no tubo tiempo para reaccionar cuando sintió que una bala entraba en su pecho, muy cerca del corazón. En ese tiempo él no sabía pelear, no tenía la agilidad que tiene ahora con su cable, ni tan solo quería volver a matar y por lo tanto, la rapidez y reflejos, eran lentos por no decir casi nulos.
Cayó al suelo, sujetando la herida con su mano, sintiendo la sangre caliente en ella, el rojo líquido manchando su ropa.
'Ahora morirás... y Seike sabrá lo que es perder a alguien que amas' reconoció, entre las brumas, a quien había dicho eso, reconoció a la mujer del traficante a quien Kaiji había matado.
Se le acercó, dejando algo a su lado y se fue sin decir más, dejándolo en el suelo, sangrando, sintiendo como la sangre subía a su boca y lo ahogaba, su pecho le ardía, sentía que no aguantaría. Miró lo que la mujer había dejado... una bomba de tiempo, una maldita bomba de relojería, justo a su lado.
Sin saber como, sacó fuerzas para levantarse, tenía que alejarse de allí... como fuera. Sus pasos eran inseguros, andando a tropezones. Su cuerpo echado hacia delante, con una mano en su herida, apretando para que dejara de sangrar de una vez, pero era inútil. Su vista estaba completamente nublada, por el dolor, por las lágrimas que sabía que caían y porque sentía que perdería la consciencia de un momento a otro debido a la perdida de sangre. Recuerda que llamó a Kaiji, que su voz sonaba desesperada quería ver a Kaiji, necesitaba que él estuviera allí que lo mirara como siempre hacía, que le hablara con su voz fría quería que le dijera que todo estaba bien con esa neutralidad que siempre tenía. La sangre abandonaba su cuerpo, tanto por su herida como por la que salía, también abundante, por su boca, obligándolo a hacer grandes esfuerzos para el simple hecho de respirar.
Pudo salir del jardín, pero cayó al suelo, en medio de la calle. A lo lejos le pareció ver una figura, ¿un hombre? No, era demasiado delicado para ser hombre, ¿una mujer? Su cabello era largo, pero su cuerpo tampoco parecía el de una mujer... ¿Un chico? ¿Kaiji? El chico a lo lejos ¿era Kaiji?
Iba a llamarlo, a gritar su nombre desesperadamente, cuando la bomba estalló, luego no hubo más recuerdos.
Cuando recobró el sentido estaba en una ambulancia. Lo estaban atendiendo, intentando que aguantara hasta llegar al hospital. Kaiji también estaba allí, mirándolo fijamente bajo esos mechones castaños.
'Kai...' había susurrado, feliz de verlo, feliz de ver que al menos él estaba bien. Sintió el sabor salado de la sangre en su boca, sentía la herida en su pecho y su cara le ardía 'Me duele...' había murmurado cerrando los ojos por el excesivo dolor.
'Ya. Ahora calla' fue la única respuesta que recibió junto con una mano en su boca, cubriéndola, pero sin apretar o asfixiar, solo haciéndolo callar.
Volvió a perder la consciencia para despertar en la habitación de un hospital. Kaiji estaba sentado en el borde de una pequeña ventana, de nuevo mirándolo.
Shikai sintió que unas vendas cubrían parte de su rostro, quiso levantar su mano, tocar esas vendas que no sabía porque estaban allí, pero no pudo, mover o intentar mover la mano hacía que todo le doliera, todo su cuerpo estaba seriamente dañado.
'Kai' llamó '¿Qué... qué ha pasado?' sentía su boca seca, sus labios también. Kaiji bajó de la ventana y se le acercó.
'Hace tres días te dispararon y luego hicieron estallar una bomba' ¿tres días? Sí, había pasado tres días inconsciente en el hospital y Kaiji lo decía tan frío... como si no importara, justo a su lado, mirándolo fijamente, sus ojos castaños clavados en él.
'¿Por qué tengo vendada la cara?' preguntó, no lo entendía... la herida era en su pecho no en su rostro.
'La explosión te quemó parte del rostro' tan frío... tan sinceramente frío. Sintió las lágrimas subir a sus ojos.
Una enfermera entró lentamente, trayendo un pequeño carrito de metal con vendas y medicamentos. Vio como se acercaba con miedo reflejado en sus ojos, mientras miraba a Kaiji. Sin decir nada dejó el carrito a un lado de la cama, el contrario a donde se encontraba Kaiji, y se fue rápidamente de la habitación.
Kaiji se sentó en la cama y le sacó las vendas del rostro sin decir nada, parecía cuidadoso al hacerlo, como si no quisiera hacerle el más mínimo daño.
Las sacó completamente, Shikai solo podía mirarlo con miedo, su rostro estaba quemado... ¿Cómo debía verse? ¿Qué debía pensar Kaiji?... si su rostro estaba muy mal... Kaiji lo dejaría... y él no querría volver a salir a la calle... porque no soportaría estar de nuevo solo, porque no soportaría las miradas de la gente... por que no soportaría no tener a Kaiji.
'Quie... quiero... ver' dijo titubenante, sus labios completamente secos. Kaiji le estaba aplicando una crema en la quemadura, en su mejilla, y él casi ni lo notaba. Vio la fría mirada entre los mechones castaños, la desaprobación en esos ojos tan profundos.
'¿Para que?' le preguntó, inclinándose hacia él y lamiendo sus labios con la punta de su lengua, humedeciéndolos. Shikai cerró los ojos ante el contacto y dejó que la lengua entrara en su boca, húmeda y suave, relajante... en cierto modo... tranquilizándolo. Se separaron, el rubio no protestó más, dejando que Kaiji lo vendara de nuevo.
Pasaron un par de días, Kaiji no lo había vendado más, la quemadura quedó expuesta al aire para cicatrizar más rápido. Él se sentía mejor, ya podía sentarse en la cama y mover sus brazos más o menos sin dolor. Si este aparecía cogía la mano de Kaiji y la estrechaba fuerte entre las suyas esperando a que pasara, el chico castaño no protestaba, solo dejaba que se la cogiera sin decir nada, simplemente mirándolo.
No se preocupó mucho por la quemadura, aun no había podido verla pero no parecía tan grave, viendo que Kaiji se comportaba como siempre, frío e indiferente, besándolo de vez en cuando, como solo él sabía... no podían hacer más, pero no parecía que a Kaiji le importaba, al fin y al cabo... solo serían unos días.
Aquel día Hiroshi fue a verle, entró gritando. Él estaba medio recostado, con cojines tras su espalda, y Kaiji estaba completamente tumbado sobre sus piernas mientras él le acariciaba el sedoso cabello. Hiroshi se le acercó saludando a gritos y sonriendo pero había quedado callado de golpe, la sonrisa desapareció al verle el rostro, al ver la quemadura.
Shikai, al ver la expresión de Hiroshi, empezó a sentir una fuerte angustia. Miró a Kaiji, se había dormido en sus piernas, ni tan solo despertó por el grito de Hiroshi al entrar.
El rubio obligó a Hiroshi a darle el espejo que siempre llevaba encima y cuando se vio... su rostro... la parte derecha de su cara profundamente quemada, abarcando su mejilla y bajando por su cuello: la quemadura casi llegaba a su ojo. Incluso parte de su cabello rubio había sido afectado, y los, en ese tiempo, cortos mechones disparejos no cubrían la desagradable herida.
No podía creerlo, no podía ser. Tenía ganas de llorar, gritar o lo que fuera, y Kaiji no le había dicho nada! ¿Cómo podía mirarlo tan tranquilamente, como si nada hubiese pasado? ¿Cómo, si hasta las pocas enfermeras que entraban hacían una ligera mueca de desagrado al verlo?
De pronto sintió la mano de Kaiji en la suya, la que sostenía el espejo, con un gesto brusco lo obligó a tirarlo, girándose y viendo a Shikai a los ojos, molesto.
'¿Qué haces?' le había preguntado en un siseo, su voz mucho más fría que de costumbre.
'¿Por... que no... lo dijiste?' susurró él, intimidado por la penetrante mirada. Hiroshi se disculpó, o intentó hacerlo, porque Kaiji le dijo que se fuera, cortante.
'Ya te dije que tenías la quemadura' la frialdad y la indiferencia, los ojos molestos, hicieron que el rubio notara las lágrimas caer de sus ojos. Se abrazó a Kaiji, las manos entre el largo y castaño cabello y su rostro escondido en su pecho. 'Si tanto te importa... puedes operarte' se separó un poco de él, alzando la vista. Kaiji rozó la quemadura con la punta de sus dedos, parecía que... examinando 'No creo que quede marca'
Así lo hizo, al cabo de una semana lo operaron y solo quedó una cicatriz pequeña ante su oreja y otra por su cuello, casi inapreciables, pero aun así decidió dejar que su cabello creciera para cubrirlo mejor.
Por la herida del pecho no podía hacer casi nada, durante un tiempo, no podía cansarse. Empezó a poder salir del hospital, pero tenía que ir en silla de ruedas, Kaiji lo empujaba, llevándolo por un pequeño parque al lado del hospital, él agradecía el aire fresco en su rostro.
Hiroshi también lo iba a visitar de vez en cuando y la habitación había quedado llena de figuritas de origami.
Un día Kaiji se fue, había pasado todos los días con él, pero no sabía que hacía por las noches, seguramente se iba a descansar a algún sitio ya que en la habitación del hospital no habían puesto ninguna cama para que él pudiera dormir... supuso que tampoco lo había pedido. Esta vez se fue al medio día.
Una enfermera entró mientras estaba solo, sus ojos visiblemente preocupados y afectados. No supo porque hasta que la enfermera se envolvió en disculpas. En la primera operación le habían tenido que hacer una transfusión de urgencia y el donante resultó ser cero positivo... tenía el SIDA, no lo habían visto... tenían que salvarlo y no pudieron examinar la sangre.
Shikai no dijo nada, solo se quedó en silencio... ¿ahora tenía el SIDA?
La enfermera le sacó sangre sin dejar de disculparse, y la llevó a analizar... al final le dijo que de momento solo era portador del virus, que este estaba en estado de latencia y que tanto podía activarse en un mes como en veinte años y... ahora hace un año que el virus se ha activado, hace un año que lo está consumiendo.
No le dijo nada a Kaiji, no se atrevió, quería estar a su lado tanto tiempo como pudiera y sentía que si le decía lo de su enfermedad... Kaiji lo dejaría.
Salió del hospital al cabo de unos días. Él y Kaiji se fueron a vivir a otra casa, esta era más pequeña que la otra, pero suficiente para los dos.
Se iba recuperando bien, intentando que Kaiji no supiera y, a veces, evitándolo. Le daba miedo que, de alguna manera, pudiera contagiarle, no quería hacerlo.
Dormían juntos pero no hacían nada, Shikai no lo dejaba, casi ni se atrevía a besarlo.
'¿Ya te cansaste?' le preguntó Kaiji una noche, tumbados en la cama para dormir. Él no dijo nada. 'Dijiste que me amabas, ¿ne? ¿Ya se te pasó?' su voz neutra, ni reproche, ni suplica, solo preguntaba. Shikai sintió como si, de nuevo, le dispararan, esta vez justo en el corazón. Se abrazó a Kaiji con fuerza, tenía que contarle...
'Perdóname, perdóname... sí te amo, claro que lo hago... tanto... pero soy un egoísta... yo... no quiero que me dejes...' le dijo escondiendo su rostro en el cuello de Kaiji.
'¿Dejarte?' un ligero tono de asombro en la voz del joven castaño. Shikai se abrazó más fuerte contra él, su rostro escondido mientras le contaba lo que había pasado en la operación... ahora tenía el SIDA... Se preparó para que Kaiji lo apartara, para que lo dejara 'Bien, ahora... ¿me dices porque tengo que dejarte?' su voz tenía un ligero tono de incomprensión que dejó a Shikai algo confundido. El rubio se separó para mirarlo.
'Kai... tengo el SIDA... yo... puedo contagiarte... aunque ahora quieras continuar.... no podemos....' su rostro enrojeció un poco, sus mejillas tomando un ligero color. Miró a Kaiji, que parecía no entender o no querer entender. 'Sexo' acotó en voz baja, apartando la mirada, sintiendo como se sonrojaba más pero también triste.
'¿No podemos tener sexo?' pregunto Kaiji, siempre directo, alzando una ceja y quedando su rostro algo pensativo. Shikai susurró un no como respuesta, aun medio abrazado a él, pero Kaiji se movió rápido y le dejó tumbado bajo él, sujetando sus hombros con sus manos, sin dejar que se levantara 'Bien, siempre podemos hacer el amor' una ligera sonrisa apareció en sus labios que al cabo de poco ya estaban besando los del rubio.
Shikai intentó apartarse, diciendo que no podía hacer eso, pero Kaiji no escuchó, siguió besando y recorriendo el cuerpo bajo suyo. Shikai protestó y de pronto se encontró con un cuchillo en su cuello.
'Cállate' le dijo Kaiji manteniendo el cuchillo allí. En pocos segundos los dos ya estaban desnudos. Kaiji lo obligó a separar sus piernas, colocándose en medio 'Tiene que haber sangre' musitó para sí, bajando el cuchillo y clavando la punta ligeramente por el pecho de Shikai, dejando salir algo de sangre para luego lamer la herida.
Recuerda que él llego a suplicarle que no lo hiciera, pero Kaiji no lo escuchaba, entrando en él mientras él sentía las lágrimas invadiendo sus ojos, cayendo en la sabana ¿Cómo podía? ¿Cómo pudo?
Al final Kaiji se tumbó sobre él, sus cuerpos sudando, sus respiraciones aceleradas. Resiguió un brazo de Shikai con la punta del cuchillo sin cortar, llegando a la palma de la mano donde sí clavó, haciendo una herida bastante profunda. Shikai solo cerró sus ojos un segundo ante el agudo dolor, para luego ver como Kaiji cerraba la mano alrededor de la hoja, cortándose él también. Soltó el cuchillo y entrelazó los dedos con los de Shikai, juntando las sangres.
'Hn... mañana hazme acordar que he de ir a matar al doctor que te operó' dijo fría y pausadamente 'y que debo comprar comida... que ya se acabó' el mismo tono de voz mientras cerraba los ojos y se dormía aun sobre él, aun con sus manos juntas.
Kaiji siempre hacía lo mismo... ¿que diferencia había entre matar o en ir a comprar? Ninguna, simplemente era lo que tenía que hacer. Tenía que comprar comida, tenía que matar a un doctor... ninguna diferencia visible, al menos no a ojos de Kaiji. Siempre era igual, siempre era lo mismo, mataba a alguien y al cabo de pocas horas podía estar lavando ropa, comprando cualquier cosa, lavando platos... o a la inversa, le daba igual, simplemente... no importaba.
Shikai se quedó toda la noche despierto, acariciando el cabello de Kaiji mientras las lagrimas no dejaban de caer. Se sintió culpable por semanas, meses, años... de hecho aun lo hacia... pero... fue Kaiji quien le obligó.
Kaiji...
Nunca demostró preocupación por él...
Nunca le dijo que lo amaba...
Nunca... jamás...
* * *
Continúa
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