Fanfic por TristeIori
Enemigo Amado
-Hace tanto ya que no te veo... Me pregunto donde diablos te has metido, tanto hacia ya y tan poco que estuve a punto de tenerte entre mis manos...
- ¿Quien le dirá? – Dice una voz afuera de la habitación. Sollozos se escuchan casi escondidos en derredor, algunos lloran por el que se fue, otros lloran por el que se quedó. Mientras los más sensatos lloran por si mismos porque las cosas tendrán que continuar, con o sin uno, con o sin otro.
-Y ya no me importaría en lo mínimo lo demás, ni siquiera mis prejuicios. Simplemente cuando vuelva a verte te diré lo que siento, quizás te burles o quizás me correspondas... No importa, por fin podré confesártelo y nada más importará. Por lo menos merezco esa paz en mí.
- Yo no le diré, es algo realmente difícil y adema es posible que no nos crea, después de todo... -
-Te diré por fin, sin importarme nada, que te amo, al diablo con lo que puedas decirme... La última vez no lo hice, y casi me arrepiento de ello... En plena pelea yo logré alcanzar tu sangre en tu garganta y túla mía en el pecho, ambos caímos, y, sin embargo, esta vez no me pareció estar vagamente consciente en la ambulancia como siempre solía estar...
- Si, pero alguien, igual, debe decirle... Es su derecho y su obligación saberlo, que lo que ha acontecido no le dará ahora derecho alguno a rendirse...
-Un brutal dolor palpita en mi pecho, con cada latido y con temor pienso si acaso será demasiado tarde para por fin lograrte enfrentar nuevamente y por lo menos ganar el honor de la misericordia de caer como un guerrero en vez de como un...
- Yo lo haré, - Dijo Benimaru mientras se incorporaba pesadamente de la silla, como si cargara el mundo vuelto todo rabia y tristeza al hacerlo. Se encaminó pues, lentamente, arrastrando los pies aún más desganadamente, en dirección a la habitación, miró hacia atrás apesadumbrado, con ojos tristes y llorosos los demás aún incrédulos por lo acontecido, ahí le miraban.
-No puedo levantarme, las sondas y artefactos a mi alrededor aunado todo ello al dolor y a las sustancias que seguramente han introducido en mí me invitan a pensar que en esta ocasión las cosas han ido demasiado lejos, y que si pienso ir rápido en tu búsqueda, mas me vale quedarme quieto un rato...
La puerta se abre, el chico rubio aun no tiene valor siquiera para alzar la mirada.
- ¿Qui... ¿Quien es? - Pregunto pues no me pareces familiar... No de momento...
- Ah... Estás despierto.... -
- ¿Benimaru?
- Si, y además consciente. Bien. Aunque no deba hacerlo, iré directo al grano, porque has de saberlo tarde o temprano.
Tu familia esta vez ha ganado esa estúpida disputa, espero que ambos por fin estén contentos. En su demente delirio de amor por ti, tu letal enemigo en su lecho de muerte, su propio corazón te ha donado, estás ahora condenado a vivir en su nombre... Yagami. -
La puerta se cierra, casi tan lentamente como se abrió, mientras el pelirrojo emitía un grito del más puro dolor. (Adelantándosele en todo, como siempre) En la más hermosa y dolorosa forma indecible, el Kusanagi le había dicho que le amaba...
Tristeiori 2005.