Fanfic por Raziel

IKKIICHIYÛ

PRIMERA PARTE:
Como Romeo y Julieta

Capítulo XXXIV: Ai ¿oboeteimasuka? (Kinjirareta asobi)

16 de Julio de 1972, 18:30 pm.

Yume sale de la casa de Nakama-san, al parecer terminó temprano de arreglar ciertos asuntos con respecto a otro clan que deseaba hacerle competencia a los Hebi, pero no solo se sentía feliz por los buenos resultados como consejero, no, ese mismo día, en tan sólo media hora, tendría una cita con la persona más importante en su vida. Tenía más de un mes de cumplir los dieciséis años y a tan corta edad era ya uno de los hombres de negocios más reconocidos en todo Japón, era, como se dice, el mejor partido para cualquier chica que viviese en Tokyo o sus alrededores. Sin embargo él no acogía la más remota intención de “echarse el lazo”, no había razón para ello. El ya amaba y era amado por alguien, aquel que lo esperaba esa tarde en el hotel de costumbre ubicado a las afueras de Tokyo. Cuando Yume llegó Saisyu estaba en el pequeño balcón del cuarto, recargado del barandal miraba y no miraba el espléndido paisaje que se extendía ante él. Despertó de aquel letargo al sentir unos brazos rodeando su cintura con familiar afecto

– Konnichi wa – exclama el muchacho dedicando al otro una amplia sonrisa, acariciándole una mejilla con la punta de sus dedos

– Kon… – un tierno beso cayó sus labios al voltear para abrazar a su “pequeño”

– ¿En que pensabas? – preguntó Yagami entrando al cuarto y dirigiéndose al mini bar ubicado en la esquina de la estancia. Sirvió un par de tragos y caminó donde Kusanagi

–En nada relevante – dijo el moreno tomando la copa que pícaramente le ofrecía su amante, se había sentado en el sillón más amplio pero aún así Yume optó por acomodarse en sus piernas, pasó su brazo por detrás de su nuca y chocó su copa

– ¡Kanpai! (¡salud!)– exclamó el joven de pupilas azules dando un sorbo al trago del otro. Saisyuúnicamente atinó a sonreír con gesto forzado, de pronto, sin darse cuenta, sus ojos miel se quedaron fijos en los ojos de Yagami, cosa que sonrojó a este último que apenado se levantó de su regazo

– ¿Nani? –dice titubeante y se toma de un trago toda su bebida – estás muy raro – llega al mini bar, deposita su copa y da vuelta. Tropieza con Saisyu quien deja también su copa en la barra y con su mano derecha toma la barbilla de Yume, alzando un poco su rostro

– Vaya – dice – has crecido bastante

– Creí que no lo notarías – una sonrisa adorna el rostro del jovencito – en tan solo medio año he crecido diez centímetros – el tono de su voz es alegre, además sus ademanes aún conservan cierto aire infantil – mido un metro setenta, un poco más y te alcanzo – Kusanagi pasa de largo al tiempo que asiente con la cabeza y le sonríe con gesto melancólico al entrar a la recámara

Tal comportamiento confunde más a Yagami, que lo sigue, después de apagar las luces entra a la habitación y cierra la puerta

– Ven – su pareja le indica que se acerque y con pequeñas palmaditas a la cama le pide que se acueste junto a él. Yume obedece y trepa a la colcha azul cielo, mira el rostro de Saisyu y lo besa mientras sus manos, casi autómatas, empiezan a desabrochar la camisa blanca del susodicho – ¿te molesta si hoy no lo hacemos? – ante esta pregunta los ojos de Yagami se posan en los de Kusanagi, sonríe.

– Iie – contesta, con suma ternura se acurruca junto a su amante, recarga sobre las piernas de este su cabeza. Saisyu acaricia el cabello del chiquillo, su rostro apunta al techo de color blanco, engalanado con algunos filos azules que se entrelazan unos con otros como en un juego sin final – ai shiteru – la tenue voz endulza sus oídos, su mano es llevada por otra al destino de unos tersos labios – el hecho de que seamos hombres, no quiere decir que cada vez que nos veamos terminemos en la cama – sin siquiera ver a su pareja, sabe con certeza que está de acuerdo; de pronto Kusanagi se levanta, pero enseguida vuelve recostándose al lado de Yume, lo abraza

– Ai shiteru mo – en ese momento una opresión aparece en el pecho del pequeño Yagami, como si presintiese algo terrible – pase lo que pase, jamás lo olvides – Saisyu aprieta en sus brazos su vida entera. De sus ojos escapa el dolor de la traición, y Yume, sin saber porqué comienza a llorar también.

Silenciosas bajan aquellas lágrimas, tan calladas como los cuerpos inertes que se entrelazan en la cama de ese hotel, cobijado ya por grises nubes que ocultaron el hermoso atardecer, del mismo modo que se ocultará uno de los amores más sincerosque hubiesen visto jamás.

Eran casi las cinco de la mañana cuando despertó Saisyu, cubrió al muchacho con algunas mantas, lo mira con tristeza, una caricia y un último beso son la despedida. Sin más sale del edificio y se pierde en aquellas calles que dentro de algunas horas estarán a reventar.

******

Yagami despierta, al no ver a Saisyu la misma opresión de la noche anterior aparece, con su mano derecha aprieta su pecho; trata de tranquilizarse, pero lo que está a punto de suscitarse no le dejará pasar otra noche en paz. A su despacho llega Oruma Randi, quien en ese entonces era un shatei del clan Hebi, venia directo de la mansión Kusanagi, puesto que él era uno de los miembros más confiables que había conocido Yume en todo el clan y por ende el único que sabía sobre su relación con el moreno, además que al parecer le gustaba la cocinera de aquella familia, una mujer llamada Wakaba Yumique aunque mayor, no dejaba de ser atractiva, además brindaba lealtad ciega a Kusanagi, por ello también hacía de IVM entre este último y Yume. Oruma llega volando a la mansión de Saisyu, pero antes de siquiera decir pío, le fue entregado un sobre sellado con la insignia de los Kusanagi, se cierra la reja de la mansión en sus narices y regresa para con su superior.

Randi-san le tiende a Yagami aquel sobre, el chico oji azul lo toma y lo observa por unos momentos; un presentimiento le hace dudar, por alguna extraña razón no desea saber su contenido. Pero puede más la curiosidad, después de pedirle a su subordinado que se retire, y de tomar asiento verificando antes que nadie lo este vigilando, toma el abre cartas el cual cumple su función de forma rápida y precisa. La hoja es pues liberada:

“Kodomo-chan:

 

Yume esboza una sonrisa, y se tranquiliza un poco, Saisyu únicamente le dice así cuando están en la intimidad, por lo cual no puede siquiera imaginar que algo malo le siga a tal frase, continua su lectura, que es como una puñalada en la espalda…

Siento tener que despedirme de esta manera, pero no tuve el valor de hacerlo frente a frente, puesto que si miró tu rostro una vez más ten por seguro que te estrecharía entre mis brazos y no te dejaría ir nunca. Pero no puedo, no debo hacerlo, mi compromiso ha sido confirmado, debo viajar fuera de Tokyo hoy mismo. Dentro de dos semanas me desposaré aún en contra de mi voluntad. La supervivencia del clan está en mis manos.

 

Una última cosa, no importa el tiempo que pase, ni si después de esto me odias; la única verdad es que TE AMO.

 

ATTE:…

Fin flash back

– Kusanagi Saisyu – susurra el pelirrojo. Se siente caer, logra detenerse del escritorio y toma asiento. La incredulidad de todo aquello lo estremece hasta los huesos.

De pronto escucha unos pasos provenientes del guenkan, apenas y tiene tiempo de guardar todo aunque en forma desordenada. Yagami-sama entra al estudio, su serio rostro se posa en un jovencito quien, con un libro en la mano, al parecer se quedó dormido mientras leía, Yume se acercó a su hijo, lo miró detenidamente, repasó centímetro a centímetro sus ojos por aquel rostro de finas facciones. Con una mano acarició su mejilla, Iori estaba que se moría de nervios, si su padre lo pillaba en tal fraude era su fin. Un gesto de aquel “tipo” hacia él, lo conmocionó: un paternal beso en su frente, y unas manos que cuidadosamente apartaban de las suyas aquel tomo de… ¿Aprenda más de 100 figuras de origami?(Bueno que se podía esperar, tomó el primer libro que se le cruzó y ni se fijó en el título). Lentamente fue llevado hasta su alcoba, y depositado en la cama. Yagami-san lo arropó como a un infante, salio de la habitación terminada su labor.

El pelirrojo se sienta en la cama sudando una enorme gota ¿Qué había sido todo aquello? Se pregunta con incrédula alegría y bastante sarcasmo; pero con infinito agradecimiento en lo más profundo de su corazón. Además, ahora ya sabe muchas cosas que desconocía de su padre, lo que no entendía era el cómo Kyo nació después que él, si Kusanagi-sama había contraído nupcias antes que sus padres. Preguntas como esa invadieron su cerebro esa noche, y muchas otras en los años siguientes. Pero la respuesta era muy sencilla:

Si, Kusanagi se desposó con Shizuka Asahi, hizo un matrimonio al estilo Iuinou, que es una ceremonia en que la familia del novio obsequia regalos con respeto a la familia de su novia, simboliza un contrato para que perdure por siempre, y para agradecer esta nueva relación para las dos familias. La familia de novio obsequia regalos como señal de corazón sincero, para hacer el matrimonio más oficial. Los regalos se basan generalmente en siete elementos según el rito antiguo: Noshi (awabi, que denota una categoría superior si es obsequiado), Kosode-Ryo (el vestido), Yubiwa (anillo), Surume (calamar), Kombu (alga seca), Tomoshiraga (canas), Yanaguitaru-Ryo (Sake) y el Suehiro (abanico blanco). La mayoría de ellos para atraer la buena suerte. Todos los regalos están armados con papeles orientales y moños finitos de papel, e incluso hay personas que se especializan en tales adornos llamados “Mizuhiki”. La ceremonia se realizó en Nagoya, tan costosa y deslumbrante como si hubiese sido de la realeza. Pero después de ello el moreno no tocó a su mujer ni siquiera la noche de bodas, salía de su casa desde temprano y no regresaba hasta ya entrada la noche, colmaba a su esposa de lujosos obsequios y galantes halagos; pero no podía verla como pareja pese a que era hermosa y amable. Su corazón se había quedado con ese chiquillo de ojos azules en aquella habitación de hotel.

Aunque eso no lo supo tal muchacho, no, de lo único que se enteró fue que Kusanagi Saisyu, el jefe de unos de los clanes más reconocidos de Tokyo, contrajo nupcias con una hermosa jovencita. Y al ver la foto de dicha prometida su coraje aumentó, era Shizuka Asahi, su amiga de la preparatoria

¿Cómo se atrevió? – Gritó con fuerza, y rompía todos los objetos aventables que encontraba en su fúrica caminata por el estudio – ¡eres un bastardo! – de sus manos brotó un fuego voraz, hizo pedazos el retrato en el periódico – ¡¿Dónde demonios vive Tsukino-san?! – Yagami entra donde su madre, la agresividad en la voz de su hijo la deja helada. Y con miedo entrega la dirección del lugar en donde Megami-sama está preparándose para ser una Geisha respetable.

En pocas semanas se casan, tan prontamente que dicha ceremonia fue de lo más sencilla, y tan privada que solo unos cuantos, que no fuesen familiares de sangre, pudieron asistir a tal celebración; desgraciadamente la pareja tuvo varios problemas para que Megami-san pudiera concebir a su primer bebé. Tras dos años y medio de espera llegó la buena noticia, cierto día en el mes de agosto, la futura mamá tenía ya dos meses de embarazo y estaba radiante de alegría; todo lo contrario a su esposo, que aunque espléndido en el aspecto económico, era todo un témpano en lo afectivo, es mas, después de enterarse que sería padre no la volvió a tocar, so pretexto de no querer dañar al niño por realizar “dichas actividades”. Los meses pasaron, los negocios iban de maravilla, al grado que el clan Hebi se había extinto, pues después de la muerte deNakama-san (en un tiroteo con otra banda) su hijo Nanae, que no era nada popular ante los miembros, fue derrocado por Yagami al cual todos brindaban lealtad; así fue como nació el clan Yagami como tal. En la tarde del 25 de marzo de 1976 el primogénito de los Yagami salió al mundo por parto natural, una nalgada en sus pequeños glúteos fue el “tierno” recibimiento a la vida, un sollozo enérgico y un intento de mordida a la mano del médico, le anunció a su padre que aquel pequeño era el indicado para llevar a cabo sus planes.

El nacimiento de su primer vástago fue noticia de primera plana, no sólo en el aspecto social sino también en la columna de negocios, pues todo lo relacionado a Yume-sama era siempre parte de la política y la economía del distrito; y fue ahí, en la prensa, donde Kusanagi se enteró que su rival ya estaba casado, y de paso con un primogénito a la espera de un arduo entrenamiento. Aquella noticia fue un golpe en su vanidad, pensó, aunque erradamente, que el “pequeño” Yagami lo esperaría por siempre.Fue entonces que nuevamente los miembros de su clan comenzaron a presionarlo, tenía casi tres años de casado y aún no les daba un heredero directo; Genma ya tenía un hijo y su esposa estaba por dar a luz a uno más. Pero dar el mando a los hijos del segundo descendiente de Yoshike-san (padre de Saisyu) no les agradó lo más mínimo, pues consideraban que con cada retoño, la sabía del árbol iba desgastándose, hasta no ser más que sustancia impura.

Por tal motivo casi nueve meses después Shizu dio a luz al pequeño Kyo, pero para Kusanagi-sama eso era todo, ya les había entregado a los miembros del clan al primer heredero, y encima varón; ahora si tocaba o no a su esposa era algo que debería tenerlos sin cuidado, por fin lo dejarían en paz de una vez por todas, y él… él no volvería a estar con su cónyuge como mujer, nunca más. En cambio Yume parecía una fábrica de hijos, pues luego de enterarse del nacimiento del bebé de Saisyu decidió olvidarse de él; aunque no fue sólo eso lo que lo impulsó a planear más vástagos, deseaba que Iori no se sintiera tan sólo como él se había sentido al no tener hermanos, claro que dicha razón era parte de su subconsciente, pues nunca admitió sentir afecto por el pobre pelirrojo; fue así como en septiembre de 1977 nació Kaoru, seguido de Akane en el 78, y por último el pequeño Yukari, que llegó al mundo a los siete meses, en enero de 1979, pues la enfermedad de Megami-sama comenzaba a aparecer.

******

– Moshi moshi

– Hi Ozu-kun, ¿daijôbu ka? – Yume-sama telefoneaba desde el despacho a su mejor amigo

– Hai, arigato. ¿Anata mo daijôbu?

– Hm – el tono de voz del hombre oji azul cambiaba radicalmente al hablar con el director, se tornaba un poco más humano – solo llamo para despedirme

– ¿Otro de tus viajes de negocios? – preguntó con curiosidad

– Iie – suspiro – más bien, uno para olvidar – un “¿qué?” del otro lado de la línea – todo parece indicar que tus presentimientos no fueron del todo correctos – silencio – no debí hacerte caso

– ¿Iori? – la voz de Zyunko denotaba seriedad y preocupación a la vez, al tiempo que una oleada de culpabilidad se apoderaba de su cuerpo cuando su amigo le contó del estado en que se encontraba el pelirrojo

– Esos bastardos han herido nuevamente a un Yagami

– Demo…

– Iie, no digas nada. Si te hice caso fue por la promesa que le hice a Rika-san en su lecho de muerte. Que haría todo lo posible por acabar con esta lucha de clanes… pero no lo logré. Y en cambio – Ozu alcanza a distinguir un leve sollozo, que es reprimido en segundos – ¡dejé que lastimaran a mi hijo como lo hicieron conmigo…!

– Pero el huir no resolverá nada – aquello era verdad, pero los ánimos de Yume no estaban como para sermones

– Tal vez no, pero no quiero que mi hijo cargue con la misma angustia, como lo hice yo al saber que aquel sujeto estaba tan cerca de mí y… yo no podía huir de él. – su voz se altera un poco

– ¿Cuándo regresan? – dice tratando de calmar los ánimos

– No lo sé. Cuando Iori lo decida, será lo mejor – se calma – o-genki de. Sayonara,nî-san

– Matta aimashô otôtô

Ambos cuelgan al mismo tiempo, Yume camina hacia el ventanal, abre las cortinas y una oleada de rayos de sol inunda su cuerpo, sale a la pequeña terraza, levanta el rostro, cierra los ojos y aspira con fuerza dejando que al aroma de las rosas invada cada parte de sus sentidos a modo de despedida. A su mente llega la última vez que estuvo con Saisyu

Flash back

Domingo, 29 de noviembre de 1981

El invierno a llegado a Japón, las calles están inundadas por el blanco color de los copos de nieve, el tránsito es difícil no sólo por el apogeo de gente sino porque la oficina del distrito no ha mandado aún la maquinaria requerida para quitar el exceso de nieve de las calles y avenidas. Pero en el interior de las casas todo está más tranquilo, excepto, claro, en las afueras de unos departamentos en los barrios bajos de Tokyo. El líder de los Yagami, y el de los Kusanagi están enfrentándose por primera vez después de casi diez años. El vaho que expulsan sus bocas a causa del frío se distingue a cada respiro; el fuego escarlata de ambos se fusiona en uno sólo cada vez que chocan sus ataques, las llamaradas son tales que sobrepasan los techos de esos edificios, cuyos ladrillos no han sido recubiertos por algún material externo, ni siquiera por pintura, que no sea de grafittis inteligibles.Pero aunque sus llamas son ardientes, no lo son tanto como el deseo que los consume, los roces de sus cuerpos son cada vez más continuos, ya no lanzan ataques a distancia. Las flamas son cambiadas por puñetazos, y más tarde por caricias…

– E-esto… es… una, locura – la voz jadeante de Yume es cortada por un urgido beso por parte de Saisyu, este lo tiene acorralado en la esquina más profunda del callejón, lejos de cualquier ojo humano – alguien podría vernos

– Tienes razón – farfulle Kusanagi-san con respiración entrecortada.

Tiempo después…

– Mmmm haaaa – los gemidos inundan la habitación que hace tan solo unos momentos fue rentada por dos hombres cubiertos por gabardinas, ocultando un poco sus rostros con el cuello de las mismas –hai… motto yukuri… kudasai, Kodomo-chan (más despacio por favor) – decía suplicante el moreno al muchacho oji azul que vigorosamente lo poseía, al tiempo que sus besos y caricias se intensificaban.

Hacía ya mucho tiempo que ambos requerían con urgencia sacar a flote sus instintos, pero no lo hacían, porque nadie más que aquel que tenían enfrente los llenaba completamente. La noche entera fue de ellos, y así como Saisyu se entregó a Yagami, este último también se entregó, por completo, al jefe del clan contrario. Recorrieron sus cuerpos hasta el más íntimo rincón, la más pequeña célula hirvió en su sangre cada vez que el deseo los elevaba al punto máximo y más sublime de la pasión; casi diez años habían pasado desde la última vez que estuvieron juntos, e incluso ese día no tuvieron nada que ver carnalmente. Por ello no pudieron resistir, sus sentidos les pedían a gritos que saciaran la sed de lujuria y amor que sus almas tenían desde aquel momento.

Eran casi las seis de la mañana cuando, rendidos, se tendieron en la cama y se cubrieron un poco; pues solo al finalizar lo anterior fue como se percataron del intenso frío que reinaba en aquella mañana invernal.

– Eso estuvo estupendo – dice el moreno con sus manos tras la nuca– ¿no crees? – el silencio del otro le pareció una dolorosa negativa – ¿acaso ya no te gustó? – Yume voltea a verlo ante tal pregunta – ¿ya no te resulto atractivo?, es por la barba ¿verdad? – Yagami levanta una ceja en forma dudosa e irónica a la vez–lo sabía, me hace ver más viejo – aún no concibe que a Saisyu le preocupen tales cosas

– Si – exclama el hombre oji azul – así es, tu barba es molesta… y pica – un leve gesto sonriente – pero te hace ver muy atractivo – aquellas palabras elevan a Kusanagi por encima de cualquier mortal

– Tu también has cambiado mucho – se acerca – has crecido bastante, y tu rostro… aunque han pasado varios años aún conservas todo lo que me gustó de ti – trata de besarlo

– Aunque ahora soy más alto que tú – dice rehuyendo el beso – y creme, siete centímetros son una notoria diferencia – no obstante el rechazo Saisyu no se dará por vencido y se acerca más

– Dai su… (Te a…) – Kusanagi-sama estuvo a punto de hablar pero fue callado por unos dedos que tapaban su boca cortándole palabra

– Namenna, uso da yo (ni lo intentes, es mentira) – un gesto de melancolía cubrió aquella semi-sonrisa en los labios de Yume-san, el cual se levantó y comenzó a vestirse con urgencia.

Saisyu hizo lo mismo, no cruzaron palabra en ese tiempo; simplemente miradas furtivas escapaban de sus ojos para espiar lo que el otro hacía, ambos llegaron a la puerta al mismo tiempo

– Pues… – comentó Kusanagi – nos vemos en nuestro próximo encuentro – su tono de voz daba cuenta de que esperaba que aquel “encuentro” fuese igual al de esa noche

– Ya no habrá otro encuentro, Kusanagi – silencio.

¿Nani? – la confusión en el rostro del moreno era notable al igual que su molestia

– ¿Acaso creíste que sólo regresaría a tus brazos así como así? – eso era una buena pregunta – no otra vez. El día que me dejaste me juré a mi mismo que no volvería a sufrir por ti. – Saisyu tragó saliva. – esto se acabó, ni siquiera pelearé contigo.

– Demo…

– Presentaré a mi hijo a tu clan y al mío cuando cumpla dieciséis años – se aferró a la perilla de la puerta de color gris que daba hacia el pasillo del hotel, como queriendo sacar fuerzas de flaqueza para no arrepentirse de sus palabras – ni tu, ni tu hijo lo conocerán hasta entonces – abre – abayo (adiós)

Cierra tras de si, deja a Kusanagi solo en esa habitación que antes parecía acogedora y que ahora es tan fría como aquella última mirada que descubrió en las azules pupilas de su ex amante.

Fin flash back

– Me heriste nuevamente – una lagrima rueda por la mejilla del estricto hombre que con pasó lento, pero firme, regresa a su despacho para adentrarse nuevamente en la penumbra de su ahora, estéril corazón.

Expresión que usamos varios mexicanos al referirnos a la persona que lleva y trae recados o encargos.

Continuará...

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Julio, 2006

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