Fanfic por Raziel

IKKIICHIYÛ

PRIMERA PARTE:
Como Romeo y Julieta

Capítulo XXIV: Watashitachi ni narita kute

Al poco tiempo llegaron al centro, lo primero que hicieron fue dirigirse a una librería; la primera que encontraran en el camino. “Piinatsu”, decía un letrero luminoso incrustado en la pared frontal por encima de la puerta de entrada. Era la librería más popular del centro, allí se podía encontrar de todo, desde el manga más impopular hasta un libro de metafísica, pasando por matemáticas, pesca, macramé, tejido, biología marina, y por supuesto: Cocina.

Ambos comienzan a hojear revistas varias, ninguno se atreve a acercarse de lleno a la sección de cocina, no, ni hablar. Cada uno en el extremo opuesto de dicha sección, mientras miraban los libros que tenían en su mano echaban un rápido vistazo para ver si encontraban de casualidad algúno que tuviese recetas occidentales. Y ahí, en medio de todos los demás libros, estaba lo que buscaban: “Xmas Food”, un librito insignificante cuya portada era un pavo vestido de Santa Claus, con una sonrisa de oreja a oreja y deteniendo en su mano un letrerito con las palabras: See you in the dinner. Kyo lo toma discretamente al ir junto a su amigo, pero para que no se burle de ellos la cajera toman varios libros más: “The Monkey King”, “Cinderella”, “The Best of Chemistry”, “Nipón Kankô”, y “Car’s Driven”. Obviamente no se fijaron en que llevaban, de los contrario hubiesen dejado dos o tres títulos; pero el chiste era salir y ya. Afortunadamente no hubo contratiempo de ningún tipo y ya afuera revisaron las recetas para ver cual era de su agrado. Claro está que aunque Kusanagi le “sugirió” varios platillos al pelirrojo en lugar del pavo, este rechazó todas las propuestas. Y a fin de cuentas el menú quedó así:

 

* Espagueti

* Pavo relleno

* Bacalao

* Ensalada de Zanahoria

* Ensalada de Manzana

* Pastel Sorpresa

* Saque

* Sidra

* Vino blanco

* Cerveza

 

Cierto es que el sake no tenía nada que ver en esos menesteres, pero era una bebida con la que habían brindado todos los años por la llegada de la navidad. Iori quería que aparte Kyo hiciese unas “entradas” pero fue cortésmente callado de un puñetazo en la cabeza que lo dejó patitieso en el suelo.

 

Dos chicos caminaban por las llenas calles, eran pisados y empujados pero eso no les molestaba, Iori iba sobándose el chichón provocado hace unos minutos y el moreno repasaba la lista para no comprar de más o de menos, pues, aunque llevaban suficiente dinero no quería gastar en algo que no fuese indispensable y que al final se echase a perder en el refrigerador o la alacena.

Mientras caminaban, puesto que Kyo llevaba una gruesa y abultada chamarra, varios muchachos lo confundieron con una chica, frases como: “cuñado”, “preséntame a tu hermana”, ó “¿dónde conseguiste esa novia?”, le llovían al pelirrojo; en cuanto al moreno: “kawaii”, era la más socorrida. Varias veces estuvo a punto de partirle la cara a esos sujetos, pero era detenido por su acompañante so pretexto de que si los demás sospechaban que era chica, podrían ir abrazados durante el trayecto sin que nadie les dijese o hiciese algo, así que a regañadientes no le quedó a Kusanagimás que aceptar aquello: ¡todo por estar juntos!.

Entraron al centro comercial Shorokuma, que era el más grande de Osaka y en el cual seguramente encontrarían todo. Para hacer las cosas más rápidas tomaron cada uno un carrito y se repartieron las compras, debían encontrarse frente al lugar donde vendiesen el pavo en veinte minutos, por lo cual parecía que jugaban carreras en el súper, se movían de forma acelerada, incluso estuvieron a punto de chocar varias veces con las demás personas a dar la vuelta en los anaqueles. Pero de pronto, Yagami paró repentinamente en la sección de deportes donde atisbó entre todos los artículos un balón oficial de la NFL, y debido a que fue gracias a ese deporte que tuvieron su primer “acercamiento” (y porque Kyo era fanático de los Miami Dolphins) decidió regalárselo al moreno. En tanto Kusanagi baboseaba los CD’s, recordó lejanamente un comentario que hizo Yagami sobre su cantante favorito, un tal Kunihiko Yasui, buscó y buscó pero no encontró ningún CD de él, y no tenía ni la más remota idea para obsequiarle algo a su ex-hermano, hasta que pasando por los artículos de arte encontró un estuche con más de 80 colores de óleo y todos los tamaños de pinceles, además de un catálogo con las pinturas más famosas del mundo y sus respectivos autores. Eso si era un buen regalo, que además Iori aprovecharía bastante. Miró su reloj, sólo faltaban unos cuantos segundos para la hora marcada y aún debía comprar otros artículos, como trueno cruzo el centro comercial, y para su sorpresa Yagami llegó al mismo tiempo, si, igual se le había hecho tarde; ambos rieron. En seguida decidieron darse a la tarea de buscar el pavo requerido, estaban entre comprar uno crudo y otro ahumado, pero dadas las sabias explicaciones del moreno decidieron comprar el ahumado, porqué, según Kyo, el ahumado tarda menos de la mitad del tiempo en cocerse que el crudo, y para la hora que era les convenía más.

 

A duras penas pudieron llevar todo en las manos hasta las bicicletas, pero o desilusión, lo único que no quisieron venderles en el súper fue: vino, sake y cerveza. Todos necesarios para una buena celebración de navidad, pero eran menores de edad y estaba prohibido venderles alcohol. Más una idea cruzó por la mente de Kyo, y sin decir agua va entró a un pequeño comercio donde atendía una abuelita muy honorable; Yagami sólo veía por la ventana los gestos y ademanes de su amigo y la abuela. Sin poder creerlo vio como Kusanagi salía de la tienda con dos botellas, una de saque y otra de vino blanco, y un six pack de cerveza en cada mano mientras la señora con rostro sonriente se despedía del joven desde el ventanal. Al preguntarle el cómo lo consiguió Kyo se limitó a decirle “vámonos” con una sonrisa fingida y sonrojado hasta los párpados.

Lo cierto era que Kusanagientró a la tienda y con voz muy aniñada le pidió a la señora las bebidas, pretextando que su padre “la” había mandado porque deseaba brindar con sus amigos; la viejecita al ver los hermosos ojos del moreno y sus finas facciones le pareció una adorable muchacha, por lo que Kyo se aprovechó y terminó agradeciéndole con una pequeña reverencia, como esas que usan las doncellas al verse frente a un rey, con voz chillona se despidió y salió de la tienda. Pero nunca dijo nada de esto a su amigo, a sabiendas que este se reiría hasta el cansancio de su efectivo“método”.

 

Tardaron mucho en llegar debido al peso de las bolsas y la incomodidad para cargar las mismas en las bicicletas. Metieron todo con cuidado invadiendo gran parte de la inmaculada cocina, que dejaría de estar así en menos de media hora. Kyo sacó todo a excepción de una bolsa que rápidamente le arrebató el pelirrojo tan rápido como el moreno le arrebató otra después a él. Ambos se fueron a esconder tales cosas y regresaron a preparar lo demás. Cuando todo estuvo en la barra, Yagami, como si alguien hubiese dicho: en sus marcas, listos… fuera, salio de la cocina pasándole a propinar un beso en la boca al otro joven y decirle “suerte” con más compasión que confianza.

Kyo suspira y mira todo a su alrededor…

 

– Creo que empezaré por el pavo – dice con resignación poniendo manos a la obra.

********

Media hora después…

Iori entra en la cocina quedando boquiabierto al ver en que desastre se ha convertido, mientras un apurado moreno picaba apresuradamente varias manzanas…

– Hi – dijo el pelirrojo pillando un trozo de fruta – ¿itsu shiagarimasu ka? (¿Cuando estarán listos?) – ante esta pregunta tan fresca Kusanagi alzo el rostro con ojos entrecerrados.

De pronto el cuchillo con que estaba cortando las manzanas quedó con el filo al aire, ante esto Yagami comprendió lo imprudente de su pregunta. Con sonrisa boba salio de la cocina, se recargó en la puerta de la misma mirando el piso. No sabía que hacer, lo que era seguro es que no pasaría más de diez minutos en la cocina. Así que decidió echar un vistazo por toda la casa; lo mejor era empezar por el principio y que mejor que el ático o el sótano para dicha empresa. Subió pues al ático de la casa encontrando al final una pequeña ventana, donde se sorprendió al ver el hermoso paisaje, el atardecer traía consigo tonos diversos de rosa, y rojo, los cuales daban paso al azul del cielo y el negro nocturno. Un lucero se asomaba con timidez para esperar a la Luna cuyo esplendor era notable aunque aún no estuviese ahí.

Con cuidado se dirigió hacia el interruptor, era obvio el toque femenino en aquel sitio puesto que todo estaba ordenado, curioseo aquí y allá, solamente leyendo las etiquetas de las cajas, sin abrir ninguna, la educación que le dio su mamá tenía como valor principal el respeto. Y recordemos lo que dijo uno de nuestro presidentes Mexicanos: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”, ¿para que buscar guerra?. Más hay que aclarar que si hubo una que otra caja que fue abierta por Yagami que al encontrarlas sonrió de satisfacción.

 

En la cocina Kyo seguía apurado, pero ahora estaba rayando la zanahoria, el pavo debe dejarse reposar por dos horas para que absorba el jugo con el que ha sido bañado anteriormente. Nada distraía sus idas y venidas de un lado a otro, a excepción de un grito ahogado, algo así como un pequeño derrumbe de nieve y la caída de un pesada rama; no obstante aunque lo hicieron detenerse un instante no les dio importancia y siguió con sus labores.

 

Cuatro horas más tarde…

 

Sale el moreno de la cocina con cansancio infinito, sentía la necesidad de tomar a Iori y estrangularlo por todo el trabajo que le dejó, ya todo estaba listo pero el estaba rendido. Pero eso si, en cuanto lo viera se las pagaría todas aunque después le tuviese que llevar la cena al hospital; más cual fue su sorpresa al ver que toda la casa estaba decorada al más puro estilo navideño, se dirigió al comedor donde la mesa estaba igualmente lista para la hora de la cena; los cubiertos en su lugar, los platos e incluso la botella de vino en un recipiente con hielo. Caminó en dirección a la sala, en la chimenea dos calcetines colgados, y en una de las esquinas un árbol recién cortado (de ahí los ruidos antes escuchados: el grito de Iori al terminar de cortar el árbol y ver que este se le venía encima, la nieve que se cayó por el grito y el árbol que aplastó al pelirrojo en su huida).

 

– ¿Y bien? – decía Yagami al quedar junto a Kyo, este estaba aún que no se lo creía

– Cool – pronunció el moreno emocionado. Volteó hacia su pelirrojo y le hizo un gesto de aprobación

– ¿Y que tal la cena?

Uff – Kusanagi pasó la muñeca por su frente – quedé exhausto pero creo que todo salio bien

– Entonces ¿qué esperamos? – Iori se dirigía a la cocina para traer el menú al comedor, mas una mano lo alcanzó a pescar del hombro y casi lo tira para atrás

–Chotto matte yo baka (Espera un momento, tonto) – el moreno se puso frente a él – antes me gustaría darme un baño

 

Tal propuesta sonrojó a Yagami, no obstante se recuperó rápidamente y tomando a su amigo del brazo, corriendo lo llevó hasta una de las alcobas

 

– ¿Que te parece este baño?, es grande y cabremos los dos – un golpe de lleno en la espalda que lo estampó en la pared

 

– ¡Ecchi! (Pervertido) – gritó Kusanagi al tiempo que el otro pobre languidecía en el piso – yo me voy a bañar en mi alcoba – alzó la frente, con aire digno salió de la habitación

– ¿Nan na no, imawa?(¿Qué fue eso?) – exclamó Iori desde la puerta a un Kyo que con calma caminaba a su cuarto y miró hacia atrás por encima del hombro

– Ya te lo dije, quiero tomar un baño para descansar – se detuvo frente a la puerta de su dormitorio – y tu no estás invitado – entró. Yagami sudó una gota, pero no iba a darse por vencido, rápido llegó a la habitación de su compañero

– Kurae (toma) – unas cuantas prendas azotaron el rostro de chico ojiazul – si quieres bañarte usa otro cuarto y ponte eso – la puerta se cierra y las ropas caen al piso por inercia

 

“Ya que” piensa el pelirrojo mirando con desilusión las prendas; también quería tomar un baño, el adornar la casa lo dejó sumamente fatigado. Con paso lento fue rumbo a la otra recamara y se dispuso a bañarse. Ambos disfrutaron del baño, el agua caliente relajó sus cuerpos destensando sus músculos, si bien Iori no dejaba de pensar en Kyo y viceversa, este último había rechazado la oferta de su amigo por cuestiones de vergüenza, aún no se amoldaba perfectamente a la idea de que le gustase un chico, mucho menos el bañarse con él. Desde pequeño se sintió incomodo cuando alguien de su mismo sexo (más siendo un desconocido) se quitara la ropa frente suyo, lo que prefería hacer era vestirse (o desvestirse) en un cuarto o vestidor contiguo. Meditó un poco antes de salir del baño, se sumergió en la gran tina dejando sólo la nariz de fuera para no ahogarse.

Una pequeña toalla lo cubría de la cintura hasta la mitad de los muslos, con rapidez puso el seguro de la puerta: no deseaba visitas inesperadas de alguien pelirrojo de ojos azules. Se vistió con algo cómodo, algo que le molestaba sobremanera de las cenas familiares era la formalidad de dichas reuniones por lo tanto deseaba que al menos esa cena fuese sencilla y sin tanta etiqueta. Minutos después entreabrió la puerta de su dormitorio atisbando los pasillos, ve que no hay moros en la costa y decide salir.

 

– ¡¡OI!!

¡Kyaaaaaaaa! – unas manos en sus costillas lo hicieron reaccionar como gato asustado. La risa incontenible de Yagami lo hizo enfadar – Eres un… – Kusanagi estaba a punto de decir una mala palabra cuando fue callado por un par de tersos labios

– Koishiteru baka neko (te quiero gato tonto) – la sonrisa en el rostro del pelirrojo calmó un poco aquel “enfado” en el moreno el cual sonrió también – ikure Kyo-kun a cenar… tengo hambre

 

Por más que intentaran ninguno de los dos podía enojarse con el otro. Despacio entre broma y broma llegaron al comedor y al contrario de lo que hubiese pensado Kusanagi, Yagami ayudó a traer todo, a excepción del pavo que debía quedarse en el horno para no enfriarse. Cuando todo se encontraba dispuesto en la mesa ambos juntaron sus manos

 

– Itadakimasu (algo así como: gracias por la comida) – dijeron al tiempo, después de ello comenzaron a cenar

 

Todo quedó estupendo, desde el espagueti hasta el pavo que fue llevado a le mesa por Iori, y cortado por Kyo. Las ensaladas estaban deliciosas, más la que llamó la atención de Yagami fue la de manzana, puesto que era una ensalada dulce que se come como postre, y como el moreno no le puso pasas (las cuales no les gustaban a ninguno) pues tuvo un mejor sabor; y llegó la hora de brindar. Yagami golpeó un poco la copa con su cuchara

 

– Su atención por favor – dijo como si en verdad hubiese alguien más con ellos – esta noche de Navidad deseo hacer un brindis por… – silencio dramático – Por ti Kyo-kun – su mirada se clavó en el moreno – por mostrarme que la amistad existe y por enseñarme que la felicidad se puede encontrar en cualquier lugar. Quiero brindar también por nosotros, porque seamos felices por mucho tiempo.

– Yo quiero brindar porque… – se levantó el moreno – porque con nosotros dos se acabe esta estúpida rivalidad entre nuestras familias

– Que así sea

– ¡Salud! – ambos chocaron sus copas y bebieron la sidra hasta el fondo

 

******

WOW esta ha sido una de las mejores navidades que he tenido en mi vida – los muchachos se dirigían al piso superior con un six de cervezas cada uno. – ¿bien, ahora que hacemos? – preguntó Yagami al ver el reloj, eran apenas la una de la mañana. Kyo apagaba las luces al subir las escaleras.

– Podríamos platicar un rato – sugirió el moreno, ya que, aunque les hubiese gustado salir a dar la vuelta por los alrededores, la pequeña tormenta de nieve les impediría disfrutar del recorrido – pasa – el moreno abrió una de las puertas y apagando las luces del pasillo ambos entraron a la habitación

 

Yagami se quedó confundido, era la misma recamara de la cual Kusanagi lo había sacado con anterioridad.

 

– Es mi habitación – comentó el moreno al dirigirse al reproductor

– Hum – Iori pasaba la vista por todos los rincones del cuarto – ¿Donata desu ka? (¿Quién es?) – dijo al oír la música que su amigo puso

– Kare wa Michael Jackson… ¿no lo conoces?

– Recuerda que no soy muy dado a escuchar música, creme el entrenar 4 o 5 horas seguidas te deja exhausto – sarcasmo en la voz del pelirrojo

– Gomen

– ¿Kore wa nan desu ka? (¿Qué es esto?)– preguntó Yagami sacando varias revistas Hentai de uno de los cajones del escritorio

– ¡Etto! – Kusanagi dejó de acomodar el Futón arrebatándole tales artículos al pelirrojo quien lo veía como interrogándolo – kore… iie… hontô ni nandemo arimasen (Esto… no… no es realmente nada) – terminó al tiempo que las arrojaba al bote de basura y sus mejillas se perdían en un mar rojo – ¿me… me ayudas a acomodar el futón? – dijo tratando de desviar el tema

 

Yagami aceptó y mientras el acomodada Kyo iba por las almohadas y las sabanas. Cierto es que Iori pensó que dormirían juntos, pero cuando el moreno le explicó que esa habitación era la única sin cama y que necesitaban el futón para sentarse más cómodamente la sonrisa se borró del rostro del pelirrojo. Pero al comenzar a charlar todo pensamiento con respecto a cama o sexo desapareció del ambiente. Hablaban de cualquier tema, desde la clase de matemáticas hasta el último videojuego que hubiese jugado el moreno; los relatos inundaban la habitación, tanto alegres como tristes. Las navidades pasadas se hicieron presentes tanto de uno como del otro; se sentían tan bien juntos, sin necesidad de besarse o acariciarse. Estaban plenos con sólo mirarse a los ojos y descubrir su reflejo en los del otro, a duras penas tomaron cada uno una cerveza, no las necesitaban para divertirse, las ocurrencias del moreno llenaban el mundo de Iori, la enigmática mirada de Yagami lograba que Kyo se perdiese en ella a cada momento.

En cierto momento comenzaron a hablar de los obsequios cuando de pronto ambos se callaron.

 

– Espera aquí – dijeron al mismo tiempo saliendo los dos de la habitación y metiéndose en otra, Kusanagi llegó primero, estaba por sentarse cuando la puerta se abrió, rápido escondió lo que traía en las manos.

– ¡¡Feliz navidad!! – decía Yagami tendiéndole un obsequio

– ¡¡Feliz navidad a ti también!! – Kyo cogió el paquete de su amigo al tiempo que él le daba su obsequio. Como infantes se apresuraron a desenvolver su presente.

 

Kusanagi quedó boquiabierto al ver el balón oficial, era exactamente lo que había estado pidiendo a su padre desde que comenzó diciembre. E Iori quedo perplejo al ver la cantidad de colores, ¡por fin! Pensó al ver un pincel abanico entre los demás. Hace algunos días notó el desgaste de su antiguo pincel, pero al no poder salir tuvo que continuar usándolo, pero no más, ahora si que podría darle la luz a los árboles y arbustos con excelente nitidez.

 

– Ariga… – antes de que terminara la frase la boca de Kyo calló al pelirrojo.

 

Esa era su forma de agradecer el obsequio, más por su bien no lo hubiera hecho porque mas tardó en separarse de Yagami en que este lo volvió a besar. Dejaron a un lado los regalos, la mano del pelirrojo acariciaba el cabello de Kyo y luego bajaba por su espalda. Ambos disfrutaban cada beso y cada caricia, la sublime sensación dominaba su razón, no querían pensar en esos momentos sólo sentirse el uno al otro, sentir sus manos, sus labios, su aliento… Yagami deslizó su mano derecha hasta llegar a la nuca del moreno, y con la otra lo fue recostando poco a poco en la colchoneta; tomando después el rostro de Kyo entre sus manos comenzó a besarlo nuevamente, pero esta vez sus labios viajaron hasta el cuello de Kusanagi quien mantenía sus ojos cerrados entregándose al placer de la experiencia… su primera experiencia.

 

El pelirrojo desabotonaba poco a poco la camisa de su amigo mientras mordisqueaba su oído, el moreno estaba inerte sin decidirse entre sólo disfrutar o también actuar. Las blancas y suaves manos de Iori recorrían cada centímetro de su abdomen al igual que lo hacían sus labios, el sudor comenzaba a llenar sus cuerpos, la calida brisa de la habitación chocaba con su piel como el aliento en sus rostros. Kusanagi apretó las sabanas del futón al sentir la boca de su compañero en uno de sus pezones, un escalofrío recorrió su cuerpo como un choque eléctrico; el miedo lo invadió cuando Yagami desabotonaba su pantalón, sus manos comenzaron a temblar al igual que todo él.

 

– ¿Dôshita no Kyo-kun? (¿Qué sucede Kyo-kun?) – Yagami miró con preocupación a su amigo

– Na… nani mô Iori…chan (Na… nada Iori-chan) – aunque trataba no podía disimular los nervios

 

El pelirrojo se deslizó hasta llegar a la altura de Kusanagi preguntándole nuevamente si todo estaba bien. Más esta vez no recibió respuesta concisa, el tartamudeo en la voz del moreno no lo dejaba explicarse con su pareja.

 

– Sumimasen – Yagami abraza a Kyo con efusiva ternura – no era mi intención presionarte – ante estas palabras el cuerpo del moreno dejó de temblar correspondiendo el abrazo – todo será cuando estés listo

– Arigato – susurró Kusanagi aferrándose fuertemente a Iori

Sin decir nada más ambos se metieron a las sabanas, hablaron nuevamente sobre todo aquello que no hiciera referencia a lo ocurrido hace unos momentos. Después de un tiempo el sueño los aprisionó entres sus grandes y reconfortantes garras. Elviento afuera chocaba contra las ventanas, y gemía con espectral angustia; Kyo se gira en el futon acercándose poquito a poco hacia la fuente de un calorcito que emanaba entre las cobijas e inocentemente se aferra a tal fuente que no era otro más que Yagami, el cual acostumbrado a estar solo despierta un poco sobresaltado, más cuando se da cuenta de lo ocurrido entrelaza sus pies con los de aquel muchacho cuyos hermosos ojos se encuentran cerrados, prisioneros de unas enormes pestañas, pero cuya boca dibuja una sonrisa al sentir el calido abrazo de aquella persona que lo ama y aspira el fresco aroma de su cabello para con ello caer nuevamente en ese bello sueño que no era más, que su simple realidad.

Continuará...

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Agosto, 2005

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