~ PERFECT LOVE GONE WRONG ~
By Raquel
La puerta volvió a abrirse esa noche en la habitación de Iori, dando paso al líder Yagami y a su hijo, aun inconsciente, descansado apaciblemente en sus brazos. Luego de recuperar el aliento, el hombre caminó al encuentro del joven que, sabía, yacía en el suelo, al final de las escaleras, pues lo había escuchado caer.
Con una delicadeza inaudita, que ni él mismo esperaba, lo depositó sobre su cama revuelta y lo tapó con las sábanas arrugadas, sin molestarse en quitarle los zapatos o la ropa, que se encontraba húmeda por la sangre que había brotado por la comisura de sus labios producto del Riot of blood.
"Eres tan tonto... dijo, buscando una silla y sentándose a su lado- tonto y apasionado... como yo", río, llevando una de sus manos a su abdomen, allí donde su hijo le había golpeado y fue imposible contener una mueca de dolor...
Realmente Iori había logrado hacerle mucho daño, pensó el mayor, complacido. Estaba feliz, pues había conseguido lo que había buscado en su hijo esa noche: Le había demostrado que a pesar de su enfermedad, aun era un guerrero fuerte y valiente, capaz de controlar el fuego púrpura que había heredado de sus antepasados.
Le había demostrado que era un digno hijo suyo, de su poder y pasión y esto lo complació enormemente, pues esa noche había decidido matarlo con sus propias manos, acabar de una vez el sufrimiento que había debilitado a su hijo poco a poco durante todos esos meses, producto del maldito Riot. Simplemente no soportaba seguir observando cómo la llama en él se extinguía lentamente, postrándolo patéticamente en esa cama, cada vez más delgado y pálido, su cuerpo derrotado y abatido consumiéndose irremediablemente hacia el fin... un fin que había llegado muy pronto para él, por desgracia.
Pero ya lo había decidido, lo que haría y cuándo lo llevaría a cabo. Decidió que lo asesinaría durante el Eclipse, una noche sumamente importante y decisiva para ambos... una noche que marcaría sus destinos. No tenía sentido que Iori siguiera viviendo de una manera tan humillante para un Yagami y menos cuando se trataba de un joven tan orgulloso como siempre había demostrado ser... definitivamente era mejor morir que vivir de esa manera.
Pero... Iori le había mostrado que aun valía la pena que siguiera viviendo, no sabía por cuánto tiempo más... un día, una semana, mes o año... lo que le quedara de vida, él no la acortaría pues su espíritu había demostrado ser más fuerte que su cuerpo y esto era lo importante, al final.
Entonces desvió su mirada hacia la ventana abierta de la habitación en penumbras y observó al cielo nuevamente, a través de las cortinas transparentes que se agitaban por el viento helado que entraba suavemente. El Eclipse había concluido y con él, la oportunidad que tenía su hijo de cumplir un destino que nunca debía ser.
Estaba prohibido que un Yagami y un Kusanagi estuvieran juntos, que se... amaran...
Sus destinos eran ser enemigos, ¡odiarse!, luchar hasta la muerte usando a sus llamas como armas. Odio y desolación y vacío, oscuridad, era todo lo que podía existir entre ellos, sólo eso, nada más...
¡Nada más!
El hombre colocó sus manos en sus rodillas y apretó con fuerza, hasta generar intensas oleadas de dolor en sus piernas, hasta que sus propias manos se enrojecieron, cuando los recuerdos volvieron a su mente... el recuerdo de un Eclipse igual al de esa noche, dolorosamente igual... aquella vez la vida, o lo que fuera que provocara que la Luna y el Sol desaparecieran por un instante del cielo, suprimiendo los poderes sobrenaturales de ambas familias, le había dado la oportunidad de cambiar el destino que la vida le había impuesto.
Pensar en ello ahora sólo le provocaba risa, ¿cómo había podido pensar que la vida le iba a dar una oportunidad para ser feliz? ¿cómo había podido ser tan estúpido?
Aún así acudió a la cita, en ese bosque lleno de esa esencia tan mística y misteriosa; caminó por horas en medio de árboles altos y frondosos, hasta la cima de esa colina, en donde podía ver claramente al Eclipse, en donde lo estaba esperando él.
Los recuerdos de un sueño apasionado aún frescos en su memoria, excitantes, llenándolos de un deseo irracional que no quiso suprimir, mientras su corazón palpitaba producto de ese sentimiento que no había podido aceptar, hacia su enemigo, le hizo correr a su encuentro y tomarlo en sus brazos, deseando no dejarlo ir nunca... nunca más.
Lo amaba tanto, lo deseaba con tal intensidad...
Sabía que estaba prohibido, pero aún así los sentimientos estaban allí, suyos y de él, irrefrenables. Y cuando supo que él compartía todos esos sentimientos, no quiso contenerse más.
Él mismo le pidió que lo hiciera, mientras enredaba sus dedos en medio de sus cabellos rojizos y mordía su cuello con pasión desbordada. Le suplicó que lo hiciera suyo y él lo hizo, varías veces, hasta el amanecer.
Le despojó de sus ropas suavemente, mientras le besaba y acariciaba, enloqueciéndolo casi hasta la desesperación por el deseo y la espera, pero tampoco lo tomó de inmediato, sino que jugó un poco con él, aún a pesar del deseo y su propia urgencia por concluir el ritual de amor que sus cuerpos estaban marcando. Esperó todo lo que fue posible porque descubrió, con asombro, que le gustaba ver la expresión de súplica que le deban sus ojos oscuros, ver su rostro contraído por el placer y sus labios entreabiertos jadeando en espera de algo mejor. Era hermoso verlo así y saber que él causaba todos esos efectos en su joven pareja. Era algo que no había sentido con ninguna de sus anteriores amantes, era algo especial...
Y cuando finalmente entró en él y fueron uno solo, ambos gimieron con fuerza, sorprendidos por la intensidad del sentimiento que recorrió sus cuerpos en marejadas incontrolables, algo mucho más profundo que el deseo o el placer físico... ninguno había conocido un momento más sublime, un sentimiento tan abrumador y pasional como las llamas que habitaban en sus interiores, siendo partes de sus almas, pero no les hacía daño o los lastimaba, era maravilloso.
Era amor, simple y puro, pero jamás experimentado por ninguno de los dos.
"Te amo, Saisyu...", dijo, en medio del fulgor del momento, aunque el joven líder de los Kusanagi supo que esa frase estaba cargada de profundos sentimientos y fue feliz de saberlo.
Después vino el silencio y el murmullo que sus alientos entrecortados dejaban escapar de sus labios sonrientes ahora, felices, mientras Saisyu recibía en sus brazos a su amante, cuando se dejó caer sobre él, agotado por su noche de pasión, sin molestarse en salir de su cuerpo.
Saisyu suspiró, sintiendo el cuerpo cálido de su compañero descansando sobre el suyo, aún en su interior; lo quería dentro de él, así como estaba ahora, para siempre. No quería tener que separarse de él de nuevo, no ahora que finalmente habían estado juntos, como tanto lo había deseado, igual al sueño que había tenido esa noche extraña y maravillosa al mismo tiempo.
Jamás notaron cuando el Eclipse concluyó y sus poderes regresaron intactos, pues su anhelo ya no era la lucha. Habían dejado de ser enemigos para convertirse en amantes. Juntos vieron el amanecer, abrazados, susurrando promesas de amor eterno y unión.
"Te amo, Iori... te amaré siempre y no dejaré que nadie nos separe. Lo prometo"
Iori se aferró aun más fuertemente a Saisyu cuando lo escuchó y sus ojos se cerraron para caer en un sueño profundo y tranquilo, sin pesadillas, como era su costumbre...
Iori Yagami sacudió su rostro, tratando de alejar esos sentimientos que lo atormentaban desde esa fatídica noche, cuando ambos estuvieron juntos, los mismos sentimientos que lo habían atormentado por siempre, que, sabía, siempre lo atormentarían... abrió el primer cajón de la mesita de noche de su hijo y sacó la caja de cigarrillo que siempre solía haber allí y encendió uno de ellos con sus propias llamas, como había hecho tantas veces cuando su hijo acostumbraba irse de viaje con su banda y él consumía sus provisiones en la mansión.
Por supuesto, su hijo no sabía que él estaba enterado de ese pequeño secreto, aún cuando había veces en que consumía todos los cigarrillos que guardaba en el cajón. Bueno, seguramente olvidaba cuántos tenía en primer lugar y nunca se sorprendía de encontrar una caja vacía, pero eso era lo de menos. Ahora el mayor de los Yagami se sorprendía de que, aunque hacía tiempo que su hijo no tenía fuerzas para salir de su habitación, aún estaba bien surtido de cigarrillos; de seguro que alguno de los sirvientes se encargaba de traerle más.
Río por lo bajo, su hijo y él tenían más en común que el color de sus cabellos y su nombre: Iori. Nunca debió dejar que la tonta de su mujer le pusiera su nombre al pequeño, pero Natsuko tenía un carácter casi tan exasperante como el suyo y no pensaba comenzar un pelea por lo que consideraba en esa época como una insignificancia, pero ahora sentía que el llevar su nombre le había condenado al mismo miserable destino.
Si tan sólo Saisyu hubiera sido fiel a su promesa... recordó Iori con amargura, dándole unas caladas al cigarro que descansaba entre los dedos de su mano, todo habría sido diferente, su vida habría sido distinta.
Pero no había sido así.
Ninguna de las promesas hechas esa noche de Eclipse fueron cumplidas y ellos jamás volvieron a estar juntos como esa vez. Sus familias se habían encargado de separarlos, pero había algo más que eso... la insistencia de su padre, y sus amenazas, no habrían sido suficientes para alejarlo de su amor, al menos no a él, al igual que había pasado con su hijo esa noche.
Pero con Saisyu había sido diferente.
Una semana después de aquella noche, los Kusanagi anunciaron la boda del joven heredero con una chica insignificante de nombre Shizu. Iori se sintió morir cuando se enteró de aquello, ¡se sintió traicionado! Él había pasado por muchas cosas para poder estar junto a Saisyu y el otro le respondía casándose con otra, ¡era un maldito miserable!
Saisyu intentó buscarlo y explicarle pero Iori no quiso escucharlo, en su lugar respondió con golpes y fuego, con el odio que sus ojos solían marcar cuando aun no se había enamorado del otro y con la promesa de matarlo si volvía a verlo frente a sus ojos de nuevo.
Saisyu había roto su promesa y a Iori no le interesaban los motivos, ¿qué podía decirle que aliviara el dolor de su traición y desamor? Porque ahora estaba seguro que su rival no lo amaba ni lo había amado nunca, que la noche que estuvieron juntos fue simplemente una noche de pasión más.
A pesar de los golpes, el joven Kusanagi no hizo ningún intento por defenderse, aun cuando las llamas púrpuras de Iori envolvieron completamente su cuerpo, causándolo un dolor superior a ninguno otro que hubiese sentido antes. Pero era sólo físico, pensó en esos momentos, y no tenía comparación con el dolor que sentía su corazón ante el rechazo de Yagami.
"Si vuelves a acercarte a mí, bastardo, culminaré lo que empecé hoy, ¿lo entiendes?", siseó Iori, tomando a Sausyu de las solapas de su traje desgarrado por la pelea y dejándolo libre para que cayeran pesadamente en el suelo, sin fuerzas ya para permanecer en pie.
Entonces comenzó a caminar, lejos de él, dándole la espalda, sin inmutarse antes los sollozos que su rival dejaba escapar, incontrolables.
Sausyu golpeó el suelo, humillado y furioso y desolado por las palabras del ser que tanto amaba, mientras lo veía irse para siempre de su vida, sin tener las fuerzas para detenerlo. "¡No te vayas así...! ¡t-tienes que escucharme, maldita sea!" gritó, extendiendo una mano hacia él, que ya estaba lejos y era inalcanzable, "yo te amo... te amo mucho...", susurró finalmente, antes de caer desmayado.
Quizá me amaba y quizá no, pensó nuevamente el líder Yagami, volviendo lentamente a la realidad, aplastando la colilla restante en el cenicero con más fuerzas de las necesarias, furioso nuevamente; el hecho es que fui un débil al dejarlo vivo ese día; debí matarlo, pero no pude... yo todavía lo amaba. Fui un débil, al igual que lo fue él en esos tiempos porque, sin importar nada, no debió dejarme como lo hizo, no debió dejar que nos separaran... no debió.
Yo tampoco debí dejarlo con vida, pero aquel día supe que sería incapaz de matarlo, al igual que él nunca pudo hacerlo conmigo. La responsabilidad de matarlo, a él o a su descendencia, cayó sobre ti, Iori, hijo mío, al igual que lo hizo sobre Kusanagi Kyo. Ustedes debían lograr lo que nosotros no pudimos, pero por lo visto, tampoco fueron capaces de hacerlo... ¿quién, entonces, terminará la disputa de nuestras familias? ¿quién...?
Iori se desplazó a la cama, junto a su hijo inconsciente, y se sentó a su lado, observando su rostro fijamente, notando que respiraba con dificultad y su frente estaba perlada de sudor. Entonces hizo algo que jamás se había permitido con él: sonrió, casi imperceptiblemente, pero lo hizo, mientras apartaba algunos mechones revueltos de su rostro, suavemente, con la punta de sus dedos.
"He sido duro contigo, incluso más de lo que fue mi padre conmigo, pero era necesario le dijo, sabiendo que era imposible que lo escuchara, pero eso no le interesaba, lo único que quería era desahogarse de alguna manera-. Sabía que este día llegaría, no me preguntes cómo, pero lo sabía... y no podía permitir que corrieras a sus brazos por nada del mundo, ¿lo oyes? Jamás permitiría que cayeras en el mismo error que yo; te entrené duramente tratando de despertar el odio en ti, un odio irrefrenable hacia todos los Kusanagi, sin importar si me odiabas a mí en el proceso, digamos que era algo que podía soportar. Todo lo hice por ti, para que no terminaras amándolo como lo hice yo... si lo odiabas no podías amarlo, ¿cierto? Aunque sabía que esa teoría no era del todo cierta, pues yo he odiado y amado al mismo tiempo, a la misma persona, ¡pero por qué tenía que pasarte a ti también! No lo entiendo, es como si fuera una maldición... ah, qué maldita la vida que nos ha jugado esta terrible jugarreta a ambos, ¡odio a la vida por esto! Al menos tú tienes un consuelo... vas a morir pronto y eso será un alivio... no te preocupes susurró finalmente, acariciando nuevamente su rostro- que el fin del sufrimiento está cerca".
Entonces se levantó y adquirió su mirada dura y fría nuevamente. Observó el aspecto de sus ropas y notó que no estaban tan mal, sólo debía arreglar un poco el nudo de su corbata y estaría listo para salir de esa habitación y enfrentar al mundo como siempre lo había hecho. Observó a su hijo una última vez antes de caminar a la puerta y salir de allí.
Sin importar los tormentos que aquejaban a su espíritu, y que el recuerdo de aquel único encuentro con Kusanagi Saisyu jamás abandonaría su mente, seguiría viviendo y trabajando como siempre lo había hecho porque él era Yagami Iori, líder de uno de los clanes yakuza más grandes y poderosos del Japón, y el mundo entero estaba a sus pies.
FIN
Nota: Cuando terminé de escribir Eclipse, me di cuenta que había dejado muchos huecos en la historia, en ese entonces lo hice a propósito, porque deseaba dejar un halo de misterio en el fic, pero luego pensé que debía, aunque fuera superficialmente, explicar cómo sabían los padres de Iori y Kyo los sueños de sus hijos y a dónde pensaban ir esa noche de eclipse, además que insinué que entre ellos pudo haber pasado algo en el pasado, no sé, siempre he pensando que ellos dos podrían haberse enamorado como sus hijos y quise plasmar la idea en el Fanfic. Tal vez la historia esté algo corta pero su propósito era aclarar un poquito el pasado de Saisyu e Iori (como decidí nombrar al padre del hermoso pelirrojo ^^) pero, quién sabe, quizá algún día me decida a escribir la versión larga de la historia ^^
Terminado el 19 de mayo de 2002
Los personajes pertenecen a SNK
"Epilogue..." es propiedad de Raquel
&
IorixKyo Archive
Agosto, 2002