Fanfic por Kanashii Tenshi

Until the Fire Goes On...

 

Y aquí estamos otra vez, en un solitario lugar en las orillas de Osaka, dispuestos a enfrentarnos en una batalla que nosotros nos hemos impuesto a través de los años. La sangre hierve en nuestras venas, despidiendo el anhelante olor de la pasión que emitimos cada vez que estamos en esta situación. Sin embargo, ahora las cosas son diferentes, y tú lo sabes, todo ha cambiado desde hace unos meses.

Tus destellantes ojos buscan enfrentarse con los míos, por alguna razón, tu mirada es distinta...esa mirada que siempre ha sido inexpresiva, ahora intenta decir algo, pero no sé de que se trata. Parece que a pesar de todos estos años, aún no aprendo a interpretar el lenguaje de tus ojos, tan hipnotizantes, tan misteriosos. Tus movimientos son lentos, suaves, pero certeros, conoces perfectamente cada zona de mi cuerpo que me hace débil, que me hace desfallecer con cada golpe, con cada roce. No dejas de atacarme, y yo no hago nada por defenderme, estoy completamente rendido a tu voluntad, dispuesto a aceptar la muerte si es necesario.

En mi mente se dibujan las escenas de la primera vez que nos enfrentamos ¿lo recuerdas? Tus ojos brillaban un poco diferente a como lo hacen ahora, tu cabello de fuego caía insistentemente hacia un lado de tu rostro, ocultando esa parte de tu ser que nadie más conoce, el suave tambalear de tus movimientos mientras te acercabas a mí, pronunciando palabras sin sentido en ese momento...pero ahora las entiendo. Palabras...palabras en esa voz tan profunda y silenciosa, perfecta ante los oídos de cualquier chiquilla escandalosa que asiste a tus conciertos...palabras que guardaban un mensaje oculto, de las que nunca explicaste su significado, hasta que finalmente, tus acciones hablaron más que esos sonidos inaudibles que salían de tu boca. He de aceptar que mi corazón latió de alegría, pero en el fondo de toda esa felicidad tuve miedo...miedo de que todo fuera una mentira, así como lo ha sido toda nuestra vida. Una completa farsa que llevamos hasta las últimas consecuencias...hasta este momento en que nos quitamos las máscaras para mostrarnos tal como somos.

Finalmente apartas tu mirada de mí, parece que sabes lo que quiero decir, pero no lo haré. No diré aquellas palabras que significan todo para ambos y sé que tú tampoco lo harás. Es mejor así ¿sabes por qué?, porque el día que las pronunciemos todo terminará, será el final, y no quiero que esto se acabe tan pronto, quiero seguir soñando, no quiero despertar...por favor, continúa, no te detengas...¡¡y quita esa expresión de tu rostro porque no me gusta!! Me aflige. No sé por que, pero tengo un mal presentimiento. Nunca he creído en esas tonterías, y sin embargo, no me puedo deshacer de esta preocupante sensación desde hace varios días, desde que te vi aquella fría tarde en que también nos enfrentamos...

Escucho el sonido de las aves nocturnas que hacen su aparición ahora que el sol se ha ocultado, y las estrellas empiezan a salpicar el cielo con su luz...y la luna, el hermoso resplandor de la luna que siempre me acompañó en los momento de soledad, y que siempre me hacía recordarte. Es extraño, pero cada vez que la veía, una cálida sensación invadía mi interior, penetrando hasta mis entrañas, haciéndome sentir, de alguna forma, acompañado...era como si tus ojos se clavaran en mi piel, desgarrándola como lo hacías con tus golpes y tus llamas, como si en ningún momento me dejaras solo. ¿Sería acaso la similitud que existe entre tú y ese brillante astro lo que me hacía sentir de esa forma? Es lo más seguro, como dudar de que su deslumbrante luz, su palidez y su soledad también te pertenecen.

A pesar de que no lo aceptemos, nuestras vidas están unidas por el destino; la habilidad de dominar el fuego, la rivalidad de nuestros clanes, nuestros sentimientos...todo nos une, así que no digas que en el momento que quieras te puedes alejar, porque sabes perfectamente que no puedes escapar de la opresión que ejerce tu pecho cada vez que me ves, cada vez que me tocas, así sea para intercambiar golpes. Nosotros no somos culpables de lo que ahora está pasando, nuestras familias nos orillaron a hacerlo con su estúpida creencia de 'el clan más fuerte.' Nos obligaron a tomar una responsabilidad que no nos pertenecía, que no tenía que ver con nosotros, obligándonos a vivir una infancia triste y sin amigos, entrenando con violentos censéis que casi nos matan a golpes por su afán de hacernos controlar las llamas heredadas por nuestros antepasados, y todo con el propósito de que alguno de los dos muera en una batalla por obtener el título del más fuerte. Tonterías. No son más que ridículas tradiciones familiares con las que no pienso continuar, y por lo visto tú tampoco.

Nuevamente, las imágenes de aquella pelea se arremolinan en mi mente, claras, sin confusiones. Las llamas escarlata y las púrpura corrían libremente por el suelo, mezclándose en una violenta explosión que nos hacía retroceder, y que en ocasiones alcanzaba una parte de la piel, lamiéndola con el tremendo calor. Nuestros cuerpos sentían la excitación del momento. Adrenalina ¿, sangre, sudor, fuego. Elemento que se mezclaban para crear el ambiente perfecto cada vez que nos encontrábamos. En realidad, yo no estaba muy atento a lo que pasaba con mi cuerpo, tenía múltiples heridas producidas por tus golpes y tu fuego, pero, después de todo, estoy acostumbrado al dolor. Sin embargo, no pude evitar quedarme mirando a la imponente figura que se alzaba frente a mí. El viento helado jugueteando con los largos mechones de tu cabello, esos brillantes ojos carmesí que encajan a la perfección en tu rostro de piel tan blanca, un cuerpo perfectamente esculpido, cubierto por ese toque de elegancia que solo es característico en ti. Para que negarlo, eres el ser más perfecto que mis ojos hayan podido ver, ni siquiera un dios podría superar tu belleza.

De tu brazo y pierna derecha escurría un río de sangre que no parecía detenerse. Uno de mis ataques te alcanzó y te dejó en ese estado. En ese instante no lo comprendí, pudiste haber esquivado mis llamas con gran facilidad, pero no lo hiciste ¿por qué?...tus piernas no resistieron más el peso de tu cuerpo, y mientras caías lentamente hacia delante, pude ver con claridad un hilo de sangre que partía de tus labios para descender por tu barbilla y cuello. No supe que hacer, me quedé paralizado ante la escena. Muchas veces te había visto sangrar, pero no de esa forma, no con ese sufrimiento. Tu cuerpo se estremecía violentamente en el suelo, haciéndote gritar palabras incoherentes y mal escuchadas ante oídos castos. Fue entonces cuando lo entendí. Dolor, sufrimiento, sangre...riot, la maldición que te fue heredada por los antiguos líderes del clan Yagami, una maldición de la que no te puedes escapar, porque tarde o temprano acabará con tu vida...riot. Finalmente reaccioné, y sin pensarlo, corrí a sujetarte para que no continuaras moviéndote de esa forma tan salvaje. Me incliné a tu lado, manchándome con la sangre que ya había abandonado tu cuerpo. Te sujeté firmemente por los hombros para ayudarte a sentar, y recargué mi cabeza en tu pecho para que sintieras mi calor. Aún continuabas estremeciéndote, sufriendo esos espasmos que enviaban oleadas de dolor por todo tu cuerpo, salpicando mi piel con tu sangre cada vez que un absceso de tos te atacaba. Temblabas y estabas completamente helado, a pesar de que el sudor que se acumulaba en tu frente intentaba decir lo contrario. Tus manos se aferraron a mi espalda, hundiéndose cada vez más en mi piel, haciéndome un daño que era incapaz de sentir. En un instante giraste tu rostro hacia mí, tu mirada ya no mostraba ese destello de odio y maldad que siempre ha tenido. Ahora estaba brillante, sí, pero brillante por las lágrimas de dolor que no pudiste reprimir, y que bajaban libremente por tus mejillas, lavando un poco la sangre que te ensuciaba. No pude evitar sorprenderme ante el reflejo de tus ojos, sufrimiento, desesperación...¿miedo? Sí, eso era justo lo que sentías. Te negabas a apartar la mirada de mi rostro, justo como lo hacías hace unos minutos...tal vez es por eso que no quería que continuaras viéndome así. Lentamente, extendiste tu brazo para posarlo detrás de mi cabeza, y sin que yo me resistiera, me atrajiste hacia tu rostro. Mi expresión angustiada cambió por una de total sorpresa en el momento que tus labios tocaron los míos en un débil beso que se extendió más de lo que yo hubiese permitido, haciéndome saborear el sabor de tu sangre salada. No pude detenerlo, así como tampoco puedo detener el que en este momento me está ahogando debido a la pasión que pones para dármelo.

Tus labios húmedos y cálidos recorren cada centímetro de mi piel, cubriéndola con el delicioso néctar de tu boca. Tus manos se mueven en insinuantes caricias, sin detenerse ni un segundo para dejarme respirar. La suavidad de tu cuerpo desnudo emite una cálida sensación de alivio en el mío, que desearía que ese alivio nunca terminara...continúa, no te detengas, sigue con esos movimiento que me vuelven loco, sigue excitándome con esos besos y esas caricias que son únicas en ti...hazme sentir que estoy vivo, hazme llorar de emoción y de dolor, hazme sentir como en un sueño, como en ese sueño que cada noche me despertaba gimiendo tu nombre...dejemos todo atrás, el odio, la rivalidad, nuestros clanes, todo, nada más importa sino tú y yo, aquí y ahora...vamos a entregarnos el uno al otro en cuerpo y alma, vamos a amarnos con esa pasión desenfrenada con la que peleábamos, vamos a fundirnos en uno solo.

-¡Ahhh! – un sonido escapa de mis labios en el momento que muerdes una de mis tetillas, torturándola lentamente para luego dejarla e ir detrás de la otra. No tienes piedad, eres cruel como siempre, ¿por qué me haces esperar así? ¿no te das cuenta que si esta situación se alarga más continuaré pensando en fatalidades?...un rostro triste, unos ojos mostrando un destello de dolor y sufrimiento, un cuerpo tembloroso entre mis brazos, mechones de cabello escarlata cubriendo ese lindo rostro, y sangre, sangre corriendo entre delgados y delicados labios...ya no quiero pensar en eso, hazme olvidar de una vez por todas...quiero tenerte cerca de mí, quiero sentir tu cuerpo dentro del mío, quiero gritar de placer por ti, Iori Yagami.

Mis manos recorren los suaves músculos de tu espalda, atrayéndote más a mi cuerpo, tensando cada parte que tocan mis dedos. Continúas bajando por mi abdomen en pequeños mordiscos que me hacen estremecer, introduces tu fría lengua en mi ombligo, obligándome a dejar escapar un sonido inaudible, y sin previo aviso, envuelves mi sexo con tus labios, acariciando cada centímetro, lamiendo como si fuera un dulce para un inocente niño pequeño. No lo puedo evitar, y levanto la espalda de la cama, arqueándome hasta que sólo mi cabeza toca la almohada. Tus caricias son sencillamente deliciosas, tu expresión, apenas visible con el rayo de luz que entra en la habitación, es encantadora, y el hecho de saber que tú, Iori Yagami, mi eterno rival, está aquí, conmigo, haciéndome el amor de la forma más apasionada, es la experiencia más excitante que haya vivido.

Mis manos se pierden en tu cabello, sedoso, llameante, obligándote a seguir un ritmo acompasado que me produce un tremendo placer. No quiero que te detengas, sigue acariciándome así, no quiero pensar más...al final, levantas tu rostro y me miras fijamente...otra vez esa mirada...tus ojos están brillantes por la humedad, tu cabello cae desordenado hacia un lado de tu rostro, tu cuerpo tan perfecto como siempre...pero tus ojos...parecen tan tristes. Una sonrisa me saca de mis pensamientos, linda y cálida...es tu sonrisa. Parpadeas lentamente, y murmuras algo que apenas logro percibir. No apartas tus ojos de mi rostro, y yo tampoco puedo desviar la mirada. No recuerdo cuando me empecé a perder en esas pupilas escarlata, pero sé que ahora no puedo salir de ellas. Tampoco recuerdo el día que comencé a desear verte, encontrarte y pelear contigo de una forma desesperada para liberar todos los sentimientos que en ese momento confundían mi corazón. Tal vez nunca te lo diga, pero no sabes lo excitante que era para mí luchar contigo, sentir la suavidad de tu piel aunque fuere sólo para golpearte, ver esa fiera mirada en tus ojos, impregnarme con tu olor y tu sangre, oír la profundidad que tu voz emite...ver tu cuerpo perder sangre, verte sufrir, darme cuenta de que sentías lo mismo que yo en ese momento, y saber que todas tu heridas eran causadas por mí, sólo por mí, porque sólo yo tengo el derecho de tratarte así, y sólo tú tienes el derecho de tratarme así. Cada cicatriz que veo en tu pecho es un recuerdo de alguna pelea, y por supuesto, de una pelea conmigo, pero a pesar de eso, tu piel sigue perfecta, suave, tersa.

No pierdes el tiempo, y te lanzar a besarme nuevamente. Tu lengua explora cada parte de mi boca, dulce y salada, tierna y salvaje, puedes ser todo al mismo tiempo. Tu cuerpo está inclinado entre mis piernas, parece que disfrutas torturándome con esta espera. Por fin tus manos se mueves, bajan lentamente por mi pecho para llegar a mi entrepierna, un estremecimiento recorre mi cuerpo, cierro los ojos para concentrarme un poco más en el placer que me brindan tus manos. De repente te detienes, pero con un ligero empujón levantas mis caderas aún más, haciendo que mis piernas rodeen tu cintura. ¡Hazlo de una vez por todas! No ves que ya no puedo con el deseo de sentir tu pasión en toda su intensidad.

-I-O-R-I – digo tu nombre entrecortadamente en el momento en que invades mi cuerpo con el tuyo. Tiemblo ante esta sensación, es tan dolorosa, tan intensa...

-Tranquilo, relájate, estás muy tenso – tu voz hace eco en mis oídos cuando notas que estoy temblando. Te inclinas un poco para tener más acceso a mi cuerpo, esto me hace gritar, pero sé que este dolor es necesario para ambos. Tu boca se posa en la mía, acallando mis gemidos y sollozos, y poco a poco, el dolor se disipa para dar paso a un mar de sensaciones placenteras.

Sientes que me calmo, y empiezas a moverte, lentamente, sin prisa, disfrutando cada segundo de satisfacción que te da mi cuerpo desnudo. Tus manos continúan acariciando mi piel, tensándola con cada roce. Escondes tu rostro entre las almohadas, por sobre mi hombro. Es increíblemente agradable el simple hecho de percibir el olor de tu cabello a mi lado, tan segundo y llamativo. Tu también empiezas a emitir ligeros gemidos, no es la primera vez que los escucho, pero siempre me ha llamado la atención lo encantadores que se oyen esos sonidos en una voz tan profunda. Tu respiración es cada vez más difícil, pareces cansado, pero sé que no te vas a detener. Siento la humedad de tu boca en mi cuello, eso me excita aún más, tu cabello me hace cosquillas en la mejilla, y tus gemidos son cada vez más fuertes. Finalmente, el clímax nos invade, y con un grito ahogado, dejamos escapar la prueba de la satisfacción que tanto habíamos estado prolongando, primero tú dentro de mi cuerpo, luego yo sobre tu vientre, humedeciéndolo y dejándolo resbaloso.

No levantas el rostro y yo ni siquiera me esfuerzo por liberarme de ti, que aún estás dentro. Todavía siento tu cuerpo temblar sobre el mío, y tus sollozos no se detienen. Nunca te había sentido así, y tengo que confesar que me asusta. Quiero verte a los ojos para expresarte lo que siento, para decirte con una mirada lo necesario que eres para mí y lo mucho que te amo, pero antes de que intente cualquier cosa, escucho tu voz hablándome.

-Ai shiteru, Kyo - ¡No, pero que haz hecho! Dijiste las palabras que no debías decir, ¿o es que acaso ya no lo recuerdas?, el día que alguno de los dos las pronunciara, todo acabaría, o es que tú ya no quieres...¡no! si tú no quisieras estar conmigo, no estarías aquí en este momento, y mucho menos me hubieras hecho el amor. Me siento muy confundido para reaccionar, no lo comprendo. Sí, es cierto que deseaba escuchar eso de tu boca, pero tenía miedo, miedo como el que siento ahora. Tu cuerpo se hace más pesado, te siento débil, tu respiración es dificultosa y tus movimientos no son normales...¿Qué te pasa, Iori?, realmente me estas asustando. Por fin levantas el rostro y me miras. La luz de la luna que entra por la ventana le da un aspecto más salvaje a esa cascada escarlata que cae sobre tu ojo derecho, perlas de sudor adornan tu frente, y tus ojos...Dios mío, Iori, ¿por qué estas llorando? Levanto una mano y la dirijo a tu mejilla para secar esas lágrimas, la tomas entre tus manos y la aprietas contra tu mejilla. Estás triste, lo sé, puedo sentirlo, y puedo percibir un olor que no me agrada y que siempre me ha acompañado...sangre.

-Yo también te amo, Iori – Abres lo ojos, pareces sorprendido de que haya repetido lo que me dijiste hace unos minutos. Una convulsión hace que te inclines nuevamente hacia mí, estas tosiendo, desgarrando tu garganta con cada esfuerzo, todo tu cuerpo sacudiéndose sobre mí, haciéndose cada vez más pesado. Giro el rostro y veo el tuyo a mi lado, tus ojos ahora cerrados, tu expresión revelando un gran sufrimiento. Las almohadas se han teñido de rojo, y la sangre ya toca mi rostro. Intento levantarme para sostenerte, pero tú me lo impides, así que te rodeo con mis brazos, fuertemente para que me sientas cerca, para que veas que no estas solo.

-No quería que me vieras así, mi hermoso Kyo, no quería que sufrieras por mí – apenas percibo tu voz entre las brumas de tu sangre, pero tus palabras son más que claras.

-¿De qué estas hablando?, vas a estar bien, ya verás que pronto pasará, y cuando esto termine, yo estaré a tu lado, acompañándote – mi voz es entrecortada, no me había dado cuenta de que yo también estaba llorando. Dejas escuchar una ligera risa, pero no dices nada, simplemente, te aferras a mi cuerpo mientras el dolor se hace más intenso. Uno de tus brazos se dirige a tu corazón y lo aprietas fuertemente, haciéndote daño con tus propias uñas. Los sonidos que escapan de tus labios son cada vez más fuertes, parece que ya no soportas ese sufrimiento y dejas que las lágrimas corran libremente por tus mejillas, humedeciendo también la piel de mi hombro. Ya no lo soporto más y me incorporo para sostenerte en mis brazos, esta vez no pones resistencia, toda tu fuerza te ha abandonado por completo. Te sostengo por los hombros, y tú descansas la cabeza sobre mi pecho, otra sonrisa adorna tu rostro cuando sientes los latidos de mi corazón contra tu mejilla, acelerados, desesperados. Ahora tu pecho está cubierto por el líquido vital que se niega a permanecer en tu cuerpo, se siente cálido y espeso, y a cada minuto es más abundante.

-Tranquilo, amor, tranquilo...todo, todo estará bien – dogo flojo, más para consolar mi dolor que para consolar el tuyo. Sé que esas palabras no son más que otra mentira, pero por esta vez quisiera creerlas, quisiera creer que en unos minutos todo volverá a la normalidad...que volverás a besarme con la misma pasión de hace unos instantes, que escucharé tu voz susurrándome palabras al oído, que sentiré tu cuerpo tan lleno de energía como cuando peleábamos...y es que me niego a aceptarlo, ¿por qué...? ¿por qué las cosas tienen que ser así? ¿por qué cuando acepto lo que siento, cuando acepto que te amo, te tienes que ir? No es justo, eres muy egoísta, no puedes abandonarme en este mundo lleno de soledad y tristeza, ¡no puedes irte sin mí!...Iori...Iori, no me dejes, ¡por favor, no te vayas! ¡quédate a mi lado! Te necesito...te amo.

-Tienes razón...todo, todo estará bien – haces un esfuerzo por susurrar esas palabras, y lo haces sólo para consolarme. Tu mirada está fija en mí, tus ojos muestran una gran tristeza, es como si en todo este tiempo hubieras escuchado mis pensamientos...temes dejarme solo, tan solo como lo estabas tú antes de dejarte llevar por tus sentimientos. Levantas un brazo y lo diriges hacia mi rostro, tus largos dedos acarician mi mejilla para arrancar las lágrimas que la cubren, luego resbalan lentamente hasta mis labios, yo aprovecho ese gesto y beso tu mano, pero finalmente la dejas caer, esa simple acción ha sido agotadora para ti. Ahora comprendo que ya no hay nada que hacer, trato de negármelo, pero ya es imposible creerlo.

* * *

Tu cuerpo yace fláccido entre mis brazos, frío, sin energía, ya casi no se escucha tu respiración, tus latidos son menos frecuentes y aunque continúas mirándome ya no me entiendes, porque estas inconsciente. Ya no puedo más, no soporto verte sufrir de esa manera, ¿por qué la espera tiene que ser tan larga?, si haz de irte, ¡hazlo de una maldita vez!, cierra los ojos y vete...ya vete. Un último beso, eso es...acerco mis labios a los tuyos y comienzo a besarte, rápido, con desesperación, ya no me detengo para ver como estas, ya no me importa...prolongo el beso hasta que me doy cuenta de que haz cerrado los ojos...por fin. Me alejo de tus labios y te observo, parece que sólo duermes profunda y tranquilamente, y por alguna extraña razón, tu rostro se ilumina con un gesto cálido y satisfactorio, parece que estas feliz de que te haya robado el último aliento con un beso.

* * *

Mis lágrimas se han detenido, mis ojos han derramado todo el llanto que me quedaba, y todo por ti, todo esto es por tu culpa. No aparto la vista de tu cuerpo, cada minuto que pasa lo siento más frío y más lejos de mí, a pesar de que aún estas entre mis brazos. La luna brilla con más intensidad ahora, y en un peculiar fenómeno, ilumina tu cuerpo desnudo con una destellante luz...Dios, aún cuando no muestras ningún indicio de vida, luces increíblemente hermoso. Una sensación sofocante recorre todo mi cuerpo, es como si el calor de mis llamas ardiera dentro de mí sin control alguno. Tengo que hacer algo, tengo que liberarlo, y con él, liberar toda la furia y el odio que siento por la vida, y por el destino que marcó nuestra existencia.

-No te vas a librar de mí tan fácilmente, Yagami, te alcanzaré en donde quiera que te encuentres – y dicho esto, una llama se enciende sobre la palma de mi mano, pequeña y aparentemente inofensiva, pero al cabo de unos segundos, se extiende hasta el techo, lamiendo cada centímetro de las tejas que lo cubren. Enciendo otra llama, pero en esta ocasión, la lanzo hacia un extremo de la habitación, incinerando todo lo que se atravesó en su camino...incluyendo las sábanas del lecho que compartimos en los últimos meses. Poco a poco, se acercan a mí, pero no las siento, no siento nada, el dolor de mi cuerpo no es nada comparado con el dolor que siento en el corazón, en el alma...lo único que realmente valía la pena para mí, lo más importante de mi vida, la razón de mi existir fue arrancada cruelmente de mi lado sin previo aviso, sin una advertencia. Siempre maldije el destino que me había tocado vivir, y ahora, lo maldigo mil veces más por ser tan traicionero, por orillarme a amar a la persona que debía odiar, por hacer de este un momento triste, en lugar de hacerlo feliz, porque por fin, mi eterno enemigo, el enemigo de mi clan, está muerto...¿por qué la vida siempre nos hace malas jugadas? ¿por qué insiste en hacernos infelices?...pero en esta ocasión falló, porque no me quedará solo y triste, porque no estoy dispuesto a quedarme aquí a sufrir y llorar hasta que llegue el último día de mi vida...¡no! ¡no lo haré! Antes de sufrir tu ausencia, te alcanzaré hasta donde estés, así sea el mismo infierno, y me llevaré todo conmigo, incluso esta pequeña cabaña en el bosque que guarda todos los secretos de nuestro amor, de nuestros encuentros, de nuestras noches de pasión...todo...

* * *

Apenas alcanzo a distinguir las cosas que nos rodean, mis ojos están nublados, el humo proveniente de las llamas ha entrado con toda su fuerza en mis pulmones, y creo que en cualquier momento puedo perder la conciencia. Sin embargo no siento dolor, al contrario, me siento bien, muy bien, casi feliz de que todo esté funcionando a la perfección, de que la distancia entre tú y yo sea cada vez más corta. Al fin se terminaron los prejuicios, el odio, la rivalidad, porque el lugar al que iremos, no existe nada de eso, estoy seguro...no sé si seremos felices, pero te aseguro que estaremos juntos por toda la eternidad...una brillante luz blanca ciega mis ojos, y no me permite ver el camino del túnel que estoy recorriendo, sin embargo, continúo avanzando...creo que estoy volando, ahora avanzó más rápidamente, una sonrisa se forma en mi rostro porque sé que volveré a verte en unos instantes, tal vez sonriendo, tal vez diciendo palabras que se pierdan en el aire, claro, si es que hay...ahí estas, sentado sobre un lecho de pasto verde, parece que disfrutas del ambiente que te rodea, nunca me hubiera imaginado verte tan feliz, pero aquí estas, sonriendo mientras diriges tu vista al infinito, esperando encontrarte con algo...la verdad es que yo también me siento muy feliz, después de todo, creo que tenías razón, "todo estará bien ahora", pienso mientras me acerco lentamente para rodear tu cintura con mis brazos...ya no te preocupes, mi amado Iori, ya no sufras, porque todo estará bien ahora que estoy a tu lado...para siempre.

* * *

O w a r i

* * *

Notas de la autora: Este es mi primer fanfic yaoi, así que espero que les guste. Ya sé que la historia es muy simple, pero me gustó. Si tienen alguna queja, sugerencia, comentario, todos sus mails serán bien recibidos en tenshi_kanashi@yahoo.com.mx

* * *

 

Todos los personajes pertenecen a SNK
"Until the Fire Goes on" es propiedad de Kanashii Tenshi
IorixKyo Archive
Noviembre, 2002

Free Web Hosting