Fanfic por I-chan

Llamas y oscuridad

Capítulo 7.-

En ese momento, un frío indescriptible, cruzó la espalda del Yagami. Tuvo miedo. Sabía que no debía correr, pero solamente con sentir la mirada vacía de Kyo sobre él, era suficiente para incitarlo a escapar.

Permanecieron callados unos momentos más, pero Kyo nunca fue un tipo muy paciente, y mucho menos un amante del silencio.

—Eres bueno cambiando tu voz, y ocultando tu presencia. Pero nunca podrás esconder tu aroma, lo conozco demasiado bien.

—Debería haber esperado que te dieses cuenta...—murmuró el pelirrojo, más para sí que para su interlocutor.

—La verdad me has sorprendido. ¿Para qué te tomaste la molestia?

—Eso... tú deberías saberlo bien...

Iori se quedó callado, simplemente mirando a Kyo. Detestaba que se hubiese dado cuenta del engaño tan pronto. Aunque, talvez era lo mejor, ya estaba grande para jugarla de doctor. Y no es que lo hubiese hecho antes...

—Si me vienes con es basura de que me vas a matar, guárdatela en el más profundo y oscuro de tus bolsillos. Hasta hace 5 minutos, el día me parecía uno de los mejores que había tenido hasta el momento. Así que antes de venirme con alguna de las patrañas que me vives diciendo todos los malditos torneos, más te vale que me digas la verdad de manera clara.

El pelirrojo, no pudo evitar parpadear. Por algún extraño motivo, todo ese monologo, le pareció muy gracioso. Pero lo que probablemente la causaba más gracia, era la expresión seria de Kyo. Simplemente no encajaba con el rostro del chico.

Estalló en carcajadas, mientras se sentaba junto al castaño.

—Tendrías que haber visto tu cara...

Y la frase retumbó en los oídos de Kyo. Recordó un momento que creía olvidado, pero que a la vez siempre tuvo presente. A diferencia de Yagami, él había decidido tener presente ese momento de su vida, porque mantenía la tonta esperanza de que era posible que esa amistad fuese mas fuerte que él destino.

Pero con el correr del tiempo, esa esperanza iba siendo relegada a un segundo plano. El odio, era inculcado con cincel, y un niño solo puede tolerar hasta cierto punto.

Una mano se posó sobre su cabeza, era como si Iori lo estuviese tratando como un chiquillo. La sensación era extraña, nueva, pero bienvenida. Se relajó, y permitió que lo ayudase a sentarse. Apoyó el peso de su cuerpo contra el del pelirrojo.

—Nunca quise dejarte en este estado... Fue mi culpa y no me enorgullezco de ello. Solo puedo ayudarte a salir adelante... Esa es la única forma que tengo para pagar mi error. Recuerda, pelearemos de nuevo. Esa..., es una promesa.

El castaño, tuvo un escalofrío. Esa clase de promesas por parte del pelirrojo, pesaban. Pero lo más llamativo, fue que no había ningún: “Te mataré”, “Te venceré”, etc ,etc ,etc...

“Dijo: Pelearemos de nuevo.... Pero no dijo si entre nosotros, o contra quién. Solo prometió una pelea”. Estaba muy tentado a preguntar el sentido de esas palabras. Pero sabía que no era el momento.

Y por sobre todo, una duda se cruzó por su mente: “¿Porqué me está acariciando la cabeza?”

—Ehm... ¿Yagami?... ¿Tengo cara de perrito, o qué?

—Un cachorro mejor dicho...—murmuró con sarcasmo.

—Ahh...—“Es definitivo. ¡Señoras y Señores, Iori Yagami ha perdido la cabeza!”

Iori, tuvo una idea, un impulso mas bien. Recostó a Kyo momentáneamente, y se dirigió hacia las cámaras.

—¿Yagami...?—Kyo no tenía miedo, lo cual le extrañaba, solo se preocupaba por lo que Iori pudiese hacer al hospital.

—Aquí estoy Kyo. No te preocupes, en seguida seguimos con los ejercicios.

En un movimiento rápido, arrancó el cable que se conectaba a la cámara. Y repitió el mismo proceso con todas las cámaras del lugar. Trancó las puertas, y regresó al lado de Kyo. Cuando Iori decía “privacidad”,quería decir “privacidad”. Y no podemos olvidar el hecho de que el tipo es un obsesivo...

Se ubicó a un lado del castaño, y lo miró con detenimiento. Estaba más delgado, pero su figura no llegaba a ser enfermiza, un poco afeminada talvez, pero nada más. Comenzó a aplicar unos masajes, buscando relajar al joven. El cual, por el contrario, se sintió avergonzado.

“Eso me pasa por soltar la lengua... Ahora no sé como afrontarlo”

El pelirrojo suspiró, pero no detuvo los movimientos de su mano. Al contrario, concentró su energía en estas, y comenzó a aplicarlo en el cuerpo de Kyo.

El chico, se vio invadido por una ola de energía, cálida y hasta un poco hiriente. Pero sabía que viniendo de Yagami, no podía esperar menos.

Lanzó un gemido de dolor, sus piernas, bajo el contacto de la energía de Iori, parecían reaccionar favorablemente. Sentía. Un súbito espasmo de agonía asaltó sus sentidos, procuró no demostrarlo. Su cuerpo estaba siendo “regenerado” en cierto sentido.

Iori, se percató de las sensaciones que invadían el cuerpo del castaño. Pero no hizo nada por consolarlo. De hecho, encontraba favorable ese dolor.

“El dolor ya es algo. Mejor que nada.”

El joven, resistió todo lo que pudo, e inclusive más. La energía que Iori le brindaba, entraba en el como un río. Y su cuerpo lo absorbía como una esponja.

Pudo sentir los distintos movimientos que Iori ejercía sobre su cuerpo. Lo que es más, casi podía vislumbrar las cosas que lo rodeaban. Se sentía contento, satisfecho. Parecía que las cosas estaban mejorando para él.

Iori, comenzó con movimientos leves en las piernas del joven. Primero la pierna izquierda, y luego la derecha. Colocaba la pierna por encima de su hombro, y luego la movía contra el cuerpo de Kyo. De esa manera, ponía en funcionamiento los músculos aletargados.

En cierto momento, se dio cuenta de su cercanía al joven.

No se sintió incómodo. Al contrario, tenía unos terribles deseos de cortar la poca distancia entre sus cuerpos y besar al chico. En especial cada vez que miraba el rostro de Kyo. Su expresión, era una de concentración, pero al mismo tiempo, un tinte rojizo cubría sus mejillas. Y su boca entreabierta que lanzaba pequeños jadeos, le resultaba exquisitamente tentadora.

“¿Está así por los ejercicios?... ¿O por mi cercanía?...” Sonrío de manera casi maligna ante ese pensamiento. Y ejerció un poco de presión contra el cuerpo del chico. Logrando arrancar un gemido/ jadeo del joven.

Kyo, por su lado, estaba así por ambos motivos. Se estaba esforzando por avanzar. Y, al mismo tiempo, su mente divagaba entorno a la cercanía que el pelirrojo tenía contra su cuerpo.

“¿Porqué hace esto? ¿Porqué sigue ayudándome?. Por poco me mata la última vez, ¿cómo es que sigue conmigo?. ¿No será que él...?”

Se sintió desfallecer. No se sentía mal, al contrario, estaba muy emocionado. Lo que le vino a la cabeza, fue algo como: “¿¡LE GUSTO!?”.

La mera idea, era ya de por si sobrecogedora. Un Yagami que siente algo más que odio por un Kusanagi... ¡Eso era el evento del siglo!. O la tragedia del milenio...

“Me siento mal...”

Iori, pudo notar el cambio en el humor y estado físico de Kyo. Lo interpretó como que ya era suficiente. Suavemente, dejó el cuerpo de Kyo descansar. La expresión de este, era una extraña mezcla entre estupefacción y malestar (como en “malestar estomacal”). Iori no se preocupó. Oye, si puedes derrotar a un Dios-Demonio, entonces, ¿qué te puede hacer un poco de gastritis?

—Vamos, te llevaré a tu habitación para que descanses. Y luego llamaré a Maekawa para que te revise.

—Si... Gracias...

Iori no pudo evitar sonreír ante el rostro sonrojado de Kyo.

“El, es en verdad un niño. Es inocente, curioso y muy juguetón. Pero se esconde bajo la máscara del guerrero Kusanagi... Voy a tener que abrirme camino, y destruir la máscara... Va a ser divertido”

Lo tomó entre sus brazos, y lo colocó cuidadosamente en la silla de ruedas. Lo llevó hasta la puerta, y tardó unos instantes en retirar la traba. Y en cuanto abrió la puerta, vio a Maekawa con una enfermera.

—Señorita, por favor lleve al joven Kyo a su habitación. Yagami-san, tenemos que hablar.

La enfermera, hizo una pequeña reverencia y tomó la silla de Kyo con cuidado.

—Oye, Yagami. ¿Te veré luego?—mentalmente se rió por la expresión. “Como si pudiese ver algo...”

—Sabes que si.

—Bien.—se dio la vuelta con la intención de dejarse llevar. Pero no pudo evitar gritarle un último mensaje al pelirrojo— ¡Intenta no matar a nadie! ¡Recuerda que ahora eres mi guardián, y si terminas en la cárcel voy a quedar más solo que Kung-Fu en el día del amigo!

Iori se limitó a mirarlo con una expresión divertida.

“Parece ser que aunque esté en la peor de las situaciones, sigue siendo un inocente cabeza dura, con tendencias a humorista barato.... Quién lo diría... un Kusanagi que se lleva bien con un Yagami... Mis antepasados deben estar revolcándose en su tumba...”

—Si no me atraparon hasta ahora, entonces nunca lo harán...

Kyo, pareció sonreírle más abiertamente. El pelirrojo devolvió su atención hacia Maekawa.

—¿Y bien? ¿Qué es tan importante?

—Yagami-san...—Maekawa, le dedicó una mirada severa— Creo que he sido demasiado indulgente con usted. Le he proporcionado todos los medios para estar cerca de... ¿“su víctima”...?—Iori, podía sentir como los cabellos de su nuca se erizaban por la repentina punzada de odio que le invadió. Si Maekawa hubiese estado mirándolo en vez de jugar con la lapicera en su bolsillo, entonces habría salido corriendo por su vida— Mire... mi intención no es ser descortés ni nada similar. ¿Pero qué seguridad tengo YO de que USTED no mate al joven KYO?

Y para cuando levantó la mirada, tenía al pelirrojo levantándolo por el cuello, para luego ser acorralado contra la pared a unos buenos 30 centímetros del suelo.

—Escúcheme bien médico de pacotilla— cada palabra salía lentamente, llena de veneno. Maekawa tuvo que usar toda su voluntad para no orinarse en ese momento. La mirada de Iori, siempre fue característica por ser única. Y ahora, Maekawa, temía lo peor al ser el objetivo de esta.— KYO es MÍO. A USTED, no le INCUMBE lo que haga o deje de hacer con él. Hágase un favor, y no se meta dónde no lo llaman.

Lo soltó con brusquedad. Maekawa, cayó al suelo golpeándose la cabeza contra la pared. Tosió con fuerza, agradecido de poder respirar.

Yagami, caminaba con aire seguro y amenazador.

—Una cosa más...— Maekawa lo miró entre asustados y sumiso. La expresión que Iori le dedico en ese momento al mirarlo por encima de su hombro, le dejó frío de terror.— No permita que K’ se acerqué a Kyo... Usted podría pagar el precio en caso contrario.

El pelirrojo se alejó riendo malévolamente por el pasillo.

Maekawa, se quedó allí, mudo de miedo.

“Ese hombre... está realmente loco... ¡Por Dios, tengo que hacer los preparativos para que aquel chico no entre!... No quiero morir”. La última parte de ese pensamiento, tenía un tinte de angustia. Pobre hombre, pero sabía lo que era tratar con el pelirrojo. Y cometió el error de tocar su nervio...

Después de ese pequeño incidente, las cosas se movieron con más tranquilidad. Kyo, era visitado regularmente por Iori. Y juntos, se dedicaban a la recuperación de la movilidad del primero.

Claro que, cuando Benimaru y Shingo se enteraron de las cosas que Kyo e Iori hacían, no pudieron evitar interrogar con fuerza al castaño.

Ante tal respuesta, Benimaru siguió enumerando la infinidad de razones por las cuales no debería convivir ni aceptar la compañía de Iori Yagami.

Kyo, se limitó a escuchar con paciencia. Tenía mil y una respuestas para las rabietas de Benimaru, pero simplemente se quedaba allí, esperando que la histeria se le pasase.

Shingo por otro lado, miraba a ambas personas. Tenía una idea de porqué su maestro estaba tan decidido a continuar al lado de Iori Yagami. Así que, finalmente decidió intervenir.

—Benimaru.... ¿Podrías dejarme a solas con él?. No creo que pueda hacerlecambiar de parecer, pero quiero entender algo....

Y ante ese despliegue de familiaridad y confianza, Kyo no pudo evitar sorprenderse.

“¿Desde cuando se tratan del tú?. ¿Qué estuvieron haciendo mientras yo estaba en terapia?....”. Y una serie de pensamientos de todas las gamas de colores le invadió.

Benimaru, no dijo nada, se quedó mudo de golpe. Y lentamente, con movimientos suaves, salió de la habitación.

—Es la primera vez que alguien logra callar a Benimaru sin tener que golpearlo. Dime Shingo, ¿qué han estado haciendo a mis espaldas?—La sonrisa pícara en el rostro del castaño, marcaba un claro doble sentido e inclusive, picardía.

—Han pasado muchas cosas desde que usted terminó internado...—El joven. Se movió con lentitud. Se dejó caer en la cama, como si sostuviese el peso del mundo en sus espaldas.

—Shingo... no es costumbre tuya mostrarte tan cansado y amargo... ¿Qué fue lo que pasó?

—Kyo-san.... Me parece que sería mejor si usted me contesta una pregunta y yo le contesto una suya.

—Me parece bien... Dispara.

—¿Usted está enamorado de Yagami?

—....—Rojo tomate...

—¿Kyo-san...?

—....—Rojo escarlata...

—Prometió contestar...

—....—Brillo de volcán...

—¡Kyo-san!

—¡Ya te oí!.... ¡¿Qué... Qué... Qué... Qué clase de pregunta es esa?!—En esos instantes el rostro de Kyo Kusanagi, tenía un gran parecido con el volcán Vesubio....

—Entonces yo tenía razón.... Allí había algo más que solo rivalidad....—Lamirada de Shingo era una de complicidad y picardía.

—Shingo... tú...—Kyo, no sabía que decir ni como reaccionar. Es decir, ya sehabía enamorado antes, pero nunca de un hombre.... Y si vamos al caso,nunca de alguien que hubiese intentado matarlo....

—Era obvio. Kyo-san, llevo suficiente tiempo a su lado. Y se perfectamente, como es usted cuando ama a alguien. Y no digo gustar, sino amar.

—¿Cómo fue qué....?—Pregunta tonta, ni siquiera el mismo sabía si estaba enamorado o no de Yagami.—Espera un momento... Mira Shingo, yo no estoy seguro de amarlo ni nada parecido. Es decir, nunca me interesaron los hombres, y de entre todas las persona que conozco, justamente tú vienes a comunicarme todo esto... Es demasiado para una sola tarde...—se dejó suspirar, sentía demasiado calor, las náuseas regresaron.

—Kyo-san... yo no tengo ningún derecho de juzgarlo, simplemente quiero que usted se de cuenta de cosas que ya todos los luchadores del “The King of Fighters” ya conocen....

—¿¡TODOS!? ¡Dime que estás bromeando!—se sintió desfallecer.

—No es ninguna broma, King fue la primera en darse cuenta y no le dijo a nadie. Cuando yo me percaté de lo que se rumoreaba en el torneo, me sorprendí, pero no me pareció raro. Claro que Mai estaba deseosa por publicar la noticia, le pareció muy tierno...

—¿Por qué a mí? ¿Qué hice en mi vida pasada para tener este karma?....

—¿Y Bien?. ¿Me responderá o debo sacar mis propias conclusiones?

—Shingo... Ni yo estoy seguro de lo que siento.... Incluso, hace poco me di cuenta de que yo le interesaba. Tuve miedo... Era la primera vez que me planteaba algo más, es decir, ¿Y si las peleas no eran más que una excusa para que él se me acercase?. Eso significaría que yo fui el culpable de muchos momentos dolorosos para él.... Y yo....lo que menos quiero es que él sufra...

—Pero, si el fue a buscarlo, si el inició todos esos combates para estar cerca de usted, entonces usted no tiene la culpa de nada. Era algo que iba más allá de su poder. Pero eso también demostraría que su interés en usted es destructivo, mire como lo dejó....

—No creas que no lo he pensado. Dios sabe como le di vueltas al asunto..., es solo que siento que le debo mucho, y quiero pagárselo de algún modo... Aunque el haya intentado matarme... Y Ahora dependo de él para poder salir adelante....

—Entiendo....

Permanecieron unos momentos en silencio. Shingo observando la confusión de su maestro, y el propio Kyo intentando vislumbrar lo que el futuro deparaba para su convivencia con Iori. Era la primera vez que se planteaba su situación más allá de su parálisis y ceguera. No temía el iniciar una relación con Iori, después de todo, ya no era un Kusanagi. Lo que le preocupaba, era lo conflictiva de su relación. ¿De la noche a la mañana se puede olvidar el rencor y cantar “Cumbayá” con tu peor enemigo en un amanecer de verano?. Por favor, las cosas nunca son así, y mucho menos con la vida que ambos han llevado.

Demasiados pensamientos lo asaltaron de una vez. Eran muchas cosas para preocuparse, y no estaba ni física ni mentalmente preparado para enfrentarlo.

“Una cosa a la vez... Distráete....” Se dijo con cansancio.

—Pero dime, ¿qué pasó entre tú y Benimaru?. No actúan como siempre, y Beni nunca se calla cuando se lo piden.

—Bueno... verá.... Benimaru... y no se asuste... siempre estuvo enamorado de usted Kyo-san....

—Eso... no lo sabía... es decir, lo sospechaba.... Pero nunca creí que realmente....

—El... se lo mantuvo guardado durante mucho tiempo—La voz de Shingo sonaba un poco melancólica y constipada—... Nunca le dijo nada, porque sabía la respuesta de antemano... Sabía que usted solo amaba a Yuki... Y... bueno, entiende lo que le digo...

—Si... Ahora se me hace más clara su actitud hacia mí...

—Bueno... lo que pasó.... fue qué...— Permaneció en silencio. Kyo, pudo notar la dificultad de Shingo en hablar.

—No te trabes y cuéntalo sin miramientos...

—Hace más o menos una semana, después de haber venido a visitarlo... Benimaru me invitó a salir para distraernos un poco... Avanzada la noche, el estaba muy alcoholizado, y comenzó a armar un gran desastre en el bar... Lo llevé a su casa antes de que la cosa pasase a mayores... Y cuando lo estaba recostando... se puso a llorar.... Me confesó todos sus sentimientos hacia usted... Yo intenté consolarlo... Se encontraba tan mal, que no me importaba lo que tuviese que hacer para ayudarlo... Las... las cosas se salieron de control... Y...—En ese momento, la voz de Shingo, no fue más que un suave murmullo, el cual Kyo pudo escuchar gracias a su audición amplificada.

—Por Dios... ¿Tú se lo permitiste... o él te obligó...?

—Yo podría haberme negado de haber querido... Pero en ese momento, no me importaba el resultado de lo que hiciésemos... Yo solo quería verlo bien... Verá Kyo-san, el me considera como su gemelo—Apoyó su mano en el pecho de Kyo para marcar su punto— Y la verdad... nunca antes me había fijado en Benimaru como hasta ahora... Y he encontrado a una persona gentil, no me arrepiento de lo que hice—Retiró la mano con suavidad, y por unos instantes su voz sonó triste— Pero él..., lo consideró un error, un abuso de su parte, y por más que yo le diga que todo está bien, no se atreve a mirarme a los ojos... Le pedí que nos convirtiésemos en verdaderos amigos, y él aceptó... Pero puedo notar su incomodidad a mi alrededor.... No sé que hacer...— Muy lentamente, los sollozos del chico, fueron llenando la habitación.

Y por primera vez en mucho tiempo, Kyo pudo darse cuenta de cómo su pupilo había madurado, y así mismo seguía siendo un chico frágil.

Suavemente, entre toda la oscuridad que lo rodeaba, alcanzó a la temblorosa figura de Shingo, y le abrazó con extrema delicadeza.

“Debería matar a Benimaru... Pero no puedo culparlo del todo... Yo soy el responsable de todo esto...”

Permanecieron en silencio. Shingo dando rienda suelta a las lágrimas, mientras que Kyo intentaba consolarlo en vano.

~ * ~

Continuará...

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Julio, 2006

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