Fanfic por I-chan
Llamas y oscuridad
Capítulo 6.-
Iori colocó su mano en su pecho. Sentía un gran dolor, y no era por un Riot.
Sentía envidia. Envidiaba a K’ por motivos que le eran ajenos. Se encontraba en una posición, y con unos sentimientos con los que nunca antes había tenido que lidiar.
Apenas empezaba a darse cuenta de lo que sentía por el joven Kusanagi...
En lo más profundo de su corazón, se sentía traicionado por Kyo. ¿Cómo era posible que ese chico se atreviese a... a...? ....
...
...
¿Traicionarlo?...
...
... ¿De dónde había salido eso...?
Y fue allí cuando la realidad le pegó sin misericordia...
Ώ¿Es qué no te dabas cuenta grandísimo imbécil?...
¿¡Como querías que me diese cuenta!?
ΏMírate a un espejo y lo sabrás. La respuesta siempre estuvo allí, pero estabas tan ciego por tu propia negación que nunca te tomaste un instante en considerar lo que realmente sentías...
¿¡Y a ti Quién te dio derecho a opinar!?
ΏTú mismo...porque yo soy tu...
Miró al vació del otro lado del pasillo. ¿Ahora tenía a alguien hablándole desde su subconsciente?. ¿Cuándo había llegado a ese nivel de locura?.
Pero, ¿importaba realmente que tan loco estuviese?. Esa vocecita, aunque molesta, había dicho una gran verdad.
Se supone que debería estar tranquilo, ya saben, “la verdad es liberadora”. No obstante, la mente del Yagami se encontraba en un terrible aprieto. ¿Cómo, cuándo, dónde había sucedido eso? ¡¿Cómo pudo permitir que semejante... aberración se manifestase?!
Le faltaba el aire. Se sintió mareado y con nauseas. Hacía mucho tiempo que no se sentía así. Desde la ocasión en la que había cometido su primer asesinato....
Técnicamente tambaleándose salió de allí.
¿Qué le sucedía?. Eso es algo difícil de explicar, después de todo, el enamorarse siempre es difícil. Sobre todo la primera vez...
Para cuando llegó al jardín, estaba jadeando. Su mareo era inusual, incluso le pareció mucho mayor a lo que nunca antes había sentido ( y él era una de las pocas personas capaces de apreciarse como conocedoras de inigualables formas de dolor).
Se sentó en un banquillo que encontró bajo un árbol. El frío era muy crudo, pero no le importaba. Se encontraba demasiado confundido y con mucho malestar como para preocuparse por el clima.
Tomó su cabeza con ambas manos, se mostraba claramente confuso y cansado.
“No entiendo... ¿Cómo pude permitir que sucediese...? ¡Esto nunca debería haber pasado!”
Movió la cabeza en un gesto negativo y desesperado. Toda su vida, se había dedicado a matar a Kyo Kusanagi... Pero por uno o por otro motivo, nunca había podido completar su misión. No es que no haya tenido oportunidades para hacerlo, pero la cuestión era que si lo hacía... entonces... ¿Qué le quedaba...?
Se convertiría en el líder de un clan de Yakuzas desalmados, asesinos por encargo, gente que era mejor matar antes de ser traicionado...
No gracias, paso...
Iori, los detestaba. Esa gente, no podía comprender lo que era estar vivo. Lo que era respetar la vida, y amarla tanto al punto de matar solo para verla en su plenitud antes de apagarse.Después de todo, Iori si estaba loco. Pero a mi parecer queridos lectores, estaba perfectamente justificado.
Verán, al pelirrojo, lo criaron de tal forma que su escala de valores fue dada vuelta radicalmente. La confusión entre deber, moral, la falta de definición entre claro y oscuro...
Su madre, fue la que logró inculcarle el amor por la vida. La que le enseñó a respetar a la fuerza que lo manejaba todo, y su padre le enseñó a despreciar todo lo viviente y que matar era el mejor placer de todo el planeta.
Y por esta contradicción en las enseñanzas, un Iori muy pequeño, tuvo que arreglárselas por si mismo.
Amó todo cuanto pudo y respetó a todo ser vivo queasesinó. Solo mataba de ser necesario, y procuraba disfrutar de cada instante de riesgo que le aparecía.
Ese era uno de los principales motivos por los cuales amaba los enfrentamientos con Kyo. Era en momentos de combate contra el castaño, en los que su vida estaba en riesgo y podía apreciar todo cuanto sucedía a su alrededor.
La imagen de Kyo después de su último combate asaltó su mente. Abrió los ojos de manera desorbitada al notar el grado de detalle con que recordaba el momento. Aunque el verdadero motivo por el cual se sorprendió, fue por el dolor que invadió sus sentidos.
Le dolió recordar ese momento, le dolió saber que por su debilidad casi acaba con la vida del ser que más amaba en el mundo...
¿AMABA?....
¿Realmente lo... amaba?. Nunca antes había tenido ese tipo de emociones. ¿Cómo podía estar seguro?. No tenía a quien preguntarle, no tenía forma de comprender lo que sentía....
Ώ Claro que si. Eres lento en los asuntos del corazón...
Tú de nuevo...
ΏAjá yo de nuevo... me olvidaste, ¿verdad?
Ni siquiera se quién eres.
ΏSoy tú, y tú eres yo. ¿Recuerdas cuando eras niño?. ¿Recuerdas cuando conociste a Kyo-chan y juntos salían corriendo por todo el templo Kagura?
Ese día.... yo... no... no puedo recordar...
ΏEso es porque sabías que no podrías estar con Kyo-chan, y por eso preferiste olvidarlo todo. Por eso me encerraste a mí... Pero, como finalmente te estas dando cuenta de las cosas, puedo salir, así que voy a ayudarte a recordar. ¡Yo también quiero ver a Kyo-chan!
Iori, sintió como era envuelto por emociones y pensamientos que creía olvidados. Lentamente, se vio a si mismo de niño. Su figura infantil lo miraba con una sonrisa en los labios.
“Es cierto... yo te encerré...”
Vio como el pequeño se le acercaba y colocaba una mano sobre su cabeza en un gesto para consolarlo.
“Te encerré porque sabía que nunca podría soportar... Si seguía siendo tan inocente... hubiera muerto cuando me dijeron que debería matar a Kyo... El fue el único amigo de la infancia que tuve... Ahora lo recuerdo... Ese día...”
“Unpequeño pelirrojo miraba a los peces nadar en la fuente. Su padre le había prohibido cualquier tipo de contacto con animales. El mayor de los Yagami, tenía un extraño estilo de cariño con su hijo. No le daba con el gusto en nada, y cuando podía propinarle una buena golpiza, mejor.
Supuestamente, se encontraba en ese lugar para conocer a su enemigo mortal. Pero, él no quería matar a nadie, no quería tener que cargar con la muerte de alguien que ni siquiera conocía. Le molestaba, le dolía.
Miró unos momentos más, hasta que sintió como un arbusto detrás de él se movía. Alerta, se puso de pie esperando lo que fuese que saliese de allí.
—¿Quién es?—preguntó con molestia. ¿Sería aquel su supuesto enemigo mortal?
—¡Hola!
Se sintió tremendamente confundido al ver a un niño de cabellos castaños y de mirada alegre e inocente salir de entre los arbustos.
—¡Es la primera vez que te veo por aquí!. ¿Eres nuevo?
—¿Qué?
Iori, miró como el niño se sentaba en el suelo cerca de donde el se había puesto de pie.
—¿Cómo te llamas?
—Iori..
—¡Mucho gusto Iori!, mi nombre es Kyo. ¡Espero que seamos buenos amigos!
—Hm...—Iori se veía en un predicamento. No sabía que decirle a ese niño
—¿Viniste a ver a la sacerdotisa?. ¡Akane es agradable, pero prefiero a Chizuru es muy divertida!
—Perdona, pero no tengo idea de que me estás hablando...
En ese momento, el pequeño Kyo lo miró con confusión y con gran curiosidad. Iori, se movió incomodo en su lugar. Ese chico lo ponía nervioso. Nunca antes había conocido a alguien con ese nivel de hiperactividad y alegría.
Kyo, le hizo señas, y palmeo el suelo a su lado.
—¡Siéntate, no muerdo!.... Bueno, ... no tan fuerte....
Después de ese comentario, el pequeño estalló en risas por su propia broma. A lo cual el único pensamiento en la mente de Iori era: “Este chico está loco...”
—¡Vamos, Vamos. Sentado!— El vivaz de Kyo, tironeo del pelirrojo, haciendo que cayese sobre él.—¡Dije sentado, no acostado!— Y nuevamente rompió en carcajadas.
—¿¡Se puede saber qué es tan gracioso!?
Al voltearse para preguntar-amenazar al niño castaño, cayó en cuenta de que sus rostros estaban peligrosamente cerca. Y que el pequeño debajo de él, no parecía estar para nada incómodo con la situación.
—¡Hasta que te saco más de una palabra de tu boca!. Sabes, si pusieses un poco de esfuerzo en charlar, no tendría que tratarte como a un perrito... Iori...
El pelirrojo, se sintió sorprendido y a la vez reconfortado. Nunca antes había escuchado su nombre de boca de alguien que no fuese de su madre (su padre lo trataba de “bazofia humana”).
—Oye, tierra llamando a Iori. Adelante Iori...—Kyo lo miraba con curiosidad, que con el correr de los segundos, al no recibir respuesta, comenzó a formarse una mirada de preocupación.—¡Iori!. ¡Oye, contéstame!. ¡Oye!. ¡Iori!
Después de unos segundos más de esta manera, y de Kyo sacudiendo a Iori como muñeca de trapo. De la nada, Iori estalló en carcajadas.
—¡Tendrías que haber visto tu cara!—Iori reía sin contenerse. Era la primera vez que se sentía con la suficiente libertad como para hacerlo.
Por supuesto que a Kyo, esto no le cayó muy bien. Estaba rojo de la vergüenza y del enojo.
—Houston... tenemos un problema... ¡Y procedo a encargarme de él!...
Y podrán imaginarse que Kyo, saltó sobre un risueño Iori con el objetivo de hacerle cosquillas. Lo cuál conllevó a un gran combate entre los pequeños.
Iori, increíblemente, se sentía feliz. Sensación que conocía poco y nada. Y de tanto rodar entre cosquillas y risas, terminaron en la fuente.
Cuando salieron a flote, se miraron risueños. Y estallaron en carcajadas.
—No era tan difícil después de todo, ¿no?. Ahora sí, mucho gusto Iori...—Kyo, hablaba mientras se ponía de pie, y le extendió una mano en señal de amistad y para ayudarlo a levantarse.
Iori, miró con ojos desorbitados. Era la primera vez que alguien le ofrecía la mano, la primera vez que alguien lo trataba como lo que era, un ser humano con necesidades.
Suavemente, en su boca, se formó una sonrisa. Aceptó la mano que le era ofrecida, y cuando estuvo de pie, se atrevió a decir el nombre de aquel chico.
—Kyo...
—¿Sí?
—Gracias...—Kyo lo miró con cierta confusión. Lo cuál a Iori se le hizo muy tierno, parecía un cachorro.
—¿Porqué me das las gracias?
—Por nada...
—¡Oye, no me dejes con la curiosidad! ¡Eso no se vale! ¡Dímelo, dímelo, dímelo, dímelo, dímelo..!
—No, es un secreto
—malo...
Kyo, hizo una mueca de niño malcriado. Lo empujó el agua una vez más, y continuaron riñendo en el agua de la fuente mientras que los peces trataban de esquivarlos.
Ese fue el día más feliz en la vida de Iori. Y por eso mismo, fue el más doloroso de todos...
Una vez avanzada la tarde, ya cuando los juegos, las charlas y las risas habían terminado. Ambos niños regresaron al templo.
Allí fue cuando Iori, perdió su niñez, cuando perdió su inocencia. Por que se le reveló que aquel niño que le había brindado tantas alegrías, era aquel que tendría que asesinar...
Después de ese día, Iori nunca fue el mismo...”
Iori, sintió como si despertase de un largo sueño. Como si todo lo que había vivido hasta ese momento, solo hubiese sido una larga pesadilla. Miró sus manos con aire ausente. Algo dentro de él había despertado, algo que llevaba mucho tiempo dormido. Una necesidad que hasta ese momento no había tenido en cuenta, o que no había querido tener en cuenta.
De manera inusual, se sintió renovado. Un extraño hormigueo recorría su cuerpo. Su cuerpo era el mismo, pero a la vez se le hacía ajeno, extraño, nuevo.
Miró al hospital. Desde que había salido, habrían pasado un par de horas. ¿Cuánto tiempo le había llevado recordar aquel instante de inocencia?. Eso ya no importaba. Lo importante, era que recordaba. Y ahora tenía un nuevo objetivo, tenía que despertar a Kyo de esa pesadilla. Iba a ayudarlo como fuese, no pensaba abandonarlo. Era el momento de que él también recordase esa momento de una infancia perdida.
Iori Yagami, estaba más decidido que nunca. No iba a perder a Kyo como en tiempo pasado. No. Ahora tenía un objetivo nuevo.
Se puso de pie, y caminó con tranquilidad y resolución hacia donde dictaba su necesidad. Su objeto de obsesión, su objeto de deseo, su todo lo esperaba. Y no podía dejarlo esperando...
La sonrisa que se formó en sus labios, daría miedo a cualquiera. Y sabía que tendría que emplearla más de una vez para alejar a las alimañas que intentarían apoderarse de SU Kyo...
Cuando regresó a la habitación. Kyo se encontraba solo escuchando música en la radio. Se lo notaba animado, cantaba al compás de Malice Mizer. Iori, reconoció la canción, era “Bel air~Kuuhaku no toki no naka de~”. Aparentemente Kyo tenía un peculiar gusto musical.
Respiró profundamente, ahora le tocaba hacerse pasar por Katsuya. A Iori le fastidiaba tener que hacerse pasar por un enfermero, pero era lo más conveniente. Si Kyo se enteraba que era él quien lo cuidaba, lo más probable sería que pusiese el grito en el cielo. Pero, lo que realmente le preocupaba, era que Kyo creía que estaba en ese estado por su culpa. Y lo último que quería era que lo odiase de una manera tan profunda como él lo había odiado en un momento.
Sabía que esa clase de emociones no eran convenientes, eran dolorosas, y por sobretodo destructivas.
Tragó saliva, respiró hondo, y acomodó sus cuerdas vocales para lograr el efecto deseado en su voz. Las ventajas de ser cantante...
Entró sin miramientos, pero se mantuvo callado hasta que Kyo terminó de cantar.
No era que Kyo no se hubiese percatado de su presencia, era que simplemente estaba tan sumido en la canción que no le importaba. De hecho, le gustaba que Katsuya le escuchase. Le gustaba como esa persona, que sin quererlo talvez, había empezado a entrar de a poco en su vida y en su corazón...
No se estaba enamorando, al menos no todavía. Es que esa sensación de familiaridad pero que a la vez era como estar hablando con alguien del otro lado de un vidrio, le intrigaba. Le gustaba, porque era algo nuevo, único, y porque sabía que solo había una persona que lo hiciese sentirse de esa manera.
Iori Yagami, además de Katsuya, fue el primera y única persona que le hacía sentir así. Esa sensación de : “Te conozco, pero no puedo saber porqué. Y mucho menos, puedo ver como eres en realidad”
Sabía que había demasiadas coincidencias entre Iori y Katsuya, pero no podía armar un verdadero lazo. Y teniendo en cuenta que lleva menos de veinticuatro horas de conocerle, no era una sorpresa que tuviese problemas de identificación.
Para cuando termino de cantar, sintió como le aplaudían. Estaba logrando lo que se había propuesto. Quería abrirse un camino, una amistad con Katsuya. Que se puede decir, de verdad le agradaba el sujeto.
—Cantas bien...
—Me alegra que te haya gustado.
—No dije que me haya gustado, solo dije que cantas bien.
—Eso podría tomarse como una agresión ¿sabes?
—No pretendía ofenderte. Solo que ese tipo de música es muy alegre para mi gusto.
—Así que eres del tipo depresivo.
—Depende del humor.
—Eso es muy cierto...
—Hoy toca ejercitarse, vamos.
Tomó la silla de ruedas del lado de la puerta, y procedió a armarla. De la nada, sin ser invitada, una melodía, invadió la habitación. Era una canción muy conocida para Iori, era una melodía que él mismo había compuesto. Miró a la radio de manera acusadora, y después le dedicó una rápida mirada a Kyo.
Este parecía disfrutar, se le notaba tranquilo y contento. Comenzó a tararear siguiendo la voz que retumbaba en los parlantes de la radio. Iori, terminó de armar la silla de ruedas, todo mientras observaba las facciones de Kyo.
Para el joven Kusanagi, la voz de Iori era melodiosa, profunda y vibrante. Secretamente siempre había admirado su trabajo como músico. Pero no podía ir por allí diciendo cuánto le gustaba la música del pelirrojo. Eso sería una sentencia de muerte, o era así como él lo veía antes...
Nunca compró un CD de la banda de Yagami, “The Fallen Angels”, por miedo a la repercusión que tendría ese acto en el clan, entre sus amigos, o en el propio Iori...
Tarareo, e inclusive cantó por lo bajo. Teniendo la confianza que Katsuya no se sentiría horrorizado por ese pequeño momento de emoción.
Para Katsuya, o mejor dicho Iori, esa actitud de Kyo con respecto a sus canciones, le resultó una encantadora sorpresa. Sonrió para si...
Sin duda alguna, ese fue un día bastante movido en la vida de Yagami...
Cuando terminó la canción, reino un silencio lleno de tranquilidad y armonía. Iori vio como Kyo se relajaba y una extraña expresión de dicha cubría su rostro.
—Parece ser que te gusta The Fallen Angels...
—Es una de mis bandas favoritas
—¿Aunque el cantante sea tu rival?
—Eso no tiene nada que ver. El hecho de que mi relación con Yagami sea problemática, no implica que no aprecie su talento. Porque hay que admitirlo, es un tipo talentoso.
—Jajajajajajajaja
—¿Qué es lo que te resulta tan gracioso?—Kyo lo miró un poco sonrojado. ¿Habría dicho algo de más?. “¿Por qué le cuento esto?, me siento en demasiada confianza con él.”
—Nada en especial. Solo me imaginaba la cara de tu enemigo si se enterase lo que me acabas de decir...—Hubo algo en su voz. Algo que a Kyo le sonó a picardía... Y eso lo puso nervioso...
—Acaso... ¿Conoces a Yagami?
Y allí fue donde a Iori se le encendió la lamparita. “Esto podría ser muy conveniente.” En cierto sentido, sería como jugarle una pequeña broma a Kyo, al mismo tiempo que se abre camino.
—Lo conozco bastante bien... Se podría decir que somos amigos
—Bromeas—la expresión de sorpresa de Kyo le resultaba muy adorable.
—No, no bromeo sobre esas cosas. Y creo que le agradará saber que opinas de su banda...
—¡NI SE TE OCURRA DECIRLE!
—¿Por qué tendría que obedecerte?
—Bueno.. es que... yo...
—Ahh... así que te da vergüenza...—Iori se deleitó al ver como Kyo se sonrojaba aún mas.
Se acercó, y en un movimiento rápido, lo tuvo en sus brazos. El joven, por la sorpresa y lo brusco del movimiento, se prendió del cuello del pelirrojo.
Kyo, aspiró el aroma del hombre. Le resultaba tan familiar, que le dolía.
Iori empezaba disfrutar enormemente de la situación. Lo acomodó en la silla de ruedas, y lo condujo fuera de la habitación.
—No es que me de vergüenza... Es que no creo que a Yagami le caiga bien enterarse...—“Huelen... igual...”
—¿Por qué?
—Bueno, para empezar me odia...
—¿Y se puede saber que te hace pensar eso?
—Siempre lo dice, él es el único que tiene el derecho de matarme bla, bla, bla...
—Eso significa que realmente te odie.
—Nunca has visto ninguno de nuestros combates. Además, solo tienes que mirar como me dejó. Agradezco no poder recordar el último combate...
Iori sintió una punzada en su pecho. Es cierto, Kyo estaba así por su culpa. Por su debilidad ante el poder del Dios, había causado tanto dolor al joven... Había matado a su prometida, (aunque no se arrepintiese) y casi había acabado con él...
—Pero, esos combates, no me negarás quete gustaron...
—Debo admitir que los disfruté...Aunque es una lástima que las cosas hayan tomado este rumbo.
—No es el fin, te recuperarás. Ya lo verás...
—Vaya, no te tomaba por un optimista...
—No soy optimista, soy realista. Espera y lo verás.
Llegaron al área de ejercicios. Iori había pedido que no ocupasen la sala ese día, así que tenía toda la privacidad que quería. Bueno, casi, ya que sabía que Maekawa observaba desde las cámaras de vigilancia.
Con calma y sumo cuidado, colocó a Kyo en la camilla, y procedió a aplicar los ejercicios de piernas que Maekawa le había explicado. Claro que también aplicaba pequeñas dosis de su energía para acelerar el proceso de curación.
Y mientras Kyo jadeaba por el esfuerzo,hablaba de cosas que nunca creyó que contaría. Y Iori escuchaba, memorizaba y comprendía.
—¿Cómo es Yagami?
—Eso es difícil de explicar... No creas que es una persona sencilla.
—Eso nunca se me hubiese cruzado por la cabeza... A lo que me refiero, ¿es cómo es ser su amigo?, ya sabes. Que tipo de gustos tiene. Si se puede compartir un chiste con él, esa clase de tonterías.
—¿Chistes?, depende del tipo. Nada de chistes verdes. Ser su amigo es complicado, no tiene muchos, por no decir ninguno. Yo lo conozco bien, pero eso no significa que me considere su amigo.
—Siempre supe que sería una persona difícil. Aunque teniendo en cuenta su familia... La verdad es que le justifico todos sus traumas...
—¿Conoces a su familia?
—Al padre.., mejor perderlo que encontrarlo. Casi nos matamos una ocasión que nos cruzamos en la calle... Y ahora que lo pienso, si ese tipo tiene la culpa de que Iori sea como es, lo habría matado con gusto...
—Eso es algo que no me lo esperaba...
—¿Qué?
—Que te preocupases por él. Que seas capaz de vengarte en su nombre.
—¡No... No me malinterpretes!
La cara de Kyo era un arco iris en la gama de los rojizos. Y su expresión era la de complicación y vergüenza.
Iori sonrió. Interesante lo que se puede descubrir con solo ofrecer un poco de apoyo...
—¿Qué es lo que realmente sientes por él?
—Ahh... a... ¡¿a ti que te importa?!
—Pareces colegiala...
—Cállate...
—Sigues sin responderme.
—Es difícil de explicar...
Kyo suspiró. Iori lo miró unos instantes, y lo dejó estar. Ya tenía más información de la que requería. Era momento de darle un respiro al joven.
Pero el joven, necesitaba descargarse de alguna manera...
—Le respeto, le admiro, inclusive en una muy extraña forma, le quiero.—Y antes de que Katsuya (Iori) pudiese decir o hacer algo, el chico siguió hablando— ¡No pienses que hablo en un sentido romántico!. Es que simplemente, hemos compartido tantas cosas que la verdad... No sé... Supongo que comencé a pensar en el como un amigo...
Miles de veces me pregunté como llegué a ese punto... Pero la verdad no puedo encontrar una respuesta clara.
Allá por 1997, pasó algo que me dejó congelado... Un combate se salió de control... Iori pudo haberme matado, y no lo hizo... Y yo... tuve la oportunidad de acabar con él... Pero no pude... Ya para esas alturas, había comenzado a verlo como algo más que un enemigo.
Si en estos momento yo estuviese bien, y me pidiesen que matase a Yagami... Lo más seguro sería que me mataría a mi mismo primero...
No puedo matar a alguien a quién aprecio... Aunque sea un tipo retorcido de querer....
...Debes pensar que soy un masoquista...—Kyo, sonrió de una manera extraña, melancólica me atrevería a decir.
Iori, se limitaba a mirarlo. Tenía 50.000 cosas dándole vueltas por la cabeza, y no sabía como empezar a hablar.
Quiso decir algo, pero no podía. Las palabras no abandonaban sus labios. Era demasiada información como para tomarla de una vez. Y sabía, que si habría la boca en ese momento, se delataría, y lo poco que había logrado hasta ese momento como Katsuya, se iría por el caño...
“No me queda más que hablar...”
—Kyo...—La voz, salió como un murmullo estrangulado. Iori no pudo terminar de formar la frase. Y Kyo, lo miraba de manera inquisitiva.
Desde su posición, el castaño, elevó su mano derecha buscando aquel faro que veía brillar intermitentemente. “Ahora entiendo... él...”. Su mano, alcanzó una mejilla, y aparentemente, ante la sorpresa del tacto, esta se retiró. Pero era más de lo que Kyo necesitaba, ahora ya sabía de donde provenía toda esa energía tan familiar y a la vez tan ajena.
—La verdad Yagami... no te tomaba por tan buen actor...
~ * ~
Continuará...
"Llamas y Oscuridad" es propiedad de I-chan
IorixKyo Archive
Diciembre, 2005