Fanfic por Tachibana Netsu

Frío Viento y Hojas

En el cumpleaños de Kyo.

Frío viento y hojas, hasta las calles parecían haberse vaciado a propósito, los comercios cerraban sus puertas y se dedicaban a atender a sus clientes (los que se atrevían a salir en un día así) en su ambiente cálido y acogedor.

El pelirrojo que vagabundeaba por esa calle solo se tropezó con tres abrigados transeúntes en toda la zona y todos ellos corrían a refugiarse del helaje en las zonas calientes que representaban los comercios la ciudad, nadie lo veía desde allí y los pocos que se dieron cuenta de su presencia al caminar por la calle mientras escogían uno u otro artículo, lo observaron como si fuera un loco, por que a pesar del frío solo llevaba unos jeans algo ajustados y una chaqueta del mismo material.

Iori no se enfado por esa hostil actitud, ni siquiera se percato de ello, solo los miraba con la indiferencia de un chico de 20 años, que caminaba en pleno diciembre, al atardecer por una de las calles comerciales mas anchas de Osaka. Con solo ropa de Jean y una camisa blanca larga semi – abierta. Nada de bufandas o ridículos guantes que lo protegieran en contra del gélido frío y la ventisca de hojas y palitos provenientes de las zonas verdes, que parecía ser peor aquel lunes de diciembre.

Los largos mechones de cabello rojo que caían sobre sus ojos los protegían contra el viento, aunque, a veces, en lugar de ayudar molestaban aun mas al introducirse en estos. Iori levanto una mano divisando algunas luces que alumbraban los comercios con su ambiente navideño y trato de colocar los mechones detrás de las orejas, pero aun así, su cabello partido por la mitad era muy corto para eso. Siempre lo había usado así. Liso, corto, partido por la mitad, no mas largo que sus párpados superiores y cuando entrenaba, con una banda de tela que le tapaba la frente los mantenía a raya.

Hacia... hacía tanto... ¿Desde cuando no entrenaba?

Siglos le parecían ya, Desde que su madre murió. Siglos desde aquella tarde soleada hacia tres años exactos, cuando la hermosa dama de larguísimos cabellos negros y lisos lo recibió en su habitación, tenía puesto un hermoso kimono de colores brillantes que relucía bajo los escasos rayos de sol que lograban filtrarse por entre las nubes y los cortinajes. Iori recordaba ahora como el kimono con sus aves fénix y las ciénagas pintadas en el borde acentuaban aun mas la palidez y la ojeras que habían aparecido por el esfuerzo de la joven mujer al pelear casi constantemente por aire.

Los médicos habían diagnosticado cáncer pulmonar seis meses antes, era poco lo que se podía hacer y ella había permitido que se hiciera aún menos.

Así que esa tarde, doce de Diciembre, dama Yagami había tomado la mano de su único vástago, con la otra había apartado los mechones rojos de su propio cabello y sonriéndole lo había halado hasta susurrar en su oído.

- Estos, son los papeles que necesitas Iori, todo esta aquí.

El jovencito trato de apartarse para mirarla con extrañeza, pero ella no se lo permitió, antes bien arranco el respirador de su nariz y entre jadeos miro con rostro suplicante a Iori...

- La fortuna de la abuela Yagami esta representada en lo que esta aquí. – De debajo de su cuerpo sacó un sobre lacrado – También la pequeña fortuna que pude guardar todos estos años y lo que tu padre no sabe que guarde de mi dote. Tosió en un espasmo – todo... aquí... Iori, vete... ¡vete ahora! Tu padre no sabe nada, pero era el deseo de la abuela y ahora el mío – Jadeo - Tu y yo sabemos que una vez que me pierda, se convertirá de nuevo en ese ser horrible y déspota y nada se opondrá ya en su camino para que te conviertas en su asesino...

Iori la observo con angustia, su madre le pedía que se marchara ¿ahora? Él no podría hacerlo ¡por los dioses! Era su madre y estaba muy enferma, quiso hablar pero ella lo detuvo. En un inesperado acceso de fuerza su madre lo haló hacia ella y le murmuro ferozmente, forzando el sobre dentro del kimono ceremonial de su hijo – vete... déjalo todo... nada te ata ahora a la mansión Yagami, no necesitas ropa ni recuerdos, todo se pierde cuando se muere... solo... solo vete... Te gusta la música ¿no?, vete entonces a Hong Kong y dedícate a ella, no vuelvas jamás y no seas lo que tu padre desea para ti...

Un furioso acceso de tos la hizo levantar de la cama, Iori trato de abrazarla viendo como perdía el aire por momentos, pero ella solo lo aparto con toda la delicadeza posible y su sonrisa apareció ensanchándose mientras lo miraba intensamente - eres tan hermoso hijo, recuerdo todos estos años... debes saber que en realidad tu padre no es malo, solo esta... equivocado, pero a pesar de que lo que has vivido hasta ahora no ha sido lo que debía pasar para un niño normal, te quiero mucho.

- Madre... – Pero ella lo interrumpió...

- Ahora mi último acto, te quiero, recuérdalo – Se recostó en su almohadón y ante la mirada sorprendida de Iori, los espasmos respiratorios se hicieron aun mas fuertes y las maquinas que estaban en la habitación chillaron todas a un mismo tiempo.

Los médicos entraron en la habitación y lo empujaron para atender a dama Yagami, quien entre la multitud lo miraba con una sonrisa y una intensa suplica en sus ojos escarlata, una suplica que le decía que se marchara en ese mismo instante.

Yagami – sama entro en la habitación aprisa y Iori podía jurar haber visto una expresión de dolor y terror en sus ojos antes de que, sin darse cuenta, ocultara aun mas el sobre y diera media vuelta.

Los gritos de los médicos y las enfermeras y sobre todo los de su padre se oyeron en ecos por todo el corredor y en definitiva por toda la mansión, Iori apretó el regalo de su madre sabiendo que los esfuerzos servirían de poco, sus lagrimas cayeron cuando supo que en realidad nada había servido para salvar a su madre.

~*~

Otra ventisca, mas fuerte aun paso rozando a Iori, pero él seguía en esa calle observando sus inmensos e inocentes ojos en una vitrina. Pero no pensaba ni se daba cuenta de la bonita forma en que estos brillaban por las lagrimas contenidas, o como se angostaban un poquito cuando algo le dolía como en aquel momento, o como esos inmensos ojos rojos poseían rizadas pestañas que lo hacían ver aun mas hermoso. Solo se daba cuenta de que sus ojos escarlata (un color tan extraño para un ser humano) eran idénticos a los de su madre y que lo hacían recordarla.

Rió y una lágrima resbalo por su mejilla. Su madre... sus esfuerzos habían servido de tan poco...

Aquella misma tarde en que la hermosa dama murió, Iori hizo exactamente lo que ella había pedido: huyo. Camino de prisa por todos lo corredores de su casa y aunque hubiera querido llevarse algo con él, sabía que era la única oportunidad que había tenido y que tendría para ser libre.

Llego al patio donde muchos ninjas y hombres de lentes oscuros (guardias oficiales de seguridad de la mansión Yagami) estaban dispersos y en silencio, tal vez las noticias habían ido mas rápido que él por la casa y parecía que todos ya sabían lo que sucedía.

Iori se dirigió despacio, con el corazón latiendo con fuerza, hacia la puerta principal, pero dos ninjas lo detuvieron en su camino, ambos con la cabeza baja y uno de ellos murmuro.

- Lo siento Yagami san, pero su padre ha dicho que nadie puede abandonar la mansión.

Iori abrió la boca para protestar, aunque sabía que sería inútil.

- ¿A dónde vas Iori? – Se escucho potente la voz de Yagami – sama que permanecía de pie en la puertas del fusuma de la entrada principal.

- Solo... mi madre... Aire... – Tartamudeo Iori, mas muerto del susto que del dolor.

- Esta bien – suspiro su padre – Tu madre acaba de morir, tienes permiso para dar una vuelta si eso te hace sentir mejor, pero debes estar aquí antes de que oscurezca. Hoy no tengo fuerzas para pelear contigo Iori. Además, debemos hablar de lo que te dijo tu madre.

Este asintió de forma sumisa y se marcho, caminando despacio, haciendo fluir por sus facciones todo el dolor y la tristeza que sentía en ese momento. Quería mirar hacia atrás, una última vez, la que había sido su casa, pero se obligó a controlarse y sin prestar atención a las miradas de compasión de los hombres y sirvientes de la mansión, se dirigió calle abajo.

Iori atravesó la calle lentamente y se dirigió al pequeño parque frente a su casa, refundiéndose en los árboles. Sabía que los ninjas lo perseguirían, aunque fuera solo para cuidarlo, mas que para vigilarlo. Así que. Agazapado contra el árbol mas grande y nudoso vigiló las altas ramas. Nada, sabía reconocer a sus propios ninjas, pero era mejor no quedarse ahí para esperarlo, así que con toda la fuerza de sus pies y piernas hecho a correr por entre el parque y se refugio en un montón de calles sin saber muy bien a donde iba.

Un claro en la urbe: un montón de locales y el primer taxi que paso. Iori supo que lo detuvo y luego se hallaba en un avión rumbo a Hong Kong.

Y sin embargo, tres años en Hong Kong, dedicado a su música y a su grupo, tres años eran todo lo que su libertad había durado.

~*~

Sin darse cuenta, el pelirrojo había reanudado su marcha por la calle, ahora vacía, observo un reloj digital inmenso en uno de los edificios comerciales: 08:10 pm. Por lo menos ya no tenía que rendir cuentas a su padre respecto a que horas llegaba a casa o no. No después de que había sido libre y no podía dejar de actuar como si no siguiera siéndolo. Pero la amargura de su padre ahora lo obligaba a convertirse en el mas grande temor de su madre; solo le exigía ser el asesino de los Kusanagi.

Una muchacha que salía de uno de los locales comerciales se estrello contra él. La chica iba a toda prisa, pero al tratar de resbalarse, Iori la sostuvo con la mayor delicadeza y cortesía que sus modales le permitían: la tomo por los codos y sonriéndole se disculpó.

La muchacha de cortos cabellos castaños, envuelta entre un abrigo de invierno con falda y botas, también le sonrió, pero era claro que las lágrimas estaban a punto de caer de sus ojos. El pelirrojo se sintió identificado con su tristeza y con una sonrisa de oreja a oreja le sonrió cálidamente.

- ¿Esta bien señorita?

Esta solo le respondió con un pálido reflejo de su gesto y se soltó corriendo calle abajo.

Iori miro el sitio de donde había salido. El anuncio en colores avisaba que era un bar... una cerveza tal vez no te caería en ese momento nada mal.

~*~

Las únicas luces en el pequeño recinto eran producidas por pequeños globos blancos de cristal, dispuestos estratégicamente en las mesas y en la barra, cada uno contenía una velita y contrastaba perfectamente con la música pasada de moda y romántica que sonaba en parlantes ocultos, al parecer todo tenia un ambiente ingles…

Yagami se sentó en la barra y pidió una cerveza alemana. El ambiente era cómodo y relajante no podía negarlo y para su estado de animo, era mas que conveniente.

A lo lejos escucho una estridente carcajada, provenía de una mesa al fondo, pero el sitio era tan pequeño que si se esforzaba, estaba seguro de poder escuchar la conversación del grupo.

- ¡¡¡Vamos ya cálmate!!! Ups, pero que estoy diciendo, si el que debería hacerlo soy yo!!! – con esto se escucho otra carcajada. Iori examino al hombre. Un rubio casi extravagante y vestido con menos ropa aun que Iori. Y decían que él era el loco...

El moreno que lo acompañaba le dijo algo en voz baja tocándole el brazo, seguro que tratando de callarlo o que dejara de beber.

De pronto, el rubio acerco su rostro al del moreno, este no se quito. Iori no pudo dejar de sentirse incomodo, ese tipo de escenas no le gustaban, solo que el rubio se limitó a guiñarle un ojo al otro y se levanto de la mesa tomando un vistoso abrigo de piel con estampado de lince o de tigre, o lo que fuera.

- Bueno, querido me voy antes de que no solo pierdas a tu novia sino también a un amigo, estas insoportable esta noche, amor.

- No me llames así idiota – Gruñó el moreno y dejo ir al personaje sin una mirada mas.

Ante la curiosa mirada de Iori, el moreno pidió un whisky doble, ¿no era aun demasiado joven como para permitirse algo tan fuerte? El pelirrojo se dio de hombros y se concentro de nuevo en su vaso y en sus adorados recuerdos.

Pasaron dos minutos y la puerta del bar se abrió de nuevo, Iori que no podía concentrase en nada como antes, miro hacia la fuente de frío. Era de nuevo la muchachita que se había estrellado contra él. Entro, secándose las lagrimas con la mano y se dirigió directo a la mesa del moreno.

Debía ser la novia que el rubio loco había mencionado, ¿habrían peleado por ese extravagante? Si era así, ella no se lo merecía, eso era seguro.

- No me importa lo que digas... – susurro con vocecita chillona – Te esperan en casa y no me harás quedar mal.

- Te lo dije Yuki no voy a ningún lado.

- Pero todo esta preparado y te esperan, ¡es tu cumpleaños!

- No me importa, decide, o te quedas conmigo aquí o te vas sin mi.

- Pero tus padres...

- Te preocupas demasiado, tome una decisión y no la voy a cambiar...

A esas alturas Iori sentía una gran simpatía por la adorable jovencita. Ese canalla pretendía hacerla quedar mal y ella solo se preocupaba por él, hasta había vuelto, solo para convencerlo.

- Es la última vez que te lo digo – Zapateo con sus inmensas botas en el piso – Primero traes a ese estúpido amiguito tuyo...

- No te refieras así de él, por favor.

- Diré lo que quiera!!! Además no quieres ir conmigo y... y... – pareció perder el aliento en un momento, pero se recupero y tomo el vaso del moreno estallándolo contra el piso - ¡No dijiste nada del regalo que te di! Eres un... un... ¡¡un idiota!! -Grito de nuevo y le rapo algo plateado al chico mientras salía con un portazo del bar.

Iori resoplo desde su silla, ¡ufff! Las apariencias engañan, ¡vaya que si lo hacían! Tomo un trago mas de su cerveza, un minuto después el moreno se paro deteniéndose en la barra.

- ¿Cuánto es por todo? – pregunto algo avergonzado y mirando el vaso estrellado en el suelo, la alfombra estaba empezando a absorber el licor y los cristales destellaban en la semi – penumbra.

El cantinero paso la cuenta y el chico la observo metiendo la mano en su chaqueta.

De pronto, abrió mucho los ojos.

- Demonios – murmuro – No solo se llevo mi auto, también se llevo mi billetera.

Sonrió avergonzado al pelirrojo que lo miraba.

- ¿Pasa algo Kusanagi – san?

– No nada – sonrió también al cantinero – Escuche amigo...

- Le recuerdo que su padre prohibió el crédito para usted.

- Ah! Si...- rió – me imagino que usted no lo levantaría ni siquiera como si fuera una atención por mi cumpleaños ¿verdad, buen hombre? – El cantinero lo observaba con ceño adusto – Y Kyo, desesperado rió nervioso – Eran solo una broma buen hombre, solo deseaba otro igual – señalo la alfombra – antes de irme.

- Esta bien Kusanagi – san – dijo el cantinero desconfiado y se lo entrego, Kyo valoro sus opciones, solo le quedaba salir, o trabajar esa noche en el bar por un rato, después de todo se lo había buscado...

- Si piensa escapar, creo que esta es una buena oportunidad – Hablo el pelirrojo a su lado, Kyo miro al cantinero que atendía en ese momento la mesa mas alejada del bar y luego con recelo se fijo en su interlocutor protestando.

- No iba a hacer eso...

- Pero no tiene dinero ¿verdad?

- Eso no es su problema amigo...

- Ya lo se – sonrió el pelirrojo.

Kyo se quedo observándolo y de alguna manera, cuando ambos fijaron sus ojos en el par del otro, fue como si se observaran en un espejo. Los mismos ojos intensos y grandes, hasta casi igual de luminosos. El mismo corte de cabello y peinado de igual forma. Parecían de la misma edad e incluso su estatura aparentaba ser casi la misma, por no hablar de la idéntica proporción de sus jóvenes cuerpos, supieron reconocer en el otro a un luchador experto. Sonrieron al mismo tiempo.

- La verdad es que mi novia se llevo todo el dinero... – Rió Kyo rascándose la cabeza.

- Y su automóvil también por lo visto.

- Si, me avergüenza decirlo pero así fue.

- Que terrible cumpleaños.

- ¿Cómo lo supo?

- Bueno – dijo Iori dejando su cerveza sobre la barra – Ella lo grito – Prefirió callarse que él mismo lo había mencionado un minuto antes.

- ¡Ay no!

Iori rió y observo el vaso vacío de Kyo – Por que no hacemos una cosa, si no tiene prisa ¿le parece bien otra cerveza?

- No tengo prisa. ¿Esta seguro de invitarme?

- Tal vez sea algo bueno en su cumpleaños.

- En ese caso podría pagar la cuenta por mi ¿no?

Iori lo miro severamente, pero al notar la chispa en los ojos del joven moreno, soltó una carcajada.

- Vi la facha de su amiguito, y también la de su novia. Creo que no cargo tanto dinero en el bolsillo.

- ¡Ah! Yo esperaba que si... – Tontamente ambos rieron y pidieron mas cerveza.

Casi a las doce de la noche, los muchachos se habían trasladado a un mesa vacía. Aun reían y cada uno contaba anécdotas usuales en un entrenamiento de artes marciales. Iori no tenía casi ninguna divertida, pero no era necesario, su interlocutor casi hablaba en un monologo y él solo podía responderle riendo.

- Esto, ¿Qué horas son? - Rió Kyo.

- ¡Ups!… ¡las dos menos cuarenta y dos!

- Ah! Es por eso que cada vez esto se desocupa mas.

- Ya me di cuenta... - Sonrió Iori, aun nublado por el alcohol.

- ¿Esta seguro que tiene dinero para pagar la cuenta? ¿Creo que rebasamos el limite de lo que yo había pedido antes?

Iori levanto las manos en señal de indefensión y sacudió la cabeza.

- Me lo suponía – Rió Kyo – Bien, esta es una oportunidad como cualquier otra... – Para sorpresa de Iori, Kyo lo tomo de la mano y lo halo, casi saltando por delante de una pareja que en ese momento se disponía a salir. Ya en la calle Kyo grito a Iori:

- ¡¡CORRE!!

Ambos aceleraron a la mitad de la calle, pararon se detuvieron y vieron que aun el corpulento cantinero no había salido del local, pero no era cuestión de torear a la buena suerte, así que mirándose echaron a correr lo mas rápido que pudieron.

Lo que al principio fue una escapada, pronto se convirtió en una competencia de velocidad, corrieron y corrieron hasta llegar a un parque inmenso y oscuro. Kyo se detuvo riendo y se tiro al suelo cuan largo era. Iori también jadeando se sentó a su lado.

- ¿Que pasara con ese pobre hombre?

Kyo se incorporo y rió.

- Bonito regalo de cumpleaños... este...

- Iori – dijo al descuido.

- Bueno, mañana pasare y pagare las cuentas, debo recuperar mi cartera después de todo.

- Si es así, entonces yo pagare mi parte.

- ¿Seguro?

- ¡¡Hey!! ¡Tengo dinero! – dijo indignado – Es solo que traje poco conmigo.

- Ya veo. – Kyo recuperaba su respiración normal – De todas maneras será un regalo de cumpleaños de mi parte para ti.

- ¿Invirtiendo los papeles? – Kyo se encogió de hombros y se hecho sobre el pasto – Entonces ¿tu apellido es Kusanagi?

- ¿Por qué?

- Se lo escuche al cantinero y en casa, mi padre hablo de un tal Saisyu Kusanagi, espero que no lo conozcas, lo que mi padre dijo fue desagradable...

Kyo pensó que la mayoría de cosas que alguien debía hablar de su padre eran de ese tipo, pero Iori le caía muy bien, así que decidió mentirle un poquito.

- Si, mi nombre es Kusanagi, pero no conozco a ese que tu dices.

- ¿Y te diré todo el tiempo Kusanagi? – Kyo se irguió y miro al pelirrojo, ¿Tenia un nuevo amigo? Sonrió pensando que si.

- No, soy K... Ken, exactamente, soy Kusanagi Ken. – Era mejor cambiar por si las dudas, si de verdad Iori iba a ser su amigo, con el tiempo sabría que fue lo que le dijeron de su padre y para ese entonces cuando conociera al verdadero Kyo, ya sabría en verdad como era él.

- Diablos! – exclamo Iori al mirar su reloj y sintiendo que todo el efecto de la cerveza se iba de su cabeza – Mi padre me va a matar. ¡Mira la hora!

- Pues por mi parte, creo que tendré que quedarme aquí a pasar la noche. La verdad fue que me pelee con todos los que pude hoy, así que el parque es mi única opción...- Dijo Kyo y se acostó en el pasto echándose su abrigo por encima.

- Te invitaría a mi casa, pero dudo que los nin... los guardias de mi casa te dejen pasar sin antes volverte un colador.

- Eso me gustaría verlo – refunfuño Kyo.

De pronto, ambos tomaron conciencia del frío de la noche, una vez que dejaron de sentir el calor de la carrera. Iori se estremeció, empezó a echar en falta la recomendación de su vieja aya, debió llevarse algo mas que esa estúpida chaqueta. Se fregó los brazos intentando tomar calor. Un abrigo cálido se extendió para él y Kyo lo abrazo, ambos metidos en la abrigada y lujosa prenda.

Iori enrojeció, tratando de negarse que en realidad esa proximidad se sentía bien.

- Creo que yo tampoco podré entrar esta noche a casa, las alarmas ya estarán puestas... Mi aya debe estar dormida.

- ¿Aya? – pregunto Kyo sorprendido - ¿cuantos años tienes Iori?

- Veinte – rió el otro sintiendo la confusión del moreno – No es exactamente mi aya, así ella lo siga creyendo, es mas correcto decir que lo era, Pero es muy vieja y convencerla de algo es difícil a estas alturas. De cualquier forma es la única que se preocupa por mi desde que mi madre murió. Para ser exacto es la única que me habla en casa.

- Vaya... lo siento – Iori lo miro – Lo siento de veras por todo, no solo por lo de tu madre sino por lo de la situación en casa. Si eso pasara en la mía, me imagino que yo rompería algo, o la quemaría – Se encogió de hombros – No me gusta que me ignoren.

- Ojalá yo fuera así.

- Si claro, pero lo peor de todo es escuchar los sermones de mi mamá, eso es lo que mas a menudo me saca de casa.... Lo siento...

- No te preocupes, hace rato sucedió. – Iori abrazo sus propias rodillas.

- ¿Por eso estabas en ese bar? ¿Te sentías solo, no?

- Mama murió ayer hace tres años.

- ¡Oh! ¡Justo el día de mi cumpleaños!

- Si – sonrió Iori tristemente. Kyo se acerco a él y lo abrazó, por alguna razón le partió el corazón verlo así. No lo conocía, pero podía ver que en medio de todo era un ser transparente y algo ingenuo. Le entristeció mentirle en algo tan tonto como un nombre, pero ese no era momento para verdades...

- Bueno, - dijo Kyo cambiando de tema - ¿cuánto dinero tienes Iori san?

- ¿Para que quieres saberlo?

- Es obvio que no podemos pasar la noche aquí, tal vez podamos alquilar una habitación en cualquier hotel. – Iori debió de haberse imaginado lo peor, por que se puso del mismo color de su cabello, pero Kyo agito una mano – Me refiero a uno de esos baratos ¡Baka!, tal vez alcance para el depósito de una noche.

- Tal vez si.

- Creo que vi algo por el estilo aquí cerca, dijo levantándose y volviendo a cubrir a Iori con su abrigo mientras caminaban por la calle.

El aquí cerca de Kyo resulto ser seis cuadras hacia la oscuridad, por fin llegaron casi a las dos de la mañana. El depósito alcanzo para una habitación con camas gemelas, pero sin derecho a refrigerador, Kyo dudaba de que en aquel agujero hubiera siquiera algo parecido al hielo. Con una mueca se encaminaron a su habitación.

~*~

- ¡¡Así que tengo aquí a una estrellita de rock!! – dijo Kyo quitándose las medias . ¡Nunca lo hubiera imaginado! ¿Pero como fue que te dejaste agarrar de tu papá?

- Supo de mi disco, no estaba en la carátula, pero del alguna manera se dio cuenta de que era yo, tal vez en un promocional de un concierto, llegue hace una semana y aun no hemos hablado de eso.

- ¿Ya has dado conciertos? ¡¡wahhh!! Eso si me da envidia, es lo único que no he hecho, dicen que tengo mala voz... – Dijo la escala y Iori se sonrojo.

- Mejor dedícate a pelear ¿quieres?

En ese momento Kyo le arrojo la almohada mas dolorosa que Iori pudo conocer en su vida, el impacto lo dejo sin aire por unos segundos, así que se aferró a la propia y respondió de igual forma, la pelea de almohadas comenzó, pero ninguno golpeaba con toda su fuerza, solo era juego mientras se reían. Kyo cayo sobre Iori encima de la cama mientras reían, pero ambos se detuvieron cuando escucharon golpes en la puerta.

- Disculpen. ¿todo esta bien? – era la voz del conserje – ambos se miraron y con vocecita temblorosa por la risa, Iori respondió que sí, el hombre lanzo un gruñido y se alejo.

- Lo mejor será dormir ya, tendremos que dar muchas explicaciones ya - miro a Iori aun por debajo de él, este se ruborizo... sin darse cuenta de lo que decía Kyo abrió su boca... – Me pregunto si... ¿cómo será si...? – lentamente aproximo sus labios a los de Iori y lo miro como pidiéndole permiso, el pelirrojo simplemente se quedo quieto, Kyo poso sus labios sobre los de él, explorándolos tentativamente, Iori hizo lo mismo.

Fue una experiencia nueva para ambos, por lo tanto chocante e intensa, jamás ninguno había besado a otro hombre, pero cuando se separaron no les pareció que hubiera estado tan mal...

- Ken... – Murmuró Iori tocándose los labios, Kyo en ese momento se dio cuenta de que no era él, simplemente era otra persona, así lo conocía Iori y así era en verdad, otra persona en una noche diferente.

- ¿Te molestó? – Pregunto Kyo, sus ojos brillaban, entonces Iori se arrodillo a su lado lo tomo del rostro y lo beso, Iori dejo por un momento de lado toda su amabilidad. Hasta ese instante solo se había involucrado con mujeres (En su mayoría, las muchachitas que iban a verlo a los conciertos), pero ese chico le inspiraba algo mas que simple amistad, no lo conocía, pero le gustaba su forma de ser... tan libre... tan liviano como el viento, como si nada en la vida pudiera atarlo y el quería poseer de alguna forma ese instinto. Ser como él, romper todas las reglas, ser lo que deseas, tal vez irresponsable, pero sin medir jamás las consecuencias. Se sintió de una manera un tanto inquietante, ni siquiera había saboreado esas sensaciones cuando se enfrento al mundo... en Hong Kong...

Se separo de Ken lentamente, supo, cuando lo miro a los ojos, lo que deseaba, algo significativo y trascendental pasaría esa noche, no deseaba lastimar al precioso chico que estaba arrodillado en la cama frente a él. Pero si lo rechazaba, enloquecería....

Miro a los ojos de Ken, encontrándose con dos profundas piscinas marrón, casi miel, que parecían responder al mismo anhelo básico de Iori.

Sus labios volvieron a juntarse y de un momento a otro, ambos, sin saber muy bien lo que hacían se despojaron de sus ropas a toda carrera, tocaban cada parte desnuda de sus cuerpos, sintiendo excitación, tanta como si fuera la primera vez...

- Ken... – fue el gemido de Iori cuando este beso su pecho. Se abalanzó sobre su amante en retribución, al acorde de murmullos y gemidos, perdidos para el mundo en ese pequeña habitación.

~*~

- Me parece entonces que solo hay una forma de solucionar esto Iori.

- ¿Cuál? – pregunto riendo el pelirrojo – Si lo que quieres es decidirlo con una moneda, lo siento, pero no tengo ni una sola, todo lo entregue en la recepción.

- ¡Pero yo quiero pagar esta habitación!

- Lo siento pequeño ángel – le dijo tocando la punta de la nariz de Kyo y besando el pequeño hoyuelo cerca de la mueca de la boca – Tu ya te comprometiste a pagar la cuenta del bar.

- No pienso dejar esto así – le dijo Kyo incorporándose.

- Yo tampoco, por supuesto – Respondió Iori observando la curva de la espalda de Kyo y atrapándolo hasta colocarlo bajo su cuerpo.

Kyo lo beso y dio una voltereta en la cama, hasta quedar sobre el pelirrojo de nuevo.

- ¿Invirtiendo los papeles de nuevo Ken? – Este volvió a encogerse de hombros.

- Te tengo donde quiero, así no lo desees.

- ¿Y quien dice que no es aquí donde quiero estar? – el pelirrojo mordisqueo uno de los brazos de Kyo, mientras su otra mano bajaba por la cadera y mas allá...

- ¿Te he dicho que este es mi mejor cumpleaños Iori?- suspiro con los ojos cerrados.

- Como cincuenta veces...

- ¡Eso no es cierto!

- Esta bien, sesenta entonces.

- ¡Vas a ver!

- Si vas a amenazar, por lo menos cúmplelo ya...

~*~

Los primeros rayos de sol se posaron sobre las sábanas revueltas de una estrecha cama de madera, tocaron suavemente la piel desnuda de dos pares de piernas entrelazadas, los pájaros cantaban, pero en el fondo, los ocupantes de la cama sabían que ese reflejo dorado era engañoso, en realidad afuera el viento congelaba lo que el sol apenas acababa de entibiar.

Sin embargo, en ese momento nada importaba; el sol brillando de esa forma se veía simplemente adorable y no necesitaban mas calor que el que se proporcionaban uno al otro.

- Si consigo escapar, creo que lo primero que haría seria venir por ti... – Iori miro a Kyo intensamente a los ojos – Ken, quiero que vengas conmigo, quiero tenerte a mi lado... – el cálido abrazo se estrecho aun mas.

- Y yo quiero que me lleves. – cerro los ojos, estaba muy cansado, no solo por toda la actividad física de la noche, si no por el peso emocional de haber caído en una situación como esa, jamás pensó que se fijaría en un hombre. Ni siquiera Benimaru lo había perturbado una sola vez. Pero con ese pelirrojo todo era diferente.

Una llama cálida se encendía en su pecho cuando se recordaba que no estaba con un cuerpo mas, si no con el de su adorable pelirrojo; alas de mariposa golpeaban su estómago cuando lo veía moverse de alguna forma o bajar los tonos de su voz, incluso sus ojos se humedecieron cuando él canto una de sus canciones para él. Era la primera vez que le pasaba.

Pero durante el transcurso de las horas Kyo se dio cuenta, que no solo él sentía de esa manera, Iori, en algún momento le había dicho que lo amaba; era tonto, era reciente; pero Kyo comprendió que sentía exactamente lo mismo... Y todo eso era agotador, por que derrumbaba su vida anterior.

Sin embargo, sopesar ambas cosas dejaba como ganador el estar con su pelirrojo en ese momento.

Muchas promesas habían sido hechas esa noche, tal vez irresponsablemente, pero tenían la firme convicción de cumplirlas cada uno. En ese momento el presente se presentaba claro y el futuro brillante y nada podía contra ellos, ni Yagami – sama, ni los torneos, ni siquiera un estúpida rencilla familiar, muy antigua, pero en ese momento totalmente olvidada. Iori había sido libre una vez y lo haría de nuevo, pero no solo por cumplir el deseo de su madre y de su abuela, esta vez era por él. Por él y por su hermoso Ken...

Las horas transcurrieron y ambos decidieron levantarse, después de todo, por irresponsable que se fuera, tenían ciertas obligaciones con el mundo y al menos debían cumplir con sus familias...

Iori dio un último beso a Ken, lo ayudo a secarse y vestirse luego de que se demoraron mas de una hora en la ducha y luego tomándolo de la mano, bajaron la escalera. Tenían un plan, dejaron sus llaves con el nuevo encargado y dijeron que volverían mas tarde. El pobre chico ni siquiera rebatió el débil argumento, conmocionado contemplando a los dos chicos besarse y tomarse de la mano ante él, sin ningún reparo.

Salieron a la calle y se soltaron, Iori tenia miedo de que los Ninjas de su padre lo estuvieran buscando y Kyo de que Yuki hubiera alertado a media ciudad de su desaparición. Caminaron hasta un punto intermedio, el parque de la noche anterior y allí Iori apoyo las manos en un tronco atrapando a Ken, lo beso con ternura...

- Iori, Quiero decirte algo – Kyo sentía que eso de ser Ken, era como una sombra oscura para el principio de su relación.

- Esta noche Ken, recuérdalo 7:00 Aquí.

- Esta bien – susurro con sus inmensos ojos castaños observándolo, lo que amerito otro beso profundo.

- Te amo...

- Y yo...

Murmuraron y cada uno se alejo por su lado.

~*~

- ¡¡Acábalo idiota!! - Grito una corpulenta voz – ¡¡¡Hazlo o te ganaras 200 latigazos y no estoy mintiendo Iori!!!

El pelirrojo cerro los ojos y con lagrimas cayendo por su raspadas mejillas consiguió sacar un flamazo de llamas violetas, sin saber lo que hacia por que el dolor embargo todo su ser, acabo con el ninja que se acercaba a él. Para cuando todo termino, la sangre caía por su barbilla hasta su robusto pecho. Su padre dejo de gritarlo y se acerco a él.

- Es un buen trabajo, solo por hoy muchacho. Ahora haz que la inepta de Kazumi te cure esas heridas. – El hombre se alejo del patio, pero antes de entrar a la mansión rió – Estas mas que listo para acabar con ese maldito de Kusanagi Kyo dentro de dos semanas en el torneo.

-"Kusanagi Kyo, Kusanagi Kyo!" – Pensó Iori., en esos casi seis meses todo su mundo se había reducido a ese nombre, lo odiaba, pero por lo menos no era el de su adorado Kusanagi Ken...

Su aya dio un grito de espanto al ver los cortes de latigazos en la espalda de Iori, este solo sonrió cínico, ya casi podía soportarlos sin gritar, a decir verdad hoy se había sentido muy orgulloso cuando solo gimió una vez durante los 100 que su padre le había proporcionado.

En parte era debido a que para soportar todo ese dolor, solo pensaba en su suave Ken... solo él aliviaba esas horas de sufrimiento.

Aun por las noches soñaba que escapaba e iba por él, se lo había prometido y estaba seguro que el chico mantenía su palabra aunque no se habían vuelto a ver después de esa única noche. Iori permaneció encerrado en la mansión Yagami desde aquella mañana, pero había aprendido a experimentar lo que su madre mas temía: los maltratos y la falta de sentimientos de Yagami – sama: su padre.

Se miro al espejo mientras esperaba que Kazumi trajera lo que necesitaba para los cortes de su espalda, había cambiado mucho en esos meses, estaba mas corpulento, su pecho era por lo menos el doble desde...

Sonrió, excepto todas las pequeñas cicatrices, su cuerpo había mejorado en apariencia, supuso que ese sería un cambio que a Ken le agradaría... Lo único discordante con su apariencia eran aquellos inmensos ojos escarlata, aun parecían brillantes y casi inocentes como antes... su padre los odiaba...

- No debería dejar que su padre le hiciera eso Iori. Nunca había visto tanta barbarie en ningún lugar...

- ¿Y tu que sabes? Es necesario para dominar ese maldito fuego...

- Sus manos por lo menos ya no se queman.

- Supongo que cada día soy mas fuerte...

- Pensé que usted moriría en la primera semana... en verdad tuve mucho miedo por usted muchacho.

- Tonterías, idioteces de abuela. Soy un Yagami ¿No?

- No se de donde saca sus fuerzas, solo espero que su señora abuela y su madre me perdonen lo que sucedió, yo les prometí... – Iori dejo de escuchar, al principio agradecía lo que la dulce anciana le decía, pero con el tiempo fue mas un estorbo que cualquier otra cosa. Solo servia para curarle las heridas. Ya que ni siquiera ella pudo impedir que su padre intentara matarlo después de aquella noche fuera de casa. Le dio comida cuando lo metieron en esa pequeña jaula, privado de la luz y el ruido, fue hasta el hotel y pago le deuda, pero no había podido salvar su alma.

Su "Padre" le había prometido darle su herencia, aun dos años antes de su mayoría de edad (23) si mataba a ese tal Kyo. Iori sabia que no cumpliría, aunque al principio mantuvo la esperanza. Pero por lo menos, si se deshacía del heredero de sus rivales reclamaría su libertad, aun a costa de la vida de quien lo estaba haciendo lo que era... y de nuevo... todo volvería a Ken, Serian solo ellos dos...

~*~

La ropa le quedaba bien, entallada pero muy bien: Pantalón rojo (con extrañas correas que su padre odiaba y por lo tanto él apreciaba) camisa blanca, que en realidad era la que había llevado la noche que conoció a Ken y una ajustada chaquetilla negra al igual que sus zapatos. Lo que mas deseaba de su atuendo era que se destacara, ¡Deseaba tanto que Ken lo viera aunque fuera en televisión!

Ya no llevaba la cinta en su frente, había logrado dominar sus cabellos, Su aya los había peinado una vez sobre un ojo, para ocultar un moretón inusualmente horrible sobre el ojo derecho, a Iori le gustaba, lo hacia ver mas poderoso, a su padre también por que ocultaba esa estúpida mirada brillante y abierta... Lo único en que habían estado de acuerdo ambos... eso y lo de matar a ese tal Kyo.

- Yagami Iori... A la plataforma – Musito el aterrado acomodador que entro en su camerino, Iori lo miro mal y luego con una sonrisa privada se dirigió hasta el sitio de combate ¡por fin terminaría todo aquello!

~*~

Al salir a la plataforma escucho a sus acompañantes murmurar:

- Ese tal Kusanagi es solo un chico lindo, Iori lo volverá puré en cuanto lo vea.

- Ahí esta la muestra. ¿No oyes el estúpido grito de las colegialas?

Y era cierto. Iori lo sintió como un chillido que lastimaba sus tímpanos. En su pose arrogante se dedico a mirar con desprecio esa masa femenina que no hacía mas que gritar el nombre de Kusanagi, incluso él se acercaba a la plataforma en ese momento con una chica de cabellos cortos casi colgada al cuello, además llego a subirla a la plataforma mientras ella lo besaba, dándole la espalda s su oponente.

Iori rió torcidamente. Si solo el combate hubiera empezado ya, esa espalda estaría sangrando por todos lados en el suelo.

- ¡¡Te amo Kyo!! – Grito la chiquilla y bajo de la plataforma.

- ¡Y yo a ti Yuki! – le respondió el muchacho entre ovaciones de envidia del publico, ¿Yuki? ¿Es que todas las muchachitas tontas y huecas de mundo se llamaban de la misma forma?

El combate dio inicio, los tres guerreros se disputaron la salida, el chico de cabello castaño iba primero...

- ¡Yo salgo primero, ese Kusanagi es pan comido! - la voz se disipo, Iori trago en seco al divisar el aspecto del chico que se había dado la vuelta hacia él, listo para pelear. – ¿Ese era Kusanagi Kyo?

- No yo iré - gruño Iori ¿Que sucedía? Ese no podía ser su amado Ken ¿verdad? Era idéntico, pero tal vez solo eran familiares lejanos, se parecían demasiado para eso, sobre todo en eso malditos ojos inmensos y expresivos... ambos era Kusanagi, tal vez no se conocían y por eso Ken había dicho no saber nada de un tal Kyo.... o ¿no? Solo fue de Saisyu, en realidad NUNCA negó a Kyo...

El moreno frente a él, en el otro lado de la plataforma, se quedo de piedra al verlo, se veía como Iori, aun mas grande y corpulento que Su Iori... Se peinaba diferente, pero esos ojos inmensos y brillantes eran inconfundibles... sorprendido pronuncio el nombre de su pelirrojo, aquel que lo había dejado plantado en el parque tantos meses atrás... Al que espero una y otra vez en ese cuartito en el viejo hotel...

Solo que ahora ese detalle no importaba, quería reír, ¡Lo había encontrado!

Iori vio como el chico de cabellos castaños pronunciaba su nombre... Entonces si lo conocía... sabia quien era él...

¡Entonces lo había engañado A ÉL!

Sus ojos se angostaron hasta convertirse en líneas delgadas y frías, carentes de toda emoción, Sus facciones se endurecieron, volviéndose como de piedra.... al igual que su corazón. Todo se enfrió y murió ante el engaño ¡ese era el maldito Kyo Kusanagi! El único obstáculo entre su felicidad y ... ¿felicidad? Iori torció la boca, eso ya no existía. Había sido burlado por un Kusanagi mas.

El odio creció en su interior, miro hacia un lado y vio entre la multitud a la muchachita tonta que estaba en la plataforma besándolo, ¿acaso no acababan de gritarse su amor ante las cámaras y el publico?

- Terminare con Kusanagi en un segundo...

- ¡¡¡NO!!! – Rugió Yagami - ¡¡¡KUSANAGI ES MIO!!!

~*~

Kyo parpadeo ante el grito de su pelirrojo, ante la mirada pasmada de todo el mundo solo pudo ruborizarse. Cuando lo vio angostar sus ojos se asusto, sus facciones cambiaron en un segundo. Él presencio toda la transformación que lo había hecho parecer violento, frío y cruel, incluso años mayor de lo que era...

Entonces. Escuchó esa declaración ante todo el mundo y no supo que pensar ¿Su Iori en un torneo de King of Figthers? Y mas aun ¿Iori haciendo publico que le pertenecía? Bueno en el fondo algunas mariposas en el estomago lo hicieron sentir complacido... Incluso llego a pensar que toda esa mueca despiadada era solo una pose de combate.

Tonto error, no vio el primer golpe que fue lanzado a su cara con todo el odio del mundo destilando en llamas púrpuras que quisieron matarlo allí mismo. Solo vio unos ojos brillantes, muy brillantes casi con lagrimas de un inconfundible tono escarlata.

~*~ Owari ~*~

Tachibana Netsu.

KOF pertenece a SNK
"Frío Viento y Hojas" es propiedad de Tachibana Netsu
Publicado en IorixKyo Archive
Diciembre, 2002

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