Título: Rojo Amanecer
Autora: Setsuna Yagami- trujano18@hotmail.com
Resumen: (no se entregó un resumen)
Pareja: IorixKyo
Disclaimers: Iori Yagami, Kyo Kusanagi y KOF, son propiedad de SNK.


~ Rojo amanecer ~

“Cuánto había esperado éste momento...cuánto. Todas las noches soñaba con tu sangre, con los lamentos y súplicas que harías al ver que tu vida acabaría en mis manos...”

* * * *

                La noche transcurría tranquila, sólo el sonido de los árboles meciéndose al compás del viento irrumpía el silencio nocturno. Las ramas desnudas ocasionalmente tocaban el cristal de la alta ventana de aquella lujosa habitación, causando chirridos agudos que hacían el ambiente algo tétrico.

                Dentro de aquel cuarto se encontraba Iori, que desde hace tiempo sólo se encontraba dormitando, ya que últimamente sus sueños le perturbaban y  optó por no dormir, aunque eso le costaba mucho y lo cansaba bastante.

                Apenas cerraba los ojos e imágenes conocidas volvían destellantes a su mente... ¡DEMONIOS!, se repetía. “¡¿Qué me está pasando, porqué tengo éstos malditos sueños?!”. Se levantó de golpe de la cama y se sentó en una orilla. Pasó su mano por su cabello y rostro, esperando que el frío sutil de la habitación disipara el sueño y despejara su cabeza.

“Tengo que terminar pronto con esto...”; tomó sus ropas y comenzó a vestirse acompasadamente. Ya estando listo, se acercó a la ventana y alzó la vista... era noche de luna llena. Pegó una de sus manos al vidrio de la ventana y fue bajándola marcando una línea con sus dedos. Pronto se dio la vuelta y fue hacia la puerta para salir.

-Maldito Kusanagi – murmuró.

* * * *

                A pesar de la hora, el lugar era bastante concurrido, pero tranquilo; perfecto para relajarse un poco y no pensar en nada.

                Desde hace tiempo, Iori solía visitar aquel lugar. Iba a tomar unas copas de vez en cuando o simplemente a sentarse y escuchar música. Necesitaba distanciarse un poco de sus problemas y en cierta forma el ir a esa clase de lugares le ayudaba, pero esta vez era diferente, por más que intentaba distraerse con el ambiente de ese bar, los recuerdos de aquel sueño no lo dejaban en paz. Era atormentado constantemente por las imágenes de esa persona... la persona que debería odiar y matar... matar... a Kyo.

                De eso estaba completamente seguro, pero lo que le preocupaba, era que desde hacía mucho no lo veía, había decidido dejarlo en paz por un tiempo, ya que aunque tenía bien definido su propósito, nunca llevaba a cabo su fin... y no sabía porqué.

                Era tiempo de volver, buscarlo nuevamente y enfrentarlo. Talvez así esos sueños desaparecerían, al igual que las enormes ansias de verlo.

                Si... eso haría...

                Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro. Tomó la bebida que tenía y le dio el último trago; dejó el pago en la mesa y se levantó tranquilamente.

                Pasó el tramo de donde estaba a la salida sin siquiera ser notado, cabizbajo como siempre. Al fin y al cabo sólo era una sombra más y sin importar cuanta gente estuviera alrededor, siempre estaría solo. Pero eso a él ya no le importaba, ni siquiera recordaba si le llegó a importar en algún momento. Nada era prioritario, salvo su banda y su rival. Ahora se haría cargo de lo segundo y en cuanto a lo que pasara después... ya vería que hacer.

                Al salir del lugar, una pequeña brisa acarició su rostro. Se tranquilizó un poco al sentir el ligero contacto. Y aunque no logró relajarse, no podía hacer nada por el momento para remediarlo. Lo único que le quedaba era regresar a su casa a descansar.

* * * *

                Por la mañana todo parecía normal, un día como cualquier otro en la mansión Yagami, fría y solitaria. A veces daba la impresión de estar abandonada y de no ser por la presencia de los sirvientes, así sería, pues Yagami-sama nunca se encontraba debido a sus constantes viajes de negocios y Iori sólo estaba ahí cuando le daba la gana.

                Aunque casualmente, esa vez se encontraban los dos y Yagami-sama aprovechó para darle un recado a su hijo...

                Éste caminaba lentamente por los pasillos de la casa, se tomaba su tiempo para llegar a donde su padre se encontraba. No le daba mucha importancia ni le preocupaba lo que le fuera a decir. Seguramente sería lo mismo que todas las ocasiones anteriores, y si iba, era porque quería ver en que cambiaba su manera de reclamarle.

                La puerta del despacho estaba semiabierta; Iori tomó el picaporte de la entrada y empujó un poco para entrar. Fue directo hacia un sillón que estaba frente al escritorio y se sentó a esperar, puesto que no había nadie. Al cabo de un rato, un hombre elegante y con porte soberbio entró al amplio despacho.

-Pensé que te habías arrepentido, padre.

-Jm, jm, jm... no tengo porque, yo siempre cumplo con mis obligaciones – eso fue obviamente un indirecta.

-Así que volvemos a lo mismo – dijo el pelirrojo algo cansado.

                Yagami-sama miró de reojo a su hijo y pasó frente a él hasta llegar al lado de su escritorio. Mantenía la vista al frente, dándole la espalda a Iori.

-Entonces ya no tengo que explicarte el porqué de mi llamado.

-No hubieras tenido que hacerlo de todas formas.

-Bien... dado el caso, iré al grano... – se giró y se sentó en un diván -. En tres días cumplirás años y creo conveniente que en ese día se te entregará el puesto máximo del clan... – Iori no pudo evitar su sorpresa al oír esto.

-¡Quieres decir que ...!

-Me suplirás – agregó Yagami-sama -. Ya eres bastante grande para asumir el cargo. Además, viendo que no has podido matar a Kyo Kusanagi, será mejor que te encargues de otros asuntos y que comiences a pensar en tu heredero – Iori se levantó precipitadamente y se acercó a su padre.

-¡No puedes hacerme esto!

                Sin hacerle caso, Yagami-sama abrió un cajón del escritorio y pausadamente sacó una cajetilla de cigarros. Iori comenzaba a desesperarse por la actitud del mayor; éste encendió un cigarrillo y le dio una bocanada.

-Ya tomé mi decisión.

-Pero yo no he dicho nada al respecto.

-Tuviste tu oportunidad... y lo único que hiciste fue perder el tiempo. Así que por lo menos deberías agradecerme por quitarte la presión de perseguir a ese Kusanagi.

-¡¿Y crees que eso es tan fácil?! ¡Convertiste mi vida en un infierno con el maldito entrenamiento que me diste!

-Eso es parte de ser un Yagami, además, todos estamos en el mismo infierno...hijo.

                Iori trató de contener el enojo que sentía en esos momentos, se sentía impotente... Se dio la vuelta y se dispuso a salir, pero antes de llegar a la puerta se detuvo.

-No creas que me quedaré esperando estos días, iré por Kusanagi y no seré un fracasado como tú – dijo decidido.

-Pues inténtalo. No creo que puedas hacer en unos días lo que no has logrado en varios años -. Después de esto, Iori se retiró azotando la puerta tras de sí.

                Ahora más que nunca tenía que adelantar su encuentro con el joven castaño. No tenía mucho , sólo tres días... o menos...

                Hacía dos años que no lo veía, le había perdido completamente el rastro cuando abruptamente desistió de seguir buscándolo para pelear. Era algo que se había impuesto a sí mismo ya que cada vez que lo veía tenía un extraño pesar, un sentir que no comprendía... y pensó que con dejarlo de ver, todo eso se disiparía y aclararía su mente, pero entonces esos sueños aparecieron, haciéndolo sentir aún peor por la ausencia de su adversario, era algo insoportable. Pero ahora que estaba obligado a verlo, se daría cuenta si en verdad todos esos pensamientos que lo acosaban eran reales o solamente un capricho pasajero.

                Así que encaminó su rumbo directamente  a buscar a Kyo y al primer lugar que iría sería la mansión  Kusanagi.

* * * *

“Hummm, aahh”

                Un día más comenzaba para el joven Kusanagi que acababa de despertar. Estaba lleno de energía y se veía bastante relajado.

                Tranquilamente se levantó de la cama y la miró por unos instantes pensando en que podría quedarse ahí un rato más, pero enseguida se giró hacia la ventana y viendo que era un día agradable, sería un desperdicio el quedarse más tiempo dormido.

                Salió de su recámara y entró al cuarto de baño. Al poco tiempo, podía oírse caer el agua de la regadera, seguido del vapor de ésta misma.

                Cuando terminó de bañarse y arreglarse, fue directo al comedor para ir a desayunar.

-Muy buenos días, señor.

-Buenos días – contestó animosamente, mientras se sentaba y esperaba a que le  sirvieran - ¿Ya desayunaron mis padres? – preguntó.

-E-e... no, señor – contestó extrañado el sirviente -. Salieron ésta mañana a un viaje importante.

-Ah, es cierto. Se me había olvidado... bueno – se encogió de hombros y se dispuso a comer. Al cabo de un rato y después de haber terminado sus alimentos, qué mejor que hacer digestión con una pequeña caminata.

-Que día más hermoso. El clima es perfecto y me siento muy bien. Nada podría arruinar este día – se decía, hasta que al salir de su casa, vio un auto que se le hizo muy familiar. Y entonces sintió que su buen humor desaparecía y el nerviosismo lo invadía.

-No... puede ser... – murmuró.

                Su cuerpo no respondía y lo único que hizo fue quedarse ahí parado, observando. No sabía que era lo que le pasaba; bien podía ser cualquier otra persona que tuviera un auto igual y solamente le estaba dando demasiada importancia. Así que sin poder contener su curiosidad, trató de ver quien era el conductor, pero el reflejo del sol en el vidrio no lo dejaba. Entonces la puerta del coche se abrió, saliendo de éste una alta figura totalmente inconfundible.

-...Yagami...

                Kyo no lo podía creer, pensó que jamás volvería a ver a Iori, pero no, ahí estaba nuevamente  frente a él. El pelirrojo notó el desconcierto del moreno y su respuesta a ésta reacción, fue una sonrisa que parecía decir: “Si, estoy aquí. No es una ilusión”. Cerró la puerta del vehículo y comenzó a caminar hacia Kyo. Cuando estuvo frente a él, éste dio un paso hacia atrás e Iori avanzó más, quedando a un lado de su rival.

-¿Qué pasa, Kusanagi? Pareciera que acabas de ver a un fantasma, ¿qué no te da gusto verme? – esperó  unos momentos pero no recibió respuesta -. Bien, no tienes que responder. Sólo vine a decirte que nuestro último encuentro será en dos días... y esta vez si será el final – se dio la vuelta para cruzar la calle y fue cuando Kyo reaccionó.

-Espera, Iori...- éste se paró en seco. ¿Lo había llamado Iori? Esto en cierta forma le molestó.

-No intentes explicar nada de lo sucedido anteriormente – le contestó molesto y alzando la voz – No quiero volver a escuchar tus estúpidas invenciones -. Entonces Kyo ya no dijo nada más y dejó que Yagami se marchara.

                El moreno quedó afligido al oír esto. Se quedó pensando en que talvez lo que hizo si fue una estupidez, que hubiera sido mejor haber callado...

(Flash back)

                Parecía que la pelea jamás terminaría. Ya había pasado bastante tiempo y los combatientes de ésta comenzaban a denotar cansancio...

                El joven Kusanagi estaba agotado, pero no sólo físicamente, estaba harto de que a pesar del tiempo y los hechos transcurridos, las dificultades entre él y Yagami no se hayan disipado. Y eso le hacía las cosas más difíciles...

                En uno de los ataques de Iori, Kyo bajó su defensa recibiendo de lleno el golpe, haciéndolo caer pesadamente al suelo. Iori, que también estaba ya bastante lastimado, expresaba inquietud en su mirada, ya que el Kusanagi no se defendió. ¿Acaso se estaba rindiendo?

                El pelirrojo se fue acercando lentamente a su rival hasta quedar a su lado. Kyo giró la cabeza evitando la mirada de éste, pero entonces, sintió como era tomado bruscamente de sus ropas, siendo obligado a dar la cara.

-¡¿Porqué lo hiciste, por qué no evitaste mi ataque?! – el moreno dio un suspiro y se mantenía aún sin dirigirle la mirada. Después de un momento finalmente habló:

-Estoy harto... cansado de ésta situación que no lleva a ningún lado... y también... de seguir con ésta farsa...

-¿Farsa... a qué demonios te refieres?

-Quiero decirte que yo... yo te amo, Iori – dijo con voz trémula.

                Yagami simplemente no esperaba  aquella respuesta, ¿ser amado por Kusanagi?, pensaba, e inmediatamente lo soltó arrojándolo nuevamente al suelo.

-¿Crees que soy estúpido?... Venirme a mí con esas tonterías...

-Pero si yo no te estoy mintiendo

-¡Cállate! ¿Porqué no admites que sólo eres un cobarde y no quieres morir? Jm, amarme a mí... que excusa más absurda!

-Escúchame, Iori – Kyo se levantó.

-¡No, escúchame tú...! – pero el pelirrojo no pudo seguir hablando ya que el moreno lo sujetó fuertemente y lo besó. Iori entonces se movió bruscamente y apartó al Kusanagi de su lado. Éste se mostró abatido por la reacción del pelirrojo y, probablemente lo que seguiría sería su muerte. Pero no pasó nada, Iori ni siquiera se movía, seguía conmocionado por el hecho anterior. Aunque después de unos instantes, pareció reaccionar y Kyo pudo ver en su rostro desprecio y decepción.

-Maldito bastardo... – le dijo, para después darse la vuelta e irse.

(Fin del flash back)

                Qué ingenuo había sido al pensar que las cosas cambiarían a partir de ese momento, pensar que Iori le correspondería. Lo único que logró con eso fue que éste se fuera y lo dejara más solo de lo que ya estaba.

                Al ya no tener la presencia del pelirrojo, Kyo se sintió al principio triste, desolado; pero con el paso del tiempo, supo que ya no valía la pena seguir pensando en eso y que sería mejor continuar su vida normalmente. Y eso hizo, pero lamentablemente para él, Yagami volvió, reviviendo así los amargos recuerdos de su amor no correspondido. Y lo peor es que fue para retarlo nuevamente.

                El joven castaño sonrió amargamente. “Me equivoqué... no es un día perfecto”, pensó. Decidió mejor volver a la casa en vez de caminar.

                Mientras tanto, Yagami iba en su auto pensando en que ahora lo mejor y único que debía hacer, era esperar a que el día llegara.

* * * *

                Pasaron los días rápidamente para Kyo, que estaba sumamente nervioso. No sabía si quería o no ver al pelirrojo, sus ideas estaban revueltas. Y ese no era el único hecho que le molestaba, sino también el que Iori sólo le dijera el día del encuentro, pero no en donde sería ni la hora. Quizá tendría que esperarlo, pero llevando apenas unas horas despierto, ya se le hacía insoportable aguardar más.

                Así que estuvo en esas condiciones durante la mañana, tarde y peor aún, en la noche... y Yagami no se presentaba. Hasta ahí llegó la paciencia del Kusanagi que comenzó a enfadarse y llegó a su mente la idea de que el pelirrojo volvió a jugar y sólo se burló de él.

                Después de tanto tiempo...¿qué más podía esperar?... sigo siendo un ingenuo.

                Al cabo de un rato, decidió mejor irse a descansar. Todo el día estar frente a la ventana del balcón le cansó sobremanera; ni siquiera él supo como pudo aguantar tanto tiempo allí. Se retiró y miró un reloj que se encontraba en una mesita al lado de su cama, eran casi las 2 de la mañana... “Vaya, lo que uno es capaz de hacer”, pensó. Se acercó a su cama e iba a comenzar a quitarse la ropa pero, en un impulso casi inconsciente, volvió la vista hacia la ventana y pudo ver entre las sombras de la noche, una silueta conocida. Un extraño estremecimiento recorrió su cuerpo e inmediatamente fue hacia el balcón para asegurarse de que no estaba imaginando cosas por la desesperación. Entonces se dio cuenta que no estaba viendo visiones, realmente Iori esta ahí. En ese momento pensó en lo desconsiderado que había sido con él por haberlo dejado esperando todo ese tiempo y , sin pensarlo dos veces, salió corriendo al encuentro con Yagami. Éste lo esperaba recargado en la reja de la puerta; Kyo se detuvo cuando estuvo a unos cuantos metros de él.

-¿Cómo te atreves a hacerme esperar tanto tiempo? – fue lo primero que le vino a la mente al Kusanagi.

                Iori miraba al suelo y lo único que hizo, fue reír un poco y separarse de la puerta, dándole la espalda al joven castaño. Entonces emprendió su marcha dejando algo desconcertado a su rival, pero luego éste comprendió y fue tras el pelirrojo.

                Pasó un largo trecho antes de que Kyo reclamara nuevamente por sólo estar caminando.

-Oye, Yagami ¿a dónde me quieres llevar? – pero no recibió respuesta. El moreno hizo una mueca de fastidio y siguió caminando.

                Al cabo de un rato, Iori se detuvo y Kyo que iba tras él distraídamente, chocó con su espalda pero posteriormente dio unos pasos hacia atrás para dar espacio entre ellos dos. Entonces el pelirrojo volviéndose hacia el castaño, le dijo:

-Siento mucho haberte hecho esperar, Kusanagi... pero sabes, hoy cumplo años y, aunque éste hecho me es banal, por primera vez quise darle un significado... que será el recuerdo de tu muerte.

-Pues entonces déjame felicitarte, pero creo que el gusto no te durará mucho – le dijo, refiriéndose a su enfermedad (el riot).

-Jm, aunque tengas razón, disfrutaré al máximo el momento – se puso en guardia – y mantén en tu mente éste lugar pues será tu tumba.

-Eso dices – también tomó su posición.

                No pasó mucho tiempo para que ambos se dispusieran a atacar y hubiera una serie de golpes entre ellos. Los dos peleaban con exaltación y furia, pero éste último sentimiento desbordaba más, querían hacer pagar a su rival por la humillación recibida. Incluso Kyo parecía tener en verdad ganas de matar a su adversario y esto hizo que Iori se sintiera más entusiasmado.

-Veo que ya recuperaste la cordura – dijo el pelirrojo.

-¡Miserable! – el moreno se enfureció aún más con ese comentario. Yagami seguía burlándose de sus sentimientos antes confesados.

                Entonces los ánimos comenzaron a calentarse  y la pelea se volvió más seria y violenta, ahora no sólo golpes, sino fuego también se mezclaba entre ellos, tratando de devorar la energía y el cuerpo del otro. El combate siguió así por un tiempo hasta que Iori notó que el Kusanagi se estaba dejando llevar demasiado por el enojo y sólo atacaba de una manera desesperada y, al no pensar mucho en lo que hacía, el pelirrojo aprovechó para zafarse de sus ataques y aparecer detrás de éste, dándole un zarpazo que cruzó toda su espalda haciéndolo gritar de dolor.

                Kyo cayó al suelo de rodillas; mientras, Iori probó un poco del dulce líquido carmesí que yacía en su mano, al mismo tiempo que observaba al joven castaño levantarse lentamente.

-Vamos, que esto apenas comienza.

-No tienes que decirlo – el Kusanagi se volvió inmediatamente y se lanzó nuevamente a atacar, pero el pelirrojo interceptó su embestida y contraatacó con un golpe en el abdomen del moreno, pero éste se recuperó rápidamente y le dio un puñetazo en el rostro -. No creas que va a ser tan fácil vencerme, Yagami – éste pasó su mano limpiando la poca sangre que salió a causa del golpe y sonrió.

-Eso espero, pues no quisiera volver a escuchar otra de tus excusas para huir.

-¡YA BASTA, YAGAMI! ¡¿Por qué no sólo te dedicas a pelear en vez de seguir molestándome con el pasado?!

-¿Acaso te importa tanto?- dijo sarcástico -.En ese caso hubiera sido mejor no decir nada, ¿no crees?... Ahora pagarás por tu error, así que no esperes compasión alguna de mi parte – Kyo rió por lo bajo.

-Si quisieras matarme por eso, ya lo hubieras hecho aquella vez...

-¿Qué quieres decir?

-Que tu también sientes algo por mi, pues en ese entonces, noté un comportamiento extraño en ti después de que te besé.

-¡No digas idioteces!

-¿Entonces porqué te fuiste?¿Porqué te marchaste, si tanto querías matarme? – Iori comenzaba a enfurecerse cada vez más con cada palabra de su rival y entonces se abalanzó hacia él.

-¡Voy a hacer que te tragues esas palabras!

                El fuego púrpura rodeó todo su cuerpo y empezó a atacar salvajemente a Kyo, éste intentaba defenderse pero la fuerza de su oponente se incrementó bruscamente, haciendo imposible contraatacar. Pronto, fue víctima de múltiples ataques que fueron debilitándolo rápidamente; su sangre fue cubriendo su piel y sus ropas, así como las del pelirrojo, que en esos momentos tenía una mirada llena de rabia, pero por encima de eso, se podía denotar dolor...¿acaso seria una ilusión?. Kyo pensó que si y que nuevamente era torturado por sus emociones.

                Al cabo de un rato, el moreno comenzaba a perder la noción de lo que sucedía y el dolor iba desapareciendo. Pensó que esto era debido a que talvez  estaba muriendo, pero no era así; lo que en realidad sucedía, era que Iori dejó de agredirlo.

                Por un momento hubo calma... pero eso fue interrumpido por un ligero contacto, que provocó una punzada de dolor al Kusanagi, que volvió en si a causa de esto. Lentamente fue abriendo los ojos y se sorprendió al ver que ese contacto fue por la mano de Yagami, que ahora se mantenía en su pecho; pero no sólo eso, también la expresión de él era distinta.

-Io-ri... – lo llamó, pero él no respondía, era como si estuviera en transe.

                Entonces Kyo trató de levantarse, pero no pudo, el dolor era abrumador... hizo otro intento  fracasando nuevamente y, fue cuando el pelirrojo reaccionó volviendo la mirada, antes perdida, hacia el rostro del joven castaño. Éste parpadeó un poco, tratando de mantener los ojos abiertos y, reuniendo toda la fuerza que pudo, levantó un brazo para poder tocar el rostro de su amado verdugo.

-Iori... gracias por terminar con todo esto... por hacer que mi vida tuviera un sentido al tener a alguien a quien amar... aunque... lo único que lamento es que tu no sintieras lo mismo... pero no importa, me conformo con lo que siempre tuve a mi alcance... – la mirada de Iori se mantenía neutra mientras seguía escuchando a Kyo. -... tu sola presencia; eso es lo que me hacía sentir vivo. Por eso cuando te fuiste, sentí que moriría de desesperación, ya que lo que más quería era escuchar tu voz... verte a los ojos... estar a tu lado... – la voz del Kusanagi se iba adelgazando más y perdiendo fluidez, así como también  cayó repentinamente su brazo – estoy feliz... de que mis últimos momentos... sean aquí contigo.... – después de eso ya no dijo más. Sus ojos se cerraron...

                Iori sólo se mantuvo mirando aquel cuerpo que yacía en el suelo. Retiró su mano, dejando ver la herida mortal que causó en su ataque de ira descontrolada. Cerró el puño  y fue cuando finalmente reaccionó emitiendo un  ligero sollozo.

-¿Qué he hecho? – murmuró

                Inclinó la cabeza manteniendo los ojos cerrados y se mantuvo así por un largo tiempo. Pronto un ligero estremecimiento pasó por todo su cuerpo, abrió los ojos y alzó la vista; comenzaba a amanecer. Volvió a inclinarse, pero ésta vez para tomar el cuerpo de Kyo  y cargarlo.

“Cuanto había esperado este momento... cuanto. Todas las noches soñaba con tu sangre, con las súplicas que harías al ver que tu vida acabaría en mis manos...pero ahora que esto es una realidad, siento un profundo arrepentimiento y vacío al ver que realmente no era lo que quería. Siempre me estuve engañando, ocultando mis verdaderos sentimientos con una máscara de odio irracional. Y ahora que es demasiado tarde, me doy cuenta que yo también te amé...”

                El pelirrojo fue alejándose poco a poco del lugar con el cuerpo inerte de Kyo entre sus brazos. Mientras tanto, la mañana se daba paso para comenzar otro día, un día más para Iori... otro 25 de marzo...

- Owari -

Finalizado en Marzo 21, 2003

 

Free Web Hosting