Título: "Blurred Borders (between death and reality...)"
Autora: Pekkochu - pekkochu@yahoo.com.ar
Categoría: Birthday's ShortFic
Resumen: Una visión austera de la vida. Pensamientos inconexos, y voilá: Fic de Pekko ¬¬.
Disclaimer: Kyo Kusanagi - Iori Yagami - The King of Fighters pertenecen a SNK/Playmore/NeoGeo... or whatever. Sólo los uso para divertirme con ellos (?), y no con un fin lucrativo. *Ay, Diox, ¿se ve que nunca hice un disclaimer? -_-'
"Blurred Borders (between death and reality)
Uno, dos... quizá tres. ¿Lo ves? Fíjate, presta atención. Todo es una lenta sucesión que aprendí de memoria. Allí, esa mujer caminará velozmente, de alguna forma sé que va a encontrarse clandestinamente con su amante. ¿No percibes ese brillo ilícito en sus ojos, la manera en que se retuerce para llamar la atención? Ahí va la segunda: una joven de gafas y cabello negro, camina con desesperanza... va a la universidad, y parece aferrar sus libros en un esfuerzo inútil por no arrojarlos al suelo. Aquí, estoy yo. Sé que al terminar el día voy a verte.
Comienzo a caminar, ilusionado. Los recuerdos del día anterior cada vez son más difusos, no comprendo esa sensación que me escuece, que hace que prediga todo lo que sucede. Es un eterno sentimiento de deja vu... el experimentar apenas un fogonazo de "algo" que me cuesta aprehender. La verdad, tengo muy pocos recuerdos frescos, ahora que lo pienso.
La calle se extiende. La gente va atrapada en sus propios mundos, algunos con las cabezas gachas como si no soportaran el peso del cielo azul sobre sus sienes. Tal vez, lo que no pueden enfrentar son sus culpas, lo sé porque yo mismo camino cabizbajo la mayoría de las veces... las lajas del suelo me parecen más sólidas que esa enorme bóveda cercada de nubes. Si algún Dios mora entre esos pliegues celestes, no deseo que me tome en cuenta.
Alzo la cabeza, y sé que es para hallar un retazo de tu persona, desapareciendo por los recodos. ¿Por qué diablos hay tanta gente? Me confundo, y avanzo más rápidamente, no quiero perderte. La muchedumbre se apiña contra los comercios, miran las tiendas donde un horrible sujeto de enorme barriga falsa trata de divertir... sin lograrlo. Veo sus rostros, estúpidamente alumbrados por un momento. ¿Acaso no saben? ¿Que luego de la paz no hay nada? Se contentan con cosas simples, quizá porque son seres que no reclaman, y están signados por su propia ignorancia.
Me asquean. Tú no eres como ellos... tú eres único. Tu mirada es inteligente, conserva destellos de dolor, nada logra conmoverte. Por eso es que te amo. Por eso es que te busco, en este atardecer de invierno.
La gente se arrebuja en sus abrigos, algunas jovencitas hacen muecas delante de una cámara en el negocio de electrónica... otras extienden sus índices y graban palabras y corazones en los cristales transpirados de las vitrinas. Qué raro, no siento frío. Mis pies se mueven solos, dirigiéndose a los rincones, buscándote.
Al fin, te encuentro detrás de una hermosa estatua mutilada. Sonrío tontamente, pensando que eres incólume como ese mármol. Comienza a nevar, pero no percibo ningún estremecimiento. Me detengo, aspiro el aire helado, y noto que hay algo fuera de lugar, pero no tengo idea de lo que puede ser. Busco en mi memoria y veo fragmentos de un combate. Es verano, y me dejo llevar tanto por la intensidad del recuerdo que hasta siento el sol, dejando marcas calientes sobre mis hombros.
Una última estela de llamarada violeta hace hervir el aire, reduciendo a cenizas el borde de los volados que cuelgan del puño de tu camisa blanca. El olor a seda quemada se desvanece rápidamente... Pero el desconcierto quemante en tus ojos me deja paralizado.
Te miro y sé que me cuesta trabajo normalizar mi respiración. Un corte en tu mejilla sangra profusamente, pero no pareces darle demasiada importancia. Vuelvo a ver tus ojos, el fuego detrás de ellos no hace más que vacilar, ¿estás arrepentido? ¿por qué? No te comprendo.
No tengo memoria de nada más.
~****~
Uno, dos, tres.
¿Ves? Esa mujer camina lujuriosamente, va a engañar a su pareja. Conozco al hombre, es un individuo gentil, que divierte a la gente en el centro comercial, disfrazado como Santa Claus. Y aquella otra, aparta de un manotazo los cabellos que caen sobre sus ojos, odia ir a la universidad, camina sin zigzaguear porque no desea encontrarse con el mundo. Yo, en cambio, espero. Estoy ansioso, esperando verte.
Otra vez la navidad. ¿No se cansan de eso? Tendría que apartarme de la parada de autobuses frente al centro de la ciudad, y buscar algún presente para mis amigos. Emprendo la marcha, hasta que te distingo en una de las esquinas. No sé por qué, pero sabía que iba a encontrarte.
Todo está en su sitio. Colegialas sonríen y miran los escaparates, algunas murmuran con aspecto soñador. A mitad de calle está el mendigo que finge ser ciego, más allá está el puesto ambulante de un par de extranjeros que venden adornos de canutillos, en la otra cuadra las vidrieras de una tienda exhiben hermosos colgantes que brillan y titilan como si tuvieran vida propia.
Sin embargo, existe una pieza que no encaja. Te sigo de cerca, los recuerdos de una pelea amenazan con irrumpir en mi mente, pero... cosa extraña, me niego a que afloren. Escapo de esas imaginaciones, temiendo que me destrocen. Tengo que llegar a lo que hay más allá, me digo inconscientemente. Me esfuerzo por distraerme... En la acera de enfrente hay un camino más estrecho, que nunca había visto. Cruzo la calle con prisa, advierto tu silueta delante de mí y continúo los pasos.
Es extraño, pero no tengo memorias pasadas de este sendero. Todo parece ser nuevo. Las flores mustias, el olor a rosas frías, la cantidad de placas y mausoleos. Siempre te creí un tipo excéntrico, Yagami, pero hasta hoy no podía adivinar cuánto lo eres.
Me apoyo sobre un trozo de piedra desprendida. Es un panteón viejo y quizá esté vacío. Te detuviste unos metros más allá, y eso me da ventaja de poder observarte desde lejos. Veo tu perfil orgulloso, inclinado hacia un pedazo de mármol veteado.
La distancia entraña algo más visceral que lo físico. Tu presencia está cercana, deslizo mis ojos por esos rasgos que no necesito palpar para reconocerlos como míos... Es absurdo. Tiré montones de razones por encima de ese sentimiento que siempre flotó entre ambos.
O quizá siempre imaginé su existencia. Quizá yo solo fui el único que continué alimentando ese vínculo, aunque me contradijera una y mil veces.
No habría dado ni un paso para acercarme a ti. No levanté los ojos más que para enviarte miradas escondidas, llenas de indiferencia. Sé que cualquiera que pudiera haberme visto en ese instante se habría ido con la imagen un joven altivo, cruzado de brazos indolentemente, mirándolo todo a través de ojos castaños y fríos. Solamente yo experimento esta pérdida. Algo se ha muerto.
¿Por qué no te dignas a mirarme? ¿Tan poco valgo? ¿Dónde están tus amenazas, tu boca diciendo que me arruinarías para cualquier otro que deseara matarme? No me doy cuenta, pero voy acercándome. Quiero saber qué es lo que hay en ese mármol que sea tan poderoso como para que me ignores.
Es una maldita piedra, pulida en los bordes, tallada con un nombre y una fecha. Me aproximo lentamente, dudando antes de leerla. Te tengo a mi lado, trato de ceñirte con fuerza, pero sólo aferro un cuerpo entumecido cubierto con un abrigo. Intento aspirar tu piel, porque de pronto me pareces increíblemente vivo. Estás cálido, y yo... yo...
La expresión vacía de tus ojos anclados en el suelo me hace apretarte contra mí, y finalmente bajo la vista hacia aquello. Una lápida. Tiene una inscripción garabateada finamente, y un par de flores muertas. Kusanagi K...
No llego a leer el nombre completo. Estallan imágenes, el resplandor de una llama me ciega. Abre mi pecho, siente mi corazón, y caigo, derrotado. Antes de cerrar los ojos, veo tu mirada dislacerada. Sonrío, y estoy en ese cementerio, abrazándote, tocando mis labios con los tuyos en una caricia glacial.
Estoy partiendo. No quiero, pero no puedo hacer nada para evitarlo. No necesito ver lo mismo todos los días. Ahora comprendo qué es lo que no encaja... De a lo lejos, noto que pareces verme por un momento. Abres desmesuradamente los ojos y experimento un sentimiento esquivo, que proviene de ti para mí. Tocas el aire y trato de rozarte con la punta de los dedos, pero mi cuerpo está ingrávido. Una enorme paz me inunda, y la nada me devora.
~****~
Uno, dos, tres.
Dos mujeres caminan, inmersas en sus pensamientos, y yo las miro. La navidad decora las calles de la peatonal.
Comenzó el día, y estoy aquí, esperando verte.
~****~
Owari
KOF pertenece a SNK
"Blurred Borders " es propiedad de Pekkochu
Publicado en Iori x Kyo - The Birthday Series
Diciembre, 2004