Título:
Silver Ring
Autor: Kanashii Tenshi / kanashii_tenshi09@yahoo.com.mx
(cambio de cuenta)
Categoría: Birthday-shortfic / Shounen ai
Publicado: IorixKyo Archive
Resumen: ¿Qué pasa cuando decides pasar un día tan
importante con tu mejor amigo en lugar de la persona a la que amas? Al tratar
de aliviar un poco su soledad, Kyo decide salir con Benimaru, y esto le ayudará
a saber cuales son los verdaderos sentimientos del frío Yagami.
Disclaimers: Iori Yagami, Kyo Kusanagi, Benimaru Nikaido y KOF, son propiedad
de SNK/Playmore/NeoGeo/Eolith or whatever, osea, no son míos.
Warning: Unbeta-ed. Todos los errores corren por mi cuenta.
Silver Ring
El departamento estaba tan solo que podía escuchar el susurro del viento en el exterior. Me levanté de la silla en la que estuve sentado durante horas, simplemente pensando. Pensando y recordando. Me acerqué a la ventana, y fijé la mirada en las suaves plumas de nieve que caían desde el cielo para desvanecerse ante el roce de un suelo cubierto de blanco. Sentía que nada podía distraer mi vista de ese inmaculado color en las aceras. Sin embargo, la débil luz de la luna hizo girar mi rostro hacia el cielo, y repentinamente, el hermoso astro me hizo sentir más solo que nunca. Solo, en un oscuro departamento para dos personas, y en un día que debería agradecer por haber nacido.
Un recuerdo vino a mi mente. Un bar, mis amigos, mi ex~novia...un maldito pelirrojo cantando en medio de un pequeño escenario...Yuki, llorando al ver a Iori besándome descaradamente...y a mí correspondiéndole...hace exactamente un año. Nunca me he arrepentido de haberle dado este inesperado giro a mi vida...sin embargo, ahora siento que necesito la compañía de mis amigos para reconfortarme, para celebrar, para embriagarnos hasta el amanecer.
La luna brillaba en el cielo como en esta noche, el viento helado calaba en los huesos hasta entumecerlos, pero todo lo que podía sentir era a mi hermoso Iori Yagami sobre mi cuerpo, recorriéndolo con sus cálidos labios, acariciando cada rincón, explorándolo, conociéndolo. No me había importado que cada una de las personas que estaban en el bar nos hubiera visto besándonos. Y a decir verdad, sigue teniéndome sin cuidado. Lo único que realmente me importaba es ese momento, era que estaba en su departamento, en su habitación...en su cama, sintiendo la calidez de su cuerpo húmedo de sudor, inhalando el hipnotizante aroma que emanaba de su piel, aferrándome a él para que continuara impeliendo en mi interior, y poder escuchar los gemidos que escapaban de su garganta al sentir que el placer se apoderaba de todo su ser, hasta que finalmente explotó dentro de mí, humedeciéndome con su tibia secreción. Yo también bañé su vientre con mi clímax, sin embargo, no lo disfruté tanto como hubiera deseado, ya que el dolor a veces era más fuerte que el placer. Nunca le he dicho esto a Iori, y tampoco pienso hacerlo en un futuro cercano, pero a menudo me angustia la idea de no poder acostumbrarme nunca, ya que a pesar de que el placer que siento al hacer el amor con él es indescriptible, el dolor sigue haciéndose presente.
Desde esa noche decidí quedarme con Iori y compartir mi vida con él, esperando que hiciera lo mismo, que se entregara como lo hago yo. Fue triste darme cuenta de que esperaba algo imposible de ese Yagami, de que él nunca compartiría todo conmigo, y de que no me haría parte de su vida. La mayor parte del tiempo estoy solo, sin saber lo que hace o sin saber a donde va. Yagami no es de las personas con las que te puedes sentar a entablar una buena (y tranquila) conversación sin alterarse por un simple comentario que no le parezca. No, lo más seguro es que termines en medio de una hoguera púrpura por haber hablado de más. Aún con todo eso, acepté quedarme con él y encargarme de que su soledad se desvaneciera, y al parecer todo salió a la perfección, porque esa soledad se desvaneció, lo abandonó para quedarse conmigo.
Hoy es un día de esos, con la diferencia de que esta mañana Iori me despertó con un beso para decirme que no regresaría en todo el día, porque daría un concierto en el centro de la ciudad. Por un momento esperé que sus ojos escarlata voltearan a verme y me invitaran a ese concierto, pero cuando la puerta se cerró detrás del cuerpo del pelirrojo, me di cuenta de que ni siquiera recordaba que día era. No dije ni una sola palabra, después de todo, nadie me escucharía. Tampoco sabía que hacer, así que me quedé un rato más en la cama, holgazaneando hasta que me aburrí. Después de unas horas decidí levantarle y vestirme, no lo hice por gusto, sino porque la orden de comida china que pedí por teléfono (desde la habitación) estaba a punto de llegar. Pasé toda la tarde viendo aburridos programas de televisión, hasta terminar sentado en una de las sillas del comedor, pensando.
Una imagen cruzó por mi mente. La misma que siempre veo cuando él se va, y que en estos últimos meses no me ha dejado vivir en paz. Iori, completamente desnudo, compartiendo su cama con un par de rubias con enormes atributos físicos y hermoso rostro. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo apartar esa maldita imagen de mi cabeza? Estoy consciente de que un gigante grupo de jovencitas persiguen a Iori en cada concierto, y de que venderían su alma con tal de pasar unos minutos a solas con él, pero ¿Iori será capaz de aceptarlas? ¿de acostarse con alguien más y olvidarse de que yo lo espero en su departamento? "Agr" gruñí sacudiendo violentamente la cabeza para desechar esos pensamientos, negándome ante la idea de saber que Iori es capaz de eso y de mucho más. ¿Acaso sólo soy un entretenimiento pasajero para él? O peor aún ¿por cuánto tiempo más seguirá jugando conmigo antes de desecharme por completo? ¡Maldito!
Me giré para verificar la hora en el pequeño reloj a un lado del comedor, eran las 7:30 de la noche, aún era temprano, y ya que lo pensaba bien, no estaba dispuesto a quedarme ahí esperando a Yagami Me levanté para dirigirme al teléfono, y después de dudarlo unos minutos, marqué el teléfono de Benimaru, estaba seguro de que él sí estaría dispuesto a pasar algunas horas conmigo. Tardó un poco en contestar, y a juzgar por los ruidos y voces que escuché, supuse que estaba muy ocupado. Su voz era un poco entrecortada, si que debía estar ocupado.
"Oi, Kyo, genki ka?" preguntó después de unas risitas, seguramente dirigidas a sus 'invitados'.
"Hai, Beni, me preguntaba si...bueno...¿te gustaría ir a tomar algo? Ya sabes, como en los viejos tiempos" di que sí me dije interiormente.
"Pues, verás Kyo, lo que pasa es que en este momento estoy un poco ocupado, y la verdad..."
"No, no te preocupes, mata ne" concluí algo molesto, ¿cómo es posible que Benimaru prefiera estar con otras personas que conmigo, que he sido su amigo durante años? Estuve a punto de colgar el teléfono, pero la voz de Beni volvió a captar mi atención.
"Matte, Kyo, déjame ver que puedo hacer" dejé de escuchar su voz por unos minutos, hasta que finalmente regresó, "está bien, Kyo-chan, ¿dónde nos vemos?" fruncí el ceño al escucharlo decirme 'Kyo-chan', pero en el fondo me alegraba de saber que no había perdido a mi mejor amigo.
"En el bar de siempre" respondí "dentro de media hora."
"Me parece perfecto, entonces, allá te veo."
Nunca pensé que el ver a Benimaru me hiciera tan feliz, pero así fue. Casi corrí a la habitación para arreglarme un poco el cabello y echarme algo de colonia, no es que quisiera flirtear con Beni, pero no sería mala idea hacerlo con alguna linda adolescente dispuesta a hacer lo que sea por mí, además, no iba a salir en esas fachas ¿verdad?
Tomé las llaves del departamento y salí algo apresurado. Las calles aún estaban repletas de gente a esa hora, los murmullos y el escándalo de los automóviles me hicieron sentir mejor. No era necesario tomar un taxi hasta el bar, ya que estaba a unas cuantas cuadras del departamento, además, necesitaba que el aire frío me ayudara a aclarar mis pensamientos, pero sobre todo, mis sentimientos hacia ese frío pelirrojo que me sedujo hace exactamente un año. Sin embargo, lo único que logré fue justo lo que me temía, confirmar que realmente me había enamorado de Iori. ¡Que tontería! Yo enamorado de un loco que por mucho tiempo quiso matarme. Sonreí al pensarlo, mientras el viento seguía calándose hasta mis huesos.
Las tenues luces de un local me dieron la bienvenida. Entré sin prestar atención a las sonrientes meseras que atendían el lugar, y me dirigí a la mesa más lejana. Volteé para todos lados pero no vi a Beni por ninguna parte, espero que no tarde. Le hice una señal a la mesera que estaba más cerca y le pedí una bebida. No tardó mucho en traer una copita de fino cristal adornada con una pequeña sombrilla que hice a un lado para que no me estorbara. Bebí todo de un solo trago, y antes de que colocara la copa de nuevo en la mesa, un par de manos cálidas se posaron en mis ojos, cubriéndolos por completo. Sentí una respiración silenciosa cerca de mi oído, y luego escuché una voz demasiado familiar, hablándome en un tono sensual.
"Tanjyoubi omedetou, Kyo-chan" y las manos se apartaron para darme una amplia vista de un muy atractivo rubio. Llevaba el cabello suelto, cayéndole en suaves ondas sobre sus hombros, su ropa era un poco provocativa, su camisa desabotonada arrancaba suspiros de mujeres de todas las edades y de uno que otro jovencito, su rostro sin rastros de maquillaje mostraba la delicadeza con la que fueron esculpidas sus facciones. Se veía perfecto.
"Pensé que no lo recordabas" le dije mientas tomaba asiento a mi lado, y le hacía una señal a la misma mesera que me atendió para pedir una bebida.
"Claro que no, pero pensé que estarías muy ocupado con tu Yagami" el tono de su voz era burlón, sobre todo cuando puso demasiado énfasis en la palabra 'muy'. Fruncí el ceño al escuchar el nombre de Iori, y parece que Beni lo notó porque continuó, "¿acaso no está aquí?" preguntó volteando a ver todo el lugar. Fue horrible aceptar que ese comentario me hirió. Sé que esa no era la intención de Benimaru, pero la verdad es que me hizo sentir bastante mal con su pregunta...porque me hizo darme cuenta de que no le interesaba en lo absoluto al pelirrojo, y de que ni siquiera fue capaz de recordar mi cumpleaños para pasar unos minutos conmigo. Nunca le he pedido nada, y nunca he querido nada más de él que un poco de atención...de cariño, pero ni eso pude obtener...ni siquiera cinco minutos para robarle un beso.
"No, Beni, no está aquí...de hecho, no lo he visto desde la mañana" Benimaru se sorprendió mucho al escucharme hablar con tanta tristeza. Levantó un brazo y lo dirigió a mi mejilla, haciéndome una leve caricia.
"No te preocupes, para eso estoy aquí. Ya verás que nos vamos a divertir mucho, Kyo-chan" mis sentidos despertaron en ese momento. Mi mente gritaba '¡peligro, peligro, aléjate de él!', pero no pude obedecerle...y a decir verdad, no quería hacerlo. Sin embargo, cuando las peores imágenes se estaban formando en mi cabeza, Beni apartó su mano de mi mejilla. Ya me estaba acostumbrando a la suavidad de su piel contra la mía, realmente deseaba que siguiera acariciándome con ese gentileza, necesitaba saber que le importaba a alguien.
Poco a poco, nuestros sentidos se fueron nublando conforme el alcohol entraba en nuestras venas, la plática comenzaba a hacerse incoherente, y las manos de Beni se hacían cada vez más distraídas al desviarse de mi pecho hasta mis piernas. Yo evitaba acercarme demasiado a él, pero no me molestaba que él lo hiciera conmigo...después de todo, tenía un olor muy peculiar que me gustaba, y esos rasgos finos me atraían en ese momento. Tal vez fue el mismo alcohol el que me hizo preguntarme como se sentirían esos labios suaves sobre los míos, y esas manos tocando más allá de donde permitía la ropa. Intenté apartar esos pensamientos sacudiendo un poco la cabeza, pero no lo logré, y mucho menos después de lo que Benimaru me dijo.
"Kyo, vamos a mi departamento, ahí la pasaremos mejor" '¡¡¡¿Qué?!!!' exclamé mentalmente. No podía hacer eso, estaba seguro de que Benimaru no quería únicamente tomar unas copas e ir a dormir. Me asusté un poco al imaginarme a Beni tocándome de la misma forma que lo hace Iori, y me alejé un poco de él...sin embargo, la idea era tentadora, además, nadie se enteraría, después de todo, a Iori no le importaría que me acostara con alguien más cuando él mismo lo hace. No me resistí mucho a los encantos de mi amigo rubio, y cuando tomó mi barbilla para levantar un poco mi rostro, perdí el uso de la razón. Sus ojos azules estaban casi cerrados, sus mechones de cabello me hacían cosquillas en las mejillas...y sus labios brillaban por la humedad de la bebida que hasta hace poco estaba disfrutando. Cerré mis ojos, esperando que en cualquier momento sus labios tocaran los míos...pero entonces algo sucedió. Una mano intrusa se posó sobre mi boca, y tiró de mí hacia atrás de una forma muy violenta. Quise voltear para ver al intruso que se interponía entre Beni y yo, pero antes de que pudiera hacer algo, me levantó de la silla y me recargó fuertemente contra su pecho. Esa violencia, esa forma tan posesiva de tomarme, ese calor que emanaba del cuerpo de ese hombre, y la cara de asombro de Benimaru, sólo me hicieron pensar en un nombre: Iori.
Me moví frenéticamente hasta que finalmente el pelirrojo me soltó. Me gustaba la sensación que su aliento tibio provocaba en mi oído, pero me obligué a voltear para enfrentarlo. Su ceño estaba fruncido, y el ojo que no se ocultaba tras esos hilos rojos mostraba una gran furia. No me miraba a mí, su mirada asesina se dirigía insistentemente hacia Benimaru, quien no podía hacer nada más que devolverle la mirada, no de la misma forma, pero sí con la misma insistencia. De hecho, por la pícara sonrisita que se formó en los labios de Beni, podría jurar que se estaba burlando de Iori. Por un momento no entendí nada, no comprendía por que Iori actuaba así, por que seguía siendo tan posesivo...por que a pesar del odio, sus ojos mostraban un destello de ¿desilusión? Estaba a punto de hablar, cuando lo escuché.
"¿Qué diablos haces aquí, Kyo?" su mirada no se apartaba de mi atractivo amigo, parecía querer exterminarlo con eso. Sin embargo, Benimaru no se dejó intimidar por algo tan simple, y antes de que yo respondiera, lo hizo él.
"Nos estamos divirtiendo un poco, ¿o es que olvidaste que hoy es el cumpleaños de Kyo-chan?" el gesto de furia en el rostro de Iori se hizo más notorio al escuchar a Benimaru decirme 'Kyo-chan', pero no le respondió, en lugar de eso desvió su mirada hacia mí. No pude evitar quedarme viéndolo, hoy en especial se veía extremadamente atractivo, la ropa que usaba le quedaba muy ceñida, moldeando perfectamente su cuerpo, marcando uno a uno sus músculos, despidiendo un aire de sensualidad que envolvía a cualquiera que pasara por su lado. Llevaba un abrigo que le llegaba casi a las rodillas, no lo protegía mucho del frío de invierno, pero por lo menos evitaría que muriera de una pulmonía. ¡Maldición! Si tan sólo no fuera tan perfecto y hermoso.
Se acercó a mí y me sujetó fuertemente del brazo, y sin ninguna explicación comenzó a tirar de mí para dirigirse a la salida del bar. Yo no podía permitir que me tratara de esa manera, y me detuve repentinamente, exigiendo una explicación.
"¿Qué crees que estás haciendo?" pregunté algo turbado, no estaba dispuesto a que continuara humillándome frente a Benimaru.
"Nos vamos" fue todo lo que dijo antes de volver a tirar de mi brazo, pero nuevamente se lo impedí, deteniéndome.
"Olvídalo, yo me quedo aquí, creo que tengo derecho de celebrar mi cumpleaños como mejor me plazca ¿ne?" hice una pausa antes de continuar "y quiero celebrarlo aquí, con Benimaru" su mirada se volvió más fría que de costumbre, y eso me dolió en lo más profundo del alma, pero me mantuve firme con mi decisión. Me soltó aventando mi brazo bruscamente, y antes de continuar hacia la salida me dijo:
"Haz lo que quieras" me quedé helado en medio del bar, ¿eso que vi en sus ojos era tristeza? No sabía si correr detrás de él y decir lo que en verdad sentía, o regresar a la mesa con Benimaru y continuar embriagándome hasta perder el sentido. No tuve que pensarlo por mucho tiempo, ya que Iori volteó para dirigirse nuevamente a mí "que te diviertas con tu amigo" lo dijo haciendo una señal de despedida con la mano, acaparando la atención de todos los curiosos que nos rodeaban, y después de eso, salió rápidamente del bar.
Me quedé quieto por unos minutos, su actitud siempre me confunde, y a veces no sé como actuar cuando estoy con él. Durante las noches que compartimos solía ser apasionado, incluso un poco tierno y sutil, nunca me imaginé que podía ver al temible Iori Yagami de esa manera. Sin embargo, había algo en él que nunca cambiaba, y que de hecho, se hizo más fuerte desde que comenzó nuestra relación: su maldito complejo de posesividad. Nunca recibí palabras dulces de su parte, pero tampoco las esperaba porque sabía que no llegarían. A cambio de eso, proclamaba que era más suyo ahora que me poseía en cuerpo y alma, y que no permitiría que alguien más me pusiera las manos encima, porque sólo le pertenecía a él y a nadie más.
No fueron una ni dos veces las que llegué a compartir la misma idea de los fans del KOF, aquella en la que afirman que Iori está loco, excelente peleador y excelente músico y cantante, pero al fin y al cabo, loco. A veces también me sacaba de mis casillas con su actitud evasiva y distante, ¿cuántas veces intenté acercarme a él para que me confiara lo que había en su corazón? Cientos de veces, ¿y qué hacía él? Alejarse y dejarme con la palabra en la boca. Eso realmente llegó a molestarme, pero no podía hacer nada más que soportarlo, después de todo, tenía la esperanza de que algún día Iori se acercara a mí.
Unos brazos largos y fuertes rodearon mi cintura, trayéndome de vuelta a la realidad. El calor del cuerpo de Benimaru en mi espalda se sentía bien, me reconfortaba.
"Vámonos de aquí, Kyo" murmuró sensual en mi oído, enviando ondas eléctricas a lo largo de mi espalda, que luego se expandieron por todo mi cuerpo. Su largo cabello rubio rozaba mi mejilla, su calor me estaba ofuscando hasta el punto de sentirme sofocado, y el dulce perfume que emanaba de su piel me estaba mareando en medio de la tenue iluminación del lugar. Mi mente estaba totalmente en blanco, ni siquiera me di cuenta de cuando recargué mi cabeza en su hombro, ni cuando las manos de Benimaru se deslizaron de mi cintura a mis caderas, moviéndolas suavemente al ritmo de la música. Esa noche, en medio de ese ambiente tan íntimo, cuando la adrenalina y el alcohol corrían frenéticamente por mis venas, deseé más que nunca sentirme amado.
Tomé la mano de Beni y tiré de ella para salir de ese lugar, él no opuso resistencia, simplemente dejó que lo guiara a través del tumulto de gente. El viento helado nos recibió al abrir la puerta, junto con una bella brizna de pétalos blancos que se desvanecían al tocar nuestros rostros. Era un espectáculo hermoso, digno de un cuadro al que yo no tenía tiempo ni ganas de admirar. Me giré hacia Benimaru, y noté que la blanca piel de su rostro estaba pigmentada de un rosa muy tenue debido al frío. Me acerqué y levanté un brazo para rozar su mejilla, mis dedos apenas tocando su piel, mi rostro a centímetros del suyo...
"Lo siento" dije simplemente, evitando acercarme más a él. Beni sonrió de una forma encantadora, y un brillo de comprensión iluminó sus ojos azules.
"Lo sé...lo quieres mucho ¿ne?" su comentario me tomó por sorpresa y bajé la mirada, avergonzado. Por supuesto que no iba a aceptar lo que me decía, pero la verdad es que tampoco podía negarlo, "no te preocupes por mí, sólo quería que la pasaras bien un rato...anda, será mejor que regreses al departamento de ese loco, ya bebiste demasiado" Benimaru, mi siempre comprensivo amigo Benimaru, ¿por qué diablos no me enamoré de alguien como tú en lugar de enamorarme de Iori?
"Gracias" respondí aún más avergonzado, mientras él me envolvía en un abrazo bastante afectuoso. No sabía qué me esperaría en el departamento de Iori, pero estaba dispuesto a enfrentarlo de una vez por todas.
~ * ~ * ~
Ni una sola luz iluminaba el departamento, la gruesa alfombra apagaba el sonido de mis pasos mientras me dirigía a la habitación. Me sentía cansado después de haber caminado por horas, el viento y la nieve habían entumecido todos los huesos y músculos de mi cuerpo, pero necesitaba ese momento de tranquilidad bajo la brizna de la nieve, para aclarar mis pensamientos.
La puerta de la habitación estaba entreabierta, y la luz casi imperceptible de la lámpara me dio de lleno en los ojos en el momento en que entré. El mismo ambiente acogedor me recibió con los brazos abiertos, aquel que creábamos cada vez que nos amábamos sobre esa cama en la que ahora yacía Iori, completamente solo, indefenso...hermoso. Su cuerpo totalmente relajado y extendido sobre frías sábanas de seda blanca, sus ojos cerrados, ocultando el escarlata de sus pupilas, sus labios entreabiertos exigiendo al aire entrar en sus pulmones, su cabello carmesí revuelto, contrastando enormemente con la blancura de las almohadas, su pecho subiendo y bajando en un suave ritmo acompasado. Simplemente sublime.
Caminé hasta la cama y me senté en la orilla. Iori ni siquiera se movió. Me quité la chaqueta que llevaba encima y la lancé al otro lado de la habitación, estaba mojada y fría después de haber estado tanto tiempo bajo la nieve, al igual que lo estaba el resto de mi ropa. Me giré para mirar a Iori dormir, y no pude evitar tocar su mejilla mientras sentía su cálida respiración en mi palma, calmada.
"¿Estás enojado?" pregunté débilmente. No recibí respuesta, pero estoy seguro de que estaba escuchando lo que decía, Iori no es de esas personas que puedan dormir tan tranquilamente sin ser despertadas por el más mínimo ruido. "Sólo quería decirte que...me voy" mi voz se quebró un poco al decir las últimas palabras. Me volteé para que Iori no viera la tristeza que había en mis ojos, claro, si es que dejaba de ignorarme.
"¿Regresarás con él? Me imagino que te habrás divertido mucho ¿ne?" sus palabras me hirieron, pero no estaba dispuesto a mostrarme débil ante él. Sentí que se incorporó en la cama, pero yo no me moví de la posición en la que estaba. "¿Para qué regresaste, Kyo? Te hubieras quedado y nos ahorraríamos esta plática estúpida" continuó.
"Tienes razón, será mejor que me largue de una vez por todas...sólo...sólo vine por algo de ropa" ¡Ah! La excusa más vieja de todas, pero ¿qué podría decirle? ¿qué vengo a tratar de arreglar las cosas entre nosotros? Tonterías, había tomado una decisión y la iba a cumplir. Me largaba, me iba definitivamente del lado de Iori Yagami. Me levanté para ir por un abrigo al clóset, pero la fuerte mano de Iori se cerró alrededor de mi muñeca, tirándome hacia atrás para volver a caer sobre la cama. Esta vez no pude evitar que viera mi rostro entristecido, ni mis ojos que ahora estaban inundados de lágrimas. Traté de levantarme rápidamente, pero Iori había colocado su mano alrededor de mi cuello, no ejercía tanta presión como lo hacía en nuestros tiempos de peleas sin sentido, sólo lo hacía para mantenerme quieto sobre el colchón.
"¿Realmente..." titubeó por unos segundos. Me miraba directamente a los ojos, y por un rato su imagen se hizo borrosa frente a mí, no sabía si era por las lágrimas o por el mareo que en ese momento me invadió. "¿Realmente te gustó estar con él?" terminó la pregunta. Su voz sonaba insegura y un poco...¿dolida?
"Yo...yo no...no estuve con él" respondí. Cerré los ojos fuertemente, un terrible mareo se apoderó de mí durante unos minutos y lo único que quería era quedarme quieto para que las cosas a mi alrededor dejarán de dar vueltas. Sin embargo, logré incorporarme, y una vez más Iori me tiró sobre la cama.
"¿Cómo pretendes salir en este momento?" preguntó muy cerca de mí, su mano había liberado mi cuello y ahora se posaba sobre mi frente en una caricia demasiado gentil. "Estás ardiendo en fiebre" no abrí los ojos cuando me tomó por los hombros para acomodarme en la cama, a su lado, y me cubrió con las sábanas y una frazada. Fue en ese momento que sentí mi cuerpo temblar como una hoja, y lentamente abrí los ojos para encontrarme con unos rubíes mirándome fijamente.
"Iori..." fue todo lo que pude decir, ya que él se volvió a incorporar en la cama.
"Baka, estás totalmente empapado" sentí sus manos recorriendo mi cuerpo mientras se deshacía de mis prendas, una a una fueron a dar al piso sin hacer un solo sonido, primero la camiseta, luego el pantalón, y por último mi ropa interior. Me sentía muy débil para avergonzarme por estar completamente desnudo frente a Iori, y absolutamente feliz al sentir sus brazos rodeándome para que su calor me envolviera. Estaba temblando incontrolablemente, pero sus brazos alrededor de mí, y el suave ritmo de su corazón en mi mejilla me tranquilizaba. Una de sus manos me acariciaba lentamente el cabello, y la otra se encargaba de no dejarme ir, aunque en realidad no pretendía hacerlo. Un par de lágrimas volvieron a escapar de mis ojos, y no pude reprimir un suspiro que había tenido atrapado en mi garganta desde hace unos minutos. De pronto, una idea cruzó por mi mente.
"Hazme el amor" le dije tímidamente. Era de esperarse que su reacción fuera de sorpresa, pero al poco rato sentí que su expresión se tornaba en una sonrisa de satisfacción. No me respondió con palabras, pero sí con un profundo beso en los labios que me quitó el aliento por unos minutos.
"Estás enfermo y hueles a alcohol" me dijo en un susurro.
"Por favor" rogué, sí, rogué. Volvió a besarme mientras una de sus manos subía lentamente por mi pecho, su mano completamente extendida sobre mi piel. Se detuvo justo a la altura de mis pezones, sus dedos torturaron primero uno, pellizcándolo, exprimiéndolo, provocando que un gemido abandonara mis labios aún atrapados en los suyos, luego hizo lo mismo con el otro, y continuó su camino por mi cuello hasta posarse en mi nuca, donde apretó para que el beso fuera más profundo.
Su cálido aliento en mi oído envió electricidad por todo mi cuerpo, y su lengua húmeda y fría me hizo estremecer. Mi cuerpo temblaba aún más, pero ahora sentía que el placer lo llenaba poco a poco, oleadas de calor comenzaban a envolverme, nublando más mis sentidos medio dormidos, todo a mi alrededor estaba borroso, pero no importaba porque aún así podía sentir cada una de las caricias de Iori, sus labios en mi cuello, lamiendo, y de vez en cuando mordiendo, sus manos en mi espalda, recorriéndola de arriba abajo, rasguñando...su excitación golpeando mis muslos, piel suave envolviendo una gran firmeza.
Me empujó levemente para que quedara de espaldas en la cama, yo no opuse resistencia cuando se colocó sobre mis caderas, justo sobre mi entrepierna. Gemí al no poder resistir el toque de su piel en esa zona tan sensible, él se dio cuenta y empezó a moverse en forma circular, aumentando esa delirante sensación en ambos cuerpos. Se inclinó un poco para besarme en los labios, su lengua acariciaba la mía con tal frenesí, que temí acabar asfixiado antes de poder decirle 'te quiero'. Sus manos frotaban insistentemente mis costados, de arriba abajo, lentamente, delineando mis músculos uno por uno, grabando la sensación de mi piel en sus manos.
Se alejó de mi boca para recorrer el largo de mi cuello con su lengua, eché la cabeza hacia atrás, contra las almohadas, para darle más espacio donde besar. Siguió bajando hasta mi pecho, y sus labios no tardaron en envolver mis pezones, los mordió, los lamió, y los dejó brillantes por su saliva, al igual que el camino que había recorrido para llegar hasta ellos. Mis dedos se enredaron en los finos hilos de su cabello, jalándolos cuando tocaba algún punto sensible y el placer se extendía más allá de lo que podía soportar. El pequeño hueco en mi abdomen fue invadido por su lengua, arrancándome otro gemido que sonó como al nombre de mi amante. Mientras besaba mi abdomen, sus manos acariciaron mis muslos, para luego separarlos lentamente. Yo dejé que los guiara a mis costados y que se acomodara entre mis piernas. Levantó la vista hacia mi rostro, y lo que pude ver en su mirada me impactó. Nunca había sido tan clara la mezcla de deseo y amor en sus ojos, pero ahí estaba esa débil chispa, destellando sus sentimientos hacia mí. Hubiera deseado seguir contemplándolo así, pero el muy cretino volvió a inclinarse hacia mí, tomándome de lleno con su boca...bueno, después de todo no es tan cretino, ¿ne? Mis gemidos no se hicieron esperar y pronto llenaron la habitación, mis manos volvieron a aferrarse al cabello rojo, obligándolo a tomarme aún más, imponiéndole un ritmo al tiempo que movía mis caderas contra su boca. Su lengua me acariciaba desde la base hasta la punta, sus dientes apretaban ligeramente de vez en cuando, sus manos frotaban mis muslos para mantenerlos quietos a los lados...¡Cielos! Deseaba tanto ver ese rostro tan perfecto ahora oculto tras los mechones escarlata...pero temía que la más mínima distracción rompiera el encanto del momento. Sin embargo, todo se detuvo durante unos minutos, Iori se incorporó y volvió a dirigirme una de esas miradas con las que me volví loco por él. Se recostó suavemente sobre mí y me besó con ternura, permitiéndome probar mi propio sabor.
Sin dejar de besarme me puso de lado, y fue resbalando poco a poco por mi espalda hasta quedar colocado detrás de mí. Me estremecí cuando me di cuenta de sus intenciones, pero más aún cuando sentí su miembro pulsante cerca de mi entrada. Una de sus manos se posó sobre mi muslo, y fue subiendo muy lentamente por mi cadera y mi cintura, para luego rodearme hasta quedar colocada totalmente extendida sobre mi abdomen, sintiendo mis músculos tensarse bajo su toque. El roce de sus labios contra los míos cesó, y comenzaron un recorrido desde mi mandíbula hasta mi cuello, deteniéndose un momento en mi clavícula y después lamiendo mi hombro. Coloqué mi mano sobre la suya, que aún descansaba en mi vientre, y entrelacé mis dedos con los suyos.
Un dolor en la parte baja de mi cuerpo me hizo saber que Iori intentaba entrar en mí. No me avisó y yo no me lo esperaba. Aparté la mano que tenía sobre la de Iori y la levanté hasta colocarla detrás de su nuca, por sobre mi hombro, y giré mi rostro para poder besarlo en los labios. Su abrazo se intensificó aún más, apretando mi vientre con su mano, amoldándome a las curvas de su cuerpo en mi espalda, haciendo más presión para ganar un mayor acceso dentro de mí. La posición en la que estábamos era ciertamente cómoda, yaciendo los dos de costado sobre el suave colchón de una cama, con Iori detrás de mi cuerpo, besándome un hombro y lamiéndome el oído, su brazo envolviéndome para acariciar mi pecho, mientras escuchaba esos gemidos que tanto me excitaban, pero...una resistencia que encontró en mi interior me hizo gritar, no de placer, sino de dolor. Me quejé repetidas veces, ese bendito dolor me estaba torturando, traté inconscientemente de huir, de alejarme de aquel cuerpo que tanto adoraba, pero no podía hacerlo, no quería que mi pelirrojo pensara que lo estaba rechazando. Resistí todo lo que pude, intenté que mis quejidos se ahogaran en mi garganta, pero no lo logré.
"I...Iori" lo llamé débilmente.
"Te duele" dijo secamente, no lo preguntaba, lo afirmaba. Su comentario me sorprendió, no pensaba que él lo hubiera notado, pero así fue, parece conocerme mejor de lo que me imaginaba. "¿Por qué demonios no dijiste nada, Kyo?."
"Yo..."
"No me alejaré por eso." Estaba completamente estupefacto por sus palabras, pero aún más por sus acciones. Besó mi oído mientras salía lentamente de mí, dejando un vacío que, a pesar de todo, exigía ser llenado, mi cuerpo lo exigía. Coloqué rápidamente mi mano en su cadera, evitando que se alejara más de mí.
"No tienes por que hacer eso" le dije algo titubeante, mi cuerpo temblaba por la sensación de placer que aún lo recorría. "Quiero sentirte...¿no dices que soy solamente tuyo? Entonces demuéstramelo una vez más...olvida el dolor, olvida todo lo que nos rodea, sólo...sólo hazme el amor de la forma que tú sabes hacerlo" giré mi rostro hacia un lado para poder mirar sus ojos, y fue la mirada más hermosa que haya visto en el rostro de Iori, tierna, amable, sorprendida, incluso sus mejillas estaban un poco sonrojadas.
"Te voy a lastimar, baka...y no quiero ha..." no terminó de decir la frase. Con un solo movimiento eché mi cuerpo hacia atrás, permitiéndole entrar de lleno. Grité tanto como mi garganta me lo permitió, creo que desperté al vecindario completo. Iori me rodeó por la cintura con sus brazos, y me apretó contra él, gemía incontrolablemente en mi oído. Olvidé el dolor, el coraje de hacía unas horas, y la fiebre que tenía, y dejé que hiciera conmigo lo que quisiera, entregándome por completo a él, como siempre...no, más que nunca.
Su cuerpo se incorporó en la cama, y con eso arrastró al mío sin salir de mi interior. Quedé sentado sobre él, la presión que ejercía era indescriptiblemente excitante, placentera. Arqueó mi cuerpo hacia delante para entrar aún más, gimió al sentir lo apretado y caliente que estaba. Yo levanté un brazo y me aferré a su hombro, mis uñas se enterraron ligeramente en su piel, pero no le importó. Sus labios recorrían mi nuca, lamiendo, mordiendo, succionando, sus manos me acariciaban el pecho, recorriéndolo lentamente. Mi miembro pulsaba, exigía atención, Iori lo notó y bajó una de sus manos y la dirigió directamente ahí, tomándome sin titubeos, moviéndola para hacerme sentir algo más que dolor. Mi espalda golpeaba contra su pecho, gotas de sudor salado cubrían nuestros cuerpos, haciéndolos cada vez más pegajosos, resbaladizos. Iori me mordía el cuello, el oído y los hombros, y sus uñas se clavaban en mi pecho. Sus movimientos eran cada vez más rápidos, y pronto los míos alcanzaron su ritmo, con cada embestida ambos gemíamos, y en unos segundos, la habitación quedo llena de sonidos incitantes y del aroma del placer.
Sentí que mi interior se humedecía con el clímax de Iori, sus labios formaron el sonido mudo de un último gemido, y yo deseé aún más darle el placer de verme tener un orgasmo en sus manos. No tardó mucho la espera, ya que Iori no detuvo ni un momento su atención de mi excitación, y en pocos minutos, la extraña sensación que tenía bajo mi vientre desapareció para dar paso al más exquisito placer mientras mi cuerpo se vaciaba en las manos de mi pelirrojo.
Quedé exhausto, mi vista se nubló y me dejé caer flácido sobre el cuerpo de Iori, mi cabeza recargada en su hombro. Ambos estábamos jadeando, su cabello húmedo cubría parte de su cara, su mirada lucía preocupada cuando sus ojos se posaron en mi rostro. Me abrazó por los hombros y me hizo rodar hacia un costado hasta quedar recostado en la cama, y gemí una última vez al sentirlo salir de mi cuerpo. Apenas y reconocía las sombras de los objetos a mi alrededor, y mis labios secos exigían un poco de agua. Me giró una vez más para que mi espalda quedara contra el colchón, sentí que mis mejillas y mi frente ardían, él pasó su mano sobre mi rostro y se acercó a mí para besarme en los labios, un amable y tierno beso que no podía hacerme ningún daño, su lengua lamía el interior de mi boca, refrescándola, reconfortándome.
"Descansa" me dijo al separarse de mí, su voz era más suave de lo que hubiera imaginado. Sentí que se deslizaba a mi lado y me envolvía en un abrazo, pegándome a su cuerpo de una forma demasiado protectora. Lo último que alcancé a percibir fue un susurro de Iori en mi oído que no alcancé a comprender.
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Desperté un poco sobresaltado, no recordaba muy bien donde estaba o lo que había hecho la noche anterior, y la cabeza me estaba matando de dolor. Todo regresó a la normalidad cuando un quejido a mi lado me hizo voltear. Un hermoso pelirrojo desnudo yacía sobre las sábanas revueltas, descansando tranquilamente, como si nada a su alrededor importara. Cuando me giré para tocar su rostro, noté que nuestras manos estaban entrelazas. ¿Cuánto tiempo habremos permanecido así? No lo sé. De pronto, todas las imágenes volvieron a mi mente, Iori observándome con una expresión de deseo, Iori tratándome amablemente...Iori haciéndome el amor. Levanté su mano, sus dedos aún entrelazados con los míos. Estaba a punto de besarla cuando noté algo extraño en uno de mis dedos. Un fino anillo de plata lo adornaba, las incrustaciones de brillantes se refractaban en un sin fin de colores al chocar contra la poca luz que entraba por la ventana. Al fijarme bien, me di cuenta de que era idéntico al de Iori. Entonces comprendí. Iori no se había olvidado de mi cumpleaños, simplemente no sabe o no le gusta expresar sus sentimientos...así el él, aparentando ser frío, pero al final de cuentas, sabe amar. Me acerqué a él y lo besé sin despertarlo.
"Te amo" le susurré, y me volví a acostar para seguir durmiendo, aún me sentía mal y creo que todavía tenía fiebre. Me abracé a él y recargué mi cabeza contra su pecho, y en un momento me quedé dormido.
El joven de cabello castaño dormía placidamente, sintiendo el calor del pelirrojo a su lado, ya ni siquiera percibió la otra voz diciendo "yo también, Kyo."
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The End
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NOTAS: Este fic es el producto de la inspiración que me causó un doujinshi que se me hizo muy bueno (y del cual no recuerdo el nombre). La historia no es precisamente la misma, pero tomé uno que otro elemento de la historia que me gustó. Este es mi primer intento de lemon, aunque creo que sigue estando bastante leve, pero espero que les guste.