Título: Reach me with your voice
Autora: Deraka - kazama_girl@hotmail.com
Pareja: IorixKyo
Categoría: Birthday fic
Publicado: Iori x Kyo, The Birthday Series
Disclaimer: Esta claro que Kyo no me pertenece ¡es propiedad absoluta de Iori! Muahahahahaha……… (en todo caso el único personaje que me pertenece es el tal Takato y el resto de compañeros de banda de Iori :P)
Resumen: En el día del cumpleaños de Iori, este recibirá una sorpresa de parte de la última persona que jamás se hubiese esperado
Betareading: MiauNeko ^^ -


Reach Me With Your Voice

Si había algo que Iori Yagami odiaba eran las prisas, la precipitación… el desorden. Y lo que reinaba en esa habitación en esos momentos era el caos más absoluto, el desorden más puro, la mayor de las locuras.

Miró hastiado desde su cómoda posición en su silla los ires y venires de tantas y tantas personas, en sus caras lucían rictus de desesperación y agobio y algunas estallaban en gritos al mínimo choque que tenían con otro, intercambiándose algún insulto antes de sumirse de nuevo en el frenesí de los preparativos.

¿Por qué estresarse tanto?, se preguntaba el pelirrojo. ¿Todo por un estúpido concierto? ¡Si habían dado ya miles! Y en todos y cada uno de ellos sus compañeros se temían que ocurriría la peor de las desgracias para decir al remate de éste que había sido su mejor actuación y que había sido una tontería preocuparse. Iori sabía perfectamente que aquella sería una actuación de tantas otras y que no había razón alguna para preocuparse, pero sus compañeros de banda no hacían más que azuzarle para que terminase de prepararse, puliera sus temas e hiciese con ellos las pruebas de sonido…

Reprimió un leve suspiro de aburrimiento y se metió las manos en el bolsillo de la cazadora extrayendo un paquete de cigarrillos, algunos operadores que pasaban se le quedaban mirando con cara de odio al verle fumar con tanta parsimonia, como si la cosa no fuese con él y simplemente se tratara de un mero espectador que no tenía ningún peso en el acontecimiento. Y a fin de cuentas si todo el mundo estaba en esa situación era única y exclusivamente por él.

Ese día, el grupo de Iori tendría un concierto especial para un número reducido de personas donde interpretarían sus mejores temas en honor al vocalista y guitarra del grupo que ese día estaba de cumpleaños. Los fans llevaban meses esperándolo, los encargados llevaban meses preparándolo. Y a Iori sencillamente le daba igual todo eso.

Dándole otra calada a su cigarro dejó que su vista vagara hasta la pared del cuarto donde colgaba un calendario con el día de hoy señalado en rojo: 25 de marzo, el cumpleaños de Iori, el día del gran concierto… ¿realmente le importaba? Es más ¿realmente le había llegado a importar alguna vez?

Para la mayoría de la gente podría decirse que su cumpleaños era una fecha más que recordada y en ocasiones esperada, pero para Iori nunca había traído nada bueno más que el paso de otro año en su vida en el cual su familia le presionaba más con la idea de su venganza, su padre le recordaba lo inútil que resultaba para la familia y Kyo Kusanagi acentuaba aun más su sonrisa burlona y su actitud altanera en los combates. En ningún momento el joven Yagami se había preocupado por señalar esa fecha en su calendario, ni había esperado que tampoco nadie lo hiciese y ya no digamos que le hiciese ningún regalo o celebración; pero ese año su productora había querido aprovechar el tirón para sacar aun más dinero a costa de la imagen del pelirrojo y su grupo. Aquello comenzaba a agobiar.

“La mayoría de los que están aquí ni siquiera recuerdan el verdadero motivo de la fecha del concierto”, pensó “Y apuesto lo que sea a que les da exactamente igual… psé, como a mí”. Y es que a estas alturas de la vida el pelirrojo había acabado convenciéndose de que su existencia en este mundo no le importaba seriamente a nadie más que a él mismo…

***

Kyo Kusanagi llevaba más de dos horas esperando en las puertas de entrada de la sala de conciertos, con el frío viento azotándole la cara obligándole a apartarse constantemente el flequillo de delante de los ojos y a arrebujarse más en su fina cazadora blanca. En todo ese tiempo, su mano no había soltado ni un instante la entrada al concierto más esperado de su vida y el cual en breves podría estar disfrutando. Miró la fecha en su reloj digital y una leve sonrisa adornó su rostro: era el 25 de marzo.

Hacía poco más de tres meses, Kyo había acompañado a su antaño novia y ahora amiga, Yuki, a una tienda de discos en una aburrida tarde de sábado. Lo cierto es que su fuerte no era la música y nunca había mostrado mucho interés en un grupo o género en concreto, así que mientras la chica buscaba ávida entre los estantes el disco de vaya usted a saber qué cantante, el castaño curioseaba por la tienda sin fijarse especialmente en nada.

Pero fue en ese momento en el que algo llamó su atención poderosamente: una voz profunda y masculina cantaba una hermosa canción acompañada únicamente de los magistrales acordes de una guitarra acústica. Kyo agudizó el oído ante la canción que se escuchaba por el hilo musical totalmente embelesado, enamorado de esa voz que casi parecía tocarle haciendo que se le pusiese la carne de gallina… ¿quién era ese cantante?, ¿cómo es que no había reparado antes en él? Necesitaba saber de quién se trataba; rápidamente se acercó al mostrador y preguntó al dependiente.

-Disculpe, ¿de quién es la canción que está sonando ahora?

-¡Ah! ¿Ésta? Se titula “fire” y es de un grupo reciente que está ganando puestos muy rápidamente, su fama se está extendiendo por todo...

-Sí, pero ¿de quién se trata? ¿Quién está cantando?- preguntó Kyo impaciente.

-Te gusta ¿eh? Son los “Fallen angels”- el hombre salió del mostrador y se dirigió a uno de los estantes, tomó un disco y se lo tendió al muchacho.- Éste es su disco debut, como ya te dije se está vendiendo muy bien…

Pero Kyo no lo escuchaba, sus ojos almendrados se ensancharon en señal de sorpresa y miró al dependiente como quien mira a alguien que cree le está gastando una broma.

-¿E-estos son los “Fallen angels”?

-Sí, así es.

-¿Quien cantaba esa canción antes era…?

-Este de aquí, el de en medio.

-¿E-este?, ¿Está seguro?- el dependiente lo miró sin comprender.

-Sí, claro que sí.

Kyo no podía creérselo, no podía siquiera llegar a imaginar que de todas las personas del mundo aquella que poseía la voz más embriagadora que jamás escuchara fuera él.

-Yagami…

-Sí, así se llama el vocalista.- corroboró el dependiente innecesariamente, Kyo sabía perfectamente quién era el vocalista de aquel grupo, por mucho que su mente se negase a creerlo del todo supo que sólo había una forma de saberlo… y por nada del mundo ignoraría la acuciante necesidad de volver a escuchar esa voz de nuevo.

-Er… ¿Cuánto dijo que costaba?

En el momento en que puso a funcionar el disco y su habitación se llenó con la sensual voz del que había sido su mayor rival durante años sintió algo flaquear en su interior, una sensación nueva que le traía paz. Para él era casi impensable que alguien como Iori Yagami pudiese poseer alguna otra característica que no fuese su fuerza bruta, su falta de piedad o su risa sicótica. Pero nada de ello se adivinaba en aquellas canciones sino todo lo contrario, a lo largo de ese disco Kyo sintió que podía conocer un poco mejor a Iori: que en realidad todo lo que mostraba en sus combates era tan sólo una fachada, una imagen que se forjó para el torneo de lucha, una máscara que Kyo nunca se atrevió a negar como auténtica, cuando en realidad era todo menos eso.

Iori mostraba una gran pasión en su voz, profundidad e increíblemente dulzura, sosiego; algo que lo dejó totalmente confundido. Sentía que esa voz penetraba en su alma y lo dejaba desnudo ante el pelirrojo. Casi sin darse cuenta la imagen que tenía de Iori comenzó a cambiar, y poco a poco fue cayendo bajo el influjo de ese “nuevo Yagami”, inconscientemente se “enamoró” de lo que esa voz le cantaba y le mostraba. Y por mucho que difirieran una y otra personalidad ambas convivían en la misma persona. Y casi sin reparar en ello, Kyo cedió su corazón a su mayor enemigo…

***

Un violento estornudo sacó a Kyo de su mundo de recuerdos y ensoñaciones. Miró nerviosamente las puertas todavía cerradas de la sala de conciertos, ya quedaba menos para que les dejasen pasar a todos y poder disfrutar de la maravillosa voz en directo de su eterno rival. El joven Kusanagi estaba hecho un manojo de nervios, sentía que iba a caer desmayado ante el primer rasgueo de guitarra que proviniese de los largos dedos de Yagami, ¿desde cuándo se había sentido así de débil y manejado por sus emociones? En realidad nunca se había imaginado a sí mismo en esa situación, pero parecía que su dureza y confianza en combate iban a traer un desarme total en cuanto a sentimientos. Más de una vez el castaño se sorprendía preguntándose a sí mismo cuándo había comenzado a aflorar ese pensamiento en él; y lo más importante: ¿Cómo podría albergar siquiera la esperanza de ser, algún día, correspondido?

-Ya queda menos para que empiece- se repitió en alto insuflándose valor.- Ya queda menos…

***

-¡Iori!, ¡Hey, Iori! ¿Estás preparado? Vamos a empezar con el ensayo general.

El pelirrojo se vio obligado a dejar de lado su pereza y falta de entusiasmo para acudir a la llamada del batería y hacer frente al resto de sus nerviosos compañeros. El bajista, un chaval talentoso, pero joven y alocado estaba que se tiraba de los pelos como cada ensayo que precedía alguna actuación y no dudó en descargar sus nervios con el líder de su grupo.

-Vaya vaya, el gran Iori Yagami se digna al fin a honrarnos con su presencia en los ensayos generales. ¿Sabes cuánto tiempo llevamos ensayando si ti?

-Supongo que el tiempo de ensayo es directamente proporcional a la escasez de cualidades de la persona, ¿no crees Takato? – Iori se regocijó en la expresión iracunda que adoptó el muchacho ante el comentario. Era tan fácil sacarlo de quicio… y tan tremendamente divertido.

-¡Kuso! ¿Te crees muy bueno no?

-No me lo creo, lo soy.

-Basta chicos basta…- atajó el calmado batería. – Será mejor que dejemos los piques para después de la actuación, Takato ¿no eras tú el que más prisa tenías por ensayar?

-¿Eh?- Takato parpadeó varias veces- ¡¡Ah!! ¡Es cierto, el ensayo! ¿Cuánto tiempo nos queda? ¡¡Todos a trabajar!!

El agobio que tenía encima el muchacho arrancó una leve sonrisa al pelirrojo, sabía que tanta histeria era innecesaria y que todo saldría bien. A fin de cuentas lo tenían a él como líder ¿no?

***

Mientras Iori comprobaba nuevamente cuán bueno era tocando la guitarra (aun en ensayos) Kyo se abría paso a codazo limpio entre la masa de fans tratando de llegar al sitio más cercano al escenario. Había venido solo (de ninguna manera aceptaría que Benimaru le acompañase, se pasaría todo el concierto más pendiente de las chicas de las gradas que de los chicos del escenario. Y qué decir de Yabuki, cuya cultura musical era aun peor que la del propio Kyo) lo cual le facilitaba bastante el colarse entre la gente que solía moverse en grupos compactos de varias personas. Y de ese modo alcanzó las vallas que cercaban el escenario antes incluso de lo que esperaba. El ambiente a su alrededor era festivo y emocionante. Claramente se divisaban más chicas que chicos y muchas de ellas llevaban entre sus brazos algún paquete, flores o regalo que pensaban entregarle a Iori al finalizar el concierto.

Kyo metió una mano en su bolsillo y palpó el pequeño paquete que ahí había, asegurándose con alivio de que no se le había caído ni estropeado en ningún momento, también él tenía un pequeño presente para su rival/ídolo y más aun que eso: tenía todo un detallado plan de cómo asegurarse de que llegase a sus manos de la mejor forma posible…

En ese momento las luces bajaron de intensidad hasta casi sumergir el lugar en total oscuridad, de aquí y allí se oyeron gritos y muchas voces de “¡Ya empieza!, ¡Ya empieza!” que delataban una gran emoción contenida.

Kyo se contaba perfectamente entre esa masa cuyo corazón había dado un vuelco al sentir que los focos que apuntaban al escenario se encendían y los primeros acordes de prueba se dejaban oír por los potentes baffles. Apretó los puños con fuerza y sintió que en su cara se dibujaba una estúpida sonrisa de emoción al distinguir algunas siluetas colocándose en su puesto. Concretamente una era la que atraía toda su atención: ¿Cómo no reconocer aquella sombra semiperfilada en penumbras? ¿Cómo no distinguir a la perfección cada uno de sus movimientos? A fin de cuentas se había pasado estudiando a su enemigo (fisonomía, movimientos, ataques…) durante años, y se sentía orgulloso de ver que aquello había servido para algo más que para sus peleas.

Las primeras notas de uno de sus conocidos temas comenzaron a oírse ahora claramente, los gritos eufóricos aumentaron y algunas comenzaron ya a batir palmas. Poco a poco, los haces de luces que bañaban el escenario se detuvieron uno a uno en cada miembro del grupo, dejando la figura central para el final, que sólo se iluminó cuando su voz comenzó a escucharse.

Kyo sintió su estómago encogerse: ¡Era él!, ¡era Iori! Tan cerca de él que distinguía perfectamente hasta las venas que se marcaban en su cuello cuando subía el tono. Las manos comenzaron a temblarle y se sintió presa de un sentimiento hasta ahora desconocido en presencia del pelirrojo, nunca había experimentado esa emoción al verlo aparecer (y eso que sus apariciones eran a cual más espectacular), generalmente el hecho de tener que encararse con él suponía para el Kusanagi un soberano fastidio; pero ese día… ese día no podía caber en sí de alegría al ser consciente de que podía contarse entre las pocas personas (pocas para ser un concierto, claro) que podía disfrutar de la voz de su pelirrojo. Lo tenía todo para él, sus movimientos, su voz… todo suyo. O al menos así lo sentía Kyo.

Cuando la canción terminó, la multitud prorrumpió en aplausos y gritos hacia el grupo, y en particular hacia Iori, y Kyo se vio de nuevo arrastrado por la emoción aplaudiendo hasta que le dolieron las manos y observando a Yagami con los ojos brillantes de admiración.

-¡Hola a todos!- la voz masculina de Iori amplificada por los micros le puso la piel de gallina.- Gracias por acompañarnos en este día tan especial en el que esperamos que lo paséis tan bien escuchándonos como nosotros tocando.- Aplausos y gritos de afirmación- Poneos cómodos porque esto va para rato- “Para mí desgracia” pensaba el pelirrojo mientras soltaba casi de carrerilla todo el discurso que le habían obligado a dar a los fans antes de empezar el concierto.- ¿Estáis preparados? Pues ¡vamos allá!

Se formó un silencio expectante en el que cada presente trataba de imaginar cuál sería el tema de apertura. Iori cerró los ojos y sonrió llevando sus manos a la guitarra y comenzando a rasguear las cuerdas produciendo unos acordes que no tardaron ni medio segundo en ser identificados por los fans más acérrimos.

Kyo supo inmediatamente qué canción tocarían y casi inconscientemente se unió a los coros que miles de chicas le hacían ya a la voz de Iori, haciendo que toda la sala de conciertos gritara a pleno pulmón la letra de la canción (con mayor o menor desafine).

Tenía que reconocer que, por mucho que le incomodase tener a todas esas chicas de catorce años gritando su nombre como si le fuera la vida en ello, el hecho de sentirse así de arropado por el público en directo no podía compararse con cualquier otra cosa. Sabía que cantar durante horas en directo sin descanso y con esa intensidad era un reto, pero ¡hey!, era Iori Yagami, ¡adoraba los retos! Podía sentir su adrenalina subiendo, su voz rascando en la garganta por las continuas subidas de tono, sus manos casi quemar con el roce furioso y enérgico contra las cuerdas de su guitarra provocando un ritmo mejor que en cualquier ensayo. El sudor perlando su rostro y haciendo que algunos de sus mechones rojizos se pegasen a su frente enmarcando sus ojos del mismo color. Los focos moviéndose por todo el lugar y yendo a parar casi siempre en su figura, la luz resbalando por su cuerpo haciendo que cada movimiento se acentuara más en su cuerpo. Sabía que estaba dándolo todo por esa multitud, y en esos momentos se sentía en su salsa, no quería que eso terminase. No quería tener que bajar del escenario y enfrentarse como cada año al hecho de que era 25 de marzo, de que era su cumpleaños y de que a nadie le importaba sinceramente si esa fecha le traía más tristeza que alegría, más soledad que satisfacción. A ninguna de sus fans le hubiese gustado saber que ese Iori tan perfecto que conocían (o creían conocer) tan bien fuese en realidad un monstruo presa de una maldición, vengativo y misántropo que pasaba las noches sin más compañía que la de la luna y en ocasiones con la única preocupación que la de batirse en duelo con cierta persona…

Cierta persona que en ese momento se hallaba entre el público observando embelesado todo el derroche de talento que mostraba el pelirrojo, se veía incapaz de apartar la vista de él y notaba su pulso irracionalmente acelerado. También Iori parecía estar disfrutando de ese concierto, podía adivinarlo perfectamente en esa expresión de complicidad que se dibujaba en su rostro y que a veces contemplaba después de haber tenido que dejar en tablas un combate harto interesante con Kyo. En realidad había tantos detalles del pelirrojo en los que nunca había reparado, tantos pequeños detalles que le hacían especial en su conjunto. Hasta que no había aprendido a mirarlo con otros ojos, Kyo no había podido ser consciente de lo cautivador que podía llegar a ser el joven Yagami, nunca se lo había planteado ¿por qué ahora?, ¿por qué sentía que se estaba enamorando cada vez más de Iori y no se molestaba en hacer nada por impedirlo...?

Sus ojos del color de la sangre se paseaban por el mar de manos y cabezas que tenían puesta su atención en él, el pelirrojo los miraba a todos desde su elevado puesto sin fijarse apenas en ningún mortal de entre el público, envuelto en su propia nube… hasta que una energía de sobra conocida atrajo su atención. Sintió nítidamente su presencia cercana, acechante. Como si se tratase de un imán, su atención se vio fija en un punto cercano al escenario, un par de ojos color ébano lo miraban con un brillo especial, uno que nunca antes había distinguido en esos ojos que tantas veces habían destilado odio y rencor al verlo. Pronto reconoció los rasgos de la persona que tenía delante, piel bronceada, cabello castaño, mirada penetrante. Iori no podía creerse lo que veía.

“¡K-kusanagi!”

El corazón de Kyo dio un vuelco al notar fija la mirada de Iori en él. Sabía que había detectado su presencia y lo había descubierto de modo que era inútil intentar ocultarse ahora entre el público. “¡Maldita sea!, ahora se preguntará que diablos hago rodeado de chiquillas y comiéndomelo con los ojos”. Trató de aparentar algo más de serenidad que las personas que estaban a su alrededor y evitó mirarlo directamente a los ojos, pero era más que obvio que esa patética actuación no engañaría al astuto vocalista. Iori por su parte no pudo evitar en un principio la expresión de incredulidad que se había dibujado en su rostro pero ahora volvía a sonreír sin aparente razón, no dejando entrever ningún tipo de emoción: ni alegría, ni fastidio, ni odio… nada. Continuó profesionalmente con su concierto, aunque a partir de entonces Kyo notó en más de una ocasión como esos ojos de un color tan particular se fijaban en él curiosamente en alguna parte especialmente “sugerente” de alguna canción.

***

Tres horas más tarde, y después de sufrir el asedio de montones de chicas que se empeñaban en querer darle su regalo a Iori, el grupo ingresó de nuevo en los camerinos con todos sus miembros satisfechos del trabajo realizado.

-¡¡Somos los mejores!!- vitoreaba un alegre Takato mientras se quitaba la camiseta sudorosa.- ¡Esto hay que celebrarlo!

-Eh, pequeño saltamontes, no te embales que tú aún no tienes edad para beber. - El teclista le revolvió el pelo burlándose de él y provocando que al segundo se oyeran sus protestas.

-Aun así, creo que el mocoso tiene razón y que deberíamos celebrarlo. ¿Qué dices Iori, vamos a tomar algo?

-No me apetece - se negó el pelirrojo.- ¿Por qué no vais vosotros?

-¿¿Eh?? – se quejó de nuevo Takato- ¡Pero si a fin de cuentas es tu cumpleaños! Venga, ven…

Como toda respuesta Iori se dio la vuelta dirigiéndose a la ducha y respondiendo con voz más arisca de lo normal.

-He dicho que no… y no me gustaría tener que rechazar la invitación de forma más… drástica.

>¡BLAM!<

Dicho esto, salió dando un portazo, dejando al resto de sus compañeros sin una sola idea de lo que le podía haber pasado.

El agua tibia resbalaba por su piel provocándole una sensación relajante y placentera, nada mejor que una buena ducha después de haber tenido un duro concierto que había traído consigo más de una sorpresa como el encontrarse a su peor enemigo entre el público con una expresión totalmente diferente a la que conocía.

Por muchas vueltas que le daba, Iori no conseguía encontrar sentido a la presencia de Kusanagi en su concierto, ¿habría ido para retarle de nuevo a uno de sus combates? La sola idea había hecho sonreír al pelirrojo, pues él jamás rechazaba un combate contra Kyo, pero algo le decía que no se trataba de eso sino de algo bien distinto, había una extraña expresión en su cara que no había visto antes (y si de algo podía jactarse el pelirrojo era de conocer cada expresión de su rival) y que le había dejado por un momento descolocado. ¿Qué significaba ese brillo especial en los marrones ojos del muchacho? ¿Cómo es que no le había quitado ojo durante todo el concierto, tan pendiente de sus movimientos por el escenario? ¿Se trataba de uno de sus nuevos trucos para conseguir inquietar al pelirrojo? Porque de ser así lo había conseguido por completo.

Iori apoyó la húmeda cabeza en la pared si dejar de darle vueltas al asunto y enfadado consigo mismo por ello. A fin de cuentas se suponía que ya había pasado por aquella época tan confusa y que todas las ideas que había tenido habían desaparecido. ¿Pero entonces?

Su mente vagó varios años en el pasado, concretamente al primer encuentro que había tenido con el castaño:

Recordó la primera impresión que la imagen de Kyo le había dado: un muchacho risueño, petulante, tirando a poca cosa y de dudosas habilidades contrastaba con la figura imponente de Yagami, cuyos ojos ya de por sí destilaban odio y deseos de venganza. Iori sonrió con suficiencia creyéndose ya campeón de la batalla, si la familia Kusanagi no tenía a nadie más capacitado que ese criajo no le echaba ni tres años más de duración al clan. ¡¿Un simple estudiante de instituto contra él, el gran Iori Yagami?!

Y cual no había sido su sorpresa cuando al comenzar el combate Kyo había dejado de lado toda actitud conciliadora para dar rienda suelta a sus potentes llamas anaranjadas poniendo contra las cuerdas a Iori en más de una ocasión. ¡Parecía impensable que ese chaval albergase tanto potencial en su interior!, estaba claro que era un más que digno sucesor y heredero para el clan Kusanagi, y el hecho de que Kyofuese tan consciente de su poder no hizo más que irritar al pelirrojo sobremanera y hacer que sus ansias de matarlo aumentasen.

Y así, con cada encuentro Iori odiaba más a Kyo, a sus progresos y a la chulería que éste poseía en cada movimiento o comentario, sin duda era un digno rival para él cuya obsesión enfermiza le cegaba en ocasiones dejándolo a merced del castaño que con más paciencia sabía aprovechar cada descuido de su enemigo. Iori tenía que reconocer sus cualidades, y tenía que reconocer que a pesar de todo se lo pasaba bien luchando contra él. Y poco a poco también tuvo que reconocer que su vida se volvía más aburrida y monótona si no luchaba contra el Kusanagi con una cierta frecuencia, y tuvo que admitir que hubo un momento en que no paraba de preocuparse porque Kyo se hubiese aburrido de sus batallas y que por eso lo seguía en secreto día tras día llegando a conocerlo en su ambiente de amistades y relaciones privadas de una forma que jamás hubiera pensado que lo conocería. Más adelante tuvo que admitir que sentía celos de cualquiera que se atreviese a retarlo o a tratarlo con una rivalidad semejante a la suya, y se vio obligado a aceptarlo como de “su propiedad”. Continuó admitiendo muchas cosas, una tras otra; hasta que un día, con asombro se vio obligado a reconocer que ya no deseaba ver a Kusanagi muerto, tendido en un charco de sangre, sino que lo deseaba de otra forma bien distinta: tendido sí, pero sobre su cama; yaciente, también, pero en actitud sumisa y entregada a él. Quería a Kusanagi en cuerpo y también en alma, ya no era cuestión de orgullo, de venganza o de simple diversión a la hora de luchar. Él quería poseerlo en todo su conjunto. ¡Maldita sea, quería a Kusanagi!, lo… ¡lo amaba!

El grifo de la ducha se cerró violentamente y Iori salió de la ducha sacudiéndose las ideas del pasado de la cabeza. Le había costado mucho tiempo el tratar de apartar esos deseos de su mente, cuando cada vez que luchaba contra Kyo en uno de sus combates quería, en lugar de golpearlo, acariciarlo; en lugar de rasgarle la ropa a base de golpes y zarpazos, deslizarla suave y lentamente por sus contornos hasta deshacerse de ella; cuando quería en lugar de herirlo, cuidarlo y calmarlo; y cuando en lugar de provocar su ira con sus comentarios sarcásticos quería hacerle temblar de emoción a base de tiernas palabras de amor que tantas veces habían brotado de su mente. Kyo no lo sabía, pero casi la mayoría de canciones que había escrito trataban sobre él, las había compuesto pensando en él, y en si alguna vez se daría cuenta de ello. Y ahora, lo había tenido delante en sus conciertos, mirándolo intensamente como hace tiempo había deseado, escuchando cada declaración dirigida a él en forma de canción. Mirándolo de hito en hito cuando Iori recalcaba alguna parte especial de alguno de sus temas que iba dirigido explícitamente al joven del clan del sol. ¿Por qué demonios había tardado tanto en darse cuenta de ello? Estaba claro que le gustaba verlo sufrir, agonizar de pasión por él. Maldito Kyo Kusanagi, cuando pensaba que lo había superado ahí estaba de nuevo esa acuciante necesidad que lo cegaba tanto como la ira en sus combates.

Terminó de ponerse sus pantalones vaqueros y aún con el pecho descubierto y el pelo húmedo tomó un cigarrillo, lo encendió y le dio una profunda calada tratando de poner en orden sus pensamientos. Estaba claro que no se dejaría caer en las redes del muchacho, no de nuevo.

Aunque casi podría decirse que su presencia en el concierto había sido un buen regalo de cumpleaños, eso bien merecía una canción ¿no? Sí, un nuevo tema compuesto en uno de sus delirios con su mente dejándose inundar por las facciones del castaño…

Tomó su fiel guitarra entre sus manos, con un cuidado y dulzura que parecía imposible en él, cerró los ojos y al instante sus dedos comenzaron a vagar por las cuerdas tratando de arrancar una nueva melodía, inédita, que de nuevo iría dirigida a Kyo sin éste saberlo. “Mejor así” se dijo Iori “no quiero ni imaginarme lo que se hincharía su ego si llegase a enterase de ello”. Más acordes, alguna nota que no encajaba, nota que de inmediato era sustituida por otra que le iba más al tema, posibles esbozos de la letra que se mezclaban con sus sensaciones reales, posibles dedicatorias, dedicatorias que nunca haría; y algo que de golpe lo llevó a la realidad…

Sus manos se detuvieron y la melodía cesó; Iori abrió los ojos y dirigió una mirada desconfiada a la puerta del camerino. ¿Habían sido imaginaciones suyas o de nuevo volvía a sentir esa presencia? Con sumo cuidado depositó su guitarra en la funda y caminó hacia la puerta, el sonido de sus pasos descalzos sobre la moqueta apenas se oía; sigiloso igualmente posó su mano en el pomo de la puerta y a continuación con un movimiento brusco la abrió de golpe.

A Kyo le faltó tiempo para reprimir una exclamación cuando, tras haber burlado a los guardias de los camerinos y haber conseguido llegar hasta la misma puerta de la estancia de Yagami sin ser detectado por nadie, ésta se abriera de golpe rebelando la imponente presencia del cantante pelirrojo.

-Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? – el sarcasmo se adornaba en su voz -. Sabía que algunas fans podían llegar a estos extremos pero... ¿tú, Kusanagi? ¿Vienes a retarme o a pedirme un autógrafo?

El castaño se vio incapaz de formular ninguna réplica contra él. Se había quedado sin argumentos al verlo aparecer frente a él, con el torso desnudo y esa cara de arrogancia que ahora no se le antojaba sino seductora, y más aun con esas pequeñas gotas de agua resbalando desde su pelo por su cara y su cuello de una forma que invitaba a beberlas de la propia piel del Yagami.

Se escandalizó sólo de pensar en eso, pero ya no podía seguir negando la atracción que sentía por el pelirrojo; a fin de cuentas era eso lo que le había impulsado a llegar tan lejos, y ahora no había vuelta atrás.

De modo que ignorando la ácida pregunta de Iori le respondió de forma suave y aparentemente calmada.

-Tocas muy bien la guitarra.- Ante esto el pelirrojo alzó una ceja.

-¿Me has estado escuchando?

-Sí… ¿era un tema nuevo?, ¿estabas componiendo algo?

Iori recordó el tema en el que se centraba su canción y no pudo evitar el sentirse “incómodo” al tener al causante de ella preguntándole.

-Sólo estaba practicando - respondió como quitándole importancia.

-Pues aun practicando lo haces de maravilla. – Las palabras de Kyo vinieron acompañadas de una leve sonrisa que no sólo sorprendió al pelirrojo, sino también a sí mismo. Al instante siguiente notó unas manos robustas cerniéndose en torno a su cuello de manera ruda y casi con intención de estrangularlo, sus ojos se ensancharon de impresión y sintió el dolor al ser estampado contra la pared de la habitación mientras la cara de Iori lucía esa expresión de ira que tan bien conocía.

-Qu-qué demonios...Yagami- resolló el moreno.

-Tú no eres Kusanagi.- habló su rival.- ¿Crees que él me diría una tontería así? ¡¿Qué pretendes suplantándole?!

¡Con que era eso! Ciertamente tenía motivos para preocuparse, sonrió para sí mismo Kyo, a fin de cuentas en todos sus años de enemistad nunca se habían dirigido tales elogios y tan abiertamente.

-¿Quieres… que te lo demuestre?

Antes de que Iori pudiese reaccionar una llama anaranjada se encendió en la mano del otro muchacho y se dirigió hacia su estómago, le faltó tiempo al pelirrojo de esquivar su ataque y frenarlo con su propio puño envuelto en llamas púrpura.

-¡Je! ¿Me crees ahora?- sonrió Kyo petulante mientras recobraba el aliento. Iori lo miró aún con desconfianza.

-De modo que has venido expresamente para retarme a un combate… no me puedo negar a eso.

-¡Espera!- Kyo se adelantó antes de que Iori sacara conclusiones precipitadas. – No estoy aquí por eso, ni mucho menos.

-¿Y entonces por qué?

-…. - el joven no contestó en seguida, bajó la cabeza con cierto aire de timidez que no hizo sino confundir aun más al Yagami.

-¡Habla!- rugió enfadado controlándose para no volver de nuevo a acorralarlo contra la pared.

Kyo suspiró, ya se lo había dicho así que ahora se veía obligado a continuar hasta el final. Sacó valor interiormente y metió su mano en el bolsillo de la chaqueta, extrayendo un pequeño paquete que le tendió al asombrado pelirrojo.

-Toma, es para ti. Hoy es tu cumpleaños, ¿no?

Iori miró alternativamente a él y al paquetito, con clara incredulidad reflejada en sus facciones.

-¿Me estás diciendo que ése es mi regalo?- preguntó aún si poder creérselo.

-Así es.- A Kyo se le escapó otra sonrisa que desarmó por completo al pelirrojo. Ése era el primer regalo en ¿cuánto tiempo? Quizás nunca había recibido nada por su cumpleaños más que dolor y sufrimiento; y el hecho de que ese día, su propio rival a muerte estuviese tendiéndole, con esa sonrisa, el pequeño paquete se le antojaba demasiado surrealista.

Iori lo cogió aún con cierta desconfianza, lo observó en todos los ángulos y comenzó a deshacer el lazo con delicadeza pero con ansias de ver qué era lo que Kusanagi le había regalado. Abrió la pequeña cajita y se encontró con…

-¿Te gusta? - preguntó Kyo algo nervioso al no percibir ningún tipo de ilusión en el pelirrojo.- Es una de las mejores, o al menos eso me dijo el dependiente de la tienda donde la compré. Fue muy amable, porque yo no tenía ni idea de nada, pero pensé que te haría ilusión. No tienes por qué usarla si no quieres, casi parece más decorativa que otra cosa, porque pedí que le hicieran un grabado… mmmm… si no te gusta o algo puedes tirarla.

Kyo era consciente de la verborrea nerviosa que estaba soltando, pero se veía incapaz de parar ahora, deseaba poder oír algún tipo de opinión de Iori sobre su regalo.

Iori, por su parte observaba sorprendido gratamente su regalo: la púa llevaba grabada sus iniciales en caligrafía de oro, y sin duda era de buena calidad. Sin decir ni una palabra se apartó del muchacho y se dirigió hasta donde tenía su guitarra eléctrica, la cogió y comenzó a tocar algunos acordes que dejaron helado a Kyo por la magistral forma de arrancar esas notas del instrumento. Cuando terminó de comprobar cuán bueno era su regalo levantó la vista hacia el nervioso muchacho y sonrió satisfecho.

-Tienes razón, es de buena calidad.- El castaño suspiró aliviado. No esperaba que le diese las gracias, pero por lo menos sabía que su presente no le había incomodado.

-Me alegro – sonrió abiertamente ante el chico pelirrojo provocándole oleadas de esa conocida sensación. Se vio obligado a bajar la vista y concentrar su atención en la guitarra haciéndole a Kyo una pequeña muestra de sus habilidades con la nueva púa; pero casi de inmediato lo dejó por su más querida acústica y casi sin darse cuenta comenzó a tocar una de las primeras canciones que había compuesto por Kyo.

-¡Ah!- interrumpió el moreno.- Ésa es “fire” ¿verdad?- Iori levantó la vista asombrado.–No la cantasteis en el concierto, es una pena porque era una de las que más ganas tenía de escuchar, fue la primera canción que escuché de tu disco.

Iori lo miró largamente haciendo que se sintiese incómodo, y luego pronunció esas palabras que tantas veces se había visto pronunciando en sueños.

-¿Quieres que… la toque para ti?- sin esperar respuesta comenzó a cantar.

Kyo notó un apretón en el pecho cuando oyó esas palabras, tan impensables en Iori. ¡Le estaba cantando una canción especialmente para él! Era más de lo que había imaginado. Escuchar las palabras de Iori en persona y sólo para él, con esa canción que tantos recuerdos le traía…

Sus manos vagaban por las cuerdas, trazando un camino de notas musicales que conformaban esa canción, su voz simulando estar rota era un acompañamiento perfecto para el ambiente íntimo que se estaba viviendo en la estancia, Iori guitarra en mano envuelto en su música, y Kyo de pie frente a él embargado por la emoción y un sentimiento más poderoso que ésta. Era tal la sensación de irrealidad que cuando la canción terminó y tanto la voz como la guitarra de Iori quedaron silenciadas ambos sintieron que acababan de despertar de un sueño, un maravilloso sueño.

Iori levantó la vista y se encontró con un par de ojos color ébano que lo miraban intensamente con un deseo mudo reflejado en sus pupilas. Depositó suavemente de nuevo la guitarra y se levantó, dirigiéndose al muchacho. Kyo se sobresaltó por la decisión que destilaban esos ojos semejantes a rubíes y no pudo evitar dar un par de pasos atrás, no podía negar que la figura de su rival le imponía, siempre lo había hecho. Sintió que era arrinconado en la pared, Iori apoyó un brazo recargándose en ésta y habló con su voz profunda y masculina.

-Kusanagi… ¿por qué has venido?

-¿Q-que por qué?- Kyo lo miró vacilante.- Bueno… me gusta tu música y hoy es tu cumpleaños y…

-Ahórrate las excusas Kyo. – El muchacho se estremeció al oír su nombre de pila por primera vez pronunciado por esos labios carnosos e incitantes.- No voy a permitir que me dejes hacerme ilusiones de nuevo ¿está claro?- Kyo lo miró sin comprender.- Y tampoco dejaré que te marches de aquí sin haberte dado las gracias por tu regalo.

Kyo miró anonadado al pelirrojo cuando este tomó su chaqueta y se la sacó con fiereza, cuando pasó una de sus manos por su camisa acariciando su espalda, arañándola, provocándole mil escalofríos. Cuando tomó su cara con una mano e hizo que ambos quedasen frente a frente, y cuando esa misma mano vagó hasta su nuca atrayéndolo sin remedio hacia él hasta que sus labios fueron capturados por los de Iori, besándolo con una pasión que llevaba tiempo contenida.

Sintió que por un momento su corazón dejó de latir para después bombear a toda velocidad, le recorrió un escalofrío cuando sintió una lengua deslizarse hasta su boca enredándola con la suya en una intensa batalla. Y se abandonó a esa boca intoxicante, a esos brazos robustos, a esa presencia que era Iori Yagami. Sus brazos vagaron por su pecho desnudo, acariciándolo con deseo mientas correspondía intensamente al beso del pelirrojo.

Cuando ambos se separaron para buscar de un poco de aire, Iori bajó hasta su cuello besándolo y lamiéndolo e incluso dándole un pequeño mordisco que arrancó un gemido de aprobación por parte del castaño, sintió que aquellos jadeos de esa dulce voz se le antojaban como música para sus oídos. Que podría vivir escuchando esa voz día y noche y que ella era la clave para volver a escribir mil canciones sobre ellos, pero esta vez con un final distinto.

-Ah… Iori…- el muchacho cerró los ojos abandonándose al placer que le brindaban- Yo te… te…

En esos momentos Iori levantó la vista y quedaron de nuevo cara a cara, Kyo notó el rubor acumulándose en sus mejillas y un escalofrío al notar la tersa mano de Iori acariciar su rostro, apartando sus mechones castaños, como momentos antes había acariciado las cuerdas de su guitarra: con tacto, con delicadeza. Con dulzura.

-Yo también… Kyo.

Y los dos adivinaron las palabras del otro, y no se vieron necesitados de completar sus frases porque los dos sabían, quizás antes de ese momento, que el deseo había estado presente quizás incluso más que el odio. Iori terminó de quitar la camisa a Kyo y ambos pechos desnudos se fundieron en un abrazo prodigándose caricias y dedicación mutua.

Kyo echó la cabeza hacia atrás dejando que el pelirrojo siguiera con sus sendero de besos.

-Mmm... Iori, puedo… ¿puedo pedirte un favor?- el pelirrojo enarcó las cejas asombrado.- ¿Me… me darás tu autógrafo?

Ante esto, una grave carcajada brotó de la garganta del pelirrojo que, tras volver a besarlo le respondió:

-Por supuesto Kyo… dejaré mi firma grabada en tu piel…

El castaño sonrió en los brazos de su amante y pronunció casi en un susurro.

-Feliz cumpleaños…

-OWARI-

Notas:
¡Ufffff! ¡Al fin lo he terminado! No me había resultado tan difícil terminar un fic desde hace mucho tiempo! Y aún así no acaba de convencerme el resultado, creo que es de los peores que he escrito (será que no funciono bien con la presión de tener que escribir un fic para una fecha en concreto u_u). Aún así quería hacerle un fic de cumpleaños a mi querido Iori (*_*) y lo he conseguido! Omedetou Iori-kun!!!! ^O^.

Por cierto, el nombre del grupo del Iori (Fallen Angels) y el tema que canta (fire) son invenciones mías (lo digo para nadie se mate en internet buscando bajarse la canción XD). Lamentablemente no he conseguido averiguar el nombre de su grupo (si alguien lo sabe con certeza ¡¡por favor, que me lo diga!!)

Muchas gracias a MiauNeko por su paciencia y su segunda oportunidad, y gracias a ti por leerlo hasta el final ^^. Tanto yo como mi cuenta de correo estamos abiertas a cualquier tipo de comentario sea bueno o malo así que ¡animaos!

Besos y ¡VIVA EL IORIxKYO!

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