Título: Untitled
Autor:
Artemis
- artemiskoi@iespana.es


(Untitled)

Yagami Iori, último heredero del clan Yagami, uno de los clanes más temidos de todo Japón.

Kusanagi Kyo, heredero del clan Kusanagi, clan poderoso y respetado en Japón.

Ambos se encontraban frente a frente sobre la tarima de lucha del King of Fighters, ambos mirándose fijamente, una fina capa de sudor cubriendo sus rostros, pequeñas heridas recubriendo sus cuerpos, quemaduras visibles en sus ropas, golpes en todo su ser. Sus respiraciones eran aceleradas después de media hora de combate intenso, ninguno de los dos dispuesto a rendirse frente al otro.

Quien ganase llegaría a la final y se enfrentaría con el grupo que ya había luchado y llegado a la Final: el Hero Team.

Ambos adversarios estaban tomando unos segundos de respiro, intentando regular sus respiraciones.

- ¿Impaciente por luchar contra As? – preguntó Kyo entre jadeos intentando mostrar el tono burlón y manteniendo su posición defensiva.

- ¿Quién? – respondió Iori sin saber que decía ahora el Kusanagi

- Never mind – dijo Kyo haciendo un gesto de desinterés con su mano y luego se lanzaba a atacar de nuevo, llamas anaranjadas ardiendo ferozmente en sus manos.

La lucha continuó y los espectadores del torneo estaban encantados, los gritos se extendían por toda la tribuna, todos gritando a la vez, sin poderse entender ninguna palabra, sólo parecía un largo e intenso grito.

Ash Crimson observaba la pelea a pocos metros de la tarima, era increíble la velocidad que estaban tomando esos dos, ya no llegaba a distinguir quien era el que daba el puñetazo y cual la patada, claro que en parte era porque también usaban fuego, por eso no lo veía bien, sino hubiera el fuego él sí lo vería: él era un gran luchador.

Un fuerte golpe y Kyo salió de la tarima, yendo a caer justo encima de Ash, llevándoselo con él al suelo.

- K'so – dijo Kyo al levantarse y yendo de nuevo hacia la tarima con sólo un par de saltos.

- Ash, ¿estás bien? – preguntó uno de los compañeros de Ash mientras le tendía una mano para que se levantara y este la aceptaba, irguiéndose y sacudiendo sus ropas nuevas del polvo que había. Evitó un grito al encontrarse con que había manchas de sangre en ella, ¡ese Kusanagi lo había manchado!

- ¡Venga Yagami! ¿Eso es todo lo que puedes hacer? – se burló Kyo al volver a estar encima de la tarima encarando al pelirrojo, su voz era desdeñosa, pero la verdad era que ese golpe le estaba doliendo demasiado, quizá habría alguna costilla rota. Pero ahora no era momento de preocuparse por eso, era hora de luchar, y de darle a Yagami lo que merecía.

- Te mostraré lo que puedo hacer... – oyó como susurraba Yagami entre dientes y justo después lo vio lanzarse directamente hacia él, las llamas púrpuras ardían feroces en sus manos.

- Perdona guapa, ¿tienes fuego? – Ash sintió una mano en su hombro empujándolo levemente para que se girase un poco, cerró sus puños con fuerza (intentando no malograr sus uñas) ¿cómo se atrevían a confundirlo con una chica? Se volteó, molesto y dispuesto a darle un escarmiento a quien fuera el que se había atrevido a llamarlo mujer.

Se encontró con un tipo completamente vestido de negro, esas ropas se le hacían familiares, muy pasadas de moda, pero familiares... Oh, claro, eran ropas de ninja, sólo que el tipo llevaba la cara descubierta y lo miraba con una sonrisa divertida. Sus ojos estaban delineados y eso hacia que resaltasen aun más aunque fueran negros. Ash hizo una mueca de desagrado al ver el estado del cabello del tipo, completamente desordenado, revuelto, como si un huracán le hubiera pasado por la cabeza. Ash instintivamente se tocó su cabello, arreglando también su cinta.

- Claro – dijo en tono burlón, dispuesto a asustar al hortera frente a él. Alzó una mano de pronto y las llamas verdosas aparecieron.

Para su sorpresa y disgusto el tipo frente a él ni se asustó ni sorprendió, simplemente cogió un cigarrillo arrugado que tenía en la mano poniéndolo en sus labios y se acercó al fuego, absorbiendo para que el cigarrillo prendiera.

- Gracias – dijo el tipo sonriéndole y empezó a buscar entre sus ropas sacando una tarjeta pequeña y más arrugada incluso que el cigarrillo – Toma – dijo sonriente dándole la tarjeta. Ash la cogió con las yemas de sus dedos pensando en lo asquerosa que se veía la tarjeta y también pensando en que diablos era y para qué se la había dado – Aquí está mi número de teléfono por si te interesa salir algún día de copas preciosa – Ash abrió los ojos sorprendido, ¿¡Como diablos se atrevía!? Iba a responderle cuando vio tres sombras caer tras el tipo frente a él.

- Hiroshi... – dijo una voz amenazante. Ash vio que eran tres ninjas más, pero estos estaban con el rostro cubierto.

- Hiroshi, sabes que no debemos estar aquí – dijo otro de los tres ninjas, en voz mucho más amable y comprensiva – No molestes a los luchadores – Hiroshi iba a protestar pero los otros dos ninjas (el primero que había hablado y el que aun no había dicho nada) lo cogieron, uno por cada brazo y lo levantaron, llevándoselo.

- ¡Llámame cuando quieras! – gritó el tipo mientras se lo llevaban. El otro ninja estaba frente a él y se sacó la parte que cubría su rostro, mostrando una cara amable, hermosa y tranquila, ojos azules y cabello dorado.

- Espero que mi amigo no le haya molestado mucho – dijo el ninja rubio cortésmente. Ash parpadeo y sonrió.

- No importa – bueno, al menos este otro iba con el cabello arreglado y era amable.

- Es usted muy amable... – dijo el rubio inclinándose y Ash sonrió para sí – señorita. – acabó el rubio y se fue hacia donde estaban sus compañeros dejando a Ash de nuevo con los puños apretados ¡maldición!

En la tarima Kyo estaba intentando alejarse de las llamas púrpura de Yagami, cada vez se le hacía más difícil, además tenía un corte en su frente y la sangre había caído sobre su ojo derecho y por mucho que intentara limpiárselo la sangre seguía cayendo, además de que sus ropas ya estaban completamente manchadas del líquido rojo.

Sabía que Yagami no debía estar mucho mejor, pero al menos el pelirrojo podía usar los dos ojos, ¡maldición! Esta se la devolvería.

En uno de los pasillos de entrada estaban los cuatro ninjas, uno de ellos rodando por el suelo, riendo tanto como sus pulmones soportaban, ahogándose prácticamente.

- Habe-habe-habeis... – no pudo seguir, la risa no cesaba mientras seguía rodando por el suelo.

- Sí, Hiroshi, sí. Hemos visto la cara de idiota que ha puesto – respondió Alex intentando que su tono sonara duro, pero la verdad es que no podía evitar una sonrisa divertida en sus labios. – Pero no deberías hacer eso con los luchadores – apuntó, aunque ella creía que realmente había hecho bastante bien. – Y tu, Shikai, encima vas y le sigues el juego – dijo intentando mostrarse molesta, pero no había manera, aunque sí estaba algo sorprendida con el ninja rubio.

- Gomen nasai, Alex – susurró el aludido – Pero no pude evitarlo, supongo... que Hiroshi me contagió – se intentó explicar mientras con una sonrisa se encogía de hombros.

- Ese tipo... – susurró Kaiji mirando hacia donde estaba Ash, el cual estaba quemando en ese momento la tarjeta que Hiroshi le había dado. Todos callaron al oír la fría voz del ninja aunque Hiroshi no podía controlarse mucho y dejaba ir alguna que otra carcajada - ... realmente parece una mujer – acabó Kaiji con voz que casi, casi, parecía sorprendida y eso provocó que Hiroshi perdiera el sentido de tanto reír y Alex y Shikai no se aguantaran más y estallaran en risas también.

En este punto Kyo ya casi no veía nada, sabía que había podido golpear a Yagami en el rostro, muy cerca de uno de sus ojos. Había sangre en sus puños, pero ya no sabía si era sangre nueva que él había provocado en Yagami o si era de golpes anteriores, ¡maldición! Ni tan sólo sabía si era suya o no.

- ¡K'so, k'so, k'so! – dijo entre dientes intentando apartar la sangre de su ojo por enésima vez, y como le había pasado antes, nueva sangre bajó hacia él. Pero tuvo el suficiente tiempo para ver como Yagami estaba con una rodilla en el suelo y una mano en su rostro. Debía aprovechar este momento para atacar... pero no lo hizo. Esperó a ver como el pelirrojo se levantaba y le miraba. Kyo no le había dado en la ceja, pero si al lado de su ojo izquierdo, por desgracia la sangre que bajaba no tocaba el ojo, simplemente bajaba por la mejilla de Yagami despreocupadamente, sin ser cortada por el pelirrojo. - ¿Cansado? – dijo burlón, intentando aparentar que él estaba bien, cosa que era completamente falsa.

Yagami se levantó y ambos encendieron sus llamas, ¿cuánto tiempo llevaban luchando? A ambos les parecía que el tiempo se había detenido, sólo estaban ellos dos, uno contra el otro, nadie más. Los gritos del público hacía rato que no los oían, a pesar de que no habían cesado en intensidad.

Ambos empezaron a correr hacia el otro. 'El último golpe' se dijo Kyo mientras se lanzaba de un salto hacia Yagami y su rival hacía exactamente lo mismo.

El público enmudeció de pronto. Todo quedó en absoluto silencio mientras veían llamas anaranjadas acercarse a las púrpura y vieron como un cuerpo salía desprendido del choque y caía al suelo de la tarima, inconsciente.

Después de un segundo los gritos volvieron, aun con más intensidad, pero esta vez eran comprensibles, esta vez todos decían lo mismo, todos vitoreaban al vencedor:

¡Yagami Iori!

Yagami se mantuvo en pie como podía mientras le declaraban vencedor, había visto como alguien se llevaba a Kyo, pero no se había fijado bien en quien. Realmente este combate lo había dejado agotado.

- Bien, ¡señoras y señores! ¡Dentro de tres días será el combate final! ¡¡Yagami Iori vs Hero Team!! – el público estalló en aplausos, vitoreando el nombre de los luchadores.

Yagami simplemente bajó de la tarima y empezó a andar hacia la salida, pero vio su camino interrumpido por uno de los tres luchadores del Hero Team.

Iori no se molestó en preguntar, simplemente se quedó mirando a quien le interrumpía el paso con cara poco amigable, estaba cansado y no estaba de humor para hablar con nadie y menos con... con... lo que fuera.

- Has luchado bien Yagami – dijo Ash mirando a su futuro rival, observando su cuerpo, realmente estaba bien definido, quizás algo demasiado musculado para su gusto, bueno era de comprender que no todo el mundo tenía el cuerpo de Ash Crimson, debía ser condescendiente con eso. Iori no contestó, simplemente esperó a que se apartara mientras se cruzaba de brazos – Será divertido luchar contra ti – afirmó Ash mientras descansaba una mano en su cintura y con la otra hacía un ademán encantador para acabar tendiendo su mano hacia el pelirrojo. Yagami observó el ademán y luego la mano tendida, entrecerró sus ojos. Luchar... ¿contra este?

- Ya he luchado contra quien quería. Puedes quedarte con ese estúpido trofeo – dijo Yagami molesto al tener a este tipo tan cerca, y viendo que no se apartaba avanzó igualmente, su hombro chocando contra el de Ash mientras pasaba – No eres nada para mí – susurró justo en ese momento y siguió avanzando.

Ash no pudo decir nada, ¿Yagami no iba a competir? Bueno, eso era estupendo, ya tendría su primer trofeo de KOF para ponerlo en la estantería de cristal de Bohemia que había comprado la semana pasada pero... ¡ese maldito lo había subestimado! No quería luchar con él porque lo creía inferior... ¡maldición! Nunca se había sentido tan humillado en su vida.

Yagami siguió su camino lentamente, el corte que tenía cerca del ojo le estaba molestando bastante, y los golpes del resto del cuerpo no ayudaban demasiado a que se encontrara mejor. Fue hacia el camerino que le habían reservado y se observó en el espejo... Kusanagi realmente se había esforzado mucho esta vez. Se sacó la ropa que cubría su torso y observó los cortes y golpes reflejados en su piel. Encendió su llama púrpura y la pasó por todos los cortes abiertos, haciéndolos cicatrizar. No quería ducharse, al menos no aquí, ya se había encontrado alguna vez con las fans intentando derivar su puerta y no iba a arriesgarse a que lo consiguieran... odiaba a los fans.

Cuando todas las heridas estuvieron cerradas se puso una camisa de seda negra y unos pantalones como los que usaba en el combate, pero sin la cinta atada en las piernas, y dejó la ropa con la que había luchado en el camerino, estaba demasiado rota como para poder usarla de nuevo.

Cuando salió el pasillo estaba desierto, pero sabía que no podía faltar mucho para que los fans pudieran pasar las barreras de guardias y entrar a buscar a sus 'heroes'.

- Ese maldito Yagami, no sé como ha hecho para vencer a Kyo, - oyó como decía una voz dentro de uno de los camerinos el cual tenía la puerta entreabierta. Reconoció la voz, Nikaido Benimaru. Hasta hacía poco había considerado a Benimaru el hombre más ridículo del torneo con esos ademanes y creía que no conocería a nadie igual. Bien, se había equivocado, ese tipo con la cinta en la cabeza era mil veces peor que Benimaru.

- No te pongas así Benimaru, -oyó como decía otra voz, más grave y madura – la pelea ha sido espléndida, una de las mejores que ha habido en este torneo y cualquiera de los dos podía ganar – Iori también conocía al que hablaba, Goro Daimon otro de los ex-compañeros de Kyo.

- ¡¡¡Kusanagi-san ha estado genial!!! – gritó una tercera voz, Iori no pudo evitar hacer una mueca de fastidio, reconociendo al joven que no paraba de intentar imitar al Kusanagi – Aunque Yagami-san también... ha sido una lastima que no ganara Kusanagi-san... ¡pero han luchado tan bien! – Iori dejó escapar una corta risa cínica mientras decidía seguir avanzando, dejando atrás el camerino de esos tres sólo para acabar topándose con el K' Team hablando con uno de los componentes del Ikaru Team. De hecho sólo era la chica del K'Team quien hablaba con Clark o Ralf (nunca se había detenido a pensar en quien era quien) mientras los otros dos estaban apoyados en la pared esperando a que la mujer acabase.

El K' Team había sido eliminado por el Hero Team en los cuartos de final por lo que sabía aunque no había visto el combate.

Gruñó por lo bajo, maldiciendo su suerte y siguió adelante, cruzándose con ellos.

- Hey Yagami, gran combate – dijo el más alto del equipo de K'. Iori sólo lo miró unos instantes, con indiferencia y decidió seguir andando.

- Tse – fue la respuesta de K' ante el comentario de Máxima mientras veía como Yagami seguía avanzando sin prestarles atención. No le gustaba, pero debía reconocer que era el mejor combate que había visto desde que él participaba en el KOF y por una vez, se alegró de que Máxima lo llevara a verlo.

- ¡Hola guapo! ¿Te llevo? – dijo una voz divertida cuando Yagami acababa de salir por la puerta trasera del estadio, reservada para los luchadores que querían irse sin ser vistos. Pero allí estaba ese idiota, sonriéndole tontamente con una camiseta que más bien era un pequeño trozo de tela y unos pantalones rasgados a más no poder.

- ¿Qué quieres Yakuzai? – gruñó Iori molesto, reconociendo al ninja que últimamente no paraba de acompañar a Kyo a todos lados, igual que los otros tres. Lo peor de todo es que sabía los nombres de los cuatro ninjas mejor que los nombres de los luchadores del KOF.

- ¡Oh! Llámame Hiroshi ¡por dios! – dijo el sonriente ninja mientras veía como Yagami estaba a punto de encender sus llamas – estamos un poquito alterados hoy, ¿ne? – dijo riendo sin preocuparse al ver las llamas púrpura aparecer en la mano del pelirrojo.

- Largo – amenazó Yagami ¿qué quería este ahora? ¿y donde estaban los otros tres? Siempre estaban juntos ¿a caso Kyo estaba tramando algo a modo de venganza por haber perdido?

- Ugh, realmente, no hace falta que te pongas así – dijo el ninja moreno poniendo sus manos tras su propia nuca, totalmente despreocupado. – Sólo quería saber si querías que te llevara o no – dijo en el mismo tono de un niño a quien le acaban de dar una regañina por portarse mal.

- ¿Ah, sí? ¿Y con que me llevarías? – dijo Yagami entre dientes, apretando con fuerza sus puños, hastiado.

- ¡Oh! ¿No es evidente? – dijo Hiroshi con cara de sorprendido porque Iori no lo supiera. El moreno dio media vuelta, quedando de espaldas al pelirrojo y se agachó mientras ponía las manos con las palmas hacia arriba – ¡¡A caballito!! Estás tan hecho polvo que dudo que puedas dar dos pasos sin caerte – Yagami se enfureció con eso, ese maldito ninja siempre estaba igual, vio como Hiroshi caía al suelo riendo de su propia gracia y lo aprovecho para encender sus llamas, furiosas, y lanzarlas hacia el moreno quien las pudo evitar por poco, saltando hacia un lado mientras seguía riendo y desparecía. Su risa haciéndose cada vez más lejana.

- Maldito estúpido – gruñó Yagami al ver que no había logrado dar en el objetivo, realmente odiaba con todas sus fuerzas a ese ninja.

Decidió calmarse y dirigirse a su apartamento pasando por los callejones, además, el edificio no estaba tan lejos y no, no se iba a caer a los dos pasos. Pudo oír las exclamaciones de los fans al otro lado del estadio, algún luchador debía haber salido por delante para alardear estúpidamente.

Ash estornudó mientras firmaba uno de los miles de autógrafos que le estaban pidiendo.

Yagami andó por los callejones hasta que ya no pudo seguir cogiéndolos si quería llegar a su casa sin tener que dar mucha vuelta. En la calle donde iba ahora había poca gente y no era una de las principales así que, seguramente, no debería preocuparse. Al menos no lo hizo hasta que vio a Alex Gaunier, otro de los malditos ninjas de Kyo, detenido en la acera, mirándolo directamente.

- ¿Qué es lo que quieres tu? – gruño el pelirrojo, conteniéndose de encender las llamas al ver como el joven de ojos verdes. vestido con jersey amplio y jeans, lo miraba divertido.

- Oh, Yagami, que modales son estos – dijo Alex despreocupadamente – Sólo quería felicitarte por haber ganado a Kyo, no he venido a luchar, ho juro per Déu {lo juro por Dios} – acabó el ninja mientras Yagami intentaba decidir si era mejor pasar al lado del maldito y molesto ninja o era mejor cruzar la calle e ignorarle.

- Ya me has felicitado, ahora... largo – dijo en tono amenazante el pelirrojo, dando a entender que si decía una palabra más no dudaría en atacarle.

- Claro, claro – dijo el ninja despreocupadamente – Pero antes... – dijo y la sonrisa en sus labios no gustó en nada al pelirrojo - ¡Yagami Iori! ¡Yagami Iori está aquí! ¡No puedo creer la suerte que tengo! – gritó el ninja. Iori abrió los ojos sin entender que diablos le pasaba al semi rubio, pero pronto supo por que lo había hecho, la gente de la calle lo estaba mirando y muchas personas que estaban en las tiendas o bares de la calle salieron para ver si era verdad que Yagami Iori estaba allí – Disfruta – dijo Alex riendo suavemente mientras desaparecía de un salto. Yagami apretó sus dientes con fuerza mientras veía como la gente se le acercaba corriendo, con papeles y bolígrafos en sus manos.

Después de diez minutos y ningún autógrafo firmado Iori consiguió que la gente se apartara de él asustada y le dejara seguir su camino. Iba a matar a ese ninja cuando lo viese y nada ni nadie podría detenerle.

Siguió por la misma calle andando con las manos en los bolsillos y mirando amenazante a aquel a quien era capaz de reconocerlo, realmente ahora mismo estaba de muy mal humor... y una moto chirrió y chocó justo en el restaurante por el cual tenía que pasar Iori, sólo por unos pasos no le había tocado... pero... no había nadie en la moto. La gente del restaurante salió asustada a mirar qué había pasado.

- ¡Ya te vale! – gruño alguien, Iori giró la vista para encontrarse con un tipo con un casco negro y vestido con una camisa blanca y jeans negros y que le hablaba directamente a él. Yagami frunció el ceño, pero luego apretó sus puños cuando el conductor de la moto estrellada se sacó el casco y unos largos mechones castaños cayeron mientras unos ojos oscuros lo miraron. Yagami iba a decirle algo al maldito de Seike Kaiji, otro de los estúpidos ninjas de Kyo, pero este se le adelantó - ¿Cómo se te ocurre tirar eso mientras yo pasaba? – dijo Kaiji con cara molesta mientras señalaba la rueda de la moto con un palo de madera encallado en la llanta. Iori frunció el ceño de nuevo, ¿de que diablos hablaba? - ¿Qué pasa? ¿Qué no sabes vigilar, pelirrojo? Debería darte vergüenza hacer esto, ya eres algo mayor para tirar las cosas en la carretera, ¿no crees? – siguió Kaiji, realmente pareciendo muy ofendido por el accidente.

- ¡Es verdad! – gritó uno de los clientes del bar, un hombre mayor el cual debía estar disfrutando de una cena tranquila hasta que la moto chocó contra el cristal del restaurante – ¡Los jóvenes de hoy en día no sabéis vigilar lo que hacéis! – siguió diciendo mientras otras voces se le unían recriminando a Iori.

Kaiji por su parte se le acercó hasta quedar mirándolo de frente mientras el resto de la gente del restaurante hacía prácticamente lo mismo.

- Tengo mucha prisa porque tengo que hacer un recado, por tu bien mejor que estés aquí cuando vuelva para mirar como me vas a pagar los desperfectos, no hagas que tenga que llamar a la policía ¿entendido? – dijo con tono muy molesto mientras la gente le decía que no se preocupase, luego Kaiji se acercó más a él para pasar por su lado y oyó un – Have fun – susurrado sólo para que él lo oyese. ¡Maldito ninja del demonio! Estaba claro que esos estúpidos ninjas no servían para nada más que para molestarle y lo iban a pagar, todos, y Kyo, evidentemente, también.

Esta vez fueron veinte minutos apartando gente y una llamarada púrpura para hacer que lo dejaran en paz, no tenía porque darle explicaciones a nadie de nada de lo que hacía o dejaba de hacer y no iba a ponerse a discutir sobre el por qué la moto se había estrellado allí.

Cogió la siguiente calle a la derecha, estaba bastante cansado y esos ninjas no habían ayudado a que se relajase, sino todo lo contrario.

- ¿Cómo te has atrevido? – oyó como gritaba una voz enfurecida y la reconoció, al otro lado de la calle, con un jersey azul cielo y unos jeans azul oscuro, estaba el último ninja: Tenshike Shikai, gritándole a saber porqué. Y de nuevo la gente que había por la calle se giró a mirar lo que pasaba. El ninja rubio cruzó la calle en cuatro zancadas rápidas y se encaró al pelirrojo – ¡Sólo eres un bastardo! – le gritó, y Iori no pudo más que preguntarse que es lo que había hecho (que no había hecho) ahora. – ¡Dejar embarazada a mi hermana y luego desaparecer! – gritó el rubio indignado - ¿Creías que podrías huir? ¡¿Cómo has podido!? – siguió gritando mientras una mujer de mediana edad miraba horrorizada e indignada al pelirrojo – Deberías ser más consciente de lo que haces, ¡mi pobre hermana! – siguió el rubio sus ojos vidriosos por las lágrimas mientras Yagami estaba ya dispuesto a encender sus llamas.

- ¡Dios Santo! – grito una mujer completamente indignada - ¿Cómo puede ser alguien tan cruel?

- ¡Le prometiste la luna y lo único que querías era llevártela a la cama! Eres un maldito, un ser despreciable – le gritó de nuevo el rubio mientras más gente se detenía.

- ¡Oh dios santo!, ¿dejó embarazada a una chica y se fue? – oyó como murmuraban un par de escolares que pasaban por ahí y se habían detenido horrorizadas como el resto de la gente.

- Suerte que mi novio no es así – murmuró la otra mientras Yagami no podía evitar pensar que su novio seguramente era así, pero sacando ese pensamiento de su cabeza para encararse con el alto rubio.

- Escúchame bien... – susurró con voz más amenazante que con los otros, cansado, harto, hastiado y sobretodo muy molesto.

- ¿Cómo te atreves a hablarle así? – dijo la misma mujer que había hablado antes, acercándosele – ¿Es que no eres capaz de aceptar la verdad? Lo que has hecho es la peor bajeza que se puede hacer a una mujer, y ¡ahora vas y pretendes amenazar a su pobre hermano! ¡Míralo, está destrozado! – Iori vio como otra mujer abrazaba a Shikai mientras este 'lloraba' pero el pelirrojo pudo ver que en realidad el ninja estaba muy lejos de llorar y había una sonrisa divertida en su rostro.

- Maldito – gruñó Yagami entre dientes, y esta vez no esperó a nada, encendió sus llamas y todo el mundo dio un paso hacia atrás menos Shikai, quien se quedó con el rostro bajo, los dorados cabellos cubriéndoselo en parte. – No se que pretendéis pero ya me tenéis harto – dijo en un susurro peligroso y lanzó las llamas púrpuras hacia el ninja, el cual saltó hacia un lado rápidamente.

- Yagami-san, debería aprender a aceptar una simple broma – dijo el rubio con una sonrisa amable antes de dar un segundo salto y desaparecer de la vista del pelirrojo, dejando a todo el mundo sorprendido sin saber que pensar de lo que acababan de ver, y Iori no se molestó en explicárselo. Estaba muy cansado, y su apartamento estaba justo al doblar la esquina.

Al girar miró hacia todos lados, esos malditos ninjas podían estar cerca, aunque ahora ya los había visto a todos, a no ser que ahora decidieran venir los cuatro juntos gritando a saber qué mentiras sobre él.

Estaba furioso, esos cuatro le habían molestado más que nunca y encima ya se había hecho de noche cuando podría haber llegado a su apartamento cuando aún había sol. Maldijo a esos cuatro por lo bajo por enésima vez mientras entraba en un edificio de cinco plantas, los dueños del cual eran la familia Yagami, así que era un edificio bastante solitario ya que los Yagami sólo lo usaban en algunos casos para dejar allí a algunos ninja en misión o para algunos miembros del clan de la otra punta de Japón.

Pero ahora mismo no había nadie, salvo Iori, viviendo allí, y esto ahora mismo le pareció perfecto.

Subió al ascensor lentamente y apoyó su espalda en el espejo de este sin preocuparse, lo único que necesitaba era descansar.

En la quinta planta el ascensor se detuvo y Iori bajó, dirigiéndose a la puerta que era la de su apartamento, abriéndola.

El lugar estaba a oscuras salvo por dos velas dispuestas en la mesa que estaba preparada para dos personas.

A parte de eso no había más luz y nadie estaba en el comedor, fue a mirar con cautela en la cocina, pero tampoco había nadie. Así que decidió mirar en el baño, en donde vio una luz, entró y se encontró con la tina llena de agua caliente aún y, como el comedor, también sólo estaba iluminado con velas.

Estuviera pasando lo que estuviera pasando le importaba poco. Se desvistió lentamente, tanto por el dolor al hacer demasiados movimientos como por el cansancio acumulado. Tocó el agua con su mano, aún era caliente, así que entró y sumergió su cuerpo en ella. Los pocos rastros de sangre que quedaban en su piel quedaron en el agua, sus músculos se relajaron y cerró los ojos sacándose los pensamientos de esos cuatro bastardos que se hacían llamar ninjas.

Oyó como la puerta del baño se abría pero no le prestó atención, ni abrió los ojos, no tenía porque preocuparse. Unos pasos, ruido de ropa, de nuevo pasos y la puerta se cerró lentamente.

En diez minutos el alto cuerpo salió de la tina y vio ropa fresca en lugar de la que llevaba, la cual se la habían llevado. Se vistió sin prisas, era una jersey holgado de hilo, completamente blanco y unos pantalones, también anchos, pero estos de color negro, cómodos.

Fue hacia el comedor donde vio a alguien moverse en la mesa, dejando los platos de comida listos y humeantes.

Cuando Iori entró en el comedor su silencioso acompañante se giró y lo miró con una sonrisa.

- ¿Celebramos algo? – preguntó Iori alzando una ceja.

- Evidentemente, - le respondió la voz de su acompañante tranquilamente – he visto como vencías a ese idiota de Kusanagi, ha sido una gran lucha – Iori sólo pudo sonreír sarcástico ante el comentario – además... es tu cumpleaños – acabó y le señaló una de las sillas de la mesa para que se sentara.

Iori así lo hizo, observando como su acompañante le servía una copa de vino tan rojo como la sangre y luego se sentaba frente a él.

Comieron en silencio durante un rato, disfrutando de la comida y la compañía. Hacía tiempo ya... dos años que estaban juntos y se le hacía extraño que su acompañante aún lo aguantara después de tanto tiempo, de hecho, también se había sorprendido a si mismo, puesto que nunca había durado tanto en una relación, cansándose él de sus parejas.

- Espero que el baño te haya sentado bien, me pareció que estabas cansado cuando acabaste el combate – oyó como comentaba y Iori sonrió sarcástico.

- El combate no fue lo peor – vio como su acompañante inclinaba un poco la cabeza hacia un lado con rostro curioso – Cuando venía aquí me he encontrado con los cuatro Jinetes del Apocalipsis – comentó burlón mientras su acompañante rió suavemente por el comentario – Estoy seguro de que Kusanagi los mandó expresamente, me han aparecido uno tras otro y me han incordiado más que nunca

- ¿Y por qué Kusanagi tendría que haberte mandado a esos cuatro? – preguntó su acompañante con una sonrisa divertida viendo que Iori no parecía molesto con lo que comentaba.

- No sé, ¿tu por qué crees que lo podría haber hecho?

- Bien, quizás el Kusanagi los mandó para que él tuviera tiempo de curarse un poco las heridas que le habías hecho, lavarse mínimamente y preparar un baño y una cena para ti – sonrió divertido Kusanagi Kyo viendo como Iori negaba con la cabeza.

- Eres muy extraño, Kyo – dijo el pelirrojo, pero sin ningún tono burlón o de amenaza.

- ¡Yep! Brindemos por eso – y las dos copas se alzaron.

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