Título: Those Pleasant Moments
Autora: Artemis Shiroi Koneko - artemiskoi@iespana.es
Categoría: Angst / Deathfic / Shounen-ai
Publicado: IorixKyo Archive / Cualquier otro lugar, pedir autorización primero, gracias ^^.
Resumen: Kyo disfruta de una agradable noche junto con sus amigos ninjas. Sin embargo, una inadvertida y silenciosa presencia le hace comprender que esos momentos son más importantes de lo que él nunca podría haberlo pensado.
Disclaimers: Iori Yagami, Kyo Kusanagi, Yuki Kushinada y KOF, son propiedad de SNK/Playmore/NeoGeo/Eolith or whatever. Kaiji, Shikai, Hiroshi y Alex son propiedad de Artemis.

 


Those Pleasant Moments

 

- Kyo, ¿qué haces? – preguntó mirando como su compañero salía de bajo el toldo de la tienda que los protegía de la lluvia y dejaba que las gotas furiosas de agua lo empaparan. Estaba en medio de la calle, intransitada a esas horas de la noche. Sus brazos se extendieron mientras levantaba su rostro hacia el cielo, sus ojos cerrados aceptando el agua, sin importarle nada.

- Sé que salgo con Yuki para no quedarme solo – casi gritó el joven sin cambiar su postura, elevando su voz sabiendo que la fuerza de las gotas de lluvia no permitirían que su acompañante lo oyera bien si tan solo hubiera sido un susurro. Tampoco le importaba gritarlo, en sus labios había una sonrisa, disfrutaba del agua cayéndole encima. – Que mis amigos participan en torneos y yo no puedo ser menos – siguió diciendo el joven en el mismo tono, despreocupado, sintiendo como la camisa blanca que llevaba se le pegaba más al cuerpo.

- ¿Qué dices ahora? – gritó su acompañante sin saber si reír o gritarle que se callara y volviera al refugio que le ofrecía el toldo.

- Sé que el futuro que me espera es mortal y que al final quien gana es mi padre – siguió diciendo mientras bajaba su rostro, la sonrisa aun en él mientras abría los ojos, los cabellos castaños pegados a él con húmedos mechones. – Y es que si lo pienso, todo, me deprime, pero es demasiado fácil hacerlo y no me lleva a ningún sitio – continuó diciendo, realmente no parecía molesto con lo que decía, simplemente era sincero. – Por eso, cada día en la calle, encaro a mis enemigos, sin motivo y algo estúpidamente, con una sonrisa – volvió a levantar el rostro mientras con sus manos apartaba algunos mechones y algo de agua, aunque esta no dejaba de caerle al rostro.

- Estás loco, Kyo – acabó diciendo su compañero mientras empezaba a reír por el comportamiento del joven.

- Tengo ganas de gritar, saltar y reírme sin motivo – gritó el joven, esta vez a pleno pulmón – ¡Quiero olvidar lo que siempre me preocupa, quiero estar feliz! – bajó su cabeza y la sacudió, apartando violentamente las gotas de agua mientras reía también y hacía señales a su acompañante para que saliera también bajo la inclemente lluvia. Su camisa ya estaba completamente pegada a su cuerpo, transparentándose en algunas partes, dejando reconocer su cuerpo bien formado, perfecto.

Su acompañante dudó unos segundos ladeando su cabeza a un lado, pero acabó cediendo y entrando también en el juego de Kyo. Mojándose sin importarle demasiado y llegando hacia donde Kyo, quien le tendió una mano y la aceptó viendo como el joven tiraba de él y le pasaba una mano por la cintura mientras sostenía la otra hacia arriba.

- ¿Qué haces? – preguntó mirando con sus profundos ojos verdes a su acompañante, su cabello empezando a pegársele a la piel de su rostro.

- Bailar, Alex, bailar – rió el joven y empezó a guiar a la ninja lentamente con él bajo la lluvia.

- Sin música... gran idea – se burló la ninja, pero riendo por lo que hacía su querido amigo, no esperaba que Kyo se portara de esta manera, y mucho menos con la lluvia que caía.

- Pero si la lluvia es música – le sonrió Kyo guiñándole un ojo a su acompañante mientras no dejaba de guiarla dando pequeños círculos, comprobando que la joven realmente se dejaba guiar muy dócilmente.

- Estás muy contento hoy, Kyo – apuntó la ninja sonriéndole y mirándolo directamente a los ojos. Kyo se detuvo un momento en su baile privado.

- Claro – dijo Kyo sonriendo contento – Ya son más de las doce – siguió el joven – Es mi cumpleaños Alex, y mi cumpleaños es un día feliz y nada me lo va a estropear – acabó y levantó a la joven cogiéndola por la cintura y ella solo logró poner sus manos en los hombros de Kyo para no caer, aunque sabía bien que eso no pasaría.

- K'sogaki – sonrió la joven mientras Kyo la bajaba suavemente tratándola con sumo cuidado pero sin dejar de sonreír y vio como Alex ponía una mano en uno de sus bolsillos, toda su ropa estaba empapada también, pero el grueso jersey aun impedía que su frágil silueta femenina fuera advertida por nadie. Sacó algo del bolsillo y se lo dio al joven, una caja envuelta que empezaba a empaparse.

- ¿Y esto? – preguntó Kyo aun sonriendo mientras miraba el paquete con cierta curiosidad, gotas de lluvia resbalaban por su rostro, haciéndolo ver aun más hermoso.

- ¿Tu que crees? Nuestro regalo – sonrió la joven refiriéndose también con eso a los demás ninjas de su grupo. Kyo lo desenvolvió y abrió la cajita negra, encontrándose con un juego de llaves dentro de ella.

- ¿De que son? – preguntó el joven, pero antes que Alex pudiera responder se oyó el pitido de un auto y Kyo miró hacia donde provenía el ruido, viendo tres faros acercándose y estos frenaron a escasos milímetros de ellos, salpicándolos levemente con el agua acumulada en la calle.

- Hiya, ¡Kyo! ¡Feliz cumpleaños! – gritó un moreno encima de una moto de competición color púrpura y azul, bastante oscura.

- Hola, feliz cumpleaños Kyo – sonrió un rubio, bajando de una moto similar a la del moreno pero totalmente blanca, ambos estaban empapados por conducir bajo la lluvia, tal como Kyo y Alex, sonrieron divertidos por la cara de asombro del joven que seguramente no los esperaba.

- Eso – dijo una tercera voz, bajando de una moto distinta, una Harley, pero sin aparcarla, sino que la acercó a Kyo, su largo cabello castaño empapado por completo, su mirada y voz fría. – Aquí tienes – dijo ofreciendo al joven que sujetase la moto.

- Una moto... ¿me habéis comprado una moto? – preguntó Kyo entre asombrado e incrédulo, sin esperar que sus amigos se gastaran tanto dinero en él. – Luego me dices loco a mí – se giró, sonriendo hacia Alex, sus manos sujetando el manillar de la Harley con fuerza.

Ella simplemente se encogió de hombros con una sonrisa, sacándole importancia al asunto.

- Todos hemos puesto de nuestra parte – dijo la joven viendo la moto, pareciéndole que a Kyo le había gustado, habían acertado con el regalo. Era mayormente negra solo había una águila color plateado que resaltaba de ella.

- Unos más que otros – gruñó Kaiji mirando de reojo hacia el moreno que jugaba a saltar en los charcos más profundos que quedaban en los huecos de la calle. Pensando en que él y Alex habían puesto casi todo el dinero, que Shikai fue el encargado de ir a escogerla y llevarla a la casa y que Hiroshi... Hiroshi solo dijo que era perfecta y colgó uno de sus colgantes en medio del manillar, que por cierto aun estaba. Era una cruz invertida... al menos había puesto algo.

- Venga Kyo, ¿no vas a probarla? – preguntó la joven semi rubia mirando fijamente a Kyo con sus ojos verdes, sus pestañas con leves gotas de agua en ellas.

- ¡Claro! – respondió el joven con una sonrisa, feliz con su regalo. Sentándose en la moto al fin y girando la llave para poder oír como rugía el motor, sabía bien que esa moto no era de las Harleys más baratas, más bien parecía todo lo contrario - ¿Te vienes, Alex? – preguntó mirando a la joven mientras golpeaba levemente con su mano el asiento de atrás dando una clara invitación a la ninja.

- Está bien – respondió la joven con una sonrisa complaciente – Pero solo una vuelta, luego a dormir, es muy tarde ya – dijo mientras apoyaba una mano en el hombro de Kyo y subía a la moto sin problemas dejando que sus pies descansasen en los estribos.

- Yo no quiero dormir hoy – comentó Kyo rápidamente girando levemente su rostro para ver a su acompañante un leve reproche en su voz. Pero sabía bien que los cuatro ninjas llevaban casi una semana sin dormir debido a que habían tenido dos misiones seguidas y aceptó que lo que necesitaban era descansar con un suspiro.

- Podemos turnarnos – comentó Hiroshi dejando al fin de jugar con los charcos de la calle y entrando en la conversación – Te estás con Alex dos horas y luego vienes a por mí y nos vamos dos horas más, ¿qué tal? – sonrió ampliamente el moreno ante su brillante idea.

Kyo asintió con una sonrisa, la idea no le pareció nada mal. Así podría estar un rato con cada uno de ellos en el día de su cumpleaños. Alex asintió también a la idea, por primera vez en mucho tiempo el ninja moreno había tenido una idea medianamente sensata.

Ya no hubo más que decir. Kyo esperó a que Hiroshi se subiera en su moto mientras Kaiji se sentaba tras Shikai en la moto blanca de este. Arrancaron, la calle vacía se dejó llenar por el estruendo de los motores durante unos segundos antes de las motos desaparecieran.

- Kyo, voy a enseñarte un lugar que me gusta – le dijo la joven tras él, acercando sus labios al oído de Kyo y hablando suficientemente fuerte para que el ruido del motor de la Harley no opacara sus palabras. El joven solo asintió, de acuerdo con esa idea mientras veía como Alex le señalaba una calle con su mano.

Kyo giró por allí alzando su mano en despedida pues los otros siguieron recto hacia la mansión Kusanagi solo se oyó una voz estridente despidiéndose a pleno pulmón antes de perderlos completamente de vista.

A partir de aquí Kyo simplemente se dejó guiar por Alex mientras disfrutaba del ruido del motor de su nueva Harley, le encantaba ese sonido. La lluvia fue cediendo despacio, aun algunas gotas caían, pero más esparcidas, más débilmente.

- Aquí – dijo la joven ninja señalando un edificio. Kyo detuvo la moto allí y ambos descendieron de ella sin demasiada prisa.

Kyo vio un alto edificio, se encontraban prácticamente a la salida de la ciudad y aquí los edificios eran pocos, y si había eran más o menos bajos, salvo el que estaba contemplando ahora, el cual quizás tenía unas veinte plantas.

Vio como su joven acompañante entraba así que la siguió sin decir nada.

Era un hotel, comprobó.

El interior estaba completamente iluminado, como sí aun fuera de día. Grandes arañas de cristal colgaban del alejado techo y tintineaban ante la menor presencia de brisa en el local. El suelo estaba totalmente cubierto por una moqueta de terciopelo azul para dar al lugar un aire más cálido y acogedor con un toque de formalidad.

Había una puerta doble de cristal levemente opaco a su izquierda y pudo ver que tras ella había un elegante bar con las luces más tenues y algunos clientes aun allí, bebiendo sus copas mientras conversaban tranquilamente con sus acompañantes o con los solícitos camareros vestidos de traje que les servían.

Los ascensores y escaleras estaban a su derecha. Vio como uno de los ascensores abría sus puertas y de allí salía un botones que, al verlos, los observó con cierto desprecio, no le extrañó mucho eso, tanto él como Alex estaban completamente empapados y la hermosa moqueta del recibidor estaba quedando mojada con cada paso que daban.

A Alex pareció no importarle mucho y se dirigió a la recepción tranquilamente. Allí había dos personas, un recepcionista que tampoco parecía muy contento con ellos dos y un hombre maduro que ni tan solo los había visto, ocupado revisando unos papeles que tenía en sus manos.

- Buenas noches – saludo la joven con voz amable y levemente divertida. El recepcionista le iba a contestar, seguramente que no de forma amable por su rostro, pero antes que pudiera decir nada el hombre a su lado habló:

- Oh, Gaunier-san, bienvenido. Cuánto tiempo – sonrió el hombre al reconocer a Alex dándose unos segundos de tiempo para observarla, tanto a ella como a su acompañante - ¿La habitación de siempre? – preguntó el hombre cortés mientras Alex solo asentía y decía que solo sería por un rato que la ocuparían. El hombre le dio la llave sin ningún problema, sin preocuparse porque los dos jóvenes pudieran mojar la habitación o en si la podrían pagar.

Kyo no decía nada, sorprendido porque en el hotel conocieran a Alex de esta manera... además, era un hotel que se veía bastante caro.

Alex le sonrió a Kyo y se dirigieron ambos al ascensor. Este era amplio, y aun más lo parecía al estar envuelto por completo por un espejo a medio cuerpo. También tenía moqueta azul en el suelo, pero algo más clara que la del recibidor, cuatro pequeñas luces situadas a los ángulos del ascensor daban una iluminación más que suficiente y bastante acogedora, un leve tono amarillento que no molestaba a los ojos.

- No sabía que te gustaran los hoteles – comentó el joven cuando asimiló su asombro y miró a la joven con una sonrisa, aun sentía cierta curiosidad.

- Cuando yo y mis padres llegamos a Japón vivimos un mes en este hotel – sonrió la joven explicándose – Mi padre se hizo muy amigo del director del hotel. Por desgracia el pobre murió hace tres años – comento algo tristemente al recordarlo – El que está abajo es su hijo, vino dos años antes que el hombre muriera y se entregó por completo al trabajo – las puertas del ascensor se abrieron y Alex salió junto con Kyo quien observaba el lugar.

Un amplio pasillo recubierto por la moqueta azul, las paredes de un agradable tono azul pálido. En algunos sitios había cuadros para que el pasillo no pareciera tan vacío, también había pequeñas mesas cubiertas por manteles con dibujos claramente orientales, delicados y finos. Encima de ellas había jarrones de cristal de Bohemia finamente tallado y decorado con flores frescas hermosamente dispuestas en ellos. Cada detalle parecía estar pensado al milímetro para que quien pasara por allí no se viera sobre cargado al ver demasiadas cosas ni que sintiera el lugar vació.

- Aquí es – dijo Alex yendo a una de las puertas y poniendo la llave allí.

- ¿Así que te llevas bien también con el hijo? – preguntó Kyo con curiosidad poniéndose a su lado. La joven se detuvo antes de abrir para contestarle.

- Intento venir aquí cuando hay alguna misión cerca. Tanto el hombre que has visto como su padre adoraban los cuadros que pintaba el mío – la sonrisa que le dedicó la joven a Kyo fue triste, recordando tal vez demasiado a sus padres. Abrió.

Kyo se quedó de una pieza al ver la habitación ante él. Realmente era enorme.

A su derecha vio un bar, una larga barra de madera oscura, hermosamente tallada. Y tras ella un espacio de un metro para luego dejar paso a un gran mueble del mismo color de la barra lleno de estantes con licores de diferentes tipos, variedades y años. Una cubitera de color plata descansaba sobre la barra como también un juego de finas copas.

El suelo ahora era de parquet, bastante claro. Al entrar un poco más vio que el parquet terminaba en un escalón y que el lugar se ampliaba aun más, a partir del escalón el suelo estaba cubierto por una amplia alfombra blanca, muy gruesa y seguramente suave al tacto. En el centro de esta parte había una chimenea hecha de ladrillo claro y recubierto por unas láminas de cristal a los lados, encima de ella para cubrirla había una mampara de metal plateado que llegaba hasta el techo para desaparecer más arriba.

Alrededor de esta estaban unos sillones blancos muy amplios y elegantes con unas pequeñas mesillas de madera oscura a los lados para que quien estuviera sentado dejara lo que quisiera allí. Realmente todo le pareció hermoso en aquel lugar.

Al final de la estancia había el balcón, la salida era toda de cristal para dar más sensación de amplitud. Se acercó allí, fuera había una pequeña mesa de metal blanco hecha de forma exquisita con cenefas finas y dispuestas perfectamente. Había también un par de sillas allí, también blancas, también hechas a la perfección.

Y el paisaje... eso era hermoso. Se podía ver la ciudad desde lejos, luces titilantes como si fueran estrellas en altos edificios donde la gente aun no se decidía ir a dormir. Luces de distintos colores que seguramente provenían de anuncios publicitarios pero que estaban demasiado lejos para ser leídos o comprendidos. En algunos lugares se podían distinguir calles en donde la luz de las farolas era la que más destacaba, con leves destellos provenientes de algún auto perdido que pasaba por allí con prisa por llegar a algún lugar. Si bien el cielo estaba completamente nublado no hacían falta estrellas, pues las luces de la ciudad eran suficiente.

- ¿Te gusta? – preguntó Alex viendo lo ensimismado que parecía con la habitación.

- Es hermoso – sonrió el joven mirándola a ella ahora, dejando por un momento la habitación para disfrutar de unos risueños ojos verdes.

Vio como la joven volteaba su rostro levemente hacia su izquierda y él hizo lo mismo, descubriendo que en la blanca pared había un cuadro colgando, era un dibujo de cuerpo entero de una mujer de largo cabello rubio, vestida por completo de blanco andando por una playa desierta. Una mano alzada apartando el cabello de sus ojos que a Kyo le parecieron de un color castaño claro, pero tampoco lo podía decir con certeza. Había una sonrisa en sus labios.

- Esta mujer... – empezó el joven, sus rasgos se le hacían demasiado familiares como para no reconocerlos.

- Mi madre – dijo sin esperar a que Kyo siguiera, tampoco le pareció que el joven estuviera muy seguro de decirlo o no. – Mi padre hacía muchos cuadros de ella, al dueño del hotel le encantó este. Decía que casi podía oír las olas del mar – susurró con su mirada fija en el cuadro – Mi padre se lo regaló y el dueño siempre nos daba esta habitación cuando veníamos y me la siguió dando cuando yo venía solo. Su hijo hace lo mismo... y lo agradezco – sonrió al fin volviendo a mirar a Kyo de nuevo, el joven vio que la sonrisa era algo forzada, quizás para no llorar por el recuerdo de su madre, no podía decirlo.

- Era hermosa – comentó Kyo acercándose un poco más a su ninja y posando una mano en la barbilla de la joven para que lo mirara – Como lo eres tu – sonrió al encontrarse con los ojos verdes levemente sorprendidos por el comentario. Realmente Alex no esperaba algo así, Kyo nunca le había dicho que la encontrara hermosa a ella. Le decía que la quería, eso sí, pero nunca le había dicho algo así. Kyo apartó la mano de la barbilla para levantarla y detenerla en la mejilla de la joven – Te sonrojaste – comentó el joven ligeramente sorprendido, nunca había visto que Alex se sonrojara así, por molestia por algún comentario sí, pero no por un halago.

- K'so... – gruñó la joven algo molesta por la situación y por lo que le había dicho Kyo.

- Shh – fue lo único que dijo Kyo antes de inclinarse y besar tiernamente los labios de la joven frente a él, saboreando su dulzura, disfrutando de lo suaves que estos eran. – Te quiero, y realmente creo que eres hermosa – sonrió el joven al separarse, viendo el rostro sorprendido de la ninja, sus ojos verdes abiertos mirándolo fijamente.

- Gracias – dijo al fin la joven bajando su rostro con una triste sonrisa en su rostro. Kyo se sentó en uno de los sillones alrededor de la chimenea y le indicó a Alex que se sentara a su lado y ella así lo hizo, sin protestar.

- Este lugar es precioso – comentó Kyo observando la chimenea – No me extraña que vengas. Pero ¿no se te hace... difícil? – preguntó intentando que la joven no se sintiera mal por la pregunta.

- ¿Por los recuerdos? – preguntó la joven a su vez mirándolo sin parecer muy afectada por la pregunta. Kyo simplemente asintió – Aquí no pasó nada, esto no es mi antigua casa. – explicó la ninja sencillamente – Aquí tengo buenos recuerdos con mis padres. A veces solo vengo a contemplar el cuadro de mi madre – prosiguió mientras se levantaba e iba hacia el bar con pasos silenciosos, amortiguados por la alfombra – Murieron cuando yo era demasiado pequeña y sus rostros se difuminan muchas veces en los recuerdos. Al menos si vengo ya tengo un rostro claro de mi madre, por desgracia cada vez me cuesta más recordar a mi padre – Kyo no le veía el rostro, pero las palabras tenían un inevitable tono triste.

La joven se detuvo al llegar a la barra y se dedico a observar lo que allí había, intentando escoger entre la gran variedad.

- ¿Quieres tomar algo? – preguntó volteándose hacia Kyo, intentando mostrar una sonrisa desenfadada, no quería ponerse triste en el cumpleaños de Kyo, no se lo merecía.

- Coñac – dijo Kyo después de unos segundos, dejando de lado la conversación anterior, sabía bien que Alex no estaba feliz hablando de sus padres, tampoco quería obligarla a hacerlo. Ya había descubierto suficiente, no la iba a presionar más.

Vio a la joven servir dos copas redondas de fino cristal y las llevó hacia donde él estaba.

- Nos quedan cuarenta minutos – comentó la joven dándole el vaso a Kyo y quedándose uno para ella mientras se volvía a sentar al lado del joven.

- Me alegro que hayas podido venir un rato conmigo – dijo Kyo con una sonrisa hacia la joven mientras tomaba el primer sorbo del oscuro líquido y sentía como este bajaba quemándolo por dentro. – Sé que debes estar muy cansada, habéis tenido una semana muy dura – comentó recordando que la joven aun no había podido descansar bien.

- Tienes razón, algunos clanes están molestos y tu padre nos mandó a calmarlos – respondió la joven mientras pasaba una mano por su cabello, ya no estaba tan mojado pero seguía pegándosele a la piel con insistencia. Tomó un sorbo también.

- No entiendo porque solo os manda a vosotros – comentó Kyo con cierta molestia, no es que pensara que ellos no lo harían bien, pero era hacer que se arriesgaran mucho y si solo hubiera sido una vez aun, pero su padre les había mandado dos veces seguidas.

- Simple Kyo – comentó Alex sonriendo divertida – Los otros ninjas no valen para nada – rió levemente al decirlo y Kyo no pudo evitar una corta y suave risa, acompañándola.

- ¿Sabes? – dijo el joven bajando su mirada hacia la copa en su mano. – A veces pienso que me equivoqué al pediros que fuerais ninjas – su rostro se volvió serio, levemente triste por lo que iba diciendo – Os tendría que haber dejado seguir como estabais – terminó, alzando la vista para encontrarse con unos ojos verdes mirándolo fijamente.

- No – fue la clara respuesta de la ninja con un leve movimiento de cabeza para hacer la negación más rotunda – Tu sabes como somos Kyo. Tanto siendo ninjas como no... nos gusta meternos en problemas... – sonrió al joven, intentando que olvidara lo que acababa de decir, intentando hacerle entender que lo que había dicho era una tontería sin sentido - ¿No lo entiendes? Podría ser que si hubiésemos continuado vagando por las calles como una pandilla alguien nos hubiera matado de un tiro... quien sabe – intentó explicarse la joven – No somos inmortales, ni los más fuertes del mundo, pero nos gusta el riesgo – la joven entrecerró sus ojos en una dulce sonrisa tranquilizadora mientras apoyaba completamente su espalda en el respaldo del cómodo sillón – Además, sabes que si no quisiéramos no obedeceríamos las ordenes de tu padre – dijo al fin, tranquilamente mientras bebía otro pequeño sorbo de coñac, saboreándolo lentamente.

- Supongo que tienes razón – sonrió Kyo, relajándose también, echando todo su cuerpo hacia atrás, también su cabeza, sus ojos cerrados, los cabellos castaños cayéndole a los lados del rostro. Oyó el ruido de una copa siendo dejada en la mesa y pronto sintió una cabeza apoyada en su regazo, sonrió bajando el rostro y viendo a Alex tumbada boca arriba en su regazo, sonriéndole tranquila.

Le gustaba saber que la ninja solo se comportara así con él, quizá era una manera de pensar muy egoísta pues él siempre decía que lo que quería era que Alex no se asustara de las caricias de los demás, pero, algunas veces, sin poderlo evitar, se sentía importante al saber que él era el único, era especial para la joven.

- Nunca has deseado, por unos segundos, ¿comportarte como una mujer? – preguntó el joven con suavidad mientras pasaba una mano por los sedosos cabellos de la joven en una caricia, apartándolos del hermoso rostro para poder contemplarlo aun mejor. – No sé... Ir a una fiesta y poder vestirte con un largo vestido negro con algunas joyas en tu cuello, reluciente y hermosa, como solo tú eres – le sonrió, sus ojos entrecerrados tiernamente mientras vio como la joven parecía descolocada unos segundos, ella no estaba acostumbrada a que Kyo la llenara de halagos.

- No necesito fiestas, ni hombres a mí alrededor preguntándome estupideces – contestó la joven con una sonrisa medio burlona en su rostro mientras contemplaba a Kyo directamente. – No necesito joyas para llamar la atención de nadie, es una tontería de mujeres y yo soy un hombre – sus ojos se entrecerraron con algo de malicia, quizás molestos por las palabras de Kyo. – Quién busca en una mujer belleza por joyas y maquillaje no se merece a nadie – siguió la joven secamente, su sonrisa borrada de su rostro - ¿Por qué tiene que ser menos atractiva una mujer con ropas amplias que una con trajes de seda? Si sabes admirar la belleza, Kyo, sabrás bien que una mujer hermosa no necesita de nada, las joyas y los vestidos caros sobran si alguien es hermoso – concluyó la joven ninja, no parecía molesta con Kyo pero si con los hombres en general, como si no los llegara a comprender aun intentando aparentar ser uno.

- Tienes razón en eso – respondió Kyo con una sonrisa suave y comprensiva, sin dejar de acariciar el sedoso cabello semi rubio de la joven tumbada en sus rodillas – Pero eso solo es en un mundo perfecto. Yo sé admirar lo hermosa que puede ser una mujer aunque vaya con harapos – rió muy levemente mientras soportaba la verde e intensa mirada de su compañera – pero muchos hombres no, y eso no se puede negar – acabó diciendo al joven mientras vio como Alex asentía con la mirada, ella también sabía eso. Pero era evidente que por mucho que lo supiera no había hombre alguno que no se dejara iluminar por un agradecido escote surcado de perlas marinas. – Aunque me gustaría que encontraras a alguno que te quisiera y que no pensara así – dijo de pronto el joven, su mirada se puso algo triste mientras decía esto, perdida pensando en qué sería de Alex en unos años, en si encontraría alguien con quien poder compartir algo de su vida. No un amigo, porque él ya lo era y los chicos también. Él pensaba en alguien especial, alguien que hiciera que Alex realmente se sintiera con ganas de vestir como una mujer, que la hiciera sentir mujer pero sin hacerle daño.

- No necesito a nadie que me quiera de esa forma, Kyo. – fue la rápida respuesta de Alex sin pensarlo dos veces – No quiero a nadie que me ame, no sería capaz de soportarlo – giró su rostro sobre las rodillas del joven, no quería que la viera así, sufriendo por algo que no podía evitar. Jamás podría estar con un hombre y ser feliz, a veces le dolía pensar eso, pero no podría, no tendría el valor y la fuerza suficientes para entregarse a alguien por completo, no teniendo tanto dolor dentro.

- ¿Entonces... y Syo? – soltó el joven y una suave risa siguió sus palabras, no la pudo evitar. Vio como la joven se levantaba de golpe, quedando de nuevo sentada a su lado, mirándolo con sus enormes ojos verdes abiertos con sorpresa.

- ¿Cómo que 'y Syo'? ¿Qué le pasa a ese? ¿Le dio algo y al fin murió? – la voz de Alex sonaba enormemente ofendida por lo que estaba sugiriendo Kyo, como si fuese lo peor que podría haber dicho, el insulto más grande que le podría haber dedicado.

- Pues que... – respondió el joven levantándose y bebiendo un nuevo trago mientras Alex lo seguía con la mirada inquisitivamente. Kyo rió unos segundos mientras dejaba el vaso ahora vació en una de las mesillas de la acogedora sala – creía que Syo te gustaba – rió mientras veía como Alex quedaba atorada en el sitio, quizás asimilando lo que él acababa de decir, intentando comprender sus palabras, su risa.

- ¡Maldito K'sogaki! ¿Cómo te atreves a insultarme así? – la joven se levantó rápidamente del sillón y sacó su cuchillo, amenazando falsamente a Kyo a quien tenía a menos de un metro de ella.

- Venga, era una broma – rió el joven levantando las manos hacia Alex en son de paz – Además ya es hora de irnos – comentó intentando librarse de un posible ataque de la joven ninja quien parecía dispuesta a cortarle el cuello si seguía con su broma.

- Te la paso esta vez – gruñó la joven, bien sabía ella que no iba a atacar a Kyo pero realmente el joven castaño se podría haber ahorrado la bromita, ¿ella y Syo? Por dios, si eran completamente distintos, no se podían ni ver y cuando lo hacían se llenaban de insultos... Syo... hacía tiempo que no lo veía. ¿Qué tonterías estaba pensando ahora? Tanto mejor si no lo veía. – Vámonos, necesito descansar – dijo al fin la rubia escondiendo de nuevo el cuchillo entre los pliegues de su ancha ropa.

Ambos salieron de la habitación y del hotel sin ningún problema. El director mismo los despidió con una agradable sonrisa.

Los dos jóvenes subieron a la moto sin darse cuenta de que alguien, en un auto negro los veía arrancar mientras fumaba un cigarrillo tranquilamente, observando la escena.

- Vaya, vaya, Kusanagi – susurró mientras apagaba el cigarrillo en el cenicero del coche y arrancaba el auto siguiendo a la Harley, las luces apagadas para no ser visto.

~ * ~

Kyo dejó la moto aparcada justo frente a la casa de los ninjas mientras Alex bajaba ágilmente de ella sin hacer el menor ruido.

Entraron, encontrándose con las luces de la casa apagadas ni tan solo había luz en la parte superior y llegaron a pensar que Hiroshi se había ido a dormir sin recordar que le tocaba a él ir con Kyo.

Subieron con las luces sin encender, se conocían bien la casa y la tenue luz que entraba por las ventanas era suficiente para guiarlos hasta la primera planta sin problemas.

Observaron el oscuro lugar y vieron que en la puerta de la habitación de Hiroshi había una pequeña línea de luz que salía por debajo. El moreno sí se acordaba que tenía que salir.

- Voy a dormir – susurró Alex en voz baja, tenía mucho sueño ahora, necesitaba descansar urgentemente. Quizás Kyo no quedaba en las mejores manos pero seguro estaría bien, al menos se divertiría.

- Oyasumi nasai – sonrió Kyo también hablando en voz baja mientras la rubia ninja entraba en su habitación despidiéndose con un leve movimiento de su mano.

Kyo llamó suavemente a la puerta de Hiroshi, intentando hacer el menor ruido posible para no molestar a los otros.

- ¡Adelante! – gritó una chillona voz al otro lado de la puerta, de nada había servido intentar no hacer ruido pues oyó claramente la voz de Kaiji decir algo sobre una presunta muerte de un moreno loco y chillón desde su habitación.

Kyo decidió abrir la puerta y entrar para intentar hacer que Hiroshi no gritara más.

Se encontró frente a frente con la desordenada habitación, entrar en ella siempre le había parecido peligroso pues todo estaba repleto de cosas, las estanterías de llenas, parecía que iban a caer de un momento a otro. Las puertas de los armarios estaban mal cerradas porque tenían tal cantidad de cosas metidas dentro que solo hacía falta abrirlas para que una avalancha de ropas cayera sobre quien osara intentarlo.

Hiroshi simplemente estaba sentado en su cama, una pierna cruzada sobre la otra mientras en una de sus manos había un lápiz de ojos y en la otra un pequeño trozo de espejo roto.

Kyo se dedicó a observar un poco más el lugar, todas las paredes estaban recubiertas de papel, todo eran pósters de grupos de Heavy, en su mayoría desaparecidos, uno de Queen, también desaparecido. El único que reconoció de un grupo que aun existía era uno de Bon Jovi bastante pequeño y disimulado, seguramente porque no era de los preferidos de su joven y revoltoso amigo. Pero tenía que admitir que muchos de los cantantes que allí había colgado ni los reconocía, le pareció reconocer a un cantante japonés entre la multitud de pósters pero tampoco pudo estar muy seguro debido a la cantidad de maquillaje que este llevaba en la cara, realmente tampoco podía asegurar si era un hombre o una mujer quien estaba en ese póster.

- Un segundo – sonrió Hiroshi dejando el trozo de espejo encima de la cama sin preocuparse más por él, olvidándolo completamente a los dos segundos de dejarlo allí.

Se levantó estirando todo su cuerpo con el movimiento. Solamente iba con una camiseta muy amplia y rasgada que él mismo usaba para dormir al disgustarle los pijamas. Fue hacia la puerta del armario y la abrió sin preocuparse mientras Kyo veía un mar de ropa caer a los pies del moreno que rió suavemente, divertido porque la ropa le cayera. Se agachó y cogió la que creyó que le iba a sentar mejor mientras con un pie empujaba el resto hacia el armario de nuevo, sin preocuparse por ponerla más o menos ordenada.

El moreno escogió unos pantalones negros muy ajustados a sus piernas, de cuero, pero antes se sacó la camiseta y Kyo pudo comprobar que, a parte de esta, no había nada más debajo. No se molestó en sorprenderse, no le extrañó que el moreno durmiera de esta forma: lo más cómodo posible. Su piel era blanca como el marfil, sus músculos mínimamente marcados a pesar del ejercicio que hacía, sabía que al moreno le molestaba que se le notasen demasiado. Vio la eterna serpiente en el estómago de Hiroshi y por primera vez pudo contemplarla entera. La boca abierta dispuesta a atacar mientras su cuerpo se retorcía para acabar adentrándose en la pierna del moreno y acabar allí, colgando prendida de la nada.

Hiroshi se puso los pantalones lentamente, le iban demasiado ajustados como para entrar bien a la primera. Al terminar todos los ligeros músculos de las piernas del joven quedaron bien sujetos y marcados gracias a los pantalones de cuero. Había finas cadenas de metal colgadas de estos estratégicamente y que se movían al compás de su dueño.

Luego vino la camiseta, estrecha y que le cubría todo su estómago y pecho, de cuello alto pero sin mangas, también negra pero con unas ligeras costuras plateadas serpenteantes en donde terminaban las mangas quizás demasiado cortas para considerarlas así.

Vio como el moreno se dirigía a un pequeño mueble que había en la habitación y abría uno de los cajones, el inferior. De allí sacó un cinturón negro con la hebilla de plata y se lo puso en los pantalones, pero sin ajustarlo ni sujetarlo, simplemente cerrándolo alrededor de su cintura dejándolo ancho, un adorno más.

Cerró el cajón y abrió otro, el de más arriba. Kyo pudo ver que allí estaba todo lleno de colgantes, pendientes, todos plateados, todos con estigmas satánicos. Hiroshi simplemente rebuscó descuidadamente por allí hasta que encontró lo que quería: un colgante con una cruz invertida con un pequeño brillante negro en el centro, un pendiente con tres finos hilos de plata que colgaban y al final de estos unos seis pequeños. También sacó unos cuantos anillos de allí, un par de serpientes que, al tener el cuerpo contorsionado, hacían a la perfección de anillo y un búho de plata con un ligerísimo color dorado en el pico y las patas.

El moreno se lo colocó todo menos los anillos mientras tatareaba alguna canción de uno de sus grupos de Heavy. Volvió a cerrar el cajón y esta vez abrió el del centro, allí estaba lleno de guantes. Sacó un par, y se los puso, eran largos hasta casi sus hombros, muy ajustados al igual que los pantalones, y Kyo pudo ver que eran el conjunto de la camiseta pues al final de estos había unas pequeñas decoraciones hechas con hilo color plateado. Al final se puso los anillos por encima de sus manos enguantadas, quedando listo mientras cogía un abrigo de cuero largo hasta casi sus pies y terminaba poniéndose unas medio botas con cierre de hebilla plateada.

Kyo observó el conjunto. El abrigo de cuero no dejaba ver las mangas de los guantes, pero si dejaba ver que esa camiseta era sumamente ajustada hasta llegar a su cintura en donde empezaban los pantalones no menos ajustados, con el cinturón colgando libremente. Sonrió.

- Te ves muy bien – dijo el joven castaño con un asentimiento de cabeza, realmente Hiroshi, aun poniéndose cosas que le hacían parecer desarreglado, se veía perfecto. El cabello negro estaba perfectamente desarreglado y la línea negra hacía resaltar sus ojos entre la pálida piel.

- Lo sé – sonrió Hiroshi divertido, como si para él fuera completamente entendible que se viera bien, sino ¿para qué se había arreglado? Le encantaba este tipo de ropa y lucir tanto como podía su cuerpo, hacía lo imposible para verse lo más atractivo posible y, la verdad, no le resultaba muy difícil. De por sí era un joven atractivo. – Vámonos – dijo el joven abriendo la puerta sin ningún intento por no hacer ruido mientras Kyo simplemente lo seguía resignado - ¡Me voy! ¡No me echéis de menos! – gritó el ninja y pronto se oyó algo caer en una de las habitaciones y la suave voz de Shikai se dejó oír en la noche.

- Kaiji, deja ese cuchillo, por favor – fue el susurro que oyeron ambos jóvenes mientras decidían correr hacia la parte de abajo e irse lo más pronto posible del lugar antes que Shikai no pudiera detener a su pareja por más tiempo.

Ambos subieron a la moto y Kyo arrancó mientras Hiroshi le daba las instrucciones sobre donde debían ir.

Llegaron al lugar en poco tiempo, usando toda la velocidad de la moto sin preocuparse, demasiado tarde como para tener miedo a encontrarse con algún coche en los cruces. La lluvia ya había cesado por completo y ahora las nubes empezaban a retirarse en silencio dejando ver algunas estrellas, las más brillantes que se resistían a dejar que la opacidad de las nubes las mantuviera cubiertas.

Ambos jóvenes descendieron. El lugar no era el más acogedor. Kyo miró la calle, todo eran bares con luces de neón encendidas, todas de colores chillones para poder llamar la atención de los posibles clientes. Hiroshi simplemente le señaló uno y entraron en él.

Dentro las luces eran casi nulas, había unas cuantas mesas para cuatro personas esparcidas alrededor de una pequeña pista de baile en donde se mantenían centradas la mayoría de luces del local. Algunos jóvenes bailaban allí, ajenos a los que los miraban, envueltos en la música rock de alto volumen que se esparcía por todo el lugar sin tener piedad de nadie. Kyo vio como el suelo estaba lleno de suciedad y de algún vaso roto que había vertido su líquido por el suelo, dejándolo pegajoso al pasar por encima. La mayoría de la gente iba vestida de cuero como Hiroshi, por lo que el joven castaño se sintió algo desplazado. Las chicas que allí había parecían ir medio desnudas por lo reducido de su ropa y por sus, en exceso, generosos escotes. El joven suspiró, menudo sitio, ideal para Hiroshi.

El moreno le cogió de la mano para arrastrarlo hasta una mesa algo más alejada de la pista que las otras, ligeramente escondida de las miradas de la gente para dar solo un leve toque de intimidad a quien estuviera allí.

Solo tuvieron que sentarse y a los pocos segundos una camarera que para Kyo no lo pareció pues iba con la misma poca ropa de todas las chicas del local, fue a servirlos. Hiroshi gritó, literalmente, lo que querían y la joven se fue sin anotar nada, Kyo solo esperó que esa mujer hubiera tenido buenos oídos y buena memoria, y la verdad, no le parecía tuviera ninguna de las dos cosas. Al fin y al cabo, ¿cómo podía terminar alguien que trabajaba envuelto en esa música?

- ¿No te gusta? – preguntó Hiroshi muy cerca del oído de Kyo para que este pudiera oírlo sin problemas a pesar de la música.

- No suelo venir mucho a sitios como este – admitió Kyo medio avergonzado, en teoría un joven de su edad debería conocer todos los locales de música de la ciudad, pero realmente no le gustaban demasiado y tampoco tenía tiempo material para dedicarse a explorarlos.

- Tranquilo, cuesta acostumbrarse – dijo Hiroshi entre risas, y su mirada se desvió a la pista, abrió los ojos con una leve sorpresa reflejándose en ellos - ¡Ahora vuelvo! – gritó el joven mientras se levantaba, parecía que había visto a alguien conocido en la pista.

El moreno entró entre la gente que bailaba fundiéndose con ellos. Sus caderas moviéndose levemente al ritmo de la estridente música, sus brazos moviéndose hacia arriba para descender a los lados en su baile privado. Sus ojos entrecerrados disfrutando de moverse libremente por la pista, ignorando a la gente de su alrededor y dejándose llevar. Leves movimientos con su cabeza para hacer que sus rebeldes cabellos se movieran, desordenándose aun más. Kyo pudo ver como el joven movía los labios cerca del oído de una chica en exceso maquillada y vio como la joven asentía mientras dejaba que Hiroshi posara sus brazos alrededor de su cintura mientras ella se movía en convulsiones siguiendo el ritmo marcado por el moreno. En un momento Hiroshi bajó resiguiendo con sus manos el cuerpo de la joven y volvió a subir resiguiéndole la espalda mientras ella se inclinaba hacia atrás dejándose sostener por el moreno. Otras palabras dichas en el oído de la chica y esta le daba algo a Hiroshi quien la acabó besando en el cuello y se alejaba de la pista para volver a acercarse a Kyo al mismo tiempo que la camarera dejaba las bebidas en la mesa.

- Nunca te había visto bailar – comentó Kyo esperando que su tono fuera lo suficientemente alto como para que Hiroshi lo oyera – Lo haces muy bien – sonrió el joven mientras el moreno le ofrecía la oreja para que hablara en ella.

- Yo lo hago todo muy bien – gritó Hiroshi sonriente mientras se sentaba y abría su mano, mostrando algunas pastillas de distintos colores y se las ponía en la boca mientras cogía su vaso y bebía algo del líquido que allí había, tragándose las pastillas. No le ofreció a Kyo, nunca lo había hecho y nunca lo haría. Él mismo sabía que las drogas no eran nada bueno y que eran su problema, no el de los demás. Nadie merecía ser adicto a esto, y si podía evitar que sus amigos lo fueran sería un punto a su favor.

Los quería demasiado como para dejar que ellos se engancharan. Y los conocía suficientemente bien como para saber que ninguno de ellos lo haría. Estaba convencido que a Kaiji le daban repulsión, que Shikai no las necesitaba para poder sonreír, que Alex estaba por encima de eso y que Kyo era suficientemente adulto para saber disfrutar de la vida sin necesidad de tomar nada, salvo alcohol en días señalados.

Kyo vio como la joven que le había dado las pastillas a Hiroshi salía de entre la gente y se les acercaba con una sonrisa divertida, o más bien parecía ida, demasiado sobrecargada de pastillas como para pensar con claridad, sus ojos negros brillaban por el exceso de alcohol en sus venas.

Cuando llegó se agachó justo al lado de Kyo, muy cerca de su oído. El joven podía sentir la respiración de la muchacha rozándole levemente la mejilla, el olor a alcohol impregnándose en su piel, casi desagradable.

- Hola guapo – susurró la muchacha en la oreja de Kyo, sensualmente - ¿Quieres venir arriba? Lo pasarás bien – dijo la joven con descaro, sus labios maquillados en exceso de rojo se movían entre suaves risas mientras hablaba.

- Está conmigo, déjalo – dijo Hiroshi medio divertido al ver la cara del joven Kusanagi quien no esperaba que la joven se le ofreciera con ese descaro.

- Oh, venga Hiro, préstamelo un rato, ¿sí? – sonrió la joven hacia el moreno mientras pasaba uno de sus delgados brazos por el cuello de Kyo sin reparos, descaradamente.

- No me gusta que me llamen Hiro – el rostro del moreno pareció oscurecerse en molestia ante la insistencia de la joven. Odiaba que lo llamaran Hiro, así es como lo llamaba su madre cuando tenía ganas de divertirse con él... lo odiaba.

- No te vuelvo a llamar así si me prestas a tu amigo, ¿qué tal? – siguió la joven sin mostrar preocupación alguna por lo que decía el moreno, entretenida haciendo que su abrazo fuese más estrecho y que el guapo y desconocido joven le hiciera caso.

- He dicho que no – gritó el joven moreno, esta vez la sonrisa estaba completamente desaparecida de su rostro mientras se levantaba y golpeaba la mesa con su mano, haciendo que los vasos que allí había se moviesen por un segundo. Kyo estaba sorprendido con el comportamiento de su joven ninja, jamás había esperado encontrarse con un Hiroshi molesto, jamás lo había visto así. Fingir molestia sí, pero ahora Hiroshi no fingía nada, se veía claramente.

- Guapo – susurró la joven en el oído de Kyo – Deja a este soso – dijo sonriente mientras se refería a Hiroshi – Y ven conmigo, lo pasarás bien... lo prometo – sus palabras eran completamente sensuales aun teniendo que usar un tono alto. Era en exceso provocativa, cosa que a Kyo no le gustaba demasiado, no le agradaban las chicas que se ofrecían tan claramente, demasiado para él tal vez.

- ¿Qué no lo entiendes? – gruñó Hiroshi casi en un grito mientras cogía a Kyo por el cuello de la camisa y lo obligaba a levantarse además de obligar a la joven a soltarlo. – He dicho que está conmigo – siguió diciendo en voz amenazante mientras entrecerraba sus ojos mirando a la joven y tiraba más de Kyo para acercarlo hacia él y acabar posando sus labios sobre los de Kyo mientras su mano libre se posaba por debajo de la espalda del joven, descarada, para que la chica entendiera de una vez.

La muchacha no dijo más, simplemente abrió sus ojos con sorpresa y se fue de allí corriendo, saliendo del local, no le gustaban los tipos como Hiroshi. No quería estar cerca, podían pegarle algo raro.

El moreno simplemente se separó de Kyo al ver como la joven desaparecía al fin de su vista. El beso no había sido justamente pequeño, Hiroshi sabía bien que eso no hubiese funcionado para espantar a esa maldita y molesta chica, así que se había atrevido a meter su lengua en la cálida boca del joven Kusanagi.

Rió levemente unos segundos al ver que Kyo no parecía reaccionar aun, lo miraba con los ojos completamente abiertos, asombrado.

- Venga, siéntate – dijo Hiroshi mientras seguía riendo mucho más tranquilamente y le señalaba la silla al joven Kusanagi.

- ¿A qué ha venido eso? – preguntó el joven sentándose tal como Hiroshi se lo indicaba y saliendo de la sorpresa inicial. Realmente no esperaba ese beso, y menos lo profundo que fue y menos se esperó comprobar por si mismo que Hiroshi sabía... muy bien.

- Pues... – empezó Hiroshi moviendo una mano desinteresadamente – No creo que a ti te gusten este tipo de chicas – empezó el moreno con una sonrisa divertida en sus labios mirando fijamente a Kyo – y, además, tiene quince años – rió abiertamente echándose hacia atrás al ver la cara de sorpresa de Kyo quien se giró inconscientemente para intentar ver de nuevo a esa chica, pero ella ya no estaba allí.

- ¿Quince? – preguntó Kyo medio incrédulo aun – Lo que hace el maquillaje – rió al fin, divertido por la situación que habían creado, dándose cuenta que muchos de los de la pista de baile los miraban con curiosidad.

- No es mucho más pequeña que mi hermana – dijo Hiroshi, su mirada quedó pensativa por unos momentos al decir eso, un pequeño brillo triste apareció en sus ojos negros.

- Tu hermana ya tiene diecisiete, ¿ne? – preguntó el joven Kusanagi con curiosidad viendo como se ponía su joven ninja al hablar de su hermana.

- Aun no – susurró Hiroshi y Kyo se acercó algo más para poder oírle – Los cumple el 18 de este mes – el moreno sonrió levemente al decir eso y Kyo le devolvió la sonrisa.

El joven Kusanagi no pudo decir más porque Hiroshi se levantó dejando algunas monedas en la mesa y yendo hacia fuera del bar. Lo siguió sin decir nada y vio como el joven moreno se sentaba en el bordillo de la acera, justo frente al local.

- A veces tengo miedo por mi hermana – susurró el ninja, al fin pudiendo hablar tranquilamente sin necesidad de gritar por culpa de la fuerte música del local.

- ¿Por qué? – preguntó el joven Kusanagi mientras se sentaba al lado de su ninja y lo observaba algo preocupado, realmente Hiroshi no se veía como siempre. Quizás el ver a esa chica que le hizo recordar demasiado a su hermana.

- Se junta con quien no debería – empezó el moreno encogiéndose levemente para poder rodear sus piernas con los brazos – Sus padres están un poco preocupados, los fines de semana se va y creen que se mete en sitios como este – continuó diciendo mientras señalaba levemente con la cabeza el local donde acababan de estar.

Kyo guardó silencio unos segundos, entendiendo la preocupación de su amigo. Su hermana era una adolescente alborotada aun, no había sufrido nada durante su vida puesto que Hiroshi la sacó de la casa de su madre cuando ella solo era un bebé y no estuvo mucho tiempo en el orfanato pues la adoptaron cuando ella solo tenía dos años. Así que la chica no recordaba nada de su pasado, eso era bueno y malo a la vez, porque no era capaz de ver que podía acabar mal, como lo estaba Hiroshi.

Aunque el joven siempre estaba alegre era un adicto a cualquier tipo de droga, y la mayoría de sus risas provenían de haber tomado alguno de esos estimulantes. Era ya imposible sacarlo de allí, él mismo lo decía y era verdad, no soportaba estar mucho tiempo sin drogas, no es que se volviera agresivo si no las tenía, pero hacía de todo para poder conseguirlas, por mucho que lo encerraran en una habitación él lograba escapar como fuera, algunas veces con heridas por haber saltado por una ventana cerrada. No podían hacer nada por él. Y él lo que no quería era que su hermana cayese en lo mismo.

- Hiroshi... – susurró al fin el joven Kusanagi – No puedes hacer mucho más de lo que haces – le dijo en tono suave mientras ponía una mano en el hombro de su amigo ninja – Los padres que tiene ahora la cuidan muy bien, pero es una adolescente, solo puedes esperar a que con el tiempo se vaya calmando – le siguió diciendo con suavidad, no era realmente ningún consuelo decirle esto, pues en ningún momento le estaba diciendo que la joven no acabaría mal, solo intentaba hacerle ver al moreno que también había la posibilidad que todo acabara bien.

Él solo había visto a la hermana de Hiroshi un par de veces, pero era fácilmente reconocible. Su cabello era negro y le llegaba a media espalda, sus ojos eran también negros. Simplemente era una copia de Hiroshi en mujer, descarada como su hermano, hablando con la gente aun sin conocerlos (quizás esto le podría traer problemas), una sonrisa siempre en su rostro, menos cuando discutía con su hermano. Era extraño ver a Hiroshi en esa postura casi paternal. Él le había dicho a su hermana que trabajaba de contable para los Kusanagi para mantenerla alejada de la realidad, y realmente la vez que ella fue a verlo se armó un grandísimo show.

Saisyu casi se muere cuando le dijeron que la hermana de Hiroshi creía eso, y más cuando le dijeron que él tenía que hacer para que la joven lo creyera realmente.

La mansión quedó revolucionada. Criadas afanadas buscando trajes elegantes a la medida del joven moreno mientras Kaiji y Shikai se encargaban de lavarlo y sacarle el maquillaje y, lo más importante, intentaban que el pelo del joven no se revolviera como de costumbre. Kyo aun no olvidaba el exagerado olor a laca que salió de Hiroshi esa vez, intentaron camuflarlo con colonia cara, pero no hubo forma humana posible.

Al final quedó todo bastante bien aun con los problemas iniciales. El cabello de Hiroshi quedó en su sitio, su rostro quedó limpio de cualquier tipo de maquillaje, el traje que encontraron le quedó a la perfección y todos los criados estaban avisados (la verdad era que los criados tenían miedo a todos los ninjas menos a Hiroshi que siempre andaba por la mansión bromeándoles). La hermana vino y no hubo ningún problema. Los otros tres ninjas también quedaron semi camuflados, pues representaba que ellos eran amigos-compañeros de Hiroshi así que también se pusieron trajes, pero no hubo tanto problema como con el moreno. El único inconveniente fue cuando la joven se colgó demasiado del brazo de Shikai, quien era, según ella: 'Su chico predestinado'. Kyo mismo se tuvo que llevar a Kaiji de allí para que no pasara ninguna desgracia y hubiera una hermana de Hiroshi muerta en la mansión. Y así pasaron el día, Hiroshi y Shikai siempre con la hermana del primero mientras él y Alex sujetaban como podían a Kaiji (Kyo descubrió ese día que Kaiji era muy celoso).

- Espero que se calme para bien... – susurró Hiroshi sacando a Kyo de sus pensamientos – no quiero que termine como yo – el joven sonrió ligeramente al decirlo mientras volteaba su rostro para mirar a Kyo – Quizás no pueda verla tanto como quiero... pero creo que no soy una buena influencia para ella – suspiró resignado, volviendo su mirada hacia delante – No puedo fingir eternamente que soy alguien que no soy – Kyo asintió a eso, Hiroshi tenía razón en lo que decía: mantener una máscara falsa es difícil. Incluso él tenía que hacerlo en los torneos, no tan exageradamente como Hiroshi, pero algo tenía que hacer. La gente esperaba cosas de él por ser quien era y por desgracia eso le influenciaba a cambiar su carácter, hacerse algo más arrogante ante sus fans, parecer más seguro de sí mismo de lo que realmente estaba...

- No eres una mala influencia – sonrió Kyo hablando sinceramente – Quizás tendrías que haber sido sincero con tu hermana, o quizá ya lo estás haciendo bien, no lo sé – no apartaba su mano del hombro de su ninja, intentaba que el moreno se sintiera mejor y no sabía si lo estaba consiguiendo, Hiroshi no lo miraba, su rostro puesto al frente, observando el gris asfalto iluminado por las viejas farolas de la calle. - ¿Qué te parece si celebramos el cumpleaños de tu hermana todos juntos? Podríamos ir a comer a un lugar lejos de la ciudad... – comentó Kyo animándose él mismo con la idea – Pero tendremos que comprar una correa para Kaiji – vio como Hiroshi al fin le devolvía la mirada, una leve sorpresa en su rostro para después empezar a reír junto con él ante la idea.

- Sí, realmente mi hermana está loca con Shikai y me parece que a Kaiji no le gusta mucho – rió el ninja, le encantaba eso, porque todo lo que hacía rabiar a Kaiji le divertía en sobremanera.

- Eh, vosotros – gruñó una voz a su espalda, fuerte, muy grave, no demasiado agradable y mucho menos parecía que amistosa.

Ambos jóvenes voltearon sus rostros sin levantarse y se encontraron con un grupo de cuatro chicos vestidos de cuero, todos con gafas de sol y haciendo crujir sus nudillos, desafiantes.

- Siempre me he preguntado porque la gente lleva gafas de sol por la noche, ¿tu no? – dijo Hiroshi curioso por eso, puesto que no entendía como se podía ir con gafas de sol en plena noche, y menos en una noche tan oscura como esa. A Kyo le divirtió eso, parecía que el moreno ya se encontraba mejor y que hablaba con la inocencia de un niño que no está al tanto de que le quieren hacer daño.

- Tienes razón – sonrió Kyo poniéndose en pie mientras pasaba sus manos por sus pantalones, limpiándolos del polvo que habían cogido al estar sentados en la calle.

- No os burléis – gruñó el mismo tipo, que parecía ser el jefe del grupo – Mi hermana me ha dicho que intentasteis propasaros con ella y eso lo pagaréis – dijo molesto mientras señalaba con su mano a la joven que antes había intentado irse con Kyo.

Este suspiró resignado, de nada servía decirles a este tipo que realmente era su hermana la que se había propasado con él y no al revés. Supuso que la joven debía estar molesta con ellos por el desprecio y había ido corriendo a buscar a su hermano mayor... y tan mayor, ese tipo era realmente enorme, tanto en ancho como en alto.

- ¿Qué tal un poco de diversión, Kyo? – sonrió Hiroshi levantándose también, hablando despreocupadamente, divertido con la situación. Miró al joven y este asintió con una sonrisa de superioridad.

- ¡Vamos! – gritó el joven Kusanagi y se lanzó encima de su primera victima que no lo había reconocido, no había reconocido al luchador del King of Fighters.

Desde lejos eran observados sin darse cuenta. Un coche negro por completo aparcado a unos metros estaba allí, su conductor se limitaba a observar tranquilamente los golpes que daban, tanto Kyo como su acompañante, pero siempre centrándose en el joven Kusanagi. Un cigarrillo prendido en sus labios, el humo esparciéndose por el interior del auto dejando una estela gris que salía por la ventanilla abierta.

- Que manera de perder el tiempo, Kyo – murmuró disgustado por el comportamiento del joven Kusanagi, le parecía una tontería que Kyo no usara sus llamas para luchar contra esos estúpidos que intentaban, en vano, golpearle.

- Ups – dijo Hiroshi - ¿ya se acabó? – preguntó ladeando su cabeza y mirando a los jóvenes que les habían atacado, todos tumbados en el suelo y sangrando en distintos sitios de su rostro debido a las heridas que él y Kyo les habían hecho.

- Parece que sí – dijo Kyo encogiéndose de hombros con una suave sonrisa en su rostro mientras sacaba un paquete de cigarrillos de su bolsillo y cogía uno.

- No... puede ser – gruñó el tipo que siempre les había hablado intentando incorporarse, pasando una mano descuidadamente por sus labios, limpiando la sangre que salía de ellos. - ¿Cómo es posible? – murmuró sin entender como dos, para él, enclenques, le habían dejado así. No podía creer que dos tipos tan insignificantes le hubieran dado a él y a sus compañeros semejante sacudida. - ¿Qué sois? ¿Monstruos? – gruñó de nuevo poniéndose en pie y escupiendo algo de sangre que se le había acumulado en la boca.

Kyo simplemente le sonrió con el cigarrillo en sus labios y levantó un dedo, prendiendo su inseparable fuego anaranjado en él para encender el cigarrillo despreocupadamente. La luz de la llama iluminó unos instantes el rostro del joven Kusanagi, haciéndolo mucho más visible de lo que hasta ahora había estado por culpa de la poca luz que ofrecían las farolas. El joven frente a él dio un paso hacia atrás, tambaleante.

- No puede... ser – dijo, su voz volviéndose asustada por unos momentos. – Kusanagi Kyo – dijo con sus ojos bien abiertos, su voz con un claro tono asustado, reconociendo al fin al joven luchador. No dijo más, las piernas le temblaban de puro miedo, maldiciendo interiormente a su hermana por haberlo puesto en semejante apuro. Empezó a correr tambaleándose de un lado al otro, huyendo de Kyo con el miedo reflejado en su rostro olvidándose de sus compañeros que, aun conscientes, no podían casi ni moverse y solo intentaban gatear lo más lejos posible del joven Kusanagi.

Hiroshi solo rió ante la patética escena.

- Se olvida de sus compañeros, que gran amigo – dijo divertido sacudiéndose algo de polvo de su abrigo, ni tan solo se lo había sacado para luchar, no hacía falta y lo sabía, esos matones de tres al cuarto no merecían que él o Kyo se entregasen a fondo en el combate. Ni tan solo los habían alcanzado a tocar o simplemente rozar, eran demasiado ágiles como para dejarse golpear por unos mastodontes como esos. Había sido divertido. - ¿Nos vamos? Se nos acabó el tiempo – sonrió el joven moreno y Kyo asintió despreocupadamente, no era la primera vez que le pasaba algo así.

Ambos se dirigieron a la moto y desaparecieron entre las calles seguidos por el auto negro sin que ellos se dieran cuenta.

~ * ~

Llegaron a la casa de los ninjas sin problemas, la luz estaba apagada también esta vez.

Kyo se preguntó cuál de los dos ninjas que quedaban iría con él puesto que no lo habían decidido, como también se preguntó si Kaiji estaría muy enfadado por la despedida de Hiroshi de antes.

El moreno se despidió de Kyo con un bostezó y entró en la habitación sin preocuparse por nada pero sin hacer demasiado ruido, él también estaba muy cansado.

Kyo se quedó en el pasillo sin saber que hacer, sin acabar de atreverse a llamar a la puerta por miedo a que Kaiji tomara represalias contra él. Pero no tuvo que esperar mucho, pronto la puerta de la habitación de los dos ninjas se abrió silenciosamente y apareció, entre la oscuridad, el rubio, vestido con un traje de motorista blanco y azul.

- Vámonos – susurró el joven de ojos azules con una sonrisa al ver a Kyo.

Ambos salieron de la casa en silencio, procurando hacer el mínimo ruido posible.

- ¿Kaiji está muy molesto? – preguntó el joven Kusanagi una vez fuera de la casa y con una sonrisa semi nerviosa, preguntándose si el ninja castaño iría a matar a Hiroshi por la noche.

- No te preocupes – sonrió Shikai amablemente. Kyo se fijó en el traje del ninja. Los pantalones eran de motorista, de cuero blanco con algunas marcas azul marino, llevaba también un abrigo del mismo color, cerrado y que acababa en la cintura del ninja. El cabello rubio siempre suelto y que le llegaba un poco más abajo de sus hombros, luciendo su eterna sonrisa amable.

- ¿Dónde vamos? – preguntó el joven Kusanagi viendo que Shikai iba a por su moto, aparcada muy cerca de la entrada de la casa.

- Tu sígueme – sonrió el ninja rubio volteándose ligeramente para mirar a Kyo mientras subía a su moto. Kyo asintió también con una sonrisa y subió a la suya.

Ambos chicos se perdieron en la oscuridad. Las estrellas brillaban más ahora, las nubes empezaban a desaparecer en la lejanía y pronto se vería la luna llena que aun se mantenía oculta.

Llegaron al sitio en pocos minutos y Kyo se detuvo observando lo inmenso que este era.

- El circuito de motos – sonrió Kyo entendiendo donde lo había llevado el joven rubio. Este solo se limitó a devolverle la sonrisa y a acercar su moto lentamente a la entrada de autos del lugar, sacando un juego de llaves y pulsando un botón que había en el llavero.

La gran puerta de hierro no tardó en chirriar y elevarse ante ellos. Kyo no dudó en entrar y esperó a que Shikai volviera a pulsar el botón para cerrarlo todo. El joven rubio fue hacia unos interruptores que habían cerca del lugar y los prendió, dejando todo el lugar completamente iluminado. Kyo pudo ver que estaban en un largo pasillo, muy ancho para que cualquier tipo de autos pudiera pasar por él sin problemas.

Shikai se puso a su altura con la moto y ambos empezaron a recorrer el pasillo sin ninguna prisa.

Al llegar a la salida Kyo no pudo evitar asombrarse por lo inmenso que era el sitio. Todo estaba iluminado como si fuera de día aun pudiéndose ver el cielo arriba, oscuro.

Las gradas estaban completamente vacías lo que hacía que el lugar aun se viera más grande. Contempló la pista de cemento y la hierba verde y corta que dejaban crecer a los lados de esta para llenar los espacios vacíos, limpia y cuidada.

- ¿Qué te parece, Kyo? – le sonrió el ninja rubio a su compañero, algo divertido al ver el rostro del joven contemplándolo todo.

- ¿Aquí es donde venís a competir tu y Kaiji? – preguntó el joven Kusanagi mientras observaba al rubio ajustarse los guantes que llevaba, todos blancos menos por una veta azul marino en la parte de arriba.

- Sí, ¿no has venido nunca, cierto? – preguntó el joven rubio ofreciendo una de sus más amables sonrisas a Kyo. Ninguno de los dos bajaba aun de las motos.

- No, la verdad es que no – dijo el joven en un tono algo triste – Ni tan solo sé cuando competís ni quien gana cuando lo hacéis – sonrió tristemente, la verdad es que ni Shikai ni Kaiji le decían nunca cuando eran las carreras así que se le hacía imposible ir a verlos, realmente no sabía como se había enterado que los dos ninjas competían en estas carreras, quizás Alex se lo dijo alguna vez, pero no estaba seguro de eso.

- Dentro de dos días tenemos una competición – sonrió Shikai sin mostrarse afectado por lo que Kyo decía, no estaba molesto porque el joven Kusanagi no supiera estas cosas. – Solemos dejar que nos ganen – siguió con su sonrisa el rubio – no podemos dejar que la gente nos conozca demasiado – dijo explicándose con clara sinceridad en sus palabras, sin mostrarse afectado por el echo de dejarse ganar por otro para mantenerse ocultos – Pero en general soy yo quien gana a Kaiji – afirmó el ninja sonriendo divertido.

- Vaya... realmente, no es necesario que hagáis esto... quiero decir... – dijo Kyo entrecortadamente, sintiéndose mal por sus ninjas – Si queréis ganar y podéis, no debéis dejaros vencer – afirmo el joven, ¿Kaiji y Shikai se dejaban ganar para que nadie los reconociera? Eso no estaba bien, ellos tenían todo el derecho a ser conocidos si querían.

- Kyo... – sonrió el rubio negando con la cabeza levemente, algunos mechones rubios cayendo grácilmente sobre su rostro al hacerlo. – Tu luchas con todas tus fuerzas en el KOF para poder ganar... pero nosotros simplemente participamos en carreras para divertirnos, no nos importa demasiado perder, nunca hemos competido para ganar, no necesitamos ser... 'famosos' – le explicó sinceramente. Realmente era lo que pensaban tanto él como Kaiji, no querían ser conocidos, no querían a miles de chicas rodeándolos y molestándolos sin dejarlos respirar solo por ser los vencedores de algo.

- Supongo que tienes razón – aceptó el joven Kusanagi asintiendo levemente con la cabeza pero no muy convencido. - ¿Realmente os gustan tanto las carreras de motos como para dejaros vencer? – preguntó para acabar de asegurarse, sus ojos castaños fijos en Shikai.

- A mi sí, adoro estas competiciones – el rubio levantó una mano señalando hacia la pista con una sonrisa alegre en su rostro – A Kaiji no, le gustan las motos pero no hasta el punto de participar en carreras – comentó el rubio volviendo a mirar a Kyo quien inclinó su rostro hacia un lado sin entender bien lo que decía el rubio – Kaiji compite porque yo lo hago – se explicó – No digo que no le guste, pero podría vivir sin participar. Yo lo necesito – rió suavemente el ninja – Es como Hiroshi... él necesita sus pastillas; yo necesito venir aquí y correr sintiendo la potencia de la moto, sosteniéndola con mis manos, guiándola – el rostro del rubio se puso serio al decirlo, quizás melancólico, como si no le gustara pensar que algún día ya no podría competir más.

- No sabía eso – dijo el joven Kusanagi algo apenado, sintiendo que a veces parecía no conocer tan bien a sus ninjas como él creía. – Supongo que Kaiji nunca lo menciona por ser él quien pierde – rió levemente, sin muchas ganas, intentando animarse a él mismo.

- Kaiji no es el mejor en todo – afirmó Shikai con algo de molestia cubierta por una sonrisa – A veces creo que pensáis que él lo hace todo bien por el simple hecho de ser como es – está vez la sonrisa desapareció, se inclinó levemente sobre la moto, cruzando sus brazos en el manillar y apoyando allí su barbilla, su mirada perdida en la pista.

- Shikai... – solo logró susurrar Kyo confuso con las palabras del rubio. – Lo siento... quizás tienes razón, pero todos sabemos que tu también eres bueno... – intentó excusarse el joven Kusanagi pero Shikai lo cortó.

- Por dios, Kyo – dijo el ninja rubio volviendo a erguirse en la moto, mirándolo entre confuso y molesto – No lo digo porque yo sienta envidia de él, sino porque siento que le exigís demasiado, porque es él quien realmente sufre, no yo. – dijo en voz firme lo que dejó a Kyo sin saber que decir – Yo puedo hacer una cosa y que me salga mal, no me lo reprocharéis... lo sé – afirmó el joven seriamente – Pero si él hace algo y le sale mal, aunque no digáis nada él sabe que pensáis que cómo es posible que él haya hecho algo mal... esperáis demasiado de Kaiji y eso... lo va a matar. – bajó su rostro, dejando que los dorados mechones lo cubrieran parcialmente, su mirada baja hacia la moto.

- ¿Matar? – preguntó Kyo casi sin querer hacerlo, asustado por las palabras tan serias de su ninja rubio.

- Sí – afirmó el ninja sin levantar el rostro – Yo hace tiempo que estoy mal, pero me mantengo – continuó el joven refiriéndose a su enfermedad que compartía con Kaiji – pero él... empeora... empeora muy rápido – levantó una mano enguantada, mirándola como si allí hubiera algo de sumo valor – y yo no puedo hacer nada para impedirlo – cerró su mano con fuerza, al igual que sus ojos, sintiendo que la vida de Kaiji se acortaba por segundos y que él no podía hacer nada para detener el avance de la enfermedad en las venas de su pareja, nada.

- Shikai... – susurró Kyo asombrado por lo que le decía el ninja. Realmente él no se había dado cuenta de que Kaiji estuviera empeorando, siempre lo veía igual quizás últimamente lo veía algo más delgado, pero siempre lo atribuía a que Saisyu les mandaba a hacer demasiadas cosas – Yo... no sabía eso – su rostro se mostró verdaderamente apenado al sentir que lo que decía Shikai era verdad... Kaiji estaba empeorando y todos esperaban demasiado del ninja castaño.

- No es culpa tuya, Kyo – sonrió al fin el rubio alzando su mirada hacia el joven – Realmente no lo es. Aun que tu dejes de esperar que él haga bien las cosas él no dejará de hacerlo todo de la mejor manera, intentará que todo acabe según se espera... ya no se puede hacer nada por cambiarlo – la sonrisa en el rostro del rubio era sincera, realmente pensaba lo que estaba diciendo, ya no podían hacer nada para que Kaiji cambiara sus hábitos, no podían decirle, simplemente, que dejara de intentar hacer las cosas bien porque Kaiji se lo imponía a si mismo. Incluso en las carreras intentaba dar lo mejor de sí para poder adelantarlo y a veces corría demasiados riesgos con eso... – Pero dejemos de hablar de eso, de momento Kaiji está bien – sonrió el rubio algo más animado, intentando alejar esos pensamientos de su mente – Hemos venido para divertirnos, no para ponernos tristes – dijo al fin volviendo a colocarse bien los guantes, más por costumbre que porque se le hubieran movido de sitio.

- Igualmente... intentaré no pedirle a Kaiji tantas cosas... y lo mismo va por ti, ¿entendido? – dijo Kyo con una sonrisa, estaba dispuesto a ir a verlos competir en la carrera que pronto harían esos dos, como también estaba dispuesto a ir a ver a su padre para decirle, no, exigirle que no debía pedirles tanto a sus ninjas, eso haría, sí.

- Bien – sonrió el ninja rubio asintiendo – Y ahora... ¿te apetece intentar ganarme? – dijo mientras le guiñaba un ojo insinuante al joven mientras señalaba la pista con un dedo distraídamente.

- ¿Una Harley contra una moto de competición? – preguntó Kyo ofendido falsamente por lo que le decía el rubio – Es imposible que yo gane – dijo con falsa molestia hacia el rubio quien solo rió suavemente.

- Tranquilo, te daré ventaja – dijo sonriendo amablemente, aceptando los pucheros que hacía el joven Kusanagi y casi sin darse cuenta la Harley de Kyo aceleró y se metió en la pista, dejándolo atrás - ¡Tramposo! – gritó al ver pasar al joven Kusanagi frente a él y intentaba arrancar la moto para alcanzarlo.

- ¡Todo para ganar! – gritó Kyo levantando una mano mientras con la otra daba todo el gas a la moto, quizás una Harley no era una moto de carreras, pero corría lo suficiente.

Shikai solo sonrió ante la jugada de Kyo y dio gas a la moto, entrando él también en la pista y empezando a intentar alcanzar al joven y tramposo Kusanagi.

- Que estupidez... – dijo una sombra observando lo que hacía Kyo escondido de las luces del lugar, un cigarrillo prendido en sus labios mientras observaba. Tiró el cigarrillo a medio consumir en el suelo y lo piso retorciéndolo unos segundos para apagarlo mientras decidía ir a esperar a fuera, saliendo del lugar con pasos que resonaron por el amplio pasillo por donde Kyo y Shikai habían entrado con la moto.

Los dos jóvenes estuvieron aprovechando todo el tiempo en competir con las motos. Kyo no tuvo manera de evitar frenar demasiado en las curvas puesto que la Harley no se podía volcar como una moto de carreras, al final solo le quedó disfrutar de ver como Shikai cogía todas las curvas una tras otra a la perfección, estaba seguro que se conocía demasiado bien el circuito.

Luego de competir estuvieron un rato haciendo tonterías con las motos. Shikai le enseñó como lo hacía para ponerse en pie sobre el asiento de la moto y como ponerse a un lado, todo con la moto en marcha y sin caerse. Kyo solo intentó lo de ponerse en pie usando la moto de Shikai y consiguió un bonito golpe en su pierna, unos ojos azules preocupados y risas al ver que se encontraba bien.

Acabaron yéndose de allí con el tiempo muy justo, así que, ya que habían practicado en la pista, pusieron las motos al máximo para no hacer esperar a Kaiji.

~ * ~

Llegaron a la casa de los ninjas levantando todo el polvo que se encontraba a su paso, ambos esperando no llegar demasiado tarde.

- Shikai... – lo llamó Kyo al entrar en la sala. El rubio solo se giró para verlo, sonriéndole amablemente – Me lo he pasado muy bien contigo – sonrió Kyo satisfecho, realmente no solía ir muy a menudo con Shikai y le había gustado mucho poder hacerlo.

- Yo también Kyo – dijo el rubio asintiendo mientras empezaba a subir las escaleras para llegar al piso de arriba. Las nubes ya habían desaparecido por completo y la luna llena brillaba en lo alto, aunque pronto sería opacada por la luz del sol que empezaba a amenazar con salir.

No había nadie arriba, Shikai solo se despidió diciendo que avisaría a Kaiji para que saliera y entró lentamente en su habitación. El joven Kusanagi pudo oír unos murmullos que venían de dentro, Kaiji parecía que ya estaba despierto.

El ninja no tardó en salir y Kyo no pudo evitar sorprenderse ligeramente al verlo. Llevaba unos jeans negros y ajustados, una camisa holgada también negra, unas botas de vaquero puestas por encima del pantalón, no muy altas y con un ligero tacón y una gorra también vaquera que colgaba detrás de la espalda del ninja. Sus cabellos castaños estaban atados en una cola alta y algunos mechones caían sueltos por encima de su rostro, sin dejar que sus oscuros ojos se pudieran ver bien. Con un simple movimiento de cabeza Kaiji le indicó a Kyo que bajaran y así lo hicieron, saliendo del lugar.

- ¿Dónde vamos? – preguntó Kyo con una sonrisa, recordando por un momento la conversación que había tenido con Shikai... esperaban demasiado de Kaiji... Tendría que empezar a no esperar imposibles del ninja castaño.

- Sube – dijo simplemente el ninja castaño señalando la Harley y Kyo obedeció asintiendo, luego notó como Kaiji se le sentaba detrás. Le extrañó un poco, Kaiji nunca solía ir de paquete de nadie, y si se daba el caso iba con Shikai... fue extraño sentir un brazo del ninja pasarle por la cintura, pero no desagradable.

Kyo encendió la moto y simplemente se dejó dirigir por el ninja tras él. Kyo vio el estadio de carreras y creyó que Kaiji lo llevaría al mismo sitio que Shikai, pero no fue así, lo pasaron de largo y el ninja le indicó que entrara en un pequeño camino de tierra que había un par de kilómetros más allá del estadio hasta que llegaron a una casa extraña.

Se detuvieron allí. El sol empezaba a salir lentamente una pequeña línea de color azul más claro estaba empezando a salir por el horizonte con leves tonos rojizos.

Kyo vio que eso no era una casa realmente sino un establo. Kaiji entró en él sin preocuparse mucho y el joven lo siguió ligeramente curioso por lo que hacía su ninja.

Pudo ver las cuadras de los caballos, algunos parecían no haber oído su entrada y permanecían con las cabezas bajas y los ojos cerrados, otros simplemente se dedicaban a comer y algunos los miraban con curiosidad levantando sus cabezas y con lo que a Kyo le pareció desconfianza.

En el fondo del establo Kyo pudo ver que había un muchacho sentado en un bloque de paja, mirándolos.

- Buenos días Seike-san – saludó el muchacho amablemente bajando del bloque y saludando con una inclinación a los recién llegados – Ya lo tiene todo listo – dijo señalando uno de los establos. Kyo pudo ver que allí había dos caballos preparados, con las monturas y las riendas, uno completamente blanco y reluciente, el otro negro, también limpio y de larga crin.

Kaiji simplemente se limitó a asentir con la cabeza mientras abría la puerta de la cuadra y sacaba a los dos caballos entregándole las riendas de uno a Kyo.

- Vamos – gruñó el ninja al ver que Kyo parecía no saber que hacer con el caballo blanco que le había dado.

Kyo simplemente asintió y siguió a Kaiji hasta fuera del establo. El chico que les había saludado iba tras ellos.

Al salir Kaiji subió rápidamente en su caballo y esperó a que Kyo hiciera lo propio con el que le había tocado. El chico le sujetó las riendas y el joven Kusanagi subió como más o menos pudo, diciéndose a sí mismo que nunca le habían parecido tan altos estos animales. Se dejó caer sobre la montura con un suspiro de alivio y pudo ver lo que pareció una sonrisa divertida en los labios de su ninja, aunque solo fue un segundo, ¿quién podía asegurarle que realmente había sonreído?

Kaiji guió su caballo hacia donde estaba Kyo y le mostró como debía coger las riendas y empezaron a alejarse del lugar mientras el chico se despedía de ellos con una mano y volvía a entrar en el establo para dormir un poco antes de que volvieran.

Kyo en un principio creyó que se caería a cada paso que daba el animal, pero por suerte se fue acostumbrando rápidamente al movimiento y pudo quedar erguido y sin miedo a caerse, no era tan difícil como había esperado.

Se alejaron del lugar siguiendo un camino de tierra, Kaiji simplemente sostenía las riendas con una mano mientras con la otra se colocaba bien el sombrero en su cabeza.

- Nunca había montado a caballo – comentó el joven, parecía que su caballo era bastante bueno y solo iba de lado con el de Kaiji sin preocuparse mucho por lo que le hacía o dejaba de hacer el jinete.

- Lo sé – dijo secamente el ninja mirándolo de reojo, esa sonrisa fugaz que antes había visto Kyo volvió a aparecer en los labios de Kaiji, burlona. No hizo falta esperar mucho para saber a que se debía esa sonrisa. Kyo vio como en un segundo Kaiji sujetaba más fuerte las riendas de su caballo y golpeaba con sus pies el estómago del animal. Este simplemente respondió levantando sus patas delanteras y empezando a correr tanto como podía. Y como era de esperar el caballo de Kyo lo siguió mientras el jinete gritaba a Kaiji que se detuviera, sujetándose tan bien como podía a las riendas y crin del animal.

Iba con los ojos cerrados y encogido sobre el cuello del caballo, estaban en un lugar donde las ramas de los árboles eran demasiado bajas como para poder ir erguido, a parte de que con esa velocidad no se veía capaz de hacerlo. Intentó mirar hacia delante, allí estaba Kaiji, también inclinado sobre el cuello del caballo negro para evitar que las ramas le tocasen pero sosteniéndose mucho mejor que él. La gorra caída tras su espalda y los largos cabellos castaños aun sujetos en la cola pero moviéndose al compás que marcaba el animal.

En un momento Kyo vio aparecer una llanura amplia con un pequeño riachuelo y un puente de madera, se temió lo peor, y lo peor pasó. Kaiji ignoró por completo el puente y guió a su caballo directo al riachuelo, el animal no pareció muy molesto con eso y al borde mismo del sitio cogió impulso y saltó, era imposible que lo llegara a coger todo así que sus patas tocaron el agua para volver a impulsarse elevando las gotas cristalinas alrededor de sus patas y al fin llegando a la orilla donde Kaiji lo detuvo para contemplar la siguiente escena.

Kyo seguía yendo encogido sobre el cuello de su caballo y rezó para que el animal supiera saltar, y realmente lo hizo al llegar al margen, por desgracia él no sabía saltar sobre un caballo, así que cuando el animal toco el agua por primera vez para coger impulso para salir de nuevo Kyo perdió el equilibrio y cayó directamente al agua.

- ¡Maldito animal! – dijo y no refiriéndose al caballo - ¡Podría haberme matado! – gruñó de rodillas en el riachuelo, el agua sin llegarle a la cintura mientras alzaba su mirada hacia donde estaba Kaiji y solo pudo ver como el ninja se ponía la gorra de nuevo y ocultaba su rostro en ella, sus hombros moviéndose levemente en pequeñas convulsiones... Kaiji estaba... ¿riéndose de él? – Maldito – gruñó de nuevo Kyo, pero esta vez con una sonrisa en sus labios, sentándose en medio del riachuelo sin importarle mojarse más y empezando a reír también. – Si me vieran mis fans... – bromeó el joven entre risas mientras levantaba sus manos con algo de agua en ellas y las dejaba caer, salpicando levemente.

Vio como Kaiji bajaba del caballo sin decir nada y él se levantó al fin del agua, saliendo, viendo que Kaiji se negaba a ayudarlo seguramente porque sabía que si le daba la mano Kyo lo tiraría al agua sin compasión alguna.

Ambos se sentaron al borde del riachuelo sin decir nada, viendo como los dos caballos se entretenían pastando la hierba sin moverse de cerca suyo.

- ¿Te has divertido viéndome caer? – preguntó el joven con un tono de falsa molestia.

- Sí – asintió el ninja seriamente observándolo con sus ojos fríos y oscuros a través de una suave tela de cabello castaño.

- Oye, Kaiji, ¿no preferirías vivir en un sitio como este?-empezó a decir Kyo recordando lo que le había dicho Shikai, tomando un tono de voz suave al hablar, intentando no ofender al ninja castaño - ¿No quieres vivir tranquilo y dejar de ser un ninja? – preguntó mirándolo directamente a los ojos, sin dejar que Kaiji lo intimidara con su mirada.

- No – respondió el ninja castaño secamente, casi como si lo que había dicho Kyo fuese una tontería – Me gusta esto, pero solo por un rato... – confesó el joven con la misma frialdad de siempre - ... me aburro si no mato – una pequeña sonrisa algo sádica se dejó ver en sus labios mientras lo decía y Kyo comprendió. Alex ya se lo había dicho, si ellos no hubiesen sido ninjas igualmente buscarían pelea en las calles... Hiroshi se lo había demostrado y ahora Kaiji le estaba diciendo claramente que se aburriría... era claro que los chicos no podían estar sin pelear y él no podía hacer nada para evitarlo, solo podía intentar controlarlo teniéndolos de ninjas, pudiéndoles decir como, donde y cuando tenían que pelear, pero nunca obligándoles a no hacerlo.

- Sois todos tan extraños... – comentó Kyo al fin, dejándose caer sobre la hierba cerrando sus ojos, el sol ya había salido al fin y los rayos le daban directamente en el rostro acariciándolo suavemente.

- Tu también lo eres – oyó como murmuraba Kaiji fríamente - ¿Qué hay de malo en eso? – Kyo abrió los ojos levemente para ver como el ninja lo miraba aun fríamente pero algo curioso por lo que había dicho el joven Kusanagi.

- Supongo que nada – dijo el joven con una sonrisa y se movió para dejar su rostro en las piernas de Kaiji – Sois perfectos así... no cambiéis nunca... por favor – dijo pesadamente, realmente toda la noche se la había pasado despierto y los rayos cálidos del sol le incitaban a dormir un rato, a perderse en la inconsciencia unos segundos y disfrutar de las caricias que Kaiji le hacía en el pelo... un momento ¿Caricias? ¿Kaiji? Abrió lentamente los ojos para comprobarlo y allí estaba, él tumbado con el rostro en las piernas del ninja mientras este lo miraba con sus ojos fríos de costumbre pero acariciando su cabello, apartando con suavidad los mechones que le caían sobre el rostro – Vendremos otro día, ¿ne, Kaiji? – susurró Kyo agradecido por la caricia – Tendrás que enseñarme a montar bien... – siguió diciendo mientras volvía a cerrar los ojos – Soy buen alumno, aprendo rápido – susurró de nuevo, sintiendo que el cansancio lo invadía de nuevo, el lugar demasiado acogedor y silencioso como para no dejarse rodear y acariciar por el sueño.

- Claro Kyo, ya lo sé – oyó susurrar a Kaiji o eso le pareció, quizás no había oído bien, quizá estaba demasiado cansado para haber entendido... seguramente Kaiji no había dicho nada, esas palabras suaves, casi en un cálido susurro no podían provenir de Kaiji, su ninja frío y distante... Pronto dejó de pensar en eso y se sumió en un ligero sueño en las piernas del castaño ninja.

Kyo estaba peleando con Yagami en una estrecha calle, el sol le cegaba los ojos y solo podía distinguir la silueta del pelirrojo el sol realmente le daba de lleno en los ojos y tuvo que poner una mano sobre ellos para intentar ver bien, pero era inútil el sol seguía cegándole sin contemplaciones. De pronto la silueta desapareció para aparecer justo frente a él, ojos rojos y una sonrisa de desafío mientras Yagami levantaba una mano y la ponía con suavidad en su mejilla. Kyo casi no se podía creer ese suave gesto hasta que sintió la mano apartarse y un golpe.

El joven Kusanagi abrió los ojos para encontrarse con que Kaiji se había levantado sin miramientos y había dejado que su cabeza golpeara contra el suelo recubierto de hierba.

- Mou... – gruñó el joven pasando una mano por sus ojos para aclararse la vista – podrías ser más suave al despertar a la gente – siguió diciendo molesto parpadeando unos segundos para intentar acostumbrarse a la luz del sol que ya estaba más alto.

- Podría – comentó Kaiji secamente dando a entender que sí, realmente podía haberlo despertado de otra forma pero que no lo hizo simplemente porque no le venía en gana. – Vámonos, es tarde – dijo el ninja cogiendo las riendas de su caballo y subiendo a este sin problemas. Kyo suspiró, resignado la verdad es que no tenía muchas ganas de volver a subir, aun le dolía el golpe que se había dado con la moto de Shikai y el golpe al caer del caballo como para que Kaiji hiciera alguna otra cosa para dejarlo peor.

Vio como el ninja hacía mover al caballo negro y lo acercaba hacia él, tendiéndole una mano al joven.

- ¿Qué? – preguntó Kyo sin entender el gesto

- Sube conmigo – dijo simplemente Kaiji, inclinándose más sobre su caballo para coger el brazo de Kyo y tirar de él, obligándolo a subir en la grupa del animal tras él.

Kaiji simplemente golpeó suavemente el estómago de su caballo y este avanzó, entrando en el riachuelo lentamente. A cada paso que daba el animal se podía oír el agua moviéndose, apartándose para que las patas del caballo pudieran entrar en ella y volver a salir con suavidad. El caballo blanco simplemente hacía lo mismo, no necesitaba jinete para seguirlos.

Kyo simplemente se sostuvo en la cintura de Kaiji mientras avanzaban, sintiendo la calidez que desprendía el ninja aun teniendo un carácter frío.

No dijeron nada en el camino, Kyo se limitó a observar mejor el paisaje, sin miedo a que Kaiji hiciera nada, fue un paseo agradable y lo disfrutó, agradeció que Kaiji lo hubiera llevado a este sitio.

Llegaron al lugar y dejaron los caballos con el chico que ya los esperaba despierto. Kaiji habló un segundo con él, y subió a la moto tras Kyo, yendo de nuevo hacia la mansión.

~ * ~

Llegaron a la mansión con algo de retraso, pero ahora ya no había ningún otro chico esperando así que Kyo no se preocupó por eso.

- Gracias, Kaiji, lo he pasado muy bien – le sonrió el joven antes de que Kaiji abriera la puerta para entrar. El ninja solo se detuvo y lo miró de reojo, y Kyo no pudo más que esperar que le reprochara por decir estas cosas, pero no pasó.

- De nada... Kyo – dijo el ninja con un tono algo más suave de lo habitual y abrió la puerta sin darle tiempo a Kyo para sorprenderse por eso.

Dentro estaban los demás ninjas, sentados tranquilamente en los sofás bebiendo un café mientras conversaban de que habían hecho con Kyo en la noche.

- Hola, ¿queréis café? – preguntó el rubio levantándose y casi sin esperar respuesta se fue hacia la cocina a buscar dos tazas.

Kyo les sonrió a todos y se sentó en el sofá, al lado de Alex quien lo recibió con una sonrisa también.

- ¿Qué horas son estas de llegar? ¿En media hora nos vamos a entrenar, no te da vergüenza jovencito? – le reprochó Hiroshi juguetón a Kaiji mientras este solo gruñó algo referente a lo estúpido que era el moreno y subía las escaleras para ir a cambiarse.

Shikai salió de la cocina con el café listo y le entregó una taza a Kyo.

- ¿Hoy también tenéis que entrenar? – preguntó el joven Kusanagi con cierto disgusto.

- Sí, que sea tu cumpleaños no quiere decir que tengamos fiesta – comentó Alex divertida, realmente a veces Kyo se comportaba como el pequeño k'sogaki que ella había conocido años atrás – Además, solo son un par de horas – afirmó la chica mientras cogía su taza y bebía el café tranquilamente.

- Bueno... igualmente yo he quedado con Yuki en una media hora también... – comentó el joven con algo de disgusto – Quiere que la acompañe a escoger mi regalo – rió suavemente mientras también bebía un poco del humeante café.

- Que novia más falta de originalidad – comentó Hiroshi burlón dejando su taza de café vacía en la mesa. Kyo simplemente se encogió de hombros, aceptando que realmente Hiroshi tenía razón.

Se quedaron hablando, Kaiji no tardó en bajar vestido con el traje de los ninjas como los demás y se entretuvieron lo que les quedaba de tiempo hablando de cualquier tontería.

Kyo se despidió de ellos, diciéndoles que pasaría un rato en la tarde, antes de ir con sus compañeros del KOF a celebrar su cumpleaños puesto que le habían preparado una fiesta en la casa de Benimaru y tenía que ir, no se podía dar una fiesta de cumpleaños sin el joven que los cumple, eso estaba claro.

Llegó tarde a recoger a Yuki pero realmente no le importó demasiado, hizo oídos sordos a las recriminaciones de su novia y a la mayoría de los comentarios que ella le hacía.

Realmente hacía tiempo que se había dado cuenta que no sentía nada por la joven, cariño, tal vez, como se lo podía tener a una pariente lejana que veía de vez en cuando pero poco más. Realmente estaba convencido que lo que sentía por la joven estaba muy lejos de poder llamarse amor, pero se sentía mal por eso y, aunque fuera algo cruel por su parte, estaba con ella porque no había nadie más que le interesara. Quien sabe... tal vez le estaba haciendo un favor a la chica soportándola como lo hacía.

Al final no escogió él su regalo. Le tocó aceptar un conjunto de ropa que a Yuki le gustaba y que a él realmente no acabó de convencerle y no se quiso poner de inmediato, pero tuvo que prometerle a su joven novia que se lo pondría para ir a la fiesta, no tuvo más remedio.

Dejó a Yuki en su casa después de comer con ella y de ignorar la mayoría de lo que le contaba la joven a cerca de algo gracioso que había hecho una amiga y de lo rastrera que había sido otra al hacerle algo que no llegó a escuchar ni que le interesó oír, solo se limitaba a asentir o a negar, demasiado acostumbrado a la monotonía de la conversación de la joven.

Cuando la dejó en su casa pudo respirar tranquilo, había ido a buscarla con la Harley y la joven ni se enteró que era nueva, no comentó nada, salvo que qué se creía yéndola a buscar con una moto si ella llevaba falda o algo así...

Se dirigió a la mansión Kusanagi, tenía ganas de ver de nuevo a los chicos. Estaba dispuesto a planearlo todo con precaución. Mañana le diría a su padre que no les pusiera tanto trabajo a los chicos, eso lo haría por la mañana, luego iría a comprar las entradas para ir a ver la carrera de motos de Shikai y Kaiji al día siguiente. Luego... aun tendría unos días antes del cumpleaños de la hermana de Hiroshi para poder ir a montar a caballo con Kaiji y aprender a no caerse... Ah, y lo más importante, llamaría a Syo y lo invitaría a pasar una temporada en la casa de los chicos... quizás Alex lo mataría, pero hacían demasiado buena pareja ella y Syo. Sí, eso haría, tenía que prepararlo todo y no olvidarse de nada, sería una semana muy divertida.

Al llegar a la valla de entrada se extrañó de encontrar un coche negro allí aparcado, y detuvo la moto a pocos metros de este, curioso por saber quien estaba esperando allí.

No tardó en satisfacer su curiosidad. La puerta del auto se abrió y una figura alta, de anchos hombros y cabello rojo apareció ante él.

- Yagami – murmuró Kyo, no sabía si molestarse o no con el joven pelirrojo, no parecía como si quisiera enfrentarse a él. - ¿Qué haces aquí? – dijo fríamente, optando al fin por tomar una postura defensiva ante el pelirrojo, aunque no pareciera querer atacarlo no podía estar seguro de nada con él.

El pelirrojo no dijo nada, solo se acercó con pasos lentos hacia el joven, tranquilo, no había nada que le hiciera creer a Kyo que Iori lo iba a atacar.

- ¿No ves que mis ninjas pueden verte? – gruñó el joven dando un paso hacia atrás por instinto al notar que Yagami no parecía querer detenerse sino llegar hacia él.

- ¿Te importa mucho? – habló al fin el pelirrojo llegando hasta Kyo y deteniéndose a poca distancia del joven, sus ojos rojos observando cada fracción del rostro del joven.

- Yo... – Kyo desvió su mirada, sintiéndose ligeramente cohibido por la cercanía de su rival -... supongo que no. Eres bastante fuerte como para deshacerte de ellos sin problemas – sonrió levemente con un suspiro, ¿qué hacía Yagami allí? ¿Para que había venido? ¿para amargarle la celebración? No parecía querer luchar... quizás de pronto lo atacaría... no lo sabía, realmente no tenía ganas de luchar, había pasado una noche perfecta y divertida, no quería que nada le estropeara el día.

- ¿Preocupado... por mí? – preguntó Yagami con su voz burlona, aunque Kyo pudo ver de reojo una ligera sorpresa en el rostro de Yagami, pero solo fueron unos segundos, casi inapreciable.

- Sí – sentenció Kyo firmemente, enfrentando al fin la mirada del pelirrojo con una sonrisa tranquila - ¿No puedo preocuparme?

- Haz lo que quieras Kusanagi – dijo el pelirrojo casi sin inmutarse ante la revelación de Kyo, realmente no esperaba que el joven le dijera algo así, pero no pensaba mostrarse asombrado por eso, Kyo no tenía porque saber que le había sorprendido.

- ¿Por qué has venido? – preguntó de nuevo Kyo sin apartar la mirada del pelirrojo, soportándola lo mejor que podía, esperando a que le diera una respuesta.

- ¿No es evidente? – preguntó el pelirrojo en tono burlón con una sonrisa sarcástica posándose en sus labios.

- No – dijo Kyo firmemente pero con el rostro algo más tranquilo, realmente parecía que Yagami no estaba allí para luchar – No entiendo porque te arriesgas a venir aquí en pleno día – dijo negando levemente con la cabeza sin entender el comportamiento del pelirrojo, realmente nunca lo había llegado a entender del todo.

- Simple, Kusanagi – dijo el pelirrojo alzando una mano para posarla en la barbilla del joven frente a él, notando que Kyo se ponía tenso ante el inesperado contacto y sonriendo satisfecho por eso. – He venido... a darte tu regalo – susurró con cierta malignidad, pero no hizo nada, simplemente se acercó más al joven y acabó posando sus labios sobre los de Kyo, aprovechando que estos estaban entreabiertos por la sorpresa para explorar la caliente boca del joven.

Kyo no hizo nada, demasiado sorprendido como para reaccionar, como para pensar en quien lo estaba besando. Solo pudiendo sentir que no era un beso gentil, pero tampoco tan brusco como podría haber esperado de Yagami. La mano del pelirrojo seguía sosteniéndole la barbilla mientras la otra se posaba en su espalda, acercándolo a él. Kyo pudo sentir lo cálido del cuerpo, lo fuerte que era. No podía hacer nada se sentía preso de esos labios, de ese cuerpo, de esos brazos que lo sujetaban con firmeza...

Iori fue quien se separó y sonrió al oír un leve gemido de protesta salir de los labios del joven Kusanagi.

- Feliz día, Kusanagi – sonrió con sarcasmo y sin decir más se fue hacia su auto, subiendo en él y arrancando, haciendo chirriar las ruedas.

Kyo se quedó observando el auto alejarse, su mente en blanco, sin saber que pensar sobre lo que acababa de pasar. Iori realmente... realmente ¿lo había besado? Incluso felicitado... quizás no con mucha alegría pero lo había hecho, pero... ¿por qué?

Se sintió confundido y decidió coger la moto e ir a ver a los chicos... quizás Alex podría tener alguna explicación o tal vez Kaiji que era el que más se parecía a Yagami podría aclarárselo.

Le costó arrancar la moto, más por no fijarse que por que estuviera estropeada. Fue directamente a la casa de los chicos, ignorando a los ninjas cubiertos de negro que se encontraba y lo saludaban con una leve inclinación de cabeza respetuosa... eran tan vacíos... no le gustaban esos ninjas. Sus chicos no se les podían comparar.

Llegó a la casa de los chicos y aparcó la moto como pudo y se dirigió rápidamente a la puerta, abriéndola.

- Chicos, no os vais a creer... – pero calló.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, no podía creer lo que estaba viendo.

En el suelo, a pocos pasos de él estaba Shikai, tumbado boca abajo, su cuerpo como si hubiera sido tirado allí, su cabello antes de un rubio reluciente ahora estaba todo manchado de sangre... sangre que salía de debajo de su cuerpo... Nada de carreras de motos.

Levantó la mirada para encontrarse con la siguiente escena... Hiroshi estaba en uno de los sofás, sentado, su cabeza echada hacia atrás, sus ojos cerrados con expresión de dolor mientras de sus labios salía un río de sangre que bajaba hasta su cuello, seca ya. En su pecho estaba clavada su propia katana y la sangre que salía de allí se veía camuflada por el color negro de sus ropas. Nada de celebrar cumpleaños.

Inconscientemente Kyo dio un paso hacia delante, mirando detrás de uno de los sillones para encontrarse con Kaiji. Estaba tumbado boca arriba sus ojos cerrados, algunos cabellos cubriéndolos, su expresión más de molestia que de dolor, sangre salía de su cuello, el cual tenía un corte, no profundo pero si largo, su propio cuchillo descansaba tirado a su lado, una mano cerca de su cuello, quizás intentando detener la sangre. Nada de aprender a montar.

Los ojos del joven Kusanagi empezaron a humedecerse sin poderlo evitar y más lo hicieron al ver que, casi en la entrada de la cocina estaba el último cuerpo... Alex. Se acercó a él, quizás con esperanzas aun... vanas esperanzas. La ropa de Alex se veía con claros rastros de quemaduras, rasgadas en algunas partes, una profunda marca de un golpe en su mejilla. En sus labios un pequeño hilo rojo y también en uno de sus ojos, como si llorara sangre... Nada de llamar a Syo...

Kyo abrió los labios, intentando decir algo pero no pudo... estaba sin voz... no entendía nada. Vio que en el pecho de Alex había un pequeño papel y lo cogió casi con miedo de tocar a su joven amiga.

Desde fuera de la casa algunos ninjas pudieron oír un fuerte grito... era su joven amo... ¿qué pasaba?

"Eres mío, Kusanagi. Yo decido como será tu vida, yo soy tu vida, no ellos. Mío, hasta que yo quiera"

Yagami Iori.

~ * ~

Owari

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Artemis
12 de Diciembre, 2002

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